Óscar de León es un nerd negro, obeso, virgen, de familia dominicana que migró a Paterson, New Jersey, al frente de Nueba Yol. Lo dice así, lo escribe así y se siente así: al frente, al margen, viendo la vida pasar pero sin poder insertarse.
Óscar es el hermano menor de Lola. Los dos son hijos de Hypatía Beli Cabral y un padre ausente, que estuvo con su mamá menos de dos años. Beli es huérfana desde que estaba bebé: su papá, el médico Abelard Luis Cabral, fue detenido por Trujillo y murió en prisión, y su mamá Socorro Hernández Batista, murió arrollada por un carro. A sus dos hermanas mayores las asesinaron y entonces Beli fue vendida pero luego rescatada por La Inca, una prima de su papá.
Esta constelación familiar determina los distintos narradores y períodos históricos que usa Junot Díaz para narrar La maravillosa vida breve de Óscar Wao. El autor utiliza pies de página, intertextualidad, referencias al cine, cómic, televisión (los Simpson, El planeta de los simios) a los libros de ciencia ficción (El señor de los anillos) y a una enorme cantidad de íconos de la cultura popular para acercar al lector al entorno de Óscar y de sus antepasados, con un lenguaje que muta según el narrador: desde la voz experimentada de La Inca, narrando desde República Dominicana los horrores de Trujillo, hasta la voz trabada de Yunior, el novio de Lola, que solo piensa en rapar (sexo) y que se burla de Óscar con una incorrección política que difícilmente puede pasar el filtro de la policía de la moral.
El lenguaje carnavalesco, con un barroco tropical propio del Caribe, desarrolla con humor, abundancia e ingenio una vida trágica, marginal, ordinaria y con poco afecto, que sin embargo el título del libro presenta como "maravillosa". Que sea maravillosa o decadente es cuestión de ángulo: las vidas horribles también pueden contarse de forma maravillosa.
Algunas frases
Caminaba como si tuviera una campana por culo (p. 24).
No hay nadie más opresor que el que ha sido oprimido (p. 33).
Era uno de esos nerds que usaban la biblioteca como escondite (p. 34).
coño, ¿qué familia latina no se cree maldita? (p. 42).
Nunca son los cambios que queremos los que cambian todo (p. 59).
Los senos de tu mamá son inmensidades. Una de las maravillas del mundo. Los únicos que has visto más grandes se ven en las revistas pornográficas (p. 59).
Temes las conversaciones con tu mamá. Siempre son regaños unilaterales (p 60).
Cuando me sucedió lo que me sucedió a los ocho años y por fin le conté lo que él me había hecho, me dijo que me callara y dejara de llorar, y así lo hice (p. 63).
Era como todos los muchachos: hermoso e inexperto y, como un insecto, incapaz de estar tranquilo (p. 68).
La felicidad, cuando viene, es más fuerte que todas las muchachas insoportables de Santo Domingo juntas (p. 78).
un malestar muy particular de Nueva Jersey: el deseo inextinguible de estar siempre en otro lugar (p. 81).
siempre dando vueltas, alérgica a la tranquilidad (p. 83).
como ocurre muchas veces en estas situaciones, los muchachos de clase alta que ella tanto deseaba ni se enteraron de su existencia (p. 91).
La sensación que la adolescencia reparte gratis y a toneladas: Vergüenza.
al éxito le encanta tener testigos, pero el fracaso no puede existir sin ellos (p. 134).
por mucho que viaje una mula, nunca se puede volver caballo (p. 157).
Me dio cuatro páginas de comentarios sobre un cuento de ocho (p. 164).
Fría como Saturno (p. 171).
nunca se puede escapar. Jamás. La única salida está por dentro (p. 196).
algunas cosas (como la supremacióa blanca y el odio de la gente de color a sí misma) nunca cambian (p. 246).
Cuando uno tiene dieciéis años un cuerpo como este es gratis, pero cuando tiene cuarenta -¡pffft!- es un trabajo de tiempo completo (p. 265).
uno de esos hombres muy malos que ni siquiera el postmodernismo puede explicar (p. 272).
lo que realmente lo sorprendió no fue el bam-bam-bam del sexo, sino las pequeñas intimidades que nunca en su vida había anticipado, como peinarle el pelo o bajar su ropa interior de la tendedera o verla caminar desnuda al baño o la manera en que se sentaba de repente en su regazo y ponía la cara en su cuello. Intimidades como escucharla hablar de su niñez y que él le dijera que había sido virgen toda su vida (p. 306).
La maravillosa vida breve de Óscar Wao
Junot Díaz
Literatura Mondadori
2008
Barcelona
309 páginas
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