martes, 5 de mayo de 2015

El quinto hijo, de Doris Lessing

Una casa gigante de tres pisos, con tantas habitaciones que parece un hotel, ubicada en un pueblo en las afueras de Londres, es el lugar en el que ocurre esta novela corta e inquietante, en la que se cuentan al menos 20 años de la vida de Harriet y David, una pareja ideal, idílica, perfecta, que tiene un hogar feliz con cuatro hijos hermosos, y que son el centro de atracción de la gran familia de ambos, hasta que lo inexplicable ocurre.

Lo inexplicable es Ben, el quinto hijo, un bebé que no estaba planeado y que desde el embarazo su madre Harriet presiente como extraño, aunque los médicos insistan en que es un bebé, un recién nacido, un niño, un joven saludable y vigoroso.

Ben es diferente en muchos aspectos y llega para quebrar la armonía del hogar. La forma en la que cada miembro se relaciona con él o reacciona a su presencia revela mucho sobre lo difícil que es aceptar que uno de los nuestros no es como nosotros. Tan distinto que su prima Amy, con Síndrome de Down, es amada y rodeada de mimos, mientras que Ben, con su enigmática naturaleza, genera rechazo o temor.

El quinto hijo plantea un tema que recientemente también fue abordado en el cine con la película “Tenemos que hablar de Kevin”. Si bien los desenlaces de la trama son diferentes (¿o no tanto?) el dilema es cómo hace una madre para amar a un hijo que al parecer la odia, o al menos no quiere que ella lo quiera. O que pone en riesgo a lo que la madre más quiere, que son sus otros hijos. El misterio, el suspenso, la inquietud que recorren estas páginas revelan la maestría de la Premio Nobel 2007, que sin recurrir a escenas truculentas, sin digresiones, con pura narración y apenas insinuando la violencia, hace presentir lo peor.


Algunas frases:
No es nada anormal coger aversión a un hijo

Todos los niños suelen portarse mal durante un año o así después de empezar a caminar. No tienen instinto de conservación, ni sensación de peligro; se tiran de la cama y de las sillas, se lanzan al vacío, irrumpen en la calle, hay que vigilarles siempre… Y también son, añadió, absolutamente encantadores y deliciosos y tiernos y graciosos. Y luego, poco a poco, se vuelven sensatos y la vida es más agradable.

Sus esfuerzos lo habían hecho triunfar en su empresa y posteriormente le proporcionaron un trabajo mejor en otra empresa. Y en eso se centraba ahora su vida; los acontecimientos tienen su propia lógica. David era ahora el tipo de individuo que en otros tiempos había decidido que nunca sería.

Como es bien sabido, todos estos centros tienen una capa, como un sedimento, de alumnos ineducables, inasimilables, los casos perdidos, que van pasando de curso en curso, a la espera del día feliz en que puedan dejar el colegio. Y es muy frecuente que no vayan a clase, para alivio de sus profesores.


El quinto hijo
Doris Lessing
Random House Mondadori – De bolsillo
2008 (primera edición 1988)
Barcelona 

154 páginas

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