domingo, 26 de julio de 2015

La verdad sobre el caso Harry Quebert, de Joël Dicker

Durante unos meses del 2013 y 2014 la imagen de la portada de La verdad sobre el caso Harry Quebert inundó vitrinas de librerías y supermercados. El omnipresente libro editado por Alfaguara estuvo acompañado de reseñas, entrevistas a su joven autor suizo, comparaciones con Stieg Larsson, el autor de la trilogía Millenium y toda una muy bien montada parafernalia comercial, digna de la promoción de un best seller que en menos de 2 años fue traducido a 33 idiomas. 

Los libros así dan desconfianza. Para ir sobre seguro mejor leer los libros escritos hace años o siglos, libres del ruido del mercado y depurados por el paso del tiempo y el voz a voz de los buenos lectores o las reseñas informadas. 

Pero como en la variedad está el placer, no sólo de clásicos vive el hambre de la lectura, así que de vez en cuando se cometen pecados en forma de best seller. Y estas 660 páginas son un típico best seller, con suspenso en dosis similares (¿quizás menos intenso?) que los ya citados de Millenium. 

En 2008 el joven exitoso escritor Marcus Goldman (alter ego de Dicker), visita a su profesor de literatura Harry Quebert en Aurora, un pueblito de New Hampshire, en la costa este de Estados Unidos. Las primeras páginas presentan el bucólico pueblo, sus playas, las gaviotas, los habitantes del lugar. Al comienzo no pasa nada, pero pronto pasará: Se descubre el cuerpo de Nola Kellergan, quien desapareció hace 33 años, cuando ella tenía 15. El principal sospechoso es Harry Quebert. El escritor Marcus, convertido en detective, trata de demostrar su inocencia y para lograrlo se vale de todos los trucos literarios del género: desde pistas falsas hasta verdades a medias.

Si la buena literatura es la que trasciende en el tiempo y aguanta bien el paso de los años, no sé si ésta lo logre. Pero no estamos en el 2070 ni en el 3050. Este libro se publicó hace menos de tres años, las referencias que usa son claras para la mayoría de los lectores (hay celulares, correos electrónicos, se menciona a Obama...) y la intriga que propone invita a avanzar entre las numerosas páginas para tratar de entender qué pasó la noche que Nola Kellergan se esfumó, a partir de una estructura narrativa en la que cada pieza funciona con precisión de relojero. Las horas que gasté (si las invertí o las perdí no es una discusión que me importe) tratando de descubrir quién mató a Nola Kellerman me parecieron entretenidas. Y el placer me parece una recompensa justa cuando me dedico a leer.

Además, como los dos protagonistas son escritores, la novela incluye apuntes sobre la literatura, la escritura y el mundo del libro. De ahí salen algunas de las siguientes frases, que pueden leerse además como una "declaración de principios" de lo que el autor cree sobre su oficio:

"Los libros se han convertido en un producto intercambiable: la gente quiere un libro que les guste, les relaje, les divierta. Y si no se lo das tú, se lo dará el vecino, y tú acabarás en la basura".

"No se preocupe de la inspiración, conténtese con alinear palabras una tras otra. El genio viene de forma natural".

"Los hombres tienen demonios. Todo el mundo tiene demonios. La cuestión es simplemente saber hasta qué punto esos demonios son tolerables".

"Nadie sabe que es escritor. Son los demás los que se lo dicen".

"Un texto no es nunca perfecto -me decía-. Simplemente hay un momento en el que es menos malo que antes".

"Nunca se está seguro de nada, señor Kellergan. Por eso la existencia se vuelve muy complicada a veces". 

"Lamentó que los judíos pudiesen tener la piel blanca porque eso los hacía invisibles. Al menos, los negros tenían la honestidad de ser negros, para que se los pudiese identificar claramente. Pero los judíos eran unos hipócritas". 

"Poco importa lo que digan los periódicos, lo importante es salir en ellos. La gente recuerda haber visto tu foto en el New York Times, nunca recuerda lo que decías". 


La verdad sobre el caso Harry Quebert
Joël Dicker
Editorial Alfaguara
2012 (traducción de Juan Carlos Durán Romero 2013)
Bogotá

660 páginas