Darío Villamizar fue miembro del M-19, vivió en Ecuador y luego de la desmovilización de esa guerrilla se dedicó a la vida académica y a escribir libros en los que ha documentado la historia de las guerrillas en Colombia, y la del M-19 en particular.
Crónica de
una guerrilla perdida es, como su título lo señala, una crónica. No es un
ensayo ni un texto académico ni una memoria personal. El libro está escrito en
tercera persona y cuenta hechos que el autor investigó a partir de documentos y
de numerosas entrevistas, hasta lograr reconstruir una historia desconocida en
Colombia, por haberse tratado de una operación secreta.
Ahí, en
Cuba, empieza a fraguarse la operación que narra Villamizar: en Cuba los
guerrilleros recibieron entrenamiento militar por instructores cubanos, en un
lugar que ellos coloquialmente llamaban "Villa Chumbimba". Se trató
de un curso corto, luego del cual se armaron dos grupos que partieron desde
Panamá hacia Colombia: uno, de más de 80 guerrilleros, llegó por barco hasta
Tumaco y su misión era llegar a Caquetá, pero las armas que transportaban
fueron decomisadas y casi todos los guerrilleros fueron capturados en Ecuador.
El segundo grupo, el de esta crónica que narra Villamizar, corrió con peor
suerte.
Desembarcaron
en febrero de 1981 en la Ensenada de Utría, en el Chocó, y las condiciones
topográficas y climáticas eran tan difíciles que a su primer campamento lo
llamaron "Campo Pantano". Eran 40 combatientes a los que luego se
unieron otros 5. Con lluvia permanente, sin conocimiento del terreno, con
hambre, paludismo, leishmaniasis y roces entre el grupo, avanzaron muy
lentamente. Su propósito era llegar a los límites entre Antioquia, Risaralda y
Chocó para montar un campamento base allí. No obstante, entre las deserciones y
los combates el grupo se fue diezmando y al final de los 45 sólo sobrevivieron
13: once porque fueron capturados o desertaron y solo 2 que lograron permanecer
vivos y en libertad hasta el final.
Aunque la
literatura colombiana tiene numerosos títulos que abordan aspectos del
conflicto armado, son relativamente escasos los textos que narran el conflicto
desde el punto de vista de los insurgentes. Este libro, bien investigado, bien
documentado y bien escrito, aporta datos desconocidos sobre la Columna Calarcá,
pero sobre todo permite acercarse a la precariedad, el hambre y la
incertidumbre de la vida guerrillera. Un relato que humaniza la vida
guerrillera y, en consecuencia, resulta útil como aporte a la reconciliación.
Algunos
subrayados
Una de las
primeras medidas del régimen de Turbay fue el nombramiento del general Luis
Carlos Camacho Leyva en la cartera de Defensa, un fiel exponente de las
doctrinas de seguridad nacional, tan en boga entonces en el continente, donde
trece de los diecinueve países eran gobernados por dictaduras militares (p.
33).
...hicieron
que el Flaco convocara, en marzo de 1979, a una reunión de la dirección para
evaluar lo que ocurría y definir los pasos siguientes. La cita fue en una zona
montañosa entre los municipios de Riosucio y Supía, al noroccidente del
departamento de Caldas, a donde concurrieron una docena de dirigentes
nacionales y regionales (p. 44).
El viaje
(de Bateman y Toledo a Centroamérica) lo hicieron con apoyos por la ruta
Bogotá-Manizales, donde durmieron la primera noche (p. 49)
simularon
unas pequeñas granadas con pepas de mango (p. 95).
Fernando y
la Chiqui, que en alguna oportunidad estuvieron en actividades con indígenas
embera-chamí por los lados de Anserma y Riosucio, en el departamento de Caldas
(p. 117)
Los
integrantes del M-19 tenían la moral muy en alto, venían de "ganar"
en la Embajada de la República Dominicana y en otros combates; en muchos
momentos sobrevaloraban sus propias fuerzas y el "¡hágale, compa!"
suplía la necesidad de planeación (p. 131).
Eran dos
"blancos" en un pueblo de negros... "Todo el que no sea negro es
sospechoso de pertenecer a los bandoleros" (p. 190).
No todos
los afrodescendientes ni todos los indígenas estaban dispuestos a apoyar una
causa que les resultaba ajena, promovida por "extraños" a quienes,
muchas veces, ni entendían, así esta asegurara interpretar sus más preciados
intereses y reivindicaciones en los planos económicos, culturales y sociales.
La mitificación y sacralización de lo popular (p. 284).
Del diario
de la Chiqui: "vino el informe de noticias no muy buenas, dicen que han
detenido a un grupo nuestro en el sur, dicen haber detenido a Toledo, a Pacho y
a un numeroso grupo, además dicen que a mí me han matado en un combate, pienso
que si todas las noticias son así de ciertas, hay que poner en duda todas"
(p. 352).
Crónica de una guerrilla
perdida. La historia inédita de la columna del M-19 que desapareció en la selva
del Chocó.
Darío
Villamizar Herrera
Editorial
Debate
Bogotá
Enero de
2022
390 páginas