jueves, 26 de noviembre de 2015

Ben en el mundo, de Doris Lessing

Ben en el mundo tiene como subtítulo "la continuación de El quinto hijo". Sin embargo pareciera que no lo es. Es decir: El quinto hijo termina con Ben adolescente, en medio de pandillas, y Ben en el mundo comienza con Ben de 18 años, cuando se ha ido de su casa. En ese sentido un libro sí es continuación del otro. Ambos conservan el mismo protagonista y antecedentes. Pero el aura de inquietud y misterio que rodea el primer libro desaparece en el segundo. Son la misma historia pero pareciera escrita por dos autores distintos.

El quinto hijo plantea enormes dudas sobre la maternidad, la paternidad, las relaciones de familia. ¿Qué pasa si un hijo nos causa aversión? ¿Cómo reaccionar ante un hijo que quiere matar a sus hermanos? ¿Qué hace una esposa cuando su marido rechaza a su propio hijo? Todas esas cuestiones de fondo desaparecen en Ben en el mundo, porque en este libro Ben no tiene familia. Su madre es un figurante que aparece en una página, cuando él la ve pero no le habla, y sus 4 hermanos se reducen a uno solo, Paul, que apenas se menciona.

En El quinto hijo es claro que Ben es raro, pero no se sabe por qué. Los médicos dicen que es normal y sano, así que el enigma se traslada al lector, que construye mil hipótesis alrededor de lo que puede ocurrir con el chico. En Ben en el mundo desde el comienzo se plantea la necesidad de explicar el misterio con frases como: 

"La anciana sabía que no era humano: No es uno de nosotros"

"No se parecía a nada que ella conociera"

"O se plantaba junto a la vaca, le echaba un brazo al pescuezo y pegaba su cara del animal y las ráfagas cálidas y agradables de su aliento, cuando volvía la cabeza para olisquearle, le parecían la bondad misma y le hacían sentirse seguro".

"¿Qué era Ben? Dormía en su cama, como todos los demás, empleaba los cubiertos, mantenía su ropa limpia, le gustaba la barba arreglada y el cabello cortado, y sin embargo no se parecía a nadie". 

En Ben en el mundo se explica que Ben es el Yeti, que tiene hombros anchos, caderas estrechas, barba tupida, mucho pelo, ojos a los que les fastidia la luz, un oído agudo y necesidad permanente de comer carne. Es entonces el eslabón perdido... Es como si su madre hubiese tenido un hijo que es una regresión en el tiempo, un hombre de las cavernas en pleno Siglo XX.

Sin embargo la novela no ocurre en clave de ciencia ficción, sino de drama realista, en el que los personajes que tienen gran relevancia para Ben de pronto desaparecen sin dejar mayor rastro y sin mayor explicación. Es como si la autora hubiese empezado a escribir el libro sin un rumbo claro y este hubiera ido apareciendo a medida que construía el relato, que salta de Londres a Niza, luego a Río de Janeiro y por último a Jujuy. 

El estilo de Lessing es el de narrar con acciones y pocas digresiones. Ben en el mundo plantea un duro cuestionamiento a los experimentos científicos con animales, pero no lo hace con discursos sino a partir de la descripción narrativa de un laboratorio científico. Su técnica no es la del monólogo interior ni la reflexión o el diálogo sobre sentimientos. Sus textos son narracciones cargadas de acciones, en las que los personajes viajan, caminan, pelean, se esconden. Y a partir de ahí el lector saca sus conclusiones.

Lessing publicó este libro en 2000 y ganó el Nobel en 2007. Es claro entonces que el jurado, y seguramente miles de lectores, encontraron en esta novela valiosos elementos narrativos, de estructura o de personajes. Yo leí primero El quinto hijo y me quedo con ese. El aura de misterio y suspenso que logra ahí es difícil de superar. 

Otras frases: 
Había algunas revistas, pero las personas de las ilustraciones y de las fotografías no eran amigas suyas y sabía que no lo serían nunca. 

El teatro atraía a Inés como sólo puede atraer a quienes no se han desviado en toda la vida del camino marcado desde el nacimiento. Se consideraba condenada a lo previsible.

todos guardarían silencio porque tenían demasiado miedo a perder el trabajo, sus preciosos trabajos, tan difíciles de conseguir.

veía a Teresa como podía ver a un ratón que decide erguirse sobre las patas traseras y amenazar a un gato.


Ben en el mundo
Doris Lessing
Editorial Punto de Lectura
2007 (primera edición 2000)
Traducción Angela Pérez. 
Bogotá.
269 páginas

domingo, 26 de julio de 2015

La verdad sobre el caso Harry Quebert, de Joël Dicker

Durante unos meses del 2013 y 2014 la imagen de la portada de La verdad sobre el caso Harry Quebert inundó vitrinas de librerías y supermercados. El omnipresente libro editado por Alfaguara estuvo acompañado de reseñas, entrevistas a su joven autor suizo, comparaciones con Stieg Larsson, el autor de la trilogía Millenium y toda una muy bien montada parafernalia comercial, digna de la promoción de un best seller que en menos de 2 años fue traducido a 33 idiomas. 

Los libros así dan desconfianza. Para ir sobre seguro mejor leer los libros escritos hace años o siglos, libres del ruido del mercado y depurados por el paso del tiempo y el voz a voz de los buenos lectores o las reseñas informadas. 

Pero como en la variedad está el placer, no sólo de clásicos vive el hambre de la lectura, así que de vez en cuando se cometen pecados en forma de best seller. Y estas 660 páginas son un típico best seller, con suspenso en dosis similares (¿quizás menos intenso?) que los ya citados de Millenium. 

En 2008 el joven exitoso escritor Marcus Goldman (alter ego de Dicker), visita a su profesor de literatura Harry Quebert en Aurora, un pueblito de New Hampshire, en la costa este de Estados Unidos. Las primeras páginas presentan el bucólico pueblo, sus playas, las gaviotas, los habitantes del lugar. Al comienzo no pasa nada, pero pronto pasará: Se descubre el cuerpo de Nola Kellergan, quien desapareció hace 33 años, cuando ella tenía 15. El principal sospechoso es Harry Quebert. El escritor Marcus, convertido en detective, trata de demostrar su inocencia y para lograrlo se vale de todos los trucos literarios del género: desde pistas falsas hasta verdades a medias.

Si la buena literatura es la que trasciende en el tiempo y aguanta bien el paso de los años, no sé si ésta lo logre. Pero no estamos en el 2070 ni en el 3050. Este libro se publicó hace menos de tres años, las referencias que usa son claras para la mayoría de los lectores (hay celulares, correos electrónicos, se menciona a Obama...) y la intriga que propone invita a avanzar entre las numerosas páginas para tratar de entender qué pasó la noche que Nola Kellergan se esfumó, a partir de una estructura narrativa en la que cada pieza funciona con precisión de relojero. Las horas que gasté (si las invertí o las perdí no es una discusión que me importe) tratando de descubrir quién mató a Nola Kellerman me parecieron entretenidas. Y el placer me parece una recompensa justa cuando me dedico a leer.

Además, como los dos protagonistas son escritores, la novela incluye apuntes sobre la literatura, la escritura y el mundo del libro. De ahí salen algunas de las siguientes frases, que pueden leerse además como una "declaración de principios" de lo que el autor cree sobre su oficio:

"Los libros se han convertido en un producto intercambiable: la gente quiere un libro que les guste, les relaje, les divierta. Y si no se lo das tú, se lo dará el vecino, y tú acabarás en la basura".

"No se preocupe de la inspiración, conténtese con alinear palabras una tras otra. El genio viene de forma natural".

"Los hombres tienen demonios. Todo el mundo tiene demonios. La cuestión es simplemente saber hasta qué punto esos demonios son tolerables".

"Nadie sabe que es escritor. Son los demás los que se lo dicen".

"Un texto no es nunca perfecto -me decía-. Simplemente hay un momento en el que es menos malo que antes".

"Nunca se está seguro de nada, señor Kellergan. Por eso la existencia se vuelve muy complicada a veces". 

"Lamentó que los judíos pudiesen tener la piel blanca porque eso los hacía invisibles. Al menos, los negros tenían la honestidad de ser negros, para que se los pudiese identificar claramente. Pero los judíos eran unos hipócritas". 

"Poco importa lo que digan los periódicos, lo importante es salir en ellos. La gente recuerda haber visto tu foto en el New York Times, nunca recuerda lo que decías". 


La verdad sobre el caso Harry Quebert
Joël Dicker
Editorial Alfaguara
2012 (traducción de Juan Carlos Durán Romero 2013)
Bogotá

660 páginas

lunes, 11 de mayo de 2015

Disturbio, de Miguel Angel Manrique

Los amantes de la lectura, de los libros y del placer por la literatura, que han padecido conferencias o ensayos sobre el postestructuralismo, la deconstrucción del texto o los análisis de obras con ínfulas de ciencia, se sentirán reivindicados cuando conozcan a Manuel Martínez, el protagonista de Disturbio.

Manuel es un estudiante de literatura de la Universidad Nacional (la Nacho es la verdadera protagonista de esta historia), que sufre el rechazo de sus compañeros por ser pobre, feo y por no ser intelectual: lee Stephen King en vez de los formalistas rusos, le gusta el comic y se viste de sudadera gris y no con el disfraz de bufanda, boina o sombrero que usan los intelectuales para verse como tales.

A Manuel le ocurren cosas: se rapa, descubre que su papá no murió sino que lo abandonó, se enamora de la niña rica del curso, consigue amigos, presencia un homicidio. Y en medio de toda esta cotidianidad de estudiante universitario, se entretejen las historias de sus profesores, sus compañeros de clases y su mamá, que lentamente se van enredando unas con otras hasta explotar como coctel molotov en un disturbio de esos tan característicos de la Nacional, como el Jardín de Freud, la biblioteca o las cafeterías.

Esta obra ganó el Premio Nacional de Novela 2008 por su humor, su sarcasmo, su crítica a la pose de ciertos literatos, que tienen más contacto con el análisis del análisis del análisis, que con las obras literarias. 

Podría decirse que algunos personajes se transforman demasiado rápido, o sin una causa aparente, aunque también puede pensarse que la juventud es así, de cambio vertiginoso y sin motivo. Sin embargo, más allá de Manuel, Omar, Iris, Sara, Victoria y los demás personajes, el gran retrato que construye Disturbio es el del campus de la U. Nacional en la Avenida el Dorado: Aparecen sus entradas por la 26, la 45 y la 50; sus salones, sus baños, la biblioteca, el pasto, las oficinas. Así como Orlando Mejía Rivera logra una construcción literaria de la Universidad de Caldas en Recordando a Bosé, Miguel Angel Manrique hace lo propio con la Nacional en Disturbio y este sólo hecho es suficiente motivo para animarse a leerla.

Algunas frases:
Consideraba las historietas, el arte por excelencia de las clases medias.

tienes la mentalidad del funcionario. Cobarde y sumisa. El funcionario siempre tiene miedo de que lo echen a la calle como a un trasto viejo. Sabe que está ahí, porque sus superiores lo han decidido. 

Ya sabes, la vida es una excepción de la muerte.

Nadie quiere morir con las uñas sucias y las medias rotas.

De rutinas neuróticas, de círculos viciosos está hecha la vida.

concluyó que hablar de sexo en cualquier expresión de la cultura era un problema menor.

Sara intentó imaginar el futuro al lado de Manuel. Trató de construir un mundo más allá del presente que vivía, pero no pudo. Entonces se consoló con el pasado.


Disturbio
Miguel Angel Manrique
Editorial Seix Barral
Primera edición: mayo de 2009
Bogotá
195 páginas

martes, 5 de mayo de 2015

El quinto hijo, de Doris Lessing

Una casa gigante de tres pisos, con tantas habitaciones que parece un hotel, ubicada en un pueblo en las afueras de Londres, es el lugar en el que ocurre esta novela corta e inquietante, en la que se cuentan al menos 20 años de la vida de Harriet y David, una pareja ideal, idílica, perfecta, que tiene un hogar feliz con cuatro hijos hermosos, y que son el centro de atracción de la gran familia de ambos, hasta que lo inexplicable ocurre.

Lo inexplicable es Ben, el quinto hijo, un bebé que no estaba planeado y que desde el embarazo su madre Harriet presiente como extraño, aunque los médicos insistan en que es un bebé, un recién nacido, un niño, un joven saludable y vigoroso.

Ben es diferente en muchos aspectos y llega para quebrar la armonía del hogar. La forma en la que cada miembro se relaciona con él o reacciona a su presencia revela mucho sobre lo difícil que es aceptar que uno de los nuestros no es como nosotros. Tan distinto que su prima Amy, con Síndrome de Down, es amada y rodeada de mimos, mientras que Ben, con su enigmática naturaleza, genera rechazo o temor.

El quinto hijo plantea un tema que recientemente también fue abordado en el cine con la película “Tenemos que hablar de Kevin”. Si bien los desenlaces de la trama son diferentes (¿o no tanto?) el dilema es cómo hace una madre para amar a un hijo que al parecer la odia, o al menos no quiere que ella lo quiera. O que pone en riesgo a lo que la madre más quiere, que son sus otros hijos. El misterio, el suspenso, la inquietud que recorren estas páginas revelan la maestría de la Premio Nobel 2007, que sin recurrir a escenas truculentas, sin digresiones, con pura narración y apenas insinuando la violencia, hace presentir lo peor.


Algunas frases:
No es nada anormal coger aversión a un hijo

Todos los niños suelen portarse mal durante un año o así después de empezar a caminar. No tienen instinto de conservación, ni sensación de peligro; se tiran de la cama y de las sillas, se lanzan al vacío, irrumpen en la calle, hay que vigilarles siempre… Y también son, añadió, absolutamente encantadores y deliciosos y tiernos y graciosos. Y luego, poco a poco, se vuelven sensatos y la vida es más agradable.

Sus esfuerzos lo habían hecho triunfar en su empresa y posteriormente le proporcionaron un trabajo mejor en otra empresa. Y en eso se centraba ahora su vida; los acontecimientos tienen su propia lógica. David era ahora el tipo de individuo que en otros tiempos había decidido que nunca sería.

Como es bien sabido, todos estos centros tienen una capa, como un sedimento, de alumnos ineducables, inasimilables, los casos perdidos, que van pasando de curso en curso, a la espera del día feliz en que puedan dejar el colegio. Y es muy frecuente que no vayan a clase, para alivio de sus profesores.


El quinto hijo
Doris Lessing
Random House Mondadori – De bolsillo
2008 (primera edición 1988)
Barcelona 

154 páginas

jueves, 23 de abril de 2015

Un beso de Dick, de Fernando Molano Vargas

Si la buena literatura es la que perdura en el tiempo o la que narra hechos locales que pueden ser universales, Un beso de Dick entra en esa categoría. Fernando Molano Vargas escribió a sus 28 años, entre 1989 y 1990 este monólogo sobre Felipe, un muchacho de 16 años, de Medellín pero radicado en Bogotá, que vive con su familia, va al colegio, juega fútbol, se enamora y va a fiestas como todos los de su edad. La novedad es que su romance debe ser clandestino porque su amigo (no se atreve a llamarlo novio) es Leonardo, un compañero del salón.

Un episodio de Oliver Twist, la novela de Charles Dickens, sirve para darle título a esta obra de Molano, que se ubica en los años 80 en algún barrio de clase media de Bogotá. Salvo una caminata por la calle 45 hasta la Carrera Séptima, la ciudad no aparece clara en el relato, es una bruma que permite ubicar la historia en cualquier lugar, o mejor aún en cualquier colegio mixto del país. 

Porque la novela ocurre principalmente en el colegio: el salón, la cancha de fútbol, las duchas. Es ahí en donde crece la atracción entre Felipe y Leonardo, en donde tienen lugar algunos de los encuentros clandestinos y en donde ocurre el hecho que desencadena la segunda parte del libro, en la que el narrador permanece con los ojos vendados, bonita analogía de una sociedad que se niega a ver lo que es evidente: que el amor homosexual es tan común y corriente como el heterosexual.

El lenguaje es simple; si se quiere adolescente. Es un monólogo de Felipe lleno de descripciones de lo que ve y digresiones sobre lo que piensa, que se intercalan con diálogos ágiles, con frases cortas y precisas. 

En 1992 la Cámara de Comercio de Medellín premió esta novela, gracias al criterio de un jurado conformado por Fernando Soto Aparicio, Carlos José Restrepo y Héctor Abad Faciolince. Sin embargo, la edición impresa por la Cámara de Comercio no circuló bien (dicen que la recogieron por su "escandalosa" temática homosexual) y el libro se volvió un texto de culto, difícil de encontrar, que circulaba en fotocopias o en ediciones de bibliotecas. Molano murió de sida en 1998, antes de que el libro alcanzara la difusión que hoy tiene.

En el prólogo a la edición de 2011 Héctor Abad Faciolince cuenta su experiencia como jurado: "Esa novela corta, se notaba, era la novela de alguien muy joven, y como pasa con el aspecto de las personas muy jóvenes, a ese libro juvenil le lucían (se le veían bien) incluso sus defectos. Era una pequeña joya gracias también a sus imperfecciones, pues en ellas se revelaba la espontaneidad, la frescura, la falta de artificios y la franqueza literaria de quien la había escrito". 

Y es que tiene defectos. No es ni mucho menos una obra maestra y donde quizás se hace más evidente este aspecto es en el remate. Pero no importa: es un libro juvenil, que tiene el encanto de las historias que ocurren en los colegios (por ejemplo el Leoncio Prado de La Ciudad y los Perros de Vargas Llosa) con todas las normas, imposiciones, secretos y miedos que causa el ejercicio del poder vertical, pero también con la alegría, inocencia y solidaridad de los amigos. 

Es un libro escrito mucho antes de que se pusiera de moda el tema del bullying o matoneo, pero que capta bien ese temor a ser rechazado por ser diferente. Un libro que debería estar en la lista de lecturas sugeridas de todos los colegios, y en la de lecturas obligadas para todos los profesores. Hace más de 25 años Molano escribió un diálogo en el que Juan David le reclama a su hijo Felipe por su relación homosexual. El papá dice:
Él no puede ser feliz así, Felipe. Nadie puede.
Pero si él dice que es feliz ¿cómo pueden decirle: "no, usted no es feliz", pá? ¿Quién puede saber más de su felicidad que él?
Es que no se puede ser feliz con quien no se debe.
¿Pero por... por qué no se debe, pá?
¡Porque todo tiene un orden, Felipe!... 

Infortunadamente hoy en día, esta conversación sigue vigente y la profundidad en los argumentos de quienes se oponen a las relaciones homosexuales tienen el mismo fundamento que usa Juan David: ninguno. 

A continuación, algunas frases: 
Al octavo día hizo Dios la Coca-Cola

Y pensé que la Luna era como un ojo de la noche y que, entonces, la noche era tuerta y hoy tenía sueño.

Se siente como cuando yo me imagino que mi mamá ya se murió, y yo la estoy mirando ahí: toda muerta; y de pronto ella abre los ojos y me dice: "¡Y usted qué hace ahí mirándome!".

En Bogotá todo el mundo es así: qué gente más rara los bogotanos...

Entonces Patricia le pregunta (porque Patricia es linda, pero siempre pregunta más) que si acaso él sabe lo que es el comunismo.
Son los guerrilleros dice Coloso.
Eso es como decir que el fútbol son los alcanzabolas le dice ella.

Me gustaría que de vez en cuando se asomaran por un libro. Tal vez podrían descubrir que en este mundo existen dos o tres ideas más, aparte de las de "Mi mamá me mima" y "El lápiz es mío", que parecen ser las únicas que han leído algunos por aquí.

Leer..., además de enriquecer las ideas, como siempre hemos dicho aquí..., más que eso, es un ejercicio de vida; si la descubren verán que puede ser una experiencia tan vital como una caricia, o como una despedida...

Lo malo de morirse es que ya no va a estar vivo uno. Eso es lo más malo...

La gente no hace sino dañarle a uno la felicidad...

uno debe enamorarse de alguien que lo haga feliz a uno.

Y claro: como esta vida es algo que sólo les ocurre a los viejos: ¡seguramente!, me digo: si para enamorarse y para vivir, y para morirse y para todo tiene que estar uno viejo, según parece: deberíamos todos nacer de treinta años, entonces...

Un beso de Dick
Fernando Molano Vargas
Primera edición 1992
Cuarta edición, 2011
Editorial Babilonia
Bogotá
164 páginas

miércoles, 15 de abril de 2015

El rey de Honka-Monka, de Tomás González

Antes de hablar de El rey de Honka-Monka contaré sobre su búsqueda. Después de haber leído todas las demás novelas y cuentos de Tomás González, quedaba la deuda con este libro, imposible de conseguir. Agoté las librerías que frecuento en Bogotá (Lerner, Madriguera del Conejo, Prólogo, Fondo de Cultura Económica, Nacional...) y como el libro sólo tuvo una edición por allá en 1987 y estaba descontinuado, el rastreo se orientó entonces hacia las librerías de usados (Babel, San Librario, Merlín... Palinuro en Medellín)... Nada, nadie lo tenía. Pregunté por él en Facebook y me recomendaron usar Amazon, DeRemate y otros sitios de venta y subastas por Internet. Nada... si lo quería leer debía hacerlo en una biblioteca pública, (prohibido subrayar) y devolverlo en ocho días.

La búsqueda duró más de tres años y por eso quedé paralizada, como si hubiera visto un fantasma, cuando de repente lo vi empacado y nuevo en un estante de Panamericana en Manizales (¡Panamericana!) a donde entré por casualidad y me dirigí como autómata a los estantes de literatura colombiana a rastrear el título perseguido y siempre ausente.

Punto de Lectura lo reeditó en enero de este año. En un mercado editorial en el que sale tanta basura de autoayuda, libros de coyuntura y recetas de cocina o para ser feliz, es una dicha que una editorial vuelva a publicar estos 5 cuentos en edición "revisada por el autor".

La búsqueda valió la pena. No entraré en la discusión inútil entre cuento, nouvelle y novela corta, pero hay cuentos tan largos y completos que uno termina de leerlos y siente haber conocido a una nueva persona y a su entorno. 

"Verdor", "aguaceros de mayo", "Viaje infinito de Carola Dickson", "Víctor viene de regreso" e "Historia del rey del Honka-Monka" (el cuento dice "del", pero el título del libro dice "de"...) son 5 cuentos sin mayores conexiones entre sí, salvo porque se trata de historias de cinco personas "venidas a menos". Gente que tuvo mejores momentos en su vida que el presente desde el que se arma el relato. 

Los escenarios también son distintos. En Verdor vemos la decadencia hasta el fondo de un pintor al que llaman Boris, en Nueva Orelans. Aguaceros de mayo nos presenta a don Eduardo, un profesor que debe salir de su pueblo montañoso y se reinventa una vida simple en un caserío a orillas del mar Caribe colombiano. Viaje infinito de Carola Dickson es la narración con tono de enigma y suspenso de una señora mayor que emprende un viaje fallido desde Nueva York por el Atlántico. Víctor viene de regreso, la historia más breve, (y a mi juicio menos intensa) también ocurre en Nueva York y cuenta de manera fragmentada y a dos tiempos la decisión de Víctor sobre si regresa o no a su país. Por último, la Historia del rey del Honka-Monka es el magistral relato (quisiera uno verlo en cine) de William, próspero y serio ejecutivo de saco y corbata que tiene una doble vida; la segunda más pobre y feliz: es bailarín de salsa con camisas brillantes de satín y boleros en un barrio popular.

A diferencia de otras obras de Tomás González, en estos relatos la familia no tiene en principio el enorme protagonismo de otras novelas. En cambio sí es constante la presencia de la naturaleza (mar, río, montaña, viento, frío, calor, trópico), como elemento muy condicionante de la acción y de los personajes.

Así como en Abraham entre bandidos en donde los personajes que aparecen en segundo reaparecen en algunos de los cuentos de El lejano amor de los extraños, así mismo algunos nombres o escenas que aparecen apenas mencionados en un cuento, cobran relevancia en otro. 

Unas pocas frases, no muchas. Para acercarse a estos maravillosos cuentos hay que leerlos completos.

Como pasa a veces con la gente silenciosa, él parecía certero cuando hablaba.

En lugares extraños sorprende a la gente la alegría.

Con el convencimiento de que los detalles eran valiosos y la paciencia, la mayor virtud en este mundo. 

una cama matrimonial grande, donde se vivió el tedio que durante mucho tiempo mantuvo a don Eduardo a salvo de calumnias y habladurías.

Don Eduardo reconoció por fin que el amor, como una enredadera, se le había regado adentro, feraz, por todas partes. 

Se plantó en su nueva tierra con el entusiasmo de los que regresan de la muerte.

Es como querer volver sin saber muy bien a dónde; algo en la periferia del ojo, que desaparece cuando uno trata de enfocarlo.

La idea era convertirlo en un sitio de moda. El sobrino de la esposa del socio acababa de terminar arquitectura y se dejó llevar tanto por la novedad del asunto que el primer proyecto casi tuvo plataforma de helicópteros. Hubo que bajarle los humos y ponerlo a diseñar exuberancias realizables, cosa que empezó a hacer sintiendo que su imaginación estaba siendo mutilada.

El rey de Honka-Monka
Tomás González
2014 (segunda edición revisada por el autor)
Bogotá
194 páginas

martes, 24 de marzo de 2015

El malogrado, de Thomas Bernhard

Desde las primeras páginas es claro que el escritor del texto es músico. O si no es músico, tiene profundos conocimientos musicales. No sólo por el tema del libro, que gira en torno al genio de Glenn Gould interpretando en su Steinway las Variaciones Goldberg, el Arte de la Fuga y Clave bien templado, sino, sobre todo, por la forma en la que está escrito; una forma "musical" por llamarla de algún modo, con frases repetitivas, que aparecen frecuentemente aunque con variaciones. Avanza dos líneas y se devuelve tres. 

Si nos referimos a la anécdota del libro, El malogrado podría ser un texto de dos páginas o menos: El narrador estudió en el Mozarteum de Salzburgo con Wertheimer y Glenn Gould. Los tres tienen recursos suficientes para dedicarse a la música y la vida diletante, pero para Glenn Gloud el piano es más que eso. Wertheimer escucha en una ocasión desde la puerta de una sala de estudio a Glenn Gould interpretando las Variaciones Goldberg y comprende que él jamás podrá hacerlo mejor. Podrá hacerlo bien, pero no mejor que Gould. 28 años después, luego de la súbita muerte de Gould, Wertheimer, el malogrado, se suicida.

Sin embargo, Thomas Bernhard se toma 152 páginas para contar esta ficción, ya que Gould no estudió jamás en el Mozarteum. Una novela en la que el narrador participa en los hechos pero no es protagonista y cuenta la historia de una manera no lineal: En el primer párrafo informa que Glenn Gould murió a los 51 años y en el segundo que Wertheimer se mató.  Es decir, en las 152 páginas restantes no hay misterio a resolver y también desde el comienzo sabemos que Gould es un genio y Wertheimer es un malogrado a causa de ello. 

La riqueza del libro está entonces en la forma, en esa narración que avanza como el cangrejo, para arriba y para abajo, con iteraciones de palabras y de ideas, y con abundantes reflexiones sobre la infelicidad, la vida, el trabajo artístico y el suicidio. 

Una novela sin diálogos, casi sin puntos aparte. Dividida en capítulos que son como pesados bloques de texto gris en los que desfilan unos cuantos personajes tristes o derrotados o solitarios, casi a manera de figurantes porque el único que importa realmente es Wertheimer (Glenn Gould es El Inaceptante). 



A continuación algunas frases, de las muchas reflexiones que trae el libro:

La mayoría de los artistas no saben nada de su arte. Tienen una concepción artística diletante y se quedan durante toda su vida en el diletantismo, hasta los más famosos del mundo.

el que estudia hará siempre bien en elegir para sus estudios un lugar que le sea hostil, no uno que le sea acogedor, porque el lugar acogedor le quitará una gran parte de su concentración en el estudio, y en cambio el hostil le permitirá estudiar al ciento por ciento, porque tendrá que concentrarse en ese estudio para no desesperar

Todos los años, decenas de millares de alumnos de escuelas superiores de música recorrían el camino del embrutecimiento de las escuelas superiores de música y perecían a causa de sus incompetentes profesores, pensé. Hasta llegan a hacerse famosos y, sin embargo, no han comprendido nada

Aborrecía a los hombres que decían lo que no habían pensado hasta el fin, es decir, aborrecía a casi toda la humanidad.

A Wertheimer y a mí nos gustó Nueva York desde el principio. Es la ciudad más hermosa del mundo, y al mismo tiempo tiene el aire más puro, decíamos una y otra vez, en ninguna parte del mundo hemos respirado un aire más puro. Glenn confirmó lo que nosotros sentíamos: Nueva York es la única ciudad del mundo en que un hombre de espíritu respira sin trabas en cuanto la pisa.

Todas las escuelas superiores son malas y aquella a la que acudimos es siempre la peor, si no nos abre los ojos

Aborrecía a los hombres que decían lo que no habían pensado hasta el fin, es decir, aborrecía a casi toda la humanidad.

esa horrible comarca, en donde el hedor del Catolicismo llega realmente hasta el cielo

El campo me fastidia, decía una y otra vez. Glenn tiene razón cuando me llama siempre caminante del asfalto, dijo Wertheimer, sólo camino por el asfalto, por el campo no camino, me aburre infinitamente y me quedo en mi choza.

Sólo vemos, cuando miramos a los hombres, mutilados, nos dijo Glenn una vez, exterior o interiormente, o interior y exteriormente mutilados, no hay otros.

Cuando hemos sobrepasado los cincuenta, nos parecemos viles y faltos de carácter, pensé, la cuestión es saber cuánto tiempo aguantaremos ese estado.

Ninguna palabra se me ha vuelto más repugnante que la palabra Socialismo, cuando pienso en lo que se ha hecho con ese concepto.

Los padres saben muy bien que prolongan en sus hijos la infelicidad que son ellos mismos, actúan con crueldad al hacer niños y arrojarlos a la máquina de la existencia,

Desde su niñez había tenido el deseo de morir, de matarse, como se suele decir, pero jamás había puesto en ello la máxima concentración.

Mi continua curiosidad me impedía el suicidio

A nuestro padre no le perdonamos que nos haya hecho, a nuestra madre que nos haya parido, decía, a nuestra hermana que sea continuamente testigo de nuestra desgracia. Existir no significa al fin y al cabo otra cosa que: nos desesperamos,


Cuando un amigo ha muerto, lo clavamos con sus propias máximas y declaraciones, lo matamos con sus propias armas.

no podía decir de sí mismo que fuera un ser feliz ni un ser infeliz, porque todos los seres humanos son felices e infelices a la vez, y unas veces es la infelicidad en ellos mayor que la felicidad y a la inversa

Hace tiempo que los dioses sólo se nos aparecen con barba sobre nuestros jarros de cerveza.

todo lo escrito, si lo dejamos un tiempo bastante largo y lo examinamos una y otra vez desde el principio, nos resulta como es natural insoportable,

A quien no sabe reír no hay que tomarlo en serio

Todo ser humano es un ser humano único y realmente, considerado en sí mismo, la mayor obra de arte de todos los tiempos

un compañero de estudios es siempre un acompañante extraordinario en la vida y la existencia, porque, por decirlo así, es el primer testigo de nuestras relaciones

Al fin y al cabo, muchos, por estar profundamente hundidos en la infelicidad, son felices en el fondo

No tienen otra cosa que su catolicismo o el partido socialista, los dos las instituciones más repulsivas de nuestro tiempo


Decimos una palabra y aniquilamos a un hombre, sin que ese hombre aniquilado por nosotros, en el momento en que pronunciamos la palabra que lo aniquila, se dé cuenta de ese hecho mortal

El malogrado
Thomas Bernhard
1983
Editorial Alfaguara (2011)
Traducción: Miguel Sáenz
152 páginas

lunes, 9 de marzo de 2015

Diario de invierno, de Paul Auster

El entrañable libro de Piedad Bonnett, Lo que no tiene nombre, tiene como epígrafe el párrafo con el que Paul Auster abre su Diario de invierno: "Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona del mundo a quien jamás ocurrirán esas cosas, y entonces, una por una, empiezan a pasarte todas, igual que le suceden a cualquier otro".

Así empieza Paul Auster a narrar su vida, en segunda persona, y en el desorden propio que toman los recuerdos que van y vienen en su memoria. No se trata de una autobiografía lineal que comienza cuando Auster nace en New Jersey, sino que es el "inventario de cicatrices" físicas y del alma, contadas a partir de saltos temporales, en una estructura narrativa en la que apenas dos o tres líneas en blanco sirven para separar una idea de otra. No hay capítulos ni secciones: se trata de un relato continuo hasta la última línea.

Que Paul Auster sea un escritor conocido y exitoso es un accidente en este libro. Su quehacer narrativo es prácticamente invisible en el texto. Quien busque Diario de invierno para encontrar la biografía en la que Auster revele sus métodos de escritura, sus influencias, lecturas, sus intereses creativos, pierde su tiempo. Acá se menciona que es escritor como pudo haber sido cualquier otra cosa, bombero o profesor... la vida de escritor no es lo importante. Lo que importa en este libro es su familia, su infancia, sus padres divorciados, su origen judío, la historia de su abuela que mató a su abuelo, los 21 sitios en los que ha vivido, sus angustias, miedos, alegrías y tristezas. La descripción de actos cotidianos simples, comunes a cualquier otra persona. Se trata, entonces, de la autobiografía íntima y sensible de un hombre corriente, que sabe que está empezando el invierno de su vida.

Además de Auster, el libro tiene un coprotagonista: las calles de Nueva York. Auster se ve a si mismo como una persona que camina y camina y camina, y su relato nos lleva desde el Upper East Side de Manhattan hasta Brooklyn, en una profusa y vívida descripción de ambientes y espacios alejados de los reflectores turísticos de la "Gran Manzana". La NY que aparece en Diario de invierno no es la de Times Square o el Central Park. Es la de apartamentos pequeños, fríos y costosos, o la de viviendas con problemas de chinches o de techos a punto de desplomarse. La Quinta Avenida no pasa por estas páginas.

Dedica pocas páginas a su actual esposa, su hijo y su hija. En cambio dedica buen espacio para rememorar a sus padres y su primera esposa. La escritura como ejercicio para mantener vivos momentos idos, parece estar detrás de ese aparente "desequilibrio" en el espacio dedicado a unos y otros.

Diario de invierno es una joya que a partir de anécdotas, enumeraciones y recuerdos, muestra que la juventud, la vitalidad y la energía se van agotando: Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, pero a todos nos pasa.

Algunas frases:
Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona del mundo a quien jamás ocurrirán esas cosas, y entonces, una por una, empiezan a pasarte todas, igual que le suceden a cualquier otro.

Placeres sexuales antes que nada, pero también el placer de la comida y la bebida, el de reposar desnudo en un baño caliente, de rascarse un picor, de estornudar y peerse, de quedarse una hora más en la cama, de volver la cara hacia el sol en una templada tarde a finales de primavera o principios de verano y sentir el calor que se difunde por la piel. 

Qué hombre tan maravilloso sería tu padre... con que sólo fuera de otra manera

y ahí es donde comienza la historia, en tu cuerpo, en donde todo terminará también.

conduce a la defensiva; procede en el supuesto de que todos los que están en la carretera están locos y son idiotas; no des nada por sentado.

sobre todo la sensación de las aceras, porque así es como te ves a ti mismo siempre que te paras a pensar quién eres: un hombre que camina, un hombre que se ha pasado la vida andando por las calles de la ciudad.

decidiste que si ibas a vivir en una ciudad, tenía que ser colosal, la más grande, la que significaba que eras capaz de adoptar los extremos del más remoto enclave rural y el inmenso ámbito urbano, cosas ambas que te parecían inextinguibles, pero las ciudades medianas y pequeñas se agotaban demasiado pronto, y en el fondo te dejaban frío. Así que volviste a Nueva York.

Entorno espartano, sí, pero el ambiente nunca había tenido importancia en cuanto al trabajo se refería, pues el único espacio que ocupas al escribir tus libros es la página que tienes delante de la nariz, y el cuarto en el que estás sentado, las diversas habitaciones en que te has sentado en estos cuarenta años largos, te resultan invisibles cuando mueves la pluma a través de la página del cuaderno o transcribes a máquina lo que has escrito, con la misma máquina que utilizas desde que volviste de Francia en 1974, una Olympia portátil que compraste de segunda mano a un amigo por cuarenta dólares; una reliquia que sigue funcionando.

una forma de eliminar el asunto de la raza, a tu juicio un falso problema que sólo puede traer deshonor a la persona que lo saque a relucir, y por tanto ha decidido conscientemente ser todo el mundo, aceptar a todos los que llevas en tu interior. 

¿Cómo es posible, te preguntas, que alguien parlotee tan deprisa como ella? Es como si se hubiera entrenado para no respirar mientras habla, soltando a borbotones párrafos enteros en una sola espiración ininterrumpida, largos y violentos flujos de verborrea sin puntuación ni necesidad de detenerse a tomar aire de vez en cuando. Debe de tener unos pulmones enormes, supones, los pulmones más grandes del mundo, y menuda tenacidad, qué obsesión tan vehemente por decir la última palabra sobre cada cuestión.

Se te humedecen los ojos al ver ciertas películas, te han caído lágrimas en las páginas de muchos libros, has llorado en momentos de inmensa tristeza personal, pero la muerte te desconecta y paraliza, secuestrándote toda emoción, todo cariño, todo contacto con tu propio corazón. Desde el principio mismo, te has quedado muerto frente a la muerte. 

aunque no fuese la mujer más bella del mundo, se comportaba como si lo fuera, y una mujer capaz de lograr eso hacía inevitablemente que la gente se volviera a mirarla.

En otras palabras, miedo a la muerte, que en el fondo no es probablemente distinto de decir: miedo a vivir.

Todos somos extraños para nosotros mismos, y si tenemos alguna sensación de quiénes somos, es sólo porque vivimos dentro de la mirada de los demás. 

(Ya no lees artículos sobre ti, ni tampoco críticas de tus libros, pero eso era entonces, y aún no sabías que ignorar lo que la dice la gente es beneficioso para la salud mental de un escritor.)

por no mencionar el cine basura que estamos realizando, la comida basura que estamos comiendo, los pensamientos basura que estamos cultivando.

Una noche te encuentras con una desconocida y te enamoras de ella; y ella de ti. No lo mereces, pero tampoco lo desmereces. Simplemente ocurrió, y nada puede explicarlo salvo la buena suerte.

El helado era el tabaco de tu infancia, la adicción que sigilosamente se introdujo en tu espíritu y te sedujo de forma incesante con sus encantos.

La inteligencia es una cualidad humana que no admite falsificaciones.

Hay que morir inspirando amor (si se puede): Joubert.

sólo puedes concluir que cada vida está marcada por una serie de accidentes fallidos, que todo aquel que haya llegado a tu edad ha eludido una serie de posibles muertes absurdas y sin sentido.

Escribir es una forma menor de la danza.

Te preguntas: ¿Cuántas mañanas quedan?
Se ha cerrado una puerta. Otra se ha abierto.
Has entrado en el invierno de tu vida.


Diario de invierno
Paul Auster
Barcelona
Seix Barral, 2012
223 páginas

viernes, 27 de febrero de 2015

Invisible, de Paul Auster

Esta novela es una y varias. ¿De qué trata el libro? puede ser del amor, o del adulterio, o del incesto, o de un escritor que se muere, o de un homicidio, o de todas las anteriores. Es un libro rico, denso, que sorprende con cada cambio de capítulo.

La obra está dividida en cuatro partes claramente definidas, pensadas, planeadas. La primera parte presenta a Adam Parker, Margot y Born, que podrían ser "los protagonistas". Pero tan pronto comienza la segunda parte nos enteramos que lo que acabamos de leer es un capítulo de un libro... Así, con una estructura intertextual crece esta novela, en la que el punto de vista cambia en cada capítulo, así como el foco y centro de atención. Los giros inesperados en la trama se vuelven entonces parte fundamental de un texto que sorprende al lector hasta la última página, con un final insospechado.

Se trata de una novela en la que el autor exhibe su dominio de la técnica narrativa. La anécdota del libro puede ser simple, la riqueza de la obra está en el uso de varios narradores, varios puntos de vista y giros dramáticos. 

Se dice que en una novela cada personaje tiene un rol. Que en un buen texto no hay personajes "figurantes" y si se incluye un nombre es porque cumplirá un papel. Parece que de esa premisa fuera muy consciente Paul Auster: nombres que se mencionan de pasada en el primer capítulo, cobran fuerza protagónica en el segundo... nombres que aparecen en el segundo protagonizan el tercero o cuarto... El libro es un caleidoscopio en el que con cada giro la figura se recompone. Y todo esto, logrado con simpleza narrativa: la historia es clara y entretenida para cualquier lector. Además ocurre entre Nueva York y París, y ¿quién no quiere viajar, al menos por algunas horas de lectura, a estas dos ciudades?

Algunas frases:
permanecía quieta sin mover un músculo, mirando al vacío, como si la misión principal de su vida fuera la de parecer aburrida.

No hay que subestimar la importancia de la guerra. Es la expresión más pura y vívida del espíritu humano.

el fuego de mi vanidad: esa invisible marmita de engreimiento y ambición que hierve a fuego lento en cada uno de nosotros.

El poder era la única constante, y la ley de la vida era matar o morir, dominar o caer víctima del salvajismo de los monstruos.

El chico ya no era una persona. Era aquella pistola y nada más, el revólver de pesadilla que vivía en la imaginación de neoyorkino, el alma inhumana, sin corazón, destinada a encontrarte una noche a solas en una calle oscura y enviarte tempranamente a la tumba.

No hay nada como una enfermedad mortal para galvanizar el pensamiento, para hacer las cuentas, para establecer el balance final.

el temor es lo que nos impulsa a correr riesgos y a sobrepasar nuestros límites normales, y es difícil que todo escritor que crea pisar terreno firme produzca algo de auténtico valor.

ahora que poco a poco te vas desmoronando en tu trabajo en el Castillo de los Bostezos.

Está demasiado triste. Con esa melancolía ninguna persona puede ser atractiva. 

Y sin embargo, cada año, no podéis evitar la sensación de que se ha perdido algo más de él, de que a pesar de vuestros esfuerzos, cada vez rememoráis menos cosas de él, que no podéis hacer nada para que no vaya apagándose del todo.

El verdadero amor, afirma, es cuando sientes tanto placer al darlo como al recibirlo.

Ese hombre es un maníaco, ¿sabes?
Cierto. Pero ¿qué ley te prohíbe querer a un loco?

Se pregunta si las palabras no serán un elemento esencial de la sexualidad, si hablar no es en definitiva una forma más sutil de acariciar, y si las imágenes que bailan en nuestra cabeza no son igual de importantes que los cuerpos que abrazamos.

¿Por qué no lo tiramos, simplemente?
Muy desagradable. A los libros hay que tratarlos con respeto, incluso a aquellos que nos ponen enfermos.

Invisible
Paul Auster
Editorial Anagrama
Barcelona 
2009
282 páginas 




lunes, 26 de enero de 2015

Nuestra pandilla, de Philip Roth

Richard Nixon pasó a la historia por ser el único presidente de Estados Unidos, hasta ahora, en dimitir a su cargo como consecuencia del escándalo de Watergate. Las numerosas películas sobre el tema lo muestran como un personaje oscuro, enredador, con muchos secretos para esconder y un rabo de paja inmenso.

Lo que Philip Roth hace en estos 6 textos satíricos que fueron publicados parcialmente en The New York of Review en 1971 es revelar la clase de político que es Nixon, antes de que ocurriera el Watergate.

Si el periodismo es el ejercicio de tratar de anticiparse, de adelantarse o prever lo que puede ocurrir en una sociedad, Philip Roth en este libro logra su cometido: alerta a la sociedad sobre el riesgo que representa un poder presidencial omnipotente encabezado por una persona de "confusas" o "cuestionables" por decir lo menos, ideas políticas.

Pero el valor del libro hoy por hoy no está en anticipar algo que todos sabemos cómo terminó. El valor está en el uso de la sátira y el humor como contundentes armas políticas para desenmascarar poderes a partir del uso de la palabra. La burla, la mofa que hace el autor de los argumentos del Presidente, hasta llevarlos al extremo del absurdo, son válidos ayer y hoy, aunque el lector de hoy desconozca el contexto específico en el que ocurrieron los hechos: La defensa que hace Nixon del derecho del nonato, para oponerse al aborto, se convierte en una hilarante entrevista en la que Nixon dice cosas como que se siente feto aún... 

Es decir, más allá de la política local norteamericana (que nunca es local) el lector encuentra en estos textos satíricos argumentos para defender ideas antimilitaristas, pro aborto e antiimperialistas, a partir de situaciones absurdas que llegan a límites insospechados, como el supuesto asesinato de Nixon que es negado por el portavoz de la Casa Blanca, quien exhibe en una rueda de prensa una radiografía de la cadera del presidente, para demostrar que está muy bien.

Este libro puede ser interesante para quienes ejercen el periodismo de opinión con sátira y humor. El lector puede reemplazar el nombre de Nixon por el del personaje político actual que prefiera, y muchas de las argumentaciones delirantes del presidente encajarán hoy como anillo al dedo. 

Algunas pocas frases:
en este gobierno los fetos y los embriones de Estados Unidos por fin tienen una voz que los represente.

mi desempeño del cargo contribuya algún día a crear un mundo en el que todos, sin consideración de su raza, credo o color, sean nonatos. 

Aquí me tienen, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica y líder del Mundo Libre, trabajando como un esclavo con todas y cada una de las fibras de mi ser, entregado noche y día, trescientos sesenta y cinco días al año, al único propósito de salir reelegido...

(los medios) No, nunca hablan de lo que no hemos hecho, siempre se quedan con lo quehemos hecho. Eso, por desgracia, es lo que esa gente considera noticia. 

Nuestra pandilla
Philip Roth
Literatura Mondadori
1971 (edición de 2008)
Barcelona
173 páginas

lunes, 19 de enero de 2015

Para antes del olvido, de Tomás González

Para los lectores atentos de Tomás González esta novela puede ser una curiosidad. Se publicó en 1987 y es "rara" en el conjunto del autor porque aunque tiene muchos elementos comunes a toda su obra (como la familia o el lenguaje seco y con humor) es distinta porque se trata de una novela histórica, que ocurre a varios tiempos, siendo el más antiguo el año de 1913, en Bogotá y Envigado, y luego se traslada a Europa para recrear la Primera Guerra Mundial.

En su construcción es una novela muy elaborada con tres personajes principales: Alfonso, basado en un tío del autor; Josefina, y León. El relato lineal podría ser el siguiente: en 1913 en Envigado Alfonso es un periodista-poeta que le da un único beso a Josefina. Luego se va para Bogotá y ya desde el viaje conoce a otra mujer, luego a otra y después otra más. Viaja a Europa pero la Primera Guerra Mundial lo hace devolver a Envigado donde reencuentra con Josefina y planea su matrimonio. Él viaja de nuevo a Bogotá y a los 15 días informa por carta que se casó con otra. Ella lo recuerda el resto de la vida y en 1977 cuando ya está vieja y postrada le cuenta su historia, entre lagunas de la memoria, a León, abogado que parece un álter ego de Tomás González.

Sin embargo, la historia no es lineal. La obra está construida en 43 capítulos cortos que tienen como título "Envigado 1977", "Envigado 1913", "Londres 1914" o "Bogotá 1915", entre otros, de tal manera que el relato va hacia atrás y adelante en el tiempo y cambia de escenarios frecuentemente. 

La narración es escasa en diálogos y rica en humor fino, contenido, dosificado. El humor que caracteriza los relatos de Tomás González (con excepción quizás de Temporal) Un humor negro e inteligente, cercano a la sátira.

Esta novela es una obra sobre lo que no se dice... León trata de reconstruir la vida de Alfonso a partir de sus diarios pero no están completos, y la vida de Josefina a partir de sus recuerdos pero su memoria es intermitente. Nadie hereda los recuerdos de nadie. Al morir desaparece la memoria. León corre contra el tiempo para recuperar una historia antes de que la muerte la sepulte en el olvido. Y la historia se construye con grandes baches que quedan como enormes enigmas que abren paso a la imaginación.

Tomás González es un maestro en muchos aspectos. La construcción de personajes, las descripciones perfectas con tres pinceladas, el dominio del lenguaje, el ritmo, el humor. Es una lástima que su volumen de cuentos El Rey del Honka Monka, no se haya vuelto a editar y sea hoy por hoy el único libro de este autor que resulta imposible de conseguir.

Algunas citas:
Características suyas eran la manera maniática de hacer lavar la carne antes de freírla, el odio por los negros, el odio por todo lo que fuera o pareciera débil, y la habilidad para enemistarse con los miembros de su propia familia.

La española partió un pedazo de pan, le puso una inundación de mantequilla y lo integró a su cuerpo con un hermoso resplandor de dientes. 

el ruido que las gallinas emitían le había traído ráfagas momentáneas del bienestar intestinal que los entendidos conocen como "ser feliz".

No es que estés adelantado a tu época; yo diría que estás fuera de época, sea la que sea.

Parecía como si las llamas hubieran quemado el aire mismo, aniquilando hasta las raíces del sonido y creando un profundo lago de silencio.

Años más tarde, siguiendo la tradición de una tierra donde la historia en gran parte se construía destruyendo, fue demolida y en su lugar se levantó una masa gris y tenuamente carcelaria.

Y cuando uno se le acercaba sentía cierto olor, demasiado ambiguo y persistente para ser imaginario, que subía al parecer desde sus medias.

Y aquella pluma se silenció, ciertamente, pero por culpa del coñac y no del nuncio. O tal vez del escepticismo general sobre las posibilidades de civilizar aunque fuera un poco aquel país de sacristanes.

Lo que pasa, Fina, es que seguís funcionando como por impulso. Hay cosas que ya se pararon, pero las demás empujan. Morirse es tan largo como vivir.

A pesar de su título de abogado, nunca había necesitado agredir o violentar a nadie.

Siempre le había llamado la atención el modo como la vagancia encontraba ejemplares casi puros (él mismo, para no ir muy lejos) en cada generación de pujantes antioqueños.

Si la libertad de prensa no era la primera de las libertades sí era la base y condición de las otras.

Al fin y al cabo la gente joven, potencia pura, contiene en su germen todos los oficios del mundo. 

Comulgan por la mañana y empiezan a robar apenas salen de la iglesia.

Hay personas que inmediatamente después de muertas crean una resonancia mucho mayor que la que jamás lograron mientras estuvieron vivas.

Supo entonces que todas las palabras son inútiles, que la muerte es sólo eso y no admite metáforas, no tiene en su instante belleza alguna ni otro consuelo distinto de su fugacidad, calidad que comparte con el amor y la vida misma.

se ensimismaba en el recuerdo de la imagen de los inmensos cementerios simétricos donde las naciones civilizadas habían sepultado a sus millones de muertos, cubriendo su infamia con una racionalidad de geometría, una máscara de olmos perfectos, prados lindos y jardines florecidos.

Para antes del olvido
Tomás González
Punto de Lectura
Bogotá
1987
257 páginas