martes, 24 de marzo de 2015

El malogrado, de Thomas Bernhard

Desde las primeras páginas es claro que el escritor del texto es músico. O si no es músico, tiene profundos conocimientos musicales. No sólo por el tema del libro, que gira en torno al genio de Glenn Gould interpretando en su Steinway las Variaciones Goldberg, el Arte de la Fuga y Clave bien templado, sino, sobre todo, por la forma en la que está escrito; una forma "musical" por llamarla de algún modo, con frases repetitivas, que aparecen frecuentemente aunque con variaciones. Avanza dos líneas y se devuelve tres. 

Si nos referimos a la anécdota del libro, El malogrado podría ser un texto de dos páginas o menos: El narrador estudió en el Mozarteum de Salzburgo con Wertheimer y Glenn Gould. Los tres tienen recursos suficientes para dedicarse a la música y la vida diletante, pero para Glenn Gloud el piano es más que eso. Wertheimer escucha en una ocasión desde la puerta de una sala de estudio a Glenn Gould interpretando las Variaciones Goldberg y comprende que él jamás podrá hacerlo mejor. Podrá hacerlo bien, pero no mejor que Gould. 28 años después, luego de la súbita muerte de Gould, Wertheimer, el malogrado, se suicida.

Sin embargo, Thomas Bernhard se toma 152 páginas para contar esta ficción, ya que Gould no estudió jamás en el Mozarteum. Una novela en la que el narrador participa en los hechos pero no es protagonista y cuenta la historia de una manera no lineal: En el primer párrafo informa que Glenn Gould murió a los 51 años y en el segundo que Wertheimer se mató.  Es decir, en las 152 páginas restantes no hay misterio a resolver y también desde el comienzo sabemos que Gould es un genio y Wertheimer es un malogrado a causa de ello. 

La riqueza del libro está entonces en la forma, en esa narración que avanza como el cangrejo, para arriba y para abajo, con iteraciones de palabras y de ideas, y con abundantes reflexiones sobre la infelicidad, la vida, el trabajo artístico y el suicidio. 

Una novela sin diálogos, casi sin puntos aparte. Dividida en capítulos que son como pesados bloques de texto gris en los que desfilan unos cuantos personajes tristes o derrotados o solitarios, casi a manera de figurantes porque el único que importa realmente es Wertheimer (Glenn Gould es El Inaceptante). 



A continuación algunas frases, de las muchas reflexiones que trae el libro:

La mayoría de los artistas no saben nada de su arte. Tienen una concepción artística diletante y se quedan durante toda su vida en el diletantismo, hasta los más famosos del mundo.

el que estudia hará siempre bien en elegir para sus estudios un lugar que le sea hostil, no uno que le sea acogedor, porque el lugar acogedor le quitará una gran parte de su concentración en el estudio, y en cambio el hostil le permitirá estudiar al ciento por ciento, porque tendrá que concentrarse en ese estudio para no desesperar

Todos los años, decenas de millares de alumnos de escuelas superiores de música recorrían el camino del embrutecimiento de las escuelas superiores de música y perecían a causa de sus incompetentes profesores, pensé. Hasta llegan a hacerse famosos y, sin embargo, no han comprendido nada

Aborrecía a los hombres que decían lo que no habían pensado hasta el fin, es decir, aborrecía a casi toda la humanidad.

A Wertheimer y a mí nos gustó Nueva York desde el principio. Es la ciudad más hermosa del mundo, y al mismo tiempo tiene el aire más puro, decíamos una y otra vez, en ninguna parte del mundo hemos respirado un aire más puro. Glenn confirmó lo que nosotros sentíamos: Nueva York es la única ciudad del mundo en que un hombre de espíritu respira sin trabas en cuanto la pisa.

Todas las escuelas superiores son malas y aquella a la que acudimos es siempre la peor, si no nos abre los ojos

Aborrecía a los hombres que decían lo que no habían pensado hasta el fin, es decir, aborrecía a casi toda la humanidad.

esa horrible comarca, en donde el hedor del Catolicismo llega realmente hasta el cielo

El campo me fastidia, decía una y otra vez. Glenn tiene razón cuando me llama siempre caminante del asfalto, dijo Wertheimer, sólo camino por el asfalto, por el campo no camino, me aburre infinitamente y me quedo en mi choza.

Sólo vemos, cuando miramos a los hombres, mutilados, nos dijo Glenn una vez, exterior o interiormente, o interior y exteriormente mutilados, no hay otros.

Cuando hemos sobrepasado los cincuenta, nos parecemos viles y faltos de carácter, pensé, la cuestión es saber cuánto tiempo aguantaremos ese estado.

Ninguna palabra se me ha vuelto más repugnante que la palabra Socialismo, cuando pienso en lo que se ha hecho con ese concepto.

Los padres saben muy bien que prolongan en sus hijos la infelicidad que son ellos mismos, actúan con crueldad al hacer niños y arrojarlos a la máquina de la existencia,

Desde su niñez había tenido el deseo de morir, de matarse, como se suele decir, pero jamás había puesto en ello la máxima concentración.

Mi continua curiosidad me impedía el suicidio

A nuestro padre no le perdonamos que nos haya hecho, a nuestra madre que nos haya parido, decía, a nuestra hermana que sea continuamente testigo de nuestra desgracia. Existir no significa al fin y al cabo otra cosa que: nos desesperamos,


Cuando un amigo ha muerto, lo clavamos con sus propias máximas y declaraciones, lo matamos con sus propias armas.

no podía decir de sí mismo que fuera un ser feliz ni un ser infeliz, porque todos los seres humanos son felices e infelices a la vez, y unas veces es la infelicidad en ellos mayor que la felicidad y a la inversa

Hace tiempo que los dioses sólo se nos aparecen con barba sobre nuestros jarros de cerveza.

todo lo escrito, si lo dejamos un tiempo bastante largo y lo examinamos una y otra vez desde el principio, nos resulta como es natural insoportable,

A quien no sabe reír no hay que tomarlo en serio

Todo ser humano es un ser humano único y realmente, considerado en sí mismo, la mayor obra de arte de todos los tiempos

un compañero de estudios es siempre un acompañante extraordinario en la vida y la existencia, porque, por decirlo así, es el primer testigo de nuestras relaciones

Al fin y al cabo, muchos, por estar profundamente hundidos en la infelicidad, son felices en el fondo

No tienen otra cosa que su catolicismo o el partido socialista, los dos las instituciones más repulsivas de nuestro tiempo


Decimos una palabra y aniquilamos a un hombre, sin que ese hombre aniquilado por nosotros, en el momento en que pronunciamos la palabra que lo aniquila, se dé cuenta de ese hecho mortal

El malogrado
Thomas Bernhard
1983
Editorial Alfaguara (2011)
Traducción: Miguel Sáenz
152 páginas

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