domingo, 29 de septiembre de 2024

Aranjuez, de Gilmer Mesa

Manizales tiene un barrio popular que se llama Aranjuez, en el que hay venta de empanadas, niños que juegan en la calle y pequeños negocios abiertos hasta la noche, atendidos por sus propietarios, los vecinos que viven y trabajan allí. Todo esto ocurre en el barrio Aranjuez de Medellín, y sin embargo no se pueden comparar: el Aranjuez que Gilmer Mesa describe en su libro es un barrio en el que los muchachos, casi niños, empiezan a hacer trabajos para "Los pillos" que mandan desde una esquina. "Los sanos" juegan fútbol, hacen mandados y se mueven con cuidado para no levantar sospechas y poder sobrevivir. 

Aranjuez es un libro que Gilmer Mesa escribió para honrar la memoria de su padre, que murió luego de que su mente, su memoria y sus recuerdos lo hubieran abandonado. Pero el libro, aunque habla de ese padre ausente, retrata estampas de personajes de un barrio en el que morir joven y violentamente es un sino que cargan muchos hogares, incluido el del narrador. 

La obra está compuesta por 15 capítulos, cada uno con unidad en sí mismo. Es decir: cada capítulo eventualmente podría funcionar como un relato independiente, aunque el personaje que se menciona en uno se desarrolla a profundidad en otro. El barrio es una suma de personajes y el libro pasea por cada uno de ellos. Cada capítulo corresponde a los 15 minutos de fama de algún habitante de Aranjuez.

El autor tiene una posición política clara: no le interesa hacer una división maniquea entre buenos y malos, entre pillos y sanos. Critica a quienes llegan al barrio a hacer etnografía con la profundidad de un turista y descree de los poderes mesiánicos. Explica que en la pobreza también hay clases sociales y que aunque la exclusión es norma general en el barrio, hay algunos más excluidos que otros. No sataniza, no juzga, no señala, pero sí se duele de la muerte, de la impotencia y de la fatalidad que rodea a varios vecinos.

La prosa de Gilmer Mesa es vertiginosa: párrafos muy largos con frases separadas por comas, por puntos y comas, en donde los puntos seguidos se demoran. El texto se lee con el frenesí de una historia que se siente honesta, urgente y digna. Una visión en la que la periferia es el centro. Como dice en alguna parte del libro, "la ciudad era un Aranjuez grandote".

Algunos subrayados

Era una casa de apariencia pobre y fea aunque con una belleza íntima como el dibujo de un niño al que le falta destreza pero tiene talento porque a las casas como a las gentes nos definen los interiores (p. 17). 

un padre maltratador pero padre al fin que toma la figura de un caudillo cualquiera que ejerce el poder a la manera de un mal padre, imponiendo el maltrato como único trato: en un país de malos padres y malos tratos el maltratador es rey (p. 22). 

Escribo estos textos para mejorarlos a todos en el recuerdo, para mejorarme yo de esta angustia presente de ya no tenerlos (p. 25).

Ojeaba el periódico más amarillista de la ciudad al cual estaba suscrito y que todos los días traía historias crudas e inverosímiles para cualquier parte del mundo, menos para esta en donde lo imposible es cotidiano (p. 28). 

no quería trastocar su rutina que, si bien no le complacía, al menos no lo atormentaba (p. 29). 

si algo hicieron bien los bandidos en nuestra ciudad fue que nos endilgaron su modo de vida y su desparpajo como aspiración hasta hacerlo cultura (p. 46). 

las penas nunca pasan, solo se estancan en una quietud lóbrega cebada en silencio porque ellas son en sí mismas estridencia ensordecedora, grito total y acuciante que no debe contaminarse con otras voces (p. 52). 

apoyados en los hijos que fue lo único que alcanzaron a hacer y que en este país cicatero son la única recompensa de los padres y su jubilación (p. 55). 

no trastocaba la rutina diaria de tantos años, que es lo único que garantiza una convivencia armónica entre un matrimonio viejo (p. 56). 

era un raro, que es como la sociedad llana y procaz llama despectivamente a lo que no entiende (p. 70). 

en los barrios populares contemplar el paso del tiempo es casi un oficio (p. 73). 

nuestros padres fueron castrados en su expresividad por la misma sociedad machista y altanera que castiga con burlas y rechazos cualquier síntoma de debilidad (p. 76). 

la música lo va a salvar, no de sufrir, de eso nada nos salva, pero sí le va a dar la fuerza para resistir la vida, para aguantar los malos trances sin volverse un resentido ni una mala persona, ya tiene en qué descargar sus dolores sin hacerle daño a nadie, y eso es más de lo que muchos pueden tener y lo único que yo como padre puedo desear para él (p. 78). 

en la edad en que estaba había entendido que las cuentas del alma no se acaban nunca de pagar (p. 91). 

Terminamos borrachos cantando tangos y llorando sin pudor y sin freno como se deben llorar las tristezas cuando son reales (p. 103).

hasta la pobreza tiene gradaciones: están los menos pobres que logran tener las tres comidas diarias, una de las cuales tiene carne en el menú; están los que a duras penas llegan a fin de mes y tienen que hacer piruetas con el esmirriado sueldo para poner arroz con huevo y aguapanlea todos los días en el plato; están los pobres vergonzantes, que son la mayoría, los que sin tener un centavo aparentan plétoras y se endeudan por mantener una posición en la que solo ellos creen, puesto que todo el mundo sabe que están vaciados, que mantienen reventadas las diversas libretas del fiado en las tiendas cercanas, les cortan la luz y el agua cada tanto y tienen que invetar cada día una nueva excusa para salvaguardar su marginalidad evidente —en esta categoría estábamos casi todos en el barrio—; y salidos de la pirámide social de pobreza que constituyen nuestros barrios populares están los pobres extremos que rayan en la indigencia, aquellos para quienes no alcanzó ni siquiera una sucia esquina de la cobija zarrapastroza con la que cubrimos nuestras miserias, los que pasan hambre pura y dura, frío y mal sueño día a día, los que hasta nuestras escaseces envidian porque las ven como opulencia (p. 142). 

somos cuando más una sociedad lavada pero nunca limpia (p. 144). 

ofreciéndolo como cultivo popular perfeccionado, con esa extraña pirueta de vender lo barrial como moda para las élites que gustan de las expresiones y maneras de los pobres pero sin pobres (p. 187).

Lo malo de vivir tanto tiempo escondido es que fácilmente la trinchera se vuelve morada (p. 188). 

Esa precisamente es una de las primeras cosas en las que interviene la religión para conseguir adepots: insulfa un sentimiento de superioridad moral en sus miembros que los hace juzgar a los demás como inferiores por no compartir sus más primarios temores, expresados en bisutería ideológica contra el cuerpo y las libertades civiles (p. 194).

nada une más a dos personas que haber sufrido juntas (p. 199).

tenía belleza pero carecía de encanto, que es de alguna manera la revancha de los feos y lo único que equilibra un poco el universo seductor de la adolescencia; un feo encantador incrementa las posibilidades y en ocasiones arrasa contra un bonito lerdo (p. 224).

en el fondo la aventura está en la conquista, no en lo conquistado, el vértigo lo da la búsqueda, es el camino lo que aporta, no su llegada (p. 229).

Uno debe estar donde perdió lo querido y donde quiso lo perdido, y aquí están mis muertos, que son lo que más quise y perdí, de manera que debo quedarme donde mis muertos sepan donde hallarme, irme sería cambiar de geografía pero mantener la mente y el corazón en estas esquinas a las que extrañaría a diario (p. 249).

estoy seguro de que solo el amor y la amistad trascienden la insignificancia de la vida (p. 251). 

las motos parecían gritar lo que ellos no podían, que existían, que eran importantes, y de ahí que entre más roncas y potentes, mejor el grito, más significativo (p. 273).

la muerte del padre cuando se lo ha tenido tan cerca tanto tiempo precisa el principio de la propia extinción (p. 284). 

La pérdida ha sido y es el tema, y toda la literatura que me interesa está compuesta de pérdidas y de muerte (p. 287).

Aranjuez
Gilmer Mesa
Penguin Random House
Bogotá, Septiembre de 2023
296 páginas

jueves, 26 de septiembre de 2024

El vacío en el que flotas, de Jorge Franco

El vacío en el que flotas
es el título de la segunda novela de Ánderson Posada, quien tuvo un éxito temprano e inesperado con su primera novela Aquel monstruo indomable, con la cual ganó un premio internacional en 2002. Esto, lo del premio, lo sabe el lector en la primera página de esta obra de Jorge Franco. 

Hay en este libro de Jorge Franco muchos vacíos: en el hogar de Sergio y Celmira hay un vacío enorme porque Richi, su niño de cinco años, desapareció tras la explosión de una bomba en un centro comercial. Está también el vacío de Uriel o Kike Boreal, que no tiene una familia a la que pueda aferrarse y tiene, además, múltiples vacíos económicos. Ánderson, por su parte, tiene una primera infancia que es un gran vacío en su memoria: Uriel le dice que sus padres murieron en un accidente, pero la historia tiene tantos huecos que Ánderson duda de su veracidad. Está, por supuesto, el vacío físico que deja la explosión de una bomba, que es el hecho que detona toda la historia, y hay, a través de todas las páginas, la presencia/ausencia del dolor de un desaparecido. 

Entre tanto vacío es posible caer, hundirse, pero Jorge Franco tiene otra apuesta: en medio del vacío sus personajes pueden flotar, que es una manera de sobrevivir. 

El vacío en el que flotas ocurre en una ciudad colombiana que parece Medellín pero no se nombra dentro del libro. Es una historia urbana que se narra de manera fragmentada y asincrónica, a partir del punto de vista de distintos personajes. La estructura del libro es un artefacto sólido que evidencia el trabajo del autor: Sergio escribe un libro que por momentos parece ser la historia entre Anderson y Uriel. Sergio y Anderson son escritores y, en consecuencia, reflexionan sobre el proceso de escribir. En la armazón de esta novela Franco le propone al lector el juego de adivinar si Anderson existe o es una creación literaria, y ese salón de espejos devuelve múltiples imágenes con distintas respuestas factibles.

Uriel o Kike Boreal o Api es el personaje más atractivo de esta novela. Un travesti pobre, solitario y marginal que comete el delito de raptar a Richi y sin embargo logra despertar ternura y humor. Tiene tantos matices que resulta imposible leerlo como "el villano". Su oralidad, sus diálogos con la Virgen o las matas y sus costumbres muestran una ética personal difícil de encasillar.

Jorge Franco tiene un estilo vertiginoso, rápido y ameno, que mantiene el ritmo y engancha al lector. En esta novela un personaje dice que está "hasta el cogote de las novelitas burguesas y almibaradas de Jorge Franco". Ésta puede ser otra novelita burguesa y almibarada, quizás. No todo tiene que ser Proust. Yo difruté la lectura. 



Algunos subrayados 
Ya había cruzado el umbral de otra realidad inimaginable que le imponía buscar a su hijo en el mundo de los muertos (p. 20).

Sobre el escritorio estaban las páginas arrumadas, bocaabajo y perfectamente alineadas, de lo que él mismo llamaba "el embeleco de un periodista con ínfulas de escritor". Lo más probable era que nunca fuera a escribir un libro (p. 28).

―También me mandan libros de autoayuda ―continuó Celmira―. Sobre la pérdida de un ser querido, sobre el duelo, de cómo establecer comunicación con los ángeles, con los muertos, con los espíritus, hasta con los extraterrestres.
―En situaciones desesperadas, la gente se pega de lo que sea. Y algunos logran cierta paz (p. 34).

―¿O sea que recordar es limpiar? (p. 35). 

como artista no estoy en la obligación de decir más de lo que mi arte dice. Ni siquiera tendría que estar asistiendo a este evento ni dando esta entrevista. Mi libro ―continuas―, que tampoco estoy seguro de que sea arte, dice lo que tiene que decir de mí como escritor (p. 39). 

en la mitad de las entrevistas que he dado en mi vida, el entrevistador no se ha leído mi único libro (p. 41). 

Sabía de la desazón de los escritores al volver sobre lo escrito (p. 65). 

estaba hasta el cogote de las novelitas burguesas y almibaradas de Jorge Franco (p. 107).

Leer a McCarthy ameritaba también un trago de cualquier cosa (p. 107). 

Culpa porque en algún momento iba a aflojar y dejaría de pensar en su hijo. Porque cualquier mañana se iba a despertar con menos agonía que el día anterior. Porque cuando menos lo imaginara, iba a retomar la inercia de su vida antes de aquel día (p. 130). 

abres algunos portales de los periódicos colombianos. Treinta segundos para confirmar que todo sigue igual. Seguimos odiándonos (p. 135). 

quedó frente a ella, indeciso y perturbado, como queda cualquiera frente a una mujer que llora (p. 149). 

―¿No eres creyente? ―le preguntó ella.
―No sé ―respondió Sergio. Se quedó pensativo y luego dijo―: Me da trabajo asimilar ese lado mágico de la religión. Ante los misterios, me he refugiado siempre en los libros. 
―¿Y ahí está la respuesta? ―Preguntó la fiscal.
―Claro. Y siempre es la misma: todo lo del hombre es, únicamente, del hombre. Punto (p. 152). 

Va mal porque es mi primer libro, porque el aprendizaje es duro, porque nunca llegaré a escribir como los autores que admiro, porque el protagonista de mi libro es un escritor exitoso y yo no lo soy, porque las ideas no se acoplan con las palabras y las palabras se me escapan. Eso suena bonito, dijo Clarisa. ¿Qué? Eso que acaba de decir; debería escribirlo. Le apuesto a que si lo escribo, dijo Sergio, ya no va a sonar igual. Así de caprichosa es la escritura (p. 153).

―"Interesante" es una expresión interesante ―le comentas―. No descalifica, pero tampoco elogia. No compromete a quien la dice. Abre la puerta a la discusión. Los pensamientos opuestos pueden coincidir en algo o en alguien "interesante". (p. 163). 

―Lo importante es que quieran tus libros. Nosotros nos vamos a morir (p. 167). 

―¿A quién decepcionas si no cumples con tu rol de madre dolorida? ¿A ti misma, a tu familia, a la sociedad? (p. 248). 

Lo que ignoran los demás es que detrás de un autor hay un ser humano, despreciable en la mayoría de los casos, vanidoso y sobrevalorado, porque el mercado de la cultura es tan vil como cualquier otro mercado (p. 302). 

―¿Usted va a misa, Carolina? ―le preguntó Celmira.
―Por supuesto ―respondió―, si allá están los que me buscan por las noches (p. 315). 

Te angustia soltar tu libro al mundo. Pronto llegarán las galeradas y será tu última oportunidad para intervenir, después tu trabajo caerá en manos de lectores y críticos, y lo peor, de las redes sociales, inundadas de sabiondos y reseñistas de último minuto. Hasta los que no leen opinarán de tu libro. Lo elogiarán o despedazarán dependiendo de si les caes bien o mal (p. 321). 

Quien vive en el mundo de la escritura no puede irse nunca y estará condenado a habitarlo ya sea en un tugurio, en la suite de un hotel, en una mansión o en la sucia calle. Morirás dándole vueltas a alguna historia en tu cabeza, es irremediable (p. 324). 

no es sino mirar para darse cuenta de que casi todos los escritores están muertos, y él está muy joven para morirse, que mejor se dedique a eso cuando esté viejo, o muerto, como esos otros (p. 326). 

Los escombros siguen pegados a los esqueletos, y sobre los que cayeron no se visulmbran restauraciones ni construcciones nuevas (p. 333). 



El vacío en el que flotas
Jorge Franco
Editorial Alfaguara

Agosto de 2023
Bogotá
336 páginas

domingo, 8 de septiembre de 2024

Manu, de Octavio Escobar Giraldo

No tengo claro a partir de cuántos libros publicados se puede empezar a decir que un autor es un escritor prolífico pero creo que Octavio Escobar Giraldo ya lo es. En este espacio he comentado más de 10 títulos suyos, entre novelas, poemarios y libros de cuentos. 

"Manu", su último libro, es el cuarto que dedica al público infantil y juvenil, después de Las láminas más difíciles del álbum, El mapa de Sara y El viaje del príncipe, aunque también al menos la mitad de los cuentos de El color del agua podría caber en esa categoría de "literatura infantil y juvenil", que siempre resulta tan problemática. ¿Qué es un libro infantil? Tener como protagonista a un niño o adolescente no necesariamente lo define, porque dudo que alguien considere El diario de Ana Frank como un libro infantil. ¿Es el tema? ¿Es el tono? La categoría de "literatura infantil" apela a un lector de nicho, limitado a un rango de edad, pero yo misma publiqué el año pasado "Sakas", un libro que se supone que también va para ese público, y en las dedicatorias que firmé escribí algunas veces que el libro es para el niño interior que habita en cada lector, independiente de la edad biológica que revele la cédula.

Mi niña interior viajó con "Manu" a través de los túneles que conectan a todas las ciudades del mundo y que salen de las piscinas de pelotas que hay en los centros comerciales. Comprendió perfectamente la explicación según la cual los cordones de los zapatos se desamarran porque en realidad son lombrices juguetonas, y admiró los atardeceres anaranjados que se disfrutan desde Manizales, con el Cerro Tatamá como límite visual.

"Manu" tiene todas las características que se esperan de un buen libro infantil: es alegre, juguetón, se lee con agilidad, su protagonista despierta simpatía y además el libro se complementa con ilustraciones hermosas, de Elizabeth Builes, que le ponen cuerpo a lo que Octavio Escobar narra.

Pero además de mi niña interior, me acerqué a la lectura de "Manu" como la adulta que soy y sabiendo que Octavio Escobar Giraldo es un escritor al que le gusta el juego y la experimentación en sus textos. Lo que encontré fue una primera capa de lectura que presenta a un personaje juguetón y fantasioso, pero, en otra capa, encontré un libro acerca de lo que no se narra. Es decir: normalmente a los escritores les preguntan "de qué se trata tu libro", o "de qué va tu novela". En este caso pareciera que Octavio Escobar se preguntó eso pero, al mismo tiempo, se preguntó también de qué no va a hablar. De identificar cuáles son los elementos claves que no se mencionan, que se le esconden al lector y que es éste el que debe aceptar sumergirse en la lectura, sin datos esenciales. 

¿Manu es Manuel o Manuela? ¿Cuántos años tiene? ¿Cómo llegó a la familia en la que vive? ¿Cuáles son los detalles de lo que ocurrió con sus padres? Las respuestas, que son claves para adentrarse en este texto, están escondidas en un túnel que sale de una piscina de pelotas de color lapislázuli.


Algunos subrayados 
Manu me explica que algunas piscinas de pelotas se comunican por túneles que recorren el mundo, y que por eso conoce Ciudad de México y Lima (p. 9).

Cuando Manu me pide que le amarre los zapatos, me insiste en que lo haga con mucho cuidado, con suavidad, porque los cordones son gusanitos que a veces hacen fiesta y se desamarran de la emoción (p. 61).

--¿Y qué es un omnívoro?
--Que come de todo --respondió mamá--. Como papá (p. 89).

las nubes se estaban coloreando de rojo y anaranjado y al fondo se veía el relieve del cerro Tatamá, que es una reserva natural que mamá y papá visitaron muchas veces y a donde llevan a los turistas. Me alegro cuando lo veo desde la ventana de nuestra habitación (p. 100).

Creo que Manu piensa lo mismo que mamá, que los libros nunca terminan (p. 110).




Manu
Octavio Escobar Giraldo
Ilustraciones de Elizabeth Builes
Editorial Planeta
Agosto de 2024
Bogotá
128 páginas

martes, 3 de septiembre de 2024

Aricaturas, primeros plumazos, de Fabio Arias Gómez "Ari"

En la última página de "Aricaturas" se indica que Fabio Arias Gómez, conocido como Ari, nació en Pácora, Caldas, el 20 de junio de 1946 y que sus inicios como caricaturista tuvieron soporte revolucionario: empezó publicando en panfletos durante el Movimiento Universitario contra el Plan Básico de Rudolf Atcon a comienzos de los años 70. Aunque estudió agronomía y esos inicios como dibujante fueron informales, su identidad como caricaturista se consolidó a partir de 1974, cuando se vinculó al diario La Patria, en el cual trabajó hasta 2002. Su retiro se produjo poco después del asesinato del subdirector de ese periódico, Orlando Sierra Hernández. Posteriormente fue el caricaturista de El Tiempo-Café, entre 2002 y 2006 y en abril de 2008 fundó el periódico El Andino, que aún circula. En abril de 2022 regresó a la edición dominical de La Patria, en donde suele publicar tres caricaturas semanales.

"Aricaturas" permite conocer parte de la maestría, quien según cuenta Albeiro Valencia Llano en el prólogo del libro, publicó más de 44.000 caricaturas en La Patria entre 1973 y 2002. El libro recoge un mostrario de 740 caricaturas, con imágenes que se presentan en orden cronológico desde 1980 hasta 2002, año de su retiro del periódico.

En Ari se combinan dos talentos: es un gran fisonomista, que logra que el lector identifique fácilmente los personajes que caricaturiza, y, al mismo tiempo, tiene una aguda formación política que le permite ser crítico de los poderes locales, nacionales e incluso internacionales. El libro recoge varias caricaturas sobre el conflicto entre palestinos e israelíes y sobre el intervencionismo Yankee, que alternan con preocupaciones por la violencia en Colombia (Las Farc, el ELN, los paramilitares y otros grupos armados. Todo esto se mezcla con referencias recurrentes a políticos locales, como Omar Yepes, Victor Renán Barco, Rodrigo Marín Bernal, Fortunato Gaviria, Germán Cardona Gutiérrez y otros, que protagonizaron la escena política caldense de las últimas dos décadas del siglo XX.

Leer y ver Aricaturas es hacer un recorrido rápido y profundo por la historia regional de finales del siglo en Caldas, una época en la que la crisis cafetera coincidió con el deterioro del orden público y en la que las denuncias de corrupción fueron frecuentes. 

El libro, como todos los que edita la Secretaría de Cultura, tiene fallas de edición tanto en los textos como en algunas imágenes que se repiten. Un descuido indigno de un artista local de talla nacional, que por fortuna sigue publicando y fustigando en una región en la que el contrapoder escasea.
 
Aricaturas, primeros plumazos
Fabio Arias Gómez "Ari"
Secretaría de Cultura-Gobernación de Caldas
Manizales
Octubre de 2021
196 páginas