lunes, 13 de marzo de 2023

La cosecha, de Felipe Martínez Cuéllar

En un accidente de tránsito que ocurre antes de que empiece la novela fallece Elisa y sobreviven su esposo Enrique y su hija María, una adolescente que queda con grandes cicatrices en su rostro. El padre y la hija, en medio del duelo, abandona la ciudad, la casa, el colegio, y deciden empezar una nueva vida en una finca lejana, que está habitada únicamente por Anatolio, el casero, y por un bosque que crece y crece hasta ocupar todo el espacio. Como la tristeza.

La cosecha es la historia breve de esta familia rota en la nueva finca. Las rutinas lentas, la incertidumbre por los cultivos, el clima, la violencia rural que se acerca y amenaza con entrar, y la adolescencia de María, que pasa sus días encerrada en su cuarto, sin valor ni ganas de mirar su nueva cara en el espejo.

Esta novela corta, fruto del taller que dirige Miguel Angel Manrique en el Fondo de Cultura Económica, logra construir con pocos personajes y un único espacio una armósfera que es al mismo tiempo hermosa y opresiva, a partir de muy pocos diálogos y casi ninguna digresión. El narrador simplemente (simplemente es un decir) describe cosas: un narrador omnisciente que habla de las acciones de Enrique, y un narrador en primera persona que permite escuchar la voz de María. Y entre los dos los enormes silencios de los que se construye la cotidianidad de estos dos seres tan desolados después del accidente, con la dificultad que entraña encontrar energía para cultivarse a sí mismos a ver si pueden dar una nueva cosecha. 


Algunos subrayados
Nunca dejes que los demás te vean distinto a como te ves a tú misma (p. 26). 

A veces me siento como si me estuviera transformando en la mamá de mi papá (p. 41).

como un árbol de muchos brazos y hondas raíces, empezaba a crecer el miedo (p. 46). 

lo escuchaba como quien se detiene en la orilla a contemplar el mar, sabiendo que se está ante un fenómeno de extraña belleza (p. 48). 

Quisiera vivir dentro de una telenovela. Quisiera ser una de esas mujeres enamoradas que, aunque son pobres, se ven felices (p. 61). 


él era eso, una vía de tren abandonada, al aire, sin nada que pasara sobre ella (p. 116). 

Cuando me muera, me gustaría que me enterraran (p. 120).


La cosecha
Felipe Martínez Cuéllar
Taller de edición Rocca
Bogotá, 2015
158 páginas

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