lunes, 13 de mayo de 2024

Jardín en tierra fría, de Fátima Vélez

Hay un padre de familia que lleva 40 años construyendo una casa con "techos colosales de bambú". Una casa que, en realidad tiene varias casas: hay una cocina común, pero la hija mayor, Primera V, vive en una casa con su novio Enriqueto y con su amigo Inca, que al parecer tiene una relación con Enriqueto. En otra casa vive Rut, la segunda hermana, que ejerce como ama de casa desde que se murió Menana, quien era empleada, nana y la última pareja de Papa V. En otra casa vive Tercera V, la menor de las hermanas. Ellenín, le niñe que fue recogido por Menana, vive con Papa V aunque él lo desprecia porque no es niña.

Primera V tiene como tarea diaria y vital cuidar el jardín. Debe regar las plantas. Primera V cree que en el jardín reposan los restos de su mamá y de las mamás de Rut y de Tercera V. Cree que Papá V las mató para que él pudiera esclavizar a sus hijas.

Fátima Vélez cuenta esta historia que oscila entre el cuento de hadas y el terror con un lenguaje experimental en el que el narrador rompe a veces "la cuarta pared" teatral y le habla directamente al lector, en un guiño juguetón. El resultado es una novela corta dividida en 22 capítulos, cada uno con título, en los que el lector recorre las páginas con una sensación de extrañamiento.

La atmósfera de la novela recuerda el lenguaje de Galápagos, aunque Jardín en tierra fría ofrece una historia más lineal para el lector: la obra narra 24 horas de un lunes en la vida de Primera V. Esas 24 horas incluyen la certidumbre de que su novio tiene una relación con su amigo; visita al jardín; encuentro sexual con Ginlove, la empleada del servicio; diálogos con sus hermanas; caminata de 80 cuadras hasta una librería y desde allí con el librero hasta el Parque El Virrey, en donde dialogan con un muerto vestido de diablo (una alusión al caso del homicidio de Luis Andrés Colmenares, ocurrido el 31 de octubre de 2010 en Bogotá) y una visita fallida a una galería de arte en la que Inca expondrá su obra: una larga cadena de clips con la que piensa unir a Colombia con Indonesia.

En medio de esta sucesión de hechos aparentemente caóticos, o de vida alejada de la "normal cotidianidad", la autora cuestiona la estructura familiar, los silencios y los secretos en las relaciones de familia, el rol de las mujeres en las familias y el poder violento del padre como figura que ejerce el control. Hay además una reflexión explícita sobre el lenguaje incluyente, sobre las relaciones fluidas entre géneros y sobre la obligatoria maternidad que algunas culturas le imponen a las mujeres. Todo esto ocurre en una casa de Tierra Fría, que se ubica en un lugar que se parece bastante a La Candelaria, en Bogotá, aunque los referentes de espacio y tiempo son vagos, como corresponde a un cuento de hadas.

Por último, la autora salpimienta su construcción con un verso de la argentina Olga Orozco, que repite como leitmotiv a lo largo del texto, y lo complementa con intertextos de Lorca, entre otros.

Algunos subrayados
Tú eres de esos homosexuales que les encantan a todos porque creen que eres heterosexual y fantasean con ser tu primera experiencia (p. 14). 

Empezar la semana sin madrugar quiere decir que tampoco esta semana encontrará trabajo (p. 18).

Me gusta mirar a la gente, escuchar, oler, me gusta comer, me gusta leer, me gusta soñar, ¿a quién le pagan por eso?

un sueño en la literatura no es más que un error de principiante (p. 19).

Los sueños, dijo Enriqueto solemne, Se inventaron para no dejarnos descansar; dormir debería ser como morirse (p. 19). 

eso en el caso de que aún esté viva, de que Papá V no la haya matado,
como Primera V sospecha que hizo con todas las mamás (p. 25). 

una discusión que ella gana porque él se cansa antes (p. 28).

el jardín de atrás, el lugar donde ella cree que están enterradas las mamás (p. 32). 

Nos tiene de esclavas, mató a nuestras mamás para que fuéramos siempre sus esclavas, para que ellas no pudieran protegernos (p. 39). 

su papá podía ser lo que ella quisiera, incluso un asesino de mamás, pero era su papá y la mantenía (p. 40). 

pero es que cuida tus palabras, que son poderosas, crean realidades (p. 40). 

cuando se tiene un jardín y no se le cuida, cobra venganza (p. 43). 

Ninguno de los clientes de Papá V sospecharía que esas casas, de las que se sienten tan orgullosos, en las que tejen sus vidas privadas, sus secretos, sus relaciones familiares, vienen de la pulsión de lanzar electrodomésticos por la ventana. Los impulsos de la violencia y de la creación unidos en un hombre (p. 46). 

Convivir con la violencia para encontrar la creación ¿vale la pena? (p. 47). 

Lo que a ella le gustaría es ser Primera V, no dejar de serlo pero sentir, al menos por un microsegundo, un pene incorporado y orinar como Papá V y tocar a Enriqueto mientras se bañan y penetrarlo y que él la penetre mientras ella penetra a Inca, qué horror esa imagen (p. 49).

mientras nadie escriba, alguien tendrá que tomar al menos una foto (p. 51). 

Está convencida de que cuando Papá V dejó de quererla, ella paró de crecer (p. 53). 

Le gusta pensar que ella no es una mujer, que en realidad es un hombre en cuerpo de mujer, un hombre al que no le atraen las mujeres sino los hombres (p. 58). 

en qué momento dizque, el correcto lavado de los dientes sin desgastar el cepillo y la forma de escribir puntuando aquí tildando el hiato en la vocal cerrada con las palabras en blanquísimo orden (p. 60). 

pensar bobadas en voz alta con otra persona sintiendo la escucha de un oído, esa forma de penetración en la otra persona que es escuchar y que nos escuchen (p. 91). 

Pero un obstáculo. Las palabras si acaso rozan lo que en realidad queremos decir. Las palabras no sirven (p. 111). 

¿por qué usted siempre habla en masculino? Puedo usar la "e" si prefiere.
Dani alza los hombros.
¿Cuándo has leído un libro escrito con la "e" ¿Te imaginas? ¿Cómo haces con palabras como "otro" o "lector"?
Puedes decir "le otre" o "le lectore".
Suena horrible.
Suena horrible porque no estás acostumbrade.
Acostumbrado. Sobre mi cadáver entra a esta librería un libro escrito así.
Qué facho (p. 118). 

tener una hija no es una cosa que se pueda pensar demasiado, si una lo piensa mucho no lo hace (p. 126). 

ha descubierto al fin lo que quiere hacer con su vida: se la primera humana en poner un huevo (p. 136).


Jardín en tierra fría
Fátima Vélez
Laguna Libros
Bogotá
Abril de 2024
140 páginas

sábado, 11 de mayo de 2024

Grávido río, de Ignacio Piedrahíta Arroyave

"Soy un grávido río" es un poema de José Eustasio Rivera que no sólo le da título a este libro sino que además le sirve al autor para cerrar este libro-viaje, que parte desde Medellín hasta San Agustín y luego asciende lentamente, siguiendo el Magdalena, hasta Magangué, para luego regresar a casa.

El libro está estructurado en siete partes y cada una corresponde a un hito del viaje: Medellín-Huila; San Agustín; el Desierto de la Tatacoa; Armero, Líbano, Murillo y el Nevado del Ruiz; Puerto Berrío; El Banco, y Mompox. 

A diferencia de Al oído de la cordillera, en Grávido río Ignacio Piedrahíta no coquetea con la ficción y tampoco esboza personajes. Se trata de una especie de bitácora de viaje en la que el autor intenta seguir el curso del Magdalena, aunque como él mismo lo dice "El Magdalena no solo es el río, es todos los ríos y lagunas que lo alimentan. Es incluso el agua que llueve y lentamente va a dar a él". Por eso, siguiendo el curso del Río Lagunilla que desemboca en el Magdalena, llega hasta el Nevado del Ruiz, cuyas aguas también van a dar al caudal del gran río.

"Grávido río" fue publicado en 2019 y en 2020 Wade Davis publicó "Magdalena". Si bien ambos libros comparten no solo el río que los estructura, sino también una división en capítulos determinada por las estaciones del viaje, que en algunos casos también coinciden, se trata de dos obras de tono distinto: la de Wade Davis es más cercana a la crónica, involucra voces de las regiones y tiene una mirada más abierta y dialogante. En contraste, "Grávido río" es un viaje interior en el que el autor dialoga en primer lugar consigo mismo y también con sus propias lecturas: los filósofos presocráticos, los autores que han escrito sobre ríos y sobre naturaleza y el sedimento que le queda de su formación como geólogo. El resultado es un libro intimista con un tono sosegado y singular, que muestra a un hombre solitario que viaja, observa y escucha. Su mirada no es invasiva ni protagónica, sino discreta y silenciosa. Se parece al Río Magdalena cuando pasa por Mompox, que aunque es potente no se siente correr.

El libro, además de hermoso, está bellamente editado. El texto incluye fotografías en blanco y negro tomadas por el autor y su diseño y la calidad de impresión permiten una lectura tranquila, que se acompasa al tono de la voz de quien narra. 

Algunos subrayados

Una mañana cualquiera la lluvia cesó, como si un dios hubiera cerrado de repente su enorme puño (p.27).

A menudo basta con que el tono de voz sea el adecuado para que una idea tome la fuerza necesaria para convencernos (p. 67).

Así pensaba Heráclito cuando decía que "los ojos son testigos más exactos que los oídos" (p. 72).

Los volcanes colombianos no son fotogénicos como los de Hawái, por ejemplo, que expulsan lava como miel derramada. O como los de Islandia, que hierven durante varios días o semanas mientras las cámaras les hacen impresionantes tomas nocturnas. Nuestros volcanes son sagaces e implacables. Permanecen agazapados a grandes alguras, donde un mando blanco de nieve les da una apariencia de mansedumbre. Y, mientras tanto, como aquel que prepara largamente un gran golpe, van reuniendo la fuerza necesaria para estallar (p. 85). 

Poco a poco comenzó a despejarse la cumbre irregular del Ruiz y pude ver la nieve. Era difícil concebir que en su interior hubiera tanto poder, que bajo su helado casco la roca estuviera ardiendo (p. 98).

Los volcanes son, como intuía Humboldt, una expresión de las profundas costuras de la Tierra. Al dibujar las suturas de las placas tectónicas en un mapamundi, el planeta luce como un balón viejo y zurcido. Los volcanes son las puntadas de esas costuras. La más larga de ellas se conoce como el Anillo de fuego del Pacífico, y tiene la forma de una sortija que circunda el océano. Comienza en el sur de Chile, sube por el costado occidental de las Américas hasta las islas Aleutianas en el sur de Alaska, allí tuerce a la izquierda hasta las Kuriles en la península de Kamchatka, y luego sigue por Japón, las Marianas y detrás de las Filipinas y, más al sur, sobre las islas en forma de arco de Indonesia, donde quiebra al oriente para cruzar por Nueva Guinea y finalmente Tonga y Nueva Zelanda, islas ubicadas justo al frente -aunque a miles de kilómetros- de las costas del sur de Chile, donde comenzó. 
El Ruiz hace parte de ese anillo de fuego. Estar allí y recordar sus erupciones era asistir al más viejo ritual de la Tierra (p. 103).

Los pescadores del Magdalena toman su pesca no tanto del mismo río como de sus ciénagas. Es allí donde crecen los peces, que luego salen al cauce principal y lo remontan en un ritual anual conocido como "subienda". (p. 136).

cerca del agua el mundo tiende a la belleza (p. 136).

El Magdalena no solo es el río, es todos los ríos y lagunas que lo alimentan. Es incluso el agua que llueve y lentamente va a dar a él (p. 138).

Muchos de los muertos de esos treinta años fueron arrojados al río, haciendo triste honor a esas palabras de Gastón Bachelard de que el agua no solo es la tumba del fuego, sino que también puede ser la tumba de los hombres (p. 145)

Aún cuando uno quisiera permanecer inmóvil en la sala de su casa, de todos modos estará viajando, porque el tiempo es inexorable (p. 147).

Mientras el hombre multiplica sus tareas buscando la cumbre del éxito, los ríos se dan a la aventura del descenso (p. 155).

Un champán podía ganar hasta cuarenta kilómetros de recorrido en el sentido de la corriente, pero solo alrededor de quince remontando el río. De modo que la ruta de mompox hasta Honda podía tomar más de tres meses, y la mitad del tiempo en sentido contrario, bajando (p. 159).



Grávido río
Ignacio Piedrahíta Arroyave
Editorial Eafit
Medellín
Agosto de 2019
186 páginas

viernes, 10 de mayo de 2024

Nido, de Laura Guarisco

Con unos dibujos precisos, sencillos y hermosos, Laura Guarisco cuenta una historia de ficción basada en testimonios reales sacados de su propia experiencia como migrante venezolana en Medellín y de muchos amigos y conocidos que salieron huyendo de la situación política en Venezuela y entraron a Colombia por Cúcuta, para continuar a pie por carreteras colombianas hasta llegar a su destino.

Ángel, un joven arquitecto caraqueño, es el protagonista de esta historia que empieza por el final y se cuenta con saltos en el tiempo muy bien resueltos a partir de recursos gráficos, de forma que el lector ubica rápidamente el momento en el que está dentro del relato. 

Ángel viaja de Caracas a Medellín, llega a donde una amiga de la familia y se emplea en oficios varios hasta lograr los papeles que le permiten aspirar a un trabajo como arquitecto. El libro nos muestra todo ese periplo de Ángel, pero además su pasado inmediato, antes de salir de Caracas, y lo que ocurre con él en Medellín hasta que lleva año y medio en la ciudad.

Sin señalamientos, sin juicios ni moralinas, Nido logra evidenciar la solidaridad de algunos y la xenofobia de otros. Muestra las dificultades humanas de migrantes que padecieron una pobreza súbita y la mirada indolente de colombianos que desdeñan a los venezolanos a partir de un mero prejuicio. Así mismo, el libro conecta la migración venezolana en Colombia con el desplazamiento interno que vivieron a comienzos de siglo muchos colombianos a raíz del conflicto armado. 

Nido es una novela gráfica que logra comunicar emociones: hay ternura, hay dolor, hay impotencia y hay también ilusión. Es una obra que muestra postales de Medellín, pero también calles anónimas en las que transcurre un drama humano que se narra desde la perspectiva de las víctimas. La autora presenta una clara posición política pero sin resentimiento ni odio. Al contrario: está escrito y dibujado con nostalgia, pero sobre todo con amor. 


Nido
Laura Guarisco
Editorial Planeta
Bogotá
Septiembre de 2023
200 páginas

domingo, 5 de mayo de 2024

El viaje del hincha, de Carolina Calle Vallejo y Nicolás Torres Victoria

En "El viaje del hincha" Carolina Calle Vallejo vuelve a hablar de las cárceles, pero ahora lo hace con una novela gráfica de no ficción. Luego de "Cartas de puño y reja", en donde acudió al género epistorlar para contar historias reales de mujeres analfabetas en las cárceles de Medellín, ahora en "El viaje del hincha" presenta una novela gráfica de no ficción en la que desarrolla, con ilustraciones de Nicolás Torres Victoria, la historia de Diego, un joven hincha del Atlético Nacional que en medio de una riña asesina a otro muchacho y es condenado a prisión.

Leí hace un tiempo"El viaje del hincha" como una crónica publicada en Universo Centro, pero ahora, en este formato de novela gráfica, la historia gana en potencia y en profundidad. Las ilustraciones son creativas y útiles para guiar la historia que se narra a partir de cortas viñetas, que responden a la misma estructura de la crónica original, pero fueron reescritas para adaptarlas al formato gráfico.

Existe estigmatización social alrededor de las barras bravas de los equipos de fútbol, pero también es innegable que hay violencias no sólo simbólicas sino también letales en las que han participado miembros de las barras. En esa difícil línea entre contar una historia real sin caer en la banalidad de reforzar un prejuicio avanza esta novela gráfica, que podría contar el crimen de un asesino pero opta por narrar la vida de un hincha: sus días felices en el estadio y sus horas felices al salir de la prisión. Lo que ocurrió durante los años que estuvo detenido se muestra en pocas ilustraciones y pocas páginas. Le queda al lector el trabajo de imaginar lo que está fuera de foco y, sobre todo, de imaginar la vida futura del hincha que regresa a empezar una nueva vida en donde había sido feliz. 

Hay, en consecuencia, una decisión narrativa y ética de una autora que busca humanizar al victimario y mostrarlo no sólo con sus oscuridades sino también y sobre todo con su luz.

Como dice la autora en una viñeta de la parte final del libro, Diego "aprendió que también es de varones esquivar una riña callejera". Esa visión esperanzadora final sobre un héroe improbable confronta al lector con sus propios prejuicios. 

"El viaje del hincha" es un viaje inesperado, en el que el título contrasta con el contenido del libro. Esa misma capacidad de adaptación ante lo imprevisto es la que parece reclamar el libro para la relación que el lector establece con los exconvictos: gente que habita en nuestro entorno aunque muchos sentirían mayor tranquilidad si habitaran lejos.


El viaje del hincha
Carolina Calle Vallejo (textos) y Nicolás Torres Victoria (ilustraciones)
Editorial Remitentes y Ministerio de Cultura
Medellín
Noviembre de 2023
80 páginas

sábado, 4 de mayo de 2024

Fragmentos de vida, de Florence Thomas

Luego de escribir muchos libros sobre feminismo y artículos en tono académico, a sus 80 años Florence Thomas decide publicar un libro íntimo, fragmentario y autobiográfico en el que cuenta su vida a partir de jirones de recuerdos: desde su infancia en Ruan (Francia), sus años universitarios en París, su amor por un colombiano y el impacto de su nueva vida en Bogotá, su vinculación a la Universidad Nacional, la creación del Grupo Mujer y Sociedad, la maternidad, el divorcio, la militancia feminista por el derecho al aborto, la jubilación, las columnas periodísticas y la vida lenta de la vejez.

"Fragmentos de vida" es un libro cálido, honesto, cercano, en el que Florence Thomas narra su vida en primera persona sin protagonismos ni aspavientos. Es el testimonio de una mujer que por tener acento francés fue más escuchada que otras en su lucha feminista, y que comparte su visión del país, de la vida y las mujeres desde la sabiduría y la tranquilidad que le dan 80 años intensamente vividos.

Desde 1998 Florence escribe una columna en El Tiempo y algunos de los capítulos de este libro parecen columnas: textos más o menos breves, con título, que abordan un momento específico de su vida y se detienen en una época para narrar, más que una anécdota, un hecho vital que se teje con otros hasta completar una autobiografía. Florence advierte que no es escritora pero luego dice que la escritura femenina pasa por el cuerpo y que la escritura, a diferencia de la oralidad, permite corregir, borrar, editar. De esa consciencia se construye este libro: una obra sin pretensiones literarias, con un cuerpo femenino muy presente, con emociones narradas con un tono oral, como contando un cuento, pero con el trabajo de edición que hace que parezca fluido y fácil lo que toma trabajo tejerse. 

Una idea que se repite en el texto es la de "uno se vuelve feminista con su historia". Que Florence Thomas cuente su vida tiene valor por mostrarle intimidades personales a un público lector sino por tomarse ella misma como objeto de estudio para mirar la evolución íntima de una mujer que no nació feminista pero a partir de una familia, una profesora, un aborto, unas parejas patriarcales, unas amigas con enorme capacidad de escucha y unas lecturas a tiempo va convirtiéndose en una persona capaz de cuestionar los roles de género y las brechas existentes. La gracia del libro consiste en mostrar todo esto con ternura, calidez y una entrañable honestidad.


Algunos subrayados

Uno no puede conocerse, solo puede contarse (p. 11).

Uno se hace feminista con su historia, o por lo menos con muchos elementos de su historia (p. 13). 

(los carteros) Un oficion que no hubiera debido desaparecer porque hay noticias que necesitan tiempo para llegar a su destinatario, que son demasiado violentas para llegar de una o demasiado personales y amorosas para un frío mensaje de texto (p. 38).

Los mensajes de texto se borran, desaparecen de repente en esa fría pantalla de un teléfono celular, se pierden para siempre; las cartas se guardan como guardé las de mi madre (p. 38).

Francia es mi memoria, Colombia mi actuar cotidiano (p. 42).

La escritura permite siempre borrar la frase, borrar la palabra, buscar en ese diccionario de sinónimos y volver a ensayar con estas letras que no siempre se dejan domar. Siempre es posible leer, releer y volver a escribir al otro día (p. 43).  

no había llegado el tiempo de las mujeres, o más exactamente, de la escucha de las voces femeninas (p. 48). 

Ninguna mujer planea hacerse un aborto, solo se llega a él cuando no hay otra alternativa pues es siempre fruto de una situación inesperada (p. 55)

En mi vida nunca había sentido un temblor y tengo que confesar que me quedó una sensación de máxima vulnerabilidad nada agradable. Cincuenta y cinco años después, sigo temiendo a los temblores (p. 62). 

cuando llegué a Colombia no encontré mujeres, quiero decir, mujeres en cuanto sujetas de derechos, ciudadanas plenas, no encontré sino madres, madres acompañadas de muy pocos padres pero de muchos hombres, grandes machos y pequeños patriarcas (p. 65). 

en estos asuntos que todan a la dinámica del amor de pareja nada, absolutamente nada, es sencillo (p. 69). 

reafirmar que uno se vuelve feminista con su historia, pero también con sus emociones, sus encuentros, sus amores, sus lecturas y sus tropiezos (p. 88).

Mis recuerdos son los de un tiempo sin afanes y sin esas obligaciones que hoy tienen los profesores universitarios de publicar en revistas indexadas y, mas de una vez, según me cuenta la actual generación de profesores, aguantar el genio de los y las estudiantes quienes hoy son los que creen tener la verdad y las herramientas para exigir un mínimo de 4.0 con el fin de pasar la asignatura sin problema (p. 104).

aprendimos que la escritura de las mujeres pasa por el cuerpo y solo así se vuelve inaugural porque deja de ser la repetición del discurso paterno o sea del discurso del amo (p. 114). 

las redes sociales que les permiten una visibilidad política que mi generación o puede sino envidiar a pesar de algún riesgo de mucha diversidad y fragmentaciones que hacen difíciles a veces las articulaciones entre los centenares de grupos actuales. Son otros tiempos (p. 116). 

siempre he pensado que la relación madre-hijo es mucho más confortable, mucho menos compleja que la relación madre-hija (p. 127).

quitarse la ropa, no para representar un papel, sino siendo una misma, era una prueba muy confrontadora (p. 138).

esos tiempos de dictadura de una belleza estandarizada que enferma (p. 139).

esta revolución que nos permitió romper con la idea de que una mujer existe solo cuando existe la mirada o el deseo de un hombre (p. 139).

Feminizar la política fue también un tema que trabjé mucho, pues se había vuelto un tema de primera importancia cuando en estos tiempos la participación política de las mujeres era aún muy escasa (p. 144).

encontré siempre muy difícil hablar con mujeres de clase alta o mujeres empresarias. Difícil porque escuchando lo que significaba para ellas romper viejos moldes, sabían, entendían que tenían demasiado que perder (p. 145).

Teníamos que aprender día a día que militancia rimaba con resistencia (p. 148).

he conocido una generación de hombres que nunca fueron capaces de confesar su fragilidad o, más exactamente, su cansancio ante los roles que debían asumir (p. 170).

los hombres que amé fueron todos patriarcas vulnerables, hombres asustados ante una mujer que ya no se parecía a sus madres y que por consiguiente no reconocían, no conocían (p. 171). 

el amor era un imposible, una trampa mortal para las mujeres (p. 176).

preguntarme cómo las mujeres iban a reinventarse su lugar en el amor (p. 176).

este feminismo antes del feminismo, es decir, todas estas mujeres que nos abrieron camino, todas aquellas que permitieron que nuestras voces salieran de un largo, demasiado largo exilio (p. 189).

Vengo de una familia que leía y sé que esto me sitúa como una mujer privilegiada (p. 189).

la liberación de las mujeres pasa por una firme conviccion que se tiene que concretar en la acción, en la escritura, en la palabra (p. 191). 

el valor de la vida lenta es uno de los privilegios de la vejez (p. 196).

No sé si hay una edad razonable para pensionarse, pero uno debe tener ese derecho de proyectarse en otra vida, una vida lenta que le permita mirar el mundo sin precipitación (p. 196).

ese derecho a una pereza pensada (p. 196)

Fragmentos de vida. Ochenta años tejiendo recuerdos
Florence Thomas
Editorial Debate
Bogotá
abril de 2024
200 páginas

jueves, 2 de mayo de 2024

Los sexualizadores, de Carlos Mario Vallejo

"Los sexualizadores", la primera novela del manizaleño Carlos Mario Vallejo, es una obra que desde las primeras páginas plantea lo que va a ocurrir: un narrador en segunda persona (te) cuenta que todos los seres humanos nacen bisexuales y que la homosexualidad y la heterosexualidad son conductas aprendidas que se pueden desaprender. El héroe fracasado de esta novela se propone entonces una campaña cívica sexualizadora de desaprendizaje drástico: raptar a una rectora, un sacerdote y un profesor para obligarlos a aprenderse un decálago antietiquetas y a tener sexo con alguien opuesto al de su conducta aprendida para que aprendan que las homofobias y heterofobias hacen daño.

Esa es, en resumen, la historia que se anuncia desde el comienzo. La novedad está en cómo se desarrolla esta historia inverosímil y para ello el autor acude a varios recursos: narrar en segunda persona, que es una forma escasa dentro de la literatura no epistolar (el referente manido siempre es "Aura" de Carlos Fuentes); ubicar la trama en Manizales en distintas épocas, que abarcan desde los 90 hasta la segunda década del siglo XXI; incluir numerosas referencias de marcas, programas de televisión, videojuegos, canciones y otros sellos icónicos de la cultura popular, y estructurar la novela en 33 capítulos cortos, escritos cada uno con un título y una extensión como de crónica periodística. En estos capítulos-crónicas se notan las huellas del oficio periodístico del autor, quien trabajó en Q´Hubo y La Patria, y de hecho algunos estos textos podrían leerse de manera autónoma, con sentido completo.

El escritor pereirano Rigoberto Gil Montoya dice que Manizales es una ciudad muy narrada en la literatura y "Los sexualizadores" viene a sumarse a esa tradición: la historia se ubica en Villa Carmenza, un barrio de estrato tres, como lo remarca el narrador, pero aparecen también referentes inconfundibles de la ciudad: El Cable, la bolera del Multicentro Estrella, el Estadio Palogrande y el Once Caldas, La Galería, el Banco de la República, Palermo, ek Bosque Popular el Prado y el Parque de La Estrella, entre otros.

Esta obra, ganadora del Primer Concurso Nacional de Novela "Jaime Echeverri", también rinde entre líneas un homenaje a Orlando Sierra Hernández y a Bernardo Arias Trujillo, dos escritores que fallecieron muy tempranamente en Manizales, pero estos homenajes literarios están lejos del tono de la erudición. Al contrario: la novela está narrada en un lenguaje juvenil y popular, de jóvenes que consumen drogas de manera cotidiana y así, además de la campaña de sexualización, el texto parece proponer también una campaña de normalización del consumo recreativo.

Aunque le pregunté al autor si es lector de cómic o si el cómic influyó en su obra y me dijo que no, la novela sí me dejó una sensación de haber recorrido un cómic: es una historia oscura, aunque contada con liviandad, con personajes bidimensionales y planos y con escenas fragmentadas y breves en las que prima la acción. Ya que Carlos Mario no lee cómic sería interesante que algún ilustrador leyera "Los sexualizadores": acá puede haber una novela gráfica.


Algunos subrayados 

la consumación del proyecto: sexualizar a tres discrimina- dores que dejaron ruina moral a su paso, con o sin culpa, sutil o duramente (p. 11)

La tesis: el homosexualismo y el heterosexualismo no exis- ten, son ficciones de la cultura impuesta. No existe eso de la orientación sexual. Todo depende del encuentro con la persona indicada (p. 12).

A ti te parecía bonito Julián, pero te habían dicho que tal palabra no se podía decir de otro niño. Nunca congeniaste con esta ley pero la acataste para armoni- zar con la vida corriente. La verdad era que, de los tres, solo lo imaginabas a él bajo el chorro de la ducha (p. 17).

Tío Evaristo se había desempeñado allí como  indigente, luego pasó a comerciante de zapatos, con lo que juntó algunos billetes, y luego le salió la opción de venta de libros, hasta desembocar en el emprendimien- to narco. (p. 26)

Manizales era una ciudad intermedia que alguna vez estuvo entre las más prósperas del país a base de men- jurjes bursátiles (producción y tráfico de café), pero se había convertido en una urbe mediana y de un elitismo apacible que daba risa y rabia, dependiendo del clima (p. 28)

creías que te gustaría escribir, aunque lo que te llamaba la atención era ver tu nombre impreso bajo un título, o leer cosas ajenas y atribuirte la autoría (p. 31).

hoy discriminan palabras por rebuscadas, mañana van a seguir con las ideas y terminarán segregando personas (p. 39)

Opinabas que las personas mayores obraban mal por dos cosas: les pegaban a los hijos y rechazaban propuestas placenteras (p. 50)

Te gustaba la poética de Orlando Sierra, el pe- riodista asesinado, según la cual a Manizales le crece en las noches de invierno una luna lánguida, torpe y cabeceante como un celador viejo (p. 51)

el que es feo también es un suertudo porque ya sabe que si le agrada a alguien es por otra cosa, no solo lo físico (p. 66). 

a las historias de la gente de Manizales les faltaban cosas duras que les sobraban a las de Medellín.(P. 79 )

cultura impuesta, cuna de violencias y calabozos morales. No más instancias a salir del clóset, una de las nuevas violencias: no hay que salir de nada, hay que invitar a pasar. En los tiempos que corren debemos poder andar de tumbo en tumbo en tantos closets como nos sea posible, cuidándonos, eso sí, del atrincheramiento.(p. 84)

—Eso de la homosexualidad o la heterosexualidad no existe, padre. Usted mismo no puede decir que es ho- mosexual. Nadie puede decir que es nada. Todo depende de encontrar la persona indicada. No existe algo como la orientación sexual (p. 126)

El amor posesivo es lo único que sirve. Los celos tuestan, pero amor demuestran (p. 148)

Los sexualizadores
Carlos Mario Vallejo Trujillo
Editorial Escarabajo
Bogotá
abril de 2024
152 páginas

sábado, 27 de abril de 2024

Contra la revolución, de Jorge Iván Cuervo y Diego Jaramillo Mutis (editores)

"Contra la revolución" es un libro académico que reúne 13 textos de distintos profesores colombianos que reflexionan alrededor del pensamiento reaccionario en Colombia, desde las guerras de independencia en el siglo XIX hasta el presente.

El libro tiene un ensayo introductorio, un ensayo intermedio, un posfacio y 10 capítulos que analizan en detalle igual número de momentos o personajes o enfoques para abordar la sensibilidad reaccionaria en Colombia. Así, hay dos capítulos dedicados a la Iglesia Católica, uno más centrado en el siglo XIX y otro en la República liberal; un capítulo sobre los hermanos Julio y Sergio Arboleda, otro sobre Miguel Antonio Caro; uno sobre los Leopardos, con Silvio Villegas y su heredero ideológico, Gilberto Alzate Avendaño; otro sobre las mujeres que, como Emilia Pardo Umaña, se oponían al sufragio femenino; uno sobre Laureano Gómez; otro sobre su hijo Álvaro y uno de cierre dedicado al escritor Nicolás Gómez Dávila.

Algunos ensayos tienen un tono más academicista que otros, pero en general son textos que se dejan leer por un público no iniciado en la historia de las ideas políticas. En cada ensayo los autores explican que no es posible confundir pensamiento reaccionario con ideas conservadoras, porque el reaccionario no desea conservar nada del presente: quiere girar hacia atrás la rueda de la historia, como diría Marx, y para hacerlo está dispuesto a usar o justificar la violencia y a actuar con vehemencia, una actitud distante de la prudencia conservadora. 

Así mismo, aunque el pensamiento reaccionario suele asimilarse con la derecha, el libro reitera que existen también reaccionarios de izquierda, que se asemejan a los reaccionarios de derecha en su intransigencia y en sus formas argumentativas. 

Resulta interesante el recuento histórico de las distintas olas del pensamiento reaccionario, que empezaron con el ánimo de volver a un estado de cosas anterior a la revolución francesa, y cómo hoy, en el Siglo XXI, ese pensamiento reaccionario se relaciona con personas antiderechos que desean desmontar lo conquistado por el feminismo y las minorías sexuales y étnicas. En Colombia ese pensamiento reaccionario se relaciona con quienes abogan por derogar la Constitución Política de 1991.

Este libro resulta valioso porque ofrece un viaje por la historia de Colombia y por la historia de las ideas políticas desde el ángulo de las ideas reaccionarias, que siguen muy vigentes en el debate político contemporáneo. En particular, considero valioso el análisis sobre el impacto de la Iglesia Católica en la persecusión a liberales en el siglo XIX y comunistas en el siglo XX, y quizás esa sea una veta para observar el giro a la derecha que en el siglo XXI se observa en comunidades con fuerte presencia de iglesias evangélicas.

Algunos subrayados

De "Estudio introductorio" de Jorge Iván Cuervo

No es lo mismo ser reaccionario que ser conservador, conservador radical, antimoderno o antiliberal (p. 14).

Ser reaccionario no necesariamente implica ubicarse en el espectro de la derecha política, porque es claro que también existe pensamiento reaccionario de izquierda, con unas características claras en cuanto al tipo de retórica y de valores que defiende (p. 14).

si no se es cuidadoso y no se especifican bien los rasgos del reaccionario, se puede incurrir en el error de incluir en esta categoría a todo autor que tenga una postura antiliberal o antidemocrática -dos rasgos esenciales de los reaccionarios- (p. 15).

En la historia y en la filosofía política hizo carrera que lo opuesto a la postura reaccionaria es la postura revolucionaria y lo opuesto a lo conservador es lo progresista (p. 17). 

El reaccionario auténtico, del que habla Gómez Dávila, se caracteriza por un modo de ser combativo, de una retórica incendiaria, de un discurso con matices, de una voluntad férrea para denostar la reforma y la revolución y volver al antiguo régimen (p. 19).

Para el marxismo la revolución proletaria es la única posibilidad de progreso para la humanidad y todo aquel que se opone a esto es un reaccionario (p. 23). 

muy pocas personas aceptan en el debate público ser reaccionarios, razón por la cual muy pocos salen a defender dichas ideas, lo que ha limitado su desarrollo y contradicción con otros discursos (p. 39).

una característica notable de los reaccionarios es que tienden a confundir liberalismo y socialismo (p. 43). 


De "El discurso reaccionario de la Iglesia católica frente a los "enemigos" del catolicismo" de José David Cortés y Helwar Figueroa 

(Hegemonía conservadora) En este período parece existir un consenso entre el clero colombiano para atacar por todos los medios al liberalismo, considerado como hereje y en estado de error (p. 79).

Las palabras dichas por los curas en sociedades de talante confesional pueden crear emociones traducidas en acciones de todo tipo, en este caso, violentas (p. 88).


De "¿Ecos de reacción en tiempos de revolución?" de Arnovy Fajardo Barragán
Se crearon tres argumentos: el primero consistió en la reconstrucción de la figura del rey como fuente de autoridad y de orden; el segundo fue el intento de deslegitimar la revolución misma y a sus líderes; el último fue la defensa de la religión católica y la condena a la Ilustración (p. 116). 

De "Ya están aquí los bárbaros" de Diego Jaramillo Mutis
La república era feliz en 1839 (Julio Arboleda, 1850). 

La nostalgia por el pasado es uno de los rasgos fundamentales de los reaccionarios (162).

El discurso conservador de estos años se enfocó en la defensa de la propiedad, en este sentido fue más antisocialista que antiliberal (p. 169).

De "A la derecha de la derecha" de Mauricio Uribe López
La retórica reaccionaria no se siente cómoda con el presente: mira hacia el pasado buscando restaruar un paraíso perdido (...) la retórica reaccionaria es incendiaria y no admite discrepancia (...) alienta la violencia y la justifica para precipitar el cambio (p. 205).

Lo que unía a los fascistas, a los reaccionarios tradicionales y a la Iglesia católica era su fervorosa animadversión hacia la Ilustración, la democracia, el liberalismo y el "comunismo ateo" (p. 209). 

La virulencia de los conservadores, desplegada en la pluma y la oratoria de Los Leopardos, Gilberto Alzate Avendaño y Laurean Gómez, atizó con vigor el fuego de una guerra que en algunos aspectos tenía ribetes religiosos (p. 226). 

(Monseñor Builes) "no es posible conservar la doble posición de católico y de liberal" (p. 231). 

Hay al menos dos principios conservadores que ellos (los Leopardos) ignoraron radicalmente: el de la prudencia y el freno a las pasiones (p. 237).

De "Reaccionarias bogotanas" de Natalia León Soler
Entre 1930 y 1943, con matices de manifestaciones a inicios del siglo XX, se registran los primeros grupos femeninos organizados con el fin de abrir espacios civiles a la mujer; para el período de 1944 a 1948 hay una ampliación del movimiento en el que el reconocimiento a sus derechos civiles fue más allá de la educación, la cultura, mejores condiciones laborales (en especial para las obreras) y la administración de sus bienes. Así, el derecho al voto se convierte en la bandera más importante de todo el movimiento: el derecho a elegir y a ser elegida. Ya para el período de 1949 a 1957 fue la puja por ese derecho y los avatares que pasaron para lograr su aprobación (p. 247). 

Las representaciones sobre la feminidad se basarán en fomentar los valores del matrimonio, la maternidad, los hijos, el hogar. Educar a la mujer para la vida útil de esposa y madre para convertirla o, mejor aún, representarla como el "ángel del hogar" en el que el espacio privado era su lugar legítimo (p. 251). 

la buena esposa es la reina del hogar, a diferencia del feminismo, que parte de su origen se asocia a la izquierda y a la subversión política, lo cual resulta peligroso para el orden establecido (p. 253). 

El hecho de que muchas niñas entre los 6 y 15 años estuvieran en clausura permitía que se acostumbraran a la mansedumbre. Entraban en este tipo de retiro educativo no solo para su formación en valores, en la fe católica y a la vez se preparaban para su trabajo en el manejo del hogar practicando las labores propias de ese ámbito. Una especie de iniciación al espacio doméstico, a ese bendecido espacio privado (p. 256).

Vale preguntarse si son las mujeres reaccionarias entre ellas. Al parecer sí y cada vez con más fuerza que los hombres hacia ellas. Para godos, algunos liberales, antifeministas y antisufragistas, algunas sí lo son (p. 296).

De "¿Progreso o retorno?" de José Daniel Parra
en contraste con el hombre reaccionario, el hombre progresista siente que se va liberando históricamente de sus cadenas. El hombre progresista no ve el pasado con nostalgia; por el contrario, siente orgullo ante la certeza positiva de sus conquistas históricas. No está, sin embargo, satisfecho con el presente, espera mayor progreso en el futuro (p. 307).

El "mecanismo emocional" clave en la Biblia no es el orgullo magnánimo y digno por el mérito propio, sino el reconocimiento interior de caída, arrepentimiento y necesidad de redención (p. 319). 

De "La cruzada por la destorcida" de Tania Luna Blanco
el discurso anticomunista se volvió vital para marcar el fin de los liberales en el máximo cargo del Estado y la Iglesia católica contribuyó con todo su andamiaje y poder, material y simbólico, a vehiculizarlo, siendo, además, el punto de encuentro de conservadurismos diversos (p. 350).

De "Cuatro posturas reaccionarias de Laureano Gómez" de Arnovy Fajardo Barragán
El capitalismo fue presentado como la culminación del proceso de destrucción de la libertad, la fraternidad y la igualdad por cuenta del liberalismo (411).

Hay absoluta incompatibilidad entre el concepto de la vida cristiana y la vida comunista (p. 413). 

Se trataba de crear una sociedad basada en la familia, no en el individuo, articulada en torno a la vida municipal, guiada bajo una moral católica y orientada por una idea de la política como realización del bien común (p. 418). 

De "Crítica de la proclividad revolucionaria" de Nicolás Figueroa García-Herreros
Como lo muestra Jorge Orlando Melo (1990), tras la independencia y durante todo el siglo XIX, las élites colombianas actuaron bajo un consenso amplio, inspirado en los ejemplos de Inglaterra y Estados Unidos, que apuntaba a adoptar en el país un sistema político liberal basado en el principio de la soberanía popular y un sistema económico capitalista (p. 450)

el conservatismo nos invita a concebir las tradiciones e instituciones existentes como repositorios de un conocimiento que se ha mostrado eficiente a lo largo del tiempo (p. 464) 

De "La figura del reaccionario y la noción de pensamiento reaccionario" de Juan Fernando Mejía Mosquera
el pensamiento reaccionario es el Texto Implícito que Gómez Dávila comentó durante toda su vida (p. 477).

Algún día será posible escribir con bastante exactitud la historia de los últimos ciento cincuenta años no porque se tengan estadísticas, periódicos, películas cinematográficas, múltiples documentos de índole diversa, sino, ante todo, quizás tan solo porque ha existido una abundante producción de novelas. La novela mediocre es un documento de gran valor histórico, porque en ella se reflejan las minucias de la vida cotidiana, tal como aparecen a los contemporáneos. Los diversos utensilios que estudia la arqueología requieren una interpretación, mientras que la novela nos transmite un significado (p. 498). 

(De Nicolás Gómez Dávila): "Derecho es la regla de conducta que nace del convenio. Justicia es la observancia de la regla del derecho. Estado es la regla del derecho que asegura la observancia" (p. 516).

(De Nicolás Gómez Dávila): "La prolijidad no es exceso de palabras, sino escasez de ideas" (p. 524). 

De "Camisas negras y de todos los grises" de Jorge Giraldo Ramírez
Las similitudes entre las formas argumentativas de los reaccionarios y las de los progresistas fueron las que sorprendieron a Hirschman" (543).


Contra la revolución
Jorge Iván Cuervo y Diego Jaramillo Mutis (editores)
Universidad Externado de Colombia - Editorial Planeta
Bogotá
Enero de 2024
564 páginas
 

viernes, 19 de abril de 2024

Alfonsina Storni en 50 poemas (selección y prólogo de Silvia Miguens)

"Alfonsina sí vuelve" dice en la última página, en una sutil nota al pie, esta edición cuidada de Tres Cantos que trae de vuelta los versos de Alfonsina Storni, la gran y libre poeta Argentina que nació en 1892 y se suicidó en 1938.

El título anuncia 50 poemas de Alfonsina Storni, pero el volumen incluye varias sorpresas. Para empezar, un prólogo lúcido, completo y ameno de la profesora y escritora argentina Silvia Miguens, quien ofrece detalles de la vida de Alfonsina que sirven para desentrañar claves de sus poemas. El prólogo cuenta que Alfonsina fue una mujer tremendamente libre en una época en la que esto no era común: fue madre soltera, trabajó en distintos oficios, escribió y vivió de su escritura y cultivó contactos con escritores como Borges y Quiroga.

El prólogo da cuenta de un viaje en 1938, poco antes de morir y cuando ya estaba enferma de cáncer, a Colonia del Sacramento, a un encuentro 
 junto con Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral. En el público está la muy joven Idea Vilariño. También cuenta el profundo impacto que le causó el suicidio de Horacio Quiroga, quien se quitó la vida anticipándose a lo que ya estaba haciendo el cáncer. El poema "Presentimiento" y el poema dedicado a Horacio Quiroga e incluido en este volumen permiten ver cómo la idea del suicidio fue largamente contemplada por Alfonsina y no fue un impulso súbito con desenlace fatal.
Además del prólogo, el libro trae dos textos en prosa escritos por Alfonsina Storni. Al comienzo aparece ¿Quién soy? un autorretrato escrito poco antes de su muerte, y al final está "Breve explicación", un texto en el que ofrece algunas claves sobre su proceso de escritura. En medio de estas dos esquiciteses están los 50 poemas seleccionados por la profesora Silvia Miguens, tomados de "El dulce daño" (1918), "Irremediablemente" (1919), "Languidez" (1920), "Ocre" (1925), "Mundo de siete pozos (1934), "Mascarilla y trébol" (1938). Además se incluyen varias poesías que no fueron incluidas en libros. 

Por tratarse de una antología que incluye poemas de distintos libros, escritos en un lapso de 20 años, 50 poemas de Alfonsina Storni ofrece una mirada panorámica sobre la obra de la argentina. Es una selección de lo mejor de su obra y, en consecuencia, este libro es una buena puerta de entrada para conocer a una de las más grandes poetas hispanoamericanas de la primera mitad del siglo XX. Su nombre suele aparecer al lado de Juana de Ibarborou y Gabriela Mistral, pero quizás Alfonsina fue la más libre y feminista de las tres.

Algunos subrayados

Del prólogo:
"Alfonsina utiliza las secciones femeninas de las revistas, que alentaban la mansedumbre y el amor romántico. Se burla, rompe con el estereotipo de la mujer y el de la novela sentimental de la época, cuya característica era el conformismo" (p. 21).

De ¿Quién soy?
me agrada que las telas no se arruguen para no tener que plancharlas continuamente (p. 31).

Duermo unas once horas diarias para desarrugar la piel de la cara y los nervios (p. 32). 

De "Capricho"
bien se ve que tenemos adentro un mar oculto (p. 42)

De "¡Oh, tú!"
Yo quiero, Dios de dioses, que me hagan nueva toda.
Que me tejan con lirios; me sometan a poda
Las manos del Misterio; que me resten maleza.
Tus labios no se hicieron para curar tristeza (p. 47).

De "Tú me quieres blanca"
Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue. 
Corola cerrada (p. 48).

De "Presentimiento"
Para acabarme quiero una tarde sin nubes,
Bajo el límpido sol,
Nazca de un gran jazmín una víbora blanca
Que dulce, dulcemente, me pique el corazón (p. 52).

De "Silencio"
Un día estaré muerta, blanca como la nieve,
Dulce como los sueños en la tarde que llueve (p. 58).

De "Bien pudiera ser..."
A veces en mi madre apuntaron antojos
De liberarse, pero, se le subió a los ojos
Una honda amargura, y en la sombra lloró.

Y todo eso mordiente, vencido, mutilado,
Todo eso que se hallaba en su alma encerrado,
Pienso que sin quererlo lo he libertado yo. (p. 66).

De "Cuando llegué a la vida"
-¡Vigiladme los ojos! Cuando cambian los vientos
El alma femenina se trastorna y varía...(p. 92)

De "Tú, que nunca serás"
Ah, me resisto, mas me tienes toda,
Tú, que nunca serás del todo mío (p. 93)

De "Pasión"
el hombre en cuya llama quisieras deshacerte
¡como al golpe de viento las columnas de humo! (p. 112)

De "A Horacio Quiroga"
No se vive en la selva impunemente (p. 120)

De "Breve explicación"
ya que escribí la mayoría en pocos minutos, a lápiz, en un lugar público, en un vehículo en movimiento o en mi lecho despertando a deshora; aunque cepillarlos me haya demandado meses (p. 126).

Alfonsina Storni en 50 poemas (selección y prólogo de Silvia Miguens)
Ediciones Tres Cantos
Pereira
Abril de 2024
128 páginas

martes, 16 de abril de 2024

El fulgor moribundo, de Jorge Urrutia

Al cumplirse los 100 años de la publicación de La vorágine hay un interés renovado por releer este clásico de la literatura colombiana, escrito por José Eustasio Rivera, y en el marco de esa relectura, hay un "boom" de ensayos, análisis y nuevas visiones sobre esta novela. La condición de los clásicos literarios es precisamente esa: su permanente revalorización a partir de las nuevas miradas que se hacen sobre un texto que, a pesar del paso del tiempo, le habla a nuevas generaciones.

El profesor español Jorge Urrutia acaba de publicar El fulgor moribundo, frase que corresponde a una línea de La vorágine y que le sirve para titular este ensayo, escrito con la erudición de un profesor emérito pero con la claridad suficiente para despojarlo del acartonado lenguaje académico y acercarlo a lectores desprevenidos que quieren comprender mejor esta novela magistral.

En 200 páginas bellamente editadas por Ediciones Tres Cantos, de Pereira, el profesor Urrutia desarrolla una hipótesis que parece obvia pero no lo es: La vorágine es una novela y hay que leerla como tal. Es decir, aunque tenga poesía, aunque tenga testimonios y aunque tenga denuncias, todo eso está englobado dentro de un marco literario que se llama novela, que tiene unas pretensiones estéticas. Esa es la brújula para leer el libro. 

Urrutia recuerda que José Eustasio Rivera adquirió en Belém (Brasil)
Infierno verde (1908), de Alberto Rangel, y A margen da historia (1905), de Euclydes da Cunha y encuentra resonancias de esos dos libros en La vorágine. Así mismo recuerda que Rivera oyó de su amigo Luis Franco Zapata la aventuraque este vivió en 1912 con su novia Alicia, y por lo tanto no hay posibilidad de leer La vorágine en clave autobiográfica.

El fulgor literario es un estudio literario sobre una novela y por ello su autor se ocupa poco de la vida de José Eustasio Rivera y, en cambio, se centra en el texto literario: en sus huellas modernistas, en su diálogo con las novelas de plantación y en los juegos literarios que propone. El fulgor literario es un libro interesante para lectores inquietos por la lectura de La vorágine, pero también para quienes tienen interés en la lectura crítica de textos literarios, porque muestra una metodología para acercarse a una obra  desde las claves que ofrece el texto. Es, por lo tanto, el libro de un escritor, pero sobre todo es el libro del lector atento e informado que muchos lectores aspiran ser.


Algunos subrayados

Un escritor debe aprender a mentir, y la primera mentira se corresponde con su primera invención: quién cuenta la historia (p. 20).

todo autor escribe desde dos tipos de experiencias: la vivida y la leída (p. 20).

Mentir puede hacerlo cualquiera, convencer de que una ficción escrita responde a la verdad sólo le es factible al escritor (p. 21).

esa construcción se eleva con una estructura argumental que responde a la tradición literaria, aquella e la novela de viajes y aventuras. Además, escribe con una prosa de origen modernista (p. 22).

Posiblemente La vorágine en el momento de su publicación primera, cumplía (por medio de un lirismo a veces feísta en su prosa) más una función política nacionalista que la función social de denuncia de las condiciones de los trabajadores que se le adjudicó posteriormente (p. 27).

Lo que resultaría abusivo es interpretar la novela como un libro de sociología o de antropología, cuando es una obra de ficción en cuya escritura se manejaron hechos más o menos comprobables (p. 27). 

Atala (1801), de Chateaubriand (...) descubre para la literatura moderna el paisaje americano (p. 37). 

Rivera se plantea una novela de amor y aventuras, dentro del modelo clásico interiorizado (p. 50).

Los primeros reseñistas y críticos no dejaron de resaltar el estilo fragmentario o a saltos que muestra muchas veces la obra (p. 57)

creo que su observación sobre la existencia en el Modernismo de un carácter romántico es acertada y que es perfectamente aplicable a José Eustasio Rivera (p. 67).

Surgen así tendencias sólo aparentemente contradictorias: la preocupación nacionalista (muy fuerte en Argentina) sin abandonar el contacto con las literaturas europeas, un nuevo discurso indianista, el interés por el lenguaje coloquial, una reevaluación del pasado colonial o, al mismo tiempo, el redescubrimiento de los valores de la hispanidad (p. 68).

Y, en 1850, Herman Melville escribió: "Ningún escritor americano debería escribir como un francés o un inglés" (p. 71)

Era tema normal entre los burgueses "la cotidianidad comartida entre su casa permanente y su estancia en la hacienda [...] y el desplazamiento por las regiones durante los viajes [...] los narradores señalaban los sufriemientos de los personajes y la dureza del entorno" (p. 76).

de todos los peligros que acechaban a Hispaonamérica, el mayor es la voracidad de los anglosajones. De ahí que se proponga un panhispanismo (p. 77).

la narración testimonial, que surge desde los frentes de batalla europeos, y las discusiones soviéticas sobre la literatura obrera y proletaria dejarán su huella en la narrativa hispanoamericana, aunque la separación de Europa hace que todo se oriente, como particularidad, hacia la lucha con la naturaleza, en el caso de Rivera, los llanos y la selva (p. 79). 

Europa estaba reflexionando sobre los modos de narrar, sobre el sujeto de la narración y sobre la penetración psicológica. Incluso experimentaba sobre la posibilidad de una novela que prescindiese de la ficción. En Latinoamérica, en cambio, se trataba de crear la propia novela, de conseguir con ella intrepretar las realidades nacionales. No importan, pues, la calidad ni la trascendencia, sino la función (p. 83).

desarrollándose la historia en dos territorios distintos, los llanos del Orinoco y la selva amazónica, por regla general la crítica y los distintos estudios sólo se refieren a la segunda, con olvido de los primeros, donde transcurre toda la primera parte, un tercio de la novela (p. 95).

Se trata, pues, de una novela plural. Estos relatos intercalados permiten conocer la vida de los caucheros en la selva, así como de una serie de aventureros que entran y salen de la novela (p. 97).

Es imposible hacer propia la vida ajena, sólo es posible transformarla en relato. Tejerla (p. 111).

La estructura narrativa se basa en dos procedimientos constructivos ampliamente utilizados en la historia de la literatura y aún vigentes en la literatura contemporánea. Uno es el relato amoroso de aventuras que conocemos como "novela bizantina"; el otro es la estrategia del relato marco, entrelazado con el procedimiento del manuscrito encontrado y transcrito (p. 114).

La mirada míticamente negativa de la naturaleza que ofrece la novela filtra la visión que llegamos a poseer del territorio. Una novela pretende (a través de un proceso de selección, invención y composición) la creación de un mundo, no aspira a ser una guía turística ni un manual escolar, ni menos aún un estudio antropológico, étnico o botánico. Además, conviene no leer la obra literaria a partir del contexto, sino, por el contrario, acudir a éste desde la obra literaria, porque el arte no se relaciona con la realidad elemento a elemento, sino desde la totalidad (p. 117).

Estamos, evidentemente, en un juego literario según el cual Rivera inventa y Rivera que corrige el escrito de Cova, para que luego el primer Rivera titule un escrito del segundo Rivera cuya existencia sólo pudieron conocer el ministro y, tal vez, alguien de su secretaria. Claro que el segundo Rivera, Arturo Cova y el ministro sólo son invenciones del primer Rivera. Todo este pequeño rompecabezas corresponde a la literatura, nunca a la vida (p. 135).

La vorágine es una construcción literaria, no una fotocopia -y menos aún una radiografía- de la vida en los llanos y en la selva (138.


El fulgor furibundo. Comprender La vorágine
Jorge Urrutia
Editorial Tres Cantos. Colección Finisterre
Pereira
Abril de 2024
200 páginas