miércoles, 11 de enero de 2023

Entre escritoras: seis ensayos sobre escritoras colombianas, de Patricia Aristizábal Montes

El título de este libro editado por la Universidad del Cauca es preciso: el volumen recoge seis ensayos sobre escritoras colombianas, que habían sido publicados previamente por la autora en revistas y publicaciones académicas. Como fueron escritos de manera independiente y reunidos para este volumen, entonces hay diferencias en la metodología del análisis, la profundidad y la argumentación, aunque en conjunto permiten hacer un breve viaje por el ejercicio de escritura de seis mujeres colombianas, desde el siglo XIX hasta el XXI. 

Las seis escritoras que se abordan son, en su orden, Josefa Acevedo de Gómez, Agripina Montes del Valle, Marta Traba, Helena Araújo, Laura Restrepo (el análisis se centra únicamente en la novela Delirio) y Alexandra Mora Hernández. 

La profesora Patricia Aristizábal presenta sus análisis sobre el trabajo de estas autoras desde al menos tres ángulos: el sentido que tiene la escritura para las mujeres, los asuntos sobre los que se ocupan sus obras y los usos y atributos del lenguaje que utilizan (p. 9).


Se trata de un aporte al estudio de la literatura escrita por mujeres, que tanto en corpus como en investigación es exigua en comparación con las publicaciones que se hacen sobre escritores hombres. Entre otras razones para el desbalance, la autora explica que las mujeres estuvieron durante siglos al margen del proceso de alfabetización: "En 1821 Antonio Nariño impulsó la creación de escuelas públicas para niñas de los estratos sociales menos favorecidos (...) y hacia 1872 se fundaron escuelas de comercio y de artes y oficios, en las que las mujeres podían capacitarse. Ese mismo año se empezaron a formar las primeras maestras (p. 37).

Un detalle al margen, incluido dentro de una carta escrita a mediados del siglo XIX por Josefa Acevedo de Gómez, permite constatar los profundos cambios que ha vivido la mujer en menos de dos siglos. En su texto, la autora, hija de un político destacado, hermana de generales y mujer de alta cuna bogotana, narra que a sus 33 años ya ha perdido casi todos sus dientes. Si esa es la situación de una mujer de su clase y condición, qué puede pensarse de las que tenían menos privilegios...


Algunos apartes:
muchas de ellas sólo publicaron en las revistas y periódicos de la época mientras que otras se sirvieron de pseudónimos para guardar su identidad (p. 10).

(cita de Soledad Acosta de Samper, 1895) Hubiera muchas más mujeres escritoras si fueran menos tímidas, si se persuadiesen de que tienen una misión benéfica que desempeñar, pues la mujer siempre quiere ser útil cuando es buena, y olvida todo si se persuade de que en su mano está hacer el bien (p. 15).

La escritura de las mujeres en la Nueva Granada tiene en Josefa Acevedo de Gómez una conciencia que podemos denominar "republicadan" que asume el compromiso de orientar intelectualmente su sociedad desde una perspectiva de género, abordando problemáticas sociales, éticas y económicas (p. 21).

Como fue costumbre en las escritoras colombianas decimonónicas, Acevedo de Gómez minimiza sus capacidades intelectuales al momento de abordar los asuntos más álgidos de su época (p. 22).

Nacidas con treinta años de diferencia, las dos escritoras colombianas del siglo XIX, Josefa Acevedo de Gómez y Soledad Acosta de Samper, estuvieron de acuerdo en que el deber de la escritora consistía en escribir obras con el fin de civilizar y moralizar a los ciudadanos de la nueva república, pues el futuro de ésta estaba sin dudarlo "en manos de las mujeres" (p. 27).

el escaso acceso que tuvieron las mujeres a la educación, que se restringía a las labores manuales, al adoctrinamiento cristiano y a algunos rudimentos de matemáticas, lectura y escritura. La formación de la mujer estaba orientada a la observación del culto mariano (p. 37).

Como fue costumbre entre las mujeres del siglo XIX que ingresaban a la esfera de lo público, Montes del Valle reconoce su "pequeñez" frente a seres "mejores dotados" que ella. Este acto se puede calificar como una muestra de modestia, pero al mismo tiempo como la solicitud del permiso para irrumpir con ímpetu propio en el mundo de la escritura (p. 41).

el tema más recurrente en la poesía de Agripina Montes del Valle es, sin duda, la melancolía que la invade al verse lejos de su tierra natal (p. 41). 

(citando a Marta Traba) el arte no sólo es una forma exhaustiva del conocimiento, sino que es el único lenguaje universal que existe entre los hombres (p. 47).

(citando a Marta Traba) la eminente condición moral del crítico debe ser su honestidad. Debe ser inmisericorde y no tener la más mínima blandura, si realmente quiere adiestrar al público en el conocimiento de la verdadera belleza y de los auténticos valores artícsticos (p. 50).

...llevaron a Marta Traba a plantearse en contra de quienes pretendían ver el arte desde una visión "local", dejando de lado lo "universal", pues consideraba que este estado de cosas guardaba relación con el "conformismo" y con la mediocridad (p. 53).

(citando a Marta Traba) para ser un buen crítico hay que ser, también, un buen escritor. Y no se puede ser un gran escritor sin espíritu crítico (p. 55). 

(sobre Helena Araújo) presenta situaciones de orden matrimonial que se tornan problemáticas en la medida en que dichos personajes deben enfrentar las normas que les impiden realizarse como mujeres (p. 72). 

ella se propuso narrar desde el cuerpo, ese cuerpo constreñido al que alude Michel Foucault, cuerpo sometido, negado y castigado. En su labor como crítica y en sus obras literarias, Araújo buscó liberar el cuerpo y hablar desde él (p. 72).

La novela Delirio guarda relación con otras obras literarias, que le permiten contar la historia de una mujer sometida a los valores de la sociedad patriarcal, que no puede subvertir la autoridad del padre y ante su incapacidad de actuar cae en la locura (p. 78).

Hasta hace poco, la mujer era excluida de la vida cultural, lo que significaba que permanecía en silencio, sin expresar sus opiniones ni sus deseos, permitiendo a otros decidir por ella. Los otros, en la estructura de la sociedad patriarcal, son el padre, el hermano, el esposo o el hijo. También la iglesia puede incluirse dentro de esta lista, pues la religión católica ha jugado un importante papel en el control de la mujer, especialmente de su cuerpo y su sexualidad. Pero el silencio femenino no solamente consiste en lo "no dicho", sino también en aquello de lo que "no se habla", o de lo que "no se puede hablar", dicho silencio conlleva la negación de la mujer como sujeto portador de un discurso (p. 89).

Al ignorar la capacidad de la mujer como ser deseado y deseante, su cuerpo es tenido en cuenta solamente como espacio para la maternidad y no como espacio del deseo (p. 93).

(citando a Adrienne Rich) La victimización de una madre no sólo la humilla, sino que mutila a la hija que la observa como prueba de lo que significa ser una mujer (p. 96).

La hija odia ver en la madre lo que ella será cuando sea una mujer adulta y teme que la única posibilidad para su futuro sea repetir el papel materno de sumisión silenciosa y negación de la individualidad (p. 97). 

Mora Hernández hace en su novela Conexión Purg@ttorio, una reescritura de la Divina Comedia desde una perspectiva feminista, pues utiliza la obra de Dante Alighieri para a partir de su concepto del infierno colocar allí a su personaje Mikko Lecter y hacerlo recorrer cada uno de los círculos, recibir diversos castigos hasta llegar al paraíso y ser redimido en un juicio, despues del cual se le permite volver a la tierra "a restaurar lo que ha dañado" (p. 113).


Entre escritoras. Seis ensayos sobre escritoras colombianas
Patricia Aristizábal Montes
Editorial Universidad del Cauca
Popayán, noviembre de 2019
126 páginas


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