domingo, 19 de marzo de 2023

Recuerdos de un viaje, de María Botero Robledo

Sobre María Botero Robledoo no se sabe prácticamente nada. En el libro "Recuerdos de un viaje" narra una travesía desde Manizales hasta Barranquilla y Cartagena en 1916, pero ni el texto ni el libro en sus anexos trae algún dato que permita ubicar su contexto personal o familiar. Sólo dice que es de Manizales y estudió con religiosas, que este viaje lo hace con su familia (no se sabe quiénes la conforman), y con una paisana, y cuando está en Barranquilla informa que su abuela la visitará. Al final el libro incluye una foto de su casa en Manizales.

Ante la falta de información sobre la autora, conviene centrarse en el libro: Recuerdos de un viaje fue publicado en 1929 en Pamplona (España) y el pretencioso prólogo escrito por el Padre Fabo deja claro que fue él quien se encargó de la publicación. Se trata de un libro precioso, de formato pequeño, que incluye una foto de la autora a color, así como ornamentación en color azul en la parte superior e inferior de todas las páginas. La impresión es en papel satinado y el texto se acompaña de pequeñas fotos de los lugares que menciona la autora, aunque pareciera que son fotos proporcionadas por el Padre Fabo o el editor, y no de autoría de la escritora, pues ella misma en el texto dice que quisiera que sus ojos fueran una cámara fotográfica que pudiera guardar lo que ve. 

El viaje parte a finales de 1916, posiblemente octubre, desde Manizales. El grupo avanza cuatro días a caballo hasta Mariquita. La primera noche duermen en Chupaderos, la segunda en Mesones, la tercera en Fresno y al cuarto día llegan a Mariquita. Descansan una jornada y luego toman un tren a La Dorada, con escala de dos horas en Honda. En la Dorada abordan el vapor Medellín por el Río Magdalena y las páginas que siguen a continuación son quizás las más valiosas del libro, porque está lleno de detalles descriptivos sobre una forma de transporte que desapareció.

La autora informa los nombres de todos los vapores con los que se cruzan, los pueblos y caseríos que hay a orillas del río, y describe algunos en los que evidentemente se baja del barco y tiene la oportunidad de recorrer. 

El vapor parte un lunes de La Dorada y llega el sábado a Barranquilla, en donde la autora permanece más o menos dos o tres semanas, aunque no es claro el tiempo de la estadía. En Barranquilla describe los barrios, los sitios que conoce de la ciudad y costumbres locales que ella ve con el asombro de una visitante. La descripción minuciosa de la Barranquilla de comienzos de siglo es sin duda otro elemento que hace que esta lectura cobre interés. 

Luego toma un vapor hasta Calamar y allí abordan el "tren correo" a Cartagena, ciudad en la que visita sitios que todavía hoy se pueden identificar. Para el regreso toman el mismo tren a Calamar y allí abordan el vapor Córdoba hasta La Dorada, luego el tren a Mariquita y por último el viaje a caballo o a pie hasta volver a Manizales. 

Este libro es sin duda una curiosidad: el nombre de María Botero Robledo no aparece en las historias de la literatura caldense y se trata de uno de los primeros libros de narrativa publicados por mujeres en esta región, anterior a la novela Una mujer, de Natalia Ocampo de Sánchez, publicada por Editorial Zapata en junio de 1936. Recuerdos de un viaje es un texto descriptivo de lugares, geografías y costumbres, en el que la autora muy ocasionalmente incluye reflexiones sobre la mujer, los sacerdotes o la educación. Se trata de una prosa clara que permite viajar con la autora y recuperar a través de este libro paisajes que hoy ya no existen.

Algunas frases
Del prólogo del Padre Fabo: "La Srta. Botero no filósofa, ni alardea de erudita, ni plantea problemas de compleja psicología, ni mete sus tijeritas de oro entre las labores políticas de sus coterráneos, sino que echa al aire sus impresiones casi infantiles y canta la canción de la vida" p. 8. 

"No he pretendido jamás figurar en el bello campo de la literatura, tanto más tenido cuánto es más deleznable, y en el que basta una plumada para caer en el rango del ridículo  Suplico, por eso, a los que leyeron, anticipen su indulgencia y disimulen los errores que encuentren" p 13. 

No goza tanto una prometida con sus atavíos de boda, como yo arreglando baúles o maletas para emprender un viaje. p 15.

Se me pareció este arriesgado lance a la lucha tenaz del periodismo: los grandes barcos como los escritores con ideas amplias y fijas, afianzados en su casco, enarbolando la bandera de la verdad y dirigidos por hábiles pilotos, permanecen firmes, desafiando serenos el empuje de las olas. Al contrario, los pequeños botes, remadod con zozobra, fluctuando entre la duda, luchando con las encontradas aguas de la contradicción, en más de una ocasión y a no ser por la ayuda de sus mayores, hubieran desaparecido en el agitado mar de la sociedad p. 32.

A la salida del templo presenciamos una curiosa entrevista de un viejecito como de 70 años; se encontraron en el atrio y, al reconocerse, fué tal el entusiasmo, que el anciano, estrechando la mano de su amiga, le dio el saludo acostumbrado en esta tierra: un beso. p. 43

Estudiar el corazón de la mujer es analizar un enigma, sólo comprendido por el Supremo Artista que lo formó. p. 47.

cuando a él se acerca uno con la cautela del minero, extrae de su rica mina el precioso metal que correo por sus venas; pero el que con mano brusca levanta la pica y rompe la roca, un torrente de agua despiadada de desoriente, y al caer en tierra levanta el polvo y se convierte en modo, salpica sus vestidos y oscurece sus atrevidos ojos...... p. 48

¡Honor y gloria al médico que, convencido de su nombre misión sobre la tierra, al alejarse de la presencia del doliente, deja un vivo recuerdo semejante a la estela luminosa que deja el vapor, cruzando en noche oscura el mar borrascosas de la enferma humanidad! p. 50.

"felices las niñas que pueden desde temprana edad gustar la educación religiosa, como el dulce néctar que puede acompañar a la mujer en los días de peregrinación sobre la tierra" p. 52. 

En Barranquilla no se ve a nadie descalzo, ni se ven ruanas ni pañoloness, a no ser forasteros. p. 58

Yo deseaba que mis ojos fuesen como cámara fotográfica para poder grabar en ellos los bellísimos paisajes que en ese día logré contemplar. P. 65

A diario se oyen disparos a bordo, persiguiendo los enormes caimanes que con aterradora malicia engañando los inocentes animales con su mirada astuta los ahuyentan de las orillas p. 89.


Recuerdos de un viaje
María Botero Robledo
Editorial Aramburu
Pamplona, España
1929
100 páginas

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