Llegué
a La carretera, digámoslo así, por un
impulso equívoco. Supe que un amigo la estaba leyendo y se la pedí prestada de
inmediato, pues Miguel Ángel Bastenier nos la había recomendado a quienes
participamos en un taller con él. Aunque bueno, la equivocación estaba ahí: el
libro que sugirió Bastenier fue En la
carretera (On the road), de Jack
Kerouac.
Una confusión
que terminó en una bella experiencia. Este libro narra el recorrido de
un padre con su hijo por la carretera interestatal estadounidense, al parecer un
tiempo futuro y después de un suceso apocalíptico que el autor nunca nombra ni define.
Solo hace referencia a sus consecuencias, como un sempiterno reguero de ceniza,
pueblos destrozados, cadáveres, caníbales de cuando en vez y un frío incesante.
El
viaje tampoco tiene un destino marcado, algo así como la meta de llegar a un
lugar donde estarán mejor. En cambio, todo se pone cada vez más lúgubre y
desesperanzador para ambos, que caminan en medio de conversaciones que llegan a
ser estremecedoras, sobre todo por las preguntas y respuestas del niño. Él nunca
ha conocido un mundo diferente, al contrario de su padre, del que nos dejan
conocer algunos recuerdos de infancia.
En
medio de todo esto se teje un discurso sobre los dilemas que se pone de relieve
la lucha por sobrevivir en un mundo donde es difícil hacerlo. Por ejemplo, el
desdibujamiento de los conceptos del bien y del mal. Me recordó el Ensayo sobre
la ceguera, de Saramago, aunque aquí hay una menor truculencia, si se quiere
menos acción, y el discurso corre más por cuenta de lo que los personajes
hablan y piensan.
También
es conmovedora la relación padre e hijo, un punto para el que me quedaría corto
en esta reflexión. Solo
quisiera hacer mención al calificativo de poco creíble que le dio un
comentarista a esa relación, según él, por el talante de los diálogos. Supongo que
piensa así precisamente por lo que indiqué anteriormente sobre los dilemas que
el niño planteaba. Al contrario: se me hace lógico si entendemos el proceso de pérdida de
inocencia del pequeño que nos hace ver McCarthy. Una aterradora realidad se le
abre de par en par cuando apenas comienza a abrir los ojos.
(Al final les dejo el trailer de la película).
Aquí
las frases:
Ella
le tenía la mano cogida sobre el regazo y él notaba la parte superior de sus
medias a través de la fina tela de su vestido de verano. Congela este
fotograma. Ahora maldice tu oscuridad y tu frío y maldícete.
Duda.
¿En qué difiere el nunca será de lo que nunca fue?
Pensaba
que en la historia del mundo tal vez incluso había más castigo que crimen. Pero
ese era un magro consuelo.
Todas
las cosas bellas y armónicas que uno conserva en su corazón tienen una procedencia
común en el dolor. El hecho de nacer en la aflicción y la ceniza. Bueno,
susurró para el chico que dormía. Yo te tengo a ti.
(Después
de que el padre mata a otro hombre por defender a su hijo)
Querías
saber qué pinta tenían los malos. Pues ya lo sabes. Podría ocurrir otra vez. Mi
deber es cuidar de ti. Dios me asignó esa tarea. Mataré a cualquiera que te
ponga la mano encima. ¿Lo entiendes?
Sí.
(…) ¿Todavía somos buenos?, dijo.
Sí.
Todavía somos buenos.
Las
cosas cayendo en el olvido y con ellas sus nombres. Los colores. Los nombres de
los pájaros. Alimentos. Por último los nombres de cosas que uno creía
verdaderas. Más frágiles de lo que él había pensado. ¿Cuánto de ese mundo había
desaparecido ya? El sagrado idioma desprovisto de sus referentes y por tanto de
su realidad.
Cuando
estás vivo siempre tienes la muerte ahí adelante.
Dios
no existe y nosotros somos sus profetas.
¿Eres
muy valiente?
Regular.
¿Qué
es lo más valiente que has hecho?
Escupió
en la carretera una flema sanguinolenta. Levantarme esta mañana, dijo.
El
hombre le cogió la mano, resollando. Tendrás que seguir tú solo, dijo. Yo no
puedo ir contigo. Tienes que seguir adelante. No se sabe lo que puede deparar
la carretera. Siempre hemos tenido suerte.
La carretera (The road)
Cormac McCarthy
Editorial Debolsillo.
2006
La carretera (The road)
Cormac McCarthy
Editorial Debolsillo.
2006