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viernes, 9 de diciembre de 2022

Perros de paja, de Rigoberto Gil Montoya

Dice Wikipedia que Perros de paja es una película de 1971, dirigida Sam Pickinpah. En ella Dustin Hoffman intepreta el papel de David Sumner (no confundircon David Summers), un profesor estadounidense que se traslada con su esposa a una villa rural en Inglaterra, buscando huir de la violencia. No obstante, los vecinos en apariencia pacíficos comienzan a tener "comportamientos extremadamente violentos hacia ellos, desatando una impresionante venganza por parte de Sumner". Agrega Wikipedia que Perros de paja es una de las películas más representativas de esta época del cine en la que se empieza a hablar de la violencia gratuita en pantalla.

En Perros de paja, la novela corta de Rigoberto Gil Montoya, hay una voz que está contando esa película y por eso en distintas partes del texto aparecen menciones a David Sumner y Sam Pickinpah. Esa violencia de la película y ese relato cinematográfico se intercalan con otro plano narrativo, también violento y visual, que se ubica en el bario San Judas de Pereira, en donde un grupo de sicarios-traquetos-ladrones-malevos-compinches conversan, juegan billar, toman cerveza, roban y ven películas y cómics antes de caer muertos a tiros.

La novela reivindica la cultura popular y ofrece una cartografía precisa de una zona excluida de Pereira: aparecen el Río Otún, las calles y carreras que conectan al Otún con el centro de la ciudad, el barrio San Judas y algunos cines que existieron antes del auge de las salas de centro comercial. 

Ese mapa es el escenario en el que se mueven unos cuerpos también excluídos: jóvenes que sólo aparecen en las páginas rojas de los periódicos (nunca vimos por nuestras calles reporteros o periodistas, escribe el autor) y que viven con un vértigo de No futuro, que recuerda a "No nacimos pa semilla" de Alonso Salazar, o "El pelaíto que no duró nada", de Víctor Gaviria. El elemento diferencial que le imprime Rigoberto Gil es su mirada desde el humor, en tono de novela negra, en la que se construyen imágenes cinematográficas con un lenguaje muy cercano a la oralidad, que contrasta con los textos falsamente estilizados que aparecen firmados por el "Corresponsal" o en las cartas a "El diario". Esos diferentes registros le permiten a Rigoberto Gil construir en pocas páginas una aguda crítica al periodismo local y también a la sociedad que se niega a ver a los habitantes de estos barrios marginales. En ese sentido resulta revelador que sea precisamente Amelia, una mujer de clase alta que decide ir a fotografiar (a registrar, a documentar) lo que allí pasa, quien termine siendo la primera asesinada.


Algunas frases


La luna pareciera motivar la angustia de quien aún no junta las palabras para echar todos sus diez años de matrimonio a la mierda (p. 34).

A mí me late que Kalimán y Solín son cacorritos, se penetran el uno al otro, decía Coringa y no podíamos sostenernos de la risa (p.52).

De acuerdo con estadísticas oficiales, San Judas era el sitio del país donde más mulas se cargaban (p. 58).

Nunca vimos por nuestras calles a reporteros o periodistas que quisieran hablar con las familias afectadas. En las crónicas de las páginas judiciales se dejaba claro que a estos sectores era imposible entrar sin arriesgar la integridad física, pues si las autoridades no podían hacerlo, ¿cómo diablos lo iban a hacer ellos, cazadores de verdad, meros aficionados a los Superamigos del Salón de la Justicia? (p. 59).

Se trata de responder a una carta que la benemérita Madre Dorotea de todos los Santos, superiora de la Congregación Siervas del Santísimo, hiciera llegar al director de este medio informativo, preocupada como está, y, desde luego como lo estamos todos, de la grave ola de inmoralidad que ha estado atosigándonos, luego de que el anterior alcalde, señor Vergara, expidiera las respectivas licencias para que circulara sin ton ni son toda clase de literatura que, bajo el ropaje de los cómics o las aventuras, trae incitaciones a la violencia y, en particular, a las prácticas sexuales sin medida (p. 65).

Allí permiten que los chicos, aún sin cumplir la mayoría de edad, observen cintas tan censurables como Hazme rico; Encerrados en la habitación; El lechero amoroso; Revelaciones de un maniático sexual a la policía; Las aventuras eróticas del Zorro, y una serie de títulos bastante dicientes como para prohibir su exhibición en esta ciudad.

Perros de paja
Rigoberto Gil Montoya
Hoyos Editores
Manizales, 2007 (primera edición: Cine Club Borges, 2000).
78 páginas

lunes, 21 de noviembre de 2022

La maravillosa vida breve de Óscar Wao, de Junot Díaz



Óscar de León es un nerd negro, obeso, virgen, de familia dominicana que migró a Paterson, New Jersey, al frente de Nueba Yol. Lo dice así, lo escribe así y se siente así: al frente, al margen, viendo la vida pasar pero sin poder insertarse.

Óscar es el hermano menor de Lola. Los dos son hijos de Hypatía Beli Cabral y un padre ausente, que estuvo con su mamá menos de dos años. Beli es huérfana desde que estaba bebé: su papá, el médico Abelard Luis Cabral, fue detenido por Trujillo y murió en prisión, y su mamá Socorro Hernández Batista, murió arrollada por un carro. A sus dos hermanas mayores las asesinaron y entonces Beli fue vendida pero luego rescatada por La Inca, una prima de su papá. 


Esta constelación familiar determina los distintos narradores y períodos históricos que usa Junot Díaz para narrar La maravillosa vida breve de Óscar Wao. El autor utiliza pies de página, intertextualidad, referencias al cine, cómic, televisión (los Simpson, El planeta de los simios) a los libros de ciencia ficción (El señor de los anillos) y a una enorme cantidad de íconos de la cultura popular para acercar al lector al entorno de Óscar y de sus antepasados, con un lenguaje que muta según el narrador: desde la voz experimentada de La Inca, narrando desde República Dominicana los horrores de Trujillo, hasta la voz trabada de Yunior, el novio de Lola, que solo piensa en rapar (sexo) y que se burla de Óscar con una incorrección política que difícilmente puede pasar el filtro de la policía de la moral. 

El lenguaje carnavalesco, con un barroco tropical propio del Caribe, desarrolla con humor, abundancia e ingenio una vida trágica, marginal, ordinaria y con poco afecto, que sin embargo el título del libro presenta como "maravillosa". Que sea maravillosa o decadente es cuestión de ángulo: las vidas horribles también pueden contarse de forma maravillosa.

Algunas frases

Caminaba como si tuviera una campana por culo (p. 24). 

No hay nadie más opresor que el que ha sido oprimido (p. 33).

Era uno de esos nerds que usaban la biblioteca como escondite (p. 34). 

coño, ¿qué familia latina no se cree maldita? (p. 42).

Nunca son los cambios que queremos los que cambian todo (p. 59).

Los senos de tu mamá son inmensidades. Una de las maravillas del mundo. Los únicos que has visto más grandes se ven en las revistas pornográficas (p. 59). 

Temes las conversaciones con tu mamá. Siempre son regaños unilaterales (p 60). 

Cuando me sucedió lo que me sucedió a los ocho años y por fin le conté lo que él me había hecho, me dijo que me callara y dejara de llorar, y así lo hice (p. 63).

Era como todos los muchachos: hermoso e inexperto y, como un insecto, incapaz de estar tranquilo (p. 68).

La felicidad, cuando viene, es más fuerte que todas las muchachas insoportables de Santo Domingo juntas (p. 78). 

un malestar muy particular de Nueva Jersey: el deseo inextinguible de estar siempre en otro lugar (p. 81).

siempre dando vueltas, alérgica a la tranquilidad (p. 83). 

como ocurre muchas veces en estas situaciones, los muchachos de clase alta que ella tanto deseaba ni se enteraron de su existencia (p. 91). 

La sensación que la adolescencia reparte gratis y a toneladas: Vergüenza. 

al éxito le encanta tener testigos, pero el fracaso no puede existir sin ellos (p. 134). 

por mucho que viaje una mula, nunca se puede volver caballo (p. 157).

Me dio cuatro páginas de comentarios sobre un cuento de ocho (p. 164). 

Fría como Saturno (p. 171).

nunca se puede escapar. Jamás. La única salida está por dentro (p. 196).

algunas cosas (como la supremacióa blanca y el odio de la gente de color a sí misma) nunca cambian (p. 246).

Cuando uno tiene dieciéis años un cuerpo como este es gratis, pero cuando tiene cuarenta -¡pffft!- es un trabajo de tiempo completo (p. 265). 

uno de esos hombres muy malos que ni siquiera el postmodernismo puede explicar (p. 272).

lo que realmente lo sorprendió no fue el bam-bam-bam del sexo, sino las pequeñas intimidades que nunca en su vida había anticipado, como peinarle el pelo o bajar su ropa interior de la tendedera o verla caminar desnuda al baño o la manera en que se sentaba de repente en su regazo y ponía la cara en su cuello. Intimidades como escucharla hablar de su niñez y que él le dijera que había sido virgen toda su vida (p. 306). 

La maravillosa vida breve de Óscar Wao
Junot Díaz
Literatura Mondadori
2008
Barcelona
309 páginas

viernes, 14 de octubre de 2022

Yo soy Fontanarrosa, de Juan Villoro

Vientos del pueblo es una colección popular del Fondo de Culura Económica, que reproduce textos breves en un formato de cartilla o fanzine, con papel periódico y edición económica, aunque ilustrada, de escritores reconocidos. Este volumen de Yo soy Fontanarrosa, escrito por Juan Villoro, me costó $3.000, es decir aproximadamente 6 centavos de dólar.

Yo soy Fontanarrosa es un cuento en el que Villoro narra un improbable partido de fútbol de un equipo conformado por policías, en el que cada uno lleva en la camiseta el nombre de algún autor reconocido, dentro de un programa de fomento de la lectura. Así, en la cancha están Kafka, Chéjov, Cortázar, Tolstoi, Kawabata, Hemingway y otros, y el narrador, detenido por orinar una estatua, entra a cubrir el hueco que falta con la camiseta de Fontanarrosa.

Se trata de un cuento corto, divertido, con mucho humor a partir de los referentes literarios y también de la vida urbana en Ciudad de México de la clase media trabajadora. Las ilustraciones de Ricardo Peláez le añaden comicidad a la experiencia lectora: sus trazos e intención guardan relación con la caricatura.

Yo soy Fontanarrosa
Juan Villoro (ilustración de Ricardo Peláez)
Fondo de Cultura Económica, colección Vientos del pueblo
México, 2019
29 páginas

martes, 9 de febrero de 2021

El fin del Océano Pacífico, de Tomás González

Al comienzo de la novela el narrador, el médico Ignacio dice que "avanzamos en la vida en un mar de digresiones". Así como la vida avanza esta novela: en un mar de digresiones desde una hamaca frente a una playa del Océano Pacífico.

La novela no está dividida en capítulos ni partes. En la primera página empieza el flujo de consciencia y avanzan los días en esa costa selvática del Pacífico chocoano hasta que, unos meses más tarde, es decir, 261 páginas después, el flujo se detiene. Es una narración incontenible en la que una voz paisa, simpática, burlona, habla de su mamá, sus seis hermanos, sus cuñados, sus sobrinos, la persona que les cocina, la enfermera, el que los cuida y una cantidad de personajes que van y vienen, como las ballenas que se avistan desde el corredor de la casa, pero ese flujo también viaja en el tiempo, a la casa de la infancia, la finca cafetera antioqueña, el colegio y de nuevo regresa a este presente que se ve tan paradisíaco pero no lo es.

Un lector puede pensar que es una novela en la que no pasa nada. Pasa la cotidianidad de una familia con peleas y amores, pasan el desayuno, el almuerzo, la comida y el malestar de la mamá que después se alivia. Pero en medio de esta vida corriente pasan los pensamientos de Ignacio, sus reflexiones sobre la vida, el amor, la historia política, los animales, y pasa también, de lejos y casi invisible, la violencia que azota a esa región del país. 

No pasa nada pero pasa la vida. Dice Ignacio "¡Y todo lo que se me va a quedar por ver y oír y pensar!" "Lástima lo cortos de tiempo" y al terminar las páginas, el viaje al Pacífico y la vida misma piensa uno que sí, que lástima lo poco que dura todo, incluyendo este libro profundo, hondo, sobre lo efímera que es la experiencia de la vida y sobre la muerte que siempre acecha, contado con humor y con un lenguaje tan coloquial y tan íntimo que me hizo evocar a La historia de Horacio, otro libro de Tomás González que también me resulta entrañable.

Algunas frases

Sabía de alta cocina, pero estaba lejos de hacerle feos a la "baja", y con toda razón, pues tiene sus riesgos, pero sin duda tiene sus maravillas (p. 10).

Nunca en la vida ha estado tranquila, si ha podido evitarlo (p. 17).

No le gustaba que la tomaran del pelo. Prefería encargarse ella sola de ese departamento (p. 20).

(sobre los narcos) Esas personas y también sus admiradores e imitadores son incapaces de formar oraciones verbales, aun las indiferentes o neutras, sin ponerles el veneno de su intranquilidad anómala, patológica: "pásame la hijueputa sal, por favor, ¿sí? Pilas. Gracias. (p.22).

Hay gente que piensa que sin niños ningún viaje es verdadero. Mi mamá, para no ir muy lejos, y también yo, siempre y cuando brinquen lejos (p.27).

El asunto de la mariquería produce curiosidad invencible y va a inquietar a la humanidad hasta el fin de los tiempos, pues no sirve para nada, no produce hijos y uno diría que se trata de amor desinteresado -variedad esta que ha sido poco respetada por la humanidad- y de cierta estética fuerte (p. 34).

Avanzamos en la vida en un mar de digresiones (p. 40)

La vida se expande en forma de digresiones y regresa a la nada (p. 40).

Oír música me ha gustado tanto como mi profesión, a ratos más. Y esto otro que me ha llegado con los años y que es parecido al gusto por la música o tal vez sea lo mismo es el gusto por la manera como se forman y despliegan mis pensamientos, que a veces no tienen nada que ver con la verdad y ni siquiera con la realidad. Ya sean piedras, arboledas, humaredas o hilos de humo, son su propia realidad (p. 41).

!Y todo lo que se me va a quedar por ver y oír y pensar! (p. 41) Lástima lo cortos de tiempo (p.41).

La infancia es una especie aceptada de locura, bastante apreciada e incluso sobrevalorada, casi siempre provisional, con un toque mínimo de retardo (p. 45).

Se encargaba con gran éxito de que los obreros no explotaran demasiado a los patrones (p. 46). 

Su mirada era una mezcla de agua líquida y agua evaporada, nube (p. 51). 

Algunas personas nunca tienen paz con su propia belleza (p. 58). 

Imágenes tal vez tomadas de Salgari o de Julio Verne, tan poco aficionados como nosotros a las verdades secas y estériles (p. 67). 

Pero seguía esbelto de intelecto (p. 85).

Vender la finca, ni soñar. Los asesinos van y vienen y la tierra permanece (p. 91). 

-¿Cómo hacen los mujeriegos para convencer a cada una de sus conquistas de que ella, ahora sí, por fin -créeme, amor-, es la mujer de tu vida? Y sobre todo ¿para qué? (p. 103).

A mí me da miedo pensar. Prefiero estar haciendo cosas desde por la mañana (p.130).

La novedad no está en las cosas sino en la forma de mirarlas (p.133).

La Creación es una mariposa multicolor que come mierda de perro (p.149). 

Hablaba con mi mamá sobre lo que hay más allá de más allá; de lo que sigue o no sigue a la muerte y de la ninguna importancia que tiene todo lo anterior, en realidad, porque lo único que importa y existe es el presente (p. 153).

Silbido del viento, rayos chillidos, gruñidos, aullidos y ruidos constantes del agua. La naturaleza siempre ha hecho ruido. Crepitaciones de la candela. Desde que se formó la atmósfera hay ruido (p. 154). 

Hombres superiores no hay. No habemos. Todos proyectamos las mismas sombras (p. 179).

Cuando se va el último turista otra vez se siente el tiempo antiguo y tranquilo de los alcatraces (p. 191).

Es raro y desesperante que los seres humanos vivamos un manojo de años, vislumbremos la infinitud de este asunto, conozcamos dos o tres cosas, la ley de la gravedad, la existencia de los neutrinos, y pum se nos apague el mundo. Mirándolo de otra forma, si uno conoce la parte, por pequeña, que sea, minúscula, infenitesimal, conoce el todo (p. 215). 

Hay mujeres que se van poniendo más bellas a medida que uno las conoce (p. 227).

Hacía algunos meses los paramilitares que habían azotado la región se habían disuelto después de una negociación con el mismo presidente que los había creado (p. 232).

Más necesita el obrero respeto que pan (p.254).

Que una frase sea profunda y armoniosa no la hace verdadera (p. 259).


El fin del Océano Pacífico

Tomás González

Seiz Barral

Bogotá, octubre de 2020

261 páginas

lunes, 5 de noviembre de 2018

Plata quemada, de Ricardo Piglia

Huir es más divertido si se hace en compañía. Eso es lo que el cine enseña en películas como Bonny and Clyde,  Thelma y Louise o Butch Cassidy and the Sundance Kid. Parejas fugitivas que mientras huyen caen, pero también ríen. Cuando no hay mucho futuro hay que vivir con intensidad el presente.

De ese río parece beber Plata quemada, la novela que el argentino Ricardo Piglia escribió durante años y finalmente publicó en 1997, el mismo año del estreno en Argentina de Trainspotting, la película del inglés Danny Boyle con protagonistas que permanecen tan drogados y tan ávidos de dinero que perfectamente habrían podido cometer el mismo hurto que El Nene y Dorda llevaron a cabo en el Parque San Fernando, un suburbio del Gran Buenos Aires, según la reconstrucción de Piglia.

Plata quemada es una novela histórica. Parte de un hecho de la vida real: de un crimen de esos que acaparan la atención de la crónica roja y luego se hunden en el olvido. En el epílogo de Plata quemada, que podría ser también el prólogo, el narrador informa que el 27 de septiembre de 1965 se cometió un hurto en Buenos Aires y los ladrones emprendieron una huida frenética que los llevó hasta Montevideo. La fuga terminó el 6 de noviembre del mismo año.
 
El material informativo que da origen a la novela es ese. En su momento la prensa registró la noticia con fruición pero con los días las noticias nuevas sepultaron a las viejas, como suele ocurrir. La maestría de Piglia consiste en tomar esa información y convertirla años después en literatura. Piglia toma una noticia criminal vieja (como hace Gabo en Crónica de una muerte anunciada) y amasa los datos para cocinar algo nuevo. Los ingredientes, es decir los datos y el contexto de la época, estaban en los periódicos que se empolvan en los archivos de las bibliotecas.

Plata quemada es una novela histórica porque se basa en un hecho real ocurrido en el pasado, pero no es una novela histórica convencional. En Piglia la historia está para transgredirla, para dessacralizarla, para violarla. La historia particular del crimen pero también, en términos más amplios, la historia de Argentina. El autor tiene claro el rol de los héroes: El Gaucho Dorda, uno de los dos protagonistas, (el otro es El Nene) es un asesino ex convicto que pasa todo el día drogado, oye voces, es homosexual y habla poco. Su único interés, además de la droga, es la lectura de la revista Mecánica Popular. Pues bien, sobre Dorda escribe Piglia:
Parado y tirando con las dos manos, sereno, bum, bum, con una elegancia y los canas cagados de miedo. Cuando ven a un tipo así, decidido, que no le importa un belín, le tienen respeto. Si hubiera una guerra, supongamos que hubiera nacido en la época del general San Martín, el Gaucho, decía El Nene, bueno, tendría un monumento. Sería, no sé, qué se yo, un héroe, pero nació fuera de época (P. 56).

Las transgresiones en Plata quemada son varias. Para empezar, el concepto mismo de la plata, del dinero, que interesa por su valor de cambio. El título habla del acto de quemar billetes, que puede ser el mayor gesto de desapego al sistema capitalista: tener dinero para dilapidarlo: no para regalarlo como gesto populista, sino para destruirlo, para hacer visible lo obvio: que el dinero es papel. Se lee en la obra: “… quedó una pila de ceniza, una pila funeraria de los valores de la sociedad”. Esa postura política de la novela está clara desde el epígrafe, una frase de Bertolt Brecht: “¿Qué es robar un banco comparado con fundarlo?”.

Los elementos con los que se construye la historia son también transgresores. Plata quemada es una novela de antihéroes. Los policías son corruptos personajes que se dedican a la picana mientras esperan la jubilación, y los protagonistas, Dorda, El Nene y su entorno, son ex presidiarios sin interés en redimirse. Los mueve, si acaso, el afán de conseguir plata para irse de Argentina e instalarse en Nueva York, en una forma de evidenciar que el sueño americano es una constante latina que permea todas las capas sociales y todos los imaginarios, desde hace décadas.

Mientras preparan el robo y la fuga, Dorda, El Nene, Malito y Mereles meten cocaína, se empepan, fuman marihuana, ven televisión, hablan banalidades (como los diálogos de los criminales de Tarantino) y tienen sexo en distintas variedades. “Cuando la carne escaseaba, se acostaban juntos, El Nene y el Gaucho Rubio” (p. 54). Las mujeres de la novela, sin excepción, cumplen uno de estos dos roles: son sus madres o son objetos sexuales: “A veces pensaba en una mujer y la sentaba en la ventana de la celda y le empezaba a chupar el clítoris, podía ser cualquier mina, mi hermana podía ser” (p. 68).

Plata quemada es una transgresora novela histórica que además propone una cartografía distinta de Buenos Aires. La capital argentina de estas páginas está muy lejos de la París suramericana que sueñan sus habitantes. Aparecen el subte, la Plaza de San Fernando, Rivadavia, Florida, el cine del Rex y el Tigre. Pero también Adrogué, la provincia en donde nació Piglia y en algún momento de la novela se dice de un personaje que prefiere la periferia. El autor nos habla de los límites en su sentido sociológico pero también geográfico, y de las relaciones entre ambas marginalidades. La estética bizarra del lenguaje concuerda con los espacios elegidos: en vez de narrar calles bonitas y edificios de mármol, Piglia prefiere describir otras arquitecturas. En este sentido Plata quemada es una obra que en sus páginas incluye personajes borde, pero también barrios y calles que distan de la postal turística, el lujo y el glamour. De hecho, buena parte de la novela ocurre de puertas para adentro, en cuartos a puerta cerrada, que corresponden a esta descripción: “las paredes vacías dan al ambiente el tono de precariedad que tienen los lugares así” (p.99).

Es también interesante el rol que le da Piglia a los medios de comunicación. No sólo le dan la oportunidad de incluir también en estas páginas a su querido personaje Emilio Renzi, sino que además muestran la relación ambigua entre los medios y sus receptores: por un lado, el lenguaje impostado y aséptico que usan  algunos periodistas para describir la acción en caliente, reproduciendo versiones oficiales, pero por otro lado los medios aparecen como validadores de la realidad. En medio de la balacera final el narrador cuenta que los protagonistas “habían  puesto el televisor en el piso para que no lo reventaran las balas y a ratos, cuando había una pausa, miraban lo que pasaba en la calle. También escuchaban el relato de los hechos transmitidos por Radio Carve, la voz de alterada de los locutores que se turnaban para contar los tremendos momentos vividos en la ciudad de Montevideo” (p. 108). Sobre Malito, el único de los cuatro sobrevivientes que no participa en la balacera final, se ha dicho setenta páginas antes: “Malito era entonces, como todos los pistoleros profesionales, un ávido lector de la página policial de los diarios, y ésa era una de sus debilidades” (p. 40).

No se trata, en todo caso, de un triller más. Plata quemada tiene un trabajo minucioso del lenguaje y un elemento que la potencia como obra: el humor. El narrador parece pensar que no hay nada sagrado en la Argentina: ni los militares, ni los policías, ni la religión, ni el sistema financiero ni Perón, ni Evita, ni la belleza de la ciudad. Todo puede ser objeto de burla y nada más eficaz que el humor para desnudar tiranías y autoritarismos.

Como todos los libros, Plata quemada tiene varias capas de lectura. El robo es una anécdota que permite mostrar un contexto de corrupción, capitalismo, exclusión y decadencia, sin discursos moralizantes. Sin embargo, quizás no es necesario que el lector haga todos estos análisis para disfrutar un libro como éste, que es un enorme divertimento. Ya lo decía la revista Selecciones del Reader´s Digest: la risa, remedio infalible.  


Plata quemada
Ricardo Piglia
Penguin Random House
Buenos Aires, 2013 (primera edición 1997)
172 páginas

miércoles, 15 de agosto de 2018

Mi unicornio azul, de Rigoberto Gil

En una ocasión le escuché decir a Alonso Sánchez Baute que cuando Jorge Alí Triana adaptó al teatro su novela "La maldita primavera", identificó más de 300 referencias musicales en el texto original en canciones de todo tipo, empezando por la música de plancha que le dio título.

"Mi unicornio azul", la novela de Rigoberto Gil Montoya que en 2014 ganó el Premio Nacional de Cultura de la Universidad de Antioquia y que acaba de reeditar la UTP, también tiene nombre de canción y numerosas referencias en sus páginas: desde las canciones-protesta de Puebla y El cóndor pasa hasta, por supuesto, el famoso unicornio azul que ayer se me perdió. 

Menciono las referencias porque "Mi unicornio azul" es un texto construido a partir de su uso: además de las musicales está lleno de alusiones literarias y cinematográficas. No hay una de sus 239 páginas que carezca de alguna referencia. Algunas son explícitas con nombre propio (se necesita atrevimiento para juntar en un mismo texto a Paul Auster, Bukowski, Eduardo Galeano, Fitzgerald, Carver, Walter Riso, Efraim Medina Reyes, Benedetti, Cercas, Marías, Coetzee y Juventud en éxtasis) y otras implícitas en juegos de palabras que aluden al Ensayo sobre la ceguera, El nombre de la rosa, Aura y otro sin fin de novelas y películas. Detectarlas puede ser un ejercicio entretenido.


La anécdota de la novela es sencilla: Juanmi, un chico que trabaja en el departamento de Sistemas de una universidad pública, se ve involucrado en una jornada de protesta estudiantil que incluye arengas, papas bombas, marihuana, golpizas y deseo erótico. Todo ocurre en un único espacio, la universidad, y en un único día. Aunque no se menciona la ciudad en la que ocurre la novela (podría ser en la Universidad Tecnológica de Pereira o en la Universidad Nacional, o cualquier universidad pública), la época de los hechos sí es clara: el gobierno de la seguridad democrática de Alvaro Uribe Vélez, presidente de Colombia entre 2002 y 2010. "-Señor presidente: ¡desmovilícese!" le dicen varias veces a lo largo del texto, en una de las distintas frases que se repiten como mantra a través de los ocho capítulos.

En 2009 Miguel Angel Manrique publicó "Disturbio", una novela que tiene a la Universidad Nacional como protagonista. "Mi unicornio azul" utiliza el mismo escenario pero es muy distinta en el tratamiento del lenguaje: Rigoberto Gil le apuesta al humor. Su novela es un divertimento construido no tanto a partir de situaciones cómicas (si acaso son tragicómicas) sino más bien a partir de las palabras que el autor elige para cada una de sus frases. Gil toma el lenguaje mamerto de los estudiantes revoltosos y lo exprime hasta evidenciar sus propias ridiculeces. En ese sentido, se trata de una novela que no es políticamente correcta y se aleja de la reflexión intelectual academicista. Es más bien una burla llena de guiños íntimos a los códigos y prejuicios que circulan en las universidades.

No creo que se trate de una novela para todo tipo de público, y eso no es, ni mucho menos, una desventaja. Es un texto que deleitarán mejor quienes han pasado por un ambiente universitario y, sobre todo,  quienes pueden identificar los libros, autores, personajes y películas a los que alude el autor. Pero incluso es posible que quienes no reúnan estas dos características puedan disfrutar el libro, siempre y cuando tengan buena disposición para la risa. Este libro es un artefacto de inteligente burla.

Algunas frases:
"Ella miró de soslayo mi perfil, mi real Facebook".

"Diversas corrientes de extrema izquierda y extrema derecha, e incluso exóticos grupos ambidiestros".

"Muchachitas de Industrial que leían a Riso y a Coelho en ediciones resumidas".

"a decirle cosas bonitas, cosas de la era sensible, de esas que se le ocurren a uno mientras observa con deleite una escena porno en casa de su mejor amiga".

"les parecía muy difícil discernir mis discursos propios de aquellos que citaba sin comillas y lo peor: cada vez que hablaba, ellos tenían la impresión de que eso, o bien ya lo había dicho, o bien ellos lo habían leído en otra parte".

"¿No aclaraba esta disputa que los problemas del mundo son, en efecto, un problema de lenguaje?"

"debes entenderlo un poco, al Che. Tuvo cinco hijos y eso para ningún hombre es sano, le hace perder un poco el contacto con la realidad".

"No puedes entregarle el país a un hombre cuyo padre ha sido asesinado, ni la redacción de su carta programática al galimático pariente de Pablo, el gran filósofo del crimen organizado".

"Gorbachov se convirtió en un ejecutivo y costoso conferencista del pensamiento neoliberal, tipo Clinton -una rama sólida de la reingeniería capitalista, deduje- y el muro de Berlín se vendió en pedazos como souvenir".

"La autonomía universitaria del lado de los estudiantes opera así: una gran minoría decide sobre la mayoría".

"una mujer no es más que el tránsito hacia otra mujer".


Mi unicornio azul
Rigoberto Gil Montoya
Editorial UTP (primera edición UdeA, 2014)
Pereira
2018
251 páginas



lunes, 26 de enero de 2015

Nuestra pandilla, de Philip Roth

Richard Nixon pasó a la historia por ser el único presidente de Estados Unidos, hasta ahora, en dimitir a su cargo como consecuencia del escándalo de Watergate. Las numerosas películas sobre el tema lo muestran como un personaje oscuro, enredador, con muchos secretos para esconder y un rabo de paja inmenso.

Lo que Philip Roth hace en estos 6 textos satíricos que fueron publicados parcialmente en The New York of Review en 1971 es revelar la clase de político que es Nixon, antes de que ocurriera el Watergate.

Si el periodismo es el ejercicio de tratar de anticiparse, de adelantarse o prever lo que puede ocurrir en una sociedad, Philip Roth en este libro logra su cometido: alerta a la sociedad sobre el riesgo que representa un poder presidencial omnipotente encabezado por una persona de "confusas" o "cuestionables" por decir lo menos, ideas políticas.

Pero el valor del libro hoy por hoy no está en anticipar algo que todos sabemos cómo terminó. El valor está en el uso de la sátira y el humor como contundentes armas políticas para desenmascarar poderes a partir del uso de la palabra. La burla, la mofa que hace el autor de los argumentos del Presidente, hasta llevarlos al extremo del absurdo, son válidos ayer y hoy, aunque el lector de hoy desconozca el contexto específico en el que ocurrieron los hechos: La defensa que hace Nixon del derecho del nonato, para oponerse al aborto, se convierte en una hilarante entrevista en la que Nixon dice cosas como que se siente feto aún... 

Es decir, más allá de la política local norteamericana (que nunca es local) el lector encuentra en estos textos satíricos argumentos para defender ideas antimilitaristas, pro aborto e antiimperialistas, a partir de situaciones absurdas que llegan a límites insospechados, como el supuesto asesinato de Nixon que es negado por el portavoz de la Casa Blanca, quien exhibe en una rueda de prensa una radiografía de la cadera del presidente, para demostrar que está muy bien.

Este libro puede ser interesante para quienes ejercen el periodismo de opinión con sátira y humor. El lector puede reemplazar el nombre de Nixon por el del personaje político actual que prefiera, y muchas de las argumentaciones delirantes del presidente encajarán hoy como anillo al dedo. 

Algunas pocas frases:
en este gobierno los fetos y los embriones de Estados Unidos por fin tienen una voz que los represente.

mi desempeño del cargo contribuya algún día a crear un mundo en el que todos, sin consideración de su raza, credo o color, sean nonatos. 

Aquí me tienen, presidente de los Estados Unidos de Norteamérica y líder del Mundo Libre, trabajando como un esclavo con todas y cada una de las fibras de mi ser, entregado noche y día, trescientos sesenta y cinco días al año, al único propósito de salir reelegido...

(los medios) No, nunca hablan de lo que no hemos hecho, siempre se quedan con lo quehemos hecho. Eso, por desgracia, es lo que esa gente considera noticia. 

Nuestra pandilla
Philip Roth
Literatura Mondadori
1971 (edición de 2008)
Barcelona
173 páginas