Entre las sucesiones de episodios violentos en la historia de Corea está la masacre de Gwangju, una matanza que ocurrió entre el 18 y el 27 de mayo de 1980 y que provocó la muerte de entre 1000 y 2000 civiles, así como un número elevado de presos políticos que sufrieron todo tipo de torturas.
Ese es el trasfondo político en el que se desarrolla Actos humanos, una novela narrada de manera fragmentada y desde distintos puntos de vista. A partir de siete personajes la autora presenta los pormenores de la masacre, los vejámenes ocurridos en prisión y los traumas posteriores de quienes sobrevivieron.
La novela comienza con el punto de vista de Dongho, un niño de 15 años, quien está en secundaria y se ofrece como voluntario en un coliseo acondicionado como morgue, en donde él se encarga de llevar el registro de los muertos que van siendo llevados a ese lugar. Dongho busca a su amigo y vecino Jeongohe, también de 15 años, quien a su vez busca a Jeongmi, su hermana de 19. En el coliseo-morgue Dongho interactúa con Eunsuk, Seonju, dos mujeres jóvenes que han asumido el rol de organizar la disposición de los cuerpos y atender a las familias que llegan a buscar a los desaparecidos. En alguna parte se mencionan a con Jinsu, un chico de 19 años y a Seonghee, otra chica muy joven.
El primer capítulo transcurre en mayo de 1980 y es narrado por Dongho, pero a medida que la novela avanza la autora cuenta la historia a partir de saltos en el tiempo que permiten entender qué pasó con cada uno de esos personajes, quiénes sobrevivieron y quiénes murieron en los días de la masacre, y cómo ha sido el proceso de duelo para los familiares o para ellos mismos.
Al igual que en otras novelas de Han Kang, en ésta también es posible, a partir de pequeños detalles, rastrear aspectos de la cultura coreana: los hombres les pegan bofetadas a las mujeres; las estaciones son difíciles de llevar porque el frío extremo o el calor extremo deben soportarse sin aire acondicionado ni calefacción; hay mucha soledad y pobreza y hay también resquisios en los que el arte aparece para iluminar o explicar mejor las historias. Así como en La vegetariana es memorable la escena de la grabación de un video-arte, y en Imposible decir adiós hay un proyecto de instalación artística con troncos, en esta novela una obra de teatro sirve para escenificar la forma en la que la censura estatal le quita el habla a la gente.
Es posible que para los lectores occidentales, ajenos a la cultura coreana, resulten claves invisibles o guiños sutiles que Han Kang hace sobre su cultura y sobre la represión política. No obstante, la lectura de Actos humanos no requiere de un conocimiento previo sobre la historia coreana para adentrarse en la propuesta estética de la autora: una obra en la que hay economía de lenguaje, creación de imágenes potentes, intersecciones con la poesía y con lo onírico, y una crítica social y política sin lugar para el optimismo o la esperanza.
Algunos subrayados
"Adónde irán las almas cuando se mueren los cuerpos —piensas de pronto —. ¿Cuánto tiempo se quedarán junto a él?" (pág.15)
"Cuando una persona viva observa el cuerpo de un muerto, ¿estará también al lado el alma de este último observando su propio cuerpo?" (pág. 16).
Como acababan de morir, sus cuerpos estaban aún tan llenos de vida (p. 22).
Su tránsito al otro mundo había sido tan silencioso como su carácter apacible. De pronto algo parecido a un pájaro se escapó de su rostro, del que solo se podía ver los ojos cerrados y la máscara de oxígeno. Te quedaste de pie, pasmado, contemplando su cara llena de arrugas, que se había convertido en la de un cadáver en apenas un instante, porque no sabías adónde se había ido esa avecilla (p. 25).
Lo que me da miedo son los soldados, no los muertos (p. 30).
la única vida que puede tener estará regida por una tenaz desconfianza y una fría indignación (p. 91).
Me pregunté si podría empuñar un arma, si podría apretar el gatillo contra una persona viva. Pensé que las millas de rifles que tenían los soldados podían masacrar a millas de personas; que cuando el hierro atraviesa el cuerpo de alguien, este cae al suelo, que los cuerpos calientes de los alcanzados por las balas se estaban enfriando (p. 110).
¿Que nos perdone nuestras ofensas, así como perdonamos a los que nos ofenden?
Yo no he perdonado nada ni busco perdón por nada (p. 141).
Sabes que no eres una persona valiente ni fuerte.
Tus elecciones siempre tienen que ver con evitar lo peor (p. 161).
El hilo que nos une a la vida es tan fuerte que, aunque te perdí para siempre, no dejé de comer (p. 175).
Actos humanos
Han Kang (traducción de Sunme Yoon)
Penguin Random House
Bogotá
2024 (primera edición 2014)
202 páginas