domingo, 11 de febrero de 2018

La furia, de Humberto Jarrín Ballesteros


Escribe Humberto Jarrín B. en un aparte de La furia que “En últimas una novela muchas veces no es sino un pretexto para una tesis”. Eso se nota en esta obra. La furia es la Feria de Cali narrada en clave policiaca. Durante los festejos aparecen una serie de crímenes macabros, simbólicos. El protagonista, denominado “el Profeta” (profe+poeta) es invitado por un policía a participar en la investigación criminal. A partir de ahí el lector observa cómo la semiótica puede ayudar a resolver, o mejor a comprender, un homicidio, pero no sólo eso: los muertos son una excusa para entender mejor a la sociedad caleña.

Hace algunos años, en “La carroza de Bolívar” Evelio Rosero reconstruyó el Carnaval de Pasto como escenario narrativo para hablar sobre la historia de la capital nariñense. La Furia de Humberto Jarrín, puede ofrecer una lectura cruzada con la obra de Rosero. Jarrín retoma otra fiesta popular como telón para presentar la historia de esa ciudad y a partir de su pasado reflexionar sobre su presente.

Lo novedoso de la obra de Jarrín está en el género seleccionado: en alguna parte de la novela el autor refiere que en la narrativa caleña la literatura policíaca ha sido un género esquivo. Jarrín construye una trama policíaca que parece una parodia, porque su protagonista es un investigador imposible: un poeta que prefiere no salir de su casa y dedicar sus horas de asueto a releer “El Quijote”.
 
La Biblia, Kavafis, Eco, Jakobson, Borges, Cervantes, Cioran son algunos de los referentes que se mencionan en esta novela caleñísima en su geografía, que por fortuna tiene la claridad necesaria para que pueda ser comprendida por lectores ajenos a los sitios emblemáticos de esa ciudad, y a sus direcciones.

La estructura narrativa no es lineal. Buena parte del texto conserva una sucesión temporal pero algunos capítulos saltan en el tiempo, dentro del juego detectivesco que se le propone al lector. En cuanto al lenguaje, buena parte del libro está conformado por diálogos o conversaciones entre Humberto Jarrín V., el Profeta, y el Teniente Octavio Yépez, un policía no del todo verosímil porque dialoga sobre semiótica, literatura y filosofía en términos cercanos a los del Profeta. Sin embargo, como bien se dice en la novela, puede tratarse de un prejuicio frente a quienes conforman las fuerzas armadas.

La furia es una novela intelectual. Rica en digresiones que van desde los esfuerzos que hacen los catedráticos universitarios para sobrevivir todo el semestre con salarios de 4 meses, hasta reflexiones sobre los medios de comunicación, pasando por el suicidio, Marx y la soledad. Todo eso en un texto que es también una crónica sobre Cali, con una trama que, como obligan los textos policíacos, mantiene el suspenso hasta el final.

El libro fue publicado por la Alcaldía de Santiago de Cali por haber resultado ganador en el Premio Estímulos Cali 2017.

Algunas frases:
¡Yo los conocía!, ¿de dónde?, ¡claro!, habían sido alumnos míos. Sentí un escalofrío, porque con desazón me pregunté: “¿Esto era entonces lo que yo les había enseñado?”, si era así, ¡qué horror!, ¡mea culpa! Si no era así, más preocupante, ¿dónde estaban los muchachos pilos, los aventajados, los que en el campus, la cafetería, las oficinas de los profesores, seguían interesados en las cuestiones iniciadas en clase? ¿Por qué éstos no estaban allí, y en su lugar aparecían precisamente los más flojos e insulsos, los que aspiraban a ser figuritas de farándula o reinitas o modelos?

¿Puede alguien negarse a la Policía en un país como el nuestro, donde los que mandan son las fuerzas armadas sin importar de qué rama?

Alguna vez le escuché decir a alguien que el escritor en realidad sólo tiene dos patrias: su ciudad, ésa que Kavafis nos advierte que siempre nos perseguirá; y la otra, la lengua. (…) una tercera patria del hombre es la soledad.

Para mí la física era una extensión de la literatura, con sus mundos fantásticos y posibles.

Leyendo en estado de alerta se aprende a escribir.

El trabajo para los que nacimos sin herencia significa poner empeño en una carrera profesional sobre la cual organizar la vida personal y la supervivencia.

Las cifras son oficiales, se las pasamos nosotros, los periódicos no son sino nuestra correa de transmisión.

Para que la burla cause su efecto sancionatorio y cómico normalmente se hace en compañía de otros, que nuestra risa es siempre la risa de un grupo, pues ésta necesita de un eco.

Usted más que yo sabe que la ficción del periodista puede pasarse por verdadera y ser vendida de inmediato, porque en la calle hay un gran público a la espera de ella, a diferencia de las historias de ustedes los novelistas y poetas que, aunque digan la verdad para el gran público, sólo será imaginación del escritor, cuando no desvarío.

…cuerpo de mujer, nos persigue de continuo por el mundo a fin de que no logremos realizar una de nuestras más queridas hazañas, la de convivir en paz y sosiego con nuestra anhelada soledad.

El corazón tiene cuatro cavidades para albergar en ellas amores distintos, el amor erótico, el amor por uno, el amor por el arte en mi caso, y así. Y en la parte de mi corazón que te corresponde eres lo más importante. No me pidas todo el corazón y todo el tiempo y todos sus pulsos y todas sus mareas y ahogos sólo para ti…

Citar a autores de ahora y que están de moda, aunque sean malos, da prestigio, dice de quien los nombra ser un lector ávido y avezado y sobre todo actualizado.

¡Ay, los artistas, los escritores no tienen remedio! Tienen un ego de aquí hasta la luna, son unos incorregibles vanidosos, no es sino que les digan algo bueno de sus obras y allí mismo atienden con todas las orejas al que les habla.

Ante la urgencia de los fans no queda otro remedio que cantarlas ahí como puedan (después de todo el fan es un creyente, los oye de fe, siempre con el mismo oído).

La cuna de la especie humana es África, y en consecuencia todos somos afrodescendientes.


La furia
Humberto Jarrín B.
Alcaldía Santiago de Cali
Cali
2017

239 páginas

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