jueves, 27 de mayo de 2021

Mediocristán es un país tranquilo, de Luis Noriega


Un bumangués que estudia en Bogotá y luego se radica en Barcelona es el narrador de esta novela, en la que a partir de capítulos cortos se cuentan sus coqueteos con el fracaso: su inestabilidad económica, su desinterés por el "éxito" o la estabilidad, su negativa rotunda a tener hijos y formar una familia y su comodidad en una relación de pareja sin compromisos, viendo tele y metiendo droga. Los altibajos más fuertes en su cotidianidad son los que proporciona el desempeño de su equipo de fútbol favorito. 

Mediocristán es su país pero también su vida: una medianía en la que es mejor vivir en un eterno presente. Garantizar el placer inmediato es la apuesta más segura para evitar hacerse preguntas sobre el futuro. 

A partir de anécdotas mínimas que suenan a experiencia autobiográfica, Noriega construye con humor ácido y sarcasmo un personaje que evidencia que desea prolongar la libertad de su adolescencia y se resiste a los estereotipos que se esperan de la adultez y ese protagonista es un buen álter ego de su país de origen: Mediocristán, un país en el que es un derecho fundamental tener a quién echarle la culpa.

El humor es un poderoso recurso para desnudar las fisuras del poder. Es a partir de allí, de la sátira y la ironía, que Noriega habla de la camisa de fuerza que representan la familia, el matrimonio y la paternidad, y las carencias normalizadas en un país violento y mediocre como Colombia, en el que una de las buenas alternativas que se le ofrecen a los jóvenes consiste en migrar. 


Algunas frases
"Tener a quién echarle la culpa es casi un derecho fundamental" (p.11)

"Las generaciones pasan.
La tierra permanece.
La memoria es frágil (p. 12).

"En ocasiones, tener un culpable es la mejor excusa" (p. 13).

"una generación que para tener a quién echarle la culpa ha tenido que abandonar la comodidad del ámbito familiar y tomar un curso rápido de política de cafetería sobre la falta de oportunidades y las mentiras del Estado del bienestar" (p. 13).

"El nombre impronunciable del abismo que existe entre nuestras aspiraciones y nuestros logros es "fracaso"" (p. 14).

"Las palabras son una medida de la vanidad" (p. 14). 

"Tal vez lo que te hace especial no sea ser lo que mal que bien has podido ser, léase nada, sino ser el padre de alguien cuya historia será completamente diferente de la tuya. Una historia esta-vez-sí" (P. 20).

"En Mediocristán procuramos no meternos en problemas: es la mejor forma de no perder inútilmente el tiempo intentando hallarles solución. Preferimos los crucigramas, los acertijos verbales, las novelas de intriga, los videojuegos" (p. 23).

"Mi única queja contra la sociedad de consumo, el imperio de lo efímero y demás, siempre ha sido que haya tanto con que enajenarse y tan poco tiempo" (p. 23)

"En otra época fui crédulo. Otros dirían "joven". Otros dirían "guevón".
Otros corregirán "todavía"" (p. 25).

"El razonamiento que puso fin a mi vocación política fue que yo no era nadie para luchar contra las venerables tradiciones nacionales del peculado, la repartición del pastel y la puñalada por la espalda" (p. 26).

"Entre Mediocristán y Fracaso hay estaciones bastante peores para los políticos de cafetería. La cárcel. El cementerio. El Congreso. Y eso solo por la C" (p. 26).

"La política, dice el poeta, es una afición reservada a los miembros mejor vestidos de las clases criminales" (p. 27).

"Cuando me canso del realismo, cambio de canal" (p. 28).

"Dentro y fuera de Mediocristán la ley de la vida es el autoengaño" (p. 31). 

"la familia, el monopolio de una Iglesia cuyo deporte preferido es organizar marchas por el derecho a la vida de todo puñado de células que pueda convertirse, de acuerdo con la voluntad de Dios y las leyes de la naturaleza, en carnecita de cura pedófilo" (p. 32).

"La felicidad es comer, beber y follar. La felicidad es comer, beber y meter. La felicidad es comer, beber y ver la tele. La felicidad es comer, beber, follar y meter mientras ves la tele. Etcétera" (p. 40).

"Los bancos no necesitan muchos argumentos para convencernos de que el crédito es una buena religión" (p. 40).

"El nacionalista mamerto es un vástago de la aristocracia local, cuyos privilegios ha rechazad para combatir el sistema atiborrándose de porros y resúmenes de Marx en un humilde piso de doscientos metros cuadrados mientras cobra el paro" (p. 66). 

"No hay sitio, por más maravilloso que sea, que puedas visitar sin cargar contigo mismo. Y en mi caso, aun cuando consigo viajar con la mejor versión de mí mismo, la resaca suele ser atroz" (p. 77).

"El lugar común acerca de las reuniones de ex alumnos es que se planean como grandes ocasiones para el recuerdo y terminan siendo reuniones de borrachos más o menos decepcionantes que nadie quiere repetir en mucho tiempo" (p. 139). 

"En Mediocristán me resulta doloroso reconocer, abundan los idiotas convencidos de que viven en otro país, cuando no en otro planeta" (p. 140).

"El Pasado es el país del que nunca te has dio, el país en el que siempre estás de vuelta" (p. 146). 

"Para ser un buen budista a veces solo se necesita dar con la combinación de drogas adecuada" (p. 164). 

Mediocristán es un país tranquilo
Luis Noriega
Editorial Random House
2014
Bogotá
168 páginas.

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