jueves, 23 de marzo de 2023

Una mujer, de Natalia Ocampo de Sánchez


"Una mujer" fue la primera novela publicada en formato de libro por una mujer escritora de Caldas. La terminó de imprimir la Editorial Zapata "por cuenta de su autora" el 15 de junio de 1936 y a diferencia de otros libros publicados por esa editoria y escritos por hombres, éste no motivó comentarios en la prensa de la época.

En la primera página un sacerdote advierte, bajo el título de "testimonio" que "el libro no sólo no contiene cosa alguna contra la moral católica, antes bien, respira sus principios en cada frase y en todas las palabras. Vive en él el sentimiento de Nuestra Santa Iglesia, de la primera hasta la última página, de modo que es inconfundible y bien marcada la recta intención de la autora al escribir el libro en cuestión" (p. V).


El libro está dedicado al arzobispo de Bogotá y administrador de la diósesis de Manizales, Juan Manuel González, y al final de ella la autora escribe: "si algún día, sus múltiples ocupaciones, le permiten fijar sus ojos en mi oferta y si ella merece su bendición y aplauso, sería el más suntuoso epígrafe a mi pobre obrita" (p. VI).

Antes del primer capítulo la autora presenta un preámbulo en el que expone el temor que le da salir al público, dado que los críticos a veces son duros con las obras de ilustres escritores: "Qué haremos pues, los que no tenemos ningún mérito para alcanzar a tánto, ni aún mucho menos, y que sin embargo sentimos la comezón de pluma, que es como el prurito de rascar, y más aún, si por doquiera se encuentran temas de interés y hasta de necesidad? Pues hacer lo que se pueda sin aspirar a más; y sin atender a la forma ir al forndo, que en este caso viene a ser lo importante" (p. VII).

Después de todos estos preludios, viene la novela: se trata de la historia de Leticia Arango, una mujer de Manizales que se casa al escondido con Enrique. Tienen tres hijos, una niña y dos varones, y el hogar vive feliz aunque con limitaciones económicas. Para celebrar el cumpleaños de Enrique Leticia planea un paseo a La Linda, y en ese domingo Enrique se reencuentra con Lucía, un viejo amor. Ahí empieza la desgracia: Enrique se encapricha con Lucía, empieza a beber, a descuidar el trabajo, golpea a sus hijos y a su esposa y empieza un ciclo de desgracias hasta que se va de la casa, aunque la mala racha no para ahí: el hijo mayor se va de la casa, el menor muere en un accidente del cable aéreo y al final Enrique regresa a morir en la casa de Leticia y ella contrae tisis y muere en brazos de su hijo pródigo.

La novela tiene un fuerte trasfondo religioso que parte de una hipótesis: el mal marido es una opción que tiene la esposa para santificarse e ir al cielo. Leticia es entonces una mujer abnegada y sumisa, que ofrece todos sus sufrimientos a Dios.

La autora habla de política y presenta sus opiniones. Como el personaje de Enrique encarna todos los defectos entonces es, además, liberal. A uno de los personajes que va al paseo inicial a La Linda lo presenta como "Paquito Vélez (el afeminado)" y el texto está lleno de expresiones logales como "Champurriado", "charra", "ya está quedada", "no más rochela", "hijue pucha", "Usted tomó mis primicias" (por indicar que fue el primer novio), "Ijue los guapos", "eran gente de pró" (por decir gente de alcurnia),entre otros.  

Es una novela útil para comprender el ambiente que vivían (padecían) las mujeres de Manizales en los años 20 y 30: hombres omnipotentes, mujeres con escaso acceso a la educación, violencia intrafamiliar, dificultad para acceder al dinero y una influencia muy fuerte del sacerdote, en un rol que excede al de consejero espiritual y se acerca al psicólogo o terapeuta.

La novela recrea además hechos históricos de Manizales como los accidentes del cable aéreo y el incendio de 1925, que por necesidades de la historia la autora traslada para una fecha posterior. Se trata de una novela que merece leerse: si bien carece de edición y tiene personajes esquemáticos (hay incluso un capítulo, sobre una inundación, que parece como si fuera añadido), más allá de su valor como obra literaria es importante como singular testimonio de una época en la que solamente los hombres tenían voz.


Algunos subrayados

"Aquí se trata de una mujer heróica en el sufrimiento, anexo a la humanidad; mártir además por un matrimonio desacertado, sin que esto quiera decir el que no haya también hombres desgraciados a causa de una mala esposa; de todo hay, pero lo común es que la mujer sea la víctima" (p. VIII).

Pero no se trata aquí de una obra dogmática; más bien vamos en pos de enseñar a las mujeres que no han sido felices en su matrimonio, la manera de que le saquen bien a tándo mal (p. VIII).

Multitud de veces la mujer discreta y buena enmienda a un marido perverso; mas si ésto no lo consigue, no se acongoje en demasía: cámbielo por el esposo divino que es Dios y por Él y por la vida eterna soporte su cruz resignadamente; rece, medite, ore (p. IX).  

Como el cinematógrafo acabó con la inocencia, nadie se extrañará de encontrar aquí algunas escenas reales (p. X). 

es mejor poco estudio y mucha diversión. Eh, qué pereza estudiar. Ya estoy harta. Ojalá no me entraran al colegio el año próximo.
Querida: siempre es bueno sacar el grado; puede llegar el día de necesitarse (p. 30). 

En el sufrir hay doble mérito (p. 37)

(Enrique a su esposa) —¡Apártate tú, si no quieres que también te casque! (p. 39). 

—Por qué no comiste ayer en casa? Por qué no viniste anoche?
—Eso es: sigue la censura. Como si los hombres no fuésemos libres de ir y venir a donde y cuando nos plazca (p. 40). 

el inalámbrico, el radio, la prensa dan noticias del momento y casi todas ellas son catástrofes espeluznantes. Por ejemplo, las muertes repentinas, por lo regular trágicas. ¡Pobres almas, que de un sopetón están en presencia de Dios!...
—Pues no será poca sorpresa esa entrada a la eternidad así... sobre todo los suicidas (p. 53). 

La Rusia soviética, asesorada por el poder del Infierno (p. 55) 

Manizales, situada en la cima de un cerro de la cordillera Andina, cercano a los que forman la base del Páramo del Ruiz, ha tenido enormes costas y dificultades para comunicarse con todo el resto del país y con el extranjero. Sin embargo, hoy cuenta con una vía ferroviaria que por el Sur se conecta al ferrocarril del Pacífico y conduce por ende hasta el Puerto de Buenaventura. Y para ligarse con los otros puntos, por el Norte, Oriente y Occidente dispone de cables aéreos y carreteras. Y no de otra suerte podrá ser menos de esfuerzos más que gigantes, porque la posición de esta ciudad en tan elevada altura la hace casi inasequible (P. 64). 

Añadiremos que su topografía fue una aglomeración de altiplanos, como palotes informes, de suerte que para edificar o se ha llenado una hondonada o se ha derribado un barranco (p. 66). 

—¡Qué va! Es que son solapados, pero ya los conocemos como revoltosos. Entre los godos hay animalillos terribles, que rugen y obran con valor. Ahí están los Leopardos y hay águilas o AQUILINOS y hasta aguiluchos o AGUILARES..." (p. 68). 

las jóvenes pierden con la virginidad el honor y por ende la posibilidad de un matrimonio feliz (p. 83). 

Aquí mando yo y no quiero que frecuenten tánto la iglesia, lo oyen? ¡Es una desgracia vivir en corral, en donde canta la gallina! Pero les probaré que tengo espuela! (p. 85)

Todos los trances difíciles asustan antes de pasarlos (p. 97). 

lo más amado: los recuerdos gratísimos que en insignificantes objetos se guardan con amor: las flores marchitas, la esquela, el pañuelo de seda perfumado, que hacen recordar la hora y el lugar de un momento feliz; cartas y memorias del pariente, del amigo ya idos..., objetos mil de infinito valor moral (p. 101) 

A trece leguas de distancia percibieron el fatídico resplandor (...) Treinta y dos manzanas eran escombros convertidas en brasas y llamas (p.104). 

El incendio se contuvo por sí solo demarcando hasta cierto punto, como si un dedo Providente hubiera dicho: "Hasta aquí". Fué a las cuatro de la tarde (p. 105). 

Se hacía necesario zurcir sin cesar, hacer nuevo de viejo (p. 109).

Como pobres debiera de educarse la juventud porque si llegan a menos, no les sea tan sensible (p. 109).

Por mucho que tenga y sepa una mujer, le es imprescindible el saber los deberes del hogar. Auncuando, según el modernismo, trabaje en un empleo y gane mucho dinero, tiene que saber, ante todo, cómo debe organizarse una casa, porque esta es su principal misión (p 109).

Y si vienen hijos se dejan al cuidado de manos mercenarias sin que experimenten las enseñanzas, los cuidados, los consejos de una madre (p. 130).

La mujer es el confort del hogar; es el centro en torno al cual giran el esposo y los hijos; ellos la buscan cuantas veces entran a casa: ella es la que adorna, la que dirige, la que vigila, la que enseña; es en casa columna y baluarte, centro y dirección, oráculo y ejemplo (p. 131). 

nada tan conveniente como la instrucción a la mujer, pero si sube mucho, puede perder por ello su necesaria afición al hogar (p. 132). 

¡Ah, cuántos sucesos guarda la vida y cuán distintas son sus épocas! (p. 172).

las esposas cristianas que saben conllevar la vida matrimonial en cualquiera forma que se les presente, y cumplir fielmente con su difícil misión, tienen en las dificultades de la vida un venero precioso de donde pueden tomar el oro con que se compra el cielo (p. 180).



Una mujer
Natalia Ocampo de Sánchez
Editorial Zapata, 15 de junio de 1936
Manizales
200 páginas 


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