lunes, 5 de enero de 2015

Comedia romántica, de Ricardo Silva Romero

-¿Le digo qué quiero yo, Benjamín, le digo de frente qué quiero?: una conversación que dure toda la vida.

Con esa frase de Martina empieza "Comedia romántica", una novela que se parece a "Antes del amanecer", la película de Richard Linklater en la que una pareja habla y habla y habla mientras recorre Viena. Comedia romántica es un diálogo continuo de 266 páginas en el que Martina y Benjamín hablan todo el tiempo sobre su relación. El diálogo comienza cuando ella tiene 30 años (se conocieron cuando ella tenía 19) y termina cuando ella tiene 67. Es un diálogo continuo, sin interrupciones ni capítulos ni cortes, aunque a medida que la conversación avanza ellos envejecen.

Se trata de una novela (muy) ligera, light, superficial. Martina habla a los 30 años y a los 67 en el mismo tono de niña consentida del estrato 6 bogotano. Y Benjamín, que nunca ha salido de Bogotá, habla en un tono que se parece al de una mujer. Los hombres de carne y hueso generalmente no verbalizan tanto.

La novela tiene algunos pasajes futuristas al final, porque la novela termina hacia los años 30 del Siglo XXI. Se trata de la contracara de El Espantapájaros, novela sobre la violencia colombiana que Ricardo Silva publicó en una edición doble bajo el título "Erase una vez en Colombia".

Algunas frases:
me ha dado la impresión de que usted es una esposa de esas de verdad. De pronto un poco narcisa, treinta por ciento egoísta, treinta por ciento dramática y cuarenta por ciento sensible, pero, como perro que ladra no muerde, a la larga no es nada del otro mundo. O por lo menos nada que no se pueda domesticar con un buen embarazo. 

Yo creo que estoy listo a comprarle un anillo de compromiso lleno de diamantes: uno barato.

Va a ver: el mundo entero se va a dividir en taxistas y pasajeros.

confesarle a usted que quería quedarme a vivir en su casa con sus papás (porque digámonos la verdad: lo mejor que usted tiene, su estrategia para levantar, son sus papás).

esta Bogotá tan arribista en la que los tipos lo hacen sentir a uno con fecha de vencimiento y la gente tarde o temprano da su brazo a torcer, es la vida de verdad.

este país era una pirámide que se le había plegado a tres banqueros.

no cantar en público es la única dignidad que me queda.

Yo me niego a que se me convierta la vida en un taller de reparación de mí misma como a esas amigas que un día lo llaman a uno a decirle "mi psiquiatra me dijo que te dijera que te perdono por todo lo que me hiciste en la primaria".

yo, que soy una sobreviviente del matrimonio, le puedo decir que uno tiene que casarse con una persona con la que pueda pasarse toda una tarde en un centro comercial o, por lo menos, en el peor de los casos, con alguien que quiera hacer mercado con uno.

La pasión del matrimonio, Dios mío, imagínese usted el tamaño de la estupidez: ni que no hubieran tenido papás.

una flor no puede cuidar de otra flor: todas las relaciones de pareja necesitan que alguno de los dos sea un jardinero.

así como es imposible que un gringo viva la vida igual que la vive un japonés, no es posible que un hombre entienda del todo a una mujer, hay muchas cosas que se pierden en la traducción.

dejar de tocarse es como olvidar la mitad del alfabeto.

yo le hago daño a veces porque no tengo a nadie más para dañar.

La gente es bruta: solo hay que entrar a los baños públicos para darse cuenta.


Comedia romántica
Ricardo Silva Romero
Editorial Alfaguara
Bogotá
2012
266 páginas

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