Desde las primeras páginas es claro que el escritor del texto es músico. O si no es músico, tiene profundos conocimientos musicales. No sólo por el tema del libro, que gira en torno al genio de Glenn Gould interpretando en su Steinway las Variaciones Goldberg, el Arte de la Fuga y Clave bien
templado, sino, sobre todo, por la forma en la que está escrito; una forma "musical" por llamarla de algún modo, con frases repetitivas, que aparecen frecuentemente aunque con variaciones. Avanza dos líneas y se devuelve tres.
Si nos referimos a la anécdota del libro, El malogrado podría ser un texto de dos páginas o menos: El narrador estudió en el Mozarteum de Salzburgo con Wertheimer y Glenn Gould. Los tres tienen recursos suficientes para dedicarse a la música y la vida diletante, pero para Glenn Gloud el piano es más que eso. Wertheimer escucha en una ocasión desde la puerta de una sala de estudio a Glenn Gould interpretando las Variaciones Goldberg y comprende que él jamás podrá hacerlo mejor. Podrá hacerlo bien, pero no mejor que Gould. 28 años después, luego de la súbita muerte de Gould, Wertheimer, el malogrado, se suicida.
Sin embargo, Thomas Bernhard se toma 152 páginas para contar esta ficción, ya que Gould no estudió jamás en el Mozarteum. Una novela en la que el narrador participa en los hechos pero no es protagonista y cuenta la historia de una manera no lineal: En el primer párrafo informa que Glenn Gould murió a los 51 años y en el segundo que Wertheimer se mató. Es decir, en las 152 páginas restantes no hay misterio a resolver y también desde el comienzo sabemos que Gould es un genio y Wertheimer es un malogrado a causa de ello.
La riqueza del libro está entonces en la forma, en esa narración que avanza como el cangrejo, para arriba y para abajo, con iteraciones de palabras y de ideas, y con abundantes reflexiones sobre la infelicidad, la vida, el trabajo artístico y el suicidio.
Una novela sin diálogos, casi sin puntos aparte. Dividida en capítulos que son como pesados bloques de texto gris en los que desfilan unos cuantos personajes tristes o derrotados o solitarios, casi a manera de figurantes porque el único que importa realmente es Wertheimer (Glenn Gould es El Inaceptante).
A continuación algunas frases, de las muchas reflexiones que trae el libro:
La
mayoría de los artistas no saben nada de su arte. Tienen una concepción artística
diletante y se quedan durante toda su vida en el diletantismo, hasta los más
famosos del mundo.
el
que estudia hará siempre bien en elegir para sus estudios un lugar que le sea
hostil, no uno que le sea acogedor, porque el lugar acogedor le quitará una
gran parte de su concentración en el estudio, y en cambio el hostil le
permitirá estudiar al ciento por ciento, porque tendrá que concentrarse
en ese estudio para no desesperar
Todos
los años, decenas de millares de alumnos de escuelas superiores de música
recorrían el camino del embrutecimiento de las escuelas superiores de música y
perecían a causa de sus incompetentes profesores, pensé. Hasta llegan a hacerse
famosos y, sin embargo, no han comprendido nada
Aborrecía
a los hombres que decían lo que no habían pensado hasta el fin, es decir,
aborrecía a casi toda la humanidad.
A Wertheimer y a mí nos gustó Nueva York desde el principio. Es la ciudad
más hermosa del mundo, y al mismo tiempo tiene el aire más puro, decíamos una y
otra vez, en ninguna parte del mundo hemos respirado un aire más puro. Glenn
confirmó lo que nosotros sentíamos: Nueva York es la única ciudad del mundo en
que un hombre de espíritu respira sin trabas en cuanto la pisa.
Todas
las escuelas superiores son malas y aquella a la que acudimos es siempre la
peor, si no nos abre los ojos
Aborrecía a los hombres que decían lo que no habían pensado hasta el fin,
es decir, aborrecía a casi toda la humanidad.
esa horrible comarca, en donde el hedor
del Catolicismo llega realmente hasta el cielo
El campo me fastidia, decía una y otra vez. Glenn tiene razón cuando me
llama siempre caminante del
asfalto, dijo Wertheimer, sólo camino por el asfalto, por el campo no camino, me
aburre infinitamente y me quedo en mi choza.
Sólo vemos, cuando miramos a los hombres, mutilados, nos dijo Glenn una
vez, exterior o interiormente, o interior y exteriormente
mutilados, no hay otros.
Cuando hemos sobrepasado los cincuenta, nos parecemos viles y faltos de
carácter, pensé, la cuestión es saber cuánto tiempo aguantaremos ese estado.
Ninguna palabra se me ha vuelto más repugnante que la palabra Socialismo, cuando pienso en
lo que se ha hecho con ese concepto.
Los padres saben muy bien que prolongan en sus hijos la infelicidad que son
ellos mismos, actúan con crueldad al hacer niños y arrojarlos a la máquina de
la existencia,
Desde su niñez había tenido el deseo de morir, de matarse, como se suele
decir, pero jamás había puesto en ello la máxima concentración.
Mi continua curiosidad me impedía el suicidio
A nuestro padre no le perdonamos que nos haya hecho, a nuestra madre que
nos haya parido, decía, a nuestra hermana que sea continuamente
testigo de nuestra desgracia. Existir no significa al fin y al cabo otra cosa
que: nos desesperamos,
Cuando un amigo ha muerto, lo clavamos con sus propias máximas y
declaraciones, lo matamos con sus propias armas.
no podía decir de sí mismo que fuera un ser feliz ni un ser infeliz, porque
todos los seres humanos son felices e infelices a la vez, y unas veces es la
infelicidad en ellos mayor que la felicidad y a la inversa
Hace tiempo que los dioses sólo se nos aparecen con barba sobre nuestros
jarros de cerveza.
todo lo escrito, si lo dejamos un tiempo bastante largo y lo examinamos una
y otra vez desde el principio, nos resulta como es natural insoportable,
A quien no sabe reír no hay que tomarlo en serio
Todo ser humano es un ser humano único y realmente, considerado en sí
mismo, la mayor obra de arte de todos los tiempos
un compañero de estudios es siempre un acompañante extraordinario en la
vida y la existencia, porque, por decirlo así, es el primer testigo de nuestras
relaciones
Al fin y al cabo, muchos, por estar profundamente hundidos en la
infelicidad, son felices en el fondo
No tienen otra cosa que su catolicismo o el partido socialista, los dos las
instituciones más repulsivas de nuestro tiempo
Decimos una palabra y aniquilamos a un hombre, sin que ese hombre
aniquilado por nosotros, en el momento en que pronunciamos la palabra que lo aniquila,
se dé cuenta de ese hecho mortal
El malogrado
Thomas Bernhard
1983
Editorial Alfaguara (2011)
Traducción: Miguel Sáenz
152 páginas
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