Esta novela de Juan Diego Mejía tiene el sabor de la nostalgia porque ocurre en una ciudad que ya no existe. Pasa en Medellín, pero en el Medellín de antes del metro, antes de Pablo Escobar, antes del narcotráfico y las bombas. El narrador es un niño de 8 años que vive en un caserón del barrio Manrique, con su mamá Laura y su papá Mejía, que trabaja en El Caballero, un almacén de ropa, zapatos y variedades en Guayaquil.
Esta novela ganó en 1996 el Premio de Novela de Colcultura y es quizás el libro más conocido del autor. Recrea el mundo infantil del narrador, con sus juegos de vaqueros, sus lecturas de piratas, su interés por el fútbol y su gusto por el cine, pero también desde la mirada del niño se cuentan las angustias familiares por la plata que no alcanza, el negocio que no prospera, el papá que bebe más de la cuenta. Tiene un lenguaje preciso, lleno de imágenes, con poca digresión y en cambio muchas escenas que muestran las situaciones en vez de explicarlas.
Las frases:
"Por un instante no hubo un solo ruido en el universo. El viento pasaba en oleadas silenciosas".
"Es una pequeña vieja que usa pulseras de imanes para controlar los dolores del reumatismo, y en el esfuerzo por escuchar el reacomodamiento del polvo de sus huesos se olvidó de oír los sonidos del resto del mundo. Doña Elisa es sorda como una piedra".
"Yo creo que Mejía buscaba algo y se pasó toda su vida tratando de encontrarlo sin saber exactamente que era. Nunca lo vi completamente feliz".
"Mejía se retira a su escritorio al fondo de la nave. Desde allí los mira moverse como hormiguitas. Los escucha aplaudir y cantar en coro la palabra "alaordensiga", "alaordensiga", que se convierte en el abracadabra de El Caballero, y la gente empieza a entrar como sonámbula".
Juan Diego Mejía
El cine era mejor que la vida
Ediciones Pluma de Mompox SA
Ediciones Pluma de Mompox SA
Cartagena
2011 (1 ed 1997)
128 páginas
2011 (1 ed 1997)
128 páginas
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