martes, 31 de diciembre de 2024

No es un río, de Selva Almada

Enero Rey, El Negro y Eusebio son amigos desde la infancia. Crecieron en el mismo barrio y ahora que están adultos salen a pescar en río que no sabemos cuál es pero es un río grande y profundo porque tiene islas y porque allí pescan rayas. Eusebio es el papá de Tilo, pero está separado de Diana Maciel, la mamá. Está separado al momento de su muerte, porque Eusebio murió y Tilo ya no es un niño sino un joven que va a pescar con Enero y El Negro, los amigos de su papá. 

"No es un río" relata en tres tiempos entremezclados el pasado de Enero, El Negro y Eusebio, el viaje de los dos amigos con Tilo a la isla, en donde conocen a Lucy y Mariela y lo que ocurre con ellas después. Pero la estructura del libro no está dividida en capítulos ni está armada de manera cronológica, de manera que el lector tiene la tarea de ir armando los fragmentos que la escritora tiene claros desde el comienzo y que para quien entra en este río son visibles apenas por trozos. 

Selva Almada construye una historia muy masculina, con frases cortas y diálogos escasos y breves. La descripción también es exigua. Los personajes se delinean a partir de sus acciones y sus silencios. La pesca exige paciencia, silencio y tiempo y así mismo la autora exige que el lector tenga paciencia, tiempo y concentración para que emerjan no solo la historia de violencia que narra (de varias violencias) sino también el perfil de cada personaje. 

La acción ocurre en un río y una isla sin nombre. El único referente espacial es la ciudad de Santa Fe y también al comienzo menciona Paraná. No hay tampoco referentes temporales o históricos precisos. Sólo el uso de palabras como bikini y la presencia de carros o de botes con motor de gasolina permiten ubicar la historia en un contexto contemporáneo. Si no fuera por esos anclajes, la acción podría ubicarse en tiempos más remotos. 

En el libro hace mucho calor. Hay un clima ardiente y hay además fuego en varias escenas. Este sopor que enrarece el aire se acentúa además con un enrarecimiento del lenguaje. Si la literatura es una afectación de la lengua en esta novela hay múltiples ejemplos de ello. Se trata de un libro en español, pero en un español de una zona específica ubicada al norte de Argentina, con la influencia guaraní paraguaya, y por eso el lector se encuentra con palabras como tanzas, gurises, yuyos, pilchas, chircas, chota, bambula, viyela, chúcara, porrón, picuí, aguaribay, sucucho, abichado, acaroína y muchas otras. En casi todas las páginas hay palabras que exigen ir al diccionario o deducir su sentido a partir del contexto. Esa afectación, sumada a las frases cortas, le da al texto una musicalidad singular, que hace de este libro una pieza única.

Algunos subrayados
Este hombre no es de este monte y el monte lo sabe. Pero lo deja. Que se meta, que se quede el tiempo que le lleve juntar la leña. Después, el propio monte va a escupirlo, los brazos llenos de ramas, otra vez hacia la orilla (p. 21).

Las hermanas eran evangélicas y para ellas todo lo que no era cosa de Dios era cosa del diablo (p. 30). 

A veces los sueños son ecos del futuro (p. 34). 

La casa está en silencio, de no ser por los pequeños quejidos que hacen las casas en verano. La chapa de cinc dilatándose por el calor. El ir y venir de los ararás que taladran las vigas de madera. El piso de cemento que cruje en alguna parte, el comienzo de una grieta nueva. La respiración pausada de su humanidad recién despierta (p. 86). 

¿Será que piensa tanto en la madre porque hijos no tuvo? ¿Será que la gente con familia propia ya no piensa tanto para atrás sino para adelante? (p. 87).

Una cosa es divertirse un rato y otra armar familia (p. 89). 

Algo le molestaba de su presente en ese lugar de mala muerte y algo de su pasado, como si fuera dos personas distintas que solamente se parecen en la incomodidad (p. 112). 

Mejor no hablar para no embarullarse (p. 120). 

Está contento como perro con dos colas (p. 122). 


No es un río
Selva Almada
Penguin Random House
Buenos Aires
2020
138 páginas

Los nombres de Feliza, de Juan Gabriel Vásquez

De manera similar a la forma en la que reconstruyó la vida de Sergio Cabrera en "Volver la vista atrás", Juan Gabriel Vásquez recrea la vida y la muerte de la escultora Feliza Bursztyn en "Los nombres de Feliza", una novela que viaja entre Bogotá, Nueva York y París, y que reconstruye una época de grave violencia estatal en Colombia, olvidada o sepultada por las múltiples violencias posteriores, como fue el Estatuto de Seguridad de la Presidencia del dizque liberal Julio César Turbay (1978-1982).

Feliza cambió su nombre de pila Felicia por el de Feliza porque quería que desde allí se honrara un rasgo omnipresente de su personalidad: se consideraba una mujer feliz. Vásquez presenta a una joven que crece en una familia judía en Bogotá, se gradúa del colegio en NY y a los 23 años es una mujer divorciada, madre de tres hijas que quedan al cuidado de su exmarido gringo. La vida de Feliza es de radical libertad y de consciente búsqueda estética. Vive un amor intenso con el poeta Jorge Gaitán Durán, quien fallece en un accidente aéreo, y luego se casa con Pablo Leyva, un ingeniero ambientalista bogotano que llega a darle paz y algo de orden al caos vital de Feliza. 

Pablo es el hilo conductor de la novela de Vásquez. Es a través de su memoria, de sus recuerdos, que asistimos a esa vida intensa y feliz que se rompe en julio de 1981 cuando un allanamiento militar irrumpe en la vivienda de la pareja y se lleva a Feliza detenida por un tiempo corto (¿un día? ¿dos días?) pero suficiente para romper la vida conocida en pedazos. A los pocos días sale exiliada para México, vive en la casa de Gabriel García Márquez y a finales del año se reune con Pablo en París para iniciar una nueva vida. En esas estaban cuando súbitamente Feliza "se murió de tristeza", como escribió García Márquez en una crónica poco después de que falleciera ante él.

Juan Gabriel Vásquez ha dicho varias veces que le interesa la forma en la que la política o los asuntos públicos alteran las vidas privadas de la gente. Si eso era visible en la vida de Sergio Cabrera lo es aún más en la vida trunca de Feliza. Este libro ofrece un fresco no sólo de esa artista sino también de los años 70 y comienzos de los 80 en Colombia: desde el rol de Marta Traba hasta el surgimiento del M-19, pasando por el impacto de la Revolución Cubana en los movimientos guerrilleros colombianos. De todo esto se habla en "Los nombres de Feliza", desde la perspectiva de una mujer que nunca quiso ser ama de casa.

Algunos subrayados
Pero los recuerdos, sobre todo los que son dolorosos, no acuden de manera automática cuando los invocamos, sino que es necesario cortejarlos, porque son como animales reticentes que no se atreven a acercarse, y a veces tenemos que ponerles una carnada para que salgan de su escondite (p. 16).

nunca he podido liberarme de una superstición de periodista que quiere corroborarlo todo, hasta los detalles sin importancia aparente, como si faltarles al respeto a las pequeñas verdades del mundo de los sentidos fuera a condenar toda una vida humana al infierno de la mentira (p. 20).

Toda persona, en un momento o en otro, imagina la posibilidad de ser otra en otra parte: en otro cuerpo, en otro tiempo, en otro país (p. 43). 

Lo malo de querer tanto a una persona es creer que la conocemos: la ilusión de saber lo que piensa y lo que siente a cada instante, el espejismo de entender sus demonios y sus pesadillas igual que entendemos los nuestros (p. 47). 

Le recomendaban discreción: hacerse notar no era cosa de señoritas (p. 63).

Hay gente para la cual no importan y ni siquiera existen los cuentos de los otros, gente que vive sin contar lo que vive (p. 64).

dejando que los hechos comprobados se confundieran con imágenes que mi cabeza construía, esos recuerdos imaginarios que son con frecuencia la única manera que tenemos de visitar el pasado (p. 93).

esto debía de ser la felicidad: que alguien nos mire como si nos tuviera que hacer de barro (p. 105).

ciertos libros cambian después de que uno ha pasado por ciertas cosas (p. 118).

Había algo en el exilio forzoso que convertía cada objeto en el fantasma de una memoria, despertándola o pidiendo evocarla (p. 133).

Aquí no hay ideas, no hay debate: hay violencia, violencia pura, violencia en todas partes (p. 142). 

el peor enemigo de la izquierda radical no era la extrema derecha, sino la izquierda moderada, y la bestia negra para un marxista-leninista era un maoísta o un trotskista, y la bestia negra para un trotskista era un guevarista o un marxista-leninista, y mientras tanto el continente entero se hundía bajo las dictaduras militares y se iba a seguir hundiendo (p. 153). 

había comprendido sobre todo que los enemigos son muchos más de los que uno cree, y los amigos, en cambio, son muchos menos (p. 163). 

buscando peleas donde no las había para que nadie fuera a confundir silencio con conformismo (p. 175)


 
Los nombres de Feliza
Juan Gabriel Vásquez
Editorial Penguin Random House
Bogotá, 2024
280 páginas

sábado, 28 de diciembre de 2024

La carne hecha verbo, de Beatriz Zuluaga

El "Encuentro de poetas colombianas" que se realiza desde 1984 en el Museo Rayo de Roldanillo, Valle, bajo la dirección de la poeta Águeda Pizarro, homenajeó en 202 a la poeta manizaleña Beatriz Zuluaga y como fruto de este reconocimiento Ediciones Embalaje publicó en una edición artesanal el libro "La carne hecha verbo", una antología de su obra poética.

El libro abre con un prólogo escrito por Águeda Pizarro en el que esta autora destaca características de la obra de Beatriz Zuluaga, y entre ellas resalta la integridad: "no sólo la integridad ética, aunque la hay -Beatriz Zuluaga siempre es consecuente con su ser de poeta y de mujer" (p. V). Más adelante Pizarro complementa: "El léxico de Beatriz Zuluaga es único. Usa un lenguaje cotidiano como el de los nadaístas, y otro siempre claro y llano, que produce imágenes insólitas yuxtaponiendo elementos teatrales. Entre estas partes no hay fisuras, todo fluye, se complementa y se reencuentra. Como otros miembros de su generación, el humor es necesario para la poesía y para la vida" (p. VIII). Pizarro llama la atención sobre el rol que Beatriz Zuluaga ejerció como periodista y que le dejó "el ojo, el oído y el tacto afinados". 

Vale la pena resaltar que ese doble oficio en el periodismo y la poesía es común también a otras escritoras destacadas de Caldas como Blanca Isaza y Maruja Vieira.

Luego del prólogo el volumen incluye un conjunto generoso de poemas, sin índice y sin indicación sobre el libro en el que fueron originalmente publicados. La lectura de esta selección permite identificar a una poeta muy segura de su deseo y su corporalidad. Una mujer fuerte que toma la iniciativa y que no se niega a segundas oportunidades. Al mismo tiempo algunos poemas traen un dejo de amargura, de desazón ante el dolor, la injusticia o la muerte, aunque no se trata de duelos etéreos sino de experiencias cotidianas.


El volumen cierra con el poema "Si preguntan por mí", que según Beatriz Zuluaga es el que mejor la define, pero trae también otros títulos claves como el que le da nombre al libro, así como Habitación propia y Eres eros, entre otros.

Beatriz Zuluaga nació el 11 de noviembre de 1931 en Manizales y murió el 19 de marzo de 2024 en Bogotá, luego de una larga vida dedicada a la literatura y el periodismo.


Si preguntan por mí...
diles que salí a cobrar la vieja deuda
que no pude esperar que a la vida
se le diera la gana de llegar
a mi puerta.
Diles que salí definitivamente
a dar la cara sin pinturas
y sin trajes el cuerpo.
Si preguntan por mí...
diles que apagué el fuego,
dejé la olla limpia y desnuda la cama,
me cansé de esperar la esperanza
y fui a buscarla.
Diles que no me llamen...
Quité el disco que entretenía en boleros
el beso y el abrazo
la copa estrellé contra el espejo
porque necesitaba convertir
el vino en sangre
ya que jamás se dio el milagro
de convertirse el agua en vino.
Si preguntan por mí...
diles que salí a cobrar la deuda
que tenían conmigo el amor,
el fuego, el pan, la sábana y el vino,
que eché llave a la puerta
y no regreso.
¡Definitivamente diles
que me mudé de casa!


La carne hecha verbo
Beatriz Zuluaga. Prólogo de Águeda Pizarro
Ediciones Embalaje
Roldanillo, Valle
Julio de 2020
100 páginas

domingo, 15 de diciembre de 2024

Crónicas recuperadas, de Ricardo Sánchez Arenas

Luego de hurgar en periódicos antiguos, el periodista pereirano Mauricio Ramírez Gómez se dio a la tarea de seleccionar, editar y publicar una colección de crónicas firmadas por Ricardo Sánchez Arenas entre los años 30 y 40 en El Diario, de Pereira, periódico dirigido por Emilio Correa Uribe. 

El resultado de este esfuerzo es "Crónicas recuperadas", un volumen de 86 páginas en formato de bolsillo, que recoge 12 crónicas escritas por Ricardo Sánchez: cuatro sobre la historia de Pereira, otras cuatro sobre el tiempo que el autor pasó por  el leprocomio de Agua de Dios, recluido por causa del bacilo de Hansen, y las otras cuatro sobre temas diversos como el cine, la moda, el apellido de Bolívar y la memoria del caricaturista Ricardo Rendón.

Escribe Mauricio Ramírez sobre el cronista en la presentación del libro: "Ricardo Sánchez Arenas nació en Pereira el 7 de enero de 1888. Era hijo de Clotario Sánchez, dueño de la primera biblioteca que tuvo Pereira, aspecto que debió influir en su formación. Durante las primeras décadas del siglo XX, se destacó como comerciante. Su local estaba ubicado en la esquina sur oriental del cruce de la carrera séptima con la calle 23. Laboró en Manizales como agente viajero de Droguerías Unidas y del Almacén Americano. Fue corresponsal de El Tiempo y La Patria; publicó muchas notas en periódicos y revistas nacionales con el seudónimo ‘Fierabrás’. En su columna “Reportajes Informales”, publicada en revistas, divulgó numerosas entrevistas a personajes de la vida regional. Dichas entrevistas no han sido recogidas en libro. Fue también cofundador y secretario de la Sociedad de Mejoras Públicas de Pereira, en 1925, con Manuel Mejía Robledo. Falleció en esta misma ciudad el 20 de junio de 1946".

Las crónicas de Sánchez tienen algunos elementos comunes con las que publicó Tomás Calderón Ramírez, conocido como "Mauricio", en La Patria desde finales de los años 20 y hasta su muerte en 1955: interés por la historia de la fundación de las ciudades, descripción de la vida cotidiana y de personajes pintorescos, en particular por los ancianos, uso del humor costumbrista y referencias a elementos folclóricos. 

Resulta particularmente interesante su texto sobre el terremoto del 31 de enero de 1906, uno de los más fuertes que ha sufrido Colombia, así como su crónica sobre Pereira, Manizales y Armenia. Narra que un viaje de Pereira a Manizales le tomó casi tres días, y un viaje de Pereira a Armenia duró una semana completa. También cuenta que hacia 1915 en Pereira "teníamos planta eléctrica, buen acueducto" (p. 38).

Para los musicólogos puede ser de mucho interés la conversación que sostiene Sánchez con el maestro Luis Antonio Calvo, recluido con él en el leprocomio de Agua de Dios. El maestro Calvo dice: "llegué al lazareto el 12 de mayo de 1916". Su deceso se produjo en el mismo lugar en 1945.

Sobre el suicidio del caricaturista Ricardo Rendón dice que el origen de su depresión estuvo en el fin de la Hegemonía Conservadora: "Yo no puedo vivir sino dentro de la sistemática oposición al Gobierno. El triunfo de Olaya me partió por el eje y yo no puedo volverme godo" (p. 74), escribe Sánchez que le dijo Rendón meses antes de su muerte.

Llama la atención una nota sobre la publicación del libro: "Destiempo es una iniciativa autogestionada que tiene como propósito la circulación de textos literarios y periodísticos, recuperados o inéditos, para motivar la investigación y encontrar nuevas relaciones con el presente". Sin duda la recuperación de voces periodísticas y literarias del pasado que quedaron olvidadas es un esfuerzo necesario para construir una mejor historia sobre la escritura regional y para encontrar nuevos datos y registros sobre el pasado de este territorio.

Algunos subrayados
Fuimos a Europa sin estar preparados (p. 22).

Cuando con porciones de territorio de Antioquia y el Cauca, el general Reyes, hace hoy 40 años, fundó el departamento de Caldas, la ciudad escogida para su capital, Manizales, era un modesto poblado poco más o menos de lo que hoy es Pácora (p. 32). 

sólo nos faltaba conocer a los notables del pueblo, para lo cual solo nos bastó pararnos en la esquina de la Catedral una hora. Por allí desfilaba toda la ciudadanía (p. 34). 

(Pereira) es hoy la quinta ciudad de Colombia y será la cuarta cuando el aeródromo de Matecaña esté terminado (p. 39).

Crónicas recuperadas
Ricardo Sánchez Arenas
Mauricio Ramírez Gómez (Compilador)
Destiempo, Colección Literaria
Pereira
2024.