viernes, 2 de enero de 2015

Después y antes de Dios, de Octavio Escobar Giraldo

A finales de los 90 un crimen estremeció a Manizales: Angela Botero, una abogada, dueña de una inmobiliaria, hija única de una conocida familia de la ciudad, le disparó a su mamá en su apartamento del Edificio El Carretero, veló el cuerpo por dos días y huyó por la carretera que conduce a Medellín sin que hasta hoy, 15 años después, se sepa de su paradero.

El homicidio fue tema de todas las conversaciones en Manizales durante varios meses: Que Ángela le dejó una carta a su tío, que estaba acosada por las deudas, que le debía plata a narcos... todo tipo de especulaciones crecieron sobre la historia. 

Esta anécdota, al igual que una estafa millonaria cometida por un sacerdote a familias ricas de Manizales, también por la misma época, son el punto de partida para Después y antes de Dios, novela que Octavio Escobar Giraldo ubica en Manizales, en 2005 (durante la agonía de Juan Pablo II), y que resultó ganadora del XLV Premio Internacional de Novela Corta Ciudad de Barbastro, en España, en Junio de 2014, y nominada entre las finalistas del Premio Nacional de Narrativa Colombiana 2014 que entregará la Universidad Eafit en los próximos días.

La novela se lee con el mismo vértigo de Destinos Intermedios, del mismo autor. Ambas son novelas negras en las que la tensión obliga a avanzar en la lectura. En Después y antes de dios el crimen ocurre en las primeras páginas y lo que sigue es una fuga hacia la zona rural de Aguasblancas, municipio que se parece mucho a La Dorada y que también aparece en Destinos Intermedios.  Las cosas se salen de control y las últimas líneas del relato constituyen, a mi modo de ver, uno de los finales abiertos mejor logrados en la narrativa colombiana de los últimos tiempos.

La novela es una crítica a la sociedad manizaleña, tan cómoda en la costumbre del disimulo, que le impide, por ejemplo, a los ricos venidos a menos aceptar su nueva situación. El honor de la familia, del apellido, justifican cualquier actuación por reprochable que sea. También es una crítica fuerte a la educación religiosa, a la doble moral de los muy piadosos, que se creen redentores y leen la biblia, convencidos de hacer el bien y obtener la salvación, sin darse cuenta de los crímenes que cometen, y por supuesto sin el menor asomo de arrepentimiento.

La doctorcita, la protagonista sin nombre y apellido, es un personaje sólido, ambiguo. Mata a su mamá, comienza una relación homosexual, huye, engaña y sin embargo muestra más perturbación por el desorden de su compañera que por el crimen que cometió. La Biblia le promete paz y salvación y ella, en medio de su ingenuidad, confía en el paraíso que le espera hasta el último párrafo.

Si bien la buena literatura crece en silencio y soledad, lejos de la farándula y los reflectores, es una lástima que los "grandes medios" no visibilicen más la obra sólida, robusta y variada de Octavio Escobar Giraldo. Se la pierden los muchos lectores, interesados en los buenos libros. 

A continuación, unas pocas citas:
Hay personas que tienen un olfato canino para las debilidades de los demás, para sus momentos de crisis.

Todas nuestras familias, en especial las que valen la pena, descienden de un cura

A las dos de la tarde alcanzamos la falsa planicie del páramo de Letras. la ocupan unas bodegas en forma de domo que aprovechan la refrigeración natural, y unas cincuenta casas, dos o tres de las cuales son fondas camineras. En una pequeña explanada se ven la escuela y su cancha de fútbol, donde los niños, sin pensar en los efectos de la altura, juegan usando sombrero, ruana y botas pantaneras. Disminuí la velocidad: un paisaje así, de rocas, cascadas, arenas y pastos cortos, de viento y silencio, al que el milagro de un rayo de sol despierta en las mañanas, es mi idea del cielo. 

Una fila de vehículos nos detuvo antes de llegar a Mariquita. Tras unos minutos, le pedí que se acercara al corrillo que había cincuenta metros más abajo para averiguar lo que pasaba. Las posibilidades eran varias: un derrumbe de tierra, un accidente, un ataque guerrillero, una protesta, un retén militar. Siempre he dicho que las carreteras colombianas son muy entretenidas.

El pudor es una de las pocas cosas que nos separan de las bestias.

Para quienes tenemos verdadera fe, la muerte no es un problema, pero no la profesan con sinceridad.


Después y antes de Dios
Octavio Escobar Giraldo
Editorial Pre-Textos
Valencia, España
2014
210 páginas

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