jueves, 26 de septiembre de 2013

El inquilino, de Guido Tamayo

El que vive como extranjero es un permanente inquilino en el otro país. Nunca accede a la calidad de propietario. Tiene una condición precaria. Ese es el origen del título de este libro que ganó el premio de novela corta de la Universidad Javeriana. Cuenta la historia de Manuel, un escritor colombiano fracasado, que vive en Barcelona o mejor, que está muriendo en Barcelona, sin conocer ni la fama ni la gloria. Ni siquiera la dicha de ver publicada su obra.

El libro cuenta esta historia y como el protagonista es un escritor, aprovecha para presentar algunas reflexiones sobre la escritura, el lenguaje, el desarraigo y el proceso de publicar.




Fragmentos:

no va a poder conocer su olor de muerto, pero por lo menos sabe que va a entrar en el silencio.

Se levanta y prepara un café tan oscuro como su recuerdo de la noche anterior.

ser extranjero es aprender a reemplazar los asuntos vitales, en este caso, el entrañable sabor del Pielroja por el un tanto dulzón del Ducados.

El licor siempre propone ideas. Es la principal de sus virtudes.

No hay nadie tan fuerte como el que es consciente de sus penas.

Llorar es uno de los actos físicos más demoledores.

apenas un momento cruzó ese frágil umbral que divide una vida feliz de una desgraciada. Apenas se dio cuenta.

Cuando no escribe, lee; cuando no lee, intenta dormir. Y cuando esporádicamente lo consigue, el sueño suele ser una continuidad de la escritura. En sueños sigue construyendo la historia que está escribiendo.

se siente póstumo, sobreviviente a sí mismo, como lo desea hasta el más humilde de los escritores.

Es la mejor forma de medir las secuelas del paso del tiempo: ver a un viejo amigo convertido en un extraño.

el colombiano es una lengua muerta.

Guido Tamayo
El Inquilino
Editorial Mondadori

2011
111 páginas



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