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viernes, 9 de diciembre de 2022

Educar para la sostenibilidad de la vida, una mirada ecofeminista a la educación, de Yayo Herrero

Este ensayo escrito en lenguaje accesible para el público en general ofrece un repaso por el concepto de ecofeminismo, que entiende como algo más que la simple sumatoria de feminismo+activismo ecológico. A partir de experiencias concretas de organizaciones sociales, la autora invita a repensar la educación básica y superior, no sólo para "enseñar" sobre ecología sino para ofrecer una perspectiva transversal del currículo que le permita a los estudiantes desarrollar un pensamiento crítico que subvierta las estructuras económicas y sociales que han conducido al desastre ambiental.

En este orden de ideas el ensayo propone pensar e invitar a trabajar desde los principios de suficiencia (ni mucho ni poco), reparto y cuidado, así como desde el principio de reducción, y al final ofrece una serie de herramientas para lograr que colegios y universidades aterricen las ideas ecofeministas en la cotidianidad del aula de clase.


Algunas citas

 
El derecho al territorio, la autonomía, la soberanía alimentaria, el reconocimiento de los derechos de los diversos grupos de mujeres (indígenas, rurales, campesinas, urbanas, negras), los derechos sexuales y reproductivos, el autocuidado y el autoconocimiento, las nuevas visiones en el ámbito de la espiritualidad y la formación de las mujeres para el fortalecimiento de su participación política son algunos de los temas de su agenda desde finales de la década de 1980 hasta la actualidad (p. 27).
 
A pesar de las diferencias de enfoques, podríamos decir que todos los ecofeminismos comparten la visión de que la subordinación de las mujeres a los hombres y la explotación de la naturaleza son dos caras de una misma moneda y responden a una lógica común: la lógica de la dominación y del sometimiento de la vida a la lógica de la acumulación (p. 28)
 
Todos los cuerpos tienen necesidades que deben ser cubiertas para poder mantenerse vivos: alimentos, agua, energía, vivienda, cuidados, relaciones… Si un ser humano no tiene necesidades es porque está muerto. Por eso decimos que todos los seres humanos son vulnerables e interdependientes (p. 31)
 
El proceso educativo puede constituirse como uno de los ámbitos privilegiados para disputar una hegemonía cultural que prioriza el dinero por encima de las vidas. La educación es un lugar desde el que poder forjar gafas que permitan mirar el mundo desde otro modelo (p. 35).
 
A partir de los ochenta, el capitalismo mundializado ha «perfeccionado» los mecanismos de apropiación de tierra, agua, energía, animales, minerales, urbanización masiva, privatizaciones y explotación de trabajo humano. Los instrumentos financieros, la deuda, las compañías aseguradoras y toda una pléyade de leyes, tratados internacionales y acuerdos constituyen una arquitectura de la impunidad (p. 51)

el movimiento en defensa de la vivienda, contra los cortes de luz, el de las jornaleras en lucha o los «biosindicalismos» de las trabajadoras domésticas, por ejemplo, se construyen en torno a los imaginarios ecofeministas, que sitúan la subsistencia en buenas condiciones como una prioridad. (p. 53).

Cuando se analiza la procedencia de las mujeres migrantes que hoy cuidan de quienes son más vulnerables en casas, residencias, centros de día un otros dispositivos sociales, se comprueba que vienen de los mismos países de los que proceden las materias primas que sostienen materialmente las economías ricas. Se puede decir que las sociedades desarrolladas tienen contraída una deuda ecológica y de cuidados con las zonas que fueron colonizadas y que a día de hoy continúan siendo explotadas (p. 58).
 
Las mayorías sociales creen y sienten que, antes que agua, vivienda, luz, alimentos o cuidados, necesitan dinero. Y la creencia está tan asentada que se asume una especie de «lógica sacrificial».116 Si lo que se necesita es dinero, todo merece la pena ser sacrificado con tal de que crezcan la economía y el dinero (p. 80).
 
Vivir con lo suficiente es a la vez una obligación y un derecho. Obligación, porque hay personas que pueden y deben vivir con muchos menos materiales y energía. Derecho, porque hay otras que no tienen lo necesario para cubrir sus necesidades (vivienda, energía, cuidados, alimentos saludables, etc.) y tienen derecho a tenerlo (p. 90).
 
En un planeta físicamente limitado, en el que un crecimiento económico ilimitado no es posible, el bienestar para todas las personas se relaciona directamente con la distribución y reparto de la riqueza (p. 91).
 
En una escuela que permite la humillación no es posible aprender (p.113)


Educar para la sostenibilidad de la vida, una mirada ecofeminista a la educación
Yayo Herrero López
Ediciones Octaedro
Barcelona
Noviembre de 2022
172 páginas
 

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