sábado, 9 de septiembre de 2017

A Larissa no le gustaban los escargots, de Sergio Ocampo Madrid

Nueve cuentos variopintos conforman el libro A Larissa no le gustaban los escargots, publicado en el año 2009 por el antes periodista y ahora escritor antioqueño, Sergio Ocampo Madrid.

El único común denominador de todos los cuentos es su extensión. Se trata de cuentos largos, cada uno de 20 páginas o más. De resto, no hay un eje que conecte a los cuentos, que transcurren en diversas geografías y versan sobre muy distintas temáticas. O quizás sí hay un elemento recurrente: la soledad. Los protagonistas de varios de los cuentos no son personas solas sino personas que padecen la soledad. Gente que, a veces consciente y a veces no tanto, vive una vida que no encaja con el entorno.

A Sergio Ocampo se le nota que consulta el diccionario. Usa palabras precisas, algunas no muy comunes. El lenguaje es rico aunque a veces el tono suena macondiano.

Hay relatos ambientados en España, en Francia, el sur de Bogotá, en algún pueblo azotado por la violencia paramilitar, en Inglaterra, en la costa caribe colombiana. Algunos narran historias de mujeres, otros de hombres. Ocampo escribe sobre personas del estrato 1 y del 6. Hay una historia gay, una religiosa... El libro ofrece una mirada detallada, como una lupa, sobre distintas posibilidades de vida en la sociedad contemporánea. 

Algunas frases
Entendió entonces que los temores de un hombre provienen de sus esperanzas: cuando todo está perdido no hay lugar para el espanto.

Adquirieron un tono más pausado, como de gente de páramo, que siempre habla para que no la oigan.

La soledad es siempre una idea que exige la referencia obligada a los otros; si los demás no existen, o si no importan, que es una forma de no existir, la soledad tampoco existe.

pero se había quedado sola esperando la llamada del amor genuino, y este nunca llamó, o probablemente lo hizo, pero ella no estaba para contestar.

recordó sus días de polvos menesterosos y de compañías fugaces, y notó feliz que ahora su voracidad sexual se había vuelto desenfreno gastronómico.

mantenían una quietud como de burócrata cercano a la jubilación.

La disciplina no es tanto un valor social, como predicaban sus papás, sino una norma de supervivencia.


A Larissa no le gustaban los escargots
Sergio Ocampo Madrid
Editorial Norma, La otra orilla
2009, Bogotá
190 páginas

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