viernes, 31 de mayo de 2019

La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares


La carta de presentación más famosa de La invención de Morel, novela escrita en 1940 por Adolfo Bioy Casares, corresponde a la afirmación que hizo Jorge Luis Borges en el prólogo del libro: no me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta.

La invención de Morel es una novela de literatura fantástica. Ocurre en una isla, a la que arriba un venezolano que ha sido condenado por un crimen y huye de la justicia. La isla parece deshabitada (se supone que quienes viven allí empiezan a padecer una enfermedad mortal) pero el fugitivo empieza a ver turistas que recorren el museo y la parte alta de la colina. Entre esos personajes está Faustine, una mujer de la que el fugitivo se enamora aunque ella parece no verlo. Faustine conversa en francés con Morel, quien anuncia que inventó una máquina que graba y reproduce lo que los habitantes de la isla hacen durante una semana. Así, la máquina les da inmortalidad en las imágenes proyectadas, pero mata a los grabados. El fugitivo entonces comprende que lo que ve de Faustine es una proyección y no una mujer real.

La novela plantea, desde el terreno de lo fantástico, preguntas sobre la inmortalidad y sobre el flujo del tiempo: los personajes proyectados viven siempre en una misma semana. Así mismo interroga sobre la realidad y la fantasía, o el sueño y la alucinación, en un ambiente fantasmagórico y espectral.

Se trata de una lectura enigmática, hermética, que para develar los secretos construidos en el texto exige, o al menos provoca, una segunda lectura, que se facilita por la brevedad del texto, que funciona como un artefacto perfecto.

Los misterios de la invención de Morel ocurren en una isla. Leer este texto me hizo pensar en la serie de televisión Lost, en la que también ocurren cosas extraordinarias, en donde la ciencia y la tecnología crean pesadillas.

Algunas frases
Esta gente desaparecerá; tal vez he tenido alucinaciones.

Como si hubieran aparecido nada más que en mi vista o imaginación.

Fue como si los oídos que tenía no sirvieran para oír, como si los ojos no sirvieran para ver.

Como si hubiera estado en peligro de tocar un fantasma.

Este es un proyecto ridículo... pero las cursilerías, cuando son humildes, tienen todo el gobierno del corazón.

No tienen esa monstruosa urgencia en morirse.

Mi muerte en esta isla has desvelado.

Me alegraba ser un muerto insomne

La afición a presentarme como un ex muerto; el descubrimiento literario o cursi de que la muerte era imposible al lado de esa mujer.

Ya no estoy muerto: estoy enamorado.

La insalubridad extraordinaria de la parte sur de esta isla ha de haberme vuelto invisible.

-Esta no es hora para cuentos de fantasmas.

Lo que sucede no tiene explicación. La colina está deshabitada.

Hay dos hechos -un hecho y un recuerdo- que ahora veo juntos, proponiendo una explicación.

Seguían hablando con voz tranquila, como si no hubieran oído mis pasos, como si yo no estuviese.

Las conversaciones eran lánguidas. Morel propuso el tema de la inmortalidad. 

Hubiera llamado la atención un haz apagándose en un cuarto vacío.

me parecían rígidas y pesadas como las cortinas de piedra que hay en algunas tumbas.

Pienso, aunque parezca absurdo, que tal vez no me hayan visto en el museo.

Quinta hipótesis: los intrusos serían un grupo de muertos amigos: yo, un viajero, como Dante o Swedenborg, o si no otro muerto, de casta, en un momento diferente de su metamorfosis.

Pero yo estoy muerto, yo estoy fuera de alcance.

Acumulé pruebas que mostraban mi relación con los intrusos como una relación entre seres de distintos planos.

¡Que yo estuviera muerto! Cuánto me entusiasmó esta ocurrencia (vanidosamente, literariamente).

No estuve muerto hasta que aparecieron los intrusos; en la soledad es imposible estar muerto.

El hombre y la cópula no soportan largas intensidades.

Ahora parece que la verdadera situación no es la descrita en las páginas anteriores, que la situación que vivo no es la que yo creo vivir.

Mi abuso consiste en haberlos fotografiado sin autorización. Es claro que no es una fotografía como todas; es mi último invento. Nosotros viviremos en esa fotografía, siempre.

Esta es la primera parte de la máquina; la segunda graba; la tercera proyecta. No necesita pantallas ni papeles; sus proyecciones son bien acogidas por todo el espacio y no importa que sea día o noche.

“Tuve una sorpresa: después de mucho trabajo, al congregar esos datos armónicamente, me encontré con personas reconstituidas, que desaparecían si yo desconectaba el aparato proyector, sólo vivían los momentos pasados cuando se tomó la escena y al acabarlos volvían a repetirlos, como si fueran partes de un disco o de una película que al terminarse volviera a empezar, pero que, para nadie, podían distinguirse de las personas vivas (se ven como circulando en otro mundo, fortuitamente abordado por el nuestro). Si acordamos la conciencia, y todo lo que nos distingue de los objetos, a las personas que nos rodean, no podremos negárselos a las creadas por mis aparatos, con ningún argumento válido y exclusivo".

(pero es posible que no lo hubiera dicho, por primera vez, horas antes, sino algunos años atrás; lo repetía porque estaba en la semana, en el disco eterno).

Aquí estaremos eternamente —aunque mañana nos vayamos—repitiendo consecutivamente los momentos de la semana y sin poder salir nunca de la conciencia que tuvimos en cada uno de ellos, porque así nos tomaron los aparatos; esto nos permitirá sentirnos en una vida siempre nueva, porque no habrá otros recuerdos en cada momento de la proyección que los habidos en el correspondiente de la grabación, y porque el futuro, muchas veces dejado atrás, mantendrá siempre sus atributos.

La inmortalidad podrá germinar en todas las almas, en las descompuestas y en las actuales.

Puede pensarse que nuestra vida es como una semana de estas imágenes y que vuelve a repetirse en mundos contiguos.

Estas paredes —como Faustine, Morel, los peces del acuario, uno de los soles y una de las lunas, el tratado de Belidor—, son proyecciones de las máquinas. Coinciden con las paredes hechas por los albañiles (son las mismas paredes tomadas por las máquinas y después reflejadas sobre sí mismas). En donde yo he roto o suprimido la pared primera, queda la reflejada. Como es una proyección, ningún poder es capaz de cruzarla o suprimirla (mientras funcionen los motores).

La creencia de que al formarse la imagen de una persona el alma pasa a la imagen y la persona muere.

Significa que Faustine ha muerto; que no hay más Faustine que esta imagen, para la que no existo.

Entré en ese mundo; ya no puede suprimirse la imagen de Faustine sin que la mía desaparezca.



La invención de Morel
Adolfo Bioy Casares
1940
Editorial Losada
Buenos Aires
169 páginas


El viejo y el mar, de Ernest Hemingway


Volví a leer El viejo y el mar y como suele suceder con los grandes clásicos, el libro me reveló cosas nuevas.

La novela fue escrita en Cuba en 1951. En septiembre de 1952 la Revista Life la publicó en una edición monográfica. En 1953 ganó el Pulitzer y un año más adelante Hemingway recibió el Premio Nobel de Literatura. 

El viejo y el mar es una novela corta de 26.601 palabras, sin división de capítulos, por lo que algunos señalan que se lee “con la intensidad de un cuento” o “de una sola sentada”. Cuenta la historia de Santiago, un viejo que lleva 84 días sin pescar. Decide salir “más lejos” y captura un enorme merlín que no cabe en su bote, así que lo amarra a un costado, pero se lo comen los tiburones. Regresa sólo con el esqueleto, la cabeza y la cola.

La historia tiene un antecedente real: la del barrio  Cabanas, que Hemingway había publicado en 1936 en la Revista Squire. Así mismo se dice que el personaje de Santiago está inspirado en Gregorio Fuentes, pescador y amigo de Hemingway en Cuba. 

La novela no precisa una fecha ni ubicación geográfica de los hechos. Se narran 5 días cronológicos en el mes de septiembre, a finales de los años 40. Hay pocas elipsis. La historia ocurre posiblemente entre Cojímar (a 7 km de La Habana) y las aguas entre el Golfo de México y el Atlántico (entre Cuba y Miami).

El autor intercala narrador omnisciente con la voz de Santiago, quien habla de tres maneras: en diálogos con Manolín, un adolescente que es su aprendiz: en monólogos interiores y cuando Santiago habla solo en el bote. 

La novela puede leerse con base en la teoría del iceberg que formuló el mismo Hemingway, de acuerdo con la cual "hay siete octavos del iceberg bajo el agua”. Se trata de un estilo conciso con frases cortas, conectadas por “and” o “but”. Se dice que ese estilo tan propio de Hemingway lo aprendió de Gertrude Stein, quien le aconsejó comprimir, concentrar y evitar adornos. Ese esfuerzo se evidencia en el libro, en donde hay más sustantivos que adjetivos calificativos y la narración se centra en la acción. El texto original, que Hemingway revisó casi 200 veces, incluye en 118 ocasiones la palabra "hand", prefiere las palabras monosílabas y bisílabas, le da enorme protagonismo a los términos propios de la pesca y utiliza verbos contundentes como "to be".

Este cuidado por el lenguaje le confiere a la obra un ritmo musical, difícil de mantener en las traducciones (cabe recordar que Hemingway tuvo formación como músico y aprendió a tocar el violonchelo). Para lograr la musicalidad, además de frases cortas con palabras breves, el autor se vale de figuras literarias como la aliteración (repetición de uno o varios sonidos en una misma frase o palabra); polisíndeton (repetición de una o varias conjunciones en una misma frase) y sinécdoque (la primera frase resume el libro).  Además el autor utiliza la prosopopeya, pero no en el sentido fabulesco de personificar a los animales, sino que en realidad les confiere características humanas, desde un punto de vista ético: "Me gustaría dar de comer al pez –pensó–. Es mi hermano. Pero tengo que matarlo”.   

Por último, con relación al lenguaje, vale la pena destacar que la versión original en inglés incluye palabras en español: guano, ¡qué va!, dentuso, galanos.  

Entre las interpretaciones de la obra hay una reiterada sobre el carácter religioso de Santiago. El texto señala que en los primeros 40 días Manolín estuvo con él, y 40 días es el tiempo del Arca de Noé. Hay entre Santiago y Manolín una relación de maestro y discípulo, que al final se refuerza cuando Manolín llora al ver las manos de Santiago, quien yace boca abajo y con los brazos extendidos, en una imagen que parece la de Cristo. Santiago se refiere con frecuencia a la fe, y su mismo nombre tiene una referencia bíblica, pues Santiago el apóstol era "pescador de hombres". No obstante, Santiago advierte en el libro: "I am not religious”.

Además de las alusiones bíblicas y cristianas, El viejo y el mar tiene constantes referencias al béisbol, y en especial a Joe Di Maggio, quien se muestra como un héroe capaz de sobreponerse a su propia debilidad física. 

El viejo y el mar puede leerse en diálogo con otras obras literarias que tienen al mar (o La Mar, como dice Santiago, en femenino) como protagonista: 
  • La Eneida, de Virgilio
  • Simbad el marino (Las mil y una noches)
  • Robinson Crusoe, de Daniel Defoe
  • Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift
  • Moby Dick, de Herman Melville
  • La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson
  • Corsario negro, de Emilio Salgari
  • La canción del pirata, de José de Espronceda
  • 20.000 leguas de viaje submarino, de Julio Verne


Algunas frases sobre algunos de los grandes temas de la obra
La soledad: “En otro tiempo había habido una desvaída foto de su esposa en la pared, pero la había quitado porque le hacía sentirse demasiado solo al verla”.

-La vejez: “Conozco muchos trucos y tengo voluntad”.
“Nadie debería estar solo en su vejez –pensó. Pero es inevitable”.

-El equilibrio: “Y trató de no pensar: sólo aguantar”.

-La naturaleza: “El hombre no es gran cosa junto a las grandes aves y fieras”.

-La espiritualidad: “Su fe y su esperanza no le habían fallado nunca”.
“Dios me ayude a resistir. Rezaré cien padrenuestros y cien avemarías. Pero no puedo rezarlos ahora”.

-La derrota: “El hombre no está hecho para la derrota –dijo-. Un hombre puede ser destruido pero no derrotado”.

-Pasado y futuro: “Es idiota no abrigar esperanzas”.

-La supervivencia: “Me pregunto si tendrá algún plan o si estará, como yo, en la desesperación”.

-La amistad: “Notó lo agradable que era tener alguien con quien hablar en vez de hablar sólo consigo mismo en el mar-. Te he echado de menos –dijo-”

-La suerte: “La suerte es una cosa que viene en muchas formas, y ¿quién puede reconocerla? Sin embargo, yo tomaría alguna en cualquier forma y pagaría lo que pidieran”.
“Al diablo con la suerte –dijo el muchacho-. Yo llevaré la suerte conmigo”.

-La muerte: “Sintió que quizás estaba ya muerto”.
“Estás cansado, viejo –dijo-. Estás cansado por dentro”.
“Cómanse eso, galanos. Y sueñen con que han matado a un hombre”.




El viejo y el mar
Ernest Hemingway
1952
Editorial DeBolsillo 2011 - Traducción de Miguel Temprano García
Barcelona
200 páginas

jueves, 30 de mayo de 2019

La cuarta espada, de Santiago Roncagliolo

La cuarta espada es un libro de no ficción. Un reportaje periodístico en el que su autor, Santiago Roncagliolo, se plantea un objetivo aparentemente simple pero lleno de dificultades: contar quién es Abimael Guzmán, el líder de la organización Sendero Luminoso, que desde 1980 y hasta su captura en 1992 promovió una guerra contra el gobierno peruano que dejó un saldo de 69.000 víctimas, la mitad de ellas a manos de las fuerzas militares.

Abimael Guzmán es una figura famosa de la que poco se sabe. No da entrevistas, no habla con periodistas y su discurso es ideologizado: sus textos hablan de Mariátegui, de Mao, de Stalin. Maldice el revisionismo de Nikita Kruschev y de Den Xiao Ping. El Che y Fidel le parecen blandos. Pero más allá de su pensamiento político-filosófico es poco lo que se sabe de él: que nunca llora, que su mamá lo abandonó cuando tenía 10 años, que siempre fue un tipo rudo y que fue un alumno brillante de derecho y un profesor destacado. Poco más.

Roncagliolo trata de armar el rompecabezas de quién es el Presidente Gonzalo a partir de los textos que hay sobre él, los videos, las declaraciones ante la Comisión de la Verdad y los testimonios de las personas que tuvieron alguna relación con él: un hermanastro, el libro de una hermanastra, otros militantes de Sendero Luminoso, compañeros de universidad y al final su última esposa, Elena Iparraguirre, también capturada con él en 1992 y condenada como Abimael Guzmán a cadena perpetua.

El título del libro alude al ideario de Abimael Guzmán, quien pensaba que después del Marxismo, el Leninismo y el Maoismo vendría el Gonzalismo, que se convertiría en la cuarta espada del comunismo mundial.

Los muchos muertos que causó Sendero Luminoso y lo recientes de los hechos narrados hacen que este sea un libro quizás difícil para el público peruano, que lo puede encontrar condescendiente, débil o poco comprometido. Sendero Luminoso cometió numerosas masacres de campesinos y como carecían de armas muchas fueron perpetradas con piedras y machetes. La crueldad de sus actos hace que, como dice el libro, para muchos peruanos sea preferible tener 10 inocentes detenidos bajo la sospecha de haber militado en Sendero Luminoso que un terrorista en libertad. Frente a este fanatismo de buenos y malos Roncagliolo se permite la duda y mostrar que en la escala de blancos y negros hay demasiados grises: cuestiona las fuerzas militares y paramilitares de los gobiernos de Alan García y Fujimori, las condiciones de extrema pobreza de la provincia de Ayacucho en donde nació Sendero Luminoso y las desigualdades económicas y de clase que se viven en Perú.

Se trata de un libro útil y necesario para entender la violencia guerrillera que vivió el Perú, y que sin mencionar a Colombia también enciende luces sobre lo que se vivió acá.


Algunas frases:
"un comunista tiene claro quiénes son los buenos y quiénes son los malos en este mundo. Un comunista, por sobre todo, es inclaudicable y sus principios son inamovibles. No importa qué evidencia se le muestre, no importa qué hechos se eleven ante él, se mantendrá imperturbable religiosamente seguro de que la realidad pertenece al mundo de las apariencias, y que en el fondo, en el plano de las esencias, más allá de toda discusión posible, hay una verdad fundamental que él conoce. Todos los puntos de vista que se opongan a esa verdad son farsas, productos de una gran conspiración destinada a asegurar el orden social por cualquier medio" (p. 66).

"epistemológicamente el marxismo no funciona como una ciencia sino como una religión, con su propia moral, sus sagradas escrituras y su paraíso prometido. Y, sobre todo, con su código de acción, un código que lleva directamente al martirio" (p. 72).

"La guerra es una especie de empujón que le damos a la historia para que se dé prisa" (p. 72).

"Ya he entrevistado a gente que se niega a hablar de un tema. Es sorprendente la facilidad con que, si se cambia el punto de vista, terminan hablando de todo lo que acaban de decir que no hablarían. Es cuestión de que se relajen, se sientan cómodos, se sientan escuchados. Es un proceso lento pero, con cierto oficio, no es difícil" (p. 177).

"-Bueno, Maritza, pero yo no tengo tus ideas. Lo que yo escriba puede no gustarte.
-Claro. El mundo sería muy aburrido si todos pensáramos igual".

"Es más difícil odiar con tranquilidad a alguien con quien has conversado. Algo en tus defensas morales se viene abajo cuando te ves obligado a reconocer que el monstruo habla tu idioma, tiene amigos: en suma, no es tan distitno de ti (p. 187).

"Cuando me dirijo a un agente del estado, siempre enfatizo que la prensa internacional quiere conocer de cerca la gloriosa derrota del terrorismo en el Perú. En cambio, cuando me dirijo a alguna fuente cercana al Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso, digo que la prensa internacional quiere conocer la versión de sus compañeros que ha sido silenciada. En realidad, ambas cosas son ciertas. Lo demás es una formalidad, tengo que demostrar a cada fuente que conozco su lenguaje. Esto es política. Las palabras están llenas de sentidos distintos, según quién las escuche" (p. 204).




La cuarta espada. La historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso
Santiago Roncagliolo
Editorial Debate - Random House Mondadori
Bogotá
2007
286 páginas