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Leí Divorcio en Buda, de Sandor Márai. Si leyeron El último encuentro, ya entenderán cómo es este libro. No tengo clara la frontera entre tener un estilo marcado que es similar en 2 libros, y encontrar una "fórmula" que se utiliza en dos libros diferentes. Esta herejía ya la había pensado una vez con el amado Saramago, que escribió el Ensayo Sobre la Ceguera a partir de una pregunta al estilo ¿qué pasaría si un día súbitamente todos...? y luego escribió La Caverna, que parte de una pregunta igual y así podría haber escrito otros 20 libros distintos, pero iguales.
Con todo y esta entrada tan pesimista, me gustó Divorcio en Buda, tanto como me gustó El Último Encuentro. En ambos casos se trata de libros más bien cortos, en los que la acción, el tiempo del relato, es de un día o menos, pero el narrador se entretiene en larguísimas digresiones que van mucho más atrás en el tiempo. En este caso la anécdota parte de un juez de familia casado, con hijos, feliz, que "mañana" tiene que dictar sentencia de divorcio a una pareja que conoce. El "suspenso" gira en torno a esa pareja y las reflexiones en torno a la familia, el divorcio, el amor, las relaciones de pareja, la difícil convivencia, la imposibilidad de conocer al otro y todos esos temas que resultan apropiadísimos para las lecturas de una recién casada.
Las frases:
"que las conversaciones de este tipo en realidad no existen, que no es posible arreglar con palabras las situaciones reales de la vida porque son duras y concisas como una roca o un monolito ancestral".
"que la hombría no es destruirse por algo que no se puede soportar, que quiza se es más hombre si se transige y se busca la mejor solución posible. A lo mejor "afrontar las consecuencias" significa simplemente humillarse y enseñar las heridas, aunque un invisible corro de señores con sus normas no escritas opine de otra manera".
"que lo que importa es el conjunto, el ambiente familiar, el hecho de que la familia sea una familia verdadera, de que los padres y los hijos se comprendan y se sientan íntima y profundamente unidos. Y si esa cohesión mantiene unida a la familia, entonces los padres pueden incluso permitirse alguna que otra disputa, pueden reñir a los hijos, la madre puede repartir cachetes, el padre puede mostrarse desganado, irritado o tacaño, y aun así la familia seguirá siendo una verdadera comunidad: nadie temblará de frío y los hijos no tendrán traumas o crisis psicológicas a consecuencia de una bofetada del padre. Los padres pueden mostrarse en su relación apasionadamente tiernos o apasionadamente violentos, pueden permitirse peleas y paseos románticos porque todo aquello seguirá formando parte de la vida familiar, como los nacimientos y los fallecimientos, como la colada y la comida especial de los domingos".
"Los seres humanos eran como los adictos a la morfina, que no se sacian jamás aunque la dosis sea cada vez más elevada".
"Los divorcios son errores tristes y a veces nefastos que conducen a los últimos compases de una tragedia humana que empezó por la eterna escena del balcón y termina ante el juez".
"¿Qué es eso de la crisis matrimonial? se preguntaba con ironía. Era como si alguien afirmara que la verdad matemática estaba en crisis y dos más dos ya no eran cuatro, o bien que el propio dios estaba en crisis y sus leyes ya no eran válidas".
"uno lo experimenta más o menos todo hasta cumplir cuarenta, cuarenta y cinco años, pensaba. A esa edad ya se sabe algo definitivo, algo verdadero; no es un saber profundo ni satisfactorio, pero uno ya ha visto a los vivos y a los muertos. La vida se repite de forma extraña y milagrosa, nada ocurre como esperábamos, nada nos puede sorprender. La única sorpresa de la vida se produce cuando descubrimos que también nosotros somos seres mortales".
"Y de repende comprende: la guerra empieza cuando los seres humanos, en todo el mundo, están sentados en sus casas, hablando de sus preocupaciones diarias, y de pronto alguien pronuncia la palabra "guerra". Los demás entonces no pueden callar, no pueden mirar en silencio al vacío, aterrados, sino que se ven obligados a responder con naturalidad, repitiendo la palabra "guerra. Y se ponen a hablar de la guerra, de si es posible y de cómo será, y donde, y cuándo. Así es como empieza la guerra".
"¿quién es inocente? porque la religión enseña que el hombre nace ya con culpa".
"Las situaciones así, tan desesperadas, tan irracionales e incomprensibles, sólo podemos entenderlas después, cuando ya ha transcurrido el tiempo".
"El que ama, teme. Sentimos celos por la persona que amamos, a lo mejor porque sentimos celos de la muerte, que nos la puede arrebatar".
"¿Qué significa "amar"? Durante años he pensado que significa conocer a la otra persona..., conocerla perfectamente, con todos sus secretos; conocer cada rincón de su cuerpo, cada reflejo; conocer a fondo su alma, cada una de sus emociones... Quizá sea eso, quizá conocer sea lo mismo que amar".
"Hay que aceptar la felicidad así, en su estado imperfecto".
"¿Quién sería capaz de fijar, de fotografiar, de definir con seguridad el instante en el que algo se ha roto entre dos personas?"
"Para conocerse a uno mismo, para comprenderse, es preciso vivir un tiempo en soledad, en una soledad profunda".
Divorcio en Buda
Sándor Marai
Salamandra
190 páginas
Diario de lectura. Leemos libros, subrayamos libros, comentamos libros.
miércoles, 2 de febrero de 2011
Divorcio en Buda, de Sándor Marai
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Sándor Marai
Escritora, columnista, periodista, abogada. Docente en la Universidad de Manizales. Doctora en literatura de la UTP y magister en estudios políticos de la Javeriana. Autora de la novela "El oído miope", el libro de cuentos "El lugar de todos los muertos" y el libro infantil "Sakas".
En Twitter: @adrivillegas.
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