domingo, 17 de marzo de 2024

La Vorágine, de José Eustasio Rivera


Se da por descontado que José Eustasio Rivera leyó "El corazón de las tinieblas", el libro que Joseph Conrad publicó en 1899 y que narra el horror de la explotación colonial belga en las selvas del Congo.

Con este referente y producto de sus propios viajes por el oriente y el sur de Colombia, José Eustasio Rivera publicó hace un siglo, en 1924, "La Vorágine" la novela que fue escogida por la Revista Arcadia como la más importante del siglo XX en Colombia, y que también ocupó el primer lugar en el estudio sobre las 200 obras más importantes de la literatura republicana en Colombia, realizado en 2019 por la UTP, la Feria del Libro de Manizales y La Patria. 

La Vorágine está narrada por Arturo Cova, un poeta bogotano que huye de la ciudad con su novia Alicia, quien está embarazada. El recorrido los lleva a Meta y Casanare, luego a Vichada y Vaupés, en un viaje que cada vez se torna más hostil, no solo por la naturaleza agreste que al final no permite ver el sol, sino también por la violencia en el entorno y por la angustia interior que sufren los personajes.

La relación entre Cova y Alicia es el telón a partir del cual Rivera denuncia la situación de esclavitud que viven los indígenas y algunos colonos en el sur del país, a manos de la Casa Arana y de caucheros que ejercen control territorial y violento en vastos territorios sin autoridad legal. A este respecto resulta premonitoria una frase de Cova, hacia la mitad del libro: "cuente usted con que la novela tendrá más éxito que la historia": de las caucherías sabemos más por La Vorágine, y por El sueño del celta, la novela que publicó en 2010 Mario Vargas Llosa, que por los libros de historia.

La Vorágine se divide en tres partes de similar extensión: la primera cuenta la salida de Cova y Alicia desde Bogotá, pasando por Cáqueza, para llegar al Meta y luego a Casanare. En esta parte de la novela Cova y Alicia están juntos, aunque la relación es tensa, y el espacio de la narración es el Llano colombiano,con sus faenas de vaquería, sus atardeceres y las jornadas a caballo.

En la segunda parte irrumpe la selva. Alicia y la niña Griselda se han ido con Barrera, el cauchero, y Cova y Franco, la pareja de Griselda, emprenden la búsqueda de las dos mujeres a través de las selvas del Vichada. El paisaje se vuelve cada vez más oscuro y difícil, Cova entra en contacto con comunidades indígenas que no comprende y se observa cada día más extraño en un territorio que ofrece amenazas internas y externas que socaban la paz mental del personaje. Hacia la mitad del libro aparece el viejo Clemente Silva, quien les narra su historia sobre la búsqueda de su hijo Luciano y las vejaciones que sufren los indígenas y colonos a manos de los caucheros.

La tercera parte es la llegada de Cova, Clemente Silva, Franco y Helí Mesa al corazón de las tinieblas: a la cauchería que regenta la madona Zoraida Ayram y en donde El Cayeno y El Váquiro ejercen control a punta de terror. En esta parte la violencia se siente real y cercana y al final, como lo escribe el cónsul, los devora la selva.

Es una verdadera lástima que los profesores de colegio obliguen a leer La Vorágine, un libro rico en referencias que se escapan para un lector principiante, que estará mucho más cerca de aborrecer el lenguaje del texto que de apreciar su maestría. En cambio, un lector más informado, puede encontrar en esta obra monumental varios hilos para comprender la historia nacional y el contexto en el que se desarrolla su historia.

A un siglo de haberse publicado, encuentro al menos tres razones por las cuales La Vorágine es la gran obra literaria del siglo XX en Colombia:

En primer lugar, como lo dice Arturo Cova al final del libro, "a esta pobre patria no la conocen sus propios hijos, ni siquiera sus geógrafos". Cova ha visto un "mapa costoso, aparatoso, mentiroso y deficientísimo" elaborado en Bogotá y la novela presenta una cartografía de zonas desconocidas que equivalen a la mitad del territorio nacional y que se ignoran por mucho más de la mitad de la población. Rivera propone un viaje por nombres, ríos, llanos y selvas de las que el lector tiene poco o nulo referente: río Curicuriarí, río Yurubaxí, Río Negro, Guaracú, Yaguanarí, chorros de Atures y de Maipures, caños Mica y Rayao, Río Inírida, Río Guainía, Río Isana, Río Apaporis, Río Taraiza y una cantidad de referentes que se extienden desde Iquitos hasta Manaos y que resultan imposibles de ubicar en el mapa para la mayoría de los lectores. 

Un segundo elemento vigente en la novela es la lectura sobre la violencia, que se presenta desde la primera línea famosa: "Antes de que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia". "La Vorágine" incluye todos los repertorios de violencia: violencia física, violencia sexual, violencia colonial, explotación económica, violencia contra los indígenas, etc... hay homicidio, suicidio, golpes, trampas, engaños, estafas y esclavitud. Hay armas de fuego winchester, armas blancas, muertos en ríos, muertos por animales, decapitados, torturas, latigazos... Y hay también una permanente reflexión del autor sobre estas violencias. El libro se publica seis años después del final de la primera guerra mundial y en ese contexto es valioso que José Eustasio Rivera observe: "todo hombre armado está siempre a dos pasos de la tragedia".

Otro enfoque de lectura es el del rol de la mujer, que resulta sumamente interesante en esta obra adelantada. Arturo Cova se presenta como un hombre propio de su tiempo y de su clase: machista, mujeriego, que piensa que "la superioridad del macho debe imponérseles por la fuerza, en cambio de sumisión y de ternura". Esto que dice y hace Cova contrasta con la fortaleza de las mujeres que construye Rivera: Alicia, La Niña Griselda, Clarita y la madona Zoraida Ayram son las cuatro mujeres con las que Cova se relaciona a lo largo de la novela y todas, a su modo, son mujeres libres, autónomas, que no están sometidas a ningún varón y que toman decisiones que incluso contrarían al protagonista. Cova, además, defiende a una indígena sometida a abuso sexual hacia el final del libro.

La Vorágine es una obra magistral: monumental, enorme, totalizante. Tiene pasajes en los que el autor muestra una temprana preocupación ambiental, hay denuncia social y habla de un país abandonado por sus gobernantes y devorado por la selva, y habla también de unos personajes que, perdidos en sus pasiones y ambiciones, sucumben ante la naturaleza indomable.


Algunos subrayados
"Antes de que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia" (p. 11). 

El lazo que a las mujeres te une, lo anuda el hastío (p. 12).

No es cuerdo replicarle a una mujer airada (p. 15).

Usted sólo tiene un problema sumo, a cuyo lado huelgan todos los otros: adquirir dinero para sustentar la modestia decorosamente (p. 26). 

―Con ese traje parecerás un tizón encendido.
―Blanco ―me replicó―: pior es no parecer náa (p. 32).

jué que los indios le mataron a él la jamilia, y como puaquí no hay autoridá, tié uno que desenrearse solo (p. 57). 

el cariño es como el viento; sopla pa cualquier lao (p. 64). 
El cariño y el viento soplan de cualquier lado (p. 295).

Una vez me apañaron antes de acabá el rezo y me encerraron en una pieza, con doble yave; pero me volví hormiga y me picurié (p. 72).

Si alguna culpa podía corresponderme en el trance calamitoso, era la de no haber sido severo con ella, la de no haberle impuesto a toda cosa mi autoridad y mi cariño (p. 72). 

Ella debía perdonarme, aunque no le pidiera perdón, porque le pertenecía con mis cualidades y defectos, sin que le fuera dable hacer distingos en mí (p. 73).

Sepulté en mi ánimo el ardid vengativo, como puede guardarse un alacrán en el seno: a cada instante se despertaba para clavarme el aguijón (p. 79).

cuán dulce era el pensamiento de la reconciliación, que se anunciaba como aroma de sementera, como lontananza del amanecer. De todo nuestro pretérito sólo quedaría perdurable la huella de los pesares, porque el alma es como el tronco del árbol que no guarda memoria de las floraciones pasadas ino de las heridas que le abrieron en la corteza (p. 88). 

La justicia es como el cielo, que nos cubre a todos (p. 95).

En esta sabana caben muchísimas sepulturas; el cuidado está en conseguir que otros hagan de muertos y nosotros de enterradores (p. 100).     

―¡Oh selva, esposa del silencio, madre de la soledad y de la neblina! ¿Qué hado maligno me dejó prisionero en tu cárcel verde? (p. 115).

la superioridad del macho debe imponérseles por la fuerza, en cambio de sumisión y de ternura (p. 129).

Cierta vez la niña Griselda, ausente yo, le daba clases de tiro al blanco. Sorprendílas con el revólver humeante, y permanecieron impasibles, como si estuvieran con la costura (p. 158).

―¡Es que las mujeres debemos saber de tóo! Ya no hay garantía ni con los maríos (p. 158). 

No hemos nacido para reliquias (p. 159). 

a fuerza de ser crueles ascienden a capataces, y esperan cada noche con libreta en mano, a que entreguen los trabajadores la goma extraída para sentar su precio en la cuenta. nunca quedan contentos con el trabajo y el rebenque mide su disgusto. Al que trajo diez libros le abonan sólo la mitad, y con el resto enriquecen ellos su contrabando; que venden en reserva al empresario de otra región, o que entierran para cambiarlo por licores y mercancías al primer "chuchero" que visite los siringales. Por su parte, algunos peones hacen lo propio. La selva los arma para destruirlos, y se roban y se asesinan, a favor del secreto y la impunidad, pues no hay noticia de que los árboles hablen de las tragedias que provocan (p. 165).

―Cuente usted con que la novela tendrá más éxito que la historia (p. 168).

Jamás cauchero alguno sabe cuánto le cuesta lo que recibe ni cuánto le abonan por lo que entrega, pues la mira del empresario está en guardar el modo de ser siempre acreedor. Esta nueva especie de esclavitud vence la vida de los hombres y es transmisible a sus herederos (p. 169). 

En el fondo de cada alma hay algún eposodio íntimo que constituye su vergüenza (p. 170).

Hay que ser avaros con el dolor (p. 172).

Cualquier indio que tenga mujer o hija debe presentarla en este establecimiento para saber qué se hace con ella (p. 175).

peones que entregan kilos de goma a cinco centavos y reciben franelas a veinte pesos; indios que trabajan hace seis años, y aparecen debiendo aún el mañoco del primer mes; niños que heredan deudas enormes, procedentes del padre que les mataron, de la madre que les forzaron, hasta de las hermanas que les violaron, y que no cubrirían en toda su vida, porque cuando conozcan la pubertad, los solos gastos de su niñez les darán medio siglo de esclavitud" (p. 195). 

La mansedumbre le prepara terreno a la tiranía y la pasividad de los explotados sirve de incentivo a la explotación (p. 212). 

los caucheros que hay en Colombia destruyen anualmente millones de árboles. En los territorios de Venezuela el "balatá" desapareció. De esta suerte ejercen el fraude contra las generaciones del porvenir (p. 219). 

Y por este proceso ―¡Oh selva!― hemos pasado todos los que caemos en tu vorágine (p. 221).

todo hombre armado está siempre a dos pasos de la tragedia (p. 237). 

¡Otra vez, como en las ciudades, la hembra bestial y calculadora, sedienta de provechos, me vendía su tentación! (p. 246). 

A tal punto cundía la matazón, que hasta los asesinos se asesinaron (p. 273).

Hoy, como nunca, siento nostalgia de la mujer ideal y pura (p. 278). 

aquel mapa costoso, aparatoso, mentiroso y deficientísimo (p. 284).

a esta pobre patria no la conocen sus propios hijos, ni siquiera sus geógrafos (p. 284). 



La Vorágine
José Eustasio Rivera
Prólogo de Juan Luis Panero
Círculo de lectores, colección "Joyas de la literatura colombiana"
Bogotá, 1984 (primera edición 1924)
320 páginas

viernes, 15 de marzo de 2024

Devenir de la ausencia, de Elvira Alejandra Quintero

"Devenir de la ausencia" es el título de un poema de Elvira Alejandra Quintero en el que escribe el verso: "Ya vendrá el tiempo de los poemas felices", una línea que sintetiza bien el tono de su trabajo poético: una esperanza desencantada, una intemperie en la que el desamparo, la lluvia y el desencanto no cierran la puerta a la posibilidad de destellos de ilusión.

"Devenir de la ausencia" es, además del poema, el título de este grueso volumen de 348 páginas que reúne más de 260 poemas publicados por la autora durante 40 años, entre 1982 y 2022, en ocho libros distintos: "Hemos crecido sin derecho" (Cali, 1992); "La noche en borrador" (Cali, 1998); "La Ventana -Cuaderno de Ana Ríos-" (Cali, 2003); "La mirada de la sal" (Cali, 2004); "Los nombres de los días" (Cali, 2008); "Las memorias de Alejandrina" (Bahía Blanca, 2010); "5000 kilómetros al sur" (Bahía Blanca, 2012), y "Ritos de pasaje" (Popayán, 2017).

La compilación de esta obra poética reunida, presentada en el mismo orden de aparición de los libros, permite conocer la evolución en el proceso de escritura de Elvira Alejandra Quintero, así como sus temas recurrentes. El primer libro nace anclado a Cali y en general en sus poemas son frecuentes los nombres propios de los lugares que habita o que elige como espacio poético: Cali, Nariño, Mocoa, en Colombia, pero también lugares de Perú y Argentina, con referencias específicas al lugar. Hay paisaje, montañas y ríos, pero su escenario habitual suelen ser las calles, esquinas, andenes y parques de las urbes contemporáneas.

El profesor argentino Guillermo Eduardo Pilía señala en el prólogo de este libro que "toda la poesía de Elvira Alejandra Quintero podría resumirse en tres líneas temáticas: el desamparo, la tensión entre amor y desamor y la zozobra existencial". Hay en casi todas las épocas poemas que aborden estos tópicos, y en algunos, sobre todo los más recientes, hay referencias explícitas, con nombres propios, al conflicto armado colombiano y a sus víctimas.

A diferencia de "Intemperies", "Viento" y "Haz que no me pierdan sus palabras", que son poemarios con un hilo conductor temático, en "Devenir de la ausencia" hay un orden cronológico y una vocación totalizante, toda vez que se trata de reunir la obra completa de la autora. En este orden de ideas este volumen permite una mirada panorámica y absoluta sobre la calidad poética de la autora, que construye poemas ricos en imágenes y en algunos casos cercanos al poema narrativo, que cuenta o insinúa una historia.

 
Algunos subrayados
De: "Las voces del día"
Entonces no sabía que lo amaría. 
Y que lo iba a odiar por traicionarme con su muerte.

De "La noche en borrador"
Todo era demorado para llegar. 
La edad 
las menstruaciones 
los viajes 
los novios.

De "Amanecer"
Nuestra habitación se llena con las diarias noticias. 
La cortina trata de impedir la entrada del mundo

De "La pregunta"
La niña que fui se empina para mirarme. 
Me da un codazo. Me pregunta si he olvidado la pregunta. 
Le digo que no he cesado de repetirla. 
Su mirada se vuelve más redonda. 
Le digo que no tengo la respuesta, es más, la pregunta ha crecido.

De "Él"
Mas cuando busco la escritura no encuentro otra cosa que el poema. 
Y el poema es un estado del alma

De "La ciudad"
Soy pedazos, pedacitos de mí. 
No debo aspirar a ser una. 
Es decir, no puedo. 

De "Devenir de la ausencia"
Ya vendrá el tiempo de los poemas felices 

De "Todos los días"
Y después de haber gozado en el sufrimiento de intentar 
aclarar mi pensamiento en la escritura 
repito el desorden, la ambición, la locura, la codicia, 
y me digo que mañana será por fortuna otro día, en que habrá tiempo para los buenos propósitos.

De "Almaguer"
Mi cuerpo te pensaba desde la primera hora del día 
sin yo ordenarlo 
mucho antes de recorrer la casa 
y dedicarme a abrir los grandes portones.


De "De los poetas"
Sí, mentimos los poetas 
cuando nos empeñamos en seguir llorando los amores idos 
en vez de celebrar la ausencia con un buen trago de vino 
que nos prepare para la fiesta de la soledad.



Devenir de la ausencia. Obra poética reunida 1982-2022
Elvira Alejandra Quintero
Editorial Vinciguerra Hechos de Cultura
Buenos Aires, Argentina
Octubre de 2022
348 páginas

Haz que no me pierdan sus palabras, de Elvira Alejandra Quintero

En "Haz que no me pierdan tus palabras" la poeta Elvira Alejandra Quintero compila poemas escritos en distintas épocas, según se indica en el prólogo, con una unidad temática clara: el amor, el desamor, las relaciones afectivas y el sexo.

Guillermo Eduardo Pilía, profesor de la Universidad de La Plata, escribe en el prólogo: "la voz poética de Elvira Alejandra Quintero es personal e inconfundible. Es fácil reconocerla por esa singularidad entre cientos y cientos de voces con las que habla la poesía hispanoamericana de hoy. Profunda, lenta, grave, oblicua por momentos y con frecuencia llana, con sutiles pinceladas de desparpajo, de dulzura, de femineidad, de erotismo. Toda ella se desenvuelve en una atmósfera de atemporalidad, casi siempre en geografías de ensueño, que intensifican su carácter universal".

Este poemario editado en España incluye 75 poemas en los que la autora transita por las distintas etapas del amor: desde el deslumbramiento de los primeros días y el anhelo por la próxima cita hasta el abandono y el desengaño.

En "Ritos", el poema que abre el libro, la autora escribe: "otra Elvira recorre el mundo con los dedos". ¿Son los versos de este libro pasajes de la Elvira Alejandra que firma? ¿o corresponden a esa "otra Elvira" ficcional que se plantea desde el comienzo? El juego de espejos que se plantea desde el inicio se desdobla en el yo y el otro, el amante y el amado. La palabra escrita aparece como el tercer elemento de la relación entre dos: en estos poemas es la palabra la que permite nombrar el milagro, o sanar el dolor. 

Algunos subrayados

De "El libro"
En alguna de las pesadillas soy una poetisa encerrada en su alta torre, dedicada a escribir un libro de poemas de amor.
 
De "Ventana del amor perdido"
Recuerdo que hubo otros poemas en que intentaba lo sórdido, lo oscuro

De "Devenir de la ausencia"
Ya vendrá el tiempo de los poemas felices ceñidos a los cuerpos de las muchachas callearriba cuidando el abrazo del amor.

De "Desdicha"
El amor es una turbia experiencia donde otra vez al fuego se ponen a arder los recuerdos

De "Insomnio"
Sólo espero que esta escritura alivie mi corazón.

De "Ahora"
Mucho he retado a Dios 
diciendo que no existirá más para mí
si no cumple el favor 
de hacer que regreses.


De "Del camino"
Vengo de un país donde no brilla más el sol 
sino el cuchillo que aniquiló los cuerpos 
y los volvió carne sin nombre bajo otros miles de cuerpos.




Haz que no me pierdan sus palabras
Elvira Alejandra Quintero
Pigmalión Edypro
Enero de 2022
Madrid, España
114 páginas

miércoles, 13 de marzo de 2024

Intemperies, de Elvira Alejandra Quintero

La Real Academia de la Lengua define "intemperie" como "A cielo descubierto, sin techo nio otro reparo alguno". Técnicamente una playa está a la intemperie, pero no es una playa la imagen que llega a la mente cuando se escucha la palabra "intemperie". Al contrario, el vocablo se asocia con la lluvia, el abandono o el desamparo, con estar en soledad, desvalido y sin un techo protector.

Guillermo Eduardo Pilía, profesor de la Universidad Nacional de La Plata, de Argentina, escribe en el prólogo del poemario "Intemperie" que estos versos de Elira Alejandra Quintero parten del desamparo. De la desesperanza, y el dolor de la pérdida. La autora construye una poética del desgarro, en donde la mirada se detiene en la conciencia de habitar una desolación sin esperanza. 

"Intemperies" reúne 56 poemas, algunos de los cuales ya habían sido publicados previamente por la autora en otros libros. De hecho varios hacen parte de su breve poemario "Viento".  No obstante, hay un ejercicio cuidadoso de curaduría, que logra poner a dialogar estos poemas dispersos a partir de esa imagen de la intemperie, que le da título al último poema del libro y que atraviesa todo el volumen, desde sus primeras líneas en Cali hasta el final en Argentina.

En estos poemas narrativos Elvira Alejandra Quintero cuenta cosas: describe una Cali caliente y lluviosa, hay copiosos aguaceros, hay guayacanes florecidos, esquinas y andenes. Hay mucha calle y ciudad en sus poemas, y quizás por eso la imagen poética de la soledad y el desamparo se siente aún más potente: es la soledad contemporánea, que sucede en medio de la gente, la que recorre las páginas de este libro, que dialoga con Kavafis, pero también con Aurelio Arturo: los días que uno tras otro son la vida en "Intemperies" aparecen como días y noches con poca luz.


Algunos subrayados

De "Esquinas"
la soledad me habita en esta tarde 
y yo le madrugo al dolor 
de haber nacido.

De "Cambio de milenio"
Entonces miramos las fotografías premiadas en los diarios y decimos que somos un país extraño, donde sus habitantes pagan con la vida el hecho de haber nacido en la más hermosa de las tierras.


De "Con voz y voto"
Los nombres de las cosas que amo son los nombres de las cosas que anhelo.

De "Lluvias"
Eso no soy. 
Soy otra.
La que guarda su voz en el silencio de su escritura.

De "Fragmentos de vida"
cada cual pone su gota, su pequeño anhelo, su secreta felicidad, a orear como al viento los usados trapos viejos.

De "Domingo"
Me pregunto por los poemas que me había prometido escribir hace ya tantos años. 
Me dije, con el poeta, que a otra tierra iría, que otra ciudad mejor que esta encontraría. 
Y aquí sigo tal cual con mi ciudad adentro, debajo, detrás del árbol inmenso. 
Los poemas siguen guardados en el nudo de mi corazón.

De "Intemperie"
Vengo de un siglo estéril para la dicha y cruel para los que se aman 
y yo soy su símbolo y su vástago más fiel 
su hija.


Intemperies
Elvira Alejandra Quintero
Ediciones Hespérides
Buenos Aires, Argentina
Octubre de 2018
92 páginas

Viento, de Elvira Alejandra Quintero

Elvira Alejandra Quintero (Cali, 1960) es una poeta que ha desarrollado un trabajo de escritura silencioso y constante desde el suroccidente colombiano. 

"Viento" es un poemario breve (un cuaderno) publicado en Argentina en edición bilingüe español-catalán, con traducción de Pere Bessó. El volumen reune ocho poemas cortos que vienen precedidos de la traducción al catalán y que tienen como hilo conductor la imagen poética del viento y lo que éste alude: la libertad, el movimiento, la liviandad.

Es sorprendente que en tan pocas líneas la autora logre crear imágenes poéticas tan claras y hondas, al tiempo que invita a un viaje que va desde el viento del Río Guaitara, en la frontera entre Colombia y Ecuador, hasta La Patagonia y Ushuaia, en Argentina, pasando por el Pacífico peruano. La autora construye una especie de cartografía del viento, con referentes geográficos precisos y contemporáneos y, al mismo tiempo, con la libertad y la ubicuidad espacio-temporal que le otorga el uso de referentes míticos como el Hilo de Ariadna. 

Los ocho poemas reunidos en este volumen son: Hilos de Ariadna, Vientos sobre el río Guaitara, Viento blanco en el desierto de Sechura, Viento en la alameda, La avaricia, Viento sobre la calle Sarmiento, Del que espero y 5000 kilómetros al sur.

Algunos subrayados

De "Hilos de Ariadna"

Sé cómo vuelan en el viento las lenguas de fuego 
y el lazo de la ahorcada 
tejido en el mismo hilo de Ariadna


De "Vientos sobre el río Guaitara"
y el río helado 
que tropieza con sus piedras
tantas veces 
y aun así 
sigue fluyendo vigoroso.



Viento / Vent
Elvira Alejandra Quintero
Traducción al catalán: Pere Bessó
Ediciones Hespérides, Cuadernos de Casa Bermeja
La Plata, Argentina
2018
24 páginas

sábado, 9 de marzo de 2024

En agosto nos vemos, de Gabriel García Márquez

Un libro debe ser autosuficiente. Defenderse por sí mismo y ser leído sin tener en cuenta la biografía o circunstancias del autor. Al fin y al cabo la literatura tiene pretensión de inmortalidad y lo escrito permanece mucho más allá de la vida del escritor. 

No obstante es imposible leer "En agosto nos vemos" sin pensar en el alzheimer que afectó a Gabriel García Márquez en sus últimos años y en la decisión que tomaron sus dos hijos varones (porque por supuesto Indira Cato, la hija no reconocida, no es tenida en cuenta para estas determinaciones) de publicar esta novela aunque su padre de manera expresa hubiera pedido que no lo hicieran. Ellos se justifican diciendo que su padre también dijo que después de muerto ellos podían hacer lo que quisieran y que quizá la enfermedad de los últimos años le había afectado el criterio que tuvo antes para juzgar su propia obra con rigor. 

En el prólogo los dos hijos, Rodrigo y Gonzalo García Barcha, se autoexculpan así: "si ellos (los lectores) lo celebran (el libro), es posible que Gabo nos perdone. En eso confiamos". Como leer a García Márquez suele ser un deleite entonces van sobre seguro. Como escribió Juan Esteban Constaín: hasta la novela más mala de un genio como García Márquez es mejor que los mejores libros de muchos escritores. Y claro que es mejor que muchas de las novelas que se publican cada año, en una avalancha de títulos para el olvido.

Y sin embargo... 

Desde que se anunció que "En agosto nos vemos" saldría el 6 de marzo de 2024 en simultánea en más de 30 países encargué el mío. He leído la obra completa de García Márquez y no iba a dejar de leer esta última publicación. No haber acudido a esta última cita habría sido una traición de lectora, aunque haberlo hecho también se siente como traición, porque es estar hurgando líneas que el autor no quería ver impresas para un público masivo.

Claro que "En agosto nos vemos" produce el placer de releer a Gabo. Aparece el Caribe, están esos sustantivos suyos tan deslumbrantes que obligan a consultar el diccionario, hace mucho calor y hay escenas sexuales llenas de sudor. El libro se puede leer en clave musical y como la protagonista siempre está leyendo, los títulos de esos libros son también guiños de García Márquez. Trae, además, la novedad de tener por primera vez en el conjunto de su obra a una mujer como protagonista íntegra y solitaria de una novela: Ana Magdalena Bach es una mujer que al comienzo del libro tiene 46 años y al final 50, y cada 16 de agosto viaja a una isla para dejar gladiolos en la tumba de su madre. Esos viajes, además, son un escape conyugal en el que encuentra cada año un amante distinto con el que pasa una noche que le sacia sus deseos.

Se ha dicho que esta mujer empoderada (porque claro que se ha usado ese término de moda para hablar de la libertad y autonomía de Ana Magdalena) es un justo cierre para la obra de Gabriel García Márquez, quien construyó personajes femeninos poderosos pero al final, en Memoria de mis putas tristes, dejó un sinsabor con una novela menor en la que el universo femenino se circunscribe a una prostituta de débil contundencia. En ese sentido, Ana Magdalena una reivindicación femenina y es, además y como si fuera poco, su mujer más contemporánea: la novela no precisa la época en la que ocurre ni el espacio, aunque quizás la isla podría ser quizás Aruba (que tiene un lago como el que se menciona en el libro), y la ciudad en la que habita Ana Magdalena sería Caracas, que tiene (por la alusión a la estatua de Bolívar y por la distancia de 4 horas entre la ciudad y la isla). En todo caso el libro sí ocurre en un tiempo contemporáneo al de la escritura, es decir a comienzos del siglo XXI, o si acaso a finales del siglo XX y por eso su protagonista es la mujer más moderna de todas las que construyó García Márquez.

Y sin embargo, después de leer los seis capítulos (algunos funcionan como cuentos) y de gozar el placer de visitar otra vez fulgores de la genialidad de García Márquez, no dejo de pensar en el dilema ético de la publicación de este libro, que es una traición expresa a la voluntad del autor. Por lo que escribe el editor Cristóbal Pera al final del libro, la versión publicada es una construcción a partir de armar el rompecabezas de distintas versiones que dejó García Márquez. Es decir: no hubo un único manuscrito sino múltiples versiones, con enmendaduras, comentarios y variaciones, y el editor tomó un poquito de aquí y otro de allá para entregar un texto definitivo, en el que incluso suprime frases para evitar contradicciones, como un personaje que en el manuscrito aparece con bigote al principio, pero el editor se lo quita porque de lo contrario sería incoherente con una parte que aparece al final del libro.

Estas correcciones del editor, sin embargo, no alcanzan para evitar que el texto tenga frases o expresiones cursis y repita varias fórmulas, un error de principiante que un genio como García Márquez sospecho que no perdonaría. Así, la novela repite líneas como "maestría de los dedos", "esta es mi noche de suerte", "mago de feria", "los brazos en cruz" e incluso en una misma página habla de "noche de perros" y "noche de lobos". ¿Así lo quiso el Nobel? difícil saberlo. Intuyo que lo que él quería fue lo que dijo claramente: pidió que no publicaran el libro porque no estaba terminado. En ese sentido veo en "En agosto nos vemos" el esbozo de una historia a la que aún le falta complejidad, con un personaje que actúa desde el deseo femenino pero se ve plano o predecible. Es una obra en borrador, que apenas insinúa sin desarrollar el hilo más interesante de la obra, que es el de la relaciones madre-hija: de Ana Magdalena con Micaela mamá y con Micaela hija. 

Los seguidores de García Márquez nos acercamos con ojos de vouyeur: con curiosidad morbosa y a la vez culposa, por estar leyendo lo que el autor quiso mantener en privado, y al mismo tiempo lo leemos con la indulgencia y la gratitud que nacen de otros libros de García Márquez que precedieron a éste, y en los que la genialidad de la escritura, la complejidad narrativa y el universo creado se ubica a una distancia enorme frente a esta novela menor. Leer a García Márquez con condescendencia es una afrenta que no merece.

Que los hijos publiquen esta novela con el argumento de la vejez y la demencia senil de su padre no deja de ser una paradoja: fue precisamente García Márquez quien en su literatura, con obras enormes como "El amor en los tiempos del cólera", "Cien años de soledad", "El coronel no tiene quien le escriba" y "El general en su laberinto" construyó un andamiaje poético potente para reflexionar sobre la dignidad y la validez de las decisiones que un ser humano toma al final de sus días.


Algunos subrayados
No le dejó ninguna iniciativa. Se acaballó sobre él hasta el alma y lo devoró para ella sola y sin pensar en él, hasta que ambos quedaron perplejos y exhaustos en una sopa de sudor (p. 28). 

Ella lo sometió al método mortal de no tomarlo en serio (p. 71).

le había abierto los ojos a la realidad de su matrimonio, sostenido hasta entonces por una felicidad convencional que esquivaba las discrepancias para no tropezar con ellas, como se esconde la basura debajo de la alfombra. Nunca habían sido más felices que enconces (p. 78).

-Infiel, nunca -dijo él-. Pero si lo que quieres es saber si me he acostado con alguien, hace años me advertiste que no lo quieres saber (p. 83). 

parecía hablar no tanto para decir como para ocultar (p. 97).

por no suscitarle alguna duda de hombre, que son las menos fáciles pero las más certeras (p. 107). 

-A mi edad -le dijo- todas las mujeres estamos solas (p. 118).

 llorando de rabia contra ella misma por la desgracia de ser mujer en un mundo de hombres (p. 120). 


En agosto nos vemos
Gabriel García Márquez
Penguin Random House
Bogotá
Marzo de 2024
144 páginas

miércoles, 6 de marzo de 2024

Holly, de Stephen King

Holly Gibney es una mujer soltera, mayor de 50 que fuma todo el tiempo y trabaja como investigadora privada (odia el término "detective") en una ciudad antigua, sin nombre, a 800 kilómetros de Nueva York. El duelo por la muerte de su madre se ve interrumpido cuando una mujer Penny Dahl, la contrata para que busque a su hija Bonnie, una joven que lleva 3 semanas desaparecida.

Ahí comienza la historia, aunque realmente el libro empieza antes, con otra desaparición que le permite al lector conocer desde el principio quiénes son los asesinos. Así, "Holly" no es un libro de suspenso en el que el lector busca al culpable porque desde las primeras páginas ya los tiene ubicados. El suspenso se concentra en averiguar cómo es que Holly va a lograr atar las piezas sueltas hasta llegar a saber lo que el lector conoce desde el comienzo: que los asesinos son un par de ancianos y que la vejez es una buena coartada en una sociedad que cree que la edad avanzada es sinónimo de discapacidad.

Stephen King es un maestro de la novela de suspenso y con Holly lo vuelve a lograr: construye una atmósfera angustiosa con un trasfondo político claro, en el que hay negacionistas del covid-19 y personas que se vacunan y usan mascarilla, de la misma manera en que hay fanáticos de Donald Trump y gente que lo rechaza. Los "buenos" y los "malos" se ubican en estas dicotomías previsibles. 

Barbara, uno de los "actores de reparto" de esta película escrita por Stephen King (película porque es un libro absolutamente visual) es una poeta joven que logra la mentoría de una poeta centenaria. Los diálogos intergeneracionales entre maestra y aprendiz en torno a la escritura le permiten a Stephen King deslizar consejos y reflexiones sobre la escritura creativa, como pincelazos de un ejercicio que había hecho de manera más detallada cuando publicó Mientras escribo,  un libro a medio camino entre la autobiografía y el manual para escritores.

Holly cumple con todas las características de un best seller: narración visual, suspenso, mucha acción, lenguaje sencillo y rápido y un final predecible, aunque las más de 600 páginas del libro se conviertan en una adicción que empuja a devorarlas hasta llegar a la última línea. 


Algunos subrayados
A los veinte, el cuerpo perddona. A los cuarenta, el perdón es provisional en el mejor de los casos (p. 13).

La muerte revela secretos (p. 204)

-Dime por qué escribes poesía.
-Porque no entiendo el mundo (p. 260)

La idea de que el impulso creativo es una manera de deshacerse de un veneno..., o una especie de defecación creativa...., no. Eso no lo enseñan. No se atreven. Es demasiado ordinario. Demasiado corriente (p. 261)

No puedes escribir bien sin cierto dominio de las obscenidades y sin la capacidad de contemplar la inmundicia (p. 264)

Los dones son frágiles. Nunca confíes los tuyos a personas que pueden romperlos (p. 267)

(sobre la madre muerta) Su madre en realidad no ha muerto, ni morirá hasta que muera ella misma (p. 274)

El talento es un motor inactivo. Se alimenta de todas las experiencias no resueltas de tu vida, de los traumas no resueltos, si prefieres llamarlo así. De todos los conflictos. Todos los misterios. Todas las partes profundas de tu personalidad que te parecen no solo desagradables sino aborrecibles (p. 291)

La única persona más infeliz que un escritor cuyas expectativas no se cumplen es una cuyos sueños se hacen realidad (p. 320)

Desearía que pudiera sentirse siempre tan feliz, pero sabe que la vida no es así. Tanto mejor, quizá. Si lo fuera, la felicidad no tendría ningún valor (p. 327)

La vejez es una época de desecho, lo cual ya es bastante malo, pero además es una época de crecientes indignidades (p, 343)

 
Holly
Stephen King
Traducción de Carlos Milla Soler
Penguin Random House
Bogotá, 2023
624 páginas

lunes, 26 de febrero de 2024

Cien cuyes, de Gustavo Rodríguez

Cien cuyes es una novela sobre la vejez, la muerte, el deseo de morir y también el de vivir. Ocurre en Lima en la época contemporánea, pero hay capítulos al estilo "road movie" que nos llevan a la playa y también al norte del país. 

Eufrasia Vela es una mujer que trabaja cuidando ancianos. Les ayuda a lidiar con las angustias propias de la edad y la cercanía de la muerte pero, en cambio, poco sabemos de las angustias de Eufrasia y de los cuidados que necesita. Así, entre casas habitadas por viejos en soledad, y un ancianato en el que la única compañía son los otros viejos, Eufrasia es una especie de ángel lleno de alegría y vitalidad, de cariño y cuidado. Es, también, la mujer que amorosamente ayuda a morir a estos viejos, y ese dilema, el de la eutanasia y la muerte digna, aparece en esta novela con naturalidad y calidez, sin asomo de prejuicios o de juicios moralizantes. Las cosas se hacen porque hay que hacerlas, porque es bueno hacerlas, y no hay demasiadas preguntas para hacerse alrededor de su conveniencia.

Cien cuyes ganó el Premio Alfaguara 2023 y en realidad no sé si mereciera este galardón. Hay subtramas que emergen sin suficiente construcción narrativa, y otras que, después de mucha tensión, se disuelven de manera mágica. En ese sentido creo que hay debilidades en la verosimilitud de la historia. No obstante, es claro que la novela presenta un retrato de Lima y de las exclusiones peruanas, y aborda con sensibilidad la soledad de la vejez contemporánea en las grandes ciudades.


Algunos subrayados
a cierta edad hay heridas que ya no dependen del calcio ni del resto de la tabla periódica (p. 13).

Pasado cierto límite, que, según la persona, varía desde el digno uso de un bastón hasta la orpobiosa limpieza del culo, sobreviene el terror (p. 13).

esa era una de las características de envejecer: no saber nunca si se acaba de hacer algo por última vez (p. 22).

La gran tragedia de doña Carmen radicaba en que tenía un cuerpo muy deteriorado, pero una mente afinada (p. 35). 

Llega una edad en que la felicidad consiste en que nada te duela demasiado (p. 37). 

La felicidad es eso que hoy das por descontado (p. 40). 

Aquí los hijos de ingleses y de gringos siempre han valido más que los hijos de cualquiera (p. 47). 

ser el único receptáculo del dolor de otro ser humano implicaba pagar un alto precio emocional (p. 60). 

No era, como su progenitora solía decir, que la ociosidad fuera la madre de todos los vicios, sino que era la puerta abierta a todos los pensamientos (p. 63). 

Deberíamos hablar de la muerte con la misma naturalidad con la que hablamos del nacimiento. ¿Te has dado cuenta de cómo nos inventamos maneras de no nombrarla? "Fulano ya no está con nosotros". "Pasó a otro plano". "Trascendió". "Ahora duerme el sueño de los justos". ¡Murió, carajo!. (P. 92).

los viejos se parecen a los infantes no solo en la indefensión física, sino también en que necesitan de adultos activos que peleen por sus derechos (p. 99). 

se sintió estúpido, como en cada velorio en que se había visto en el trance de rendirle respetos a un muerto. En rigor, pensaba, no se trataba más que de materia orgánica en proceso de descomposición, pero la gente les añadía a esos restos historias atadas a sus emociones (p. 112). 

las clases sociales también heredan códigos materializados en objetos (p. 115).

a los muertos hay que agasajarlos cuando aún respiran. Faltaba más (p. 115). 

los niños que no ven muertos a sus seres queridos, luego desarrollan síntomas (p. 118). 

la palabra "elegancia"; una noción difícil de definir, pero reconocible apenas es vista, porque la elegancia es como el poder: quien se esfuerza en decir que la tiene, es porque no la tiene (p. 122).

Quizá envejecer fuera eso, pensó, que cada porción de tiempo por afrontar se convirtiera en una fracción cada vez menor de lo vivido (p. 131).

La mayoría de las personas no tenía tiempo para pensar, debían trabajar y trabajar, y por eso pocos filósofos salían de entre los pobres (p. 132).

Islas de progresismo en las que se hablaba combativamente de feminismo y equidad, hasta que llegaba el momento de servir el café o de partir la torta de cumpleaños: los varones se dejaban llevar por la inercia que había gobernado sus historias y las mujeres presentes se colocaban el delantal simbólico (p. 146). 

cuando una mente muere, también muere un mundo en el universo (p. 155).

a las personas, incluso las más queridas, se las va olvidando en la medida que nos son menos útiles (p. 223). 



Cien cuyes
Gustavo Rodríguez
Editorial Alfaguara 
Marzo de 2023
Bogotá
264 páginas

sábado, 10 de febrero de 2024

El aparato que late, de María Antonia León

En el prólogo que presenta el libro de poemas "El aparato que late", de María Antonia León (Manizales, 1985), la poeta 
Camila Charry Noriega escribe: "Y aunque la poesía no pretende la verdad absoluta, hay algo innegable y es su deseo de hacer de cada cosa una pequeña verdad para que todo merezca su justo lugar en este fragmento que es la vida", y lo dice para señalar el virtuosismo de los poemas de María Antonia León, en los que el ser humano es "solo algo más, no lo principal ni lo más importante". 

"El aparato que late" fue el primer libro publicado por María Antonia León. Apareció en 2021 y antecede a su novela "El oráculo térmico", de 2023. El volumen reune 45 poemas cortos, ricos en imágenes y sensibles al tacto, en los que es posible identificar formas y texturas de objetos y cuerpos. Cada poema trae al final el año de escritura, desde 2008 hasta 2020, pero no se presentan en forma cronológica porque no son una antología poética de la autora, sino un recorrido poético que va desde la imagen de un insecto sin alas en el nido, hasta el despliegue de un cuerpo deseante pide: "ven, la rebelión nace en la raíz de un maxilar".


El cuerpo femenino es una constante en buena parte de estos poemas. El deseo, el hastío, la piel, la herida y la cicatriz se presentan de frente, en primer plano. El cuerpo que las mujeres de hace un siglo no nombraban, porque se esperaba de ellas un cuerpo mariano, aparece en estos poemas de María Antonia León no sólo con claridad sino, además, con protagonismo. 

En su poema "Genética" (2012) escribe:

Soy mujer,
una llaga abierta por donde sale el mundo
hasta el mundo. 

Hago la referencia a las mujeres escritoras del pasado porque es claro que María Antonia León las ha leído y las reconoce como sus antecesoras. Varios poemas incluyen epígrafes de versos de autoras colombianas como Maruja Vieira, Meira Delmar y Luz Mery Giraldo, así como de la mexicana Rosario Castellanos y de  Virginia Woolf, Ana Ajmátova y Emily Dickinson. Ese gesto de incluirlas en su propia obra se complementa con otro que parece accidental pero me parece relevante: Camila Charry, la prologuista, Natalia Mejía Echeverri, la autora de la foto de la portada, y María Antonia León hicieron parte del equipo que lideró Pilar Quintana y que editó la Biblioteca de Escritoras Colombianas, que circuló en 2022. Ellas se han dedicado al rescate de autoras del pasado y en este volumen María Antonia León dialoga con ellas en la medida en la que presiona al lenguaje para encontrar nuevas formas de nombrar inquietudes antiguas. 

Pulso
El papel
es la cárcel blanca
desde donde calco el mundo
engaño y juzgo
me suicido
y me reprimo.

(2010)

 
El aparato que late
María Antonia León
Editorial Domingo atrasado
Bogotá, enero de 2021
72 páginas

sábado, 27 de enero de 2024

Diario de los sucesos de la Revolución en la Provincia de Antioquia en los años de 1840-1841, de María Martínez de Nisser

El "Diario de los sucesos de la Revolución en la Provincia de Antioquia en los años de 1840-1841" es el primer texto que se conoce escrito por una mujer que haga referencia al actual territorio de Caldas.

María Martínez de Nisser nació en Sonsón en 1812. Se casó con Pedro Nisser, médico sueco radicado en el sur de Antioquia, y estando en ese municipio los tomó la "Guerra de los Supremos" o "Guerra de los Conventos", el primer conflicto interno que se desató en Colombia luego de la independencia de España. La guerra tuvo lugar entre 1839 y 1841 y su origen fue religioso: el gobierno ordenó suprmir conventos y templos con menos de 8 religiosos para subastarlos y usar el dinero para escuelas públicas. La decisión generó descontento que fue aprovechado por líderes de distintas provincias que veían con prevención las decisiones que se tomaban desde Bogotá. Esos líderes provinciales, conocidos como Los supremos, estaban liderados por figuras como el general Obando, en el sur, o el recién fallecido general Santander, y se oponían al presidente Alcántara Herrán. En Antioquia la insurrección de los Supremos la lideró Salvador Córdova, hermano del prócer.

Este es el contexto histórico en el que María Martínez de Nisser escribe su diario, y conviene comprenderlo porque ella no lo explica en su texto: lo da por entendido porque le habla a sus contemporáneos. Se trata de un diario que comienza con la retórica del desprecio, tan común hasta mediados del siglo XX, de acuerdo con la cual las mujeres escritoras se excusan por atreverse a escribir y por la calidad de sus letras, que consideran menor. 

El diario comienza el 11 de octubre de 1940 en Sonsón. María Martínez informa cómo avanza "la facción" de Córdova por distintos cantones de Antioquia y cómo se preparan algunos ciudadanos defensores del presidente para combatirlos. Los desplazamientos a caballo, la falta de armas, lasdetenciones de hombres del pueblo y la zozobra por posibles enfrentamientos y capuras son los sucesos que aparecen en esta parte del diario, rico en nombres propios y detalles de la sociedad de la época en Sonsón. 

A mediados de abril de 1851, cuando ya ha avanzado un 65% del diario, el texto da un giro: Pedro Nisser es capturado y María decide enrolarse en la tropa que enfrenta a los sublevados. Dice que se cortó el pelo, se cosió un traje de hombre y se presentó ante la tropa con su padre y sus hermanos. A partir de ahí el diario narra el viaje a caballo por Sonsón, Abejorral, Aguadas, Pácora y Salamina, en donde se libra una batalla que le da la victoria al grupo de María Martínez de Nisser, quien regresa a Sonsón y luego a La Ceja, Marinilla y Medellín, en donde es recibida como heroina. 

El diario aporta pocos datos personales sobre María Martínez de Nisser, pero es evidente que se trata de una mujer muy ativa políticamente y, además, con conocimientos de historia y literatura. En su texto evoca la fecha en la que se cumplen los 20 años de la muerte de Napoleón, recuerda a Bolívar y, al final, cierra su diario en francés. 

El diario resulta interesante por la cantidad de detalles y datos que aporta sobre el contexto político y social en el que se dio la colonización antioqueña. María Martínez combatió junto a Elías González y Marcelino Palacios, figuras claves en la fundación de Manizales, y además estuvo bajo las órdenes de Braulio Henao y su hermano Félix Henao, reconocidos conservadores en varias guerras civiles. 

Cabe recordar que parala época que narra el diario (1840-1841) aún no existen los partidos liberal y conservador y tampoco ha sido fundada Manizales.

Algunos subrayados
Oocas provincias como Pasto, que ha sido y será el pasto para la insubordinación en todos tiempos (p. 22).

son personas insignificantes los que se han agregado al partido de los rebeldes; sin embargo, para hacer mal todos sirven (p. 28).

Sin duda, no hay más remedio que el terror, para contener los males en que se halla ya sumergida mi pobre patria… (p. 30).

Aunque nada versada en cosas de política por lo poco que he leído, y por lo que estoy viendo, conozco que siempre es mejor un gobierno legítimamente establecido, aunque tenga sus faltas, que la rebelión, la facción, o llámese guerra civil, cuyos males son tantos, tan enormes y de tan funestas consecuencias, que siempre son el rompimiento del pacto social, de ese pacto formado por la voluntad del pueblo legalmente representado (p, 37).

las mentiras son tantas, que nada se puede creer (p. 37).

—¡Que largo se vuelve el tiempo cuando esperamos la definición de un problema que nos es de sumo interés...! (p. 45).  

La libertad, este bien inestimable de la naturaleza y de la sociedad, es una prerrogativa que se debe recobrar a cualesquiera precio que sea, sin omitir sacrificio alguno (p. 64).

que no; porque allí ¿de qué utilidad puedo ser para mi patria o para mi esposo? Mañana me presentaré a Braulio, le pediré una lanza; marcharé en compañía de mis dos hermanos y demás patriotas de este pueblo, y contribuiré de este modo a la libertad de mi suelo (p. 67). 

me dijo: “me parece una acción demasiado heroica, pero peligrosa”. Yo sólo quiero saber si perjudicará a mi honor, le interrumpí, porque esto sólo será capaz de contenerme; a lo que me contestó: deshonroso no es, sino al contrario, una acción virtuosa; pero Ud. debe hacer lo que su padre diga (p. 68). 

me ofendía en creer que por ser mujer no era capaz de ser firme en mis resoluciones, y que me creía con suficiente valor, para arrostrar los peligros y soportar las fatigas del mismo modo que los demás: no teman por mí, que seré un ejemplo de resignación… (p. 75). 

Salamina, este pueblo patriota y raro, donde no hay un solo individuo que no aborrezca la facción, ha manifestado su regocijo, con nuestra llegada (p. 79).  

Vi el campo lleno de muertos y heridos; y al oír los clamores, ayes y lamentos, me horroricé y llené de pena contemplando esta dolorosa escena, y tanto más me sentía conmovida, cuando reflexionaba que todo esto se debía unos pocos ambiciosos (p. 92). 

Diario de los sucesos en la Revolución en la Provincia de Antioquia en los años de 1840-1841
María Martínez de Nisser
Editorial Eafit
Medellín, 2012
106 páginas