Este libro es la historia de dos vecinos en una zona rural de Puerto Triunfo, Antioquia, en los años 70 del siglo XX. A un lado de la montaña viven los colonos Ramón y su primo Antonio, y del otro lado, separados por el río, están los hermanos Manuel y Horacio. Los vecinos se reunen con frecuencia en parrandas que incluyen aguardiente, y canciones con guitarra a cargo de Ramón. Todo es armonía y paz, hasta que deja de serlo.
Las causas de la ruptura dependen de quién las narre: para Ramón, su vecino Manuel y los hijos de éste son muy cercanos al cura de la vereda Santa Rita, Bernardo López Arroyave, y ese cura tiene fama de guerrillero. Para Manuel, la razón es concreta: el 17 de septiembre de 1982 llegaron a su casa hombres armados preguntando por él. Como no estaba ordenaron que los hombres salieran de la vivienda. Mataron a sus hijos Carlos y Alirio Buitrago, a su cuñado Gildardo Ramírez, a su sobrino Fabián Buitrago y a Marcos Marín, un trabajador de la finca. En la masacre estuvo presente, dando las órdenes, su vecino Ramón Isaza, que ya para entonces era paramilitar.

La grieta es un libro útil para entender el origen del conflicto armado en el Magdalena Medio, aunque puede dar una idea sobresimplificada al reducir el conflicto a la disputa entre dos familias. El libro cuenta que Ramón Isaza prestó servicio militar y como soldado combatió a la guerrilla en el sur del Tolima. Luego regresó a su tierra, trabajó en su finca y, por su pasado militar fue invitado a formar un ejército de autodefensa. El 22 de febrero de 1978, con apenas ocho escopetas se enfrentaron a las Farc. Desde ahí su grupo se llamó "Los Escopeteros". Recibió ayuda y armas del Ejército y quedó bajo órdenes del paramilitar Henry Pérez. En algún momento Pablo Escobar le propuso a Henry Pérez unirse en su causa de combatir al Estado, pero Isaza se opuso porque le pesaba su pasado como soldado. Así se fracturó la relación entre Isaza y Henry Pérez, e Isaza ya no sólo combatió a la guerrilla de la zona sino también a Pablo Escobar, quien se supone estuvo detrás del atentado que cobró la vida de John Kennedy, uno de sus hijos. Luego de la muerte de Escobar en 1993 su poder creció: llegó a comandar más de mil hombres y controló Puerto Triunfo, Puerto Nare, parte de Sonsón, el oriente de Caldas, el occidente de Cundinamarca y el norte del Tolima. En 1997 viajó a Córdoba para el nacimiento de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), con Carlos Castaño a la cabeza, y poco después otro de sus hijos, Omar, murió cuando el carro en el que transportaba 100 granadas explotó. En 2004 Ramón Isaza se acogió junto con su hijo Oliverio, alias "Terror" al proceso de desmovilización. Pagó 8 años de cárcel y hoy vive en Casa Azul, en Doradal, y según el libro es un hombre enfermo de hipertensión, diabetes, párkinson y escoliosis. Su otro hijo, Ovidio, alias Roque, no se desmovilizó, fue capturado en 2012 y espera un proceso de extradición, mientras que su esposa ya fue extraditada.
Por su parte, el cura Bernardo López Arroyave si bien nunca hizo parte del ejército militar del ELN sí facilitó que miembros de la vereda Santa Rita se enrolaran en esa guerrilla, entre ellos los hijos de Manuel Buitrago, y eso originó la masacre de 1982 en la casa de Manuel Buitrago. Al cura lo mataron el 25 de mayo de 1987 en Sincé, Sucre y finalizando ese mismo año se registró la primera acción del Frente Carlos Alirio Buitrago: un retén en la vereda La Josefina, en la autopista Medellín-Bogotá. El frente tenía 30 personas y entre ellas estaban Manuel Buitrago, el papá de Carlos y Alirio, su esposa Herlinda Ramírez y sus hijos Rigoberto, Gonzalo, Gustavo y Gabriel. León fue el único que no se enroló y que sobrevivió a ese conflicto.
La grieta es un reportaje que narra en paralelo la historia de dos familias violentas. El autor humaniza a los personajes, pero esa humanización tiene el riesgo de construir una falsa equivalencia, porque al mostrar a los perpetradores como víctimas, se desdibujan los miles de víctimas desarmadas que cayeron en en medio de este fuego cruzado y que nunca emprendieron el camino de la guerra y la venganza. No obstante, el libro sobre las víctimas podría ser otro libro: éste es sobre Manuel Buitrago y Ramón Isaza y sin duda aporta datos interesantes para entender mejor el conflicto que asoló durante años al Magdalena Medio.
Algunos subrayados
Del prólogo de Francisco de Roux:
(La guerra) afecta sobre todo a los que no quieren la guerra (p. 13)
Recuerdo cuando subí a Medellín por el camino de Cisneros para ver a Álvaro Uribe, gobernador de Antioquia, y decirle que parara a las Convivir porque Ramón isaza era un paramilitar. Me respondió que estaba equivocado y seguiría apoyándolos (p. 14).
Del libro:
A veces el pasado es una ficción, un relato amasado cientos de veces, alimentado por imágenes opacas, sueños y pesadillas, nuevos testimonios, y más detalles, así no hayan sucedido (p. 67).
Aquí no hay una historia de buenos ni de malos, de limpios ni de sucios, porque lo que se mataron y murieron fueron vecinos y amigos, desconocidos y enemigos, que creyeron en unas causas, justas o no, y que por delante se llevaron tantas vidas, por la rabia o la venganza o la revolución o la defensa del Estado (p. 74).
Las Mercedes, donde vivió Ramón cuando era campesino y guitarrero, a donde llegó cuando bajó de las montañas de Argelia, en donde creció su familia, fue y sigue siendo un territorio de los Isaza (p. 75).
En décadas, esa región pasó de ser colonizada por agricultores como los Buitrago, los Mazo, los Daza, los Castaño, los Ramírez y los Isaza, a terminar en manos de petroleras, grandes ganaderos y comerciantes (p. 78).
el dolor que causó el exterminio del Movimiento Cívico del Oriente, el que se opuso a las hidroeléctricas que para siempre cambiarían la vocación de la región (p. 83).
Siempre ha habido un lema en la guerra y es que el problema es de los hombres y no de las mujeres (p. 103).
Mientras los Isaza querían vengar en Pablo Escobar la muerte de John Kennedy, los Buitrago querían vengar en Ramón la masacre de Santa Rita (p. 105).
La guerra es una masacre de jóvenes que no se conocen y se matan de cuenta de quienes sí se conocen, pero no se matan (p. 118).
Los campesinos en Colombia lo saben: si hay un grupo, se acomodan a él; si hay dos grupos, juegan al equilibrista (p. 119).
¿Qué nos deja la guerra? lo primero que pienso es que nos deja una grieta. En esa grieta caben el odio y la venganza, las despedidas que aumentan y las ausencias que estarán por siempre (p. 136).
entre 2003 y 2006 el presidente Álvaro Uribe Vélez acordó con los paramilitares la desmovilización de 35.317 combatientes. Entre ellos estaban su abuelo Ramón y su tío Oliverio. Pero Roque, su tío preferido, decidió seguir armado, seguir siendo el Señor, seguir controlando el Magdalena Medio (p. 141).
El Viejo le da varios besos y sonríe. Además de los siete hijos de su matrimonio, tiene veintidós nietos y once bisnietos (p. 157).
La grieta
Juan Camilo Gallego Castro
Editorial Sílaba
Medellín
agosto de 2024
184 páginas
Juan Camilo Gallego Castro
Editorial Sílaba
Medellín
agosto de 2024
184 páginas
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