En marzo de 2022 el Ministerio de Cultura de Colombia presentó la Biblioteca de Escritoras Colombianas, una colección de 18 libros de igual número de autoras descatalogadas o con escasa circulación en el mercado del libro. La idea de la Biblioteca consistía en presentarle al lector una variedad de géneros y temáticas: obras de escritoras colombianas de distintas épocas y lugares, que fueron invisibilizadas en un mundo literario profundamente patriarcal.
Esa primera colección consistió en el rescate literario de 18 libros. No obstante, la realidad de muchas mujeres escritoras es que ni siquiera llegaron a publicar un libro y su obra quedó dispersa en periódicos y revistas. Entendiendo esa realidad, la segunda etapa de la Biblioteca de Escritoras Colombianas presentada en marzo de 2025 reúne 10 antologías con obras de 97 autoras, agrupadas a partir de géneros como cuento, novela corta, poesía, teatro, literatura infantil, ensayo, o temáticas como "literatura rebelde", entre otras.
Las dos etapas de este esfuerzo editorial fueron lideradas por la escritora Pilar Quintana, autora de novelas como La Perra, Los abismos y el libro de cuentos Caperucita se come al lobo, entre otros. Las discusiones, los hallazgos y reflexiones que le deja este ejercicio editorial se plasman en el ensayo ¿De qué escriben las escritoras en Colombia? una nota editorial que sirve como complemento a los 10 volúmenes y que dialoga con la nota editorial que la autora escribió para la primera entrega de la Biblioteca.
Pilar Quintana cuenta que cuando empezó el proceso de difusión de la Biblioteca de Escritoras Colombianas le preguntaban ¿de qué escriben las escritoras? esperando que ella respondiera "de pajaritos y florecitas". No obstante, su conclusión es que las mujeres escriben (escribimos) de todo y la pregunta más interesante no es entonces "de qué" escriben sino "cómo" escriben: cómo hacen para escribir, porque en un mundo en el que casi nadie vive de la escritura (ni hombres ni mujeres) a las escritoras les toca sumar la carga laboral con la carga del cuidado de la casa y buscar entre ambos mundos un requicio de tiempo para poder escribir.
El ensayo destaca entonces la falta de tiempo para la escritura, pero además un entorno hostil hacia las mujeres escritoras, que tiende a minusvalorar las obras firmadas por mujeres, como si lo que lleva firma femenina fuera de interés exclusivo del mundo femenino.
Otro rasgo interesante consiste en el valor de las críticas: salvo escasas excepciones, la historia de la literatura escrita por mujeres ha sido investigada, documentada y narrada por otras mujeres, y de eso también da cuenta la Biblioteca.
En su ensayo, Pilar Quintana destaca el aporte de cada una de las 97 autoras y cómo dialogan entre sí. Resalta, por encima de todas, a Soledad Acosta de Samper, verdadera pionera de la literatura colombiana escrita por mujeres, y llama la atención sobre la intención de la biblioteca por incluir voces de distintos territorios y de distintas minorías étnicas.
Dos afirmaciones del ensayo me generan dudas: por un lado, se afirma que un cuento firmado por María Castello en 1935 es el segundo de ciencia ficción escrito por una mujer en Colombia (el primero fue de Soledad Acosta de Samper). No obstante, Rosario Grilllo de Salgado incluye en Cuentos Reales (1947) el cuento Vivisección, que debió ser escrito hacia 1918 o 1920, y en ese orden de ideas sería anterior al de Castello. La segunda afirmación es la presentación de Liliana Cadavid como la primera escritora en abordar el tema lésbico en Colombia. Es posible que Carmelina Soto sea menos explícita que Cadavid, porque nació casi 40 años antes, pero Carmelina fue una autora homosexual y esa condición puede rastrearse en algunos de sus poemas.
Bienvenidas las discusiones. Eso es lo que generan proyectos editoriales como éste que presenta el Ministerio de Cultura. El ensayo de Pilar Quintana, escrito en un tono pedagógico y claro, contribuye a construir una historiografía de la literatura escrita por mujeres en Colombia y sin duda será un texto canónico para futuras generaciones, de la misma manera en que Elisa Mújica y Monserrat Ordóñez lo fueron para las precedentes.
Algunos subrayados
“El único destino posible para una mujer privilegiada que no se iba de monja era casarse, tener hijos y llevar un hogar” (p. 38)
Soledad Acosta de Samper fue, sin duda, la escritora colombiana más notable y productiva de su tiempo y la primera en vivir de su pluma (p. 43).
Para las mujeres de antes de las conquistas del feminismo encontrar el amor era una cuestión de superviviencia. Al no ser ciudadanas ni tener capacidades legales, estaban supeditadas a los varones. —sus padres, hermanos o maridos— y expuestas a su violencia. ¿Cómo no iban a soñar con encontrar un hombre bueno que las amara de verdad? La idea del amor romántico representaba para ellas la posibilidad de una buena vida (p. 56).
Antes de las conquistas del feminismo las mujeres no tenían muchas alternativas. O se casaban con un hombre de carne y hueso o se casaban con uno inmaterial (p. 57).
En el campo literario han iperado una estética y unos valores patrarcales, con su misoginia intrínseca, que impedían apreciar las obras de las mujeres (p. 61).
(en 2020) De los libros de ficción para adultos publicados por las editoriales colombianas, tanto las de los grandes grupos como de las independientes, sólo el 25% correspondían a autoras (p. 79).
¿De qué escriben las escritoras en Colombia? Nota editorial
Pilar Quintana
Biblioteca de Escritoras Colombianas. Segunda entrega.
Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes - Biblioteca Nacional de Colombia
Bogotá
Marzo de 2025
94 páginas