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miércoles, 15 de junio de 2022

El cielo a tiros, de Jorge Franco

En El cielo a tiros todo es decadente. Larry es el hijo menor de Fernanda y Libardo: ella es exseñorita Medellín y él un mafioso al servicio de Pablo Escobar. Larry y su hermano Julio viven en una casa llena de lujos, guardaespaldas y miedo, en donde el ambiente enrarecido es su vida cotidiana. Claro que esa es la vida de antes; la presente es Larry devolviéndose de Londres en un avión, para recibir los restos de su papá desaparecido 12 años antes.

La novela está dividida en 78 capítulos cortos que ocurren en tres momentos distintos: la infancia y juventud de Larry, el presente de Larry en Medellín, el día de la Alborada, cuando llega a recoger los restos de su papá, y un pasado cercano, de hace unas pocas horas, que narra el viaje en avión de Londres a Medellín. Entre esos tres planos el autor teje una historia que da cuenta del drama de ser hijo de un narcotraficante: la soledad, la exclusión y la angustia de vivir una vida que no eligió y que lo marca desde el origen.

La vida que se narra en El cielo a tiros no es la de la opulencia del narcotráfico sino la de la resaca. Un ambiente sórdido en lo estético y lo emocional, con vacíos que evidencian lo que le falta a una familia que solo se tiene dinero: reguetón de fondo, pólvora, mucho ruido, mucho aguardiente, droga y un frenesí que no se detiene dan cuenta también de un vértigo vital en el que el silencio, la pausa y la belleza no tienen cabida. Los ambientes llenos de humo y saturación auditiva son metáfora de vidas intoxicadas, sin tiempo para el sosiego.  


Algunas frases

Por qué darle tanta importancia al cadáver si lo que duele es la ausencia (p. 83). 

Todo está justificado aquí. La pólvora, la violencia, las balas, los muertos... todos nuestros males tienen una excusa. Y del pretexto pasamos a la resignación, y de ahí a aceptarlo todo, como si fuera normal (p. 111).

Me molestaba que trataran de solucionarlo todo con un abrazo. Paños de agua tibia. Ningún abrazo ha salvado a nadie de una enfermedad mortal (p. 135). 

La muerte de alguien junta o separa, la soledad une y tal vez también el miedo, aunque creo que la incertidumbre a veces separa (p. 152). 

Cara periodista se inventa una historia para ganarse aplausos. Mariquitas que creen que porque tienen una máquina de escribir son los dueños del mundo, pero se van a tragar sus putas máquinas, sus cámaras y sus mentiras esos malparidos que andan pavoneándose los muy gonorreas (p. 159).

Él siempre creyó que la gente hermosa no sufría de soledad (p. 168).


El cielo a tiros

Editorial Alfaguara

Septiembre de 2018

Bogotá

382 páginas

sábado, 10 de abril de 2021

¿Por qué los matan?, de Ariel Ávila Martínez


¿Por qué los matan? es un libro híbrido entre el reportaje y el ensayo académico, en el que el analista y profesor Ariel Ávila presenta un panorama que busca caracterizar el asesinato, amenazas y demás formas de victimización de líderes sociales en Colombia en los últimos años, principalmente después de la firma del acuerdo de paz con las Farc en 2016.

De acuerdo con Ávila, aunque hay numerosos grupos determinadores de los asesinatos y en consecuencia no hay un único responsable, es claro que los líderes sociales asesinados sí tienen parámetros comunes: son defensores de derechos humanos, reclamantes de tierras, líderes comunitarios, líderes medioambientales, entre otros. 

Ávila señala que la escalada violenta contra líderes sociales se explica apenas de una manera muy parcial por la desmovilización de las Farc y la entrada de otros grupos armados en los territorios que éstos ocupaban (ante la incapacidad del Estado para llegar a esas zonas). También hay factores asociados al narcotráfico y a las dinámicas políticas locales, en particular la competencia electoral.

Así mismo contrasta el enorme nivel de conflictividad en zonas como el departamento del Cauca, con un denso, sólido y digno tejido social de indígenas, líderes comunitarios, campesinos y afro, en oposición al supuesto remanso de paz que es hoy la Costa Atlántica y Urabá, en donde en realidad lo que ocurrió fue un violento silenciamiento de las voces disonantes. En departamentos como Atlántico o Cesar los homicidios hoy son bajos porque hay una hegemonía autoritaria política que se benefició del silenciamiento de los movimientos sociales en el pasado y por ello hoy reina el unanimismo. 

El libro trae cuadros, tablas, mapas y gráficos que ayudan a sustentar las diversas hipótesis que de manera didáctica expone el autor.

Algunas frases:
"El que mata no es el mismo y en eso el Gobierno tiene razón, pero la sistematicidad pareciera estar desde el perfil de la víctima. No mata el mismo, pero matan a los mismos" (p. 15).

"Las agresiones que registra el Programa son asesinatos, amenazas, robo de información, atentados, detención arbitraria, hostigamiento, judicialización, violencia sexual y desaparición, a personas defensoras de derechos humanos y en ejercicio de algún liderazgo social" (p. 50).

"Al referirnos al lugar donde se cometieron estos crímenes, la mayor proporción corresponde a la vivienda o a los alrededores de la vivienda del defensor(a) (26 casos); esto indica la premeditación y el seguimiento que precede al homicidio de los defensores (as)" (p. 75).

"A nadie le gusta que lo persigan toda su vida. La población siembra coca porque le toca y no por gusto" (p. 89).

"Ni el gobierno Santos ni el gobierno Duque lograron crear un mecanismo de copamiento territorial de las zonas que les pertenecían a las Farc" (p. 97).

"Colombia es el país en toda América Latina donde más se asesinan líderes sociales (...) la tasa de impunidad de los homicidios contra los defensores y defensoras en Colombia se ha situado en torno al 95%" (p. 116).

"Los conflictos armados en medio de economías ilegales van dejando lo que se podría denominar un ejército de reserva criminal. Se denominan guerras recicladas" (p. 119).

"En Colombia la violencia procesa la política o, lo que es lo mismo, la violencia es un mecanismo más de competencia política (...) la violencia del conflicto armado entre los años noventa del siglo XX y los primeros años del siglo XXI fue un momento, entre muchos otros, de la consolidación de estos clanes políticos en el poder local y regional" (p. 145).

"El Estado, analizado como instituciones públicas y funcionarios, tiene dos caras. En la primera, la que llamaría nacional, existe una preocupación genuina por la seguridad de los líderes sociales y realiza acciones institucionales para detener la masacre. En la segunda cara, la local, hay otro Estado, muy diferente, que se caracteriza por la indiferencia hacia las víctimas y la complacencia con los criminales. Los alcaldes consideran a los líderes sociales vagos, vividores y guerrilleros camuflados y muchas veces no les creen las denuncias" (p. 230).

"Los líderes que no son desplazados o asesinados son reclutados bajo el mecanismo de dejarlos participar en elecciones con cargos de diferente nivel" (p. 324).

"Durante las últimas décadas se produjo el más grande proceso de homogeneización política en el país, y dentro de la élite gobernante se dio un proceso de reclutamiento, el más grande que se haya presentado desde la década de los 70. La élite emergente local y regional se impuso sobre buena parte de la élite nacional" (p. 324).


¿Por qué los matan?
Ariel Ávila Martínez
Editorial Planeta
Bogotá
2020
324 páginas

sábado, 6 de febrero de 2016

Siempre fue ahora o nunca, de Rafael Baena


El periodista y fotógrafo Rafael Baena se dedicó de lleno a la literatura a los 50 años de edad, después de una vida de trabajo en salas de redacción y como reportero en infinidad de recodos de la geografía colombiana. En 2007 publicó su primera novela, Tanta sangre vista, y a partir de ahí, en un lapso de apenas ocho años alcanzó a publicar siete obras, en una carrera contrarreloj contra la muerte que lo acechaba ya hace tiempos en forma de cáncer de pulmón, hasta que el 14 de diciembre de 2015 el aire literalmente se le acabó.

En Siempre fue ahora o nunca Baena vuelve al tema que lo apasiona: las violencias colombianas, que como él se encargó de documentar, son una sola larga guerra desde el Siglo XIX hasta nuestros días. La novedad de esta obra, en relación con otros títulos como  Tanta sangre vista, o La bala vendida, o el extraordinario ¡Vuelvan caras, Carajo!, que transcurren en el Siglo XIX, Siempre fue ahora o nunca se centra en el final del Siglo XX, desde los años 70 con la bonanza marimbera, hasta comienzos de 2000, con la llegada de Uribe al poder y el auge del paramilitarismo. Es, como lo señala el autor, el relato de la tragedia que nos tocó vivir a los de esta generación.

El libro es un rompecabezas construido a partir de capítulos cortos que intercalan historias de personajes que al principio se muestran inconexos pero que a medida que va avanzando el relato van encajando en las vidas de los otros hasta que el panorama queda completo. 

Sostener el ritmo a lo largo de 630 páginas no es fácil y por ratos el autor no lo logra. Es posible que muchos lectores no superen las primeras 100 páginas, que son lentas y en donde la relación entre personajes no es clara. Pero alcanzado el primer centenar de hojas, la historia toma vuelo, la tensión empieza a aparecer, y aunque algunos personajes no llegan a cuajar (las niñas son siempre niñas aunque pasan los años... como si no crecieran; se insinúa una relación lésbica que tampoco se desarrolla) otros personajes se vuelven entrañables, en especial el reportero gráfico Toño Almanzor, que en muchos aspectos parece alter ego del autor. El final puede parecer apresurado, aunque luego de 630 páginas dudo que pueda afirmarse algo así.

Además de Toño, la narradora Raquel Arbeláez es una abogada que ha ejercido todo tipo de reportería hasta culminar como jefe de redacción de un periódico que siempre está sobreaguando crisis económicas. Ambas voces salpimientan el relato con reflexiones sobre el oficio del periodismo. A estos comentarios se suma además el relato histórico del conflicto político colombiano de los últimos tiempos. Sin tratarse de un ensayo histórico, aparecen los cuerpos de paz, las Farc, el ELN, el narcotráfico, los paras, las masacres, Turbay, Belisario, el M-19, el Palacio de Justicia, Lara Bonilla, Galán, Pablo Escobar, el Avión de Avianca dinamitado en vuelo, Guillermo Cano, la UP, Bernardo Jaramillo, Jaime Pardo Leal, Carlos Pizarro, la bomba a El Espectador, Elsa Alvarado y Mario Calderón y otras víctimas claves. Pero no sólo está Colombia, también aparecen la Revolución Sandinista, la guerra en Salvador, el golpe a Allende, la guerra en Ruanda, en Bosnia... No se trata de una enumeración exahustiva ni de una clase de historia: los hechos van mezclándose con los protagonistas y aunque éstos no quieran el contexto les va marcando su destino. 

Rafael Baena era un genio, un personaje como sacado del Renacimiento, de esos humanistas que saben mucho de muchas cosas. Además, un narrador extraordinario, honesto y culto. Su temprana muerte es una pérdida enorme para la literatura colombiana, pero al mismo tiempo es una fortuna que la pasión con la que se dedicó a escribir en los últimos años haya dejado testimonio de tantas guerras, sobre todo ahora que se habla del supuesto fin de todas ellas. Toño Almanzor seguro pensaría que sí, que ojalá terminen, con una mueca escéptica.


Algunas frases (difícil escoger, hay muchas citas citables) 
"los carga ladrillo con ínfulas de literatos somos una de las plagas contemporáneas mayormente extendidas junto con los textos de autoayuda, las memorias, las autobiografías de personajes con egos inversamente proporcionales a su importancia y la profusión de obras en las que el autor pretende que el lector aporte la magia y haga el trabajo que él no hizo".

"pronto entendí que si de verdad deseaba cumplir mi sueño necesitaba tener algo que decir, lo cual no era el caso. Cada idea que venía a mi mente era superada de inmediato por mis lecturas, a todas luces superiores a cualquier invención propia".

"uno de esos aguaceros que sólo ocurren en la Biblia y en el Caribe".

"lo que tú y los demás consideran mi éxito profesional y notoriedad no es más que una serie de frustraciones".

"los humanos estamos llenos de vacíos".

"denominar bandoleros a todos los alzados en armas era una ligereza. Para decirlo de una manera simple, algunos de ellos eran secuelas de violencias anteriores".

"el periodismo es una profesión de alto riesgo, según creo. Sobre todo de riesgo mental, porque en pocos años de acelere, trasnocho y escaso tiempo para dedicar a las cosas realmente importantes puedes quedar convertida en una cretina".

"en un ochenta por ciento de los casos todos pertenecían a familias que habían ejercido la política y que, por tanto, sentían que el Estado era de ellos, que la cosa pública era de su propiedad y que por designios de la divina Providencia, o algo semejante, la riqueza nacional constituía una gigantesca e inagotable teta hereditaria destinada a darles de mamar a perpetuidad".

"era lo suficientemente perspicaz como para darse cuenta de que su principal obstáculo en la vida era ella misma".

"la aritmética, la geometría, la historia y el castellano, las materias cuyo aprendizaje para ella eran lo más importante y que de hecho eran muy importantes, debían pasar a un segundo plano frente a la enseñanza del sentido común. Una vez lograda esa meta básica, cuando ellos sintieran tener el control sobre sus vidas aunque realmente no lo tuvieran, sería muy fácil instruirlos en lo demás". 

"si quiero escribir debo hacerlo ahora o no lo haré nunca".

"no existen prostitutas más prostitutas que las mujeres casadas, porque se someten a los caprichos del marido a cambio de una contraprestación económica permanente".

"no es mejor periodista quien primero lo dice sino quien mejor lo dice".

"los fierros que invariablemente se fabrican en el hemisferio norte y se disparan en el sur".

"Como los países productores hace muchos años que protagonizan conflictos breves y limitados, y además ajustamos ya más de medio siglo desde la última gran conflagración mundial, por simple lógica aritmética su comercio debería disminuir, pero sucede todo lo contrario, no sólo porque las potencias necesitan alimentar conflictos de corte colonial sino porque las guerras civiles o las guerritas entre republiquetas son estrategias para mantener distraídos y endeudados a los dueños de las materias primas y los recursos naturales. Así, mientras tú y yo nos matamos, aquel se lleva el botín grande pasa su casa y luego regresa a vendérnoslo más caro".

"creía haber aprendido ya lo suficiente sobre el amor como para saber que este nos es compatible sino consigo mismo. En todas las demás actividades humanas hace ruido, por no decir que estorba".

"Los seres humanos padecemos varios tipos de ceguera, la mayoría de ellas mucho más inexorables y difíciles de remediar que la pérdida de la visión propiamente dicha".

"puta universidad apoltronada sobre su prestigio y comprometida a fondo con el ánimo de lucro".

"¿en qué consiste esa vaina de "comunicador social"? La respuesta podría abarcar un rango que va desde el tipo que vende bocadillos veleños en la calle recurriendo al perifoneo hasta el experto en relaciones con la comunidad de una multinacional petrolera".

"El periodismo es en sí mismo una militancia que no puede ser contaminada por ninguna ideología".

"Como también me había quedado sin trabajar, mi reto diario más exigente consistía en amarrarme los cordones de los zapatos".

"le producía un inmenso rechazo la autoridad ejercida a partir del miedo, que además era un error en contravía de las más elementales reglas de estrategia. Un buen general busca aliados, no súbditos".

"El poder acompañado por la impunidad conduce a la desfachatez".

"el conformismo también puede ser talante de sabios y uno de los principales valores de la edad madura".

"la fragilidad en un hombre no es un rasgo muy seductor que digamos".

"la supervivencia de nuestra especie y su progreso habrían sido imposibles si, como ocurría en la posmodernidad, unos hipotéticos ecólogos del pasado se hubiesen atravesado en los planes de la gente emprendedora".

"de todos los pecados propios de la juventud la grandilocuencia es el más difícil de detectar, sobre todo para quien la protagoniza".



Rafael Baena
Siempre fue ahora o nunca
Editorial Alfaguara
Bogotá
2014
630 páginas

martes, 9 de septiembre de 2014

Destinos intermedios, de Octavio Escobar Giraldo

Destinos intermedios es una novela negra publicada en 2010, que antecede en el tiempo narrativo a Saide, la primera novela que publicó Octavio Escobar Giraldo, en 1995. 

Las tres partes en que está dividida la novela se leen rápido, al mismo ritmo vertiginoso en el que ocurre la acción. O mejor, las acciones, porque empieza contando varias historias distintas y paralelas que se van entrelazando a manera de un rompecabezas, que sólo queda completo en la última escena.

Escribo escena y no capítulo, porque el libro se ve: se ven los carros, la carretera destapada, las mesas del restaurante de paso en la vía, la cama de la casa de citas, el hospital, el tiroteo, el centro comercial en el que hay una maratón de chistes. Todos los espacios y personajes se ven nítidamente, en medio del calor pegajoso del Magdalena Medio tolimense, lugar en el que ocurre la historia, que podría resumirse como el relato de lo que le pasó a Paula Cristina y a su amiga Erika, dos adolescentes que se volaron de Ibagué para encontrarse con dos amigos en Honda. Las cosas no salen como estaban planeadas y de pronto empiezan a empeorar a medida que avanzan las páginas, entre el miedo y la zozobra.

Llaman también la atención los personajes, por múltiples, disímiles y claros. No hay una única voz o un protagonista en torno al cual gire la narración. Hay varios personajes que se van relacionando de manera fortuita y fatal. Destinos intermedios son esos puntos del mapa que recorre un bus Bolivariano de una capital a otra, pero también son esas vidas que quedan a la mitad, por haber estado en un cruce de caminos en el momento equivocado, en una zona muy caliente, y no solo por el clima.

Dice Octavio Escobar que el espacio está inspirado en su experiencia, ya que prestó su servicio rural como médico en La Dorada, en una época en la que el narcotráfico ya financiaba buena parte de la economía local. Además, el locutor de la obra está inspirado en Pacheco y la cantante Jimena Sombras en Claudia de Colombia. Sin embargo se trata de guiños muy sutiles, que le sirven a él para crear un personaje definido, pero que pasan imperceptibles para el lector que no tenga dichos referentes.

Destinos Intermedios es una novela muy entretenida, que en la última página invita a dos acciones: primero, a volverla a leer, para re-armar el rompecabezas conociendo ya todas las fichas, y segundo, a leer a Saide, la otra novela en la que también aparecen algunos de los personajes que se incluyen en ésta.


Algunas frases:
Su busto lo más a la altura de las circunstancias que le era posible. 

¡detrás de todo hombre que triunfa hay una mujer muy sorprendida!

Una mujer de unos cuarenta años, redonda por todas partes y con una frente tan amplia que de inmediato inspiraba uno o dos apodos

Como siempre: buscando el futuro a través de un marido. Es la historia de este pueblo. 

Todo era como un sueño con problemas en la banda sonora

mangostinos, una fruta redonda, de cáscara violeta y durísima, que alberga unas pocas semillas rodeadas por una masa algodonosa de un sabor muy sutil, exquisita.

Sus profesores en Manizales no lo habían preparado para situaciones de ese tipo, ni para muchas otras; le hablaron demasiado de enfermedades que son más comunes en los libros de medicina que en las comunidades en las que se presentan, no de la violencia.

Las hijas controlan más que las esposas.



Destinos Intermedios
Octavio Escobar Giraldo
Editorial Periférica
Cáceres, España
2010
194 páginas


domingo, 1 de septiembre de 2013

Nombre de perro, de Elmer Mendoza

Nombre de perro es la tercera novela de una trilogía policiaca que tiene como protagonista a Edgar "El Zurdo" Mendieta, un policía bueno pero no tanto, pilo pero no tanto, sagaz aunque a ratos.

Como en toda novela policiaca clásica, acá hay un crimen, un misterio por resolver, piezas que faltan y un investigador tratando de armar el rompecabezas.
El autor es de Sinaloa, México, y la novela tiene como trasfondo la "guerra contra el narcotráfico" y la guerra entre carteles. Mucho se ha hablado de la "colombianización" de México, con sus secuestros, masacres, sicarios, amenazas a periodistas, etc. y esta novela podría leerse como un capítulo más de esa "colombianización" ya que acá hace 20 años tuvimos nuestra sicaresca antioqueña, con Rosario Tijeras, La virgen de los sicarios, El pelaíto que no duró nada, No nacimos pa semilla, y otras.
Sin embargo, más allá de una radiografía de la violencia urbana del norte de México, esta novela también tiene valor por su propuesta narrativa: diálogos de ritmo vertiginoso, sin guiones, con distintas voces separadas apenas por comas, al "estilo Saramago". Un lenguaje lleno de jerga local en el que un lector colombiano puede entender palabras como "órale" o " chingada" pero debe esforzarse para comprender otras 50 ó 100 que aparecen en el libro.

También hay historia de amor, sexo, balas. Podría perfectamente hacerse una película de esta novela muy urbana, muy contemporánea. Hay quienes dicen que un libro tiene la obligación de entretener, de no aburrir. Éste logra ese cometido.

Las frases:
El alcohol es el único consejero que todo lo resuelve con dados.

Tengo que llamar a Ortega para que me explique qué onda, ¿de qué habla un padre con su hijo, adónde lo invita, en qué lo orienta?

Espero que traigas los de corazoncitos, Brigitte, son los que mejor te quedan. Me puse los que me regalaste en mi cumple, Alaincito, o sea: nada.

Un hijo es un infierno, cabrón, te hace pagar todos tus pecados, los del pasado y los que vas a cometer dentro de cien años, pero sólo lo sabe el que lo tiene; y si son tres son tres infiernos, si no es que más.

Cuando las novedades son las mismas, no hay novedad; eso le pareció: doce cadáveres en diversos puntos del estado, el Ejército patrullando, la policía atemorizada, los políticos declarando que no se preocuparan, que sólo jugaban a los vaqueros y el país ardiendo. Se hará costumbre, y las costumbres no inducen a reflexionar.

En este tiempo todo es previsible, lo mismo la lluvia que una balacera o una boda.


¿Los que prohibieron furmar pensarían en esta situación? Deben haber sido personas muy seguras de sí mismas, expulsó una nube de su boca, ¿cómo vivirían esta circunstancia? A lo mejor es gente sola, o que se casó joven, o que sólo piensa en el cáncer y le importa un carajo momentos como este en que no sabes si la muerte de Supermán te ha afectado o es la ausencia del Llanero Solitario.

Un día quiero ser chef, otro modelo y al siguiente aeromoza, ¿y tú? Carpintero para tener un hijo Dios.

El jefe lleva cargas que sólo él sabe y hay días en que le cuesta soportarlas, pero para eso es el jefe, para ser duro, experto en sufrir en silencio y firme en sus decisiones.

Todo homicidio posee una historia que implica un misterio

Si un asesino habla demasiado quiere humillar, tiene miedo o es un cínico.

Toda venganza es absurda, pero la venganza por amor es una estupidez.


Elmer Mendoza
Nombre de perro
Tusquets Editores
2012
209 páginas

domingo, 26 de febrero de 2012

Era lunes cuando cayó del cielo, de Juan Diego Mejía

Aunque fue publicada en 2008, uno lee esta novela hoy y no puede evitar pensar en Lina Marulanda, la exitosa modelo paisa, bonita, elegante, seductora, que decidió lanzarse al vacío desde un quinto piso en mayo de 2010.

La modelo que protagoniza este libro es Lucía, también es paisa, bonita, elegante, seductora. Ella se lanza al vacío desde un piso 19 de un edificio ubicado frente al hotel Dann en el Poblado, en Medellín, en mayo de un año indeterminado, en la década del 2000.

Mejía la describe como una modelo de permanente mirada triste, enigmática. Es una mujer callada de la que se sabe poco, y lo poco que se sabe lo averigua o especula Mejía, el narrador de la obra, luego de la muerte de Lucía. Y así nos enteramos de su origen humilde, de su adolescencia sin papá, de sus amigos sicarios, de su cambio de vida con el amor que encuentra en Marcelo, director de comerciales y amigo de Mejía, de su decadencia ahora que va a cumplir 30 años y ya no la llaman para hacer desfiles.

Es una novela que se lee rápido, que ambienta la Medellín post-Pablo Escobar y recrea el entorno de las productoras de televisión y comerciales, espacio que Juan Diego Mejía conoce bien, pues además de escritor y alumno de Manuel Mejía Vallejo, fue director durante varios años de Telemedellín. Es una novela bonita que encierra el enigma del suicidio, del porqué se suicida alguien, y tiene la delicadeza de no dar demasiadas explicaciones sobre el asunto y mucho menos juzgar a ninguno de los personajes de la historia.

Las frases:

"Entró en la categoría de mujeres Casablanca. Ingrid Bergmans modernas. Una clase de mujeres elegantes que viajan solas, se les ve en aeropuertos, en restaurantes, en oficinas públicas. Algunas llevan niños y equipaje, pero se defienden bien, no piden ayuda. Son mujeres que andan solas temporalmente, es decir, no son las clásicas solteras acostumbradas a gozarse el mundo y a que les coqueteen en todas partes. Son mujeres de alguien que ahora no está con ellas. En sus miradas hay cierto desamparo que disfrazan con dureza. Así reemplazan a su marido y se lo hacen saber a todo el mundo".

"Volví a recorrer el barrio y esta vez me pasó lo mismo que me pasa cuando regreso a lugares que tengo en la memoria. Me pareció más pequeño, más estrechas las calles, las casas más tristes".

"Medicina Legal, el sitio adonde llevan a todos los muertos que mueren por bala, cuchillo, atropellados por carros, todos los cadáveres que no debían morir todavía pero se adelantaron".


Juan Diego Mejía
Era lunes cuando cayó del cielo
Editorial Alfaguara
Bogotá
2008
218 páginas

domingo, 15 de enero de 2012

El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vásquez

Un minuto antes que ocurra un accidente aéreo lo más probable es que los pasajeros no sepan lo que va a ocurrir. El ruido de las cosas al caer, el enorme estrépito que produce un accidente de avión, es impredecible pocos segundos antes, cuando la nave viaja en el silencio del cielo.


Esa metáfora es la que propone Juan Gabriel Vásquez en esta novela, que fue Premio Alfaguara 2011. Así como los pasajeros que murieron en el avión de American Airlines que cubría la ruta Miami-Cali no presintieron su muerte en la víspera de Navidad, tampoco esta sociedad vio (u oyó) las señales que anunciaban el enorme estrépito que se produciría años después, cuando a comienzos de los 70 empezó el tráfico de marihuana a USA. El ruido de las cosas al caer es el ruido de un accidente, de una sociedad que se derrumba o de una vida personal que se destruye sin que nos demos cuenta.


Aunque tiene 259 páginas, esta novela se lee prácticamente de una sola sentada. Agarra desde el comienzo porque apela a hechos conocidos para toda una generación de colombianos, pero también porque tiene una buena dosis de suspenso y a medida que avanza el lector quiere descubrir junto al narrador, Antonio Yammara, quien era en realidad Ricardo Laverde, qué ocurrió en su vida y por qué lo mataron, porque como dice Antonio, al comienzo del libro, "Este hombre no ha sido siempre este hombre, este hombre era otro antes".


La historia ocurre entre los billares junto a la Universidad del Rosario en Bogotá, el barrio La Candelaria, y el paisaje del Magdalena Medio, entre La Dorada, Doradal y Guarinocito. Es la historia de una familia, pero también la de un país que perdió su inocencia y su paz con el narcotráfico. Es la novela de una época: la de los años 70s, 80s y 90s.


Las frases:
"con qué presteza y dedicación nos entregamos al dañino ejercicio de la memoria, que a fin de cuentas nada trae de bueno y sólo sirve para entorpecer nuestro normal funcionamiento".


"somos pésimos jueces del momento presente, tal vez porque el presente no existe en realidad: todo es recuerdo, esta frase que acabo de escribir ya es recuerdo, es recuerdo esta palabra que usted, lector, acaba de leer".


"Bogotá, como todas las capitales latinoamericanas, es una ciudad móvil y cambiante, un elemento inestable de siete u ocho millones de habitantes: aquí uno cierra los ojos demasiado tiempo y puede muy bien que al abrirlos se encuentre rodeado de otro mundo (una ferretería donde ayer vendían sombreros de fieltro, el chance donde despachaba un zapatero remendón), como si la ciudad entera fuera el plató de uno de esos programas bromistas donde la víctima va al baño del restaurante y regresa no a un restaurante, sino a un cuarto de hotel".


"No hay nada tan obsceno como espiar los últimos segundos de un hombre: deberían ser secretos, inviolables, deberían morir con quien muere".


"La experiencia, eso que llamamos experiencia, no es el inventario de nuestros dolores, sino la simpatía aprendida hacia los dolores ajenos".


"Su cara era como una fiesta de la cual ya se han ido todos".


"Estaba sola, me había quedado sola, ya no había nadie entre mi muerte y yo. Ser huérfano es eso: no hay nadie por delante, uno es el siguiente en la línea. Es su turno".


"Había visto casos similares varias veces en la vida: familias de buen pasado que un día se dan cuenta de que el pasado no da dinero".


"Y luego se quejaba de que en Colombia todos los ciudadanos fueran políticos pero ningún político quisiera hacer nada por los ciudadanos".


(sobre el embarazo): "comenzó a estar consciente de su cuerpo, que dejó de ser silencioso y discreto y se empeñó de un día para el otro en llamar la atención desesperadamente sobre sí mismo, como un adolescente problemático, como un borracho".


 "La edad adulta trae consigo la ilusión perniciosa del control, y acaso dependa de ella. Quiero decir que es ese espejismo de dominio sobre nuestra propia vida lo que nos permite sentirnos adultos, pues asociamos la adultez con la autonomía, el soberano derecho a determinar lo que va a sucedernos enseguida. El desengaño viene más pronto que tarde, pero viene siempre, no falta a la cita, nunca lo ha hecho".


"En la oscuridad del cuarto pensé en eso, aunque pensar en la oscuridad no es conveniente: las cosas parecen más grandes o más graves en la oscuridad, las enfermedades más destructivas, la presencia del mal más cercana, el desamor más intenso, la soledad más profunda".


Juan Gabriel Vásquez
El ruido de las cosas al caer
Editorial Alfaguara
Bogotá
2011
259 páginas