domingo, 26 de febrero de 2012

Era lunes cuando cayó del cielo, de Juan Diego Mejía

Aunque fue publicada en 2008, uno lee esta novela hoy y no puede evitar pensar en Lina Marulanda, la exitosa modelo paisa, bonita, elegante, seductora, que decidió lanzarse al vacío desde un quinto piso en mayo de 2010.

La modelo que protagoniza este libro es Lucía, también es paisa, bonita, elegante, seductora. Ella se lanza al vacío desde un piso 19 de un edificio ubicado frente al hotel Dann en el Poblado, en Medellín, en mayo de un año indeterminado, en la década del 2000.

Mejía la describe como una modelo de permanente mirada triste, enigmática. Es una mujer callada de la que se sabe poco, y lo poco que se sabe lo averigua o especula Mejía, el narrador de la obra, luego de la muerte de Lucía. Y así nos enteramos de su origen humilde, de su adolescencia sin papá, de sus amigos sicarios, de su cambio de vida con el amor que encuentra en Marcelo, director de comerciales y amigo de Mejía, de su decadencia ahora que va a cumplir 30 años y ya no la llaman para hacer desfiles.

Es una novela que se lee rápido, que ambienta la Medellín post-Pablo Escobar y recrea el entorno de las productoras de televisión y comerciales, espacio que Juan Diego Mejía conoce bien, pues además de escritor y alumno de Manuel Mejía Vallejo, fue director durante varios años de Telemedellín. Es una novela bonita que encierra el enigma del suicidio, del porqué se suicida alguien, y tiene la delicadeza de no dar demasiadas explicaciones sobre el asunto y mucho menos juzgar a ninguno de los personajes de la historia.

Las frases:

"Entró en la categoría de mujeres Casablanca. Ingrid Bergmans modernas. Una clase de mujeres elegantes que viajan solas, se les ve en aeropuertos, en restaurantes, en oficinas públicas. Algunas llevan niños y equipaje, pero se defienden bien, no piden ayuda. Son mujeres que andan solas temporalmente, es decir, no son las clásicas solteras acostumbradas a gozarse el mundo y a que les coqueteen en todas partes. Son mujeres de alguien que ahora no está con ellas. En sus miradas hay cierto desamparo que disfrazan con dureza. Así reemplazan a su marido y se lo hacen saber a todo el mundo".

"Volví a recorrer el barrio y esta vez me pasó lo mismo que me pasa cuando regreso a lugares que tengo en la memoria. Me pareció más pequeño, más estrechas las calles, las casas más tristes".

"Medicina Legal, el sitio adonde llevan a todos los muertos que mueren por bala, cuchillo, atropellados por carros, todos los cadáveres que no debían morir todavía pero se adelantaron".


Juan Diego Mejía
Era lunes cuando cayó del cielo
Editorial Alfaguara
Bogotá
2008
218 páginas

sábado, 25 de febrero de 2012

Alto Voltaje, de Germán Sierra

Leí Alto Voltaje de Germán Sierra por recomendación de Misael Peralta, quien muy comedidamente también me prestó el libro. Lo hizo a manera de impulso a mi deseo de escribir cuentos y me parece vergonzoso haberme tardado más de seis meses en leer un libro que condensa 14 cuentos en poco más de 120 páginas.
A pesar de lo que indicaría la tardanza, Alto Voltaje es un libro muy entretenido y la narrativa de Sierra cuenta historias aparentemente cotidianas que en unos 50 años o 100 años serán perfectamente entendibles a pesar de  hablar de situaciones actuales, como el trabajo de un periodista investigativo en un pequeño pueblo, la historia de una pareja que trata de revitalizar su matrimonio visitando un bar swinger, la desesperación de un hombre que pierde a veces su memoria de corto plazo o la forma inexplicable en que funciona una campaña publicitaria.
Germán Sierra es un médico español nacido en 1960. Es profesor de bioquímica y biología molecular (según Wikipedia) y este libro fue publicado por Mondadori en 2004.
Aquí, algunos fragmentos:

"Llevas tres meses trabajando en la empresa. recibes un buen sueldo para una persona de tu edad, has alquilado un apartamento y te has comprado ropa nueva, de un estilo parecido al del resto de los creativos."

"Cuando tenía tu edad no podía pensar más que en chicas y eso, acepta mi consejo, el lo peor que se puede hacer. Las chicas vienen a ti cuando dejas de pensar en ellas."

"Cuando era niño, las líneas de alta tensión me fascinaban. Aquellas torres gigantescas de metal, como robots descomunales con los brazos en alto, me recordaban los molinos del Quijote y a monstruos venidos del espacio, una hilera de colosos a quienes enfrentarse en un arrebato de locura o heroicidad."

"El torero no va a vencer, sino a representar un papel en el que asume un riesgo. El animal, por cierto, es también un actor, y de él se espera que actúe como tal. Se trata de una ópera con un final probable pero incierto, y es precisamente la asimetría de los actores contendientes lo que le proporciona su interés."

"El inquilino -  que debió ser creyente o querer parecerlo, o sencillamente demostrar fidelidad a una tradición decorativa - dejó impresa la huella de un crucifijo como una sombra en negativo. Una cruz blanca en el centro de una pared sucia, velada con mugre, tostada por el humo del tabaco, oscurecida por la degradación de la pintura, moteada con antiguas huellas de moscas y fragmentos de telarañas enredadas; la acción, en resumen, del tiempo y el descuido."



Germán Sierra
Alto voltaje
Editorial Mondadori
2004

miércoles, 15 de febrero de 2012

Oriente empieza en El Cairo, de Héctor Abad Faciolince

Este es un libro de viajes, pero no sólo del viaje de Héctor Abad a El Cairo, sino también de las lecturas que Héctor Abad hizo sobre los viajes a Egipto de otros: Mark Twain, Flaubert, Kipling... 

Tal vez eso se siente más de la cuenta: no sé si sobran citas o referencias bibliográficas, pero sí creo que falta un poco más de anécdota local de El Cairo de hoy. No es que el libro no tenga historias sobre el Egipto actual, claro que sí, y de hecho el autor recorre cafés, calles, mercados, mezquitas, va a las pirámides, al Nilo... pero así como él dice que El Cairo está escondido tras una capa de polvo, así mismo la historia del viaje se esconde entre citas de otros y entre detalles personales de Héctor con las 2 mujeres que viaja. El libro puede tener muchos párrafos que demuestren lo contrario, anécdotas en hoteles y taxis, pero mi sensación general al terminar es que me quedé con ganas de oír más voces de los egipcios. Seguro es difícil conseguirlo (o seguramente ése sería otro libro) pero es el sabor que me quedó.

Aunque también puede ser otra cosa y es que como me han gustado tanto otros libros de Héctor Abad, esperaba mucho más de este libro y me quedé con ganas. La culpa en ese caso no es de un libro publicado hace 10 años sino de mi propia expectativa. 

Una anécdota: en varios pasajes el autor destaca la inmensa pobreza de El Cairo pero así mismo la tranquilidad y seguridad de la ciudad y en alguna parte señala que es difícil imaginar una revuelta o una manifestación social violenta como la que finalmente ocurrió el año pasado. Las revoluciones políticas ocurren cuando y donde menos se espera años atrás.

Me encantaría que algunos que ya han ido a El Cairo, como Laverde, leyeran el libro y me contaran qué piensan... no es lo mismo leer y juzgar un libro de viajes de un sitio que uno conoce, que de un sitio que apenas imagina por los libros de otros...

Oriente empieza en El Cairo es sobre cultura oriental y occidental, reflexión sobre las religiones, las mujeres, etc. y eso se nota en las frases que van a continuación:



“Sentimos una extraña nostalgia por lo nunca visto; nostalgia de todos los lugares menos el propio”.

“El viaje empieza mucho antes de partir, en el ensueño del viaje; lo que leemos y lo que imaginamos”.

“Me da igual. Todas las religiones son absurdas, y todos los dioses están tan muertos como los dioses del Egipto antiguo”.

“para ellos sigue siendo válido el retorcido silogismo del cabecilla musulmán que hizo incendiar la Biblioteca de Alejandría: Toda la sabiduría, toda la belleza y toda la bondad están contenidas en el Libro. Si otro libro es bello o sabio, su belleza y su sabiduría también están en el Corán. Si ya están en el Corán, no es necesario conservar esos libros. Si no están en el Corán, quiere decir que son malos y dañinos; en vez de leerlos, hay que destruirlos”.

“agradezco que el baile ya no sea tan serio y tan sangriento, como agradecería que a los toros de las corridas ya no los torturaran ni mataran. Lo agradezco, pero entiendo que lo que queda de las danzas antiguas es una mera pantomima, y que el toreo sin sangre sería, sí, más civilizado, pero perdería la mitad de su bárbaro encanto. Ya los bailes rituales no son más que remedos edulcorados de lo que fueron”.

“Todo lo que los puritanos critican de Occidente, la altanería de sus mujeres en minifalda, la arrogancia de sus pechos forrados y su pelo suelto, el desafío de su maquillaje, la coquetería de su moda traslúcida, todo eso que está quizá en la frontera de la vulgaridad, es también, a ratos, la felicidad”.

“Hay una sabiduría del ayuno que los occidentales no conocemos; no es el martirio lento de la dieta; es una abstinencia que resalta uno de los placeres más grandes de la existencia: la de suprimir una molestia, saciar un deseo, calmar un apetito. En Occidente, cada vez más, los deseos se cumplen demasiado pronto; somos una cultura sometida a una especie de ejaculatio praecox”

“Nuestro supuesto temor reverencial por los muertos, nuestro respeto a los antepasados, es una pía idea humana que casi nadie cumple. La regla es el saqueo, la destrucción, el robo, la apropiación de lo ajeno, la desacralización de lo que era para otros sagrado. Las nuevas religiones, fingiéndose más sabias, más sensatas y más santas, desalojan a las viejas a fuerza de codazos, de espaldas o de alfanjes”.

“Si hubiera dioses que miraran a los hombres, ellos nos adorarían, por este pertinaz e inútil esfuerzo nuestro por oponernos a la muerte, y por robarnos o ganarnos cualquier trozo de vida. Aunque a veces agobie su indiferente transparencia, el cielo es maravilloso, cuando miramos hacia arriba; pero mucho más variada e interesante es la tierra cuando la observamos desde el cielo, y cuando vemos abajo reflejado el paciente trabajo de los seres humanos”.

“La caridad cristiana ha tumbado más templos y borrado más mitos y ritos que todas las demás religiones juntas (supuestamente más bárbaras). Escombros en México, escombros en Guatemala, escombros en Colombia y Perú, escombros en Norteamérica, escombros en Egipto, eso han dejando las hordas cristianas (asesinas de dioses a nombre de otro Dios supuestamente menos furibundo) al entrar en contacto con otras religiones”.

“Los seres humanos no somos otra cosa que mamíferos con un cerebro más complejo. Esta complejidad nos da una ventaja de astucia contra los animales, que nos ha permitido esclavizarlos. Pero debería darnos también una ventaja moral: la compasión”.

“Los dioses, las religiones, nacen en Oriente, y en Occidente se mueren”.

Héctor Abad Faciolince
Oriente Empieza en El Cairo
Editorial Alfaguara
Bogotá
2002
211 páginas

jueves, 2 de febrero de 2012

Del montón, de Wislawa Szymborska

Hola
Como este blog se creó para enviar frases, partes de textos literarios que nos gustan, hoy les envío un poema de Wislawa Szymborska, la polaca premio Nobel de Literatura en 1996, que murió ayer.


Del montón

Soy la que soy,
casualidad inconcebible
como todas las casualidades.
Otros antepasados
podrían haber sido los míos
y yo habría abandonado
otro nido,
o me habría arrastrado cubierta de escamas
de debajo de algún árbol.
En el vestuario de la naturaleza
hay muchos trajes.
Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte.
Cada uno, como hecho a medida,
se lleva dócilmente
hasta que se hace tiras.
Yo tampoco he elegido,
pero no me quejo.
Pude haber sido alguien
mucho menos personal.
Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre,
partícula del paisaje sacudido por el viento.
Alguien mucho menos feliz
criado para un abrigo de pieles
o para una mesa navideña,
algo que se mueve bajo un cristal de microscopio.
Árbol clavado en la tierra,
al que se aproxima un incendio.
Hierba arrollada
por el correr de incomprensibles sucesos.
Un tipo de mala estrella
que para algunos brilla.
¿Y si despertara miedo en la gente,
o solo asco,
o sólo compasión?
¿Y si hubiera nacido no en la tribu debida
y se cerraran ante mí los caminos?
El destino hasta ahora ,
ha sido benévolo conmigo.
Pudo no haberme sido dado
recordar buenos momentos.
Se me pudo haber privado
de la tendencia a comparar.
Pude haber sido yo misma, pero sin que me sorprendiera,
lo que habría significado
ser alguien totalmente diferente.