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viernes, 29 de diciembre de 2023

Y parecen cuentos..., de Fanny González Taborda

En la amplia lista de narradoras del Gran Caldas que no hacen parte del canon literario regional y cuyas obras no circulan en librerías ni bibliotecas está Fanny González Taborda, quien nació en 1932 en La Merced cuando este municipio hacía parte de la jurisdicción de Salamina.

Fanny González fue corregidora en La Merced y tuvo una destacada labor no solo política sino también cívica e intelectual. Escribió una historia de La Merced y la biblioteca pública de ese municipio lleva su nombre. 

"Y parecen cuentos..." es un volumen valioso para la literatura regional, porque en una sociedad tan conservadora como la caldense, la autora publica en 1967, en plena época del Frente Nacional, luego de la violencia entre liberales y conservadores, conocida como La Violencia, o la violencia bandolera, una serie de relatos que tienen como eje narrativo las violencias patriarcales y políticas, pero las narra desde el punto de vista de los guerrilleros, los bandoleros, los campesinos, los desplazados, los despojados, los pobres y los marginales, en relatos que ocurren en barrios populares de Bogotá y en pueblos, en espacios que oscilan entre el bar, la iglesia, la estación de policía, la zapatería y el prostíbulo. 

Su apuesta política es clara: ella está del lado de las víctimas, de los débiles, y sus textos son al mismo tiempo una denuncia social y un retrato de una época en la que el poder político y económico se alían para oprimir y silenciar los reclamos sociales del campesinado.  

Entre los temas que aborda está la violencia política, la defensa del divorcio, que para la época de la publicación del libro estaba prohibido en Colombia, la violencia sexual, la prostitución (en un cuento un jorobado le propone a una joven ella le pague a él por sexo) y los abusos sexuales dentro de la iglesia católica.

Las voces de varios cuentos suenan iguales y hay un afán político que prima sobre la construcción de personajes o de escenas. Algunos textos se sienten panfletarios. No obstante, en un entorno literario en el que se ha dicho que el espacio narrativo de las mujeres ha sido tradicionalmente la casa, la familia, la maternidad y el hogar, este libro evidencia que ha habido otras voces y otros intereses divergentes. 

El libro incluye 10 cuentos: Quenepo, El secreto del zapatero, Los desterrados, El accidente, El pueblo-albergue de los hombres-víctimas, La ceremonia, El jorobado de la carrera décima, Cordero, La mujer del comandante y El alucinado.

Algunos subrayados

De Quenepo
Los hombres grandes se preocupan por muchas cosas. Sienten tristezas y tienen alegrías. Las ratas hacen manjares de los cuerpecitos de los niños pobres. Y los gobiernos cantan como los gallos de media noche, al silencio y a las gallinas. Los obispos gritan en las iglesias desiertas y en los campos, las balas de los soldaditos juegan con los labriegos (p. 11). 

que es de esos niños que no nacen. De esos niños que no tienen cabellos para que la brisa juegue (p. 14). 

el niño de nombre Quenepo no nació. Cualquiera diría que es de esos niños que no nacen (p. 15).


El secreto del zapatero
Como el Padre capellán a la alumna de bachillerato: 
-Venga mañana a la sacristía, despues de misa que le daré una estampita de San Luis Gonzaga y le diré algo muy importante pero en secreto. -Pero lo importante puede doler en el alma o en algún lugar del cuerpo (p. 17). 

Este hombre debe tener cosas interesantes. Cada hombre tiene su secreto. El zapatero tiene su secreto (p. 18). 

La verdad está a veces, entre un poco de tinta, y es difícil que se manifieste (p. 18). 

Llevo treinta años en esta zapatería y he visto como la justicia huye de todas partes (p. 19). 

-No es hablar por hablar. Hay que gritar la verdad. Gritarla para que no se ignore (p. 20).

La libertad es una muchacha decente que no se ha dejado poseer de nosotros. Pero ellos los principales la poseen a media noche y se desnudan sobre ella. Y sus espasmos son de hombres distintos para muchachas decentes. Eso creen..... Como si nada más ellos fueran hombres (p. 20). 

Hay que dudar para llegar a la verdad (p. 20).


Los desterrados
-A mí este hombre no me parece malo. En tanto tiempo no le he visto nada malo. O será que yo congenio más con los malos (p. 23). 

Un hombre que huye y se esconde. Guiñapo. Pedazo de bandolero que sube las montañas y las baja de noche y de día y que bebe agua y yerbas o frutas y que aguanta hambre (p. 24). 

Cuando hiciero la invasión. Cuando se tomaron las tierras y levantaron las chozas, se les amenazó pero todos permanecieron como robles, pegados a las paredes de latas y cartones de los ranchos. Y no fue posible que los sacaran. Lo que siguió fue un tiempo tranquilo (p. 25). 

Porque a los seis meses llegaron los hombres de fusil y de uniforme verde, con las primeras notificaciones (p. 26). 

"Se fuega a todos los invasores de este barrio, subir de inmediato con todas sus pertenencias y sus hijos, a los camiones del ejército y de la policía (p. 27). 

-Asesinos. Fuera de aquí. Ustedes también son pobres, ¿por qué abusan? Abajo la oligarquía. Abajo el Presidente. Que viva la invasión. Que viva el pueblo. (p. 28). 

Escóndase porque lo van a fusilar y que después dicen que fue que corrió y que no se dejó coger (p. 29). 


El accidente
Y al primer compatriota que pondría sus plantas de campesino subdesarrollado en la luna. Y la derrota de Estados Unidos en Viet-nam y la ley del divorcio en Colombia. Y el reparto de la tierra a los hombres que trabajan. Y el matrimonio de los curas. Y la expropiación de los bienes de los millonarios antioqueños. Y la disolución del Parlamento del País más resignado del mundo. Y la Copa Mundo para el Independiente Santa Fé. Y la libertad para los negros en el coloso del norte. Y el premio Nobel para cualquier compatriota (p. 31).

la muerte tiene sus cosas interesantes, por ejemplo la imposibilidad de preocuparse por las cosas materiales o espirituales. Imposibilidad para cancelar las deundas. Indiferencia completa ante los pésimos gobiernos que en vida nos toca sufrir. Imposibilidad para ser víctimas de las malas lenguas porque no hay muerto malo (p. 32). 


El pueblo-albergue de los hombres-víctimas
-No tenemos dónde trabajar. Nos quitaron la tierrita y nos amenazaron con fusiles (p. 36).

-El fueño de la hacienda vecina llevó unos hombres con vestidos verdes, parecían soldados, llevaban fusiles...... Y no pudimos hacer nada....... nos echaron...... Nos robaron...... (p. 36). 


El jorobado de la carréra décima
-Si me diera algún dinero yo podría hacerle el amor. La joven no lo miró ni tenía dinero, ni deseaba que el jorobado le hiciera el amor (p. 46).

Cordero
Matar, privar de la vida a alguien ha sido siempre cosa muy sencilla (p. 50).

El alucinado
Ah! Y no dé informes a los periodistas. Diga que todo anda muy bien (p. 61). 


Y parecen cuentos...
Fanny González Taborda
Ediciones En Estelar
Bogotá, 70 páginas
1967

lunes, 11 de septiembre de 2023

Mi vida en estaciones, Helena Benítez de Zapata

Mi vida en estaciones es un libro que recoge las memorias de Helena Benítez de Zapata, una mujer que nació en Riosucio el 26 de junio de 1915 y murió en Cali el 5 de junio de 2009, después de haber dedicado su vida a la docencia y el periodismo, aunque también se reconoce como la primera mujer colombiana en haber ocupado la alcaldía de un municipio: fue alcaldesa de Riosucio entre 1955 y 1957, durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla.

Helena, de filiación conservadora, escribió este libro en 1987, en Cali, cuando tenía 72 años. "Mi vida en estaciones" es una canción que compuso cuando murió su madre y es también el título de este volumen, en el que estructura el relato de su propia vida en cuatro partes, una para cada estación: en la primavera rememora la niñez, en el verano la juventud, en el otoño los años más fructíferos de su vida laboral y el invierno corresponde a su vida en Cali y sus trabajos en periodismo y relaciones públicas en esa ciudad, aunque su actividad periodística comenzó en Manizales, tanto en La Patria como en Radio Manizales. El periodismo le venía de herencia porque su padre, Manuel Benítez, fue fundador y director del semanario "El Deber", en Riosucio.

El libro no tiene mayores pretensiones literarias y sin embargo está lleno de datos y frases valiosas. Por un lado, es útil para entender el contexto de la mujer escritora, periodista, docente, música y política entre los años 40 y 70 en Colombia. Helena Benítez escribe para sus allegados, en un tono casi confidencial, y eso la lleva a contar anécdotas personales y familiares que permiten adentrarse en la cotidianidad de las mujeres de su tiempo. Pero, de otro lado, se trata de una escritora hábil con el lenguaje, a quien se le notan los muchos años que ejerció el periodismo, y por eso su texto está lleno de frases conmovedoras y de descripciones vívidas. 

El prólogo, escrito por su primo Otto Morales Benítez, ayuda a ubicar la época y el contexto del legado de Helena Benítez de Zapata.

Algunos subrayados

era la calle del Mochilón, para mí el centro de donde partían todos los caminos del mundo (p. 28).

se vivía sin miedo. Ese miedo que acecha, desde hace tiempos, por los caminos detrás de los matorrales y hasta en la propia casa (p. 34).

(sobre viajar en carro) si alguien se mareaba, lo atribuían a una especie de alergia a la gasolina u otra enfermedad cualquiera. No se conocía el mareo (p. 57). 

esos pueblos nada ofrecían fuera de su aburridora monotonía. Todo permanecía en ellos igual y la vida era igual que las calles y las casas quietas sin el menor cambio. Uno se levantaba sabiendo a cuáles personas encontraría en cada sitio, en cada puerta, en cada esquina (p. 71). 

Cuando concebí a mi primer hijo, me parecía pequeño el mundo para que pudiera caber allí tanta dicha (p. 72). 

Mi esposo era liberal y en aquellos pueblos lo sabían, jamás fue activista, ni desempeñó cargo alguno en el gobierno, ni hizo parte de directorios o comités políticos. Pero en los pueblos se conoce de cualquier manera la identidad de todos. A Belén no pudo volver, y yo misma le pedí que se abstuviera de hacerlo (p. 79)

El boleteo y el secuestro son modalidades que vienen desde aquella infortunada época, porque en ellas encontró la guerrilla su mejor manera de financiarse, y de vivir en forma espléndida sin trabajar. Cualquier sitio que se toman queda devastado, pero no siembran un grano de maiz (p. 87).

ese estado de viudez para una mujer joven, que en razón de sus circunstancias económicas tiene que trabajar, la hacen a veces objetivo para rodearse de amigos espontáneos que con falsas intenciones buscan de manera especial una forma de acercarse a ella, declararle su admiración y hasta sus deseos de ayudarle, cuando en el fondo sus sentimientos son otros (p. 92).


Mi vida en estaciones
Helena Benítez de Zapata
Editorial Lealón
Medellín
Noviembre de 1990
178 páginas


miércoles, 28 de diciembre de 2022

Estampas de Manizales, de Juan Bautista Jaramillo Meza

Juan Bautista Jaramillo Meza fue un poeta, periodista y gestor cultural nacido en Jericó (Antioquia) en 1892, que se radicó en Manizales desde 1916, año en el que se casó con la escritora Blanca Isaza de Jaramillo Meza. 

Estampas de Manizales es un libro publicado en 1951 en el que el autor presenta en 25 capítulos algunos de los personajes claves en Manizales en los años 20 y 30 (Aquilino Villegas, Mario Arana, Justiniano Macía, Alfonso Villegas, Jesús María Guingue), así como su memoria sobre los incendios de 1925 y 1926, el origen del periodismo en Manizales, las tertulias literarias y algunas pugnas políticas.

El estilo de Jaramillo es elogioso y se centra en resaltar y magnificar las virtudes de los protagonistas de las crónicas. En medio de esa ampulosidad, resultan muy interesantes los datos y detalles sobre esos primeros años de la vida en Manizales, luego de que se erigiera el departamento de Caldas, en 1905: años de conservatismo ideológico y de prosperidad económica, gracias a la bonanza del café. 


Algunas frases

la literatura caldense empezó en forma con los escritores de "Revista Nueva". Hacia atrás sólo hay nombres de un valor relativo que se conservan únicamente por haber sido los iniciadores (p. 30). 

No había vehículos en la ciudad. Apenas sí un solo automóvil de alquiler, un poco desvencijado (p. 66).

Los dos últimos incendios han dejado en cenizas treinta y cuatro manzanas y la Catedral, en el centro de la ciudad generosa, en nueve meses nada más, y no obstante estas catástrofes sin precedentes en la historia de las ciudades colombianas, Manizales está en pie, más firme que antes, con una riqueza mayor (p. 84).

(Sobre Aquilino Villegas) que no le faltara durante el viaje, en barcos del Magdalena y por caminos de herradura, la leche caliente que rigurosamente necesitaba su organismo. Y no le faltó, porque el Capitán dio el permiso correspondiente para transportar una vaca en el mismo barco (p. 96). 

(Sobre Mario Arana) fue revolucionario en la tribuna, en la prensa y en el parlamento. Al lado de Fidel Cano libró más de una batalla y recibió impasible censuras eclesiásticas (p. 120).

solía meditar en el absurdo de que todas las cosas pudieran convertirse en polvo, en nada, sin que una huella, siquiera leve, dijera al mundo, al declinar de la vida, del paso del hombre sobre la tierra (p. 124). 

los hombres son, no como afirmen unos cuantos, sino como nacieron y vivieron, y obraron y padecieron (p. 176). 

Ciudad sin periódico es ciudad muerta, al margen de la civilización (p. 201). 

(escrito por JB Jaramillo en un editorial de Renacimiento en 1932) entendemos el deber del periodista como un apostolado, ya que su labor es el termómetro que marca el grado de culptura de los pueblos. El concepo del periodista, en estas latitudes, pesa de un modo sorprendente en la opinión pública, siempre inquieta y ansiosa. Por eso se le exige independencia, honradez y carácter (p. 210). 

en esta ciudad y en este departamento, por muchísimos años fue inmensa la mayor+ia conservadora. Era lo natural en tierras nuevas que colonizaron viejos patriarcas antioqueños, y que poblaron luego gentes de fuerte raigambre religiosa (p. 221). 

Esto, mil veces repetido, constituye la tragedia moral de un director de periódico. No hay tiempo para leer, no hay tiempo para pensar, no hay, casi, tiempo para escribir. El editorial, el artículo de fondo, los comentarios imprescindibles, todo, tiene que ser a la ligera porque los operarios impacientes piden originales y las máquinas esperan para poder cumplir su cometido (p. 239). 

Estampas de Manizales
Juan Bautista Jaramillo Meza
Imprenta Departamental de Caldas
Manizales, 1951
246 páginas

miércoles, 19 de agosto de 2020

Un pequeño matachín de Riosucio, de Álvaro Gartner

Un pequeño matachín de Riosucio parece un libro para niños pero no lo es. Es decir: puede ser leído por niños, y tiene numerosas y coloridas ilustraciones, pero se trata de un volumen que también resulta de interés para los adultos que quieran acercarse al origen y la estructura de una de las fiestas más antiguas y tradicionales de Colombia: el Carnaval de Riosucio, que se celebra cada dos años durante la primera semana de enero.

Un matachín es celebrante del carnaval: es la persona que hace el carnaval. En este libro, el matachín es un niño que en compañía del Padre Carnaval y el Diablo recorre los principales momentos de la fiesta, su origen indígena, la razón de celebrar al diablo (y quemarlo), las actividades que se realizan en cada uno de los cinco días del Carnaval, los trajes, las cuadrillas y la tradición que hay detrás de cada momento de la fiesta.


La obra, escrita por el periodista Álvaro Gartner e ilustrada por Paola López, tiene un lenguaje sencillo y de fácil comprensión, pero al mismo tiempo ofrece datos precisos y recuperación histórica de nombres, fechas y cantos, en un ejercicio por narrar de manera amena sin restarle rigor al relato.

El libro ofrece además la posibilidad de recorrer las calles, parques y el paisaje de Riosucio, municipio ubicado al occidente de Caldas: desde sus piedra del Ingrumá y sus dos parques, hasta su plaza de mercado, algunas de sus veredas y sus resguardos indígenas. Se trata de una opción novedosa y local para reescribir la historia de esta fiesta.


Un pequeño matachín de Riosucio
Alvaro Gartner
Editorial Pispirispis
Manizales
2014
67 páginas



sábado, 22 de julio de 2017

Lo que sobra del silencio, entrevistas de Orlando Sierra Hernández

En alguno de sus textos el periodista Orlando Sierra Hernández escribió "la palabra es lo que sobra del silencio", frase que no solo le da título a este libro póstumo sino que además dice mucho sobre el oficio de editar, al que dedicó buena parte de su vida.

A Orlando Sierra, subdirector de La Patria, diario de Manizales, le dispararon el 30 de enero de 2002 frente al periódico, cuando regresaba de almorzar. Murió dos días después y en 2015 la justicia condenó como autor intelectual del crimen al diputado liberal Ferney Tapasco González, al cual Orlando fustigaba a través de su columna de opinión "Punto de encuentro", que le dio enorme visibilidad en la región. 

Orlando era buen opinador porque mezclaba bien dos características: era buen escritor y además era buen periodista. Escribió poesía, cuento, ensayo, novela, y también diversidad de textos periodísticos, siendo la crónica y la entrevista los géneros en los que más brillo. Fue entrevistador para prensa y también para televisión. Su programa Al aire, en Telecafé, no sólo fue premiado sino que se convirtió en vitrina -o paredón- de muchos personajes locales.

"Lo que sobra del silencio" es un breve libro editado por La Patria y la Universidad de Caldas en 2009, que reúne 15 textos, en su mayoría entrevistas al "pregunta-respuesta", publicados en el diario La Patria entre 1986, año en el que empezó a trabajar en el periódico y 1997. Además de entrevistas, el libro incluye un reportaje con tono moralizante sobre la prostitución infantil y un obituario.

En el prólogo, Carlos Augusto Jaramillo Parra explica que Orlando tenía una técnica para entrevistar que consistía en hacer preguntas sencillas, simples, aunque conociera la respuesta y luego, cuando la conversación fluía, empezaba a dialogar con largas intervenciones que buscaban picarle la lengua al personaje. "Esa era la primera etapa. La segunda era la escritura. No sé cómo lo hacía en todas pero sí puedo decir como lo hizo muchas veces. Tomaba un puñado de frases que le parecían importantes, contundentes, interesantes o simplemente con color y las ponía a un lado. Eso lo usaba para las respuestas. Lo demás lo aprovechaba para describir la personalidad de su entrevistado, para crear largas digresiones y contextualizar. Además era un observador de los gestos". 

Editar un libro con textos periodísticos no es fácil. El periodismo bebe de la actualidad, que pierde vigencia con el paso del tiempo. El periódico de ayer es viejo y las entrevistas publicadas en los diarios pierden gracia al pasar al formato de libro porque las revelaciones o datos que en su momento pudieron ser claves ahora resultan irrelevantes. 

En ese sentido, leer "Lo que sobra del silencio" 30 años después de haberse publicado estos textos periodísticos por primera vez, no le hace justicia a su autor, que fue un periodista agudo, inteligente, valiente y riguroso. En el libro el lector de hoy encuentra ingenuidades, moralinas, graves metidas de pata (como la que le ocurrió a Orlando cuando entrevistó a un ciclista herido en un accidente de tránsito y le reveló que sus compañeros de ruta fallecieron, pese a que el psicólogo había sugerido evitar revelarle ese dato para prevenir un shock) y un número significativo de errores de ortografía, así como preguntas sobre personas y hechos que en su momento fueron claves pero hoy son intrascendentes o aburridos.

El libro incluye diálogos con varios políticos locales. La política era uno de los temas que más atención despertaba en Orlando y acercarse hoy a esos textos resulta una curiosidad para quienes se interesen en la historia de Caldas, pues algunos de los nombres siguen vigentes hoy. No obstante, los textos políticos son los que peor envejecen: hoy como ayer existen triquiñuelas, marrullas y componendas, pero la intimidad de los odios, que en su momento pudo ser interesante, o se lee irrelevante. Un llamado de atención sobre todo el tiempo que se le dedica a la minucia política, que pronto se vuelve olvido. 

Lo que sobra del silencio, Entrevistas de Orlando Sierra Hernández
Edición y compilación: Carlos Augusto Jaramillo
Editorial Universidad de Caldas
Manizales
2009
133 páginas



domingo, 15 de enero de 2017

Punto de encuentro (selección de columnas), de Orlando Sierra Hernández



Una de las grandes diferencias entre periodismo y literatura, además del tema de la ficción y la verdad, está en la vocación perecedera del primero. El periodismo se escribe a la velocidad del cierre de edición, se mueve al vértigo de la información, se alimenta de la actualidad y no puede darse el lujo de esperar años para publicar un texto pulido, como sí lo pueden hacer los novelistas. Ya lo dijo el cronista Héctor Lavoe: para qué leer un periódico de ayer.

Por eso brillan las piezas periodísticas que resisten bien el paso del tiempo. Dado que su objetivo inicial fue la de informar o comentar sobre hechos recientes o inmediatos, es maravilloso cuando pasada la coyuntura que suscitó un texto éste sigue siendo atractivo para los lectores: bien sea porque quien lo escribió tuvo la lucidez para identificar, describir o nombrar fenómenos de largo aliento, o porque la calidad en el manejo del lenguaje permite el deleite de la lectura amena sin la presión de la fecha de vencimiento.

Ambas características tienen las 140 columnas de Orlando Sierra Hernández reunidas en Punto de encuentro, selección de columnas, el libro que publicó el diario La Patria de Manizales en 2002, apenas unos meses después de que su autor, que ocupaba la subdirección del periódico, fuera asesinado por orden del político del Partido Liberal, Ferney Tapasco González, quien fue condenado en 2015 por este atroz crimen.

Las columnas de Punto de Encuentro siguen siendo vigentes por varias razones. Hablan de la "Demosincracia", como la llamaba Orlando, es decir la falta de democracia que hace que la cosa pública se limite a una repartija de prebendas entre unos cuantos caciques interesados en perpetuarse en el poder. También hablan de la corrupción, la necesidad de que Caldas se conecte con el país y el declive del departamento. Todos estos temas vigentes.

Pero además hay un segundo grupo de columnas que son divertimentos del autor: textos sobre el chicharrón, el amigo secreto, las cartas y poemas de amor, la muerte de la mascota, los toros, el periodismo y la literatura. Columnas atemporales, escritas con humor y sapiencia, pues Orlando era un excelente lector y gestor cultural, que con frecuencia citaba en sus textos a escritores, pintores y músicos, sin que jamás sonara pedante. Lo suyo era la sencillez.

Ojalá este libro editado en 2002 se reeditara, porque hoy es prácticamente imposible de conseguir. Ojalá también se editaran selecciones de otros géneros periodísticos en los que Orlando fue brillante, como la entrevista y la crónica, en los que también mezclaba lo cotidiano y el humor con la agudeza de su capacidad analítica e incluso su intuición casi profética, que lo llevó a escribir textos como éste, un mes antes de su muerte, que se parecen tanto al bíblico Padre, aparta de mi este cáliz: "No me lo ha dicho una pitonisa, no me he hecho leer las cartas, no he consultado aún la línea astrológica de Mauricio Puerta, no me ha pintado un panorama negro ningún adivino con su bola futurista. Es simple intuición, es algo tenso en mis músculos, la saliva espesa que me rellena la boca, como si fuera una golosina de sal (...) La verdad, si pudiera saltármelo en garrocha, pasaba por encima del 2002 y aterrizaba en el 2003. Pero como no puedo, cumpliré con el ritual".

Por lo pronto, algunas de las frases de Punto de Encuentro, que evidencian la vigencia de este escritor, de quien hay que decir hoy lo mismo que gritábamos el día de su sepelio: Orlando Sierra está vivo. 


Sobre política, democracia y Caldas
¿Y ahora que viene?, marzo 20 de 1994: “Quieren ahora las aceitadas maquinarias de siempre, echar a perder los nuevos motores de la política en Caldas. Y para ello la estrategia será cerrarle los espacios de poder a los nuevos a fin de dejarlos dependiendo del voto de opinión, que como se sabe es veleidoso”

Urge un buen candidato a alcalde,abril 3 de 1994: “sería muy importante que los dirigentes nuestros pensaran con cerebro de manizaleños y no con calculadora electoral. Cierto que su triunfo no está precisamente para quedarse en sonrisas: pero sí han de imponerle a la ciudad un alcalde, que por lo menos no sea alguien con un cerebro con cinco hemisferios: los dos naturales y los que interpretan los pensamientos y deseos de los senadores Yepes, Giraldo y Barco”.

Sobre cómo escogí por quién votar, junio 19 de 1994: “No me dicen nada los partidos, entre otras cosas porque para mí son entelequias. No existen, sencillamente. Ellos son grupos de caciques adinerados aquí y allá, agrupados según intereses y dispuestos a ganar elecciones. Montoneras de lado y lado. Lejos estamos de tener organizaciones serias, estructuradas, de programas, de idearios”.

Lazos familiares, julio 16 de 1995. “Si son los Yepes tan brillantes, tan solventes profesionalmente, tan calificados, ¿por qué diablos no se realizan en el sector privado en vez de devengar a la sombra del erario? No soy antiyepista como podría aparecer. Soy “antinepotista”.

Oposición conservadora: mamola, agosto 20 de 1995: “Hace rato que en Colombia no existe oposición política. Desde el inicio del Frente Nacional. Claro que tampoco existe mucha política pues las diferencias ideológicas desaparecieron entre los partidos y quedó para la escogencia de pertenencia el gusto cormático: azul o rojo. Eso es todo. Hace rato que al país lo divide el consenso. Acrítico de pupitrazo de emociones, para rodear, para sostener, para defender un consenso del estamento. Aquí la crítica es sinónimo de conspiracipon, de conjura, mejor la sonrisa condescendiente de la aceptación y participar de las dádivas del poder”.

A propósito del presidente de la Asamblea, marzo 17 de 1996: “Resultaría muy cómodo echar toda la responsabilidad de cuanto sucede a la clase política. La doble moral no sólo está en servidores públicos, también abarcan amplios sectores de la sociedad (…) Es facilista y pusilánime una “indignación” que no pasa de una llamada telefónica a la dirección de un periódico. Por ese camino, tendremos siempre a los congresistas respaldando a este u otros Tapascos”.

Esas cosas del Concejo, febrero 15 de 1998: “Cuando se trata de festinar recursos, nadie es tan maniancho como el sector oficial. Y la explicación es simple: no le duelen. Tal es el caso del Concejo de Manizales. Acaba de nombrar un grupo de asesores y supernumerarios que es monumento a la desfachatez. En él, lastimosamente, tocan trompetas algunos periodistas”.

Apuntalemos la democracia, marzo 8 de 1998: “mucho dinero se ha movido para estos comicios. Dinero sobre todo. A montones, a raudales y en muchos casos gastado de maneras non sanctas. (…) Para comprender este hecho (el del dinero) he construido un axioma simple que permite entender buena parte del discurrir político actual: poder + dinero = elección. En el caso de Caldas, no cabe duda que por esta vía por lo menos cuatro senadores son fijos. Tienen dinero, burocracia, clientela, fondos de cofinanciación, alcaldes que les respaldan. Esa es la estantería en que sustentan sus curules”.

La gallina de los huevos de oro, nov 29 de 1998: “Me preocupa que lo que la Licorera produzca, sea lo que se gasta, porque ese es el detalle. Nuestros políticos son voraces pirañas. De modo que ya veo venir, por cortesía de esos dividendos, crecimientos de planta de personal, sueldos de jeque para algunos, nóminas paralelas en ciertas dependencias”

La corrupción “justa”, febrero 29 de 1999: “Hace poco un grupo de ingenieros contratistas se quejaba de lo que acontece en Manizales. Según ellos los están ahorcando con lo que denominan el “peaje” o “vacuna” que deben pagar a sus fichas en la administración. Del 8% ó 10% de coima que debían pagar tradicionalmente, ahora les están disparando por el 20%”.

Las asambleas y su inutilidad, mayo 2 de 1999: “La Asamblea de Caldas sin ir muy lejos es un reducto de inutilidad, un nido de democracia, una trinchera de politiquería. De modo que sobra. Como sobran todas, pues desde que entró en vigencia la Constitución de 1991 su papel es simbólico, aunque no así los ingresos de quienes la integran”.

Por los viejos concejos, mayo 23 de 1999: “Antes la política tenía una condición lamentable. Era el ejercicio de las tres E: empobrecía, ennegrecía y embrutecía. Lo primero por razones de honestidad, lo segundo por aquello de estar más en la chicha que en el whisky y, lo tercero, por las dos anteriores. Ahora es al contrario: enriquece, blanquea e ilumina”.

La corrupción en tiempos de crisis, agosto 1 de 1999:“Si la corrupción en Caldas se pudiera medir en la escala de Richter el registro sería idéntico al de un terremoto de no menos de 6,5 grados con epicentro en los pies de la mayoría de los políticos y con réplicas en funcionarios públicos venales y compinches del sector privado, ídem.

Los candidatos cívicos, julio 2 de 2000: “Los caciques políticos de la comarca, en su celo, no permitieron nunca que acá surgiera una nueva dirigencia. No hubo una generación de relevo; sí una generación de lacayos. Hombres y mujeres que con tal de alcanzar un cargo, igual hacían el decreto que les ordenaban”.

La pregunta por la paciencia, mayo 20 de 2001: “No nos engañemos. Lo que más preocupa a los congresistas es su reelección. Su afán no es buscar mejorar el país, sino seguir yendo al Senado o la Cámara, mantener la clientela y continuar con los privilegios y la corrupción. De modo que en rigor no son muchos los que buscan una curul para servir al país, como los que lo hacen para servirse de él”.

Sobre periodismo y medios
¿Por qué voto por Andrés?, 30 de octubre de 1994: “Soy del criterio de que los columnistas, que no los medios en sí que se deben a la objetividad, no podemos ir con medias tintas a la hora de las definiciones. Nuestros lectores tienen derecho a saber cuáles son nuestras preferencias, en temas de interés público. Lo decía ese gran escritor y ensayista que es Carlos Fuentes: “es preferible equivocarse en público en cosas que atañen a todos, que acertar en privado”. Por eso en este día de elecciones, doy a conocer el que será mi proceder de votante. Aclaro que no busco influenciar a nadie; tan solo dejar mi testimonio”.

La iglesia va al grano, 2 de abril de 1995: “si en algún lado se manejan las relaciones verticales de poder, esa es la Iglesia. Por todo esto, discrepo del Director de este Diario”.

La función crítica, nov 17 de 1996: “Me anima la idea expuesta por Ortega y Gasset como función del intelectual: pensar en contra. Y no por el prurito de llevar la contraria, sino como un acto de alerta y porque es modo de mantener la inteligencia no dependiente o por lo menos no sumergida en la comodidad que da el pensar y ver las cosas como la mayoría (…) Escribir en un medio masivo es tener una especie de liderazgo y por tanto no puede ser un ejercicio pasivo o contemplativo. Tiene que darse con independencia de carácter y de modo directo (…) Por eso este espacio, con sus más y sus menos, quiere la mayor parte del tiempo (a veces nos damos el ancho de ser juguetones y regalar unas líneas que aspiramos sirvan de esparcimiento) contrariar las convicciones simples y los estados de quietud que permiten que se mantenga el statu quo. No es este un “punto de encuentro” con la transigencia y aunque dudo que lo sea con la grandeza, si sé que no lo es por lo menos con la mediocridad o la imbecilidad”.

Esas cosas del Concejo, febrero 15 de 1998: “Unos contratos de mediocre pago a unos periodistas y una “vacuna” publicitaria a otros, son un estupendo mecanismo de conseguir algunos objetivos propagandísticos electorales a costa del erario. Ingenioso el asunto. Nuestra profesión es para el servicio de la comunidad, no para que los poderosos se entronicen aún más. ¿Por qué aceptan algunos periodistas participar de lo que generalmente critican: la contratación indiscriminada y abusiva de funcionarios en la administración? (…) No he sabido de nadie que pagado por la fuente, pueda emitir mensajes confiables sobre ésta”.

Periodismo y poder, sept 10 de 2000: “tengo a veces la vaga sensación de que mucho de cuanto oímos, vemos y leemos, no es del todo verdad. Que en lo que se dice por el micrófono, se ve en la televisión o se lee en la prensa, se cuela a veces algo que no corresponde con los hechos y por la que le untan la mano al comunicador falsario. Las mentiras que hermosean lo feo, limpian lo impuro, acallan lo perverso, hay que pagarlas al fin y al cabo. Yo no sé quién esté en las listas, aunque sospecho. Pero de todas maneras el periodismo que se pliega al poder, deja de serlo. Uno se puede equivocar, y de hecho se equivoca a veces, pero por lo menos intenta mantener un alma digna. Cuando se equivoca adrede porque va por lo bajo la canonjía, la prebenda, el sobre, entonces se es un mercachifle. Nada más”. 

Sobre literatura
Amigos secretos, sept 11 de 1994: “Este año pido, exijo, reclamo, que me regalen una novela. Ni muy larga, ni muy corta. De buen puntaje de letra (es decir de letrica grande), que no sea tan descriptiva como algunas novelas inglesas, ni tan embrolladas como las del francés George Simenon. Menos aún una novela de costumbres. Tampoco una novela de ciencia ficción. Las que cuentan historias de gente metiendo droga no me gustan. Una novela negra pudiera ser. En todo caso que no sea de Chandler. Son buenísimas pero ya las tengo. Agatha Christie no me gusta. Tampoco Irving Wallace y Morris West. Pero quiero una novela.
“Me niego rotundamente a recibir otra cosa de mi amigo secreto. Que me endulce cuanto quiera. En todo caso que mire muy bien el libro para adquirir. Pudiera ser de un autor español. Vásquez Montalbán está bien, o Muñoz Molina. Pero no la más voluminosa de este último y tampoco la que ganó el Planeta de 1982, del primero. El librero le podrá decir de cuáles hablo. Que no sea un autor latinoamericano, por favor. Me gustan, pero tengo casi todo y no quiero poseer libros repetidos. Un gringo no me chocaría. Pero no clásico, sino nuevo. Los hay realmente importantes, aunque sé que circulan poco. Por una novela, por eso juego amigo secreto”.

A Dios lo que es de Dios, nov 9 de 1997: “La semana pasada Octavio Escobar Giraldo, médico de 35 años, obtuvo el Premio Nacional de Cuento de Colcultura. Es uno de los premios más importantes en la literatura colombiana. Participaron 147 libros en el género. Ganó él. Los jurados eran de relumbrón: Mempo Gardinelli, escritor argentino de primera línea y los colombianos Piedad Bonett y Eduardo Guisado.
“Pero no es sólo por él que se puede hablar de una nueva generación. Los escritores caldenses están cosechando éxitos que nos tienen que hace volver los ojos hacia sus obras (…) a modo de una guía rápida cito algunos títulos. En poesía: El territorio y la máscara, de Rodrigo Acevedo (qepd); Despues del colegio, de Flobert Zapata; Al borde de la vía, de Uriel Giraldo; Manos ineptas, de Carlos Héctor Trejos; Esa muchacha es el verano, de Edgar González; Canteras al viento, de Antonio Leyva. En cuento: Variaciones, de Adalberto Agudelo; Señales de desahucio, de Óscar Jurado; Urbes luminosas; de Eduardo García Aguilar. En novela: El último diario de Tony Flowers, Octavio Escobar; La bruja de Lanta, de Néstor Gustavo Díaz, y por supuesto la obra de García Aguilar. La anterior, una pequeña muestra. Hay muchas ausencias, sin embargo estos nombres resultan ilustrativos. Leámoslos”.

Para el amor, la poesía,  sept 17 de 2000: “Me encanta la poesía de amor. Me sensibiliza de la cabeza a los pies. Doy un ejemplo: Cuando deseo encontrarla, prefiero casi no encontrarla / para no tener que dejarla después, dice Fernando Pessoa. Es hermoso. También lo es ese poema juguetón de Ernesto Cardenal que dice: Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido / pero de los dos, tú pierdes más que yo / porque yo podré amar a otra como te amaba a ti, pero a ti no te amarán como te amaba yo”.


Punto de encuentro, selección de columnas
Orlando Sierra Hernández
Editorial La Patria
Octubre de 2002
Manizales
319 páginas

domingo, 24 de julio de 2016

Grandes borrachos colombianos - Borrachos grecocaldenses, de Pablo R. Arango

Libros Malpensante, sello editorial de la revista del mismo nombre, lanzó en abril “Grandes Borrachos Colombianos”, cuyo primer volumen, dedicado a los Borrachos Grecocaldenses fue escrito por Pablo Rolando Arango, un personaje exótico en la fauna manizaleña: ácido, lenguaraz, crítico, incorrecto. Oficia como profesor de filosofía en la Universidad de Caldas aunque para efectos de esta obra su profesión más relevante es la de ex bebedor.

La indicación “volumen 1” que resalta en la portada hace prever que vendrán más libros. No hay duda sobre la cantidad de material narrativo que arrojan las anécdotas criollas de cantinas, copas y licor. Desconozco si los rusos ya escribieron su propia enciclopedia de la borrachera, de la cual su expresidente Boris Yeltsin da para un tomo. Que Colombia se lance entonces a esta aventura literaria de tener su propia serie etílica merece un brindis. Con aguardiente doble.

Aguardiente porque en este país se bebe de todo, desde Old Parr de contrabando en Cesar y La Guajira hasta chirrinche en las cárceles, pero el primer volumen de esta colección está dedicado al guaro. Los cuatro relatos que componen este librito, y que habían sido publicados con variaciones en Universo Centro y El Malpensante, tienen como elemento común el aguardiente, el ambiente de cantina, la música de carrilera, el guayabo y las ganas de volver a tomar.

Una cosa es una borrachera en un club, en una playa privada o en compañía de la esposa, y otra muy distinta en una cantina de pueblo, con la música de fondo del Caballero Gaucho y la incertidumbre sobre de dónde saldrá la plata para pagar la cuenta. Ese paisaje cultural cafetero es el que pinta con humor e ironía Pablo Rolando Arango: los abanderados del periodismo de inmersión tienen acá un nuevo libro de cabecera.

En cada pueblo de Caldas hay poetas, academias de historia, jurisconsultos, pendejos que citamos a Platón para pedir una media de aguardiente o hablar de borracheras”. Así escribe Pablo Rolando: Mezclando Kierkegaard con botellas, Hobbes con riñas y el ágora griega con la prosopopeya grecocaldense.

En un aparte del segundo relato el autor critica los textos académicos que producen las universidades. Dice que han adoptado un estereotipo de “lenguaje pomposo, ausencia absoluta de humor o gracia en sus escritos, producción industrial de publicaciones, trabajo industrioso en horario de oficina”. La prosa de Pablo Rolando, por fortuna, se cuida de ser todo lo contrario: lenguaje sencillo, ameno, con gracia, humor y breve. Fruto de la vida de la calle con la gente común y corriente, y no de la presuntuosa burbuja academicista.

Escribí “librito” para describir este volumen, porque eso es: 86 páginas en un formato pequeño, en una edición sencilla y sin grandes pretensiones. El primer relato es una narración en rotunda primera persona de los inicios del autor en el ejercicio de empinar el codo, en Manzanares y Pensilvania. Los otros tres textos son perfiles sobre el profesor Jorge Iván Cruz, el ajedrecista Oscar Castro y el músico Luis Ángel Ramírez, conocido como El Caballero Gaucho. Textos sobre borrachos escritos con la gracia lúcida del que está achispado, y la claridad del sano juicio.

Grandes borrachos colombianos (Vol 1) Borrachos Grecocaldenses
Pablo Rolando Arango
Fundación Malpensante
Bogotá, 2016
86 páginas


domingo, 10 de enero de 2016

Las vueltas del baile, de Jaime Echeverri

Las vueltas del baile es un cuento publicado originalmente en 1992, que fue reeditado en 2014 por la Universidad de Caldas dentro de la colección Estados de la Lujuria.

El cuento narra una anécdota simple: Isadora y María se conocen a orillas del mar, se aman, su amor prohibido se difunde y María sufre una violación múltiple. Para que aprenda. Fin.

La riqueza está en un lenguaje cercano a la poesía, en el que lo que se sugiere es mucho más de lo que se dice. Frases eróticas construyen un relato que no se aferra a una geografía ni una época específica y le permite permanecer vigente en el tiempo.

El libro, de apenas 32 páginas, trae unas bellas ilustraciones de Edward Muñoz y Camilo Marín López, que le agregan al volumen un valor superior al propio texto. La impresión en papel satinado, con letra grande e imágenes a doble página y full color contribuyen al deleite estético de la lectura, incluso por encima de la calidad original que pueda tener el texto del caldense Jaime Echeverri.

Las vueltas del baile
Jaime Echeverri
Editorial Universidad de Caldas
Manizales
2014
32 páginas

sábado, 7 de julio de 2007

1851. Folletín de Cabo Roto, de Octavio Escobar Giraldo

Como les anuncié esta semana, estaba leyendo una novela de Octavio Escobar Giraldo que se llama 1851 y tiene como subtítulo "folletín de cabo roto". La historia se centra en Salamina, en la época de la colonización antioqueña, y también se mencionan Pácora, Neira, Marmato, Abejorral, Sonsón, Medellín, Mariquita y Manizales.

Me pareció un libro divertido, que disfruté entre otras cosas porque mis papás son de Salamina y Pácora, así que conozco bien toda la zona que se describe en la obra. Es un libro lleno de humor, escrito con ironía, sarcasmo... que por fortuna no cae en la "apología" de las maravillas de la colonización antioqueña y que aunque obviamente es ficción, evidencia una investigación histórica muy minuciosa.

Además... me pareció una obra "rara" dentro de la producción de Octavio Escobar, que siempre es tan contemporáneo.. pero además es una obra "rara" en la literatura colombiana, en la medida en que se ha novelado mucho sobre el siglo 19 en otras regiones de Colombia (la Costa, el Valle, etc...) pero me parece que esta puede ser "La Novela" de la Colonización antioqueña, aunque a los más puristas les parecerá que los juegos de lenguajes y narradores de Octavio Escobar son muy osados para hablar de novela histórica...

Acá van las frases (muy abundantes para que Laverde no se queje):
"De muy elegante porte y medidas perfectas, 90-68-105, para Marcela de los Milagros Jaramillo Jaramillo los valores y sentimientos deben ser revaluados según la época, las costumbres y la forma de ser de las personas. Cree que lo más importante es poder realizar sus sueños. Nacida bajo el signo de capricornio hace catorce años, tiene un rostro armonioso, ojos lindos y buena figura, un metro sesenta y ocho centímetros de estatura. Recatada en su forma de vestir, amiga de los colores tradicionales, en familia reonocen su capacdad para hacerse entender de los demás, para explicar las cosas de una manera sencilla y clara. Sus principales habilidades son el punto de bastilla, el pespunte, el dobladillo, los puntos de ojal y de guante, el punto cadena, el punto cruzado, el punto espina, la sobrecostura, los zurcidos y remiendos y las patas de gallo. Pese a que en su natal Salamina no se ha establecido la instrucción pública para las mujeres, su inteligencia y tesón la llevaron a aprender las primeras letras con la señora Petronila Macías, a quien siempre agradecerá tal generosidad. Su mayor deseo es viajar a Medellín, Popayán o Santa Fe de Bogotá para estudiar como los hombres. De la cocina de su región destaca algunos platos que a muchos suenan exóticos: la batata dulce, la mafafa, el chachafruto y la cañafístola. Los personajes a los que más admira son su padre, don Sinforoso Jaramillo, por su capacidad para el trabajo y por su belleza y discreción a su hermana Serafina, quien confecciona sus vestidos. No se ha realizado ninguna cirugía estética".

"la mejor salsa del mundo es el hambre"

"Ya nadie piensa en la Patasola cuando se oyen alaridos por la noche".

"Una novela decente, y ésta lo es, respeta las fiestas religiosas, por lo que debería guardar silencio hasta la Pascua y ayunar, como la mayoría de sus personajes, pero el sur de Antioquia era tal hervidero de conversaciones y consejas y tanto alborotaba los caminos la propuesta de González Salazar y Compañía, endendiendo malquerencias, tanto papel iba y venía de Manizales a Medellín, de Neira a Bogotá, de Mariquita a Sonsón, contribuyendo al desarrollo del correo, que no hay forma de posponer la narración".

"Con sorpresa contempló su propio cuerpo: desde que tenía memoria se bañaba sin desnudarse y cambiaba sus ropas íntimas con los ojos cerrados, como le habían enseñado. Examinó su conciencia y la culpa no aparecía aún; la felicidad no la dejaba surgir".

"¿La escena precedente es factible antes de Freud, Brigitte Bardot, Henry Miller y el código Hays? consideran los expertos que en el siglo XIX el sexo orogenital era una delicadeza confinada al burdel; en los hogares respetables se usaban esas obscenísimas prendas de noche con un agujero en la mitad, que sólo se abría con fines proceativos. En fin. Sigamos".

"Nacianceno Arango está acostumbrado a las pérdidas: En un descuido la astilla del árbol qeu derribaba se le clavó en su ojo derecho y en otros la suerte lo privó de tres dedos de sus dos manos; además una infección de la piel se llevó la mitad de su oreja derecha. Lo que sí tiene es una caja de dientes muy completa".

"Como decía mi padre: para uno bañarse, casarse o matarse, no puede pensar mucho porque se arrepiente".

"- Clarisa, Clarisa. Clarisa tiene una voz muy hermosa, en verdad hermosa, la voz más hermosa que yo haya escuchado en mi vida -manipulaba las cartas sin dificultad con sus siete dedos.
- Pero nunca habla, anotó Juan Escobar.
- Habla muy poco, ciertamente, muy poco, pero sí habla. Lo que pasa es que cuida su voz, Cecilia le puso como misión en la vida cuidar la voz, como única misión en la vida, nunca ha hecho nada más. Debe ser la que hace más tiempo no sale de la casa.
- Pero la voz no se gasta porque uno hable
- Cierto, muy cierto, pero según Cecilia se gasta mucho menos si uno sólo sonríe"

"De lo que ella más sabía era de la cría de los cerdos: de alimentarlos con sobrados, de limitar sus movimientos argollándolos o poniéndoles horquetas en el pescuezo para impedir su paso bajo las cercas, de su buen precio cuando están gordos ¿Esos eran temas para tratar con un futuro militar?
Suspirando concluyó que no se conquista un hombre hablándole de aguamasa".

"De muy saludable porte y medidas generosas, 100-85-125 y casi 6 arrobas de peso, para Inocencia del Socorro Arango Uribe la familia es lo más importante. Nacida bajo el signo de Acuario hace 13 años, tiene un rostro sincero y su metro cincuenta y cinco centímetros de estatura se asientan con firmeza en el suelo. De pocas palabras, es agradecida, beata, comedida, decente, entusiasta, firme, generosa, honrada, intolerante, jovial, la K no le cuadra, leal, moralista, noble, organizada, pía, querendona, recursiva, solícita, terca, voluntariosa, la W tampoco le cuadra, xenófoba, yerta y zonza. Muy devota de la Virgen María, es probable que sea el personaje que más adrmira".

"Esa muchacha está tan triste que no se da cuenta ni de que está viva"

Octavio Escobar Giraldo
1851. Folletín de Cabo Roto
2007
Editorial Intermedio