Escribe Humberto Jarrín B. en un
aparte de La furia que “En últimas una novela muchas veces no es sino un
pretexto para una tesis”. Eso se nota en esta obra. La furia es la Feria de
Cali narrada en clave policiaca. Durante los festejos aparecen una serie de crímenes
macabros, simbólicos. El protagonista, denominado “el Profeta” (profe+poeta) es
invitado por un policía a participar en la investigación criminal. A partir de
ahí el lector observa cómo la semiótica puede ayudar a resolver, o mejor a
comprender, un homicidio, pero no sólo eso: los muertos son una excusa para
entender mejor a la sociedad caleña.
Hace
algunos años, en “La carroza de Bolívar” Evelio Rosero reconstruyó el Carnaval
de Pasto como escenario narrativo para hablar sobre la historia de la capital
nariñense. La Furia de Humberto Jarrín, puede ofrecer una lectura cruzada con
la obra de Rosero. Jarrín retoma otra fiesta popular como telón para presentar
la historia de esa ciudad y a partir de su pasado reflexionar sobre su
presente.
Lo
novedoso de la obra de Jarrín está en el género seleccionado: en alguna parte
de la novela el autor refiere que en la narrativa caleña la literatura
policíaca ha sido un género esquivo. Jarrín construye una trama policíaca que
parece una parodia, porque su protagonista es un investigador imposible: un
poeta que prefiere no salir de su casa y dedicar sus horas de asueto a releer
“El Quijote”.
La Biblia, Kavafis, Eco, Jakobson, Borges, Cervantes, Cioran son algunos
de los referentes que se mencionan en esta novela caleñísima en su geografía,
que por fortuna tiene la claridad necesaria para que pueda ser comprendida por
lectores ajenos a los sitios emblemáticos de esa ciudad, y a sus direcciones.
La estructura narrativa no es lineal. Buena parte del texto conserva una
sucesión temporal pero algunos capítulos saltan en el tiempo, dentro del juego
detectivesco que se le propone al lector. En cuanto al lenguaje, buena parte
del libro está conformado por diálogos o conversaciones entre Humberto Jarrín
V., el Profeta, y el Teniente Octavio Yépez, un policía no del todo verosímil
porque dialoga sobre semiótica, literatura y filosofía en términos cercanos a
los del Profeta. Sin embargo, como bien se dice en la novela, puede tratarse de
un prejuicio frente a quienes conforman las fuerzas armadas.
La furia es una novela intelectual. Rica en digresiones que van desde
los esfuerzos que hacen los catedráticos universitarios para sobrevivir todo el
semestre con salarios de 4 meses, hasta reflexiones sobre los medios de
comunicación, pasando por el suicidio, Marx y la soledad. Todo eso en un texto
que es también una crónica sobre Cali, con una trama que, como obligan los
textos policíacos, mantiene el suspenso hasta el final.
El libro fue publicado por la Alcaldía de Santiago de Cali por haber resultado ganador en el Premio Estímulos Cali 2017.
El libro fue publicado por la Alcaldía de Santiago de Cali por haber resultado ganador en el Premio Estímulos Cali 2017.
Algunas frases:
¡Yo los conocía!, ¿de dónde?, ¡claro!, habían sido alumnos míos. Sentí
un escalofrío, porque con desazón me pregunté: “¿Esto era entonces lo que yo
les había enseñado?”, si era así, ¡qué horror!, ¡mea culpa! Si no era así, más
preocupante, ¿dónde estaban los muchachos pilos, los aventajados, los que en el
campus, la cafetería, las oficinas de los profesores, seguían interesados en
las cuestiones iniciadas en clase? ¿Por qué éstos no estaban allí, y en su
lugar aparecían precisamente los más flojos e insulsos, los que aspiraban a ser
figuritas de farándula o reinitas o modelos?
¿Puede alguien negarse a la Policía en un país como el nuestro, donde
los que mandan son las fuerzas armadas sin importar de qué rama?
Alguna vez le escuché decir a alguien que el escritor en realidad sólo
tiene dos patrias: su ciudad, ésa que Kavafis nos advierte que siempre nos
perseguirá; y la otra, la lengua. (…) una tercera patria del hombre es la
soledad.
Para mí
la física era una extensión de la literatura, con sus mundos fantásticos y
posibles.
Leyendo
en estado de alerta se aprende a escribir.
El
trabajo para los que nacimos sin herencia significa poner empeño en una carrera
profesional sobre la cual organizar la vida personal y la supervivencia.
Las cifras son oficiales, se las
pasamos nosotros, los periódicos no son sino nuestra correa de transmisión.
Para que la burla cause su efecto
sancionatorio y cómico normalmente se hace en compañía de otros, que nuestra
risa es siempre la risa de un grupo, pues ésta necesita de un eco.
Usted más que yo sabe que la ficción
del periodista puede pasarse por verdadera y ser vendida de inmediato, porque
en la calle hay un gran público a la espera de ella, a diferencia de las
historias de ustedes los novelistas y poetas que, aunque digan la verdad para
el gran público, sólo será imaginación del escritor, cuando no desvarío.
…cuerpo de mujer, nos persigue de
continuo por el mundo a fin de que no logremos realizar una de nuestras más
queridas hazañas, la de convivir en paz y sosiego con nuestra anhelada soledad.
El corazón tiene cuatro cavidades
para albergar en ellas amores distintos, el amor erótico, el amor por uno, el
amor por el arte en mi caso, y así. Y en la parte de mi corazón que te
corresponde eres lo más importante. No me pidas todo el corazón y todo el
tiempo y todos sus pulsos y todas sus mareas y ahogos sólo para ti…
Citar a autores de ahora y que están
de moda, aunque sean malos, da prestigio, dice de quien los nombra ser un
lector ávido y avezado y sobre todo actualizado.
¡Ay, los artistas, los escritores no
tienen remedio! Tienen un ego de aquí hasta la luna, son unos incorregibles
vanidosos, no es sino que les digan algo bueno de sus obras y allí mismo
atienden con todas las orejas al que les habla.
Ante la urgencia de los fans no
queda otro remedio que cantarlas ahí como puedan (después de todo el fan es un
creyente, los oye de fe, siempre con el mismo oído).
La cuna de la especie humana es
África, y en consecuencia todos somos
afrodescendientes.
La furia
Humberto Jarrín B.
Alcaldía Santiago de Cali
Cali
2017
239 páginas
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