Este ensayo escrito en lenguaje accesible para el público en general ofrece un repaso por el concepto de ecofeminismo, que entiende como algo más que la simple sumatoria de feminismo+activismo ecológico. A partir de experiencias concretas de organizaciones sociales, la autora invita a repensar la educación básica y superior, no sólo para "enseñar" sobre ecología sino para ofrecer una perspectiva transversal del currículo que le permita a los estudiantes desarrollar un pensamiento crítico que subvierta las estructuras económicas y sociales que han conducido al desastre ambiental.
En este orden de ideas el ensayo propone pensar e invitar a trabajar desde los principios de suficiencia (ni mucho ni poco), reparto y
cuidado, así como desde el principio de reducción, y al final ofrece una serie de herramientas para lograr que colegios y universidades aterricen las ideas ecofeministas en la cotidianidad del aula de clase.
Algunas citas
El derecho al territorio, la autonomía, la soberanía
alimentaria, el reconocimiento de los derechos de los diversos grupos de
mujeres (indígenas, rurales, campesinas, urbanas, negras), los derechos
sexuales y reproductivos, el autocuidado y el autoconocimiento, las nuevas
visiones en el ámbito de la espiritualidad y la formación de las mujeres para
el fortalecimiento de su participación política son algunos de los temas de su
agenda desde finales de la década de 1980 hasta la actualidad (p. 27).
A pesar de las diferencias de enfoques, podríamos decir que
todos los ecofeminismos comparten la visión de que la subordinación de las
mujeres a los hombres y la explotación de la naturaleza son dos caras de una
misma moneda y responden a una lógica común: la lógica de la dominación y del
sometimiento de la vida a la lógica de la acumulación (p. 28)
Todos los cuerpos tienen necesidades que deben ser cubiertas
para poder mantenerse vivos: alimentos, agua, energía, vivienda, cuidados,
relaciones… Si un ser humano no tiene necesidades es porque está muerto. Por
eso decimos que todos los seres humanos son vulnerables e interdependientes (p.
31)
El proceso educativo puede constituirse como uno de los
ámbitos privilegiados para disputar una hegemonía cultural que prioriza el
dinero por encima de las vidas. La educación es un lugar desde el que poder
forjar gafas que permitan mirar el mundo desde otro modelo (p. 35).
A partir de los ochenta, el capitalismo mundializado ha
«perfeccionado» los mecanismos de apropiación de tierra, agua, energía,
animales, minerales, urbanización masiva, privatizaciones y explotación de
trabajo humano. Los instrumentos financieros, la deuda, las compañías
aseguradoras y toda una pléyade de leyes, tratados internacionales y acuerdos
constituyen una arquitectura de la impunidad (p. 51)
el movimiento en defensa de la vivienda, contra los
cortes de luz, el de las jornaleras en lucha o los «biosindicalismos» de las
trabajadoras domésticas, por ejemplo, se construyen en torno a los imaginarios
ecofeministas, que sitúan la subsistencia en buenas condiciones como una
prioridad. (p. 53).
Cuando se analiza la procedencia de las mujeres migrantes
que hoy cuidan de quienes son más vulnerables en casas, residencias, centros de
día un otros dispositivos sociales, se comprueba que vienen de los mismos
países de los que proceden las materias primas que sostienen materialmente las
economías ricas. Se puede decir que las sociedades desarrolladas tienen
contraída una deuda ecológica y de cuidados con las zonas que fueron
colonizadas y que a día de hoy continúan siendo explotadas (p. 58).
Las mayorías sociales creen y sienten que, antes que agua,
vivienda, luz, alimentos o cuidados, necesitan dinero. Y la creencia está tan
asentada que se asume una especie de «lógica sacrificial».116 Si lo que se
necesita es dinero, todo merece la pena ser sacrificado con tal de que crezcan
la economía y el dinero (p. 80).
Vivir con lo suficiente es a la vez una obligación y un
derecho. Obligación, porque hay personas que pueden y deben vivir con muchos
menos materiales y energía. Derecho, porque hay otras que no tienen lo
necesario para cubrir sus necesidades (vivienda, energía, cuidados, alimentos
saludables, etc.) y tienen derecho a tenerlo (p. 90).
En un planeta físicamente limitado, en el que un
crecimiento económico ilimitado no es posible, el bienestar para todas las
personas se relaciona directamente con la distribución y reparto de la riqueza
(p. 91).
En una escuela que permite la humillación no es posible
aprender (p.113)
Educar para la sostenibilidad de la vida, una mirada ecofeminista a la educación
Yayo Herrero López
Ediciones Octaedro
Barcelona
Noviembre de 2022
172 páginas
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