domingo, 25 de febrero de 2018

Críacuervo, de Orlando Echeverri Benedetti

Esta novela está dividida en dos partes: la primera ocurre entre Hamburgo y Berlín y tiene como protagonista a Adler. Todo el tiempo hace frío, cae nieve y el protagonista usa abrigo. La segunda parte transcurre entre Cartagena y La Guajira. Su protagonista es Klaus, el hermano mayor de Adler. Por supuesto, hace un calor sofocante.

Así como el contrapunto que plantean las dos partes es también la tensión dramática entre la vida de los dos hermanos, cara y cruz de una tragedia en el sentido griego del término: personas marcadas por un destino del que no pueden escapar. Ambos crecen juntos, luego se separan, pero los une además de la sangre y el interés por el reencuentro, el amor por una mujer, Cora, quien también está signada por su propio destino.

¿Es posible tomar decisiones? o al contrario ¿haga lo que haga, la vida de una persona ya viene con cartas marcadas? esa parece ser la pregunta que trasciende esta novela corta, contada en tercera persona y con una distancia fría, alemana, aunque el autor sea un ser caribe. Una novela que al principio parece policíaca y luego se transforma en un drama que deja una sensación de irrealidad y vacío.


Algunas frases:
A los diez años, Adler aprendió a sufrir y a rezar, y comprendería que toda plegaria es un grito bajo el agua.

Todos sus planes eran como platos enjabonados que se escurrían de sus manos y estallaban irremediablemente en el piso.

Ella no estaba acostumbrada al extraño mundo del glamour político, ese glamour que, comprendería tiempo después, era como una falda magnífica que ocultaba piernas carcomidas por la lepra. 


Críacuervo
Orlando Echeverri Benedetti
Editorial Angosta
Medellín, 2017
211 páginas

sábado, 24 de febrero de 2018

11 bombas antes de las cenizas, de Natalia Mejía Echeverry

Leer es viajar, pero así como una parte muy feliz del viaje es el regreso a casa, a veces también es muy grato cuando las letras leídas proponen un recorrido por las calles que habitamos a diario. La lectura se vuelve entonces una complicidad y también un redescubrimiento.


11 bombas antes de las cenizas es una novela corta de Natalia Mejía Echeverry, quien en un ejercicio de autoficción cuenta una biografía novelada que inicia en un recuerdo de infancia en la Plaza de Toros de Manizales. A la autora no le interesa el debate entre taurinos y antitaurinos. Se concentra en el lenguaje, en palabras como grana, gaonera, chicuelina y otras tantas que solo se pronuncian en ese sitio específico, y en determinada época del año.


La narración fluye natural de los toros hacia las rutinas de patinaje artístico en el Coliseo Mejor, en donde la protagonista practica con una disciplina férrea muchas horas de todas las semanas del año, hasta bien entrada la adolescencia. Luego la vida sigue, en otros sitios y con otras compañías.

La estructura del texto está fragmentada por permanentes digresiones en torno a la escritura, al ejercicio de escribir, tan distante e indiferente frente al de publicar. Natalia atraviesa su novela con una reflexión constante sobre la insignificancia de las palabras. 

Se trata de una novela ágil, diáfana, inteligente y cosmopolita, aunque esté anclada en una ciudad conservadora como Manizales y tenga como eje fundamental el tema de los lazos familiares.

Algunas frases
Vista desde afuera, la tauromaquia es un espectáculo sangriento. Desde adentro es pura sensualidad.

Soñar es cursi pero es privado, y gratis. Menos mal.

Puedo decir: soy escritora. Es irrefutable. Si digo: soy escritora, es como si dijera: soy mujer. ¿Quién puede negarlo? Quién va a decir: no Natalia, no lo eres. Y sin embargo ser, por sí sólo, no significa nada; no sirve para nada. Ser escritora no significa hacer lo que hace una escritora. 

Tampoco en la vida, las cosas suceden tan ordenadamente como en la escritura. 

Escribir para qué. En principio para capotear (...) Escribir para separar pedazos y recorrer líneas de fuga. 

Dijo algo que se aplica a la escritura: "La música clásica te gusta porque es una experiencia abisal. Morís, pero sin morir".

La escritura es una semilla y se hidrata invisible, germina en presencia ajena.

Para qué escribir: para sentir equilibrio. Equilibrar qué: la vida que acontece, con la vida que puedo hacer que acontezca. 


11 bombas antes de las cenizas

Natalia Mejía Echeverry
Editorial Malisia
La Plata, Argentina
2017
70 páginas

El sol y la rabia, de Natalia Mejía Echeverry

"Es un experimento bizarro medio en borrador". Así describe Natalia Mejía Echeverry este remolino de frases bipolares, sueltas, que sin embargo tienen una fuerza interna arrolladora y que unidas en medio de su caos construyen una novela corta fresca, ágil, arriesgada y contemporánea. Algunos podrían decir que posmoderna, aunque a estas alturas ese epíteto puede sonar vetusto para el ejercicio que la autora propone. 

Natalia nació en Manizales en 1986, estudió Comunicación Social y Periodismo en la Universidad de Manizales y vivió 9 años en Buenos Aires, en donde estudió Dirección de Fotografía y Dramaturgia, trabajó en proyectos audiovisuales y se graduó de una Maestría en Escritura Creativa.

Esa cercanía con el mundo audiovisual se nota en su escritura de una manera particular. Normalmente la relación más obvia entre el cine y la escritura es la llamada "narración por escenas" de la que hablaba Tom Wolfe. Natalia no construye escenas, pero su texto tiene una estructura audiovisual: el vértigo narrativo de su prosa se emparenta de manera próxima con el de el videoclip.

El libro se enmarca en lo que algunos denominan autoficción. La protagonista del texto es una manizaleña que se llama Natalia Mejía, que vive en Buenos Aires. Las licencias narrativas de la historia son la maravillosa libertad que permite navegar por el terreno de la ficción, que en su relato viaja entre Buenos Aires, Manizales y San Andrés, y que insinúa de manera entrecortada una ruptura sentimental, un trastorno mental y una historia de violencia familiar. 

Algunas frases:
Nosotros pagamos fortunas para meternos a la piscina de un barco y reclamamos la falta de refrigerio.

Ya sabemos que de amor nadie se muere, no soy tan ridícula, pero cómo mierda se puede hablar de muerte si uno sólo se muere una vez, sin darse cuenta, y en cambio amar puede llegar a dos, tres, cuatro veces.

Vos tenés tiempo, yo palabras. Espero que lleguemos juntos, pero si no, quedate tranca que llegaré sola, sabré llegar. 

Mejor dicho puedo hablar desde la tristeza, que es entrecortada, que se agota pronto, que es tan poco fuerte, lábil. 

¿Quién ignora la tristeza? Es decir, quién no la conoce.

¿Qué pasó? Pasó lo que pasa siempre. Los humanos nacemos con un corazón palpitante, propenso a las tinieblas, que tira -todo tira- de un carro desbocado, deseoso, dispuesto a llegar hasta donde la mente quiera, hasta donde la mente lo permita. ¿Qué pasó? Al carro se le empezaron a desgastar las ruedas. 

El ego es una cucaracha y las cucarachas, además de ser rápidas, fueron capaces de sobrevivir a la bomba atómica. 

Señores: aunque no les guste, aunque no lo crean, cada una es dueña de su ingenuidad.


El sol y la rabia
Natalia Mejía Echeverry
Editorial Malisia
La Plata, Argentina
2017
60 páginas

jueves, 22 de febrero de 2018

Crónicas sobre el Grupo de Barranquilla, de Alfonso Fuenmayor


Haciendo gala de una prosa deliciosa, exquisita, con dosis de humor y muchas anécdotas, Alfonso Fuenmayor presenta en este libro una compilación de 13 textos que orbitan alrededor del Grupo de Barranquilla, que conformaron Alejandro Obregón, Gabriel García Márquez, Germán Vargas Cantillo y el autor, entre otros.

Las crónicas de Alfonso Fuenmayor se construyen por lo general en torno a un personaje: El pintor Alejandro Obregón, el poeta León Felipe, el pintor Orlando Mejía "Figurita, Julio Mario Santodomingo, Alvaro Cepeda Samudio...

No se trata de un texto analítico que ofrezca crítica literaria o artística. Tampoco es una reconstrucción histórica. Se trata más bien de un anecdotario rico en detalles, y escrito con un lenguaje cuidado, elaborado, que obliga cada tanto a consultar el diccionario sin que por ello el texto resulte pedante.

Una pequeña joya que da pistas para entender por qué desde un pequeño lugar en Barranquilla un grupo, unido por la amistad, logró remover los cimientos más profundos de la literatura y la pintura en Colombia.


Algunas frases
El grupo empezó a formarse allá en mil novecientos cuarenta y tantos. Latente y subrepticio, el grupo "funcionaba" teniendo como cabezas cimeras a Ramón Vinyes y a José Félix Fuenmayor.

Alvaro Cepeda Samudio lo declaró sin tapujo y sin ambages: "Todos provenimos del viejo Fuenmayor".

Eran, entre otros autores, Cortázar -que para el grupo se inició con Los Reyes-, Felisberto Hernández, Borges, Kafka, Joyce, Virginia Woolf, Neruda, Sartre, Camus, Hemingway, Saroyan, Caldwell.

aquella frase del doctor Johnson, según la cual "nada mejor ha inventado el hombre para su felicidad que una buena taberna".

Para entonces la vulgaridad del plástico no había invadido este rincón del planeta.

¿te das cuenta de que esto de la felicidad es un cuento chino y que si existe dura poco?

Lo que seguirá sucediendo, si es que no se legisla a nivel universal como lo ha pedido Gabito, en el sentido de que se prohiban las metáforas y se castigue su uso hasta con la pena de muerte. "Una sanción más bien leve, comentaba el padre del Patriarca, para un delito tan atroz".

Los párrafos eran reiterativos, tautológicos. En fin, la materia prima con que están hechos los boleros. 

(Sobre Plinio Apuleyo Mendoza): Las orejas mostraban una cierta tendencia a separarse del sitio que ocupaban y parecían, como dijo un observador, que quisieran captar todos los sonidos del universo y hasta la pitagórica música de las esferas.

Los cartageneros se distinguen de la demás gente porque parecen desplazarse con un halo.


Crónicas sobre el Grupo de Barranquilla
Alfonso Fuenmayor
Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura
Bogotá, 1981
210 páginas

martes, 20 de febrero de 2018

Sobre literatura colombiana, de Germán Vargas Cantillo


Aunque el título de esta compilación de textos (columnas, prólogos, reseñas, breves ensayos literarios) se llama "Sobre literatura colombiana", en realidad la mayoría de las páginas son sobre el Grupo de Barranquilla, bautizado así en El Tiempo por Próspero Morales Padilla, y del que hicieron parte el autor, Germán Vargas Cantillo, así como otros nombres destacados, encabezados por Gabriel García Márquez, y seguido por Alfonso Fuenmayor y Álvaro Cepeda Samudio.

En algún aprte del libro el autor aclara que ellos cuatro fueron los miembros permanentes del grupo, y que a su alrededor en distintas épocas estuvieron otros como el pintor Alejandro Obregón, el fotógrafo Enrique Scopell y otra serie de nombres.

Este libro, publicado en 1985, recoge distintos textos sobre literatura colombiana escritos por Germán Vargas Cantillo entre 1949 y 1983. Leerlo es hacer un viaje ameno por la historia de la literatura colombiana, en la que el autor destaca a Tomás Carrasquilla, Efe Gómez y José Estasio Rivera, entre los muy pocos nombres a resaltar antes de la irrupción de García Márquez y Cepeda Samudio, que le deben buena parte de su oficio narrador al escritor José Félix Fuenmayor.

El libro está dividido en tres partes y en total incluye 30 textos relativamente cortos sobre autores, libros, revistas literarias. Es muy llamativa la descripción que hace de un escritor desconocido, un tal Fermando Vallejo, "un autor de quien no se tienen mayores noticias, fuera de la que es un escritor antioqueño que vive en México y que investigó en forma exhaustiva, completísima, la vida y obra de Barba Jacob". Así mismo son memorables sus textos sobre el momento en el que García Márquez recibe la noticia del Nobel en México, y la posterior ceremonia de entrega en Estocolmo. Esos dos textos justifican plenamente el esfuerzo de conseguir este libro, que hace años dejó de circular.

Algunas frases
El país ha vivido, hasta ahora, si se apartan las obras de Efe Gómez, de lo que equivocadamente se califica como cuento "terrígeno", cuyo centro de producción se ha emplazado en la feraz comparca caldense. Los cuentistas de Manizales y de Riosucio, de Salamina y de Calarcá, se han entregado a una especie singularísima de cuento "nacionalista" que resulta tremendamente falso por el uso y el abuso de la retórica empalagosa y que, al fin y al cabo, viene a ser la negación de lo auténticamente nacional.

La obra de José Eustasio Rivera es una de las mejores novelas que se han escrito en Colombia, lo cual no es mucho decir. 

Toda la literatura colombiana de la violencia, escrita y publicada en los primeros años, cuando aún se vivía en forma permanente esa tremenda etapa, se leyó y pasó, sin que hoy merezca ser considerada literariamente como nada distinto de documentos de consulta.

Cepeda Samudio es, como podrá apreciarlo quien lea estos cuentos, un poeta, que es una de las mejores maneras de ser algo: un cuentista, un novelista, por ejemplo. Y es también -condición básica para quien escribe literatura y ficción- un periodista.

Con José Félix Fuenmayor irrumpe en la literatura colombiana la novela urbana, la ciudad de cuerpo entero. Un joven crítico colombiano, Juan Gustavo Cobo Borda ya dijo, con su habitual agudeza que Cosme es la primera novela urbana en Colombia.


Sobre literatura colombiana
Germán Vargas Cantillo
Fundación Simón y Lola Guberek
Editorial Lealón
Medellín 1985
251 páginas

domingo, 11 de febrero de 2018

La furia, de Humberto Jarrín Ballesteros


Escribe Humberto Jarrín B. en un aparte de La furia que “En últimas una novela muchas veces no es sino un pretexto para una tesis”. Eso se nota en esta obra. La furia es la Feria de Cali narrada en clave policiaca. Durante los festejos aparecen una serie de crímenes macabros, simbólicos. El protagonista, denominado “el Profeta” (profe+poeta) es invitado por un policía a participar en la investigación criminal. A partir de ahí el lector observa cómo la semiótica puede ayudar a resolver, o mejor a comprender, un homicidio, pero no sólo eso: los muertos son una excusa para entender mejor a la sociedad caleña.

Hace algunos años, en “La carroza de Bolívar” Evelio Rosero reconstruyó el Carnaval de Pasto como escenario narrativo para hablar sobre la historia de la capital nariñense. La Furia de Humberto Jarrín, puede ofrecer una lectura cruzada con la obra de Rosero. Jarrín retoma otra fiesta popular como telón para presentar la historia de esa ciudad y a partir de su pasado reflexionar sobre su presente.

Lo novedoso de la obra de Jarrín está en el género seleccionado: en alguna parte de la novela el autor refiere que en la narrativa caleña la literatura policíaca ha sido un género esquivo. Jarrín construye una trama policíaca que parece una parodia, porque su protagonista es un investigador imposible: un poeta que prefiere no salir de su casa y dedicar sus horas de asueto a releer “El Quijote”.
 
La Biblia, Kavafis, Eco, Jakobson, Borges, Cervantes, Cioran son algunos de los referentes que se mencionan en esta novela caleñísima en su geografía, que por fortuna tiene la claridad necesaria para que pueda ser comprendida por lectores ajenos a los sitios emblemáticos de esa ciudad, y a sus direcciones.

La estructura narrativa no es lineal. Buena parte del texto conserva una sucesión temporal pero algunos capítulos saltan en el tiempo, dentro del juego detectivesco que se le propone al lector. En cuanto al lenguaje, buena parte del libro está conformado por diálogos o conversaciones entre Humberto Jarrín V., el Profeta, y el Teniente Octavio Yépez, un policía no del todo verosímil porque dialoga sobre semiótica, literatura y filosofía en términos cercanos a los del Profeta. Sin embargo, como bien se dice en la novela, puede tratarse de un prejuicio frente a quienes conforman las fuerzas armadas.

La furia es una novela intelectual. Rica en digresiones que van desde los esfuerzos que hacen los catedráticos universitarios para sobrevivir todo el semestre con salarios de 4 meses, hasta reflexiones sobre los medios de comunicación, pasando por el suicidio, Marx y la soledad. Todo eso en un texto que es también una crónica sobre Cali, con una trama que, como obligan los textos policíacos, mantiene el suspenso hasta el final.

El libro fue publicado por la Alcaldía de Santiago de Cali por haber resultado ganador en el Premio Estímulos Cali 2017.

Algunas frases:
¡Yo los conocía!, ¿de dónde?, ¡claro!, habían sido alumnos míos. Sentí un escalofrío, porque con desazón me pregunté: “¿Esto era entonces lo que yo les había enseñado?”, si era así, ¡qué horror!, ¡mea culpa! Si no era así, más preocupante, ¿dónde estaban los muchachos pilos, los aventajados, los que en el campus, la cafetería, las oficinas de los profesores, seguían interesados en las cuestiones iniciadas en clase? ¿Por qué éstos no estaban allí, y en su lugar aparecían precisamente los más flojos e insulsos, los que aspiraban a ser figuritas de farándula o reinitas o modelos?

¿Puede alguien negarse a la Policía en un país como el nuestro, donde los que mandan son las fuerzas armadas sin importar de qué rama?

Alguna vez le escuché decir a alguien que el escritor en realidad sólo tiene dos patrias: su ciudad, ésa que Kavafis nos advierte que siempre nos perseguirá; y la otra, la lengua. (…) una tercera patria del hombre es la soledad.

Para mí la física era una extensión de la literatura, con sus mundos fantásticos y posibles.

Leyendo en estado de alerta se aprende a escribir.

El trabajo para los que nacimos sin herencia significa poner empeño en una carrera profesional sobre la cual organizar la vida personal y la supervivencia.

Las cifras son oficiales, se las pasamos nosotros, los periódicos no son sino nuestra correa de transmisión.

Para que la burla cause su efecto sancionatorio y cómico normalmente se hace en compañía de otros, que nuestra risa es siempre la risa de un grupo, pues ésta necesita de un eco.

Usted más que yo sabe que la ficción del periodista puede pasarse por verdadera y ser vendida de inmediato, porque en la calle hay un gran público a la espera de ella, a diferencia de las historias de ustedes los novelistas y poetas que, aunque digan la verdad para el gran público, sólo será imaginación del escritor, cuando no desvarío.

…cuerpo de mujer, nos persigue de continuo por el mundo a fin de que no logremos realizar una de nuestras más queridas hazañas, la de convivir en paz y sosiego con nuestra anhelada soledad.

El corazón tiene cuatro cavidades para albergar en ellas amores distintos, el amor erótico, el amor por uno, el amor por el arte en mi caso, y así. Y en la parte de mi corazón que te corresponde eres lo más importante. No me pidas todo el corazón y todo el tiempo y todos sus pulsos y todas sus mareas y ahogos sólo para ti…

Citar a autores de ahora y que están de moda, aunque sean malos, da prestigio, dice de quien los nombra ser un lector ávido y avezado y sobre todo actualizado.

¡Ay, los artistas, los escritores no tienen remedio! Tienen un ego de aquí hasta la luna, son unos incorregibles vanidosos, no es sino que les digan algo bueno de sus obras y allí mismo atienden con todas las orejas al que les habla.

Ante la urgencia de los fans no queda otro remedio que cantarlas ahí como puedan (después de todo el fan es un creyente, los oye de fe, siempre con el mismo oído).

La cuna de la especie humana es África, y en consecuencia todos somos afrodescendientes.


La furia
Humberto Jarrín B.
Alcaldía Santiago de Cali
Cali
2017

239 páginas