tag:blogger.com,1999:blog-40519603627741524282024-03-27T18:53:29.969-05:00Blog (cuasi) secreto de lecturaDiario de lectura.
Leemos libros, subrayamos libros, comentamos libros.Claudia Mejía -Summer Companyhttp://www.blogger.com/profile/06072476406512545676noreply@blogger.comBlogger306125tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-26306214521263663122024-03-17T17:53:00.004-05:002024-03-21T11:28:52.554-05:00La Vorágine, de José Eustasio Rivera<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfATXWc_nehGpMZ8Vzzbe18nWBtjcFmp0zV3_NkzHgpXjge48IoqZhTRMTNM7Qm5euFsTq5_iu0OcTB9Sy6YXENDocQlZKh-8m-u5ue4KU-ZHQDCiln3aW8a-bgp63coFyV1BNU9b_iXbQh2s4IyHddDBRV26B949pADXJEEwNO4NUPjf6Jw0JJmTwGME/s1295/La%20Vor%C3%A1gine.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="961" data-original-width="1295" height="237" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfATXWc_nehGpMZ8Vzzbe18nWBtjcFmp0zV3_NkzHgpXjge48IoqZhTRMTNM7Qm5euFsTq5_iu0OcTB9Sy6YXENDocQlZKh-8m-u5ue4KU-ZHQDCiln3aW8a-bgp63coFyV1BNU9b_iXbQh2s4IyHddDBRV26B949pADXJEEwNO4NUPjf6Jw0JJmTwGME/s320/La%20Vor%C3%A1gine.jpg" width="320" /></a></div>Aunque algunos dan por descontado que José Eustasio Rivera leyó "<a href="https://secretodelectura.blogspot.com/2012/04/joseph-conrad-el-corazon-de-las.html">El corazón de las tinieblas</a>", el libro que Joseph Conrad publicó en 1899 y que narra el horror de la explotación colonial belga en las selvas del Congo, las profesoras Margarita Serje y Erna von der Walde aseguran que ni Rivera leyó a Conrad ni Conrad leyó a Rivera.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Se diría entonces que fue casualidad que surgieran dos novelas tan similares con tan pocos años de diferencia, pero más que la casualidad es el auge del colonialismo y la explotación capitalista la que explica el surgimiento de este tipo de relato. Con ese contexto y con los viajes que realizó por el oriente y el sur de Colombia, José Eustasio Rivera publicó hace un siglo, en 1924, "La Vorágine" la novela que fue escogida por la Revista Arcadia como la más importante del siglo XX en Colombia, y que también ocupó el primer lugar en el estudio sobre las 200 obras más importantes de la literatura republicana en Colombia, realizado en 2019 por la UTP, la Feria del Libro de Manizales y La Patria. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La Vorágine está narrada por Arturo Cova, un poeta bogotano que huye de la ciudad con su novia Alicia, quien está embarazada. El recorrido los lleva a Meta y Casanare, luego a Vichada y Vaupés, en un viaje que cada vez se torna más hostil, no solo por la naturaleza agreste que al final no permite ver el sol, sino también por la violencia en el entorno y por la angustia interior que sufren los personajes.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYJfbZK6I1Oz2gEZlEaZvr7yTVV_6KuVF6wO6QRD-CPA_KJGtzA24KC1nSS_bDjgNqCv0jzOJ0rjhUOcoXjhDp1ZKyo9MBK0yZ03FRNeL5K56xVwtUT_TIkkhtL8yXcKkkeoCWl9-yXpOf348Ai5kUue4_D3yhOYCzj5NRaEXHNjjszpzCaFNmTghSvcY/s441/rivera_jose_eustasio_2.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="441" data-original-width="340" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYJfbZK6I1Oz2gEZlEaZvr7yTVV_6KuVF6wO6QRD-CPA_KJGtzA24KC1nSS_bDjgNqCv0jzOJ0rjhUOcoXjhDp1ZKyo9MBK0yZ03FRNeL5K56xVwtUT_TIkkhtL8yXcKkkeoCWl9-yXpOf348Ai5kUue4_D3yhOYCzj5NRaEXHNjjszpzCaFNmTghSvcY/s320/rivera_jose_eustasio_2.jpg" width="247" /></a></div></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La relación entre Cova y Alicia es el telón a partir del cual Rivera denuncia la situación de esclavitud que viven los indígenas y algunos colonos en el sur del país, a manos de la Casa Arana y de caucheros que ejercen control territorial y violento en vastos territorios sin autoridad legal. A este respecto resulta premonitoria una frase de Cova, hacia la mitad del libro: "cu</span><span style="background-color: white; font-family: verdana;">ente usted con que la novela tendrá más éxito que la historia": de las caucherías sabemos más por La Vorágine, y por <a href="https://secretodelectura.blogspot.com/2011/10/mario-vargas-llosa-el-sueno-del-celta.html">El sueño del celta</a>, la novela que publicó en 2010 Mario Vargas Llosa, que por los libros de historia.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;">La Vorágine se divide en tres partes de similar extensión: la primera cuenta la salida de Cova y Alicia desde Bogotá, pasando por Cáqueza, para llegar al Meta y luego a Casanare. En esta parte de la novela Cova y Alicia están juntos, aunque la relación es tensa, y el espacio de la narración es el Llano colombiano,con sus faenas de vaquería, sus atardeceres y las jornadas a caballo.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;">En la segunda parte irrumpe la selva. Alicia y la niña Griselda se han ido con Barrera, el cauchero, y Cova y Franco, la pareja de Griselda, emprenden la búsqueda de las dos mujeres a través de las selvas del Vichada. El paisaje se vuelve cada vez más oscuro y difícil, Cova entra en contacto con comunidades indígenas que no comprende y se observa cada día más extraño en un territorio que ofrece amenazas internas y externas que socaban la paz mental del personaje. Hacia la mitad del libro aparece el viejo Clemente Silva, quien les narra su historia sobre la búsqueda de su hijo Luciano y las vejaciones que sufren los indígenas y colonos a manos de los caucheros.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white;"><span style="font-family: verdana;">La tercera parte es la llegada de Cova, Clemente Silva, Franco y Helí Mesa al corazón de las tinieblas: a la cauchería que regenta la madona Zoraida Ayram y en donde El Cayeno y El Váquiro ejercen control a punta de terror. En esta parte la violencia se siente real y cercana y al final, como lo escribe el cónsul, los devora la selva.</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Es una verdadera lástima que los profesores de colegio obliguen a leer La Vorágine, un libro rico en referencias que se escapan para un lector principiante, que estará mucho más cerca de aborrecer el lenguaje del texto que de apreciar su maestría. En cambio, un lector más informado, puede encontrar en esta obra monumental varios hilos para comprender la historia nacional y el contexto en el que se desarrolla su historia.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">A un siglo de haberse publicado, encuentro al menos tres razones por las cuales La Vorágine es la gran obra literaria del siglo XX en Colombia:</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En primer lugar, como lo dice Arturo Cova al final del libro, "<span style="background-color: white;">a esta pobre patria no la conocen sus propios hijos, ni siquiera sus geógrafos". Cova ha visto un "</span></span><span style="background-color: white;"><span style="font-family: verdana;">mapa costoso, aparatoso, mentiroso y deficientísimo" elaborado en Bogotá y la novela presenta una cartografía de zonas desconocidas que equivalen a la mitad del territorio nacional y que se ignoran por mucho más de la mitad de la población. Rivera propone un viaje por nombres, ríos, llanos y selvas de las que el lector tiene poco o nulo referente: río Curicuriarí, río Yurubaxí, Río Negro, Guaracú, Yaguanarí, chorros de Atures y de Maipures, caños Mica y Rayao, Río Inírida, Río Guainía, Río Isana, Río Apaporis, Río Taraiza y una cantidad de referentes que se extienden desde Iquitos hasta Manaos y que resultan imposibles de ubicar en el mapa para la mayoría de los lectores. </span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;">Un segundo elemento vigente en la novela es la lectura sobre la violencia, que se presenta desde la primera línea famosa: </span></span><span style="font-family: verdana;">"Antes de que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia". "La Vorágine" incluye todos los repertorios de violencia: violencia física, violencia sexual, violencia colonial, explotación económica, violencia contra los indígenas, etc... hay homicidio, suicidio, golpes, trampas, engaños, estafas y esclavitud. Hay armas de fuego winchester, armas blancas, muertos en ríos, muertos por animales, decapitados, torturas, latigazos... Y hay también una permanente reflexión del autor sobre estas violencias. El libro se publica seis años después del final de la primera guerra mundial y en ese contexto es valioso que José Eustasio Rivera observe: "</span><span style="background-color: white; font-family: verdana;">todo hombre armado está siempre a dos pasos de la tragedia".</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;">Otro enfoque de lectura es el del rol de la mujer, que resulta sumamente interesante en esta obra adelantada. Arturo Cova se presenta como un hombre propio de su tiempo y de su clase: machista, mujeriego, que piensa que "</span><span style="background-color: white; font-family: verdana;">la superioridad del macho debe imponérseles por la fuerza, en cambio de sumisión y de ternura". Esto que dice y hace Cova contrasta con la fortaleza de las mujeres que construye Rivera: Alicia, La Niña Griselda, Clarita y la madona Zoraida Ayram son las cuatro mujeres con las que Cova se relaciona a lo largo de la novela y todas, a su modo, son mujeres libres, autónomas, que no están sometidas a ningún varón y que toman decisiones que incluso contrarían al protagonista. Cova, además, </span><span style="font-family: verdana;">defiende a una indígena sometida a abuso sexual hacia el final del libro.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La Vorágine es una obra magistral: monumental, enorme, totalizante. Tiene pasajes en los que el autor muestra una temprana preocupación ambiental, hay denuncia social y habla de un país abandonado por sus gobernantes y devorado por la selva, y habla también de unos personajes que, perdidos en sus pasiones y ambiciones, sucumben ante la naturaleza indomable.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /><b><u>Algunos subrayados</u></b></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">"Antes de que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia" (p. 11). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El lazo que a las mujeres te une, lo anuda el hastío (p. 12).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">No es cuerdo replicarle a una mujer airada (p. 15).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Usted sólo tiene un problema sumo, a cuyo lado huelgan todos los otros: adquirir dinero para sustentar la modestia decorosamente (p. 26). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white;"><span style="font-family: verdana;">―Con ese traje parecerás un tizón encendido.</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;">―Blanco </span><span style="background-color: white; font-family: verdana;">―me replicó</span><span style="background-color: white; font-family: verdana;">―: pior es no parecer náa (p. 32).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;">jué que los indios le mataron a él la jamilia, y como puaquí no hay autoridá, tié uno que desenrearse solo (p. 57). </span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;">el cariño es como el viento; sopla pa cualquier lao (p. 64). </span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;">El cariño y el viento soplan de cualquier lado (p. 295).</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;">Una vez me apañaron antes de acabá el rezo y me encerraron en una pieza, con doble yave; pero me volví hormiga y me picurié (p. 72).</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;">Si alguna culpa podía corresponderme en el trance calamitoso, era la de no haber sido severo con ella, la de no haberle impuesto a toda cosa mi autoridad y mi cariño (p. 72). </span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;">Ella debía perdonarme, aunque no le pidiera perdón, porque le pertenecía con mis cualidades y defectos, sin que le fuera dable hacer distingos en mí (p. 73).</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;">Sepulté en mi ánimo el ardid vengativo, como puede guardarse un alacrán en el seno: a cada instante se despertaba para clavarme el aguijón (p. 79).</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;">cuán dulce era el pensamiento de la reconciliación, que se anunciaba como aroma de sementera, como lontananza del amanecer. De todo nuestro pretérito sólo quedaría perdurable la huella de los pesares, porque el alma es como el tronco del árbol que no guarda memoria de las floraciones pasadas ino de las heridas que le abrieron en la corteza (p. 88). </span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;">La justicia es como el cielo, que nos cubre a todos (p. 95).</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;">En esta sabana caben muchísimas sepulturas; el cuidado está en conseguir que otros hagan de muertos y nosotros de enterradores (p. 100). <span> </span></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><span><br /></span></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;">―¡Oh selva, esposa del silencio, madre de la soledad y de la neblina! ¿Qué hado maligno me dejó prisionero en tu cárcel verde? (p. 115).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;">la superioridad del macho debe imponérseles por la fuerza, en cambio de sumisión y de ternura (p. 129).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;">Cierta vez la niña Griselda, ausente yo, le daba clases de tiro al blanco. Sorprendílas con el revólver humeante, y permanecieron impasibles, como si estuvieran con la costura (p. 158).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;">―¡Es que las mujeres debemos saber de tóo! Ya no hay garantía ni con los maríos (p. 158). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;">No hemos nacido para reliquias (p. 159). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;">a fuerza de ser crueles ascienden a capataces, y esperan cada noche con libreta en mano, a que entreguen los trabajadores la goma extraída para sentar su precio en la cuenta. nunca quedan contentos con el trabajo y el rebenque mide su disgusto. Al que trajo diez libros le abonan sólo la mitad, y con el resto enriquecen ellos su contrabando; que venden en reserva al empresario de otra región, o que entierran para cambiarlo por licores y mercancías al primer "chuchero" que visite los siringales. Por su parte, algunos peones hacen lo propio. La selva los arma para destruirlos, y se roban y se asesinan, a favor del secreto y la impunidad, pues no hay noticia de que los árboles hablen de las tragedias que provocan (p. 165).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;">―Cuente usted con que la novela tendrá más éxito que la historia (p. 168).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Jamás cauchero alguno sabe cuánto le cuesta lo que recibe ni cuánto le abonan por lo que entrega, pues la mira del empresario está en guardar el modo de ser siempre acreedor. Esta nueva especie de esclavitud vence la vida de los hombres y es transmisible a sus herederos (p. 169). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En el fondo de cada alma hay algún eposodio íntimo que constituye su vergüenza (p. 170).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Hay que ser avaros con el dolor (p. 172).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Cualquier indio que tenga mujer o hija debe presentarla en este establecimiento para saber qué se hace con ella (p. 175).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">peones que entregan kilos de goma a cinco centavos y reciben franelas a veinte pesos; indios que trabajan hace seis años, y aparecen debiendo aún el mañoco del primer mes; niños que heredan deudas enormes, procedentes del padre que les mataron, de la madre que les forzaron, hasta de las hermanas que les violaron, y que no cubrirían en toda su vida, porque cuando conozcan la pubertad, los solos gastos de su niñez les darán medio siglo de esclavitud" (p. 195). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La mansedumbre le prepara terreno a la tiranía y la pasividad de los explotados sirve de incentivo a la explotación (p. 212). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">los caucheros que hay en Colombia destruyen anualmente millones de árboles. En los territorios de Venezuela el "balatá" desapareció. De esta suerte ejercen el fraude contra las generaciones del porvenir (p. 219). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Y por este proceso </span><span style="background-color: white; font-family: verdana;">―¡Oh selva!</span><span style="background-color: white; font-family: verdana;">― hemos pasado todos los que caemos en tu vorágine (p. 221).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;">todo hombre armado está siempre a dos pasos de la tragedia (p. 237). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;">¡Otra vez, como en las ciudades, la hembra bestial y calculadora, sedienta de provechos, me vendía su tentación! (p. 246). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;">A tal punto cundía la matazón, que hasta los asesinos se asesinaron (p. 273).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;">Hoy, como nunca, siento nostalgia de la mujer ideal y pura (p. 278). </span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;">aquel mapa costoso, aparatoso, mentiroso y deficientísimo (p. 284).</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white;">a esta pobre patria no la conocen sus propios hijos, ni siquiera sus geógrafos (p. 284). </span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br />La Vorágine<br />José Eustasio Rivera</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Prólogo de Juan Luis Panero<br />Círculo de lectores, colección "Joyas de la literatura colombiana"<br />Bogotá, 1984 (primera edición 1924)<br />320 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-14298602144050305122024-03-15T21:50:00.003-05:002024-03-16T16:54:24.765-05:00Devenir de la ausencia, de Elvira Alejandra Quintero<p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCOhgdtaTqdQcRQJ2ybByG_K_5ksVQ0AkiYiRktsMm5dV7RXEHTGvpThf0VxAzZA4_8ICFxQLbjEW6UDOcZ0V3_gKalvsXE705x-wE49M52-Purgbh7PGc-oQXXgkGqvnNEcFg-9WIf7j4CS8tjVzt7ufKCdxYtCFDr-jyvtmr9hdZdeUyUlDpW8W8Uy8/s430/Portada%20Devenir%20de%20la%20ausencia.png" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="430" data-original-width="275" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCOhgdtaTqdQcRQJ2ybByG_K_5ksVQ0AkiYiRktsMm5dV7RXEHTGvpThf0VxAzZA4_8ICFxQLbjEW6UDOcZ0V3_gKalvsXE705x-wE49M52-Purgbh7PGc-oQXXgkGqvnNEcFg-9WIf7j4CS8tjVzt7ufKCdxYtCFDr-jyvtmr9hdZdeUyUlDpW8W8Uy8/s320/Portada%20Devenir%20de%20la%20ausencia.png" width="205" /></a></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">"Devenir de la ausencia" es el título de un poema de Elvira Alejandra Quintero en el que escribe el verso: <i>"</i></span><span style="font-family: verdana;"><i>Ya vendrá el tiempo de los poemas felices",</i> una línea que sintetiza bien el tono de su trabajo poético: una esperanza desencantada, una intemperie en la que el desamparo, la lluvia y el desencanto no cierran la puerta a la posibilidad de destellos de ilusión.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">"Devenir de la ausencia" es, además del poema, el título de este grueso volumen de 348 páginas que reúne más de 260 poemas publicados por la autora durante 40 años, entre 1982 y 2022, en ocho libros distintos: "Hemos crecido sin derecho" (Cali, 1992); "La noche en borrador" (Cali, 1998); "La Ventana -Cuaderno de Ana Ríos-" (Cali, 2003); "La mirada de la sal" (Cali, 2004); "Los nombres de los días" (Cali, 2008); "Las memorias de Alejandrina" (Bahía Blanca, 2010); "5000 kilómetros al sur" (Bahía Blanca, 2012), y "Ritos de pasaje" (Popayán, 2017).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="clear: right; float: right; font-family: verdana; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="235" data-original-width="980" height="96" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_P5zmU_Zi40E3qKWxSVEnB9I_S6sY-EogrJpA8yvrCwCocMEH1UVbyfhqK-8Ssj6Dp9imSBNSpdj0INAxzfIUP52RAOwoMhPqjAECfZzVizZ7jfpM9LqLvau8kiMtMR-pxUViFYyApfTYUmkl6Yt24YykmqDlgiS6jfQmMZVf1B9_L1GhXM9gxdO7PF4/w400-h96/Elvira-Quintero.png" width="400" /></span><span style="font-family: verdana;"></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La compilación de esta obra poética reunida, presentada en el mismo orden de aparición de los libros, permite conocer la evolución en el proceso de escritura de Elvira Alejandra Quintero, así como sus temas recurrentes. El primer libro nace anclado a Cali y en general en sus poemas son frecuentes los nombres propios de los lugares que habita o que elige como espacio poético: Cali, Nariño, Mocoa, en Colombia, pero también lugares de Perú y Argentina, con referencias específicas al lugar. Hay paisaje, montañas y ríos, pero su escenario habitual suelen ser las calles, esquinas, andenes y parques de las urbes contemporáneas.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El profesor argentino Guillermo Eduardo Pilía señala en el prólogo de este libro que "toda la poesía de Elvira Alejandra Quintero podría resumirse en tres líneas temáticas: el desamparo, la tensión entre
amor y desamor y la zozobra existencial". Hay en casi todas las épocas poemas que aborden estos tópicos, y en algunos, sobre todo los más recientes, hay referencias explícitas, con nombres propios, al conflicto armado colombiano y a sus víctimas.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">A diferencia de "Intemperies", "Viento" y "Haz que no me pierdan sus palabras", que son poemarios con un hilo conductor temático, en "Devenir de la ausencia" hay un orden cronológico y una vocación totalizante, toda vez que se trata de reunir la obra completa de la autora. En este orden de ideas este volumen permite una mirada panorámica y absoluta sobre la calidad poética de la autora, que construye poemas ricos en imágenes y en algunos casos cercanos al poema narrativo, que cuenta o insinúa una historia.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"> <br /><b><u>Algunos subrayados</u></b><br />De: "Las voces del día"<br /><i>Entonces no sabía que lo amaría. <br />Y que lo iba a odiar por
traicionarme con su muerte.<br /></i><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "La noche en borrador"<br /><i>Todo era demorado para llegar. <br />La edad <br />las menstruaciones <br />los viajes <br />los novios.</i></span></div><p></p><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Amanecer"</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>Nuestra habitación se llena con las diarias noticias. <br /></i></span><span style="font-family: verdana;"><i>La cortina trata de impedir la entrada del mundo</i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "La pregunta"</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>La niña que fui se empina para mirarme. <br /></i></span><span style="font-family: verdana;"><i>Me da un codazo. Me pregunta si he olvidado la pregunta. <br /></i></span><span style="font-family: verdana;"><i>Le digo que no he cesado de repetirla. <br /></i></span><span style="font-family: verdana;"><i>Su mirada se vuelve más redonda. </i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>Le digo que no tengo la respuesta, es más, la pregunta ha
crecido.</i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i><br /></i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Él"<br /></span><span style="font-family: verdana;"><i>Mas cuando busco la escritura no encuentro otra cosa
que el poema. <br /></i></span><span style="font-family: verdana;"><i>Y el poema es un estado del alma</i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "La ciudad"<br /></span><span style="font-family: verdana;"><i>Soy pedazos, pedacitos de mí. <br /></i></span><span style="font-family: verdana;"><i>No debo aspirar a ser una. <br /></i></span><span style="font-family: verdana;"><i>Es decir, no puedo. </i></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Devenir de la ausencia"<br /></span><i><span style="font-family: verdana;">Ya vendrá el tiempo de los poemas felices </span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></i><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Todos los días"<br /></span><i><span style="font-family: verdana;">Y después de haber gozado en el sufrimiento de intentar <br /></span><span style="font-family: verdana;">aclarar mi pensamiento en la escritura <br /></span><span style="font-family: verdana;">repito el desorden, la ambición, la locura, la codicia, <br /></span><span style="font-family: verdana;">y me
digo que mañana será por fortuna otro día, en que habrá
tiempo para los buenos propósitos.</span></i></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Almaguer"<br /></span><i><span style="font-family: verdana;">Mi cuerpo te pensaba desde la primera hora del día <br /></span><span style="font-family: verdana;">sin yo ordenarlo <br /></span><span style="font-family: verdana;">mucho antes de recorrer la casa <br /></span><span style="font-family: verdana;">y dedicarme a abrir los grandes portones.</span></i><span style="font-family: verdana;"><br /></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "De los poetas"<br /></span><i><span style="font-family: verdana;">Sí, mentimos los poetas <br /></span><span style="font-family: verdana;">cuando nos empeñamos en seguir llorando los amores idos <br /></span><span style="font-family: verdana;">en vez de celebrar la ausencia con un buen trago de vino <br /></span><span style="font-family: verdana;">que nos prepare para la fiesta de la soledad.</span></i><span style="font-family: verdana;"><br /></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Devenir de la ausencia. Obra poética reunida 1982-2022<br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Elvira Alejandra Quintero<br /></span><span style="background-color: white; color: #1e1915;"><span style="font-family: verdana;">Editorial Vinciguerra Hechos de Cultura<br /></span></span><span style="background-color: white; color: #1e1915;"><span style="font-family: verdana;">Buenos Aires, Argentina<br /></span></span><span style="background-color: white; color: #1e1915;"><span style="font-family: verdana;">Octubre de 2022<br /></span></span><span style="background-color: white; color: #1e1915;"><span style="font-family: verdana;">348 páginas</span></span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-59476443401715972062024-03-15T16:09:00.003-05:002024-03-15T16:09:52.193-05:00Haz que no me pierdan sus palabras, de Elvira Alejandra Quintero<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-Hx4DtLJX5nEJaiBW3gcO7duM9wSuTprKyq4Qp5hR6u5BBOCJ2ONW1MEn0cRyByFwIN_ypaSyH5ah-8epjnOIk_Rokk71A2JsXTNLWy3x0KfqfDbyNLEdYOMyid25jtmqemM-9r2ytvZC2qTw6Pyysq8WL537bXntgpTuhCB6KkNBisUUwDbNVaV1lhg/s259/Portada%20Haz%20que%20no%20me%20pierdan%20tus%20palabras.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="259" data-original-width="194" height="259" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-Hx4DtLJX5nEJaiBW3gcO7duM9wSuTprKyq4Qp5hR6u5BBOCJ2ONW1MEn0cRyByFwIN_ypaSyH5ah-8epjnOIk_Rokk71A2JsXTNLWy3x0KfqfDbyNLEdYOMyid25jtmqemM-9r2ytvZC2qTw6Pyysq8WL537bXntgpTuhCB6KkNBisUUwDbNVaV1lhg/s1600/Portada%20Haz%20que%20no%20me%20pierdan%20tus%20palabras.jpg" width="194" /></a></div>En "Haz que no me pierdan tus palabras" la poeta Elvira Alejandra Quintero compila poemas escritos en distintas épocas, según se indica en el prólogo, con una unidad temática clara: el amor, el desamor, las relaciones afectivas y el sexo.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Guillermo Eduardo Pilía, profesor de la Universidad de La Plata, escribe en el prólogo: "la voz poética de Elvira Alejandra Quintero es personal e
inconfundible. Es fácil reconocerla por esa singularidad entre
cientos y cientos de voces con las que habla la poesía hispanoamericana de hoy. Profunda, lenta, grave, oblicua por momentos
y con frecuencia llana, con sutiles pinceladas de desparpajo, de
dulzura, de femineidad, de erotismo. Toda ella se desenvuelve
en una atmósfera de atemporalidad, casi siempre en geografías
de ensueño, que intensifican su carácter universal".<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMudHWahX18sQkz0_InJBv1cHfa_oWkbVbdewiePjZBJlbs6imoawVsq57XC_P2qkJUnj98I3veDB36vXDR6_OGXoiZkQqBaSYaLExszA23d4j9mEPgKmecP8Bh_Akt6tjvMuB2lkIVsOmSvYDrv-6MWa398MRG4vFuagg9UED9PKoL2XBX7y1BYTTEcQ/s570/Elvira%20Alejandra%20Quintero%203.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="570" data-original-width="550" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhMudHWahX18sQkz0_InJBv1cHfa_oWkbVbdewiePjZBJlbs6imoawVsq57XC_P2qkJUnj98I3veDB36vXDR6_OGXoiZkQqBaSYaLExszA23d4j9mEPgKmecP8Bh_Akt6tjvMuB2lkIVsOmSvYDrv-6MWa398MRG4vFuagg9UED9PKoL2XBX7y1BYTTEcQ/s320/Elvira%20Alejandra%20Quintero%203.jpg" width="309" /></a></div></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Este poemario editado en España incluye 75 poemas en los que la autora transita por las distintas etapas del amor: desde el deslumbramiento de los primeros días y el anhelo por la próxima cita hasta el abandono y el desengaño.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En "Ritos", el poema que abre el libro, la autora escribe: <i>"otra Elvira recorre el mundo con los dedos". </i>¿Son los versos de este libro pasajes de la Elvira Alejandra que firma? ¿o corresponden a esa "otra Elvira" ficcional que se plantea desde el comienzo? El juego de espejos que se plantea desde el inicio se desdobla en el yo y el otro, el amante y el amado. La palabra escrita aparece como el tercer elemento de la relación entre dos: en estos poemas es la palabra la que permite nombrar el milagro, o sanar el dolor. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /><b><u>Algunos subrayados</u></b><br /><br />De "El libro"<br /><i>En alguna de las pesadillas soy una poetisa encerrada en su alta
torre, dedicada a escribir un libro de poemas de amor.</i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i> <br /></i>De "Ventana del amor perdido"<br /><i>Recuerdo que hubo otros poemas en que intentaba lo sórdido, lo
oscuro</i><br /><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Devenir de la ausencia"<br /><i>Ya vendrá el tiempo de los poemas felices ceñidos a los cuerpos
de las muchachas callearriba cuidando el abrazo del amor.</i><br /><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Desdicha"<br /><i>El amor es una turbia experiencia donde otra vez al fuego se
ponen a arder los recuerdos</i><br /><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Insomnio"<br /><i>Sólo espero que esta escritura alivie mi corazón.</i><br /><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Ahora"<br /><i>Mucho he retado a Dios <br />diciendo que no existirá más para mí<br />si no cumple el favor <br />de hacer que regreses.</i><br /><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Del camino"<br /><i>Vengo de un país donde no brilla más el sol <br />sino el cuchillo que aniquiló los cuerpos <br />y los volvió carne sin nombre bajo otros miles de cuerpos.</i><br /><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Haz que no me pierdan sus palabras<br />Elvira Alejandra Quintero<br />Pigmalión Edypro<br />Enero de 2022<br />Madrid, España<br />114 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-52028024824059682242024-03-13T18:33:00.007-05:002024-03-13T19:01:45.311-05:00Intemperies, de Elvira Alejandra Quintero<div style="text-align: left;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJeaKEM5-4VpEVng6Pdw1YmSNH8W2ngNcPZUiu_i54UXBMPpjsCRoOz5DnK_ifo1OMdYQgP2kXidxEucUxLBGMW1sgJ8CSmt2gsNA2OQdxyWddEhqSeif2SIA2xUh7y2MnJGU-upLfMjTWKRzDhk_Az-Vyi2elOlZLh7b176EHHpP1OQ8JE-GfqzTs7Ek/s355/Portada%20Intemperies%20Hepsidra.jpg" style="clear: left; display: inline; float: left; font-family: verdana; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="355" data-original-width="264" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJeaKEM5-4VpEVng6Pdw1YmSNH8W2ngNcPZUiu_i54UXBMPpjsCRoOz5DnK_ifo1OMdYQgP2kXidxEucUxLBGMW1sgJ8CSmt2gsNA2OQdxyWddEhqSeif2SIA2xUh7y2MnJGU-upLfMjTWKRzDhk_Az-Vyi2elOlZLh7b176EHHpP1OQ8JE-GfqzTs7Ek/s320/Portada%20Intemperies%20Hepsidra.jpg" width="238" /></a></div><span style="font-family: verdana;">La Real Academia de la Lengua define "intemperie" como "A cielo descubierto, sin <span data-id="ZIJgIje|ZIMlMTu" style="background-color: white; box-sizing: border-box; cursor: pointer; letter-spacing: 0.26px; padding: 0px;">techo</span><span style="background-color: white; letter-spacing: 0.26px;"> nio otro reparo alguno</span><span data-id="1oOa9Jk" style="background-color: white; box-sizing: border-box; cursor: pointer; letter-spacing: 0.26px; padding: 0px;">"</span><span style="background-color: white; letter-spacing: 0.26px;">. Técnicamente una playa está a la intemperie, pero no es una playa la imagen que llega a la mente cuando se escucha la palabra "intemperie". Al contrario, el vocablo se asocia con la lluvia, el abandono o el desamparo, con estar en soledad, desvalido y sin un techo protector.</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white; letter-spacing: 0.26px;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Guillermo Eduardo Pilía, profesor de la Universidad Nacional de La Plata, de Argentina, escribe en el prólogo del poemario "Intemperie" que estos versos de Elira Alejandra Quintero parten del desamparo. De la desesperanza, y el dolor de la pérdida. La autora construye una poética del desgarro, en donde la mirada se detiene en la conciencia de habitar una desolación sin esperanza. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="clear: right; float: right; font-family: verdana; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="605" data-original-width="480" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5vSbFDVeBJotp53OWJS3SWvg8KEUHEki0WsqpXMPhB0qiaN14IhPzQYP8AcA2laseBM_l-2m7624djlsJPtwD5hFTtbsPQX9xg7RAxJp3-O4XjvsFdafBq4pnuUvvWDOrJWfz2tS0Hhz5gDyP8jP8X95eyJyPfh8cqnAmUt6tB1-QGJBONRYEtKixlf4/s320/Elvira%20Alejandra%20Quintero%204.jpg" width="254" /></span>"Intemperies" reúne 56 poemas, algunos de los cuales ya habían sido publicados previamente por la autora en otros libros. De hecho varios hacen parte de su breve poemario "<a href="https://secretodelectura.blogspot.com/2024/03/viento-de-elvira-alejandra-quintero.html">Viento</a>". No obstante, hay un ejercicio cuidadoso de curaduría, que logra poner a dialogar estos poemas dispersos a partir de esa imagen de la intemperie, que le da título al último poema del libro y que atraviesa todo el volumen, desde sus primeras líneas en Cali hasta el final en Argentina.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En estos poemas narrativos Elvira Alejandra Quintero cuenta cosas: describe una Cali caliente y lluviosa, hay copiosos aguaceros, hay guayacanes florecidos, esquinas y andenes. Hay mucha calle y ciudad en sus poemas, y quizás por eso la imagen poética de la soledad y el desamparo se siente aún más potente: es la soledad contemporánea, que sucede en medio de la gente, la que recorre las páginas de este libro, que dialoga con Kavafis, pero también con Aurelio Arturo: los días que uno tras otro son la vida en "Intemperies" aparecen como días y noches con poca luz.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><b><i><br /></i></b></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><b><u>Algunos subrayados</u></b></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Esquinas"</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>la soledad me habita en esta tarde </i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>y yo le madrugo al dolor </i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>de haber nacido.</i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Cambio de milenio"</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>Entonces miramos las fotografías premiadas en los diarios y
decimos que somos un país extraño, donde sus habitantes
pagan con la vida el hecho de haber nacido en la más hermosa
de las tierras.</i></span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5vSbFDVeBJotp53OWJS3SWvg8KEUHEki0WsqpXMPhB0qiaN14IhPzQYP8AcA2laseBM_l-2m7624djlsJPtwD5hFTtbsPQX9xg7RAxJp3-O4XjvsFdafBq4pnuUvvWDOrJWfz2tS0Hhz5gDyP8jP8X95eyJyPfh8cqnAmUt6tB1-QGJBONRYEtKixlf4/s605/Elvira%20Alejandra%20Quintero%204.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"></a></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Con voz y voto"</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>Los nombres de las cosas que amo son los nombres de las cosas
que anhelo.</i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Lluvias"</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>Eso no soy. </i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>Soy otra.</i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>La que guarda su voz en el silencio de su escritura.</i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Fragmentos de vida"</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>cada cual pone su gota, su pequeño anhelo, su
secreta felicidad, a orear como al viento los usados trapos viejos.</i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Domingo"</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>Me pregunto por los poemas que me había prometido escribir
hace ya tantos años. </i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>Me dije, con el poeta, que a otra tierra iría, que otra ciudad mejor
que esta encontraría. </i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>Y aquí sigo tal cual con mi ciudad adentro, debajo, detrás del árbol
inmenso. </i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>Los poemas siguen guardados en el nudo de mi corazón.</i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Intemperie"</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>Vengo de un siglo estéril para la dicha y cruel para los que se aman </i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>y yo soy su símbolo y su vástago más fiel </i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><i>su hija.</i></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Intemperies<br />Elvira Alejandra Quintero<br />Ediciones Hespérides</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Buenos Aires, Argentina<br />Octubre de 2018<br />92 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-42232299179885824472024-03-13T15:28:00.002-05:002024-03-13T16:08:43.539-05:00Viento, de Elvira Alejandra Quintero<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisUjrb4DbGTpmp_GtDIuvTapNQLGy8iSjY8aNk0JWmXHtKObFIZrAzYbJSag1vtfPmrdyLdkR99XXq261Uai6ZTZfNH1S9OXv08rVADnYp8aXpXbBJLRyzeAvYnnQQW6rAqHSEvSJukGMfeMWSd6NDRvIY-qwE6wNmD3s2uFDFgAVMppuZeucvHquWQBw/s522/Viento%20Portada.png" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="522" data-original-width="331" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisUjrb4DbGTpmp_GtDIuvTapNQLGy8iSjY8aNk0JWmXHtKObFIZrAzYbJSag1vtfPmrdyLdkR99XXq261Uai6ZTZfNH1S9OXv08rVADnYp8aXpXbBJLRyzeAvYnnQQW6rAqHSEvSJukGMfeMWSd6NDRvIY-qwE6wNmD3s2uFDFgAVMppuZeucvHquWQBw/s320/Viento%20Portada.png" width="203" /></a></div>Elvira Alejandra Quintero (Cali, 1960) es una poeta que ha desarrollado un trabajo de escritura silencioso y constante desde el suroccidente colombiano. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">"Viento" es un poemario breve (un cuaderno) publicado en Argentina en edición bilingüe español-catalán, con traducción de </span><span style="font-family: verdana;">Pere Bessó. El volumen reune ocho poemas cortos que vienen precedidos de la traducción al catalán y que tienen como hilo conductor la imagen poética del viento y lo que éste alude: la libertad, el movimiento, la liviandad.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Es sorprendente que en tan pocas líneas la autora logre crear imágenes poéticas tan claras y hondas, al tiempo que invita a un viaje que va desde el viento del Río Guaitara, en la frontera entre Colombia y Ecuador, hasta La Patagonia y Ushuaia, en Argentina, pasando por el Pacífico peruano. La autora construye una especie de cartografía del viento, con referentes geográficos precisos y contemporáneos y, al mismo tiempo, con la libertad y la ubicuidad espacio-temporal que le otorga el uso de referentes míticos como el Hilo de Ariadna. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOUw_fsn5TOLHGbN5TbeV4Etd24Df9ElXbvvm2485muGs9iSQTc4AZXc7fGufqe9rWA7L-cwxMwrvX_pXkwn5IGnFhyphenhyphenC5a9KyKkaSbaOWXNkm6MMtF443f8XYb4PfDgh_FAy6bVvujFcWUGQ1fx77ZYNGYvfpUvkqA2XbOsfABFV8XFn7N7pxsFnv8IiM/s275/Elvira%20Alejandra%20Quintero.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="183" data-original-width="275" height="183" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOUw_fsn5TOLHGbN5TbeV4Etd24Df9ElXbvvm2485muGs9iSQTc4AZXc7fGufqe9rWA7L-cwxMwrvX_pXkwn5IGnFhyphenhyphenC5a9KyKkaSbaOWXNkm6MMtF443f8XYb4PfDgh_FAy6bVvujFcWUGQ1fx77ZYNGYvfpUvkqA2XbOsfABFV8XFn7N7pxsFnv8IiM/s1600/Elvira%20Alejandra%20Quintero.jpg" width="275" /></a></div><span style="font-family: verdana;">Los ocho poemas reunidos en este volumen son: Hilos de Ariadna, Vientos sobre el río Guaitara, Viento blanco en el desierto de Sechura, Viento en la alameda, La avaricia, Viento sobre la calle Sarmiento, Del que espero y 5000 kilómetros al sur.<br /><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><b><u>Algunos subrayados</u></b></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><b><u><br /></u></b></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Hilos de Ariadna"</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /><i>Sé cómo vuelan en el viento las lenguas de fuego <br />y el lazo de la ahorcada <br />tejido en el mismo hilo de Ariadna</i><br /><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Vientos sobre el río Guaitara"<br /><i>y el río helado <br />que tropieza con sus piedras<br />tantas veces <br />y aun así <br />sigue fluyendo vigoroso.</i><br /><br /><br />Viento / Vent<br />Elvira Alejandra Quintero<br />Traducción al catalán: Pere Bessó<br />Ediciones Hespérides, Cuadernos de Casa Bermeja<br />La Plata, Argentina<br />2018<br />24 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-50337914092764798922024-03-09T20:22:00.015-05:002024-03-15T08:31:22.705-05:00En agosto nos vemos, de Gabriel García Márquez<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4LceveGRaN8i1qj6G3kAy1lbj40BoR2qjumpuxQJp28LVzcm7eAA8-TNELH-aUAPGcWjRCSsMZ5DKWKCX4JEN7IPJew5YgK0rlkJAafcH1YQRZ3fju0Ztqog3zHsRpIBHvxKmGSkcWXs3CPQpkNiuT2nL-m6h8bzBicpTHGZXtorghyv2JLtmXNHYpQk/s294/En%20agosto%20nos%20vemos.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="294" data-original-width="172" height="294" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4LceveGRaN8i1qj6G3kAy1lbj40BoR2qjumpuxQJp28LVzcm7eAA8-TNELH-aUAPGcWjRCSsMZ5DKWKCX4JEN7IPJew5YgK0rlkJAafcH1YQRZ3fju0Ztqog3zHsRpIBHvxKmGSkcWXs3CPQpkNiuT2nL-m6h8bzBicpTHGZXtorghyv2JLtmXNHYpQk/s1600/En%20agosto%20nos%20vemos.jpg" width="172" /></a></div>Un libro debe ser autosuficiente. Defenderse por sí mismo y ser leído sin tener en cuenta la biografía o circunstancias del autor. Al fin y al cabo la literatura tiene pretensión de inmortalidad y lo escrito permanece mucho más allá de la vida del escritor. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">No obstante es imposible leer "En agosto nos vemos" sin pensar en el alzheimer que afectó a Gabriel García Márquez en sus últimos años y en la decisión que tomaron sus dos hijos varones (porque por supuesto Indira Cato, la hija no reconocida, no es tenida en cuenta para estas determinaciones) de publicar esta novela aunque su padre de manera expresa hubiera pedido que no lo hicieran. Ellos se justifican diciendo que su padre también dijo que después de muerto ellos podían hacer lo que quisieran y que quizá la enfermedad de los últimos años le había afectado el criterio que tuvo antes para juzgar su propia obra con rigor. <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiYfHcWElvQ1reNp53XYV5JHDMaoEf7p0jHkDF1l8mAXUUssT3V4mSGeKozFNfQVKC_QcYY6mBFTeHT1KP7vXG0fea75b9Xv_u0HNQ-Y-vQ5M4RD6H-z3djhFGrj0Akse8OHQZMChZ7AXS5jXtjzY9CUY0VZNRBN_NWrmYaEBjSv4aphlj0kkjncfzYEE/s960/gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="960" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiYfHcWElvQ1reNp53XYV5JHDMaoEf7p0jHkDF1l8mAXUUssT3V4mSGeKozFNfQVKC_QcYY6mBFTeHT1KP7vXG0fea75b9Xv_u0HNQ-Y-vQ5M4RD6H-z3djhFGrj0Akse8OHQZMChZ7AXS5jXtjzY9CUY0VZNRBN_NWrmYaEBjSv4aphlj0kkjncfzYEE/s320/gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez.jpg" width="320" /></a></div></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En el prólogo los dos hijos, Rodrigo y Gonzalo García Barcha, se autoexculpan así: "si ellos (los lectores) lo celebran (el libro), es posible que Gabo nos perdone. En eso confiamos". Como leer a García Márquez suele ser un deleite entonces van sobre seguro. Como escribió Juan Esteban Constaín: hasta la novela más mala de un genio como García Márquez es mejor que los mejores libros de muchos escritores. Y claro que es mejor que muchas de las novelas que se publican cada año, en una avalancha de títulos para el olvido.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Y sin embargo... </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Desde que se anunció que "En agosto nos vemos" saldría el 6 de marzo de 2024 en simultánea en más de 30 países encargué el mío. He leído la obra completa de García Márquez y no iba a dejar de leer esta última publicación. No haber acudido a esta última cita habría sido una traición de lectora, aunque haberlo hecho también se siente como traición, porque es estar hurgando líneas que el autor no quería ver impresas para un público masivo.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Claro que "En agosto nos vemos" produce el placer de releer a Gabo. Aparece el Caribe, están esos sustantivos suyos tan deslumbrantes que obligan a consultar el diccionario, hace mucho calor y hay escenas sexuales llenas de sudor. El libro se puede leer en clave musical y como la protagonista siempre está leyendo, los títulos de esos libros son también guiños de García Márquez. Trae, además, la novedad de tener por primera vez en el conjunto de su obra a una mujer como protagonista íntegra y solitaria de una novela: Ana Magdalena Bach es una mujer que al comienzo del libro tiene 46 años y al final 50, y cada 16 de agosto viaja a una isla para dejar gladiolos en la tumba de su madre. Esos viajes, además, son un escape conyugal en el que encuentra cada año un amante distinto con el que pasa una noche que le sacia sus deseos.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Se ha dicho que esta mujer empoderada (porque claro que se ha usado ese término de moda para hablar de la libertad y autonomía de Ana Magdalena) es un justo cierre para la obra de Gabriel García Márquez, quien construyó personajes femeninos poderosos pero al final, en Memoria de mis putas tristes, dejó un sinsabor con una novela menor en la que el universo femenino se circunscribe a una prostituta de débil contundencia. En ese sentido, Ana Magdalena una reivindicación femenina y es, además y como si fuera poco, su mujer más contemporánea: la novela no precisa la época en la que ocurre ni el espacio, aunque quizás la isla podría ser quizás Aruba (que tiene un lago como el que se menciona en el libro), y la ciudad en la que habita Ana Magdalena sería Caracas, que tiene (por la alusión a la estatua de Bolívar y por la distancia de 4 horas entre la ciudad y la isla). En todo caso el libro sí ocurre en un tiempo contemporáneo al de la escritura, es decir a comienzos del siglo XXI, o si acaso a finales del siglo XX y por eso su protagonista es la mujer más moderna de todas las que construyó García Márquez.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Y sin embargo, después de leer los seis capítulos (algunos funcionan como cuentos) y de gozar el placer de visitar otra vez fulgores de la genialidad de García Márquez, no dejo de pensar en el dilema ético de la publicación de este libro, que es una traición expresa a la voluntad del autor. Por lo que escribe el editor Cristóbal Pera al final del libro, la versión publicada es una construcción a partir de armar el rompecabezas de distintas versiones que dejó García Márquez. Es decir: no hubo un único manuscrito sino múltiples versiones, con enmendaduras, comentarios y variaciones, y el editor tomó un poquito de aquí y otro de allá para entregar un texto definitivo, en el que incluso suprime frases para evitar contradicciones, como un personaje que en el manuscrito aparece con bigote al principio, pero el editor se lo quita porque de lo contrario sería incoherente con una parte que aparece al final del libro.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Estas correcciones del editor, sin embargo, no alcanzan para evitar que el texto tenga frases o expresiones cursis y repita varias fórmulas, un error de principiante que un genio como García Márquez sospecho que no perdonaría. Así, la novela repite líneas como "</span><span style="font-family: verdana;">maestría de los dedos", "</span><span style="font-family: verdana;">esta es mi noche de suerte", "</span><span style="font-family: verdana;">mago de feria", "</span><span style="font-family: verdana;">los brazos en cruz" e incluso en una misma página habla de "</span><span style="font-family: verdana;">noche de perros" y "noche de lobos". ¿Así lo quiso el Nobel? difícil saberlo. Intuyo que lo que él quería fue lo que dijo claramente: pidió que no publicaran el libro porque no estaba terminado. En ese sentido veo en "En agosto nos vemos" el esbozo de una historia a la que aún le falta complejidad, con un personaje que actúa desde el deseo femenino pero se ve plano o predecible. Es una obra en borrador, que apenas insinúa sin desarrollar el hilo más interesante de la obra, que es el de la relaciones madre-hija: de Ana Magdalena con Micaela mamá y con Micaela hija. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Los seguidores de García Márquez nos acercamos con ojos de vouyeur: con curiosidad morbosa y a la vez culposa, por estar leyendo lo que el autor quiso mantener en privado, y al mismo tiempo lo leemos con la indulgencia y la gratitud que nacen de otros libros de García Márquez que precedieron a éste, y en los que la genialidad de la escritura, la complejidad narrativa y el universo creado se ubica a una distancia enorme frente a esta novela menor. Leer a García Márquez con condescendencia es una afrenta que no merece.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Que los hijos publiquen esta novela con el argumento de la vejez y la demencia senil de su padre no deja de ser una paradoja: fue precisamente García Márquez quien en su literatura, con obras enormes como "El amor en los tiempos del cólera", "Cien años de soledad", "El coronel no tiene quien le escriba" y "El general en su laberinto" construyó un andamiaje poético potente para reflexionar sobre la dignidad y la validez de las decisiones que un ser humano toma al final de sus días.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><u style="font-family: verdana;"><b>Algunos subrayados</b></u></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">No le dejó ninguna iniciativa. Se acaballó sobre él hasta el alma y lo devoró para ella sola y sin pensar en él, hasta que ambos quedaron perplejos y exhaustos en una sopa de sudor (p. 28). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Ella lo sometió al método mortal de no tomarlo en serio (p. 71).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">le había abierto los ojos a la realidad de su matrimonio, sostenido hasta entonces por una felicidad convencional que esquivaba las discrepancias para no tropezar con ellas, como se esconde la basura debajo de la alfombra. Nunca habían sido más felices que enconces (p. 78).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">-Infiel, nunca -dijo él-. Pero si lo que quieres es saber si me he acostado con alguien, hace años me advertiste que no lo quieres saber (p. 83). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">parecía hablar no tanto para decir como para ocultar (p. 97).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">por no suscitarle alguna duda de hombre, que son las menos fáciles pero las más certeras (p. 107). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">-A mi edad -le dijo- todas las mujeres estamos solas (p. 118).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"> llorando de rabia contra ella misma por la desgracia de ser mujer en un mundo de hombres (p. 120). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br />En agosto nos vemos<br />Gabriel García Márquez<br />Penguin Random House<br />Bogotá<br />Marzo de 2024<br />144 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-47662790073387433242024-03-06T15:37:00.003-05:002024-03-06T15:37:38.180-05:00Holly, de Stephen King<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvn-C2x40_urXir2-ndPdj9v3g5OTkE4U9Ul8q7uyGjGrnZeyoP2MNKtpqIHPmhdwNjgZ0h7l8HHI7nRHH1vm3iGa7wXovgwiL6_ZFnwraMygzRbNCfITgTrurTNMnyJ54-YrtksRmX34LbqSTlLMaxd5QgIl9sVFfDMVf9lVIaAjA6nS1biBLdq7aylE/s2560/holly-stephen-king-scaled.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2560" data-original-width="1693" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvn-C2x40_urXir2-ndPdj9v3g5OTkE4U9Ul8q7uyGjGrnZeyoP2MNKtpqIHPmhdwNjgZ0h7l8HHI7nRHH1vm3iGa7wXovgwiL6_ZFnwraMygzRbNCfITgTrurTNMnyJ54-YrtksRmX34LbqSTlLMaxd5QgIl9sVFfDMVf9lVIaAjA6nS1biBLdq7aylE/s320/holly-stephen-king-scaled.jpg" width="212" /></a></div>Holly Gibney es una mujer soltera, mayor de 50 que fuma todo el tiempo y trabaja como investigadora privada (odia el término "detective") en una ciudad antigua, sin nombre, a 800 kilómetros de Nueva York. El duelo por la muerte de su madre se ve interrumpido cuando una mujer Penny Dahl, la contrata para que busque a su hija Bonnie, una joven que lleva 3 semanas desaparecida.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Ahí comienza la historia, aunque realmente el libro empieza antes, con otra desaparición que le permite al lector conocer desde el principio quiénes son los asesinos. Así, "Holly" no es un libro de suspenso en el que el lector busca al culpable porque desde las primeras páginas ya los tiene ubicados. El suspenso se concentra en averiguar cómo es que Holly va a lograr atar las piezas sueltas hasta llegar a saber lo que el lector conoce desde el comienzo: que los asesinos son un par de ancianos y que la vejez es una buena coartada en una sociedad que cree que la edad avanzada es sinónimo de discapacidad.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSMSFw6nToDfn-XqZKibZNvOl9xwpZH_IOx2YbNLckm0hhfz8KWWvLzYlFdZ3I_HgPPHfybuGflpQi2PAO9A6JgX4eG22WqoJQDSBKucC9hHux-vy2yQQfpisuSuwGqrtzT-zO7Bs5nk17nWex4t9uBir4lQR080YjKI62suC8ZHEm879Heby2tiCR9Iw/s1240/Stephen-King-R7djE4MuOIOrSnpO3SnCZMO-1240x768@abc.webp" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1240" height="198" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSMSFw6nToDfn-XqZKibZNvOl9xwpZH_IOx2YbNLckm0hhfz8KWWvLzYlFdZ3I_HgPPHfybuGflpQi2PAO9A6JgX4eG22WqoJQDSBKucC9hHux-vy2yQQfpisuSuwGqrtzT-zO7Bs5nk17nWex4t9uBir4lQR080YjKI62suC8ZHEm879Heby2tiCR9Iw/s320/Stephen-King-R7djE4MuOIOrSnpO3SnCZMO-1240x768@abc.webp" width="320" /></a></div></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Stephen King es un maestro de la novela de suspenso y con Holly lo vuelve a lograr: construye una atmósfera angustiosa con un trasfondo político claro, en el que hay negacionistas del covid-19 y personas que se vacunan y usan mascarilla, de la misma manera en que hay fanáticos de Donald Trump y gente que lo rechaza. Los "buenos" y los "malos" se ubican en estas dicotomías previsibles. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Barbara, uno de los "actores de reparto" de esta película escrita por Stephen King (película porque es un libro absolutamente visual) es una poeta joven que logra la mentoría de una poeta centenaria. Los diálogos intergeneracionales entre maestra y aprendiz en torno a la escritura le permiten a Stephen King deslizar consejos y reflexiones sobre la escritura creativa, como pincelazos de un ejercicio que había hecho de manera más detallada cuando publicó <a href="https://secretodelectura.blogspot.com/2014/01/mientras-escribo-de-stephen-king.html">Mientras escribo, </a> un libro a medio camino entre la autobiografía y el manual para escritores.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Holly cumple con todas las características de un best seller: narración visual, suspenso, mucha acción, lenguaje sencillo y rápido y un final predecible, aunque las más de 600 páginas del libro se conviertan en una adicción que empuja a devorarlas hasta llegar a la última línea. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><b><u>Algunos subrayados</u></b><br />A los veinte, el cuerpo perddona. A los cuarenta, el perdón es provisional en el mejor de los casos (p. 13).<br /><br />La muerte revela secretos (p. 204)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">-Dime por qué escribes poesía.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">-Porque no entiendo el mundo (p. 260)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La idea de que el impulso creativo es una manera de deshacerse de un veneno..., o una especie de defecación creativa...., no. Eso no lo enseñan. No se atreven. Es demasiado ordinario. Demasiado <i>corriente (</i>p. 261)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">No puedes escribir bien sin cierto dominio de las obscenidades y sin la capacidad de contemplar la inmundicia (p. 264)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Los dones son frágiles. Nunca confíes los tuyos a personas que pueden romperlos (p. 267)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">(sobre la madre muerta) Su madre en realidad no ha muerto, ni morirá hasta que muera ella misma (p. 274)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El talento es un motor inactivo. Se alimenta de todas las experiencias no resueltas de tu vida, de los <i>traumas</i> no resueltos, si prefieres llamarlo así. De todos los conflictos. Todos los misterios. Todas las partes profundas de tu personalidad que te parecen no solo desagradables sino aborrecibles (p. 291)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La única persona más infeliz que un escritor cuyas expectativas no se cumplen es una cuyos sueños se hacen realidad (p. 320)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Desearía que pudiera sentirse siempre tan feliz, pero sabe que la vida no es así. Tanto mejor, quizá. Si lo fuera, la felicidad no tendría ningún valor (p. 327)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La vejez es una época de desecho, lo cual ya es bastante malo, pero además es una época de crecientes indignidades (p, 343)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"> </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Holly<br />Stephen King<br />Traducción de Carlos Milla Soler<br />Penguin Random House<br />Bogotá, 2023<br />624 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-25728372218821981512024-02-26T11:53:00.008-05:002024-02-26T13:45:00.698-05:00Cien cuyes, de Gustavo Rodríguez<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjS7plnXBWwGeDLXzi84PR3Egw7rb_gsn3kIMcJxpIBW2jw6zVAEI7WnILFf0Mn7u_a1cm4KTO8duaN3RMhzbDwaX-LiVAYuyr0AP3CK3Jk84ggZfdMNQb50G2goaLwD0ba8STNR_EqRGL-H57PzoTiadEKgHggftFkhsRFaL4W5CvlvEhgBsrGrkpquXg/s282/Cien%20cuyes.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="282" data-original-width="179" height="282" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjS7plnXBWwGeDLXzi84PR3Egw7rb_gsn3kIMcJxpIBW2jw6zVAEI7WnILFf0Mn7u_a1cm4KTO8duaN3RMhzbDwaX-LiVAYuyr0AP3CK3Jk84ggZfdMNQb50G2goaLwD0ba8STNR_EqRGL-H57PzoTiadEKgHggftFkhsRFaL4W5CvlvEhgBsrGrkpquXg/s1600/Cien%20cuyes.jpg" width="179" /></a></div>Cien cuyes es una novela sobre la vejez, la muerte, el deseo de morir y también el de vivir. Ocurre en Lima en la época contemporánea, pero hay capítulos al estilo "road movie" que nos llevan a la playa y también al norte del país. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Eufrasia Vela es una mujer que trabaja cuidando ancianos. Les ayuda a lidiar con las angustias propias de la edad y la cercanía de la muerte pero, en cambio, poco sabemos de las angustias de Eufrasia y de los cuidados que necesita. Así, entre casas habitadas por viejos en soledad, y un ancianato en el que la única compañía son los otros viejos, Eufrasia es una especie de ángel lleno de alegría y vitalidad, de cariño y cuidado. Es, también, la mujer que amorosamente ayuda a morir a estos viejos, y ese dilema, el de la eutanasia y la muerte digna, aparece en esta novela con naturalidad y calidez, sin asomo de prejuicios o de juicios moralizantes. Las cosas se hacen porque hay que hacerlas, porque es bueno hacerlas, y no hay demasiadas preguntas para hacerse alrededor de su conveniencia.</span></div><div style="text-align: left;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHGg54-P6xs0XpoV4oMIAZKaB7ws5ya-ChLk-ml-NO23bsFHKFgFNZpbNwB4isdnvm53IBTC-HdgW-PATWK4jpaCeG5mDaTicc5ug35B7vUMvwDyVbBYglx0T-DvfuZoYBUx5e3TeFDnsi7jGb1sk-iy2djOtCCWWSFqKOQVihs9GspTW5uwJ5TQtskHM/s277/Gustavo%20Rodr%C3%ADguez.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="277" data-original-width="182" height="277" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHGg54-P6xs0XpoV4oMIAZKaB7ws5ya-ChLk-ml-NO23bsFHKFgFNZpbNwB4isdnvm53IBTC-HdgW-PATWK4jpaCeG5mDaTicc5ug35B7vUMvwDyVbBYglx0T-DvfuZoYBUx5e3TeFDnsi7jGb1sk-iy2djOtCCWWSFqKOQVihs9GspTW5uwJ5TQtskHM/s1600/Gustavo%20Rodr%C3%ADguez.jpg" width="182" /></a></div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Cien cuyes ganó el Premio Alfaguara 2023 y en realidad no sé si mereciera este galardón. Hay subtramas que emergen sin suficiente construcción narrativa, y otras que, después de mucha tensión, se disuelven de manera mágica. En ese sentido creo que hay debilidades en la verosimilitud de la historia. No obstante, es claro que la novela presenta un retrato de Lima y de las exclusiones peruanas, y aborda con sensibilidad la soledad de la vejez contemporánea en las grandes ciudades.</span></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><b><u>Algunos subrayados</u></b><br />a cierta edad hay heridas que ya no dependen del calcio ni del resto de la tabla periódica (p. 13).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br />Pasado cierto límite, que, según la persona, varía desde el digno uso de un bastón hasta la orpobiosa limpieza del culo, sobreviene el terror (p. 13).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">esa era una de las características de envejecer: no saber nunca si se acaba de hacer algo por última vez (p. 22).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La gran tragedia de doña Carmen radicaba en que tenía un cuerpo muy deteriorado, pero una mente afinada (p. 35). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Llega una edad en que la felicidad consiste en que nada te duela demasiado (p. 37). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La felicidad es eso que hoy das por descontado (p. 40). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Aquí los hijos de ingleses y de gringos siempre han valido más que los hijos de cualquiera (p. 47). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">ser el único receptáculo del dolor de otro ser humano implicaba pagar un alto precio emocional (p. 60). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">No era, como su progenitora solía decir, que la ociosidad fuera la madre de todos los vicios, sino que era la puerta abierta a todos los pensamientos (p. 63). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Deberíamos hablar de la muerte con la misma naturalidad con la que hablamos del nacimiento. ¿Te has dado cuenta de cómo nos inventamos maneras de no nombrarla? "Fulano ya no está con nosotros". "Pasó a otro plano". "Trascendió". "Ahora duerme el sueño de los justos". ¡Murió, carajo!. (P. 92).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">los viejos se parecen a los infantes no solo en la indefensión física, sino también en que necesitan de adultos activos que peleen por sus derechos (p. 99). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">se sintió estúpido, como en cada velorio en que se había visto en el trance de rendirle respetos a un muerto. En rigor, pensaba, no se trataba más que de materia orgánica en proceso de descomposición, pero la gente les añadía a esos restos historias atadas a sus emociones (p. 112). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">las clases sociales también heredan códigos materializados en objetos (p. 115).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">a los muertos hay que agasajarlos cuando aún respiran. Faltaba más (p. 115). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">los niños que no ven muertos a sus seres queridos, luego desarrollan síntomas (p. 118). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">la palabra "elegancia"; una noción difícil de definir, pero reconocible apenas es vista, porque la elegancia es como el poder: quien se esfuerza en decir que la tiene, es porque no la tiene (p. 122).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Quizá envejecer fuera eso, pensó, que cada porción de tiempo por afrontar se convirtiera en una fracción cada vez menor de lo vivido (p. 131).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La mayoría de las personas no tenía tiempo para pensar, debían trabajar y trabajar, y por eso pocos filósofos salían de entre los pobres (p. 132).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Islas de progresismo en las que se hablaba combativamente de feminismo y equidad, hasta que llegaba el momento de servir el café o de partir la torta de cumpleaños: los varones se dejaban llevar por la inercia que había gobernado sus historias y las mujeres presentes se colocaban el delantal simbólico (p. 146). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">cuando una mente muere, también muere un mundo en el universo (p. 155).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">a las personas, incluso las más queridas, se las va olvidando en la medida que nos son menos útiles (p. 223). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Cien cuyes</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Gustavo Rodríguez</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Editorial Alfaguara </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Marzo de 2023</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Bogotá</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">264 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-58599455164385596382024-02-10T13:38:00.000-05:002024-02-10T13:38:08.953-05:00El aparato que late, de María Antonia León<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjf0aGR9Q0-7qez6WrNy72ESQZzhRprGZVhojP6Z2foxQNQB-6ro8WOt_AkbEhHp_FlsL4-yDbkDvM6hMxK5LejZV-QQW7UcYU1HcjgJsitZUuOMCubTgORTFYImUp1hOUEX0uzP9Ulf-5u5FZBpS_rUnXJiC9cQKq7fLQ6UPdK11lYsBQsPMUXnCVQYAE/s1599/El%20aparato%20que%20late%20portada.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1599" data-original-width="1067" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjf0aGR9Q0-7qez6WrNy72ESQZzhRprGZVhojP6Z2foxQNQB-6ro8WOt_AkbEhHp_FlsL4-yDbkDvM6hMxK5LejZV-QQW7UcYU1HcjgJsitZUuOMCubTgORTFYImUp1hOUEX0uzP9Ulf-5u5FZBpS_rUnXJiC9cQKq7fLQ6UPdK11lYsBQsPMUXnCVQYAE/s320/El%20aparato%20que%20late%20portada.jpg" width="214" /></a></div>En el prólogo que presenta el libro de poemas "El aparato que late", de María Antonia León (Manizales, 1985), la poeta </span><span style="font-family: verdana;">Camila Charry Noriega escribe: "Y aunque la poesía no pretende la verdad absoluta, hay algo innegable y es su deseo de hacer de cada cosa una pequeña verdad para que todo merezca su justo lugar en este fragmento que es la vida", y lo dice para señalar el virtuosismo de los poemas de María Antonia León, en los que el ser humano es "solo algo más, no lo principal ni lo más importante". </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">"El aparato que late" fue el primer libro publicado por María Antonia León. Apareció en 2021 y antecede a su novela "<a href="https://secretodelectura.blogspot.com/2023/12/el-oraculo-termico-de-maria-antonia-leon.html">El oráculo térmico</a>", de 2023. El volumen reune 45 poemas cortos, ricos en imágenes y sensibles al tacto, en los que es posible identificar formas y texturas de objetos y cuerpos. Cada poema trae al final el año de escritura, desde 2008 hasta 2020, pero no se presentan en forma cronológica porque no son una antología poética de la autora, sino un recorrido poético que va desde la imagen de un insecto sin alas en el nido, hasta el despliegue de un cuerpo deseante pide: "ven, la rebelión nace en la raíz de un maxilar".</span></div><div style="text-align: left;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjrdxCg4hsMJeHocT7n5FWNnoAtR1KBMqryrGO_jN2w5ztDN5NVzq0LCJu8X4sPig-oOkZ8iaLbxEspkYNOjDUaeHraiy-9N-RGd_2Aey6tY_niZRIugnM9LOE-b_-pKXibS5mVQr8GzAR_qa3jSwJErlxjS2RDhf9UgVkA-m2h4nNIpTi0RZx-s05ALc/s780/maria-antonia-leon-foto-credito-daniel-castillo-15_43784120_20231118160739.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="565" data-original-width="780" height="232" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjrdxCg4hsMJeHocT7n5FWNnoAtR1KBMqryrGO_jN2w5ztDN5NVzq0LCJu8X4sPig-oOkZ8iaLbxEspkYNOjDUaeHraiy-9N-RGd_2Aey6tY_niZRIugnM9LOE-b_-pKXibS5mVQr8GzAR_qa3jSwJErlxjS2RDhf9UgVkA-m2h4nNIpTi0RZx-s05ALc/s320/maria-antonia-leon-foto-credito-daniel-castillo-15_43784120_20231118160739.jpg" width="320" /></a></div><br /><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El cuerpo femenino es una constante en buena parte de estos poemas. El deseo, el hastío, la piel, la herida y la cicatriz se presentan de frente, en primer plano. El cuerpo que las mujeres de hace un siglo no nombraban, porque se esperaba de ellas un cuerpo mariano, aparece en estos poemas de María Antonia León no sólo con claridad sino, además, con protagonismo. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En su poema "Genética" (2012) escribe:</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Soy mujer,</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">una llaga abierta por donde sale el mundo</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">hasta el mundo. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Hago la referencia a las mujeres escritoras del pasado porque es claro que María Antonia León las ha leído y las reconoce como sus antecesoras. Varios poemas incluyen epígrafes de versos de autoras colombianas como Maruja Vieira, Meira Delmar y Luz Mery Giraldo, así como de la mexicana Rosario Castellanos y de Virginia Woolf, Ana Ajmátova y Emily Dickinson. Ese gesto de incluirlas en su propia obra se complementa con otro que parece accidental pero me parece relevante: Camila Charry, la prologuista, Natalia Mejía Echeverri, la autora de la foto de la portada, y María Antonia León hicieron parte del equipo que lideró Pilar Quintana y que editó la Biblioteca de Escritoras Colombianas, que circuló en 2022. Ellas se han dedicado al rescate de autoras del pasado y en este volumen María Antonia León dialoga con ellas en la medida en la que presiona al lenguaje para encontrar nuevas formas de nombrar inquietudes antiguas. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><b>Pulso</b><br />El papel</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">es la cárcel blanca</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">desde donde calco el mundo</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">engaño y juzgo</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">me suicido</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">y me reprimo.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">(2010)<br /><br /> <br />El aparato que late<br />María Antonia León<br />Editorial Domingo atrasado<br />Bogotá, enero de 2021<br />72 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-42927353184199888742024-01-27T21:49:00.009-05:002024-01-27T21:56:53.212-05:00Diario de los sucesos de la Revolución en la Provincia de Antioquia en los años de 1840-1841, de María Martínez de Nisser<p style="text-align: left;"><span face="sans-serif" style="background-color: white; color: #202122; font-size: 14px;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWMsJ9TbE7f_0EGy8JvRFMa5ODe_w01OpEca6WtakwE31RyORPf32AGCHCUjvlM2ZskdOyRPtznRz-li5gVQ00hkS71HwQKLwUP0Fem7qTpmd_S40qX-AqQeXcophPiCv5aex-hWXg1eevLxndFVsC03FLwT3TjJ3-nIoKDhI-5PcLH6OurNNNDm1Z2bo/s474/Portada%20libro%20.png" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="474" data-original-width="338" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWMsJ9TbE7f_0EGy8JvRFMa5ODe_w01OpEca6WtakwE31RyORPf32AGCHCUjvlM2ZskdOyRPtznRz-li5gVQ00hkS71HwQKLwUP0Fem7qTpmd_S40qX-AqQeXcophPiCv5aex-hWXg1eevLxndFVsC03FLwT3TjJ3-nIoKDhI-5PcLH6OurNNNDm1Z2bo/s320/Portada%20libro%20.png" width="228" /></a></div><div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white; color: #202122;">El "Diario de los sucesos de la Revolución en la Provincia de Antioquia en los años de 1840-1841" es el primer texto que se conoce escrito por una mujer que haga referencia al actual territorio de Caldas.</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white; color: #202122;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white; color: #202122;">María Martínez de Nisser nació en Sonsón en 1812. Se casó con Pedro Nisser, médico sueco radicado en el sur de Antioquia, y estando en ese municipio los tomó la "Guerra de los Supremos" o "Guerra de los Conventos", el primer conflicto interno que se desató en Colombia luego de la independencia de España. La guerra tuvo lugar entre 1839 y 1841 y su origen fue religioso: el gobierno ordenó suprmir conventos y templos con menos de 8 religiosos para subastarlos y usar el dinero para escuelas públicas. La decisión generó descontento que fue aprovechado por líderes de distintas provincias que veían con prevención las decisiones que se tomaban desde Bogotá. Esos líderes provinciales, conocidos como Los supremos, estaban liderados por figuras como el general Obando, en el sur, o el recién fallecido general Santander, y se oponían al presidente Alcántara Herrán. En Antioquia la insurrección de los Supremos la lideró Salvador Córdova, hermano del prócer.</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white; color: #202122;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white; color: #202122;">Este es el contexto histórico en el que María Martínez de Nisser escribe su diario, y conviene comprenderlo porque ella no lo explica en su texto: lo da por entendido porque le habla a sus contemporáneos. Se trata de un diario que comienza con la retórica del desprecio, tan común hasta mediados del siglo XX, de acuerdo con la cual las mujeres escritoras se excusan por atreverse a escribir y por la calidad de sus letras, que consideran menor. </span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white; color: #202122;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white; color: #202122;">El diario comienza el 11 de octubre de 1940 en Sonsón. María Martínez informa cómo avanza "la facción" de Córdova por distintos cantones de Antioquia y cómo se preparan algunos ciudadanos defensores del presidente para combatirlos. Los desplazamientos a caballo, la falta de armas, lasdetenciones de hombres del pueblo y la zozobra por posibles enfrentamientos y capuras son los sucesos que aparecen en esta parte del diario, rico en nombres propios y detalles de la sociedad de la época en Sonsón. </span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white; color: #202122;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white; color: #202122;">A mediados de abril de 1851, cuando ya ha avanzado un 65% del diario, el texto da un giro: Pedro Nisser es capturado y María decide enrolarse en la tropa que enfrenta a los sublevados. Dice que se cortó el pelo, se cosió un traje de hombre y se presentó ante la tropa con su padre y sus hermanos. A partir de ahí el diario narra el viaje a caballo por </span></span><span style="background-color: white; color: #202122; font-family: verdana;">Sonsón, Abejorral, Aguadas, Pácora y Salamina, en donde se libra una batalla que le da la victoria al grupo de María Martínez de Nisser, quien regresa a Sonsón y luego a </span><span style="background-color: white; color: #202122; font-family: verdana;">La Ceja, Marinilla y Medellín, en donde es recibida como heroina. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #202122; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #202122; font-family: verdana;">El diario aporta pocos datos personales sobre María Martínez de Nisser, pero es evidente que se trata de una mujer muy ativa políticamente y, además, con conocimientos de historia y literatura. En su texto evoca la fecha en la que se cumplen los </span><span style="background-color: white; color: #202122; font-family: verdana;">20 años de la muerte de Napoleón, recuerda a Bolívar y, al final, cierra su diario en francés. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #202122; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #202122; font-family: verdana;">El diario resulta interesante por la cantidad de detalles y datos que aporta sobre el contexto político y social en el que se dio la colonización antioqueña. María Martínez combatió junto a </span><span style="background-color: white; color: #202122; font-family: verdana;">Elías González y Marcelino Palacios, figuras claves en la fundación de Manizales, y además estuvo bajo las órdenes de Braulio Henao y su hermano Félix Henao, reconocidos conservadores en varias guerras civiles. </span></div><div style="text-align: left;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNzSj5_54SLV5ONhAo6xHFpseVv4jUP4XtgREdXwzx2AoaH_Wi1mGPLsP_heX-5mZDhIYn2hUTqIjJERcHWgAEI2oTjIPPC26tuJdDHqUlx6qRBK11p6cooKbBSFZIaPcEHZmhkY5m7TAoU5G0kJ7gM_NCjjBIZFWI6FNIaCDUjg2Hfit9yE3H96iX1Y4/s247/Foto%20Ana_Mar%C3%ADa_Mart%C3%ADnez_de_Nisser.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"></a><span style="background-color: white; color: #202122;"><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: left;"><span style="clear: right; float: right; font-family: verdana; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="247" data-original-width="196" height="247" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjNzSj5_54SLV5ONhAo6xHFpseVv4jUP4XtgREdXwzx2AoaH_Wi1mGPLsP_heX-5mZDhIYn2hUTqIjJERcHWgAEI2oTjIPPC26tuJdDHqUlx6qRBK11p6cooKbBSFZIaPcEHZmhkY5m7TAoU5G0kJ7gM_NCjjBIZFWI6FNIaCDUjg2Hfit9yE3H96iX1Y4/s1600/Foto%20Ana_Mar%C3%ADa_Mart%C3%ADnez_de_Nisser.jpg" width="196" /></span><span style="background-color: white; color: #202122;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></span></div>Cabe recordar que parala época que narra el diario (1840-1841) aún no existen los partidos liberal y conservador y tampoco ha sido fundada Manizales.</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="color: #202122;"><br /></span></span><span style="font-family: verdana;"><b><u>Algunos subrayados<br /></u></b></span><span style="font-family: verdana;">Oocas provincias como Pasto, que ha sido y será el pasto para la insubordinación
en todos tiempos (p. 22).<br /></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">son personas insignificantes
los que se han agregado al partido de los rebeldes; sin embargo, para hacer mal
todos sirven (p. 28).<br /></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Sin duda, no hay
más remedio que el terror, para contener los males en que se halla ya sumergida
mi pobre patria… (p. 30).</span><span style="font-family: verdana;"><br /></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Aunque
nada versada en cosas de política por lo poco que he leído, y por lo que estoy
viendo, conozco que siempre es mejor un gobierno legítimamente establecido,
aunque tenga sus faltas, que la rebelión, la facción, o llámese guerra civil, cuyos
males son tantos, tan enormes y de tan funestas consecuencias, que siempre
son el rompimiento del pacto social, de ese pacto formado por la voluntad
del pueblo legalmente representado (p, 37).<br /></span><span style="font-family: verdana;"><br /> </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">las mentiras son tantas,
que nada se puede creer (p. 37).<br /></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">—¡Que largo se vuelve el tiempo cuando esperamos la definición de un
problema </span><span style="font-family: verdana;">que nos es de sumo interés...! (p. 45). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La libertad, este bien inestimable de la naturaleza
y de la sociedad, es una prerrogativa que se debe recobrar a cualesquiera precio
que sea, sin omitir sacrificio alguno (p. 64).</span><span style="font-family: verdana;"><br /></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">que no; porque allí ¿de qué utilidad puedo ser para mi patria o
para mi esposo? Mañana me presentaré a Braulio, le pediré una lanza; marcharé
en compañía de mis dos hermanos y demás patriotas de este pueblo, y contribuiré
de este modo a la libertad de mi suelo (p. 67). </span><span style="font-family: verdana;"><br /></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">me dijo: “me parece una acción demasiado heroica,
pero peligrosa”. Yo sólo quiero saber si perjudicará a mi honor, le interrumpí,
porque esto sólo será capaz de contenerme; a lo que me contestó: deshonroso
no es, sino al contrario, una acción virtuosa; pero Ud. debe hacer lo que su
padre diga (p. 68). </span><span style="font-family: verdana;"><br /></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">me ofendía en creer que por ser mujer no era
capaz de ser firme en mis resoluciones, y que me creía con suficiente valor, para
arrostrar los peligros y soportar las fatigas del mismo modo que los demás: no
teman por mí, que seré un ejemplo de resignación… (p. 75). <br /></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Salamina, este pueblo patriota y raro, donde no hay un solo individuo que no aborrezca la facción, ha manifestado su regocijo, con nuestra llegada (p. 79). <br /></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Vi el campo lleno de muertos y heridos; y
al oír los clamores, ayes y lamentos, me horroricé y llené de pena contemplando
esta dolorosa escena, y tanto más me sentía conmovida, cuando reflexionaba
que todo esto se debía unos pocos ambiciosos (p. 92). </span><span style="font-family: verdana;"><br /></span><span style="font-family: verdana;"><br /></span><span style="font-family: verdana;">Diario de los sucesos en la Revolución en la Provincia de Antioquia en los años de 1840-1841<br /></span><span style="font-family: verdana;">María Martínez de Nisser<br /></span><span style="font-family: verdana;">Editorial Eafit<br /></span><span style="font-family: verdana;">Medellín, 2012<br /></span><span style="font-family: verdana;">106 páginas</span></div></div><p></p><p style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></p>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-69020071870991345412024-01-23T20:38:00.006-05:002024-01-23T20:47:20.286-05:00Manual de hipocondria, de Octavio Escobar Giraldo<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQ1DtR3RMXmXEWqVMzgzlY1JCECAcU_x8aocxit8iF2BhaLs492oJSzlm4Hyw5mJ8dP1x3wK9K2Yt0nMBwPKGTdsspjBg35KIT7k7veESgAsqzuTbXGUYaFxAY6SfhJTsD5Iu1GsUekxswKCCo1qMsH77yujTW1JECYD9l4VPZX-AKUhL4KI6GE2vGW1c/s672/Manual%20de%20hipocondria.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="672" data-original-width="480" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQ1DtR3RMXmXEWqVMzgzlY1JCECAcU_x8aocxit8iF2BhaLs492oJSzlm4Hyw5mJ8dP1x3wK9K2Yt0nMBwPKGTdsspjBg35KIT7k7veESgAsqzuTbXGUYaFxAY6SfhJTsD5Iu1GsUekxswKCCo1qMsH77yujTW1JECYD9l4VPZX-AKUhL4KI6GE2vGW1c/s320/Manual%20de%20hipocondria.jpg" width="229" /></a></div>En 1997 Octavio Escobar Giraldo publicó siete poemas en "La manzana oxidada", un volumen colectivo en el que también aparecieron poemas de Alberto Verón y Flobert Zapata. En los años siguientes Escobar Giraldo se concentró en publicar cuentos y novelas y la poesía desapareció de su producción editorial durante casi dos décadas, hasta que en 2016 sorprendió con un premio por "<a href="https://secretodelectura.blogspot.com/2017/02/historias-clinicas-de-octavio-escobar.html">Historias clínicas</a>", un volumen de 33 poemas firmados por él, de verso muy libre, ambientados en hospitales, con imágenes potentes que perduran en el lector.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La experiencia con "Historias clínicas" al parecer le quedó gustando porque tan solo cinco años después volvió a ganar otro premio lírico: <span style="background-color: white; color: #212529;">el Premio Internacional de Poesía Las Palmas de Gran Canaria en su edición número 24, por el volumen "Manual de hipocondria", que continúa esa veta iniciada en "Historias clínicas", en la que el autor reflexiona sobre el cuerpo, la vejez, la enfermedad y la muerte en poemas cortos (algunos cortísimos) que se construyen a partir de personajes concretos.</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #212529;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #212529;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxwVR24lWzv2hhmk94BQzDLGkofG_DE2HYVaEYJa-ZrSm_Ca299PiyY1rjVN-_o0BkU8XkfbMM5PwOGpz5c6l1vaVb7knAAbtzGmDGGN7CKYE0_Ji22RRSgwqhgDJ7krFv1w-UjXEs7dJmzhX7A4x5AYNfXgjo-k_x5r63Z1xAPG1PkzLgKIOvBrPbKQk/s1200/Octavio%20Escobar.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="720" data-original-width="1200" height="192" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxwVR24lWzv2hhmk94BQzDLGkofG_DE2HYVaEYJa-ZrSm_Ca299PiyY1rjVN-_o0BkU8XkfbMM5PwOGpz5c6l1vaVb7knAAbtzGmDGGN7CKYE0_Ji22RRSgwqhgDJ7krFv1w-UjXEs7dJmzhX7A4x5AYNfXgjo-k_x5r63Z1xAPG1PkzLgKIOvBrPbKQk/s320/Octavio%20Escobar.png" width="320" /></a></div>Manual de hipocondria presenta 31 poemas. Los títulos son números: Uno, Dos, Tres, hasta llegar al último. En los versos hay humor, ironía, cierta actitud de no tomarse muy en serio su rol de poeta y, en cambio, jugar con la escritura y con el lector a partir de las posibilidades que ofrece el lenguaje escueto para plantear situaciones que orbitan alrededor del inevitable deterioro del cuerpo humano. </span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #212529;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></span></div><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #212529;"><span style="font-family: verdana;"><i>VEINTICUATRO</i></span></span></div></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #212529;"><span style="font-family: verdana;"><i><br /></i></span></span></div></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><span style="color: #212529; font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><i>Lo cierto,</i></span></span></div></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><span style="color: #212529; font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><i>lo dolorosamente cierto,</i></span></span></div></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><span style="color: #212529; font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><i>es que estoy vivo</i></span></span></div></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><span style="color: #212529; font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><i>y ese es el verdadero milagro,</i></span></span></div></blockquote></blockquote><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><blockquote style="border: none; margin: 0px 0px 0px 40px; padding: 0px; text-align: left;"><div style="text-align: left;"><span style="color: #212529; font-family: verdana;"><span style="background-color: white;"><i>el que abrazo pero no entiendo.</i></span></span></div></blockquote></blockquote></blockquote><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #212529;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #212529;"><span style="font-family: verdana;">El libro fue escrito en medio de la pandemia por Covid-19, donde toda la humanidad de manera súbita se volvió más consciente de la importancia de una bocanada de aire. </span></span><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: verdana;">Alguna vez le escuché a Octavio Escobar decir que como médico-escritor le llamaba la atención que en tantas novelas y cuentos los personajes no se enfermaran, y ni siquiera tosieran: personajes que al parecer habitan cuerpos perfectos y por lo tanto inexistentes. "Manual de hipocondria" es un giro frente a ese planteamiento: un poemario en el que la tos, el cáncer, los tumores, el alzheimer y la muerte tienen presencia cotidiana, y esa corporeidad se reviste de belleza y de cierta ternura, en medio del dolor.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #212529; font-family: verdana;">Un valor adicional del libro es la bella edición de la editorial Verso Libre, de Medellín. Pequeñas ilustraciones, el uso de dos tintas y la calidad del papel son detalles que permiten disfrutar de esta obra también como objeto para ojear.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #212529;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Manual de hipocondria<br />Octavio Escobar Giraldo<br />Editorial Verso Libre<br />Medellín, mayo de 2022<br />80 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-91875383260399560142024-01-17T20:57:00.000-05:002024-01-17T20:57:02.825-05:00La Amazonia, de Eliane Brum<div><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgn2OVb6bM6WdPolQqbMvS2-8RtgtySI6SuupsrzhFt6hqxRNgKqBYjhyphenhyphen88ZT30IYQMJ2UAGfCGsHKkmfX-Rq0GHobpLSaZb8GnkMmHfc6jNFIjwor5x35DeBf3u04YfAXNP2auWcdyvp0_VwCIE0H60AylucaNi-lKakU72tqGgyvzDx8TgepQaraYDMg/s248/La%20Amazon%C3%ADa.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="248" data-original-width="175" height="248" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgn2OVb6bM6WdPolQqbMvS2-8RtgtySI6SuupsrzhFt6hqxRNgKqBYjhyphenhyphen88ZT30IYQMJ2UAGfCGsHKkmfX-Rq0GHobpLSaZb8GnkMmHfc6jNFIjwor5x35DeBf3u04YfAXNP2auWcdyvp0_VwCIE0H60AylucaNi-lKakU72tqGgyvzDx8TgepQaraYDMg/s1600/La%20Amazon%C3%ADa.png" width="175" /></a></div>Eliane Brum es una premiada periodista brasilera que nació en Ijuí, en el estado Río Grande del Sur, al sur de Brasil. Allí creció, estudió, tuvo a su hija y empezó a trabajar como periodista. Durante muchos años se definió como gaucha, esa cultura que comparte territorio con Argentina, Uruguay y Paraguay y que se enorgullece del dominio del hombre sobre el campo abierto. Cuando tenía 30 años empezó a trabajar en una revista de Sao Paulo. Allí vivió 17 años, se casó, habitó un apartamento de clase media y viajó en labores de reportería a distintas zonas de los Brasiles, como ella los llama, en plural. </span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Alguno de esos viajes la llevó a la Amazonia. Viajó, regresó y cada vez sintió con más fuerza la necesidad de hacer algo más que entrevistas y reportería. Sintió que la emergencia climática, la destrucción de la selva, necesitaba un activismo radicales y por eso en 2017 tomó la decisión de dejarlo todo y radicarse en Altamira, una ciudad de 110.000 en plena selva amazónica. Para llegar desde Sao Paulo hay que tomar 3 vuelos y, como si fuera poco, Altamira ostenta el primer lugar en homicidios en Brasil.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYadEi2Y8p0kvKio-VbQoHG_Zuj-aWkFRZaIm_EZZ3SV-4QMCR_EdfCPr20DmNbEH206CmTda0_g9nGwp-IBcmzhBAq_pYK5fW4jdUKDILOpKrg6xtUUS3X1OY2Yaf9eJzpgIIuWokDu3FzBcAJozmnHVB4I7zxKmDR17d9De5oyLkyTU-XB3b6I2oeUU/s196/Eliane%20Brum.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="144" data-original-width="196" height="144" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYadEi2Y8p0kvKio-VbQoHG_Zuj-aWkFRZaIm_EZZ3SV-4QMCR_EdfCPr20DmNbEH206CmTda0_g9nGwp-IBcmzhBAq_pYK5fW4jdUKDILOpKrg6xtUUS3X1OY2Yaf9eJzpgIIuWokDu3FzBcAJozmnHVB4I7zxKmDR17d9De5oyLkyTU-XB3b6I2oeUU/s1600/Eliane%20Brum.jpg" width="196" /></a></div>"La Amazonia" cuenta todo esto. Es un testimonio en el que Eliane Brum habla en una contundente primera persona, desde las entrañas. Dice que está en un proceso de forestación: de dejar la blanquitud para integrarse a los pueblos-selva, aunque sabe que por su origen es mucho lo que no puede ver ni entender de los pueblos ribereños, indígenas y de los "más que humanes", como denomina a los animales, en una apuesta política desde el lenguaje por abandonar el antropocentrismo.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">La Amazonia habla del racismo, de la amenaza política de personajes como Jair Bolsonaro, pero también de la hipocresía de la izquierda política que defiende un desarrollo sostenible que permite exploración petrolera, carreteras e hidroeléctricas en plena selva amazónica. Eliane Brum denuncia el asesinato de líderes ambientales, la manera como desde el poder central se abandona a la selva a su suerte y su suerte son hombres armados que, con la complicidad de poderes locales, deforestan, desplazan y amenazan. A las quemas de árboles y a los parches deforestados se suman otras zonas de "selva carcaza": territorios que desde el aire se ven verdes, pero que abajo han sido talados a intervalos, para sacar maderas valiosas que supuestamente no se pueden explotar.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Y en medio de tanta violencia y tanta tristeza hay también relatos de resistencia. De re-existencia: los liderazgos ambientales femeninos, los feminismos amazónicos, las investigaciones científicas, la presencia de misioneras que defienden los derechos de los indígenas y los ribereños y las formas organizativas comuntarias, en redes horizontales y colaborativas, que permiten la defensa del territorio.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">En Colombia, cuando se habla de la Amazonía, la primera referencia que surge es la del Río Amazonas, o la de Leticia, capital del departamento del Amazonas, a orillas de ese río. No obstante, la Amazonia es mucho más que el río. En Colombia la selva amazónica cubre el 23,3% del territorio colombiano, incluido el marino, y el 42,3% de la parte continental. Es decir: casi la mitad de nuestro territorio continental es amazónico, y el Amazonas es apenas un río que nos toca en la punta sur. Este contexto es importante para comprender el concepto de Amazonía que desarrolla Eliane Brum: una enorme selva tropical que se despliega a través de 436 páginas y sólo en una de ellas, de manera tangencial, se menciona el río Amazonas.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Brum hace un esfuerzo por escribir su libro en lenguaje neutro (otres, nosotres, humanes y no humanes, etc.). No obstante, la traducción al español de España (vosotros, os digo, pensad que...) hace que en muchos pasajes el texto se sienta distante de la calidez narrativa con la que evidentemente fue escrito, en donde las reflexiones constantes sobre el lenguaje y el ejercicio de la escritura constituyen un deleite para el lector. </span></div><div><br /></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><b><u>Algunos subrayados</u></b></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La Amazonia lo vuelve todo literal. Ya
no puedo ser cartesiana, porque el cuerpo es todo y todo lo
domina. La persona que entra en la selva por primera vez no
sabe qué hacer con las sensaciones que experimenta, con las
partes del cuerpo que ignoraba que tenía y que, de repente,
nunca la abandonarán (p. 10).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Es fácil ahogarse en la escritura. Lo difícil es no hacerlo (p. 11) </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">A la muerte no le gusta morir
sola. Va muriendo en cadena. La muerte no sufre de agorafobia, le gusta todo el mundo: los peces, los mosquitos, los
árboles, nosotros (p. 12).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La escritura me ancla; las palabras
escritas son la fuerza de gravedad que me sujetan al suelo (p. 16). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Ahora me doy cuenta de que no sé por qué motivo elegí ese camino para contar esta historia. Pero he aprendido
a no desperdiciar ninguna oportunidad para perderme (p. 16).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El
antropólogo o periodista cree que está observando, pero
siempre está siendo observado, y con gran diversión. Somos
los conejillos de indias de estos otros pueblos. Esos para
quienes nosotros, «los blancos», somos los otros (p. 17).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">no hay forma de ser blanco y ser bueno en países donde los negros viven peor y mueren primero. A eso lo
llamo «existir violentamente» (p. 19).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La
batalla por la Amazonia no es una lucha por el desarrollo
sostenible. Éste es el término empleado por quienes creen
posible sortear el abismo sin renunciar al sistema capitalista
que nos llevó a él. Es un discurso agradable para que, con
algunos cambios cosméticos, todo pueda proseguir sin alterar radicalmente la desigualdad estructural entre géneros, razas y especies (p. 51).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">debería explicar lo que significa para
mí escuchar. En mi opinión es la principal herramienta de
un periodista. Antes de acercarme a otra persona, procuro
vaciarme de mí, de mi visión del mundo, de mis creencias, de
mis prejuicios. Este vaciado no es completo, por supuesto,
porque es imposible abandonar totalmente un cuerpo cultural. Pero es un movimiento fundamental. Es lo que permite
que el relato de otre ocupe mi cuerpo como relato de otre, y
no el relato de otre distorsionado por lo que mis creencias o
prejuicios no me permiten oír. En caso contrario, no puedo
alcanzar esa otra experiencia de existir (p. 62)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La lógica de la destrucción no distingue entre los cuerpos a destruir, selva o mujer. Es un elemento estructural del
sistema que conforma el mundo. Más que cambiar el sistema,
hay que derrocarlo, porque la violencia no es un dato más,
sino la misma estructura que sostiene todo el edificio (p. 64).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En una entrevista que le hice a Eduardo Viveiros de Castro, una de las voces más originales de la antropología contemporánea, me dijo: «Los indios son especialistas en el
fin del mundo, ya que su mundo acabó en el año 1500.» (p. 74).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La escritura es mucho de mucho. Y también es un arma
para oprimir, subyugar, esclavizar y destruir a todos los que
narran la vida oralmente, a través del cuerpo del río, de los
árboles, de las piedras, de los mapas hechos de otra materia (p. 90).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El fracaso es condición
de quien escribe. La vida siempre escapa. La vida desborda,
la vida es más grande (p. 95). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Hacer memoria y evitar que se olvide es una de las misiones más nobles del periodismo
que merece ese nombre (p. 143).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Incluso al leer sobre ella,
la Amazonia tan sólo podía captarse como una experiencia
de los sentidos (p. 195). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Las reuniones del
consejo de redacción estaban salpicadas de jerga corporativa
en inglés, lo que hacía que me sintiera analfabeta hasta que
comprendí que la lengua inglesa era obviamente un instrumento de poder que indicaba la clase de uno. (P. 196). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">una ciudad moderna es, por definición, una ruina de la naturaleza (p. 216).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">renunciar a la esperanza, una
postura impopular que a menudo se malinterpreta y que
siempre me causa problemas. No, no tengo ninguna esperanza. Y no, no soy infeliz ni feliz. Tampoco soy pesimista ni
optimista. Estas polarizaciones me importan poco (p. 244) la esperanza ha sustituido cada vez más a la felicidad como mercancía (p. 245).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">sabemos
que el peor colonizador es el que no sabe que lo es (p. 273).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">No creo en el sacrificio. Creo en la elección de perder para
estar con los demás. Pero nunca a través del sacrificio, esa
fábrica de santos que mastica carne para escupir estatuas por
el otro extremo. Creo en los poetas, no en los mártires. (p. 280).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Establecerse en algún
lugar es crear un mapa afectivo (p. 286).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">aunque el suicidio sigue siendo un tabú en tiempos de «paz», se convierte en una traición a la especie en un momento en que tantos luchan por seguir vivos. Pero los suicidios ocurren. Y no son raros (p. 291).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Un buen
antropólogo vive con un pueblo indígena durante años, décadas, no para entenderlo, sino para traicionarlo menos en
lo poco que entiende. Lo mismo ocurre con los periodistas
como yo. Lo único que conseguimos es narrar otra experiencia, después de que haya recorrido nuestro cuerpo, siempre
después de que haya recorrido nuestro cuerpo (p. 313).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">el lenguaje es un campo donde se libran continuamente las batallas realmente importantes (p. 315)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">la humanidad es un
club exclusivo restringido a la minoría dominante (p. 352). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Es importante repetir, una vez más, que en el pasado
nunca hubo paz. Sabemos que el pasado estuvo plagado de
conflictos, sometimientos, supresiones y exterminios. Déspotas electos como Trump y Bolsonaro «han limpiado»
el pasado de sus conflictos y muertes y lo han empaquetado para ofrecérselo a una población asustada por un mundo
cambiante (p. 379). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Imaginar resultó ser una acción más difícil de lo que parecía al principio. Descubrimos hasta qué punto ha sido
aprisionada, cuadriculada y formateada nuestra imaginación.
Decir qué mundo se quiere realmente, con propuestas claras, es mucho más complicado de lo que parece para personas que han sido domesticadas para obedecer o, en el mejor
de los casos, para vivir sólo reaccionando a los ataques (...) De hecho, no es casualidad que los neofascistas ataquen
tanto al arte. El arte promueve la imaginación y siempre es
lo primero que intentan suprimir los Gobiernos y gobernantes autoritarios (p. 385).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La Amazonia. Viaje al centro del mundo.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Eliane Brum<br />Traducción: Mercedes Vaquero Granados<br />Penguin Random House<br />Bogotá<br />Enero de 2024 (primera edición en portugués: "Banzeiro òkòtó. Uma viagem
à Amazônia Centro do Mundo", 2021)<br />432 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-61329632451564933582024-01-10T16:05:00.007-05:002024-01-19T22:01:47.341-05:00La era de la ansiedad, de Roberto Palacio<p><span style="font-family: verdana;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: verdana;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJq4vgvMeDVP16TYPkPgczn6f4BEOwMO4Sf0BziZ1hnECXUUhvrRdVCEysIFMOqoCGeO4QRhEjDWteVukCVz0quVaycTN0NQUKooUMnHPtFo9hPsvJiLsUd403MvV3PFjmpkv413OqlaH3HPnFaNpV5ZmA4tMmFYJoGrUkOYDBphhoFZaNVIdM3veMlMM/s398/portada_la-era-de-la-ansiedad_roberto-palacio_202302032130.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="398" data-original-width="250" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJq4vgvMeDVP16TYPkPgczn6f4BEOwMO4Sf0BziZ1hnECXUUhvrRdVCEysIFMOqoCGeO4QRhEjDWteVukCVz0quVaycTN0NQUKooUMnHPtFo9hPsvJiLsUd403MvV3PFjmpkv413OqlaH3HPnFaNpV5ZmA4tMmFYJoGrUkOYDBphhoFZaNVIdM3veMlMM/s320/portada_la-era-de-la-ansiedad_roberto-palacio_202302032130.jpg" width="201" /></a></span></div><span style="font-family: verdana;">Al comienzo de "La era de la ansiedad" su autor, el filósofo bogotano Roberto Palacio, advierte que el libro "está escrito de tal manera que cualquiera lo pueda
entender. El que quiera pensar los tiempos en que vivimos
quizá pueda encontrar algo de valor acá. Será una decepción, eso sí, para quien en él busque filosofía académica.
O citas apa" (p. 19). La anotación se justifica por la bien ganada fama de los libros sobre filosofía: ladrillos pesados e inintelegibles que ahuyentan al lector no iniciado. </span><p></p><p><span style="font-family: verdana;">Palacio se define a sí mismo como un "divulgador filosófico, ensayista y escritor" y en "La era de la ansiedad" desarrolla bien esos roles. Se trata de un ensayo de divulgación que aborda distintos conceptos que se sienten cercanos a la vida contemporánea y explica sus aristas a partir de las ideas de distintos autores que Palacio ha leído previamente y desglosa para el lector. </span></p><p><span style="font-family: verdana;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsRjxFKEiAmg7giY04lSoUJLjbCJCqT4fTHv5h_w6A6G0l-d-X1LYG4vd-eiD_i-uS1k2__f9iUpU3o8frUavWMxydRwBfpI0aJmUZxdhOuZLdVomj7v4tn6XShDZ4uR612zRhgTcwUuh9s1fSWTdQW9l6VZ9LoCvtzfItAxUVKA3e2WpJWoIT8YahH2I/s640/Roberto%20Palacio.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><span style="font-family: verdana;"><img border="0" data-original-height="359" data-original-width="640" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsRjxFKEiAmg7giY04lSoUJLjbCJCqT4fTHv5h_w6A6G0l-d-X1LYG4vd-eiD_i-uS1k2__f9iUpU3o8frUavWMxydRwBfpI0aJmUZxdhOuZLdVomj7v4tn6XShDZ4uR612zRhgTcwUuh9s1fSWTdQW9l6VZ9LoCvtzfItAxUVKA3e2WpJWoIT8YahH2I/s320/Roberto%20Palacio.jpg" width="320" /></span></a></div><span style="font-family: verdana;">El libro est compuesto por una introducción y 9 capítulos que, desde los títulos, dan cuenta del contenido de la obra: Identidad, El amor, La virtualidad, Cultura <i>Woke</i>, Argumentación, El conocimiento, La educación, La felicidad y Filosofía. Al final de cada capítulo Palacio presenta la bibliografía sugerida para ampliar el tema, con un comentario sobre cada obra (4 ó 5 libros por capítulo) lo cual hace que cada capítulo/ensayo se lea como una provocación para seguir ahondando en las elucubraciones que despierta. Los autores citados van desde Sartre y Camus hasta Martha Nussbaum, Bertrand Russell y Byung Chul Han, pasando por Montaigne, Socrates y Pascal, entre otros.</span><p></p><p><span style="font-family: verdana;">Palacio se muestra bastante crítico de la cultura woke, llama la atención sobre la vacuidad contemporánea que, desprovista de utopías, vacía la vida real para trasladarla al plano virtual, en donde tiene igual peso el que domina un libro de Dostoievsky y el que come 100 perros calientes en media hora. Señala que hay una confusión entre información y conocimiento y que en los tiempos actuales cotizan a la baja actividades como argumentar y pensar, lo cual se relaciona con una educación diseñada por competencias que buscan enseñar un oficio pero no enseñan a vivir/sentir ni a resolver situaciones complejas. En c</span><span style="font-family: verdana;">ambio, atiborran de actividades todos los espacios de la vida, para evitar el aburrimiento, con lo necesarios que son esos tiempos de ocio para poder pensar y crear.</span></p><p><span style="font-family: verdana;">Me hizo falta como lectora un capítulo de conclusiones o de cierre, una bibliografía unificada y quizás algún ensayo que abordara asuntos de filosofía política. La falta de debate de ideas políticas en el mundo contemporáneo se aborda en algunos capítulos y de hecho hay varias alusiones a Donald Trump, pero quizás faltó un ensayo dedicado de manera exclusiva a este tema. O quizás, como escribe el autor, esta carencia que encuentro revela un deseo personal: busco que el autorse interese en lo que me interesa a mí. </span></p><p><u><span style="font-family: verdana;"><br /></span></u></p><p><u><b><span style="font-family: verdana;">Algunos subrayados</span></b></u></p><p><span style="font-family: verdana;">Dice el filósofo francés Michel Onfray que todos nacemos filósofos, pero solo
unos tienen la suerte de seguirlo siendo cuando adultos (p. 14).</span></p><p><span style="font-family: verdana;">justamente esto es la ansiedad, el continuo palpitar del mundo dentro de nosotros cuando ya el vértigo y el peligro han cesado. Es la condición sin causa (p. 15).</span></p><p><span style="font-family: verdana;">la noción de “indignación” es central a
la cultura contemporánea. (p. 18).</span></p><p><span style="font-family: verdana;">lo que más quisiéramos
es ser alguien que no somos (p. 23).</span></p><p><span style="font-family: verdana;">detrás de los deseos de dejarse
atrás por completo, se asomaba el odio difundido y masivo
que está en todas partes: en las redes, en el trabajo, silencioso en las relaciones más cercanas. Odiamos lo que fuimos
y no podemos modificar (p. 28)</span></p><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Nuestra vida comienza a asemejarse
a un programa de televisión que no tiene mucho sentido si no sale al aire (p. 30). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">No se trata ya de
quién eres, sino de quién pareces ser. Ese eres realmente (p. 34).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">¿Por qué nos parece prepotente la voz
propia? El ejercicio de la voz, el ser deliberante, outspoken, se
sienten como atrevimientos que pueden revelar nuestro
secreto narcisismo y, en últimas, nuestras vulnerabilidades (p. 37).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Lo que más quiero del otro, entonces, es que me narre
quién soy, cómo me ve; ¿cómo me veo en ti; cómo me ves?, ¿quién
diablos soy yo para ti? La respuesta a esta pregunta es una que
nunca me podrá dar el amante (p. 49).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Este es un conflicto característico del amor, volvámoslo
a enunciar: quiero al otro capturado, al tiempo lo quiero libre. Lo
que menos quiero es el compromiso jurado; nadie quiere oír
decir al amante, recuerda Sartre, algo así como: ¡te amo porque
me he comprometido a ello y no quiero desdecirme en mi palabra! (p. 52). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El amor es tiempo: necesitamos tiempo para llegar a amar al otro, y, en
otro sentido, si no se ama, no se dedica tiempo al otro (p. 55).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Hoy tenemos mascotas para vivir a través de ellas lo que
quisiéramos ser pero no podemos: criaturas con tiempo infinito (p. 56)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">No nos extrañará que muchas cosas en el mundo en el
que vivimos no sean lo que parecen: la pornografía no es
sexo, la política no es debate sobre las formas de gobierno.
Ambas cosas, como diría Byung-Chul Han, son “representación”. Yo las llamo “coreografía”. La pornografía es coreografía, un cuidadoso y meticuloso estudio del ángulo
que capta el acto sexual de una forma única; es interrupción constante y corrección exasperante, algo como la fotografía profesional de comida. La política también lo es. ¿No
se pasa Kim Jong-un gran parte del día intentando pararse
en el lugar preciso para que las ceremonias políticas se vean
intachables? ¿No hay ejércitos de personas arreglando fotos
para que no se vea en ellas nada inadecuado —tumultos
pequeños, gente parada en lugares equivocados, los que no
lloran en el funeral del líder? Es por ello que Slavoj Žižek
dice que pornografía y política son dos caras de la misma
moneda. Somos una realidad puesta en escena (p. 76).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Mientras el espacio público se vuelve íntimo, a quién ha
de extrañar que el espacio institucional se vuelva uno de
emociones. El periodista Niall Ferguson alguna vez afirmó
que vivimos en una “emocracia”. Considérese el rol de las
instituciones públicas; las sostiene en su lugar el deseo (P. 98).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El hablar de “narrativas”
implica una independencia peligrosa de los hechos y de cualquier realidad objetiva (p. 104).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En el siglo xix teníamos la
urbanidad de Carreño; hoy tenemos la corrección política (p. 107).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En mi país, la mermelada emocional se presenta como
buenas maneras; no importa el abuso, si se despide a alguien
o si se le insulta, siempre y cuando las palabras empleadas
sean lo suficientemente floridas. Incluso, cuando se escuchan las grabaciones de los secuestradores que llaman a los
familiares de los plagiados no es raro que el criminal, luego
de la sarta de amenazas, termine diciendo algo como … y
disculpe. Colombia es un país en el que puede ser más grave
pasar sin saludar que disparar. Es común que cuando alguien
es atracado, otros pregunten si el atracador fue amable. Es
por ello que, al decir de Bertrand Russell, las buenas maneras son las formas de relación de los pueblos más barbáricos (p. 111).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La voz del que disiente se ha convertido en
una especie de canto irresistible de las sirenas que toca silenciar, ¡porque es posible que cambie mi punto de vista! Se
trata de un precepto personal (no concuerdo con una serie
de ideas) convertido en obligación colectiva (nadie las
debe escuchar) (p. 118).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El liberalismo contemporáneo es
simplemente la libertad de poder ser más conservador que
los conservadores, sin el estigma que ello implica (p. 121).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Argumentar no elimina la terquedad, no nos expone a
ambientes más tolerantes. Tiene la capacidad contraria de
sacar a relucir los dogmatismos. Pero mírese como se mire,
en toda su imperfección, y hasta que una mejor estrategia
sea inventada, la argumentación seguirá siendo una herramienta para evitar el dolor prevenible. ¿Por qué digo que la
argumentación evita el dolor prevenible? De nuevo, fueron
los antiguos griegos quienes dieron la clave acá: si no es por
medio de argumentos, preguntaron, ¿cómo más persuadimos a otro a seguir un curso de acción? Con el cuchillo en
el cuello, claro. Argumentar, por lo tanto, es una forma de
evitar la violencia, la amenaza o al menos la furia enardecida
de la indignación (p. 138).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Dos de los lenguajes principales del argumentar y del
pensamiento crítico vienen contenidos en estas sencillas
expresiones que usamos a diario:
… supongamos que…
… esto es como…
Quien pueda incorporar una o las dos está en el camino
de construir su propio pensar. De hecho, en mis seminarios sé
que un estudiante ha aprendido a argumentar cuando usa en
su lenguaje habitual con naturalidad estas expresiones (p. 146). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">un lugar común de nuestra forma de vida es que
hemos externalizado casi todo… llevamos a cabo gran parte
de nuestra vida fuera de nosotros: construimos la identidad
en un espacio público aunque virtual de las redes sociales;
hemos puesto en los escenarios públicos lo que amamos (p. 154).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">mientras que en los mundos del conocimiento y la tecnología se intenta que las máquinas piensen
como humanos, en los mundos “en desarrollo”, estamos en
la tarea contraria de intentar que las personas piensen y
actúen como máquinas a través de un algoritmo ciego (p. 158).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">(Sobre la educación): Mostramos nuestra
admiración por otros o por lo que nos rodea, y a menudo
los demás convierten esta mirada en propia, y la extienden
como una parte de sus obsesiones e intereses (p. 175).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Educar
tiene por objetivo convertirnos en seres abstractos, dice
Rousseau, un ser que se puede exponer a cualquier accidente
de la vida (p. 180)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Es muy común que los estudiantes, que bien pueden llevar
diecinueve o veinte años sentados en un pupitre hacia el final de su proceso educativo, se hayan convertido en lo que llamo
“estudiantes profesionales”. Son capaces de repetir una historia en una materia, la contraria en otra y ciertamente son
expertos, como me consta, en generar el tipo de discurso que
creen que su maestro quiere escuchar (p. 190).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Educar
es mover a otro a ver sentido en donde no lo veía antes (p. 243).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"> </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La era de la ansiedad. Sobre el pensamiento y la emocionalidad
en un mundo sin utopías</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Roberto Palacio<br />Ariel, Editorial Planeta<br />Bogotá, 2023<br />264 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-13903769275655776992023-12-29T10:34:00.010-05:002024-01-02T19:41:57.160-05:00Y parecen cuentos..., de Fanny González Taborda <p></p><div class="separator" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhf8FkC3Hr3Tw1emRTk6S7E3HMZWG77F8Nnl0ftth5k7jRdEJTOJVV5-4DcnChGdDK6DDSlZYHq6gzGssqeV5FOg_p5ans6n7orYd2X-wIUf4AU3wbOY1OAlNGBdiLcmL_6cdhGUY8VLXvhNIsHkklrwkOhMGG8YmG5-ecc1obmNAFra5evNu3PcOQcgYA" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img alt="" data-original-height="1403" data-original-width="931" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/a/AVvXsEhf8FkC3Hr3Tw1emRTk6S7E3HMZWG77F8Nnl0ftth5k7jRdEJTOJVV5-4DcnChGdDK6DDSlZYHq6gzGssqeV5FOg_p5ans6n7orYd2X-wIUf4AU3wbOY1OAlNGBdiLcmL_6cdhGUY8VLXvhNIsHkklrwkOhMGG8YmG5-ecc1obmNAFra5evNu3PcOQcgYA" width="159" /></a></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En la amplia lista de narradoras del Gran Caldas que no hacen parte del canon literario regional y cuyas obras no circulan en librerías ni bibliotecas está Fanny González Taborda, quien nació en 1932 en La Merced cuando este municipio hacía parte de la jurisdicción de Salamina.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br />Fanny González fue corregidora en La Merced y tuvo una destacada labor no solo política sino también cívica e intelectual. Escribió una historia de La Merced y la biblioteca pública de ese municipio lleva su nombre. <br /><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">"Y parecen cuentos..." es un volumen valioso para la literatura regional, porque en una sociedad tan conservadora como la caldense, la autora publica en 1967, en plena época del Frente Nacional, luego de la violencia entre liberales y conservadores, conocida como La Violencia, o la violencia bandolera, una serie de relatos que tienen como eje narrativo las violencias patriarcales y políticas, pero las narra desde el punto de vista de los guerrilleros, los bandoleros, los campesinos, los desplazados, los despojados, los pobres y los marginales, en relatos que ocurren en barrios populares de Bogotá y en pueblos, en espacios que oscilan entre el bar, la iglesia, la estación de policía, la zapatería y el prostíbulo. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Su apuesta política es clara: ella está del lado de las víctimas, de los débiles, y sus textos son al mismo tiempo una denuncia social y un retrato de una época en la que el poder político y económico se alían para oprimir y silenciar los reclamos sociales del campesinado. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Entre los temas que aborda está la violencia política, la defensa del divorcio, que para la época de la publicación del libro estaba prohibido en Colombia, la violencia sexual, la prostitución (en un cuento un jorobado le propone a una joven ella le pague a él por sexo) y los abusos sexuales dentro de la iglesia católica.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br />Las voces de varios cuentos suenan iguales y hay un afán político que prima sobre la construcción de personajes o de escenas. Algunos textos se sienten panfletarios. No obstante, en un entorno literario en el que se ha dicho que el espacio narrativo de las mujeres ha sido tradicionalmente la casa, la familia, la maternidad y el hogar, este libro evidencia que ha habido otras voces y otros intereses divergentes. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span><span style="background-color: white;">El libro incluye 10 cuentos: </span></span><span style="background-color: white;">Quenepo, </span><span style="background-color: white;">El secreto del zapatero, </span><span style="background-color: white;">Los desterrados, </span><span style="background-color: white;">El accidente, </span><span style="background-color: white;">El pueblo-albergue de los hombres-víctimas, </span><span style="background-color: white;">La ceremonia, </span><span style="background-color: white;">El jorobado de la carrera décima, </span><span style="background-color: white;">Cordero, </span><span style="background-color: white;">La mujer del comandante y </span><span style="background-color: white;">El alucinado.</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /><b><u>Algunos subrayados</u></b></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><b><u><br /></u></b></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><u>De Quenepo</u></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Los hombres grandes se preocupan por muchas cosas. Sienten tristezas y tienen alegrías. Las ratas hacen manjares de los cuerpecitos de los niños pobres. Y los gobiernos cantan como los gallos de media noche, al silencio y a las gallinas. Los obispos gritan en las iglesias desiertas y en los campos, las balas de los soldaditos juegan con los labriegos (p. 11). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">que es de esos niños que no nacen. De esos niños que no tienen cabellos para que la brisa juegue (p. 14). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">el niño de nombre Quenepo no nació. Cualquiera diría que es de esos niños que no nacen (p. 15).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><u>El secreto del zapatero</u></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Como el Padre capellán a la alumna de bachillerato: </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">-Venga mañana a la sacristía, despues de misa que le daré una estampita de San Luis Gonzaga y le diré algo muy importante pero en secreto. -Pero lo importante puede doler en el alma o en algún lugar del cuerpo (p. 17). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Este hombre debe tener cosas interesantes. Cada hombre tiene su secreto. El zapatero tiene su secreto (p. 18). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La verdad está a veces, entre un poco de tinta, y es difícil que se manifieste (p. 18). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Llevo treinta años en esta zapatería y he visto como la justicia huye de todas partes (p. 19). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">-No es hablar por hablar. Hay que gritar la verdad. Gritarla para que no se ignore (p. 20).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La libertad es una muchacha decente que no se ha dejado poseer de nosotros. Pero ellos los principales la poseen a media noche y se desnudan sobre ella. Y sus espasmos son de hombres distintos para muchachas decentes. Eso creen..... Como si nada más ellos fueran hombres (p. 20). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Hay que dudar para llegar a la verdad (p. 20).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><u>Los desterrados</u></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">-A mí este hombre no me parece malo. En tanto tiempo no le he visto nada malo. O será que yo congenio más con los malos (p. 23). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Un hombre que huye y se esconde. Guiñapo. Pedazo de bandolero que sube las montañas y las baja de noche y de día y que bebe agua y yerbas o frutas y que aguanta hambre (p. 24). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Cuando hiciero la invasión. Cuando se tomaron las tierras y levantaron las chozas, se les amenazó pero todos permanecieron como robles, pegados a las paredes de latas y cartones de los ranchos. Y no fue posible que los sacaran. Lo que siguió fue un tiempo tranquilo (p. 25). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Porque a los seis meses llegaron los hombres de fusil y de uniforme verde, con las primeras notificaciones (p. 26). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">"Se fuega a todos los invasores de este barrio, subir de inmediato con todas sus pertenencias y sus hijos, a los camiones del ejército y de la policía (p. 27). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">-Asesinos. Fuera de aquí. Ustedes también son pobres, ¿por qué abusan? Abajo la oligarquía. Abajo el Presidente. Que viva la invasión. Que viva el pueblo. (p. 28). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Escóndase porque lo van a fusilar y que después dicen que fue que corrió y que no se dejó coger (p. 29). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><u>El accidente</u></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Y al primer compatriota que pondría sus plantas de campesino subdesarrollado en la luna. Y la derrota de Estados Unidos en Viet-nam y la ley del divorcio en Colombia. Y el reparto de la tierra a los hombres que trabajan. Y el matrimonio de los curas. Y la expropiación de los bienes de los millonarios antioqueños. Y la disolución del Parlamento del País más resignado del mundo. Y la Copa Mundo para el Independiente Santa Fé. Y la libertad para los negros en el coloso del norte. Y el premio Nobel para cualquier compatriota (p. 31).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">la muerte tiene sus cosas interesantes, por ejemplo la imposibilidad de preocuparse por las cosas materiales o espirituales. Imposibilidad para cancelar las deundas. Indiferencia completa ante los pésimos gobiernos que en vida nos toca sufrir. Imposibilidad para ser víctimas de las malas lenguas porque no hay muerto malo (p. 32). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><u>El pueblo-albergue de los hombres-víctimas</u></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">-No tenemos dónde trabajar. Nos quitaron la tierrita y nos amenazaron con fusiles (p. 36).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">-El fueño de la hacienda vecina llevó unos hombres con vestidos verdes, parecían soldados, llevaban fusiles...... Y no pudimos hacer nada....... nos echaron...... Nos robaron...... (p. 36). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><u>El jorobado de la carréra décima</u></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">-Si me diera algún dinero yo podría hacerle el amor. La joven no lo miró ni tenía dinero, ni deseaba que el jorobado le hiciera el amor (p. 46).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><u>Cordero</u></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Matar, privar de la vida a alguien ha sido siempre cosa muy sencilla (p. 50).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><u>El alucinado</u></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Ah! Y no dé informes a los periodistas. Diga que todo anda muy bien (p. 61). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><b><u><br /></u></b></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><b><u><br /></u></b>Y parecen cuentos...<br />Fanny González Taborda<br />Ediciones En Estelar<br />Bogotá, 70 páginas<br />1967</span></div><p></p>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-51552750634876594452023-12-27T14:15:00.003-05:002024-03-09T18:35:37.933-05:00Gabo: memorias de una vida mágica, de Oscar Pantoja, Miguel Bustos, Felipe Camargo, Tatiana Córdoba y Julián Naranjo<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="background-color: white; color: #202124;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMZlEkFcGBcaYsk0KYZmR81VyXRymZwzRY4fFra-WJpq_-E2e691iJMekuc6p22SHzS0TcvLrDgH8F7qTZY1yTMmBz7Kg7P3tllHN0hN_8Zr5vI3CCTfKwA1PrkJrVKl-KeLfZaPslrkCWxPAiYWrDbI8ZEc376QwX0UH0vTUF0E7KBjEw_DLUb5PKLtQ/s410/Gabo%20memorias%20de%20una%20vida%20m%C3%A1gica.gif" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="410" data-original-width="300" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMZlEkFcGBcaYsk0KYZmR81VyXRymZwzRY4fFra-WJpq_-E2e691iJMekuc6p22SHzS0TcvLrDgH8F7qTZY1yTMmBz7Kg7P3tllHN0hN_8Zr5vI3CCTfKwA1PrkJrVKl-KeLfZaPslrkCWxPAiYWrDbI8ZEc376QwX0UH0vTUF0E7KBjEw_DLUb5PKLtQ/s320/Gabo%20memorias%20de%20una%20vida%20m%C3%A1gica.gif" width="234" /></a></div>Para quienes no conocen la vida y obra de Gabriel García Márquez, para quienes ya la conocen, para quienes lo admiran, para quienes creen que ya saben casi todo sobre el único premio Nobel colombiano, para los niños y para los adultos: para todos los gustos, edades y niveles de lectura "</span><span style="color: #202124;">Gabo: memorias de una vida mágica" es un libro ilustrado sorprendente. </span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="color: #202124;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="color: #202124;">Óscar Pantoja escribió el guión y los dibujantes Felipe Camargo, Tatiana Córdoba, Julián Naranjo y Miguel Bustos ilustraron las distintas escenas que narra el texto, con una apuesta cinematográfica por contar en un orden que no es cronológico y sin embargo resulta claro para el lector, la vida de Gabriel García Márquez desde antes de su nacimiento: desde que el abuelo peleaba la guerra de los Mil Días, hasta la recepción del Premio Nobel en Estocolmo, pasando por sus años en Aracataca, en Zipaquirá, En Barranquilla, En Bogotá en El Espectador, en París, en Cuba, Nueva York y México, todo ilustrado con exquisitos detalles que hacen de cada viñeta una pieza memorable.</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="color: #202124;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyg86flYhFPKpoX71aspT1uvKHMEk9w1fqzodzWk3uf-4nqMnKR99ce01e1_dMWpBYXZ8kEq68boO92ZHABh5zYQ_SHTODc0gkU0k9355vwey1Y-mw4gNS6UOSR5ssNDVnt1DMccBHsac4oVcGZQAB2UpwRvUZ4eBrP0en504DB41O02tm0wCEzKhpswM/s700/Autores%20Gabo.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="453" data-original-width="700" height="207" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyg86flYhFPKpoX71aspT1uvKHMEk9w1fqzodzWk3uf-4nqMnKR99ce01e1_dMWpBYXZ8kEq68boO92ZHABh5zYQ_SHTODc0gkU0k9355vwey1Y-mw4gNS6UOSR5ssNDVnt1DMccBHsac4oVcGZQAB2UpwRvUZ4eBrP0en504DB41O02tm0wCEzKhpswM/s320/Autores%20Gabo.jpg" width="320" /></a></div><span style="font-family: verdana;"><span style="color: #202124;">El trabajo gráfico se desarrolla en blanco, negro y amarillo, y aunque las ilustraciones no tienen la pretensión de retratos, sí hay un trabajo de fisonomías que permite identificar fácilmente a los principales protagonistas del relato, en el que se mezclan la vida de Gabo y las historias de sus obras, principalmente de Cien años de soledad, de manera que el libro ofrece pistas para comprender los textos del realismo mágico en clave autobiográfica. </span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="color: #202124;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="color: #202124;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="color: #202124;">Gabo: memorias de una vida mágica</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="color: #202124;">Oscar Pantoja, Miguel Bustos, Felipe Camargo, Tatiana Córdoba y Julián Naranjo.</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="color: #202124;">Editorial Rey Naranjo</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="color: #202124;">Bogotá, 2013</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="color: #202124;">163 páginas</span></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><span style="color: #202124;"><br /></span></span></div><div style="text-align: left;"><br /></div><br /><div style="text-align: left;"><br /></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-7162018327851450012023-12-22T21:07:00.002-05:002023-12-22T21:07:28.977-05:00Diemer vs. Trommsdorf, de Mauricio Montenegro<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQCx9TENlqV_WCYiIxzfQYNnKChI1UtiSMhVydTZQA2wD85n47HnpaOkMRMVrEc6m240uZ6Hj-l29ie1sA8QFu4kjSDN5el67I4naTEJ6Y8MZ_cYm51ZwOdEFOSYOEGjxj9hrSnj-gllJdgDIgnU8La3otnSfL9K_xC3mO5ZylS_PjMBZcrkP4gHkHSI0/s425/Diemer%20vs%20Trommsdorf.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="425" data-original-width="244" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQCx9TENlqV_WCYiIxzfQYNnKChI1UtiSMhVydTZQA2wD85n47HnpaOkMRMVrEc6m240uZ6Hj-l29ie1sA8QFu4kjSDN5el67I4naTEJ6Y8MZ_cYm51ZwOdEFOSYOEGjxj9hrSnj-gllJdgDIgnU8La3otnSfL9K_xC3mO5ZylS_PjMBZcrkP4gHkHSI0/s320/Diemer%20vs%20Trommsdorf.jpg" width="184" /></a></div>En 2020, en el año de la pandemia, fui uno de los tres jurados que elegimos de manera unánime y sin dudas la obra "Diemer vs. Trommsdorf" como ganadora del Premio Nacional de Novela Inédita del Ministerio de Cultura. En ese entonces leí la novela en pdf, en una pantalla de computador y ahora, tres años después, la leí como debe ser: en papel, en formato de libro, editada por Seix Barral, y otra vez volvió a gustarme mucho.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Es una obra escrita por un colombiano pero ese es un dato que no trasciende a las páginas: la historia, basada en un personaje real, está contada en dos planos narrativos, desde un presente en París en el que Diemer compite en una partida de ajedrez contra Trommsdorf, y unos flashback que lo llevan a la Segunda Guerra Mundial, en donde él, sin ser una figura determinante dentro del Partido Nazi, sí quedó marcado por las decisiones que tomó durante ese período. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjegaBjmxc7mGpMtGwgRwFsnxRtE0xQbv_Ge94xKc-99zBfNxlPo7mf9VLCwIu9JxxjriDDC-EgKNoW1kt1VSoGGrxqtG4d4ku1iNpxjPuYE9mRR32MmT3bmJtmObQoSXH0pDVrcpSxn_tTlaGl_MasPRsRbHKKvcbWRgT76_WwHw-Eaf2c414wLlFlC4/s1000/Mauricio%20Montenegro.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="563" data-original-width="1000" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjegaBjmxc7mGpMtGwgRwFsnxRtE0xQbv_Ge94xKc-99zBfNxlPo7mf9VLCwIu9JxxjriDDC-EgKNoW1kt1VSoGGrxqtG4d4ku1iNpxjPuYE9mRR32MmT3bmJtmObQoSXH0pDVrcpSxn_tTlaGl_MasPRsRbHKKvcbWRgT76_WwHw-Eaf2c414wLlFlC4/s320/Mauricio%20Montenegro.jpg" width="320" /></a></div>La novela está atravesada por el ajedrez, pero el juego es una metáfora para una reflexión más profunda: ¿existe el azar? ¿todas las posibles jugadas del destino están previamente determinadas? En ajedrez gana el jugador que sea capaz de adelantarse más pasos a su oponente y adivinar todas las posibles derivaciones de las variables de cada movimiento. Así es la vida, según la visión de algunos, pero en esa visión cuadriculada como un tablero queda poco espacio para la magia. Por eso no es gratuita la aparición del fotograma de la película "F for fake", de 1975, antes de la primera línea de la novela, y una alusión a la grabación de esa escena, en la que aparece un mago sobre un lienzo blanco, al final de la obra. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El azar, la previsión del futuro, el lastre del pasado y la imposibilidad de cambiar las decisiones tomadas, como tampoco se pueden cambiar las malas jugadas, son los hilos con los que se teje esta gran novela.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><u><b>Algunos subrayados </b></u></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Viste con una sobriedad que es más producto de la indolencia que de la vanidad (p. 10).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">tan tranquilo como si conociera el futuro (p. 14).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Americanos, ahora había americanos por todo Europa, desde el final de la guerra, paseando por las ciudades y exhibiendo un insoportable orgullo (p. 24).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">un jugador inteligente sabe cuándo es inevitable, y lo inevitable no tiene ya ninguna belleza. No hay arte en la acción, que es apenas un trámite, el arte, el genio, está en la disposición de las posibilidades, en la proyección de las alternativas. El ajedrez es esta permanente condensación del pasado y del futuro en un solo momento. Cada partida es una cápsula de tiempo (p. 27).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Si ha dedicado su vida al ajedrez es precisamente porque le brinda esa sensación de seguridad que implica tener el control sobre las piezas, sobre su posición y sus posibilidades. El control sobre lo que pasa, pero también sobre lo que puede pasar. De algún modo, el ajedrez hace suponer que uno puede preverlo todo, planearlo, controlarlo todo, y es así como niega no solo el azar, sino también la emoción y la duda. Es el imperio de la razón y del cálculo. Aunque, en el fondo, de un modo mucho más sutil, es también el imperio de la superstición (p. 43).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">A veces pienso que la supervivencia no significa nada, también sobreviven las vacas marinas (p. 72).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Se trata de estar siempre un par de jugadas por delante del rival, de adelantarse y de usar esa ventaja para ganar, como un viajero del tiempo que mira con condescendencia a los habitantes del pasado, ignorantes de su destino (p. 79).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">ser joven es sobre todo estar preocupado por una clasificación constante de sí mismo y de los otros. Los significacods de las cosas no importan más que por su probable clasificación. Clasificar, ordenar y ubicarse en esos conjuntos arbitrarios constituye la principal preocupación de la juventud. Ser adulto es abandonar esa pretensión (p. 98).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Siempre ha considerado una victoria secreta que los demás propongan lo que él efectivamente espera (p. 101).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Tal vez todos los juegos estén diseñados para enseñarnos a enfrentar la derrota (p. 102). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">para ti, el mundo era como un lienzo en blanco, mientras yo he querido siempre que sea como un tablero (p. 106).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">su búsqueda de un código secreto no era más que la negación desesperada del azar (p. 116).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Jugar ajedrez es controlar, por un momento, el caos que está en su núcleo (p. 117). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Diemer vs. Trommsdorf<br />Mauricio Montenegro<br />Editorial Planeta<br />Bogotá, 2021<br />118 páginas</span></div><p><br /></p>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-48022555384065773422023-12-18T17:11:00.003-05:002024-01-11T11:41:53.059-05:00Asombro, de Tomás González<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbXDQWDJuqnyxaO8vc6JnsVCASqSSKiZd-KEt4hfvAtB5adLXe-hkgkYI8McRDiGGcnH-UZsS-__AQsH5BmQqyW__xUVwkOXNQvhn597vD-pE8L0TAVO32iOZH8SNqLPlUq4K8b56JChoJnblYlFhi8bKiO-_wG4YG4BeXVAiZCtxUCgHtvmMOj2aiTTc/s425/Asombro.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="425" data-original-width="244" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbXDQWDJuqnyxaO8vc6JnsVCASqSSKiZd-KEt4hfvAtB5adLXe-hkgkYI8McRDiGGcnH-UZsS-__AQsH5BmQqyW__xUVwkOXNQvhn597vD-pE8L0TAVO32iOZH8SNqLPlUq4K8b56JChoJnblYlFhi8bKiO-_wG4YG4BeXVAiZCtxUCgHtvmMOj2aiTTc/s320/Asombro.jpg" width="184" /></a></div>No sé por qué no leí este libro antes. Desde hace más de una década leo los libros de Tomás González tan pronto como salen, porque son regalos de la vida que quiero disfrutar tan rápido como se pueda. Asombro se me pasó, quizás porque, como no es una novela ni un libro de cuentos, tuvo menor registro en la prensa y no supe de su existencia. Lo descubrí hasta que hace poco, curioseando estantes de Leo Libros, y me alegré como quien encuentra la última lámina que le falta al álbum.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Leer a Tomás González es un placer, pero este volumen es un placer particularmente delicioso para quienes además de leer escribimos, porque en este libro el autor reflexiona sobre por qué escribe y cómo escribe: lo que le interesa de la escritura (el caos) y el rol de la poesía en la narrativa. Además, como suele ocurrir con sus obras, las digresiones poéticas las salpimienta con un humor que arranca carcajadas sonoras.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWxBITZdQKpN1FoevhZlzVWonMxsm3Af8QExjeNFGoC3L43VNCoibeNCl179PjumuFx4EilOxqAmyaVHdPLeKlYF_gGqiyhsHvkb9TYedNgDoZNPy-X7A4gYRVSOy1SlILVNcsvud5m4nNLgnjvo1xUv5Ez1q5aK4ibmIHkUDBPytDrK42k8qOMyGOM8Q/s870/Tom%C3%A1s%20Gonz%C3%A1lez.png" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="590" data-original-width="870" height="217" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWxBITZdQKpN1FoevhZlzVWonMxsm3Af8QExjeNFGoC3L43VNCoibeNCl179PjumuFx4EilOxqAmyaVHdPLeKlYF_gGqiyhsHvkb9TYedNgDoZNPy-X7A4gYRVSOy1SlILVNcsvud5m4nNLgnjvo1xUv5Ez1q5aK4ibmIHkUDBPytDrK42k8qOMyGOM8Q/s320/Tom%C3%A1s%20Gonz%C3%A1lez.png" width="320" /></a></div>Asombro es un conjunto de textos breves divididos en tres grandes bloques: "Ideas", "Vida" y "Libros. En "Ideas" Tomás González filosofa sobre la relación con la naturaleza, los premios literarios, el asombro, la belleza y la muerte, entre otros asuntos, pero lo hace sin pesadez ni tono erudito. Al contrario, sus ideas se presentan de manera cristalina, como las reflexiones de un hombre que ya ha vivido y leído bastante y sabe que la sencillez es una virtud de la vida y de la prosa difícil de lograr. En "Vida" cuenta anécdotas personales, historias de su matrimonio, sus amigos, sus viajes, la muerte de sus hermanos y la infancia, en un tono ameno y a la vez profundo, con la familia como eje articulador de las historias personales. "Libros", la tercera parte, es una compilación de lo que ha dicho en distintas entrevistas sobre cada uno de los libros publicados: sobre cómo los escribió y qué deseaba explorar o aprender con cada uno.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Asombro es, en suma, un libro generoso, pero además un libro imprescindible para los lectores del gran Tomás González.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><b><u>Algunos subrayados (muchos)</u></b></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Los seres humanos, únicos sobre el planeta dotados de inteligencia, gracias a nuestro valor, esfuerzo, disciplina e ingenio, nos las hemos arreglado para quedar flotando, medio asfixiados, en la masa revuelta de nuestros propios desperdicios. Pero todos, curiosamente, conservamos la firme creencia de que somos la imagen de Dios y los reyes de la creación. Y es esa noción, o estructura mental, producto y causa del desarrollo descontrolado de la ciencia y de la técnica, la que ha disparado el tiempo y lo ha hecho irse de bruces, derrumbarse hacia adelante (p. 12). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">el empobrecimiento de la literatura que se produce cuando cada escritor trabaja con la intención, a veces inconsciente, de que su novela pueda llegar a ser película (p. 14).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Por fortuna la muerte es apenas provisional y dura poco (p. 18). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Para mí es esencial, entonces, que en la narración sea constante la presencia del caos (p. 20).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">no hay experiencia alguna, sea individual o colectiva, que no se viva en la intimidad (p. 22). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En tantos libros de poemas los escasos momentos de intimidad que tiene el poeta Borges bastan para hacernos saber que el hombre que los escribió era capaz de sentir con toda la fuerza y expresar aquello que está clavado demasiado hondo en el corazón. En mi opinión son esos momentos de intimidad los que hacen de él un poeta (p. 25).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Me interesa, como a todo el mundo, la Historia con mayúscula, y sé bien que nos movemos en ella, pero también sé que por grandes que sean los hechos, solo se viven en el corazón propio. La intimidad en primer plano, y la Historia en el trasfondo (p. 26). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">cualquier representación de la muerte es solo manifestación de vida (p. 27). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Creo que las obras literarias están siempre formadas por memorias, es decir, por ecos de hechos. Esto sin excepción. Incluso en aquellas que se habla de marcianos (p. 28). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">a los seres humanos nos es posible elaborar, pero no inventar. Creo que solo la naturaleza, o Dios, puede inventar; y que a nosotros nos corresponde trabajar sobre lo ya inventado y recrearlo, reinventarlo. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Es decir, recordarlo (p. 29). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">¿Para qué, entonces, vinimos a este mundo?</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Vinimos a admirarlo, digo yo (p. 31).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Las fechas crean la ilusión de que uno entiende el mundo y sus acontecimientos, pero son solamente eso: elementos, no inútiles del todo, no, pero casi, de la fantasmagoría que es la realidad (p. 39). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Tengo problemas con el concepto de trama para las novelas. Me parece que la obligación de que tengan trama las convierte en productos artificales, que no reflejan la manera como está constituida la realidad (p. 51). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">para mí la narrativa debe estar cargada de poesía, pues sin ella el texto se hace plano, pierde vida (p. 53).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Lo que sí es para mí cuestión de principios es tratar de decir tanto como sea posible con las palabras, con las frases (p. 53). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Al escribir trato de quitarme el miedo de meter la pata, de equivocarme, de escribir barrabasadas (p. 55). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">No existe historia que no se pueda contar bien en ciento cincuenta páginas. Tal vez el truco consista en gozar con las digresiones sin dejar que se pierda el hilo principal. También ayudarían las historias o tramas secundarias... Claro que de esa forma se diluye la contundencia... En fin, ya se verá. En cuento, sin embargo, sigo trabajando con historias más bien largas, que se me dan mejor que las cortas, creo yo, y en las que se gana o pierde por puntos, y no por nocaut, para usar la comparación de Cortázar (p. 56). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La verdad es que no sé muy bien por qué escribo (p. 58).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La literatura nos hace ver el mundo en todo su horror y toda su belleza, es decir, nos produce ese entusiasmo estético (p. 58). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Voy a cumplir sesenta y cinco años, y a esta edad ya casi nada se siente como obligatorio o imprescindible. Ya casi todo es paisaje (p. 60). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Hay que abolir los premios literarios (p. 63)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Los jurados son, por definición, personas que consideran que el trabajo literario de muchos escritores muy distintos unos de otros pueden, no solamente compararse cualitativamente, sino ponerse a correr como caballos (p. 65). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Si alguien vive en un apartamento, digamos en Manizales, podría creerse separado de la naturaleza, lo cual sería un error, a mi modo de ver (p. 77). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Me gustaría mucho que solo se extinguieran los humanos rapaces pero es más probable que se extinga la especie completa, y eso tal vez sea lo mejor para la naturaleza como totalidad (p. 79).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Todos los himnos nacionales de todos los países deberían ir a la basura. Nada que incite al nacionalismo deberá ser condonado, y menos en los colegios y las escuelas, que es de donde sale la carne de cañón para las guerras (p. 83). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">(sobre la mamá) ella rea una señora de buena familia de Manizales y nadie hubiera pensado que le gustaba el jefe (Daniel Santos). (p. 99).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Por esos días estuve a punto de que me gustara la salsa (p. 100). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Una de esas personas de quienes el poeta dice que, como a los caracoles, su caparazón resistente les da mucha capacidad de ternura (p. 112). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">siempre utilizamos vivencias propias o ajenas para escribir (p. 123).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El escritor toma la materia que ya está inventada o creada, y hace "edición", que consiste en utilizar la historia casi tal cual le llegó (como hice en <i>Primero estaba el mar) </i>o extrapolar situaciones de aquí y de allá, personajes de un lado y de otro, y recomponer o interpretar la realidad según su sensibilidad (p. 123). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En general, las personas que me sirven de punto de partida para los personajes entienden bien la diferencia entre ellas y los personajes, y saben que estos se sostienen solos, sin necesidad de que se los relacione con personas reales, se sostienen solas sin que tengan que ser "plasmadas" en cuentos o novelas. Nunca me he sentido obligado a serles fiel a las personas reales, y en el momento de crear al personaje me siento en libertad de hacer lo que quiera. Lo importante para mí es que tenga coherencia interna y esté vivo (p. 131). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Todo esto de las artes y las artesanías no es más que un juego. Un juego muy complejo y serio, como el de los niños (p. 135). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El narcotráfico lo toqué en un cuento, "Las palmas del <i>ghetto"</i>, y es muy probable que en algún momento vuelva a escribir sobre eso (p. 143). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">También recuerdo la novela <i>Carretera al mar, </i>del caldense Tulio Bayer, que me impresionó mucho (p. 144). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Me interesaba en igual medida intentar entender la visión de la vida que se podría alcanzar desde la vejez avanzada (p. 149). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El intento de plasmar el caos para así vencerlo se da en este y en todos mis libros. Que ese es el eje de mi narrativa se me ha hecho claro ahora, cuando alcanzo ya a tener una visión amplia del conjunto de mi trabajo (p. 150). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Un porcentaje altísimo de la literatura universal gira alrededor de este asunto del amor. Hay excelentes novelas, gran literatura, que se construyeron en su totalidad sobre las preguntas: ¿se casan?, ¿no se casan? Un porcentaje altísimo de la música que hemos producido los humanos está inspirada por el asunto. Todos los boleros. La mayoría de los tangos. La mayoría de las rancheras. Casi toda la poesía. El poder del amor para generar imágenes es inmenso, asombroso y bastante absurdo (p. 155). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">es bueno saber estar solo. Sin pareja, quiero decir, porque solos nunca estamos. En el peor de los casos, como bien decía un poeta de aquellos que tienen humor, estamos con Dios (p. 157). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La convicción de que la vida, mi vida, solamente por haberme dejado ver la belleza de lo que es bello y también de lo terrible, ya ha valido la pena (p. 161). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La expresión "descansó en paz" es exacta. Este asunto de vivir va cansando, y en ese sentido morirse es bueno. Lo que preocupa es que el cuerpo, el organismo, al no entender esas razones, podría dar una pelea dolorosa, larga y perdida en la crisis final. La muerte asusta, aunque en muchos sentidos sea una liberación (p. 162). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Los triunfos no duran para siempre y todo termina por deshacerse (p. 163).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La derrota está en aquello que muere antes de alcanzar su forma plena, no en lo que muere después de hacerlo (p. 163). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">He leído cuentos tan bien logrados que al final he sentido ganas de aplaudir. Con los de Rulfo me pasó así. Con los de Cortázar. Con los de Truman Capote. Aplaudí de hecho cuando leí <i>Dilema doméstico</i> de Carson McCullers (p. 167). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La diferencia entre un relato y una novela es parecida a la que hay entre trabajar al óleo y hacerlo con acuarelas. Idealmente se trabaja rápido y se retoca poco, pero lo cierto es que en algunos se trabaja muy, muy despacio y se retoca mucho, de modo que <i>parezcan</i> escritos al vuelo y sin retoques (p. 167). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Reunir todos mis relatos en <i>La espinosa belleza del mundo</i> fue como si al fin se hubieran juntado partes dispersas y pudiera ver mejor el conjunto de mi trabajo de varias décadas. Su coherencia. (p. 169). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">esta filosofía en mi escritura está en el convencimiento de que cada frase debe contener la totalidad y en cada una debe apoyarse el peso completo de la narración toda. El centro de gravedad se traslada de frase en frase (p. 172).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Los seres humanos somos animales de grupo, y el más importante de los grupos, el esencial, es la familia (p. 175). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br />Asombro<br />Tomás González<br />Seix Barral<br />Bogotá, 2021<br />182 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-83824838403819131242023-12-18T12:29:00.002-05:002023-12-18T12:29:29.592-05:00El terror de Sexto B, de Yolanda Reyes<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9kURHQF83jkGPHs1iCrjKCDkT7v0T5-0J96X8k7ghvKX4MrYMSdCyyIcegDXLGiIN9DHNoH-8EglT1vdl2-I53sdZkvC_St5rSrYcWfgISbfwCZX3csoFqhkFTDbsMV4uGdziQsaPG2ZfokzueMRMaiogELWXM3MOhSEEaVPBIE9cVS1Vio0r2aP8eu8/s275/El%20terror%20de%20Secto%20B.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="275" data-original-width="183" height="275" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9kURHQF83jkGPHs1iCrjKCDkT7v0T5-0J96X8k7ghvKX4MrYMSdCyyIcegDXLGiIN9DHNoH-8EglT1vdl2-I53sdZkvC_St5rSrYcWfgISbfwCZX3csoFqhkFTDbsMV4uGdziQsaPG2ZfokzueMRMaiogELWXM3MOhSEEaVPBIE9cVS1Vio0r2aP8eu8/s1600/El%20terror%20de%20Secto%20B.jpg" width="183" /></a></div>Tengo una hija de 11 años que en un mes empieza bachillerato y entrará a Sexto B. Es una casualidad muy afortunada que esta convivencia familiar con una niña de Sexto B haya coincidido con la lectura de este libro de cuentos, porque mi experiencia cotidiana de mamá, más que la de lectora, me permite entender por qué "El terror de Sexto B" es un libro que sigue reeditándose para ser leído por chicos y chicas de la edad de mi hija, aunque fue publicado originalmente hace casi 30 años: es un libro que aborda los temas que les inquietan a los preadolescentes como ella, y lo hace con humor, desparpajo y claridad.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">"El terror de Sexto B" es uno de los siete cuentos que conforman este volumen. Cuentos que ocurren en el colegio, en la casa, entre los amigos o en relaciones familiares, que son los entornos habituales de niños que ya no son tan niños, pero tampoco son lo suficientemente grandes como para salir de rumba con los amigos. Esa lapso de vida entre los 9 y los 13 años es la edad que aborda este libro: el intermedio que lleva a sentir que no pertenecen a un lugar específico, o que son demasiado grandes o demasiado chicos para estar cómodos en la mayoría de los espacios. Por eso la dicha inigualable que sienten al compartir con los compañeros de colegio que tienen su misma edad. <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgy3dbOvfMLQQseq0cjgOZ7ngFIx8N18f8-qEeTntmaYZ1yduIo27SzHn4eoPiBRKGvcfiTSUuZnhX8iVcBSh3N8mvXOhF4NgMBhRP7S3sgJY-zWrdiVbyDUKKOltZ5ebmA6icKMVRudnWxNGZWJ2wV5SeFr4tTrDKvbFZj-bQSDrFvw9aBNln20qke4Co/s640/Yolanda%20Reyes.jpeg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="428" data-original-width="640" height="214" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgy3dbOvfMLQQseq0cjgOZ7ngFIx8N18f8-qEeTntmaYZ1yduIo27SzHn4eoPiBRKGvcfiTSUuZnhX8iVcBSh3N8mvXOhF4NgMBhRP7S3sgJY-zWrdiVbyDUKKOltZ5ebmA6icKMVRudnWxNGZWJ2wV5SeFr4tTrDKvbFZj-bQSDrFvw9aBNln20qke4Co/s320/Yolanda%20Reyes.jpeg" width="320" /></a></div></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Los deportes, el colegio, los recreos, las bromas de los compañeros, los profesores, el primer amor, las cosas prohibidas y las tareas son algunos de los elementos que aparecen en estos cuentos, que no pierden vigencia porque quizás no están anclados a un lugar geográfico específico y porque aunque fueron escritos antes de la invasión de las pantallas, captan bien esa necesidad propia de esta edad, de empezar a buscar espacios de privacidad. Sin embargo, lo más valioso de esta obra es quizás la capacidad que tiene Yolanda Reyes para hablar en un lenguaje sencillo y a la vez cuidado, en el que las voces narradoras son cómplices de los ojos juveniles que las leen y en donde se le da importancia y valor a los problemas, preocupaciones y angustas de chicos que muchas veces sienten que por ser pequeños no encuentran adultos que sepan dimensionar el tamaño de sus miedos.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El terror de Sexto B<br />Yolanda Reyes<br />Editorial Santillana<br />2023 (primera edición 1995)<br />Bogotá<br />88 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-61792206220143978982023-12-02T12:31:00.004-05:002023-12-02T12:31:44.563-05:00Autorretrato en el jardín, de Juliana Muñoz Toro<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-oN69_lFrSz5ybG9uzA3EzERvmwJsQKSUdyvUhTQ2GYrdXkWx2lqsBAa2tlW_iM5kfJ9GOSkG6ycAUQJzaC29j9Udi7zp0Sj9wqDA2252basVSeu41ydt_eqyAFrqbafW8gv8AwAy5ORzcGWdOnMeQfkG1jSiDsuzSatUUh179FJ9jcFAckgE_OJyxSI/s374/portada_autorretrato-en-el-jardin_juliana-munoz-toro_202305041947.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="374" data-original-width="250" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-oN69_lFrSz5ybG9uzA3EzERvmwJsQKSUdyvUhTQ2GYrdXkWx2lqsBAa2tlW_iM5kfJ9GOSkG6ycAUQJzaC29j9Udi7zp0Sj9wqDA2252basVSeu41ydt_eqyAFrqbafW8gv8AwAy5ORzcGWdOnMeQfkG1jSiDsuzSatUUh179FJ9jcFAckgE_OJyxSI/s320/portada_autorretrato-en-el-jardin_juliana-munoz-toro_202305041947.jpg" width="214" /></a></div>La portada de "Autorretrato de un jardín" es la fotografía de un bordado en el que aparecen un hombre y una mujer desnudos, como en el Edén. Él cabalga sobre un pájaro de pico largo y hay una gran flor roja y naranja sobre la que se posa una mariposa. El bordado es detallado, minucioso, pulido. Mezcla distintas puntadas, colores y elementos, en un cuadro que resulta delicado y bello. Es un bordado elaborado por Juliana Muñoz Toro, la escritora de este libro.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Ese bordado de la portada coincide con lo que hay al interior del libro: una mezcla de distintos textos, temas y asuntos, que tienen como hilo conductor el interés por el cultivo de los jardines. Es un texto tejido con delicadeza, maestría y lentitud, así como los jardines requieren de paciencia para que puedan emerger en su orden indomable.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibl54pIiBh4_NRxRCIUFRCPWypk8_pwAVX50esLIt-eOfUK1NQSOdyMjmdMMi7lV8X-ca6RF1H6bafcXeDhXEX7Lo9txCKBQUMPHBohtmbw8Hae28VJZ-HEF56VunzZj2XQ0D0i2CYOkACcy1LICmKDtH5hOrb_H7kSNguQ1wIaCfYLqZErdrocG881jU/s225/Juliana.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="225" data-original-width="225" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibl54pIiBh4_NRxRCIUFRCPWypk8_pwAVX50esLIt-eOfUK1NQSOdyMjmdMMi7lV8X-ca6RF1H6bafcXeDhXEX7Lo9txCKBQUMPHBohtmbw8Hae28VJZ-HEF56VunzZj2XQ0D0i2CYOkACcy1LICmKDtH5hOrb_H7kSNguQ1wIaCfYLqZErdrocG881jU/s1600/Juliana.jpg" width="225" /></a></div><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Autorretrato en el jardín es un libro dividido en seis partes, aunque la primera y la última son cortas. Las cuatro partes centrales reunen textos breves (algunos de menos de una página, otros de 3 o 4) en los que la autora pasea al lector por Virgina Woolf, Emily Dickinson, el jardín del Edén, los jardines japoneses, el jardín botánico de Brooklyn, los textos que distintos autores han escrito sobre el oficio de la jardinería, los jardines de su infancia y las matas que cultiva Oliverio, su esposo, mientras ella teje y escribe. Tejer, escribir y cultivar exigen paciencia y el mismo interés por el detalle, aunque quien hace bien alguna de estas actividades puede tener nulo talento para las otras.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Un jardín invita a la contemplación, a saltar la mirada de una flor a un árbol, de una enredadera a una mariposa fugaz. Esa es la estructura que propone este libro: leerlo a pedacitos, contemplarlo, detenerse en algún momento de deleite y dejarse llevar por la brisa de la tarde. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><b><u>Algunos subrayados</u><br /></b><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El jardín es un paraíso en síntesis. Es la idea del origen del mundo y la del final del mismo. Allá queremos llegar cuando esto haya terminado (p. 20).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El día en que no cambie (un jardín) es porque está muerto o el día en que uno no quiera cambiarlo es porque uno es el muerto (p. 20).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Se recuerda a sí misma que lo hermoso se desvanece y que en esa partida no es necesario el dolor, siempre regresa la primavera (p. 35). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Tengo el corazón de mi madre, no soy ella, y aunque sienta sus penas no es necesario cargarlas (p. 60).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">(De Clea Danaan) Una semilla es el epítome de la esperanza (...) usamos semillas como oraciones, pequeñas promesas de lo que está por venir (p. 77).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">(De Santiago Beruete) para que un jardín sea más bello, sublime, debe provocar estremecimiento (p. 87).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Quien ama quiere todos los caminos con el ser amado. Al final, para no perderse en este laberinto de posibilidades, el que ama o el que crea debe escoger un destino y el resto, imaginarlo (p. 90). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Los que se aman se buscan y cuando se encuentran comienzan a despedirse (p. 98).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">No hay una academia que le enseñe a un hombre o a una mujer a escuchar a las plantas. Hay que tener un oído para el silencio (p. 103).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Durante el año, el jardinero se dará cuenta de que una cosa es la que quiere y otra la que logrará hacer. El jardín es más veloz que él (p. 113).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El jardinero vive en el futuro, espera que el tiempo le traiga algo aparte de rosas... Habrá que esperar otro año (p. 113).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Cuando un hombre se ha cansado de luchar, querrá ser el jardinero de un solo jardín. (p. 122).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Un jardinero necesita tierra y una semilla para reconstruir el mundo. Incluso a sí mismo (p. 126). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Sabremos que hemos conquistado el espacio cuando haya crecido el primer jardín, allá, en algún otro lugar (p. 128). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Si el amor es la capacidad de cuidar a alguien, lo que he hecho es trasladar mi capacidad de amor y cuidado hacia las matas. Y ellas responden a ese amor (p. 131).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">(de May Sarton) la jardinería es uno de los goces tardíos, ya que la juventud es demasiado impaciente y está demasiado absorta en sí misma y, por lo general, carece del suficiente anhelo de arraigo como para crear un jardín (p. 136).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De ahí que algunos prefiramos cuidar suculentas y cactus, grandes sobrevivientes de sequías. Son plantas para distraídos, o para enamorados, que es lo mismo (p. 138).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">la única pregunta debería ser: ¿quién regará mis matas cuando me vaya? Y no preocuparse más (p. 139)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La belleza es promesa de felicidad (p. 145). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Autorretrato en el jardín<br />Juliana Muñoz Toro<br />Tusquets Editores<br />Bogotá, junio de 2023<br />200 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-88897214401072578262023-12-02T12:01:00.003-05:002023-12-02T12:01:52.674-05:00El oráculo térmico, de María Antonia León<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5ai4Wk_z4khZTqnVE4nyV9RkDez3Ih3ne_8Y1WYhH5uzIBy76SP4tZdM6W628FqR0oArmr2jOPJsmP5Z28XFUlOeBtaLGWZbATZko7T6Lf8FojQjcGTyoOdAjIvKTVip5uA7NQBTxrcqQypBIFXlVi5c2jOKD00KfIjhfZ9Pf4DUT4xBF4Doj10nbieM/s425/portada_el-oraculo-termico__202303022234.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="425" data-original-width="243" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5ai4Wk_z4khZTqnVE4nyV9RkDez3Ih3ne_8Y1WYhH5uzIBy76SP4tZdM6W628FqR0oArmr2jOPJsmP5Z28XFUlOeBtaLGWZbATZko7T6Lf8FojQjcGTyoOdAjIvKTVip5uA7NQBTxrcqQypBIFXlVi5c2jOKD00KfIjhfZ9Pf4DUT4xBF4Doj10nbieM/s320/portada_el-oraculo-termico__202303022234.jpg" width="183" /></a></div>Amanda es la menor de tres hermanos. Tomás le lleva 7 años y Teresa 6. Crecieron en una finca cafetera cerca de Chinchiná, con una padre silencioso, dedicado al campo, y una madre con artritis que habla así: </span></div><div style="text-align: left;"><div><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">Mamá, ¿usted es feliz? </span><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">le dije una vez.</span></div><div><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">Mija, es mejor que no pregunte</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">La vida en la finca es la vida del pasado. El presente es noviembre de 1985. Amanda está embarazada, no quiere ser mamá pero no puede abortar. Huye y su huída coincide con la tragedia que se conoce como la avalancha de Armero, cuyo nombre recuerda a las más de 20.000 personas que murieron en ese municipio del Tolima, luego del deshielo del Volcán Nevado del Ruiz, pero deja en el olvido a las 3.000 que fallecieron en Caldas, principalmente en Chinchiná y Villamaría.</span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXHh4lqkRfT1d5IOmAStriZ1zVCQxtVDkv1EHA4Pet98jBExq1Oy-TkkG19W6No8vpnXUQyfIogYx1ZKORZl0Djoh_BmaSwe_c5Gjwig9cMMBMkKamxj6dzYaRO4LMPf_KtdPB9Qj82GHsmxh1je4gRZbGZMP3KrUFFQ1wjKUTsy6ihNGqmEXXt9-fT6c/s800/maria-antonia-leon-800.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="800" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXHh4lqkRfT1d5IOmAStriZ1zVCQxtVDkv1EHA4Pet98jBExq1Oy-TkkG19W6No8vpnXUQyfIogYx1ZKORZl0Djoh_BmaSwe_c5Gjwig9cMMBMkKamxj6dzYaRO4LMPf_KtdPB9Qj82GHsmxh1je4gRZbGZMP3KrUFFQ1wjKUTsy6ihNGqmEXXt9-fT6c/s320/maria-antonia-leon-800.jpg" width="320" /></a></div><span style="font-family: verdana;">Esa avalancha de lodo que arrasó con todo es el contexto histórico en el que se desarrolla esta novela en la que la autora cuida cada línea y cada palabra, para narrar la vida de Amanda, a quien la maternidad no deseada le representa también una avalancha que arrasa con todo. A partir de frases muy cortas, con hondo sentido poético, y de capítulos breves que saltan en el tiempo, entre el pasado y el presente, María Antonia León (Manizales, 1985) presenta un retrato sobre la violencia contra las mujeres en la zona cafetera colombiana: hay violencia intrafamiliar, violencia sexual, un machismo feroz, una concepción de la maternidad como una obligación y el embarazo extramatrimonial como una verguenza. Esta visión de mundo, tan hostil y tan opresiva para las mujeres, crece silvestre y libre en medio de montañas verdes y hermosas, llenas de palos de café, con la bendición de la religión católica, que perpetúa un estado de cosas insostenible que se define con el nombre de "tradición".<br /></span></div></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><b><u>Algunos subrayados</u></b><br /><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El burbujeo secreto de mis senos que, antes de este momento, solo se lo bebió un hombre (p. 21).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Cuando entro al baño me encuentro con un placer desconocido: el de un cuerpo solo (p. 22).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">No puedo vivir de esta manera; tengo que buscar una vida que esté a la altura de mi desesperación (p. 24). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">¿Maternar?, no quiero llegar a ese nivel de intimidad con la vida: el seno abierto como un volcán activo. No quiero vivir suavemente y con dureza en el interior (p. 25). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Habría querido vivir en un contexto donde abortar fuera un acto sencillo, aceptado. Un acto para abrazarnos diferente con la vida (p. 26).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">No nacer, eso sí es un privilegio: el alma flotante ante las florescencias del universo y los universos hermanos, los universos padres (p. 26). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Lactar es otra forma del llanto (p. 42).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">A veces solo recuerdo el daño que hice y no el daño que me hicieron (p. 65).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La ternura es el único elemento capaz de hacer tolerable el tictac de una marcha fúnebre (p. 65). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">No puedo confiar en las palabras de un hombre que ya no me ama (p. 69). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El dolor no se cura, se controlan sus estadios (p. 75). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">Mamá, ¿usted es feliz? </span><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">le dije una vez.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">Mija, es mejor que no pregunte (p. 111).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Mi papá me dijo una vez que las personas se suicidan cuando están cansadas de una misma situación (p. 131).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Lo repetí una vez más, con la música dulce de alguien a quien todavía peinaban de dos colitas, y una tercera vez, hasta que él se le quitó de encima y deó a Teresa hundida en el rebrujo de tierra; la combinación como una sábana que queda arrugada después de un sueño travieso y mi hermano arrodillado, a horcajadas sobre ella, mostrando los dientes rojos.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">-Tragate esos ojos -me dijo.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Entonces salí corriendo para no verlos más. Corrí a través de los cafetales con los ojos casi cerrados, arrinconados en una nueva soledad (p. 136). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Quizá ni Chinchiná existe, me gustaría que no existiera para no tener que volver (p. 138). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Las rodillas son la parte más fea del cuerpo, por eso podían mostrarse. Aun así mi hermana se las tapaba porque nadie debía vernos nada.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Porque éramos sagradas, perfectas y puras, como el café (p. 147). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El oráculo térmico</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">María Antonia León<br />Editorial Seix Barral<br />Bogotá, abril de 2023<br />148 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-26648725881726387452023-11-26T15:11:00.005-05:002023-12-13T14:10:44.723-05:00Cassiani, de Octavio Escobar Giraldo<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggL73OnE6C53IluYblzSCxgaWSkzSpQdhg4AhQ60QgWE4FdP-GJwLifLn1B5UmdnLfHy8VanFLYRRbB6_sb8eXLNyM6cViyWTPSWXA9mUbJVD01-HV9j9RQlczTGW7At03WofZP5LuebybW1GunvJOJkuP5xT9yo652XvYEdKW1Hw_fYlvWHCEuv0QNQo/s425/portada_cassiani_octavio-escobar-giraldo_202309042242.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="425" data-original-width="246" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggL73OnE6C53IluYblzSCxgaWSkzSpQdhg4AhQ60QgWE4FdP-GJwLifLn1B5UmdnLfHy8VanFLYRRbB6_sb8eXLNyM6cViyWTPSWXA9mUbJVD01-HV9j9RQlczTGW7At03WofZP5LuebybW1GunvJOJkuP5xT9yo652XvYEdKW1Hw_fYlvWHCEuv0QNQo/s320/portada_cassiani_octavio-escobar-giraldo_202309042242.jpg" width="185" /></a></div>La portada de Cassiani muestra a una mujer negra con el pelo afro muy alborotado. La imagen aparece pixelada, con puntos como los que usaba el artista estadounidense Roy Lichenstein, icono del arte pop del siglo XX y pintor a gran escala de cómic. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br />La referencia a Lichentein en la portada no es gratuita: Cassiani es una novela que se lee como un cómic. Es un texto visual, lleno de acción y aventuras, en el que los personajes huyen todo el tiempo, escapan por catacumbas y túneles, sobreviven a ataques violentos y enfrentan desafíos, algunos más mundanos que otros.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br />La historia ocurre en una Bogotá dividida. "Estábamos en el cuarto año de la Esponsión. Después de las sucesivas oleadas del Virus, así, con mayúscula" (p. 13), se advierte al comienzo de la novela. La Esponsión es un referente histórico sobre una paz pactada en Manizales en la segunda mitad del siglo XIX entre las tropas liberales de Mosquera, y los ejércitos conservadores de Antioquia. Orlando Sierra, el subdirector de La Patria asesinado en 2002, decía que el gobierno debía pactar una Esponsión con las Farc y Octavio Escobar, quien dedica el libro a Sierra y a otros dos letraheridos caldenses, retoma esa idea de la Esponsión en un ambiente distópico.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7f-hYCKJCLVFuLK1f_ZzHe4E63Ol_4eBknAcMxHmZ4bMEiHz5R9Yft28sbka6PazWoK7nd8Tb8iMaeeaSbBqh_Ylc8aB7igyS10AkGNiC1_RV-7T8ggVT1YdfdPnBcdVF89736YNvQsEPebb52DuGG_71ONx6x7nUZmUr1KRkk7ZT9CM_h_aBW16leTI/s374/Octavio_Escobar_Giraldo.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="374" data-original-width="324" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7f-hYCKJCLVFuLK1f_ZzHe4E63Ol_4eBknAcMxHmZ4bMEiHz5R9Yft28sbka6PazWoK7nd8Tb8iMaeeaSbBqh_Ylc8aB7igyS10AkGNiC1_RV-7T8ggVT1YdfdPnBcdVF89736YNvQsEPebb52DuGG_71ONx6x7nUZmUr1KRkk7ZT9CM_h_aBW16leTI/s320/Octavio_Escobar_Giraldo.jpg" width="277" /></a></div><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Cassiani presenta una Bogotá fracturada en dos a partir de la Calle 72. Al norte están los Conciliares, con sede en el Seminario Mayor de la calle 94 con Séptima, y al sur mandan los Bibliotequeros, con sede en la Biblioteca Nacional. Cassiani y Kike comienzan su odisea luego del asesinato de su amigo Rosero. Cassiani, una mujer exhuberante, fuerte, decidida, arrastra al pusilánime Kike hacia un pasadizo secreto al que se accede desde el túnel que cruza la Séptima para llegar a la Universidad Javeriana, en la calle 42. Este acto de hundirse en el interior de la ciudad es a la vez una escena de acción y una metáfora política: Octavio Escobar presenta una ciudad destruida en la que facciones con ideas contrarias combaten a diario y a muerte para conquistar unos pocos metros.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br />La novela ocurre además en el marco de una pandemia y el hecho no es casual. El texto no menciona la palabra Cóvid pero aparecen vacunas, contagios y muerte. De hecho Octavio Escobar la escribió durante el confinamiento mundial decretado a partir de marzo de 2020, por la pandemia de Covid-19, y aunque durante ese año y 2021 surgieron numerosos textos al estilo de diarios del encierro, memorias y testimonios, esta novela es fruto de la pandemia desde un lugar distinto: no es el tema sino la estética narrativa la que permite sentir el ahogo, el encierro y la necesidad de huir, y por eso Cassiani es quizás una de las primeras novelas verdaderamente pandémicas, resultado del confinamiento. <br /><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Cassiani puede desconcertar a los lectores habituales de Octavio Escobar Giraldo porque se trata de una novela que a primera vista luce muy distante de las anteriores: es una distopía que ocurre en un futuro indeterminado. Es ciencia ficción con una narración cercana al cómic y con personajes imposibles, como las niñas sepia, que se camuflan en las paredes. No obstante, después de la sorpresa inicial, una lectura más reposada permite encontrar en Cassiani elementos comunes a otras obras de Escobar Giraldo: la descripción tan visual, el manejo de los diálogos, las referencias literarias (en este caso a Lovecraft, Proust, León Felipe y Jaime Jaramillo Escobar), la protagonista femenina fuerte, la muerte como motor de la historia y la construcción de la narración al estilo de una "road movie", que en este caso no alcanza a salir de Bogotá, pero se trata de una ciudad tan enorme y tan fascinantemente descrita, que al final de leer uno siente haber realizado un viaje a una ciudad desconocida.<br /><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Cassiani<br />Octavio Escobar Giraldo<br />Seix Barral<br />Bogotá, octubre de 2023<br />192 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-72412889776578803442023-11-20T19:06:00.002-05:002023-11-20T19:06:24.363-05:00La librería en la colina, de Alba Donati<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQpwH0JGAQQwh3lapJHy49T7NZfQWRujDuZatkiXue0C3FJrv1RqZjIByCS3UxpReXI8blT5QjOZTaZfuLM1UAn5H1Yj80ATiZhVUrDzQ5ZIpl9L6XCmuFucbIr5xcZ999QBi-vV-z7g3l7PNMMqcK7IJyUETa9b4kJ0rDPx8Gc7TJCjvS2ga8VFevG5s/s463/La%20librer%C3%ADa%20en%20la%20colina.gif" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="463" data-original-width="300" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQpwH0JGAQQwh3lapJHy49T7NZfQWRujDuZatkiXue0C3FJrv1RqZjIByCS3UxpReXI8blT5QjOZTaZfuLM1UAn5H1Yj80ATiZhVUrDzQ5ZIpl9L6XCmuFucbIr5xcZ999QBi-vV-z7g3l7PNMMqcK7IJyUETa9b4kJ0rDPx8Gc7TJCjvS2ga8VFevG5s/s320/La%20librer%C3%ADa%20en%20la%20colina.gif" width="207" /></a></div>En diciembre de 2019 una poeta italiana decide abrir una librería en Lucignana, un pueblo ubicado a dos horas y media al norte de Florencia.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Hasta ahí la historia no tiene mayor novedad, salvo por un dato: Lucignana tiene 180 habitantes. 180 personas que se conocen íntimamente, que saben quién es hijo de quién, sus pasados y sus familias. El 70% del pueblo simpatiza con la librería y el 30% no.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En febrero de 2020, es decir con la librería recién abierta, empieza la pandemia por Covid y es en medio de ese contexto de confinamiento y zozobra en donde la librería aparece como un oasis de esperanza y encuentro. Como un lugar sanador.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Alba Donati construye este libro como un diario que comienza en enero de 2020 y termina en junio del mismo año. Cada entrada tiene una fecha específica en la que la autora narra su cotidianidad en la librería, escribe sobre su madre centenaria, su hija, sus vecinos, y también sobre las maromas para sostener la librería, los cambios en el clima, el jardín florecido y las lecturas que hace. Al final de cada entrada está el listado de libros que le encargaron durante la jornada. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La traducción de </span><span style="font-family: verdana;">Ana Ciurans Ferrándiz es limpia, sin términos españoletes y permite disfrutar una lectura que en algunos pasajes me llevo a evocar a 84 Charing Cross Road: aunque se trata de un tono y una historia distinta, guardan en común ser libros sobre libros, que resultan entrañables para los lectores que aman los libros. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /><b><u>Algunas frases</u></b><br />¿Que cómo se me ocurrió? Las cosas no se nos ocurren, las cosas se incuban, fermentan, ocupan nuestras fantasías mientras dormimos. Las cosas avanzan por su cuenta, recorren un camino paralelo en algún lugar de nuestro interior del que no tenemos ni el más remoto conocimiento y, en un momento determinado, llaman a la puerta: aquí estamos, somos tus ideas y queremos que nos escuches (p. 13).<br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Lo desconocido, como diría un filósofo, es el lugar donde nunca has estado (p. 15). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4rbi-MWPPOiDcScUbgOULQ5rs6KIWbKypb9M_dgoX728BoChKh9INbHhqtJLsNWl9LzbknNP9QMH-9kRoYAiF3CXeeXfOZhtsNjItrFh3-gypHjNEg8Ywe-OS5dq9xFzlsqKjkaj-SOheSYRR_FfxMI8ux7IhcOcv-Grpn4iRiHGGTt7u3mUg-p1ALec/s980/Alba%20Donati.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="980" data-original-width="980" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4rbi-MWPPOiDcScUbgOULQ5rs6KIWbKypb9M_dgoX728BoChKh9INbHhqtJLsNWl9LzbknNP9QMH-9kRoYAiF3CXeeXfOZhtsNjItrFh3-gypHjNEg8Ywe-OS5dq9xFzlsqKjkaj-SOheSYRR_FfxMI8ux7IhcOcv-Grpn4iRiHGGTt7u3mUg-p1ALec/s320/Alba%20Donati.jpg" width="320" /></a></div>En la ciudad, si estás en la cama, has de levantarte a descorrer las cortinas para saber qué tiempo hace. Aquí, por el contrario, lo sabes con el cuerpo (p. 19). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La infrancia es una trampa, contiene lo bueno y lo malo, y hay que encontrar la varita mágica para transformar lo uno en lo otro (p. 28). <br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Me sorprendo cuando alguien que trabaja en una librería no conoce el nombre de un clásico, ni siquiera de oídas. Es como trabajar en una pastelería y no saber qué es una tarta Sacher (p. 33).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Debajo de la librería, sustentándola, no había solo varas de hierro, sino todo un pueblo (p. 39). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Al final al miedo siempre nos enfrentamos solos (p. 45).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">la función que desempeñan las casas en la vida de la gente que escribe (p. 80). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Me gustan los libros que invitan a leer otros. Es una cadena que nunca deberíamos interrumpir. La única forma de eternidad que podemos experimentar aquí, en la Tierra (p. 86).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">he tenido que tragarme todas esas frases, desde "Así asustas a los hombres" hasta "Era solo un cumplido". Pero, bien pensado, estoy segura de que encontraría muchas más, como "Qué anticuada eres", pronunciada por un hombre casado a una mujer que lo rechaza, o la cantinela psicoanalítica: "Estás tensa, no sabes dejarte llevar, no vives la parte más libre de ti" (p. 96).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Decía Robert Frost: "Un poema comienza como un nudo en la garganta, un sentimiento de nostalgia o una pena de amor" (p. 97).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Una cosa que he advertido siendo librera es que el culto a los autores no está muy extendido. No son muchas las personas que esperan el último libro de Paul Auster o de Zadie Smith; sí, en cambio, las que han leído libros inolvidables cuyos autores no recuerdan. Buscan historias y no les importa quién las ha escrito (p. 100).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Cuando me preguntan de qué va un libro, me echo a temblar. Jamás en mi vida me he acordado de una trama, ni siquiera de Blanca nieves y los siete enanitos. De un libro me quedo con otras cosas y creo que eso es la literatura. El escritor pubna contra la trama a fin de que en el corazón del lector quede grabado lo esencial (p. 100).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">preguntándome qué hay que hacer para montar una librería como la nuestra y cuánto cuesta. Aunque nunca sé qué responderles exactamente, sí sé una cosa: para empezar, se necesitan unos treinta mil euros en libros (...) también hay que mantenerse informado sobre las ayudas regionales, que pueden cambiar mucho la situación (p. 106).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La manera en que concebimos el tiempo en la infancia es la prueba de que el tiempo es un concepto relativo (p. 111).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El camino habia la protección del medioambiente y la conservación de la belleza es un camino continuamente interrumpido (p. 112).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Quizá superé mi infancia porque en realidad tenía un hogar (p. 117).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Es increíble lo bien que funcionan las redes sociales para activar a los lectores. Si guardas silencio, ellos también suelen guardarlo; si muestras la foto de una caja de regalo, llueven los pedidos. Las redes sociales se han convertido en el equivalente de las reuniones de la redacción, en las que cada mañana se programa la jornada (p. 121). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">pintar sillas, plantar flores y cambiar libros de sitio es un ejercicio de meditación (p. 129). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Lo expresa con claridad Emanuele Trevi en Dos vidas: "vivimos dos vidas, ambas destinadas a acabar: la primera es la vida física, hecha de sangre y carne; la segunda, la que se desarrolla en la mente de quienes nos han querido. Cuando muere la última persona que nos conoció de cerca, desaparecemos realmente" (p. 130). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En los pueblos todo está conectado (p. 145)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">¿cometer actos impuros? Esto último solía decirlo rápidamente, pero lo mencionaba porque era como un paquete que contenía muchas cosas que no deseaba especificar. Con esa fórmula una se quitaba de encima el deber de confesar los movimientos telúricos y sensoriales de la edad (p. 147). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">uno lee para uqe lo consuelen y llora porque la consolación se ha puesto en marca (p. 153). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">son las mujeres las que mantienen vivo el sector editorial y también que esas madres han sabido transimitr a sus hijos la pasión por la lectura (p. 166).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">No necesitamos entenderlo todo de la vida, pero sí tener la experiencia de la ternura (p. 167). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">A veces se tarda una vida entera en aclarar un malentendido; a veces hay que olvidarse de él, distraerse, llorar por otras cosas (p. 176). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">había un par de cosas que podían salvarle a uno: una infancia en una familia unida o ser de orígenes campesinos (p. 182). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Solo logro concebir la literatura como no ficción, una historia inventada no me apasiona, o mejor dicho, no me enriquece (p. 193). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Las causas por las que alguien o algo sufre son infinitas, es muy difícil saberlo (p. 201). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Moraleja: si te tumbas cómodamente en el sofá y piensas lo correcto, lo equivocado se endereza (p. 203). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Fuera puede ser dentro, y lejos, a la vuelta de la esquina. Es una cuestión de paisaje con grano de arena (p. 208). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Las listas salvan vidas, mantienen encendida la llama de nuestra memoria (p. 209).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La librería en la colina</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Alba Donati</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Traducción: Ana Ciurans Ferrándiz</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Editorial Lumen</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Bogotá, 2023 (primera edición 2022)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">222 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-87277799963019738782023-10-06T22:43:00.002-05:002023-10-06T22:43:10.865-05:00Álbum de familia, de Rosario Castellanos<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibMLUQn4vdAdL53Fty2qKp-fyvwH3nPGBlCrhPZGZI0kysS_GbA5yo6u7jgn6lUPqi39EiA7AmH9RfvUBXhwj56tBQa8EcwpvogaCXLO3REz4eo7I63DB7AuxB3xS4CEdhZDCBTvJ8ZFXouFKSBccYUeOLTW5n68oMFsKV4rhHk4YHHkGOg_xmx4bm6x4/s360/Album%20de%20familia.webp" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="360" data-original-width="236" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibMLUQn4vdAdL53Fty2qKp-fyvwH3nPGBlCrhPZGZI0kysS_GbA5yo6u7jgn6lUPqi39EiA7AmH9RfvUBXhwj56tBQa8EcwpvogaCXLO3REz4eo7I63DB7AuxB3xS4CEdhZDCBTvJ8ZFXouFKSBccYUeOLTW5n68oMFsKV4rhHk4YHHkGOg_xmx4bm6x4/s320/Album%20de%20familia.webp" width="210" /></a></div>Luego de haber comentado el cuento "<a href="http://secretodelectura.blogspot.com/2022/12/los-convidados-de-agosto-de-rosario.html">Los convidados de agosto",</a> de Rosario Castellanos, la autora mexicana regresa a este espacio con "Álbum de familia", un libro que reune tres relatos de extensión media y otro de 90 páginas, protagonizados por mujeres que plantean reflexiones en torno al patriarcado, la familia, el matrimonio y la sociedad que habitan.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br />Aunque no en todos los textos es explícito, se entiende que esa sociedad es México de los años 60 (el libro se publicó en 1971) y por ello, teniendo en cuenta la fecha de escritura y publicación de la obra, es que Rosario Castellanos resulta una escritora adelantada a su tiempo. Sus relatos se leen hoy como si hubiesen sido escritos ayer, con estructuras creativas, con voces potentes y con preguntas en torno al feminismo en una época en la que esa conversación en América Latina aún no era tan fuerte. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHJKc8o2jZoYguLvNCQvt6CnOOyUAFCzBNNlv2WW2-vco6O7mqQUnwKPyvkDTgRx9HOmjH-a9gFlPjgPmyxwfJicXadocbpje_h12V4DdKu9cA1zBNQMBFrS6Pkm0_cYOQNqib6Tju9Ml8h3mMJYdH_zxJR3VxZUNOZx5gzmiZqkS7F3JaSxEcfP1g7jk/s1068/Rosario_Castellanos-1068x712.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="712" data-original-width="1068" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHJKc8o2jZoYguLvNCQvt6CnOOyUAFCzBNNlv2WW2-vco6O7mqQUnwKPyvkDTgRx9HOmjH-a9gFlPjgPmyxwfJicXadocbpje_h12V4DdKu9cA1zBNQMBFrS6Pkm0_cYOQNqib6Tju9Ml8h3mMJYdH_zxJR3VxZUNOZx5gzmiZqkS7F3JaSxEcfP1g7jk/s320/Rosario_Castellanos-1068x712.jpg" width="320" /></a></div><br />El primer cuento, "Lección de cocina", presenta a una recién casada que no sabe cocinar y mientras prepara el almuerzo reflexiona en torno al matrimonio. La estructura mezcla párrafos sobre culinaria con otros sobre la vida conyugal, que a veces también se quema y sabe mal. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El segundo cuento, "Domingo", narra una reunión social en la que convergen distintos personajes y se presentan todo tipo de relaciones y entrecruzamientos, con crítica mordaz a la sociedad, ironía y, al mismo tiempo, cierta frivolidad.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">"Cabecita blanca" adopta el punto de vista de una madre tremendamente ingenua, que no ve, o se niega a ver, el mundo en el que habitan sus hijos adultos.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El último y más extenso es "Álbum de familia", una obra literaria sobre el mundo de las mujeres escritoras. Una autora premiada invita a exalumnas escritoras a un encuentro. Las críticas, los celos entre ellas, las envidias, la hipocresía, los chismes y el malestar que crece al estar juntas son las herramientas que tejen este relato en el que la autora se burla de la superficialidad que rodea al ambiente literario. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Rosario Castellanos (1925-1974) es una autora que en los últimos años viene siendo leída con creciente interés, y lo merece. Sus libros envejecen bien porque no envejecen. Se sienten frescos, vigentes y actuales, con debates que sobre el rol esperado para las mujeres en la sociedad, la sexualidad, la maternidad, el feminismo y la brechas de género. Su lenguaje directo, atrevido y lleno de diálogos contribuye a una lectura ágil y a la vez profunda, en la que vale la pena sumergirse.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><b><u>Algunos subrayados</u></b></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "lección de cocina"</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Así que permanezco inmóvil, respirando rítmicamente para imitar el sociego, puliendo mi insomnio, la única joya de soltera que he conservado y que estoy dispuesta a conservar hasta la muerte (p. 11). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Yo carezco de la soltura del que rema, del que juega al tenis, del que se desliza bailando. No practico ningún deporte. Cumplo un rito y el ademán de entrega se me petrifica en un gesto estatuario (p. 13).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Cuando dejas caer tu cuerpo sobre el mío siento que me cubre una lápida (p. 14). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Yo rumiaré, en silencio, mi rencor. Se me atribuyen las responsabilidades y las tareas de una criada para todo. He de mantener la casa impecable, la ropa lista, el ritmo de la alimentación infalible. pero no se me paga ningún sueldo, no se me concede un día libre a la semana, no puedo cambiar de amo (p. 15). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Y un día tú y yo seremos una pareja de amantes perfectos y entonces, en la mitad de un abrazo, nos desvaneceremos y aparecerá en la pantalla la palabra "fin" (p. 17).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Domingo"</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Los domingos, como hoy, tenía que renunciar a sí misma en aras de la vida familiar (p. 25). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Nada nuevo es acogedor. Presenta resistencias, exige esfuerzos de acomodamiento (p. 30). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">¡Qué falta de imaginación tienen las mujeres, Dios santo! No saben hacer otra cosa que preñarse (p. 37).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">¿Sabes por qué los hijos de los ricos poseen un vocabulario tan variado? porque nuestros padres pudieron darse el lujo de abandonar nuestra educación a los criados </span><span style="font-family: verdana;">(p. 38).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">Realmente tratas a tu marido como si fuera indispensable.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">Lo es. En un matrimonio un marido siempre lo es (p. 45).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Cabecita blanca"</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">Un marido en la casa es como un colchón en el suelo. No lo puedes pisar porque no es propio; ni saltar porque es ancho. No te queda más que ponerlo en su sitio. Y el sitio de un hombre es su trabajo, la cantina o la casa chica (p. 50). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">De "Álbum de familia"</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">Sí, Hispanoamérica ha sido muy favorecida por la naturaleza y muy poco por la cultura (p. 69). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Dosifique usted los adjetivos de manera que las señoras no se alarmen ni los señores protesten. Pero de manera también que las jóvenes sientan que es lícito admirar este ejemplo y que es posible imitarlo (p. 77). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―...</span><span style="font-family: verdana;">un periodista, se me olvidaba, no es un escritor en potencia sino alguien que ha renunciado a ser escritor, que ha perdido el respeto al lenguaje, que no lo trata como objeto sagrado...</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">Porque no lo es.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">...sino como un instrumento (p.. 79).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">Un premio siempre es, en cierta manera, póstumo. Se otorga cuando ya no sirve ni para matar el hambre ni para afirmar la vocación ni para alcanzar la gloria. Es la primera corona fúnebre que se coloca sobre la tumba (p. 90).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">¡Nadie muerte de no escribir versos, Matilde!</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">No he dicho versos; he dicho poesía.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">¿Y cómo se manifiesta ese destino?</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">Se abre, dentro de nosotros, una especie de vacío, una ausencia que no se colma con nada, un abismo que nos obliga a asomarnos constantemente a él, a interrogarlo, aun a sabiendas de que, desde sus profundidades, no ascenderá jamás ninguna respuesta sino sólo el eco, amplificado, deformado, irreconocible ya, de nuestra pregunta (p. 107). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">El único que ha creído que el matrimonio es una asociación de ideas o una larga conversación (y esa creencia habrá que achacársela a sus peculiaridades psicofisiológicas) fue Oscar Wilde. Y no. El matrimonio es el ayundamiento de dos bestias carnívoras de especie diferente que de pronto se hallan encerradas en la misma jaula. Se rasguñan, se mordisquean, se devoran, por conquistar un milímetro más de la mitad de la cama que les corresponde (p. 134). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―¡</span><span style="font-family: verdana;">Pero las reconciliaciones son tan sabrosas!</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">No tanto cuando tienes buena memoria (p. 135). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">¿Tú crees que vale la pena escribir un libro?</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Susana interrumpió la concienzuda operación de exprimirse una espinilla ante el espejo para contestar categóricamente.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="background-color: white; color: #4d5156; font-family: arial, sans-serif; font-size: 14px;">―</span><span style="font-family: verdana;">Creo que no. Ya hay muchos (p. 157).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Álbum de familia</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Rosario Castellanos</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Editorial Planeta Mexicana</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">México </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">2020 (primera edición 1971)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">160 páginas</span></div>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-21621604778215201832023-09-11T11:59:00.004-05:002023-09-11T11:59:48.070-05:00Mi vida en estaciones, Helena Benítez de Zapata<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4rsbHpqrA_f0lYuMwB3xz-S7GRhgApONBUeyZrmrLCHOSPK6h9ErfJ4uwysIX64yVfpYQb1s4miSzJfDpV8SVc65JtrW72uX_DLab8dI8QTBzBIIyho6sWAZK31sOLns3ZdrVx9n3QiZ876rz2a5QIsxXOmeHtWvV7yWmM3g0eaWwY3dB9fVKEH5H4Cc/s1600/189847f6-6167-4a0a-95f8-53c540f94144.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1037" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4rsbHpqrA_f0lYuMwB3xz-S7GRhgApONBUeyZrmrLCHOSPK6h9ErfJ4uwysIX64yVfpYQb1s4miSzJfDpV8SVc65JtrW72uX_DLab8dI8QTBzBIIyho6sWAZK31sOLns3ZdrVx9n3QiZ876rz2a5QIsxXOmeHtWvV7yWmM3g0eaWwY3dB9fVKEH5H4Cc/s320/189847f6-6167-4a0a-95f8-53c540f94144.jpg" width="207" /></a></div>Mi vida en estaciones es un libro que recoge las memorias de Helena Benítez de Zapata, una mujer que nació en Riosucio el 15 de 26 de junio de 1915 y murió en Cali el 5 de junio de 2009, después de haber dedicado su vida a la docencia y el periodismo, aunque también se reconoce como la primera mujer colombiana en haber ocupado la alcaldía de un municipio: fue alcaldesa de Riosucio entre 1955 y 1957, durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br />Helena, de filiación conservadora, escribió este libro en 1987, en Cali, cuando tenía 72 años. "Mi vida en estaciones" es una canción que compuso cuando murió su madre y es también el título de este volumen, en el que estructura el relato de su propia vida en cuatro partes, una para cada estación: en la primavera rememora la niñez, en el verano la juventud, en el otoño los años más fructíferos de su vida laboral y el invierno corresponde a su vida en Cali y sus trabajos en periodismo y relaciones públicas en esa ciudad, aunque su actividad periodística comenzó en Manizales, tanto en La Patria como en Radio Manizales. El periodismo le venía de herencia porque su padre, Manuel Benítez, fue fundador y director del semanario "El Deber", en Riosucio.</span></div><div style="text-align: left;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgObluQGJk1MNxWI_wCkLmY4wEnZHyHBSt21QeGraTaSDCiilnnt-Z0kw7K7O802oNTasjU7nTkHj5iPHAiO82CmG4YpgTwk_Wg6u6eVfKP_qJMsy0VK9m5tof_3HysLWl70bCGkVHXGxZQ7_jBJLGzDVqfsFF5wG3l1d_HAHWNVCkkPE914Yk1Rnh_TU4/s700/Helena%20Benitez.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="486" data-original-width="700" height="222" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgObluQGJk1MNxWI_wCkLmY4wEnZHyHBSt21QeGraTaSDCiilnnt-Z0kw7K7O802oNTasjU7nTkHj5iPHAiO82CmG4YpgTwk_Wg6u6eVfKP_qJMsy0VK9m5tof_3HysLWl70bCGkVHXGxZQ7_jBJLGzDVqfsFF5wG3l1d_HAHWNVCkkPE914Yk1Rnh_TU4/s320/Helena%20Benitez.jpg" width="320" /></a></div><br /><span style="font-family: verdana;">El libro no tiene mayores pretensiones literarias y sin embargo está lleno de datos y frases valiosas. Por un lado, es útil para entender el contexto de la mujer escritora, periodista, docente, música y política entre los años 40 y 70 en Colombia. Helena Benítez escribe para sus allegados, en un tono casi confidencial, y eso la lleva a contar anécdotas personales y familiares que permiten adentrarse en la cotidianidad de las mujeres de su tiempo. Pero, de otro lado, se trata de una escritora hábil con el lenguaje, a quien se le notan los muchos años que ejerció el periodismo, y por eso su texto está lleno de frases conmovedoras y de descripciones vívidas. </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br />El prólogo, escrito por su primo Otto Morales Benítez, ayuda a ubicar la época y el contexto del legado de Helena Benítez de Zapata.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /><b><u>Algunos subrayados</u></b></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br />era la calle del Mochilón, para mí el centro de donde partían todos los caminos del mundo (p. 28).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">se vivía sin miedo. Ese miedo que acecha, desde hace tiempos, por los caminos detrás de los matorrales y hasta en la propia casa (p. 34).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">(sobre viajar en carro) si alguien se mareaba, lo atribuían a una especie de alergia a la gasolina u otra enfermedad cualquiera. No se conocía el mareo (p. 57). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">esos pueblos nada ofrecían fuera de su aburridora monotonía. Todo permanecía en ellos igual y la vida era igual que las calles y las casas quietas sin el menor cambio. Uno se levantaba sabiendo a cuáles personas encontraría en cada sitio, en cada puerta, en cada esquina (p. 71). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Cuando concebí a mi primer hijo, me parecía pequeño el mundo para que pudiera caber allí tanta dicha (p. 72). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Mi esposo era liberal y en aquellos pueblos lo sabían, jamás fue activista, ni desempeñó cargo alguno en el gobierno, ni hizo parte de directorios o comités políticos. Pero en los pueblos se conoce de cualquier manera la identidad de todos. A Belén no pudo volver, y yo misma le pedí que se abstuviera de hacerlo</span><span style="font-family: verdana;"> (p. 79)</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El boleteo y el secuestro son modalidades que vienen desde aquella infortunada época, porque en ellas encontró la guerrilla su mejor manera de financiarse, y de vivir en forma espléndida sin trabajar. Cualquier sitio que se toman queda devastado, pero no siembran un grano de maiz (p. 87).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">ese estado de viudez para una mujer joven, que en razón de sus circunstancias económicas tiene que trabajar, la hacen a veces objetivo para rodearse de amigos espontáneos que con falsas intenciones buscan de manera especial una forma de acercarse a ella, declararle su admiración y hasta sus deseos de ayudarle, cuando en el fondo sus sentimientos son otros (p. 92).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br />Mi vida en estaciones<br />Helena Benítez de Zapata<br />Editorial Lealón<br />Medellín<br />Noviembre de 1990<br />178 páginas</span></div><p style="text-align: left;"><br /></p>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4051960362774152428.post-23050236620802473162023-09-10T17:28:00.001-05:002023-09-10T17:34:28.786-05:00La Costa Nostra, de Laura Ardila Arrieta<div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeFvNBLwJQpQtzpUWpYzSjkVRV2OWLxajaU13rvc79mmMX3Y-CNhPx0GrJJleu1MYtTXUxmdJqITOeS2ycrN1bv6rojeN1a9It6pyG8FoEcPUrRF4zGukQM3UBH7fxPMTdbW3xg3GhwRn0SPkGTOz1tRjUieZMXmSthjZVpcszt16a33CEb-y9zVYNtco/s400/Costa%20Nostra.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="255" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeFvNBLwJQpQtzpUWpYzSjkVRV2OWLxajaU13rvc79mmMX3Y-CNhPx0GrJJleu1MYtTXUxmdJqITOeS2ycrN1bv6rojeN1a9It6pyG8FoEcPUrRF4zGukQM3UBH7fxPMTdbW3xg3GhwRn0SPkGTOz1tRjUieZMXmSthjZVpcszt16a33CEb-y9zVYNtco/s320/Costa%20Nostra.jpg" width="204" /></a></div>La Costa Nostra es una investigación periodística que pudo salir a la luz gracias a la persistencia de su autora y a la presión ciudadana. El libro estaba listo para ser publicado por Editorial Planeta, pero a último minuto la editorial decidió abstenerse de imprimirlo porque, según dijo, había un alto riesgo de litigio. La periodista Laura Ardila denunció este acto de censura, la indignación ciudadana fue alta, la editorial Rey Naranjo decidió correr el riesgo y en menos de tres semanas el libro agotó su primera edición de 10.000 ejemplares.<br /><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Aunque la investigación se ocupa de un clan político de Barranquilla, el de Fuad Char y sus hijos, en realidad el libro presenta una radiografía sobre cómo funciona el poder político regional en Colombia, en el que los políticos nacionales posan en Bogotá de ser adalides de la lucha contra la corrupción, pero en las regiones se alían con el que les garantice votos, sin mayores miramientos de tipo ético y sin mayor interés del periodismo nacional. Sucede en Barranquilla, como lo cuenta Laura Ardila, pero también en el resto del país. <br /><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgrSrIIXRHQcENK4PGHpszMYd-KmyApkz4Gkhe2EyH4JWimh1_XMp5K319_wvCqLrUccsJFpKZNCmfXorBMiOqrd7xA_EgSHdDQ4maIfrGLOjfIzu4NWHv4pXrSWdiiJVPd6CQp8uR8KtXZT-K4FAC77k-WL9AENChmWxHjmYWe_HmawiXzZbnOjZPya0/s400/Laura.jpg" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="400" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgrSrIIXRHQcENK4PGHpszMYd-KmyApkz4Gkhe2EyH4JWimh1_XMp5K319_wvCqLrUccsJFpKZNCmfXorBMiOqrd7xA_EgSHdDQ4maIfrGLOjfIzu4NWHv4pXrSWdiiJVPd6CQp8uR8KtXZT-K4FAC77k-WL9AENChmWxHjmYWe_HmawiXzZbnOjZPya0/s320/Laura.jpg" width="320" /></a></div>La obra es una investigación periodística de largo aliento, dividida en seis capítulos, que comienza con la crónica sobre la llegada de los inmigrantes sirolibaneses al Caribe a comienzos del siglo XX, para contar la historia de los antepasados de Fuad Char en Lorica. Luego, poco a poco, la trama deja el tono histórico, se traslada a Barranquilla y se adentra en vericuetos de la reportería de investigación: nombres, contratos, fechas y datos precisos que revelan las claves de un entramado de corrupción electoral y política, en el que los mismos contratos públicos terminan financiando la compra de votos que garantiza la permanencia en los cargos. El telón de fondo son relaciones no muy claras con personas vinculadas al narcotráfico, el lavado de activos y el paramilitarismo.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Son muchos nombres que a veces pueden confundirse para quien no está familiarizado con la letra menuda de la política barranquillera, pero ese nivel de detalle es precisamente lo que le da valor al libro: es evidente que Laura Ardila investigó con suficiencia y conoce de lo que habla. La otra gran virtud es el lenguaje: la autora cita políticos pero también a Marbel Moreno y a Alfonso Fuenmayor. Se le nota que ha leído, que domina el oficio de escribir y que lo hace con seguridad desde su lenguaje Caribe. Sus expresiones costeñas refuerzan la verosimilitud del texto porque hacen notar que la autora no es una advenediza en el entorno que narra. Al contrario, lo cuenta desde las entrañas y con el mismo acento en el que ocurren los hechos.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Laura Ardila revela algunas de las características de la fórmula Char: cerrada endogamia; eficiencia corporativa que les garantiza éxito político; interés por monopolizar los mensajes y, en consecuencia, altos gastos en publicidad para periodistas locales y nacionales; alianzas con políticos de relevancia nacional y financiación bajo cuerda de políticos de otros partidos, lo cual les garantiza control absoluto del poder regional.</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">No sé si el libro ameritaba el intento de censura, porque buena parte de lo que cuenta (no todo) ya había sido publicado previamente por la autora en La Silla Vacía. No creo que el libro deteriore la imagen de los Char, que no es buena en el resto del país, y en Barranquilla controlan con o sin libro. Lo que sí creo es que esta publicación desnuda algunas claves sobre cómo funciona la política local en concreto, y valdría la pena rastrear cómo se observan esas tácticas en otras zonas del país, con menos visibilidad, pero con iguales niveles de corrupción. El mérito de este texto es que muestra cómo hacer ese tipo de rastreo periodístico. Sin duda este camino que abre Laura Ardila será inspirador para los reporteros que empiezan su carrera o están aún en las aulas y ven a partir de este ejemplo que los poderes intocables sí se pueden tocar.<br /></span></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><b style="font-family: verdana;"><u>Algunos subrayados</u></b></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Del prólogo de Juanita León: "es una ventana a cómo se suele hacer política en Colombia: los discursos de estadista en la capital, mientras en las regiones esos mismos políticos entregan por debajo de la mesa bolsas de dinero a cambio de los votos que su verbo no logra movilizar" (p. 18).<br /><br /></span></div><div><span style="font-family: verdana;">Del texto de Laura Ardila: </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">unas élites del poder nacional en Bogotá toleran y se asocian con fuerzas regionales, muchas veces cuestionadas, para servirse de sus votos y ganar elecciones. Luego, cuando el cuestionado regional cae en desgracia ante la ley o ya no es útil electoralmente, esos poderosos del centro toman conveniente distancia y desconocen a sus otrora aliados (p. 23).</span></div><div style="text-align: left;"><br /></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">mientras los periodistas políticos a veces nos concentramos solo en las declaraciones que ofrecen los poderosos en Bogotá, en las regiones se están dando movidas extraoficiales que definen tanto o más lo que pasa en el país (p.26).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">maletas que cargaban más ilusiones que ropa (p. 29). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Los taxistas suelen ser la primera memoria de un lugar (p. 41).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">creyente entusiasta de las encuestas internas, que por tres décadas ha usado para tomar sus decisiones de política electoral (p. 48).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">tiene al día su departamento de lealtades (p. 49). <br /><br />otro de tantos grupos que conformaban la colcha de retazos, cada uno con patrón propio, que era en ese entonces el Partido Liberal (p. 50).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">controlar entes públicos era sinónimo de poderío, de capacidad para conseguir votos. Añadía brillo a la dignidad que significaba hacer política (p. 51). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Una convivencia con el narcotráfico que no era nueva en una ciudad compleja, que llevaba -y lleva- décadas contando entre los miembros de su alta sociedad a personajes que hicieron riqueza traqueteando o lavando plata, sin que nadie dijera nada. Por miedo o por tolerancia (p. 91). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Uno de los factores clave para entender esa imagen que tienen son las excelentes relaciones que han forjado con periodistas locales y nacionales, que son objeto de su dadivosidad (p. 97).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">En Carnavales se ha vuelto común ver a directores o editores de grandes medios de Bogotá bailando en la carroza de los Daes o como invitados VIP en conciertos financiados por empresarios (p. 98).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La estrategia política que han tenido con el equipo ha consistido en hacer las compras de jugadores de fútbol más costosas en la historia de Colombia para llevar al Junior a su mejor década deportiva, al tiempo que gobiernan (p. 114). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">El mandatario empezó una estrategia de comunicaciones que desde entonces le ha apostado, más que a la difusión de mensajes, al control del mensaje, de un único mensaje, sostenido principalmente en la gestión de obras civiles (p. 121). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Algunos asesores lo llaman "efecto espejo" y consiste en salir a buscar un validador afuera, si en tu propia casa no creen en tu mensaje (p. 123). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Los Chhar sumaron una millonaria chequera en pauta oficial para los medios locales, adjudicada casi toda a dedo y ejecutada a través de intermediarios, agencias de publicidad o fundaciones que subcontratan, lo que hace difícil poder establecer la totalidad de beneficiarios (p. 124).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">informalmente se conoce como <i>content marketing, </i>que consiste en publicar contenido institucional sin advertirlo; es decir, haciéndolo pasar como contenido periodístico del medio (p. 125). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La gasolina con la que anda una maquinaria política, aparte de la plata, son los puestos. El acceso a lo público, a los recursos, al timón de mando (p. 151). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La muy usual dinámica del poder en Colombia, que consiste en que unas élites de la capital patrocinan y se juntan con fuerzas regionales muchas veces cuestionadas para servirse de sus votos y ganar elecciones. Pero, a la hora de los líos judiciales o de imagen, les dan la espalda y no se despeinan, como si no fueran dos caras de la misma moneda (p. 157). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Esta manera de conseguir votos usando lo público en beneficio propio es otra de las prácticas comunes de las maquinarias de los políticos tradicionales (p. 159). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">financiar políticos propios o de otras maquinarias. Esta decisión les garantizó contar con cabildantes que no hacían grandes exigencias burocráticas y tener total control sobre las secretarías y demás altos cargos del distrito (p. 177). </span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Las maquinarias siempre están en elecciones o preparándose para unas (p. 185).</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">La Costa Nostra</span></div><div style="text-align: left;"><span style="font-family: verdana;">Laura Ardila Arrieta<br />Rey Naranjo Editores<br />Bogotá<br />Agosto de 2023<br />224 páginas</span></div><p style="text-align: left;"><br /></p>Adriana Villegas Boterohttp://www.blogger.com/profile/17769143540107158066noreply@blogger.com0