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sábado, 18 de mayo de 2024

Un mar, de Ignacio Piedrahíta Arroyave

El geólogo y escritor Ignacio Piedrahíta Arroyave publicó en 2006 la novela "Un mar", un texto de ficción construido a partir de su conocimiento sobre la minería, la exploración y las rocas, en este caso las piedras calizas, y en el que la narración fluye con ese ritmo pausado y hondo que es habitual en sus textos. "N
o hay prisa para la tierra en estas profundidades", escribe en un aparte de esta novela, y ese "no hay prisa" está presente también en la forma de narrar.

"Un mar" está estructurada en 25 capítulos cortos que cuentan unos meses en la vida de Arenas, un geólogo que se traslada a una ciudad al lado del mar para liderar la exploración de una montaña en la que una fábrica cementera espera encontrar roca caliza. La superficie de la montaña no permite ver lo que hay en su interior. Es necesario perforar con paciencia y con la certeza de saber que muchas veces la exploración no conduce a un hallazgo de valor. Lo mismo hace el escritor con el personaje: de Arenas vemos su uniforme, su rutina, su vivienda, pero es necesario explorar a través de las páginas, con mucha paciencia, para poder identificar sus pensamientos más profundos. 

La novela recrea la cotidianidad de una exploración minera, un ambiente fuertemente masculino, pero al mismo tiempo explora una veta que al comienzo apenas se insinúa y luego empieza a crecer: el interés de Arenas por una mujer casada. Esa condición de casada ofrece un sustrato tan conocido para el lector que el autor se abstiene de cualquier exploración existencial o juicio de valor. Los hechos y las ensoñaciones permiten construir un relato que va del corazón de la montaña a la profundidad del océano, en donde el protagonista Arenas se muestra como un personaje mineral: pausado, reservado, cerrado, solitario. Sólo el tiempo permite verle variaciones.

Esta novela fue ganadora de una beca de creación en Medellín y finalista de un concurso convocado por Mincultura. Hizo bien la Editorial Eafit al decidir volver a editarla en 2023.


Algunos subrayados
El exterior de una piedra se asemeja a un velo (p. 32). 

Con su herramienta parte la roca y examina su anatomía interna con el fin de averiguar su pasado. Su oficio tiene algo de examen oculto de los hechos antiguos (p. 32). 

Hay algo de macabro en esa condición de explorador, pues se trata de entender el funcionamiento de la tierra para ir directo a su destrucción (p. 35). 

el secreto de esta profesión es pasar inadvertido (p. 88)

Bajemos más y más, no importa el calor, no importa la presión, nuestros oídos son de cuarzo y nuestros cuerpos de vapor. sienta lo que ocurre aquí debajo de la corteza de la tierra, todo es calor y presión, mire las rocas cómo se funden y se oprimen unas contra otras. Ahora entréguese a ese magma. Ese es el punto de partida de nuestro viaje, ahora comenzaremos a ir hacia adelante. Suspéndase, sienta que a pesar de nuestro esfuerzo hay algo que nos empuja hacia arriba, es la roca fundida que quiere subir porque está muy caliente y necesita enfirarse. Venga aferrémonos a esa masa incandescente que va lentamente hacia arriba, no podrá hacernos daño. Tardará millones de años en subir a la superficie, pero no hay problema, podemos esperar: no hay prisa para la tierra en estas profundidades. Viajemos con ella en el tiempo hasta que llegue a la cima, hasta que ella misma sea la montaña. Nosotros somos ahora la montaña. ¿Lo comprende? (p. 103). 

cada pie que penetra el taladro equivale a miles de años rumbo a ese pasado de aguas cálidas y transprentes, anteriores al lio y a la arcilla que lo cubrieron todo (p. 113).

Lo extraño de la noche no es más que su propio estado de aturdimiento (p. 121). 

Un mar
Ignacio Piedrahíta Arroyave
Editorial Eafit
Medellín 
2023 (primera edición 2006)
178 páginas

sábado, 9 de marzo de 2024

En agosto nos vemos, de Gabriel García Márquez

Un libro debe ser autosuficiente. Defenderse por sí mismo y ser leído sin tener en cuenta la biografía o circunstancias del autor. Al fin y al cabo la literatura tiene pretensión de inmortalidad y lo escrito permanece mucho más allá de la vida del escritor. 

No obstante es imposible leer "En agosto nos vemos" sin pensar en el alzheimer que afectó a Gabriel García Márquez en sus últimos años y en la decisión que tomaron sus dos hijos varones (porque por supuesto Indira Cato, la hija no reconocida, no es tenida en cuenta para estas determinaciones) de publicar esta novela aunque su padre de manera expresa hubiera pedido que no lo hicieran. Ellos se justifican diciendo que su padre también dijo que después de muerto ellos podían hacer lo que quisieran y que quizá la enfermedad de los últimos años le había afectado el criterio que tuvo antes para juzgar su propia obra con rigor. 

En el prólogo los dos hijos, Rodrigo y Gonzalo García Barcha, se autoexculpan así: "si ellos (los lectores) lo celebran (el libro), es posible que Gabo nos perdone. En eso confiamos". Como leer a García Márquez suele ser un deleite entonces van sobre seguro. Como escribió Juan Esteban Constaín: hasta la novela más mala de un genio como García Márquez es mejor que los mejores libros de muchos escritores. Y claro que es mejor que muchas de las novelas que se publican cada año, en una avalancha de títulos para el olvido.

Y sin embargo... 

Desde que se anunció que "En agosto nos vemos" saldría el 6 de marzo de 2024 en simultánea en más de 30 países encargué el mío. He leído la obra completa de García Márquez y no iba a dejar de leer esta última publicación. No haber acudido a esta última cita habría sido una traición de lectora, aunque haberlo hecho también se siente como traición, porque es estar hurgando líneas que el autor no quería ver impresas para un público masivo.

Claro que "En agosto nos vemos" produce el placer de releer a Gabo. Aparece el Caribe, están esos sustantivos suyos tan deslumbrantes que obligan a consultar el diccionario, hace mucho calor y hay escenas sexuales llenas de sudor. El libro se puede leer en clave musical y como la protagonista siempre está leyendo, los títulos de esos libros son también guiños de García Márquez. Trae, además, la novedad de tener por primera vez en el conjunto de su obra a una mujer como protagonista íntegra y solitaria de una novela: Ana Magdalena Bach es una mujer que al comienzo del libro tiene 46 años y al final 50, y cada 16 de agosto viaja a una isla para dejar gladiolos en la tumba de su madre. Esos viajes, además, son un escape conyugal en el que encuentra cada año un amante distinto con el que pasa una noche que le sacia sus deseos.

Se ha dicho que esta mujer empoderada (porque claro que se ha usado ese término de moda para hablar de la libertad y autonomía de Ana Magdalena) es un justo cierre para la obra de Gabriel García Márquez, quien construyó personajes femeninos poderosos pero al final, en Memoria de mis putas tristes, dejó un sinsabor con una novela menor en la que el universo femenino se circunscribe a una prostituta de débil contundencia. En ese sentido, Ana Magdalena una reivindicación femenina y es, además y como si fuera poco, su mujer más contemporánea: la novela no precisa la época en la que ocurre ni el espacio, aunque quizás la isla podría ser quizás Aruba (que tiene un lago como el que se menciona en el libro), y la ciudad en la que habita Ana Magdalena sería Caracas, que tiene (por la alusión a la estatua de Bolívar y por la distancia de 4 horas entre la ciudad y la isla). En todo caso el libro sí ocurre en un tiempo contemporáneo al de la escritura, es decir a comienzos del siglo XXI, o si acaso a finales del siglo XX y por eso su protagonista es la mujer más moderna de todas las que construyó García Márquez.

Y sin embargo, después de leer los seis capítulos (algunos funcionan como cuentos) y de gozar el placer de visitar otra vez fulgores de la genialidad de García Márquez, no dejo de pensar en el dilema ético de la publicación de este libro, que es una traición expresa a la voluntad del autor. Por lo que escribe el editor Cristóbal Pera al final del libro, la versión publicada es una construcción a partir de armar el rompecabezas de distintas versiones que dejó García Márquez. Es decir: no hubo un único manuscrito sino múltiples versiones, con enmendaduras, comentarios y variaciones, y el editor tomó un poquito de aquí y otro de allá para entregar un texto definitivo, en el que incluso suprime frases para evitar contradicciones, como un personaje que en el manuscrito aparece con bigote al principio, pero el editor se lo quita porque de lo contrario sería incoherente con una parte que aparece al final del libro.

Estas correcciones del editor, sin embargo, no alcanzan para evitar que el texto tenga frases o expresiones cursis y repita varias fórmulas, un error de principiante que un genio como García Márquez sospecho que no perdonaría. Así, la novela repite líneas como "maestría de los dedos", "esta es mi noche de suerte", "mago de feria", "los brazos en cruz" e incluso en una misma página habla de "noche de perros" y "noche de lobos". ¿Así lo quiso el Nobel? difícil saberlo. Intuyo que lo que él quería fue lo que dijo claramente: pidió que no publicaran el libro porque no estaba terminado. En ese sentido veo en "En agosto nos vemos" el esbozo de una historia a la que aún le falta complejidad, con un personaje que actúa desde el deseo femenino pero se ve plano o predecible. Es una obra en borrador, que apenas insinúa sin desarrollar el hilo más interesante de la obra, que es el de la relaciones madre-hija: de Ana Magdalena con Micaela mamá y con Micaela hija. 

Los seguidores de García Márquez nos acercamos con ojos de vouyeur: con curiosidad morbosa y a la vez culposa, por estar leyendo lo que el autor quiso mantener en privado, y al mismo tiempo lo leemos con la indulgencia y la gratitud que nacen de otros libros de García Márquez que precedieron a éste, y en los que la genialidad de la escritura, la complejidad narrativa y el universo creado se ubica a una distancia enorme frente a esta novela menor. Leer a García Márquez con condescendencia es una afrenta que no merece.

Que los hijos publiquen esta novela con el argumento de la vejez y la demencia senil de su padre no deja de ser una paradoja: fue precisamente García Márquez quien en su literatura, con obras enormes como "El amor en los tiempos del cólera", "Cien años de soledad", "El coronel no tiene quien le escriba" y "El general en su laberinto" construyó un andamiaje poético potente para reflexionar sobre la dignidad y la validez de las decisiones que un ser humano toma al final de sus días.


Algunos subrayados
No le dejó ninguna iniciativa. Se acaballó sobre él hasta el alma y lo devoró para ella sola y sin pensar en él, hasta que ambos quedaron perplejos y exhaustos en una sopa de sudor (p. 28). 

Ella lo sometió al método mortal de no tomarlo en serio (p. 71).

le había abierto los ojos a la realidad de su matrimonio, sostenido hasta entonces por una felicidad convencional que esquivaba las discrepancias para no tropezar con ellas, como se esconde la basura debajo de la alfombra. Nunca habían sido más felices que enconces (p. 78).

-Infiel, nunca -dijo él-. Pero si lo que quieres es saber si me he acostado con alguien, hace años me advertiste que no lo quieres saber (p. 83). 

parecía hablar no tanto para decir como para ocultar (p. 97).

por no suscitarle alguna duda de hombre, que son las menos fáciles pero las más certeras (p. 107). 

-A mi edad -le dijo- todas las mujeres estamos solas (p. 118).

 llorando de rabia contra ella misma por la desgracia de ser mujer en un mundo de hombres (p. 120). 


En agosto nos vemos
Gabriel García Márquez
Penguin Random House
Bogotá
Marzo de 2024
144 páginas

sábado, 17 de julio de 2021

Rendición, de Ray Loriga

Un hombre y una mujer viven en una comarca en un sitio indefinido y en una época también indefinida. Sus dos hijos, Pablo y Augusto, partieron para la guerra y no se sabe nada de ellos. A la casa llega un niño de cerca de 9 años. El niño no habla y la pareja empieza a tratarlo como un hijo al que llaman Julio. Los tres son obligados a dejar la comarca, quemar la casa y partir hacia la Ciudad Transparente, en donde les hacen un proceso de cristalización luego del cual él, el narrador, empieza a notar que vive permanentemente tranquilo, contento, incapaz de sentir rabia o incomodidad.

Rendición es una distopía con la que el español Ray Loriga ganó el Premio Alfaguara 2017. Mientras lo leí pensé en La Carretera, de Cormac McCarthy, y en La hora gris, de Eduardo Otálora. Se trata de una metáfora potente sobre la transparencia, la visibilidad, la pérdida de vida privada y la presión para amoldarse, adaptarse y no rebelarse. Es también una reflexión sobre la paternidad, sobre las relaciones padre-hijo y lo transformador que puede ser ese amor.

La novela está dividida en tres partes que a su vez se subdividen en capítulos cortos. Sólo se mencionan tres nombres propios (los tres hijos) y sólo hay un diálogo, al final. El resto del libro está narrado en primera persona del singular desde la voz de Él y es notorio el trabajo del autor al construir un narrador potente, con visos de humor, con ingenuidad y humildad, que se siente inferior a su esposa que describe acciones y reflexiona sobre ellas y que se transforma con enorme maestría a lo largo del relato. La construcción de ese narrador es motivo suficiente para haberle concedido a Loriga el Premio Alfaguara. Pero además el libro tiene potentes imágenes que develan la experiencia cinematográfica de un autor que busca perturbar.

Algunas frases 
La guerra no cambia nada por sí misma, sólo nos recuerda, con su ruido, que todo cambia (p. 14).

Si algo he aprendido viendo morir nuestro jardín es que ni lo bueno ni lo malo se detiene a revisar nuestros cálculos, ni aprecia nuestros esfuerzos, simplemente sucede (p. 16).

Desde que empezó la guerra, las sospechas han hecho más daño que las balas (p. 18). 

Ella, como todas las mujeres, es más fuerte que los hombres, pero a veces se rompe y la abrazo (p. 28).

La gente que sabe contar historias siempre tiene compañía (p. 32). 


Según me lo ha explicado ella, o según yo lo he entendido, se obedece porque conviene y se duda porque se piensa. Y si una cosa salva la vida, la otra al parecer salva el alma (p. 42).

Aunque ya teníamos permiso para hablar, no se me ocurrió nada que decir (p. 49). 

saqué la conclusión de que no hay cosas muy distintas en ningún lugar del mundo y que por eso la gente se viste de colores diferentes y canta canciones distintas para soñar por un segundo que algo distinto son (p. 55). 

con imaginación todo se lleva mejor y no se condena uno tanto a las cosas que tiene delante (p. 78).

Sorprende darse cuenta de cómo el amor alimenta y calma aun en las peores condiciones y con más razón en las peores condiciones (p. 82).

a veces, sin saber por qué, a falta de gloria va uno y se la inventa (p. 84).

hasta que no te quedas sin olor no sabes lo extraño que te sientes cuando te lo arrebatan (p. 94).

sin afectos el trabajo se podía hacer monótono, aburrido y eterno (p. 105)

si algo sé es que no hay más gente que la gente y ésa es toda parecida en todas partes (p. 116).

Es curioso lo que une una comarca cuando se encuentran dos paisanos en un lugar extraño (p. 120).

Supongo que el miedo se quita más despacio que el olor, o nunca (p. 128).

El pasado y el futuro empezaron a apartar de mí la sombra siniestra de las nostalgias y las ambiciones, que son como manos capaces de ahogar a un hombre (p. 139).

sin miedo alguno se duerme bien pero se levanta uno extraño (p. 146).

Cómo es que un hombre pierde su propia naturaleza y con ella lo que da sentido a su pequeña inteligencia no sabría decirlo (p. 150).

Una vez que se admite que Dios no lo ha elegido a uno para nada extraordinario, se empieza a vivir de veras como se tiene que vivir, con los pies y las manos dentro de un círculo marcado en la arena, sin pisar más allá de lo que te toca ni querer coger lo que no es tuyo (p 160).

Dicen que se puede sacar a un hombre de su comarca fácilmente, pero que es mucho más difícil sacar la comarca del interior de un hombre (p. 168).

¿Es suficiente con que te pongan la comida en el plato para soportarlo todo? (p. 185).

Un hombre debería poder viajar de un lugar a otro sin perder su alma (p. 187).


Rendición
Ray Loriga
Editorial Alfaguara
Barcelona
2017
210 páginas