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jueves, 26 de noviembre de 2015

Ben en el mundo, de Doris Lessing

Ben en el mundo tiene como subtítulo "la continuación de El quinto hijo". Sin embargo pareciera que no lo es. Es decir: El quinto hijo termina con Ben adolescente, en medio de pandillas, y Ben en el mundo comienza con Ben de 18 años, cuando se ha ido de su casa. En ese sentido un libro sí es continuación del otro. Ambos conservan el mismo protagonista y antecedentes. Pero el aura de inquietud y misterio que rodea el primer libro desaparece en el segundo. Son la misma historia pero pareciera escrita por dos autores distintos.

El quinto hijo plantea enormes dudas sobre la maternidad, la paternidad, las relaciones de familia. ¿Qué pasa si un hijo nos causa aversión? ¿Cómo reaccionar ante un hijo que quiere matar a sus hermanos? ¿Qué hace una esposa cuando su marido rechaza a su propio hijo? Todas esas cuestiones de fondo desaparecen en Ben en el mundo, porque en este libro Ben no tiene familia. Su madre es un figurante que aparece en una página, cuando él la ve pero no le habla, y sus 4 hermanos se reducen a uno solo, Paul, que apenas se menciona.

En El quinto hijo es claro que Ben es raro, pero no se sabe por qué. Los médicos dicen que es normal y sano, así que el enigma se traslada al lector, que construye mil hipótesis alrededor de lo que puede ocurrir con el chico. En Ben en el mundo desde el comienzo se plantea la necesidad de explicar el misterio con frases como: 

"La anciana sabía que no era humano: No es uno de nosotros"

"No se parecía a nada que ella conociera"

"O se plantaba junto a la vaca, le echaba un brazo al pescuezo y pegaba su cara del animal y las ráfagas cálidas y agradables de su aliento, cuando volvía la cabeza para olisquearle, le parecían la bondad misma y le hacían sentirse seguro".

"¿Qué era Ben? Dormía en su cama, como todos los demás, empleaba los cubiertos, mantenía su ropa limpia, le gustaba la barba arreglada y el cabello cortado, y sin embargo no se parecía a nadie". 

En Ben en el mundo se explica que Ben es el Yeti, que tiene hombros anchos, caderas estrechas, barba tupida, mucho pelo, ojos a los que les fastidia la luz, un oído agudo y necesidad permanente de comer carne. Es entonces el eslabón perdido... Es como si su madre hubiese tenido un hijo que es una regresión en el tiempo, un hombre de las cavernas en pleno Siglo XX.

Sin embargo la novela no ocurre en clave de ciencia ficción, sino de drama realista, en el que los personajes que tienen gran relevancia para Ben de pronto desaparecen sin dejar mayor rastro y sin mayor explicación. Es como si la autora hubiese empezado a escribir el libro sin un rumbo claro y este hubiera ido apareciendo a medida que construía el relato, que salta de Londres a Niza, luego a Río de Janeiro y por último a Jujuy. 

El estilo de Lessing es el de narrar con acciones y pocas digresiones. Ben en el mundo plantea un duro cuestionamiento a los experimentos científicos con animales, pero no lo hace con discursos sino a partir de la descripción narrativa de un laboratorio científico. Su técnica no es la del monólogo interior ni la reflexión o el diálogo sobre sentimientos. Sus textos son narracciones cargadas de acciones, en las que los personajes viajan, caminan, pelean, se esconden. Y a partir de ahí el lector saca sus conclusiones.

Lessing publicó este libro en 2000 y ganó el Nobel en 2007. Es claro entonces que el jurado, y seguramente miles de lectores, encontraron en esta novela valiosos elementos narrativos, de estructura o de personajes. Yo leí primero El quinto hijo y me quedo con ese. El aura de misterio y suspenso que logra ahí es difícil de superar. 

Otras frases: 
Había algunas revistas, pero las personas de las ilustraciones y de las fotografías no eran amigas suyas y sabía que no lo serían nunca. 

El teatro atraía a Inés como sólo puede atraer a quienes no se han desviado en toda la vida del camino marcado desde el nacimiento. Se consideraba condenada a lo previsible.

todos guardarían silencio porque tenían demasiado miedo a perder el trabajo, sus preciosos trabajos, tan difíciles de conseguir.

veía a Teresa como podía ver a un ratón que decide erguirse sobre las patas traseras y amenazar a un gato.


Ben en el mundo
Doris Lessing
Editorial Punto de Lectura
2007 (primera edición 2000)
Traducción Angela Pérez. 
Bogotá.
269 páginas

miércoles, 15 de abril de 2015

El rey de Honka-Monka, de Tomás González

Antes de hablar de El rey de Honka-Monka contaré sobre su búsqueda. Después de haber leído todas las demás novelas y cuentos de Tomás González, quedaba la deuda con este libro, imposible de conseguir. Agoté las librerías que frecuento en Bogotá (Lerner, Madriguera del Conejo, Prólogo, Fondo de Cultura Económica, Nacional...) y como el libro sólo tuvo una edición por allá en 1987 y estaba descontinuado, el rastreo se orientó entonces hacia las librerías de usados (Babel, San Librario, Merlín... Palinuro en Medellín)... Nada, nadie lo tenía. Pregunté por él en Facebook y me recomendaron usar Amazon, DeRemate y otros sitios de venta y subastas por Internet. Nada... si lo quería leer debía hacerlo en una biblioteca pública, (prohibido subrayar) y devolverlo en ocho días.

La búsqueda duró más de tres años y por eso quedé paralizada, como si hubiera visto un fantasma, cuando de repente lo vi empacado y nuevo en un estante de Panamericana en Manizales (¡Panamericana!) a donde entré por casualidad y me dirigí como autómata a los estantes de literatura colombiana a rastrear el título perseguido y siempre ausente.

Punto de Lectura lo reeditó en enero de este año. En un mercado editorial en el que sale tanta basura de autoayuda, libros de coyuntura y recetas de cocina o para ser feliz, es una dicha que una editorial vuelva a publicar estos 5 cuentos en edición "revisada por el autor".

La búsqueda valió la pena. No entraré en la discusión inútil entre cuento, nouvelle y novela corta, pero hay cuentos tan largos y completos que uno termina de leerlos y siente haber conocido a una nueva persona y a su entorno. 

"Verdor", "aguaceros de mayo", "Viaje infinito de Carola Dickson", "Víctor viene de regreso" e "Historia del rey del Honka-Monka" (el cuento dice "del", pero el título del libro dice "de"...) son 5 cuentos sin mayores conexiones entre sí, salvo porque se trata de historias de cinco personas "venidas a menos". Gente que tuvo mejores momentos en su vida que el presente desde el que se arma el relato. 

Los escenarios también son distintos. En Verdor vemos la decadencia hasta el fondo de un pintor al que llaman Boris, en Nueva Orelans. Aguaceros de mayo nos presenta a don Eduardo, un profesor que debe salir de su pueblo montañoso y se reinventa una vida simple en un caserío a orillas del mar Caribe colombiano. Viaje infinito de Carola Dickson es la narración con tono de enigma y suspenso de una señora mayor que emprende un viaje fallido desde Nueva York por el Atlántico. Víctor viene de regreso, la historia más breve, (y a mi juicio menos intensa) también ocurre en Nueva York y cuenta de manera fragmentada y a dos tiempos la decisión de Víctor sobre si regresa o no a su país. Por último, la Historia del rey del Honka-Monka es el magistral relato (quisiera uno verlo en cine) de William, próspero y serio ejecutivo de saco y corbata que tiene una doble vida; la segunda más pobre y feliz: es bailarín de salsa con camisas brillantes de satín y boleros en un barrio popular.

A diferencia de otras obras de Tomás González, en estos relatos la familia no tiene en principio el enorme protagonismo de otras novelas. En cambio sí es constante la presencia de la naturaleza (mar, río, montaña, viento, frío, calor, trópico), como elemento muy condicionante de la acción y de los personajes.

Así como en Abraham entre bandidos en donde los personajes que aparecen en segundo reaparecen en algunos de los cuentos de El lejano amor de los extraños, así mismo algunos nombres o escenas que aparecen apenas mencionados en un cuento, cobran relevancia en otro. 

Unas pocas frases, no muchas. Para acercarse a estos maravillosos cuentos hay que leerlos completos.

Como pasa a veces con la gente silenciosa, él parecía certero cuando hablaba.

En lugares extraños sorprende a la gente la alegría.

Con el convencimiento de que los detalles eran valiosos y la paciencia, la mayor virtud en este mundo. 

una cama matrimonial grande, donde se vivió el tedio que durante mucho tiempo mantuvo a don Eduardo a salvo de calumnias y habladurías.

Don Eduardo reconoció por fin que el amor, como una enredadera, se le había regado adentro, feraz, por todas partes. 

Se plantó en su nueva tierra con el entusiasmo de los que regresan de la muerte.

Es como querer volver sin saber muy bien a dónde; algo en la periferia del ojo, que desaparece cuando uno trata de enfocarlo.

La idea era convertirlo en un sitio de moda. El sobrino de la esposa del socio acababa de terminar arquitectura y se dejó llevar tanto por la novedad del asunto que el primer proyecto casi tuvo plataforma de helicópteros. Hubo que bajarle los humos y ponerlo a diseñar exuberancias realizables, cosa que empezó a hacer sintiendo que su imaginación estaba siendo mutilada.

El rey de Honka-Monka
Tomás González
2014 (segunda edición revisada por el autor)
Bogotá
194 páginas

lunes, 19 de enero de 2015

Para antes del olvido, de Tomás González

Para los lectores atentos de Tomás González esta novela puede ser una curiosidad. Se publicó en 1987 y es "rara" en el conjunto del autor porque aunque tiene muchos elementos comunes a toda su obra (como la familia o el lenguaje seco y con humor) es distinta porque se trata de una novela histórica, que ocurre a varios tiempos, siendo el más antiguo el año de 1913, en Bogotá y Envigado, y luego se traslada a Europa para recrear la Primera Guerra Mundial.

En su construcción es una novela muy elaborada con tres personajes principales: Alfonso, basado en un tío del autor; Josefina, y León. El relato lineal podría ser el siguiente: en 1913 en Envigado Alfonso es un periodista-poeta que le da un único beso a Josefina. Luego se va para Bogotá y ya desde el viaje conoce a otra mujer, luego a otra y después otra más. Viaja a Europa pero la Primera Guerra Mundial lo hace devolver a Envigado donde reencuentra con Josefina y planea su matrimonio. Él viaja de nuevo a Bogotá y a los 15 días informa por carta que se casó con otra. Ella lo recuerda el resto de la vida y en 1977 cuando ya está vieja y postrada le cuenta su historia, entre lagunas de la memoria, a León, abogado que parece un álter ego de Tomás González.

Sin embargo, la historia no es lineal. La obra está construida en 43 capítulos cortos que tienen como título "Envigado 1977", "Envigado 1913", "Londres 1914" o "Bogotá 1915", entre otros, de tal manera que el relato va hacia atrás y adelante en el tiempo y cambia de escenarios frecuentemente. 

La narración es escasa en diálogos y rica en humor fino, contenido, dosificado. El humor que caracteriza los relatos de Tomás González (con excepción quizás de Temporal) Un humor negro e inteligente, cercano a la sátira.

Esta novela es una obra sobre lo que no se dice... León trata de reconstruir la vida de Alfonso a partir de sus diarios pero no están completos, y la vida de Josefina a partir de sus recuerdos pero su memoria es intermitente. Nadie hereda los recuerdos de nadie. Al morir desaparece la memoria. León corre contra el tiempo para recuperar una historia antes de que la muerte la sepulte en el olvido. Y la historia se construye con grandes baches que quedan como enormes enigmas que abren paso a la imaginación.

Tomás González es un maestro en muchos aspectos. La construcción de personajes, las descripciones perfectas con tres pinceladas, el dominio del lenguaje, el ritmo, el humor. Es una lástima que su volumen de cuentos El Rey del Honka Monka, no se haya vuelto a editar y sea hoy por hoy el único libro de este autor que resulta imposible de conseguir.

Algunas citas:
Características suyas eran la manera maniática de hacer lavar la carne antes de freírla, el odio por los negros, el odio por todo lo que fuera o pareciera débil, y la habilidad para enemistarse con los miembros de su propia familia.

La española partió un pedazo de pan, le puso una inundación de mantequilla y lo integró a su cuerpo con un hermoso resplandor de dientes. 

el ruido que las gallinas emitían le había traído ráfagas momentáneas del bienestar intestinal que los entendidos conocen como "ser feliz".

No es que estés adelantado a tu época; yo diría que estás fuera de época, sea la que sea.

Parecía como si las llamas hubieran quemado el aire mismo, aniquilando hasta las raíces del sonido y creando un profundo lago de silencio.

Años más tarde, siguiendo la tradición de una tierra donde la historia en gran parte se construía destruyendo, fue demolida y en su lugar se levantó una masa gris y tenuamente carcelaria.

Y cuando uno se le acercaba sentía cierto olor, demasiado ambiguo y persistente para ser imaginario, que subía al parecer desde sus medias.

Y aquella pluma se silenció, ciertamente, pero por culpa del coñac y no del nuncio. O tal vez del escepticismo general sobre las posibilidades de civilizar aunque fuera un poco aquel país de sacristanes.

Lo que pasa, Fina, es que seguís funcionando como por impulso. Hay cosas que ya se pararon, pero las demás empujan. Morirse es tan largo como vivir.

A pesar de su título de abogado, nunca había necesitado agredir o violentar a nadie.

Siempre le había llamado la atención el modo como la vagancia encontraba ejemplares casi puros (él mismo, para no ir muy lejos) en cada generación de pujantes antioqueños.

Si la libertad de prensa no era la primera de las libertades sí era la base y condición de las otras.

Al fin y al cabo la gente joven, potencia pura, contiene en su germen todos los oficios del mundo. 

Comulgan por la mañana y empiezan a robar apenas salen de la iglesia.

Hay personas que inmediatamente después de muertas crean una resonancia mucho mayor que la que jamás lograron mientras estuvieron vivas.

Supo entonces que todas las palabras son inútiles, que la muerte es sólo eso y no admite metáforas, no tiene en su instante belleza alguna ni otro consuelo distinto de su fugacidad, calidad que comparte con el amor y la vida misma.

se ensimismaba en el recuerdo de la imagen de los inmensos cementerios simétricos donde las naciones civilizadas habían sepultado a sus millones de muertos, cubriendo su infamia con una racionalidad de geometría, una máscara de olmos perfectos, prados lindos y jardines florecidos.

Para antes del olvido
Tomás González
Punto de Lectura
Bogotá
1987
257 páginas


domingo, 1 de diciembre de 2013

Al diablo la maldita primavera, de Alonso Sánchez Baute

El lenguaje desbocado, desaforado del personaje es el imán que agarra al lector desde la primera página de esta novela. Un protagonista entrañable del mundo gay de Bogotá, aunque lleno de defectos: mentiroso, vividor, conchudo, mantenido, superficial, holgazán, interesado, etc... que sin embargo cautiva con su conocimiento general sobre temas vacuos, su facilidad de labia y su desparpajo.

Se trata de una novela sobre el mundo gay de Bogotá, pero también de una novela sobre el habla, sobre la oralidad. Está escrita a la velocidad en la que conversa el narrador, Edwin Rodríguez Buelvas, y en la forma que habla, que es saltando de un tema a otro, y luego a un tercero, para regresar al primero, mezclando en la conversación canciones populares, actores de cine, citas de la revista Vanidades y chismes de farándula. Una novela muy entretenida, muy bien escrita, que cuenta con humor el drama de la soledad y la incomprensión del mundo gay. Un mundo que incluye discotecas, bares, gimnasios, el Carulla de la 64, Apolos, saunas, jacuzzis, turcos, fiestas, el Parque Nacional, los baños de Granahorrar, el Terraza Pasteur, y toda una geografía de los puntos de encuentro gay de Bogotá. 

Algunas frases (el libro tiene numerosas frases dignas de subrayarse):

No pienso detenerme un minuto a contar cosas sobre mi niñez o adolescencia, ya que hará marras que aprendí que la sensibilidad no es más que vulnerabilidad aprovechable.

desde que era un pelaíto yo entendí que mi rollo era con los hombres y, por lo tanto, sería la oveja rosada de la familia. Y supe además para entonces que la vida es dura y la gente es mala.

Quien me conocía no podía dejar de hablar de mí, generalmente mal, lo cual es muy bueno porque eso demuestra que uno va un paso más adelante en esta vida.

La soledad es una constante homosexual.

Y yo me pregunto: ¿para qué diablos sirve una tragedia si no puede ser contada?

y sobre mi familia que ha comido en bandeja de plata por más de tres generaciones.

al tiempo que veía una larga fila india de hormiguitas que se metían en un hueco en la tierra, y jugué un rato esparciendo la arena sobre la entrada al nido, viendo salir aterradas a las hormiguitas. Pensé entonces, medio divertido, que definitivamente los gays somos como las hormgas: si nos tapan el huequito nos enloquecemos.

para poder sobrevivir a la soledad de la vejez, que es la peor de todas las soledades.

siempre es bueno que hablen de uno, y si es mal, mejor, porque eso significa que uno está haciendo bien las cosas y está ascendiendo e imponiéndose sobre todo el mundo.

después de la tempestad viene la calma, pero hay que ver lo rica que es la tempestad.

muchos de estos prejuicios provienen es de las religiones, que son el instrumento perfecto de la creación humana para joderse la vida.

Por eso, macho yo, que soy tan pasiva, pero al menos tengo el coraje de acostarme con quien me dé la gana y llevar a cabo cualquier fantasía que se me cruce por mi bello cerebrito sin necesidad de vivir temeroso ante el qué dirán.

un culo lo más de espectacular con los tres itos: redondito, paradito y durito.

Bogotá, donde uno podría fácilmente ser feliz si no fuera por la envidia de la gente.

!Primero tuerta que con lentes!
!Primero calva que con trenzas!

del amor que aprendí a sentir por mí mismo, que es el único que nos permite amar a los demás.

preocuparse no es más que anticiparse a un problema que muy posiblemente no llegue a existir jamás.


Al diablo la maldita primavera
Alonso Sánchez Baute
Editorial Punto de Lectura
2003
276 páginas

domingo, 18 de agosto de 2013

Los caballitos del diablo, de Tomás González

A Tomás González le gustan las historias íntimas de familias. Son historias familiares, más que de parejas, las de Abraham entre bandidos, La historia de Horacio, La luz difícil y también ésta que cuenta en Los caballitos del diablo.

Esta es la contra-cara de Primero estaba el mar, la primera novela de Tomás González que narra la historia de J. y su esposa Elena, que se van a vivir a Turbo, con un desenlace fatal. Los Caballitos del Diablo es la historia del hermano de J., del que no nos dicen su nombre, y su esposa Pilar.

La novela empieza cuando el hombre consigue cuatro cuadras de tierra y empieza a sembrar y a construir la casa. El hombre siembra, Pilar pinta, teje telares, decora, y así construyen su pequeño Paraíso, mientras abajo en la ciudad hay humo, ruido y muertos que aparecen botados en la carretera, cada vez más cerca de su finca.

La casa crece, las matas crecen, los árboles se tupen. Los silencios también crecen, las visitas disminuyen y el pequeño paraíso pasa a ser una especie de encierro en el que el protagonista se exilia, o se resguarda del mundo exterior.

Aunque por la historia, esta novela es la otra cara de Primero estaba el mar, por la narración y el tono podría decirse que es la antítesis de La historia de Horacio. Ambas son historias rurales, que ocurren en fincas cercanas a la ciudad, pero mientras en la historia de Horacio hay vitalidad y humor en cada página, en esta novela hay un tono grave, misterioso y sombrío, así como su protagonista.

Los caballitos del diablo son una especie de libélulas, que en alguna parte del libro se registran con su nombre científico y detalladamente descritas, como cada animal, árbol, flor, fruta que aparece en la finca. De los caballitos del diablo dice el narrador que "se mantiene en el aire como en equilibrio". Como en un difícil equilibrio se mantiene el protagonista, entre sus culpas y perturbaciones interiores, en contraste con la paz que ofrece su pequeño paraíso construido.

El libro es una historia íntima de familia, construida en buena medida a partir de lo que no se dice, de lo que se calla. Y tiene como telón de fondo la violencia que aparece al principio ligeramente insinuada y a medida que avanza la narración con una presencia más concreta y cercana. El escritor recurre a un párrafo que se repite como "leitmotiv" a lo largo del libro, y que con distintas variaciones describe la ciudad de "allá abajo" y la forma en la que la violencia se va apoderando de la atmósfera.

A continuación las frases habituales en este blog, en las que se evidencia otra vez, como es costumbre en González, la economía de lenguaje y la descripción precisa, con sustantivos.

"Muchos años como veterinario del matadero municipal, donde había oído mugir cientos de miles de reses bajo el martillazo eléctrico; donde había visto, palpado, olido correr ríos de sangre, lo habían acostumbrado a considerar la vida desde su orilla más intensa".

"Cuando en su presencia se criticaba a alguien, Hernán se abstenía de tocar el tema. Ni siquiera decía que él no era nadie para juzgar a nadie, sino que hablaba de los indios pantágoras o de lo que fuera, al parecer indiferente a lo que no tuviera que ver con biología, antropología, geología, anatomía, el mar, animales, fenómenos climáticos, selvas tropicales, la Gran Explosión, galaxias, planetas o cavernas con murciélagos".

"-Yo no creo que podás mirar lo de Emiliano como un robo (...) A estas vainas se les llama faltas de ética,  cierto? Falta de ética en los negocios es una cosa; robo, robo, es otra".

"Ahora había empezado a hablar como si fueran los hechos mismos los que hablaran, sin lágrimas, irrefutables como las piedras".

"Esa mujer es como un palo. Tiene más sentido del humor una galleta de soda".

"Se sabe que tiene talento (...) pero nadie sabe para qué".

"Era un noviazgo lento, casi inmóvil, en el que, como sucede con los pájaros y el sol, se repetían gestos y rutinas a cada atardecer".

"El menor seguía viviendo con un sistema como de guerra de guerrillas: aparecía un rato en un sitio y antes de que quienes lo acogieran pudieran siquiera sentir como un peso su presencia, ya había metido libros y medias al morral y se había ido a alojar donde otro amigo. Eso lo hacía parecer flotante, indefinible".

"Para qué saber tanta carajada. por el sonido (...) Por la belleza del sonido. Libros redactados por los notarios de Dios; y la suya es la redacción musical de los notarios de Dios".

"Los muertos que aparecían cada mañana en zanjas y pastizales, en lotes, en las mismas pistas del aeropuerto o debajo de los puentes, disminuían a veces, como las mareas, y la gente se hacía la ilusión de que por fin los tiempos sombríos tocaba a su fin. Pero entonces algo pasaba, los asesinatos volvían a empezar y la gente debía otra vez luchar por no dejarse llevar por la falta de esperanza y ser capaz de disfrutar del pedazo de piña en un parque en un día de sol, por ejemplo, o de las bocanadas de olor que salían por las puertas de las carpinterías".

"La vida era muy corta para despilfarrarla en abogados".


Tomás González
Los caballitos del diablo
2003
Punto de Lectura
160 páginas

domingo, 29 de enero de 2012

La historia de Horacio, de Tomás González

Esta novela es la historia de una familia, de los miembros de una familia, como lo es Cien años de soledad, pero La historia de Horacio puede ser la antítesis de Cien años de soledad: acá no hay realismo mágico, no hay personajes que se vayan volando al cielo ni mariposas amarillas. No pasa nada extraordinario, excepto la vida misma, cotidiana y natural, que pasa a través de las páginas en donde aparentemente no ocurre nada: Horacio tiene una vaca que queda preñada, luego otra; a la primera se le muere el ternero en el parto, la otra sí logra tenerlo. Horacio compra un Volkswagen, se lo decomisan; su cuñada Martica vende cremas a las amigas en su casa y todas se hacen mascarillas; Horacio va de visita a las casas de Elías y Álvaro sus hermanos, o a la de Eladio su cuñado, y éstos a su vez lo visitan a él; Horacio patea al perro Cupido, Jerónimo su hijo dice palabrotas y se va a jugar con caucheras con su primo David. Carlina la empleada de la casa amanece con un trapo rojo en la frente porque tiene dolor de cabeza; Horacio compra antiguedades que acumula en el garaje; Jerónimo otra vez pierde el año. Horacio fuma mucho y se preocupa demasiado por todo lo que ocurre.


Y así, entre hermanos, vacas, perros, árboles, primos y cuñadas, fluye la vida de Horacio directo a la muerte. Porque La historia de Horacio es la historia de la muerte de Horacio, el menor de los hermanos, papá de 1 hijo y un reguero de hijas, lleno de vida, fumador empedernido, que no sobrevive al cuarto infarto y muere con menos de 50 años. 


El autor desde el comienzo va anunciando la muerte que se avecina, pero no como la gran tragedia que es, sino como algo natural, tan normal como el ternero que se muere o el carro que decomisan. Cosas que pasan en las familias y mientras ocurren hay un tránsito permanente de gente en la casa y una cantidad enorme de conversaciones y de pequeñas diligencias cotidianas que no dan tiempo ni ocasión para grandes muestras de afecto o concienzudas cavilaciones sobre la vida, la muerte o la felicidad. No: la vida y la felicidad es lo que pasa en cada una de las páginas y la muerte es algo natural que puede ocurrir antes o después del almuerzo, en medio del barullo.


Es una novela entrañable, con un lenguaje simple, lleno de groserías y dichos paisas que sirven para contar una historia sencilla ubicada en los años 60 en una casa rural de Antioquia. Es un libro biográfico en el que Tomás González se representa a sí mismo en David, el primo de Jerónimo el "boquisucio", e incluye a su vez a su tío, el escritor Fernando González, en el personaje de Elías. Una novela que se lee con afecto por cada uno de los personajes.


Acá van las frases:


"Y explicame, ¿para qué da tanta vueltas, si todo está tan claro? Dios es Dios; Satanás es jodido, cojea y tiene rabio prensil. Y uno hace lo que puede".


"A Horacio la muerte siempre lo había obsesionado. A veces solo, a veces con Elías, acostumbraba asistir a entierros, muchas veces de gente desconocida. La imagen de la viuda arrojándose al cajón para impedir que atornillaran la tapa, la de la negrura ilimitada del hueco que precedía al último ladrillo o la de los huérfanos gritando "!mamia, mamita, no nos abandonés, mamita" tenían un poder para electrizarlo que no parecía menguar".


"Cuando entraba a la casa, por ejemplo, podía ir a la cocina y tocarle las nalgas a Carlina para que lo persiguiera con una escoba por todos los cuartos; o iba al cuarto de las niñas y se tiraba un pedo enorme, aunque ficticio; o les ponía en las almohadas vómitos de caucho o excrementos de caucho en las sillas del comedor...
Elías y Horacio sonreían.
- Traen su fríjol y todo las tales mierdas, hombre Elías. Y su par de moscas".


"Perder otra vez el año le importó muy poco, sin embargo.
- Años hay muchos -dijo".


" - Maestro, ¿Colombia, en su desarrollo total, se encuentra en la niñez, en la madurez o en la decadencia?  -preguntaron.
(...)
- Se encuentra en la sima del hoyo -les dijo Elías. 
(...)
- Los gobernantes la han prostituido con empréstitos y regalos de sus amantes ricos, y cada vez la prostituyen más. Ha progresado mucho, cierto, hacia la sima -dijo Elías".


"Llovía a cántaros y el mundo estaba mohoso y desapacible, como si ya fueran a empezar a bajar los ángeles del Juicio".


"A esa no se le arrima ni el paludismo".


"Con Martica cualquier cosa podía pasar en cualquier momento. Una vez contó, por ejemplo, que una amiga pensaba hacer un viaje primero a París y de allí por tierra a Londres. Si uno sabía esperar y la dejaba hablar resultaba casi inevitable que saliera con algo grande".


"-La vida le llega demasiado intensa -dijo Elías-. Y lo está matando".


"La muerte del hombre que se ha gastado bien, como leño a fuego, es apacible", escribió en su libreta. "Del cuerpo viejo y consumido, el alma se eleva como el sol por la mañana. Pero la de aquel que todavía está demasiado vivo es lo más horroroso que pueda presenciarse sobre la tierra".


"Las mujeres condenadas a padecer a cierto tipo de hombres estrafalarios cumplen tanto su destino maternal que nunca envejecen".


"Los tres hermanos, todos con propensión al infarto, uno convaleciente de infarto, esperaban, fumando, al hijo de Belcebú".


"le había aconsejado que viviera bien cada segundo, que cuando leyera el periódico sólo leyera el periódico y no pensara en nada más, que cuando le picara plátano a las vacas no pensara en otras cosas, que se mantuviera enteramente presente en cada instante y no moriría jamás".


"las mujeres lo miraban como mira el ganado pasar a la gente que camina por los pastos".


"oíste Margarita, ¿a vos no te parece que los muertos de corbata se ven como muy güevones? ¿Qué creen los parientes? ¿Que los están mandando a gerenciar un banco? Más vale que le pongan a uno la piyama y la levantadora".




.






Tomás González
La historia de Horacio
Punto de Lectura
Bogotá
1997
203 páginas