domingo, 15 de enero de 2017

La ciudad ausente, de Ricardo Piglia

Murió Ricardo Piglia el pasado 6 de enero y, como a veces hago cuando muere un escritor, busqué en la biblioteca para ver si tenía algún libro suyo que hubiera comprado en el pasado para leer "un día de estos". La muerte de los escritores me apura siempre a leerlos, antes de que me coja la mía sin que haya llegado "el día de estos". Es mi forma de homenajear su memoria.

Por eso desempolvé La ciudad ausente, aúpada además por la cantidad de reseñas elogiosas que se publicaron después de la muerte de Piglia, de su personaje Emilio Renzi que se menciona al comienzo de La ciudad ausente, y de sus grandes aportes a las estructuras narrativas. Pero como es mejor leer directamente a los autores, antes que a los reseñistas, me adentré en las páginas de La ciudad ausente. Y cuando iba por la mitad del libro tuve que buscar a los reseñistas como tabla de salvación, para tratar de entender lo que estaba leyendo.

Piglia no es fácil. La ciudad ausente es densa. Exige un conocimiento de la historia argentina, la política argentina y las letras argentinas que no tengo. Por eso creo que apenas pude entender la mitad de lo que leí, pero por una fuerza que provenía de las mismas páginas, me forcé a terminar. No entendí mucho, pero sí entendí que este libro plantea un juego lingüístico profundo y arriesgado, lleno de referencias que van desde Macedonio Fernández hasta Joyce y que confronta la forma en la que la lengua evoluciona. Es una especie de ensayo  sobre el lenguaje, los textos y la lingüística en clave de novela.

La historia limita con la ciencia ficción: hay una máquina, una especie de autómata, que produce textos. Los traduce pero no en un sentido literal sino que los adapta a otra lengua, y así mismo produce textos. La novela mezcla la historia de Junior, el periodista que busca la máquina, con los textos que la máquina produce, y que van desde reflexiones sobre la lengua hasta fragmentos de cuentos, mezclados con referencias en clave a la dictadura de Videla, la guerra de las Malvinas, las torturas y Perón.

Los personajes apenas se dibujan, así como la ciudad. Buenos Aires aparece como una ciudad ausente. La historia ocurre en espacios cerrados, hoteles, cuartos, museos, estancias rurales, pero a puerta cerrada. Los personajes están solos. Junior los busca uno por uno... no hay encuentros entre más de tres personas. Creo que esa puede ser una de las claves de La ciudad ausente: es una metáfora sobre lo que falta, lo que no aparece en esta novela, que se ubica en una época política en la que decir, nombrar, era peligroso, y por eso era necesario entender a partir de los silencios.

Algunas frases:
"Consiguió un puesto y aterrizó una tarde en el diario, con su cara de alucinado, y Emilio Renzi lo llevó a recorrer la redacción para que conociera a los otros prisioneros".

"Al principio pensaron que trabajaba para la policía, porque publicaba las notas antes de que los hechos se hubieran producido".

"Sería mejor que el relato saliera directo, el narrador debe estar siempre presente. Claro que también me gusta la idea de esas historias que están como fuera del tiempo y que empiezan cada vez que uno quiere".

"Nunca se sabe si una persona es inteligente o si es un imbécil que finge ser inteligente".

"En este país los que no están presos trabajan para la policía. Incluidos los ladrones".

"La primera obra, había dicho Macedonio, anticipa todas las que siguen".

"(Forma parte de la serie de los Aquenó, dijo Macedonio. Los Aquenó: ¿Qué son? Son aquellos aparatos a cuyo funcionamiento precede siempre una expectativa incrédula".

"Me acuerdo que ella era seria y apasionada y que nunca sonreía, quizá porque conocía el futuro".

"El tratamiento consistía en convertir a los psicóticos en adictos. Las drogas se administraban cada tres horas. La única manera de normalizar un delirio era construirle una dependencia extrema".

"—El que tiene poder, si tiene poder, quiere que lo miren.
Porque la política es un espejo dijo el otro. Caras y caras que aparecen y se miran y se pierden y son sustituidas por otras que aparecen y se miran y se pierden".

"Narra lo que conoce, nunca anticipa".

"La verdad es un artefacto microscópico que sirve para medir con precisión milimétrica el orden del mundo".

"Siempre tenía calor y todos le tenían lástima, porque un hombre que no coincide con el clima parece loco".

"A veces erraba. Pero si erraba pensaba que errar había sido una decisión".

"Vino a hacer un Museo en este pueblo perdido, en medio de la indiferencia general. A nadie le interesa el pasado aquí, todos vivimos en el presente. Si todo sigue igual desde siempre, para qué guardar los restos de lo que no ha cambiado".

"Era conmovedor escucharla hablar, porque parecía amar a una sombra, a un hombre que había cruzado por su vida un instante y la había dejado en el recuerdo".

"La lengua es como es, porque acumula los residuos del pasado en cada generación y renueva el recuerdo de todas las lenguas muertas y de todas las lenguas perdidas y el que recibe esa herencia ya no puede olvidar el sentido que esas palabras tuvieron en los días de los antepasados. la explicación es simple pero no resuelve los problemas que plantea la realidad".

"Todas las obras maestras duran lo que dura la lengua en la que fueron escritas. Sólo el silencio persiste,  claro como el agua, siempre igual a sí mismo".

"Los que persisten en la elaboración del diccionario lo consideran ya un manual de adivinación".

"Un médico es siempre un fracasado, sólo es cuestión de darle tiempo. Jamás salvaron a nadie de la muerte".

"El que ha perdido a la mujer amada queda como el hombre al que le estalla una bomba en el cuerpo y no muere".


La ciudad ausente
Ricardo Piglia
Editorial Sudamericana
Buenos Aires
1992
178 páginas

Punto de encuentro (selección de columnas), de Orlando Sierra Hernández



Una de las grandes diferencias entre periodismo y literatura, además del tema de la ficción y la verdad, está en la vocación perecedera del primero. El periodismo se escribe a la velocidad del cierre de edición, se mueve al vértigo de la información, se alimenta de la actualidad y no puede darse el lujo de esperar años para publicar un texto pulido, como sí lo pueden hacer los novelistas. Ya lo dijo el cronista Héctor Lavoe: para qué leer un periódico de ayer.

Por eso brillan las piezas periodísticas que resisten bien el paso del tiempo. Dado que su objetivo inicial fue la de informar o comentar sobre hechos recientes o inmediatos, es maravilloso cuando pasada la coyuntura que suscitó un texto éste sigue siendo atractivo para los lectores: bien sea porque quien lo escribió tuvo la lucidez para identificar, describir o nombrar fenómenos de largo aliento, o porque la calidad en el manejo del lenguaje permite el deleite de la lectura amena sin la presión de la fecha de vencimiento.

Ambas características tienen las 140 columnas de Orlando Sierra Hernández reunidas en Punto de encuentro, selección de columnas, el libro que publicó el diario La Patria de Manizales en 2002, apenas unos meses después de que su autor, que ocupaba la subdirección del periódico, fuera asesinado por orden del político del Partido Liberal, Ferney Tapasco González, quien fue condenado en 2015 por este atroz crimen.

Las columnas de Punto de Encuentro siguen siendo vigentes por varias razones. Hablan de la "Demosincracia", como la llamaba Orlando, es decir la falta de democracia que hace que la cosa pública se limite a una repartija de prebendas entre unos cuantos caciques interesados en perpetuarse en el poder. También hablan de la corrupción, la necesidad de que Caldas se conecte con el país y el declive del departamento. Todos estos temas vigentes.

Pero además hay un segundo grupo de columnas que son divertimentos del autor: textos sobre el chicharrón, el amigo secreto, las cartas y poemas de amor, la muerte de la mascota, los toros, el periodismo y la literatura. Columnas atemporales, escritas con humor y sapiencia, pues Orlando era un excelente lector y gestor cultural, que con frecuencia citaba en sus textos a escritores, pintores y músicos, sin que jamás sonara pedante. Lo suyo era la sencillez.

Ojalá este libro editado en 2002 se reeditara, porque hoy es prácticamente imposible de conseguir. Ojalá también se editaran selecciones de otros géneros periodísticos en los que Orlando fue brillante, como la entrevista y la crónica, en los que también mezclaba lo cotidiano y el humor con la agudeza de su capacidad analítica e incluso su intuición casi profética, que lo llevó a escribir textos como éste, un mes antes de su muerte, que se parecen tanto al bíblico Padre, aparta de mi este cáliz: "No me lo ha dicho una pitonisa, no me he hecho leer las cartas, no he consultado aún la línea astrológica de Mauricio Puerta, no me ha pintado un panorama negro ningún adivino con su bola futurista. Es simple intuición, es algo tenso en mis músculos, la saliva espesa que me rellena la boca, como si fuera una golosina de sal (...) La verdad, si pudiera saltármelo en garrocha, pasaba por encima del 2002 y aterrizaba en el 2003. Pero como no puedo, cumpliré con el ritual".

Por lo pronto, algunas de las frases de Punto de Encuentro, que evidencian la vigencia de este escritor, de quien hay que decir hoy lo mismo que gritábamos el día de su sepelio: Orlando Sierra está vivo. 


Sobre política, democracia y Caldas
¿Y ahora que viene?, marzo 20 de 1994: “Quieren ahora las aceitadas maquinarias de siempre, echar a perder los nuevos motores de la política en Caldas. Y para ello la estrategia será cerrarle los espacios de poder a los nuevos a fin de dejarlos dependiendo del voto de opinión, que como se sabe es veleidoso”

Urge un buen candidato a alcalde,abril 3 de 1994: “sería muy importante que los dirigentes nuestros pensaran con cerebro de manizaleños y no con calculadora electoral. Cierto que su triunfo no está precisamente para quedarse en sonrisas: pero sí han de imponerle a la ciudad un alcalde, que por lo menos no sea alguien con un cerebro con cinco hemisferios: los dos naturales y los que interpretan los pensamientos y deseos de los senadores Yepes, Giraldo y Barco”.

Sobre cómo escogí por quién votar, junio 19 de 1994: “No me dicen nada los partidos, entre otras cosas porque para mí son entelequias. No existen, sencillamente. Ellos son grupos de caciques adinerados aquí y allá, agrupados según intereses y dispuestos a ganar elecciones. Montoneras de lado y lado. Lejos estamos de tener organizaciones serias, estructuradas, de programas, de idearios”.

Lazos familiares, julio 16 de 1995. “Si son los Yepes tan brillantes, tan solventes profesionalmente, tan calificados, ¿por qué diablos no se realizan en el sector privado en vez de devengar a la sombra del erario? No soy antiyepista como podría aparecer. Soy “antinepotista”.

Oposición conservadora: mamola, agosto 20 de 1995: “Hace rato que en Colombia no existe oposición política. Desde el inicio del Frente Nacional. Claro que tampoco existe mucha política pues las diferencias ideológicas desaparecieron entre los partidos y quedó para la escogencia de pertenencia el gusto cormático: azul o rojo. Eso es todo. Hace rato que al país lo divide el consenso. Acrítico de pupitrazo de emociones, para rodear, para sostener, para defender un consenso del estamento. Aquí la crítica es sinónimo de conspiracipon, de conjura, mejor la sonrisa condescendiente de la aceptación y participar de las dádivas del poder”.

A propósito del presidente de la Asamblea, marzo 17 de 1996: “Resultaría muy cómodo echar toda la responsabilidad de cuanto sucede a la clase política. La doble moral no sólo está en servidores públicos, también abarcan amplios sectores de la sociedad (…) Es facilista y pusilánime una “indignación” que no pasa de una llamada telefónica a la dirección de un periódico. Por ese camino, tendremos siempre a los congresistas respaldando a este u otros Tapascos”.

Esas cosas del Concejo, febrero 15 de 1998: “Cuando se trata de festinar recursos, nadie es tan maniancho como el sector oficial. Y la explicación es simple: no le duelen. Tal es el caso del Concejo de Manizales. Acaba de nombrar un grupo de asesores y supernumerarios que es monumento a la desfachatez. En él, lastimosamente, tocan trompetas algunos periodistas”.

Apuntalemos la democracia, marzo 8 de 1998: “mucho dinero se ha movido para estos comicios. Dinero sobre todo. A montones, a raudales y en muchos casos gastado de maneras non sanctas. (…) Para comprender este hecho (el del dinero) he construido un axioma simple que permite entender buena parte del discurrir político actual: poder + dinero = elección. En el caso de Caldas, no cabe duda que por esta vía por lo menos cuatro senadores son fijos. Tienen dinero, burocracia, clientela, fondos de cofinanciación, alcaldes que les respaldan. Esa es la estantería en que sustentan sus curules”.

La gallina de los huevos de oro, nov 29 de 1998: “Me preocupa que lo que la Licorera produzca, sea lo que se gasta, porque ese es el detalle. Nuestros políticos son voraces pirañas. De modo que ya veo venir, por cortesía de esos dividendos, crecimientos de planta de personal, sueldos de jeque para algunos, nóminas paralelas en ciertas dependencias”

La corrupción “justa”, febrero 29 de 1999: “Hace poco un grupo de ingenieros contratistas se quejaba de lo que acontece en Manizales. Según ellos los están ahorcando con lo que denominan el “peaje” o “vacuna” que deben pagar a sus fichas en la administración. Del 8% ó 10% de coima que debían pagar tradicionalmente, ahora les están disparando por el 20%”.

Las asambleas y su inutilidad, mayo 2 de 1999: “La Asamblea de Caldas sin ir muy lejos es un reducto de inutilidad, un nido de democracia, una trinchera de politiquería. De modo que sobra. Como sobran todas, pues desde que entró en vigencia la Constitución de 1991 su papel es simbólico, aunque no así los ingresos de quienes la integran”.

Por los viejos concejos, mayo 23 de 1999: “Antes la política tenía una condición lamentable. Era el ejercicio de las tres E: empobrecía, ennegrecía y embrutecía. Lo primero por razones de honestidad, lo segundo por aquello de estar más en la chicha que en el whisky y, lo tercero, por las dos anteriores. Ahora es al contrario: enriquece, blanquea e ilumina”.

La corrupción en tiempos de crisis, agosto 1 de 1999:“Si la corrupción en Caldas se pudiera medir en la escala de Richter el registro sería idéntico al de un terremoto de no menos de 6,5 grados con epicentro en los pies de la mayoría de los políticos y con réplicas en funcionarios públicos venales y compinches del sector privado, ídem.

Los candidatos cívicos, julio 2 de 2000: “Los caciques políticos de la comarca, en su celo, no permitieron nunca que acá surgiera una nueva dirigencia. No hubo una generación de relevo; sí una generación de lacayos. Hombres y mujeres que con tal de alcanzar un cargo, igual hacían el decreto que les ordenaban”.

La pregunta por la paciencia, mayo 20 de 2001: “No nos engañemos. Lo que más preocupa a los congresistas es su reelección. Su afán no es buscar mejorar el país, sino seguir yendo al Senado o la Cámara, mantener la clientela y continuar con los privilegios y la corrupción. De modo que en rigor no son muchos los que buscan una curul para servir al país, como los que lo hacen para servirse de él”.

Sobre periodismo y medios
¿Por qué voto por Andrés?, 30 de octubre de 1994: “Soy del criterio de que los columnistas, que no los medios en sí que se deben a la objetividad, no podemos ir con medias tintas a la hora de las definiciones. Nuestros lectores tienen derecho a saber cuáles son nuestras preferencias, en temas de interés público. Lo decía ese gran escritor y ensayista que es Carlos Fuentes: “es preferible equivocarse en público en cosas que atañen a todos, que acertar en privado”. Por eso en este día de elecciones, doy a conocer el que será mi proceder de votante. Aclaro que no busco influenciar a nadie; tan solo dejar mi testimonio”.

La iglesia va al grano, 2 de abril de 1995: “si en algún lado se manejan las relaciones verticales de poder, esa es la Iglesia. Por todo esto, discrepo del Director de este Diario”.

La función crítica, nov 17 de 1996: “Me anima la idea expuesta por Ortega y Gasset como función del intelectual: pensar en contra. Y no por el prurito de llevar la contraria, sino como un acto de alerta y porque es modo de mantener la inteligencia no dependiente o por lo menos no sumergida en la comodidad que da el pensar y ver las cosas como la mayoría (…) Escribir en un medio masivo es tener una especie de liderazgo y por tanto no puede ser un ejercicio pasivo o contemplativo. Tiene que darse con independencia de carácter y de modo directo (…) Por eso este espacio, con sus más y sus menos, quiere la mayor parte del tiempo (a veces nos damos el ancho de ser juguetones y regalar unas líneas que aspiramos sirvan de esparcimiento) contrariar las convicciones simples y los estados de quietud que permiten que se mantenga el statu quo. No es este un “punto de encuentro” con la transigencia y aunque dudo que lo sea con la grandeza, si sé que no lo es por lo menos con la mediocridad o la imbecilidad”.

Esas cosas del Concejo, febrero 15 de 1998: “Unos contratos de mediocre pago a unos periodistas y una “vacuna” publicitaria a otros, son un estupendo mecanismo de conseguir algunos objetivos propagandísticos electorales a costa del erario. Ingenioso el asunto. Nuestra profesión es para el servicio de la comunidad, no para que los poderosos se entronicen aún más. ¿Por qué aceptan algunos periodistas participar de lo que generalmente critican: la contratación indiscriminada y abusiva de funcionarios en la administración? (…) No he sabido de nadie que pagado por la fuente, pueda emitir mensajes confiables sobre ésta”.

Periodismo y poder, sept 10 de 2000: “tengo a veces la vaga sensación de que mucho de cuanto oímos, vemos y leemos, no es del todo verdad. Que en lo que se dice por el micrófono, se ve en la televisión o se lee en la prensa, se cuela a veces algo que no corresponde con los hechos y por la que le untan la mano al comunicador falsario. Las mentiras que hermosean lo feo, limpian lo impuro, acallan lo perverso, hay que pagarlas al fin y al cabo. Yo no sé quién esté en las listas, aunque sospecho. Pero de todas maneras el periodismo que se pliega al poder, deja de serlo. Uno se puede equivocar, y de hecho se equivoca a veces, pero por lo menos intenta mantener un alma digna. Cuando se equivoca adrede porque va por lo bajo la canonjía, la prebenda, el sobre, entonces se es un mercachifle. Nada más”. 

Sobre literatura
Amigos secretos, sept 11 de 1994: “Este año pido, exijo, reclamo, que me regalen una novela. Ni muy larga, ni muy corta. De buen puntaje de letra (es decir de letrica grande), que no sea tan descriptiva como algunas novelas inglesas, ni tan embrolladas como las del francés George Simenon. Menos aún una novela de costumbres. Tampoco una novela de ciencia ficción. Las que cuentan historias de gente metiendo droga no me gustan. Una novela negra pudiera ser. En todo caso que no sea de Chandler. Son buenísimas pero ya las tengo. Agatha Christie no me gusta. Tampoco Irving Wallace y Morris West. Pero quiero una novela.
“Me niego rotundamente a recibir otra cosa de mi amigo secreto. Que me endulce cuanto quiera. En todo caso que mire muy bien el libro para adquirir. Pudiera ser de un autor español. Vásquez Montalbán está bien, o Muñoz Molina. Pero no la más voluminosa de este último y tampoco la que ganó el Planeta de 1982, del primero. El librero le podrá decir de cuáles hablo. Que no sea un autor latinoamericano, por favor. Me gustan, pero tengo casi todo y no quiero poseer libros repetidos. Un gringo no me chocaría. Pero no clásico, sino nuevo. Los hay realmente importantes, aunque sé que circulan poco. Por una novela, por eso juego amigo secreto”.

A Dios lo que es de Dios, nov 9 de 1997: “La semana pasada Octavio Escobar Giraldo, médico de 35 años, obtuvo el Premio Nacional de Cuento de Colcultura. Es uno de los premios más importantes en la literatura colombiana. Participaron 147 libros en el género. Ganó él. Los jurados eran de relumbrón: Mempo Gardinelli, escritor argentino de primera línea y los colombianos Piedad Bonett y Eduardo Guisado.
“Pero no es sólo por él que se puede hablar de una nueva generación. Los escritores caldenses están cosechando éxitos que nos tienen que hace volver los ojos hacia sus obras (…) a modo de una guía rápida cito algunos títulos. En poesía: El territorio y la máscara, de Rodrigo Acevedo (qepd); Despues del colegio, de Flobert Zapata; Al borde de la vía, de Uriel Giraldo; Manos ineptas, de Carlos Héctor Trejos; Esa muchacha es el verano, de Edgar González; Canteras al viento, de Antonio Leyva. En cuento: Variaciones, de Adalberto Agudelo; Señales de desahucio, de Óscar Jurado; Urbes luminosas; de Eduardo García Aguilar. En novela: El último diario de Tony Flowers, Octavio Escobar; La bruja de Lanta, de Néstor Gustavo Díaz, y por supuesto la obra de García Aguilar. La anterior, una pequeña muestra. Hay muchas ausencias, sin embargo estos nombres resultan ilustrativos. Leámoslos”.

Para el amor, la poesía,  sept 17 de 2000: “Me encanta la poesía de amor. Me sensibiliza de la cabeza a los pies. Doy un ejemplo: Cuando deseo encontrarla, prefiero casi no encontrarla / para no tener que dejarla después, dice Fernando Pessoa. Es hermoso. También lo es ese poema juguetón de Ernesto Cardenal que dice: Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido / pero de los dos, tú pierdes más que yo / porque yo podré amar a otra como te amaba a ti, pero a ti no te amarán como te amaba yo”.


Punto de encuentro, selección de columnas
Orlando Sierra Hernández
Editorial La Patria
Octubre de 2002
Manizales
319 páginas

miércoles, 11 de enero de 2017

El mapa de Sara, de Octavio Escobar Giraldo

Alfredo es un adolescente de Manizales que vive por Villapilar, estudia en el Instituto Universitario, tiene una hermana que se llama Jimena, su papá se llama Alfredo y su abuelo también. Su vida transcurre entre el colegio, el fútbol y el entorno familiar, que gravita en torno al Tío Pipo, como le dice cariñosamente a Esteban, el único hermano de su papá, quien repara televisores y sufre un trastorno mental.

Esa es la síntesis de esta novela de Octavio Escobar Giraldo, narrada por un jovencito posiblemente para lectores de su misma edad. Y es que aunque el rótulo de "infantil" o "juvenil" para hablar de literatura implica una discusión, ya que todo texto en principio debe tener una calidad digna de cualquier público y por lo tanto lectores de cualquier edad deberían poder acercarse a cualquier texto sin prevención, el lenguaje de esta novela, además de la historia, hace que resulte atractiva para los jóvenes que apenas empiezan a descubrir el gusto de la lectura. 

La novela está construida a partir de 22 textos breves, cada uno centrado en una anécdota o relato puntual, lo que facilita que el lector joven lea un capítulo cada día hasta culminar el libro. El lenguaje es claro, lleno de referentes que puede identificar cualquier manizaleño, como las cometas de Chipre, las competencias de carritos de balineras, los almuerzos con fríjoles, arepas, aguacate y hogao y en general la vida sencilla que, por fortuna, no ocurre solo en apartamentos frente a pantallas, sino también en las calles del barrio, con amigos.

En varias entrevistas Octavio Escobar ha dicho que le gusta reinventarse, innovar con el lenguaje y explorar posibilidades. Los lectores de otras obras suyas como Saide o Destinos Intermedios no encontrarán en El mapa de Sara nada del vértigo de novela negra de esas páginas; los lectores de Después y antes de dios encontrarán acá una visión amable de Manizales y no la ciudad de doble moral que retrató en la otra novela. Los lectores de De música ligera extrañarán en esta nueva obra los juegos postmodernos con el lenguaje. En cambio, quienes ya han leído Las láminas más difíciles del álbum quizás encuentren un hilo común con El mapa de Sara: la ingenuidad, la vida simple de la infancia y la adolescencia, la curiosidad, la vergüenza y el humor hacen parte de los cuentos publicados en 1995 y reaparecen ahora, 21 años después.

Algunas frases:
"Debe ser terrible tener que desconfiar de uno mismo, de su mente, como yo creo que, a veces, deberíamos desconfiar todos".

"vivo en una ciudad de la región cafetera colombiana, en el centro del país. Se llama Manizales y está a más de dos mil metros de altura sobre el nivel del mar. Sus atardeceres son hermosos, sus calles empinadas y sus mañanas frías. Llueve mucho y en sus cocinas son frecuentes los olores del café, el chocolate y la arepa, torta de maíz que a algunos turistas no les sabe a nada. Rodeada por todos los verdes a veces una montaña parece la sombra de la otra, a treinta kilómetros de distancia queda el Parque Nacional Natural de los Nevados".

"no lleves cámara fotográfica. A tu tío le molesta que la gente no vea los paisajes por estar buscando la forma de tomar una fotografía. Tiene su lógica".

"Este es un sitio donde lo bonito es que la belleza es como triste".

"Hay que mirar a nuestro alrededor, ver las maravillas que nos rodean dijo Humberto. Nosotros vivimos en medio de los bosques andinos, que son tan ricos y tan diversos como el Amazonas. ¡Y no los vemos!".

"Cuando el viento para, oyes algo que rara vez se oye en las ciudades.
¿Qué?
El silencio". 

"Lo que yo siento es que mi sombra cada día pesa más, y lo peor es que también los oscurece a todos ustedes".

"Empezaba a entender que hay momentos en los que a uno lo deben proteger de sí mismo".

"las enfermedades nos superan con frecuencia, porque los seres humanos no tenemos las capacidades ni los medios suficientes para mejorarlas. Los médicos son todo, menos dioses".

"entre la normalidad y la locura hay un solo paso, uno que no es difícil que demos".


El mapa de Sara
Octavio Escobar Giraldo
Editorial Panamericana
Bogotá
2016
128 páginas