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domingo, 1 de diciembre de 2013

Al diablo la maldita primavera, de Alonso Sánchez Baute

El lenguaje desbocado, desaforado del personaje es el imán que agarra al lector desde la primera página de esta novela. Un protagonista entrañable del mundo gay de Bogotá, aunque lleno de defectos: mentiroso, vividor, conchudo, mantenido, superficial, holgazán, interesado, etc... que sin embargo cautiva con su conocimiento general sobre temas vacuos, su facilidad de labia y su desparpajo.

Se trata de una novela sobre el mundo gay de Bogotá, pero también de una novela sobre el habla, sobre la oralidad. Está escrita a la velocidad en la que conversa el narrador, Edwin Rodríguez Buelvas, y en la forma que habla, que es saltando de un tema a otro, y luego a un tercero, para regresar al primero, mezclando en la conversación canciones populares, actores de cine, citas de la revista Vanidades y chismes de farándula. Una novela muy entretenida, muy bien escrita, que cuenta con humor el drama de la soledad y la incomprensión del mundo gay. Un mundo que incluye discotecas, bares, gimnasios, el Carulla de la 64, Apolos, saunas, jacuzzis, turcos, fiestas, el Parque Nacional, los baños de Granahorrar, el Terraza Pasteur, y toda una geografía de los puntos de encuentro gay de Bogotá. 

Algunas frases (el libro tiene numerosas frases dignas de subrayarse):

No pienso detenerme un minuto a contar cosas sobre mi niñez o adolescencia, ya que hará marras que aprendí que la sensibilidad no es más que vulnerabilidad aprovechable.

desde que era un pelaíto yo entendí que mi rollo era con los hombres y, por lo tanto, sería la oveja rosada de la familia. Y supe además para entonces que la vida es dura y la gente es mala.

Quien me conocía no podía dejar de hablar de mí, generalmente mal, lo cual es muy bueno porque eso demuestra que uno va un paso más adelante en esta vida.

La soledad es una constante homosexual.

Y yo me pregunto: ¿para qué diablos sirve una tragedia si no puede ser contada?

y sobre mi familia que ha comido en bandeja de plata por más de tres generaciones.

al tiempo que veía una larga fila india de hormiguitas que se metían en un hueco en la tierra, y jugué un rato esparciendo la arena sobre la entrada al nido, viendo salir aterradas a las hormiguitas. Pensé entonces, medio divertido, que definitivamente los gays somos como las hormgas: si nos tapan el huequito nos enloquecemos.

para poder sobrevivir a la soledad de la vejez, que es la peor de todas las soledades.

siempre es bueno que hablen de uno, y si es mal, mejor, porque eso significa que uno está haciendo bien las cosas y está ascendiendo e imponiéndose sobre todo el mundo.

después de la tempestad viene la calma, pero hay que ver lo rica que es la tempestad.

muchos de estos prejuicios provienen es de las religiones, que son el instrumento perfecto de la creación humana para joderse la vida.

Por eso, macho yo, que soy tan pasiva, pero al menos tengo el coraje de acostarme con quien me dé la gana y llevar a cabo cualquier fantasía que se me cruce por mi bello cerebrito sin necesidad de vivir temeroso ante el qué dirán.

un culo lo más de espectacular con los tres itos: redondito, paradito y durito.

Bogotá, donde uno podría fácilmente ser feliz si no fuera por la envidia de la gente.

!Primero tuerta que con lentes!
!Primero calva que con trenzas!

del amor que aprendí a sentir por mí mismo, que es el único que nos permite amar a los demás.

preocuparse no es más que anticiparse a un problema que muy posiblemente no llegue a existir jamás.


Al diablo la maldita primavera
Alonso Sánchez Baute
Editorial Punto de Lectura
2003
276 páginas

lunes, 4 de noviembre de 2013

El Espantapájaros, de Ricardo Silva Romero

El Espantapájaros es como un fantasma que recorre Camposanto, una vereda ubicada "al nordeste del país", a "8 horas en bus desde Bogotá". Una vereda habitada por viejos, por gente que en la época de La Violencia cometió todo tipo de crímenes y luego se instaló en Camposanto a reinventarse la vida, olvidar el pasado, jugar dominó y morir en la cama, con hijos y nietos y no con un corte de franela.

Esa es la esperanza de todos hasta que aparece El Cigarra, para enderezar la Historia. El Cigarra es un paramilitar que llega acompañado por cinco camiones con más de 100 soldados de su ejército irregular, para cometer una masacre que permita limpiarle la zona al doctor y hacer justicia con las víctimas que murieron hace décadas. 

Al llegar a Camposanto El Cigarra advierte que todos los muertos del día van por cuenta del Espantapájaros, el hombre que hace años se dedicaba a espantar Pájaros chulavitas... Y empieza entonces un juicio sumario, con todos los horrores y vejámenes que pueden ocurrir en una masacre paramilitar.

Se trata de una novela muy colombiana en su paisaje, su música, su historia y personajes. Una historia que van contando los mismos protagonistas, víctimas o victimarios, aunque a veces el lenguaje no sea del todo preciso ("que mi mami no me entierre" no puede ser una frase de un bandolero... mami dicen solo los rolos...). Una ficción que tiene mucho de las historias de masacres paramilitares, con algunos detalles puntuales que ayudan a hacer más vivo el horror. 

El Espantapájaros es la contracara de una novela doble: El libro se llama Érase una vez en Colombia y tiene 2 novelas: El Espantapájaros, que es la tragedia, y Una Comedia romántica, que es la visión optimista de la vida. El Espantapájaros surge de todo el drama de la violencia en el país, pero el personaje de El Cigarra tiene un origen curioso: el paramilitar, cada vez que mata a alguien, chequea la línea de la mano del muerto para confirmar que le tocaba morir ese día y que él lo que hizo fue ayudar a que el destino ocurriera. El papá del escritor es físico pero además es experto en leer la mano. Esa experiencia fue un detonante para que el autor construyera al personaje.

Algunas frases:
El odio no es bueno porque lo alarga todo, lo fija todo. 

Lo único que no hizo por sus papás fue morir después de ellos.

Los jóvenes de hoy no saben por qué matan, eso es verdad, pero los viejos de ahora se hacen los que no cometieron los pecados.

Su vida en realizad es esperar el momento en que va a ser, por fin, su vida.

Pero pasaba con ellos lo que pasa con ciertos hermanos: que el uno era la persona que no había podido ser el otro.

El Espantapájaros
Ricardo Silva Romero
Editorial Alfaguara
2012
151 páginas

viernes, 4 de octubre de 2013

Cuartos para gente sola, de J.M. Servin

Edén vive en un inquilinato en un barrio marginal de una ciudad que puede ser el D.F, por el lenguaje de Edén, pero que puede ser también cualquier urbe latinoamericana. Es pobre, pero más que pobre es un fracasado: está solo, con un trabajo miserable, con deudas, sin futuro. Las peleas de perros son el espacio para desfogar su rabia contenida y en esa atmósfera evoluciona esta novela corta, de pocos personajes y pocas situaciones, en las que el protagonista primero es derrotado y luego hurde una venganza.
Acá no hay héroes, ni buenos y malos. Acá hay personajes en el límite de la miseria, o de la legalidad, o de la exclusión. Los conflictos que se desarrollan son consecuencia de esas circunstancias, de un entorno agresivo que genera violencia.
Algunos fragmentos: 

Sólo tengo una pequeña caja de libros que robé a mi padre: novelas que me habían gustado porque hablaban de mundos diferentes al mío.

Nada tan deprimente como la luz de unas oficinas. Seca y mustia. Incluso huele a falso orden.

La policía nunca registra a la gente previniendo un delito, sino como un acercamiento entre vigilante y vigilado que hace que a éste no se le olvide que existe alguien de quien cuidarse.

Soy vulnerable, como mis ideas.

Sólo sé que al éxito lo conozco de oídas.

Vivir no es más que la pesadilla del suicida.

Eso es lo bueno de las pesadillas, que a diferencia del estado consciente, uno despierta.

Me gustan las serpientes porque se parecen a las mujeres. Son vigilantes, esquivas, sedentarias. Muchas veces mortíferas. Reposan largos períodos mientras recuperan fuerzas y luego salen de su nido en busca de una presa a la que asedian sin descanso, tenazmente, hasta verla desprotegida.

La lengua de Felisa exploraba en mi boca como si supiera que tenía una muela de oro.

Al dejar su casa, tan borracho como ellos, supe que yo tendría que encontrar mis propios motivos para dejarme llevar por la desesperación.

J.M. Servín
Cuartos para gente sola
2012
Editorial Almadía
133 páginas

jueves, 26 de septiembre de 2013

El inquilino, de Guido Tamayo

El que vive como extranjero es un permanente inquilino en el otro país. Nunca accede a la calidad de propietario. Tiene una condición precaria. Ese es el origen del título de este libro que ganó el premio de novela corta de la Universidad Javeriana. Cuenta la historia de Manuel, un escritor colombiano fracasado, que vive en Barcelona o mejor, que está muriendo en Barcelona, sin conocer ni la fama ni la gloria. Ni siquiera la dicha de ver publicada su obra.

El libro cuenta esta historia y como el protagonista es un escritor, aprovecha para presentar algunas reflexiones sobre la escritura, el lenguaje, el desarraigo y el proceso de publicar.




Fragmentos:

no va a poder conocer su olor de muerto, pero por lo menos sabe que va a entrar en el silencio.

Se levanta y prepara un café tan oscuro como su recuerdo de la noche anterior.

ser extranjero es aprender a reemplazar los asuntos vitales, en este caso, el entrañable sabor del Pielroja por el un tanto dulzón del Ducados.

El licor siempre propone ideas. Es la principal de sus virtudes.

No hay nadie tan fuerte como el que es consciente de sus penas.

Llorar es uno de los actos físicos más demoledores.

apenas un momento cruzó ese frágil umbral que divide una vida feliz de una desgraciada. Apenas se dio cuenta.

Cuando no escribe, lee; cuando no lee, intenta dormir. Y cuando esporádicamente lo consigue, el sueño suele ser una continuidad de la escritura. En sueños sigue construyendo la historia que está escribiendo.

se siente póstumo, sobreviviente a sí mismo, como lo desea hasta el más humilde de los escritores.

Es la mejor forma de medir las secuelas del paso del tiempo: ver a un viejo amigo convertido en un extraño.

el colombiano es una lengua muerta.

Guido Tamayo
El Inquilino
Editorial Mondadori

2011
111 páginas



La presa, de Kensaburo Oé

La presa es una novela corta, muy corta, narrada por un niño japonés. El niño vive en una aldea pobre y aislada con su papá y su hermano. Un día se oye un estruendo y es un avión de guerra que se cayó relativamente cerca. Sobrevive un soldado negro, la presa, al que el niño, su padre y su hermano deben cuidar, alimentar, como a un animal doméstico. La presa transforma la vida del niño, se convierte en su más importante responsabilidad, e incluso empiezan a congeniar, a hacerse amigos, hasta que la realidad mete mano en el idílico mundo que empieza a crearse.

La anécdota del libro es la que acabo de contar, pero el valor extraordinario de esta obrita maestra está, por un lado, en la forma en la que se dosifica la información, de tal manera que el lector siempre está tenso, y por otro lado en las digresiones y análisis que se presentan desde una voz infantil, con el asombro de quien ve las cosas por primera vez.

Es una historia que ocurre en Japón, pero perfectamente podría ocurrir en cualquier lugar, narrada a partir de imágenes que se construyen con una admirable economía de palabras.

Los fragmentos:
Morro de Liebre, tumbado completamente desnudo en la losa mas ancha y más cómoda, dejaba que las chiquillas acariciaran su sexo rosado como si fuera una muñequita. Congestionado, con una risa tan estridente como un chillido de pájaro, de vez en cuando daba una sonora palmada en el trasero, también desnudo, de una niña.

La niebla, igual que un ser dotado de vida, se arrojó sobre mí y me rodeó; en un abrir y cerrar de ojos se me metió hasta el fondo de la nariz.

nos miró, con la cara relajada, descubriendo sus fuertes dientes que ahora amarilleaban a causa de la suciedad; entonces tuvimos la revelación brutal de que un soldado negro también podía sonreír, y tomamos conciencia de que entre él y nosotros, de golpe, acababan de establecerse unso vínculos solidos, profundos y casi "humanos".

Kensaburo Oé
La presa
Editorial Anagrama
1994
114 páginas.


lunes, 23 de septiembre de 2013

Cielo parcialmente nublado, de Octavio Escobar Giraldo

Se ha vuelto hasta cliché asociar la escritura de Octavio Escobar Giraldo con "postmodernidad" y es usual que en las entrevistas le pregunten por su prosa postmoderna y sus juegos con las estructuras narrativas. 

Quien busque ese tipo de propuesta en "Cielo parcialmente nublado", se equivocó de libro. Esta es una historia sencilla (¿demasiado sencilla?) contada de manera lineal. Andrés es manizaleño, lleva 13 años en España, vino hace 5 años a Cartagena pero no visita su ciudad desde que se fue. En las noticias se habla de los diálogos de paz de Andrés Pastrana, el despeje del Caguán, y al papá de Andrés le da tanta angustia que anuncia que va a vender la casa y empieza a empacar todo en un baúl. La mamá sospecha que el papá se enloqueció, llama a Andrés a pedirle ayuda y entonces Andrés arma viaje para estar la primera semana del año en Manizales (la semana de Ferias), con sus papás y su hermana Mafe, que vive en Pereira.

Todo eso es lo que se nos anuncia en el primer capítulo. Los otros seis son la llegada de Andrés a Bogotá, luego a Manizales, luego a su casa, los diálogos con su familia, visita al Teatro Fundadores, a San Carlos, a Chipre, y así hasta que se devuelve. 

Grandes trozos de la novela son diálogos: de Andrés con su esposa en España, con sus papás, con su hermana, con una ex amante, con su amigo de toda la vida... Los diálogos soportan la historia. Leí que el objetivo de Octavio Escobar con esta novela era mostrar gente común y corriente, con sus angustias normales por los procesos de paz. Si ese era el propósito, el de contar una historia "hiper-realista" por lo cotidiana, entonces creo que lo logra.

Los fragmentos:
Mucha gente prefiere mirar a Bogotá desde Chapinero Alto, cemento y más cemento; y el alumbrado público les parece divino. A mí me gusta al troncario, contemplar los cerros, aunque los urbanizadores no paren de mutilar los bosques.

Lévi-Strauss se consagra si hace una investigación sobre el incesto en Manizales.

Todo con ella es muy difícil y la vida no tiene por qué ser una dificultad.

Con una sonrisa suficiente corroboró que La Patria seguía siendo una empresa familiar; todos sus directivos tenían el apellido Restrepo en primer o segundo lugar, excepto el jefe de redacción. A Orlando Sierra Hernández lo había oído leer poemas años atrás, en la Universidad de Caldas. Se alegraba de que hubiera encontrado como ejercer su vocación literaria de una manera rentable. 

Una combinación específica de olores -frutas tropicales, panela, fríjoles, carne molida, los limpiadores preferidos de su madre, cera para pisos-, lo devolvió a un estado, una familiaridad. 

Cuando llamas a una ex, abres la caja de Pandora.

En cualquier área del conocimiento hay disparidad de criterios.

Octavio Escobar Giraldo
Cielo parcialmente nublado
2013
Editorial Intermedio
203 páginas

Ellas se están comiendo el gato, de Miguel Ángel Manrique

La carretera es una novela de Cormac McCarthy que fue llevada al cine y protagonizada por Viggo Mortensen. Es la historia de un padre y su hijo que avanzan por una carretera, huyendo de un cataclismo y se esconden porque hay caníbales que los amenazan.

Pensé en La carretera leyendo este libro de Miguel Angel Manrique, Ellas están comiendo el gato, porque también es una atmósfera apocalíptica, en la que Bogotá se ve desolada porque el virus Z se expandió rápidamente y la ciudad se llenó de Zombies, muertos vivientes que atacan a los humanos para comerse su cerebro. La ciudad está sin agua, sin alimentos, y la opción es esconderse y resistir o huir al sur, hacia la Patagonia.

El libro está dividido en 11 capítulos que pueden leerse como relatos semi-independientes. Cada uno tiene título y una historia acabada, pero el conjunto configura la novela.

Las frases:
Soportaba todo esto, menos que no hubiera música. Así que leía poesía.

Cuando sobrevienen las grandes catástrofes, nunca estamos preparados para afrontarlas. En el pasado, vimos personas saltando del último piso de un edificio en llamas, personas esperando pacientes a que una gran ola las arrastrara al fondo del mar, personas resignadas a morir sepultadas bajo un alud de tierra. Hay quienes sobreviven, aunque no se reponen de la pérdida de los demás. 

Si resulta que soy el único ser humano sobre la Tierra y muero, el universo no me va a extrañar, nadie me va a extrañar. 

-Eso lo hace cualquiera. Mejor aprenda a cosechar o a componer música. Es inútil todo lo demás. Todos queremos una buena comida y que nos alegren el oído. Nada más. 

En este país fuimos tan autorreferenciales, no sé si ya dejamos de serlo, que me parecía aburrido escribir sobre lo mismo: los próceres, la guerra, los sicarios, la mafia, el secuestro.


Siempre quise explorar el lado oscuro de la imaginación humana, el lugar donde habitan nuestras pesadillas. 

El hombre busca la inmortalidad y emular a Dios. Teme a la muerte, desea ser eternamente joven, rechaza la obsolescencia del cuerpo y cree en la resurrección de los muertos. De esos deseos y miedos surgen los monstruos.


Miguel Ángel Manrique
Ellas se están comiendo al gato
2013
Taller de Edición Rocca
116 páginas

Seda, de Alessandro Baricco

Cuando este Club Secreto de Lectura era aún más secreto, no teníamos blog y los comentarios de los libros nos los envíabamos por correo. Por eso no encuentro en este blog un comentario que estoy segura que alguno de ustedes escribió sobre Seda, elogiando el libro con tanta insistencia que desde hace años tenía curiosidad de leerlo.

A Seda se le llegó su hora (quedó chuliado, como dice otro de ustedes) y los que aún no lo han leído están en mora de hacerlo. Es una obrita maestra de la sutileza, el misterio, de la economía de palabras... y además es una hermosa historia de amor, de viajes y aventura.

Para todos los que escribimos cosas (crónicas, reportajes, entrevistas, cuentos, novelas), a veces es complicado describir en pocas palabras muchas acciones. Pues bien: Baricco es un maestro en eso. Seda tiene 125 páginas. En la página 20 ya sabemos el protagonista con quién vive, qué hace, a qué se dedica, qué hacen los de su pueblo, en qué época estamos, y además el señor ya atravesó Europa para luego embarcarse en el Pacífico y llegar hasta Japón.

Se puede decir que Seda recibe su nombre porque el protagonista comercia con gusanos de seda... pero más allá de eso, está la delicadeza del lenguaje, y así como quien se viste con seda parece desnudo, acá las palabras están puestas con tal sutileza que ni se notan. Todo el relato flota en un halo de misterio.

Las frases:
Los productores de seda de Lavilledieu eran, quien más quien menos, gente de bien, y nunca habrían pensado en infringir ninguna de las leyes de su país. La hipótesis de hacerlo en la otra punta del mundo, sin embargo, les pareció razonablemente sensata.

le trajo de regalo una túnica de seda que ella, por pudor, nunca se puso. Si se sostenía entre los dedos, era como coger la nada.

Llovía su vida, frente a sus ojos, espectáculo quieto.

Todo el pueblo vivía para aquel hombre y casi no había gesto, en aquellas colinas, que no fuera hecho en su defensa y para su placer. La vida discurría en voz baja, se movía con una lentitud astuta, como un animal acorralado en su madriguera. El mundo parecía estar a siglos de distancia. 

Tenía los labios entrecerrados, parecían la prehistoria de una sonrisa.

Es siempre difícil resistir la tentación de volver. 

-¿Tú sabes por qué Jean Berbeck dejó de hablar? -le preguntó.
-Es una de las muchas cosas que no dijo nunca.

Morir de nostalgia por algo que no vivirás nunca. 


Alessandro Baricco
Seda
1996
Editorial Anagrama
125 páginas

sábado, 14 de septiembre de 2013

Adiós Muchachos, de Sergio Ramírez

Sergio Ramírez fue protagonista de la Revolución Sandinista que en 1979 derrocó la dictadura de Anastasio Somoza en Nicaragua. Luego fue vicepresidente del gobierno liderado por Daniel Ortega y tras la derrota electoral sufrida por ambos en 1990, cuando ganó las elecciones Violeta Chamorro, Ortega y Ramírez comenzaron caminos distintos que terminaron en la ruptura definitiva y la renuncia de Sergio Ramírez del partido Frente Sandinista de Liberación Nacional.

Esa es, en resumen, la vida "política" que Sergio Ramírez cuenta en este libro-testimonio. Pero evidentemente, un testimonio político de un escritor es una historia más rica que la síntesis que presento en el párrafo anterior. Adiós Muchachos es la historia de una revolución exitosa y luego fallida. Es el relato de cómo se cocinó desde adentro la revolución, con sus intrigas, sus juegos de poder y sus apoyos y resistencias entre los demás países (Colombia brilla por su ausencia). Pero también es un libro cargado de anécdotas, de detalles que sirven para retratar el drama de la guerra y también el inmenso poder que en su momento alcanzó a tener el Frente Sandinista de Liberación Nacional y los errores políticos que cometió por exceso de adoctrinamiento, aún cuando la realidad nigaraguense fuera distante a la cubana y por supuesto a la soviética.

Es un libro muy interesante en la coyuntura actual de los diálogos de paz en Colombia pero, más allá de esta coyuntura, es un testimonio ameno, con suspenso, por el que desfilan una enorme lista de personajes mundiales que tuvieron más o menos que ver con la Revolución: Gabo conspirando y consiguiendo mediación con Carlos Andrés Pérez en Caracas; Boris Yeltsin, cuando era alcalde de Moscú, empeloto bañándose en un lago cerca de Managua; Margaret Thatcher peinada con laca y sirviendo el té como cualquier ama de casa; Alvaro Mutis cobrando deudas por la distribución de películas de cine; El Che alojado donde un amigo en Panamá y la mamá del amigo previniendo al Ché de su hijo porque "mi hijo es comunista"... Y claro: las torturas, los homicidios, las masacres y los abusos del poder que fueron tan frecuentes.

Leyendo este testimonio pensé que en Colombia aún no tenemos un testimonio así de nuestra violencia de los últimos tiempos. Novelas sí, y el perfil de Camilo Torres y algunos textos sociológicos. Pero un testimonio completo, con valor literario, sobre las guerras de guerrilla, paramilitares y ejército que abarque al menos 15 ó 20 años, creo que no, o no lo conozco (claro está que entre los combatientes de acá no ha habido, que se sepa, ni sergios ramirez ni ernestos cardenales ni nada parecido).

Las frases:
"En un fin de siglo poco heroico, vale la pena recordar que la revolución sandinista fue la culminación de una época de rebeldías y el triunfo de un cúmulo de creencias y sentimientos compartidos por una generación que abominó al imperialismo y tuvo la fe en el socialismo y en los movimientos de liberación nacioanl, Ben Bella, Lumumba, Ho Chi Minh, el Che Guevara, Fidel Castro; una generación que aún presenció el triunfo de la revolución cubana y el fin del colonialismo en África e Indochina, y protestó en las calles contra la guerra de Vietnam; la generación que leyó Los condenados de la tierra de Frantz Fanon y !Escucha, Yanki! de Stuart Mill, y al mismo tiempo a los escritores del boom, todos de izquierda entonces; la generación de pelo largo y alpargatas, de Woodstock y los Beatles; la de la rebelión de las calles de París en mayo del 68, y la matanza de Tlatelolco; la que vio a Allende resistir en el Palacio de la Moneda y lloró por las manos cortadas de Víctor Jara, y encontró, por fin, en Nicaragua, una revancha tras los sueños perdidos en Chile, y aún más allá, tras los sueños perdidos en la República española, recibidos de herencia. Era la izquierda. Una época que fue también una épica".

"Cuando una revolución era verdadera no tenía otro remedio que chocar contra el imperialismo".

"Un presidente de Estados Unidos que atiende las voces de la conciencia, desde el sentido religioso del bien aplicado al poder, termina derrotado por su propia paradoja".

"Tampoco se triunfa con las armas para conquistar un poder de corto plazo, cuando se trata de barrer con la historia. Y en esa circunstancia, los moderados comienzan a resultar sospechosos".

"Lo malo de las alianzas no es con quién se hacen, sino a espaldas de quién se hacen".

Sergio Ramírez
Adiós Muchachos
1999
Editorial Alfaguara
314 páginas

domingo, 1 de septiembre de 2013

Nombre de perro, de Elmer Mendoza

Nombre de perro es la tercera novela de una trilogía policiaca que tiene como protagonista a Edgar "El Zurdo" Mendieta, un policía bueno pero no tanto, pilo pero no tanto, sagaz aunque a ratos.

Como en toda novela policiaca clásica, acá hay un crimen, un misterio por resolver, piezas que faltan y un investigador tratando de armar el rompecabezas.
El autor es de Sinaloa, México, y la novela tiene como trasfondo la "guerra contra el narcotráfico" y la guerra entre carteles. Mucho se ha hablado de la "colombianización" de México, con sus secuestros, masacres, sicarios, amenazas a periodistas, etc. y esta novela podría leerse como un capítulo más de esa "colombianización" ya que acá hace 20 años tuvimos nuestra sicaresca antioqueña, con Rosario Tijeras, La virgen de los sicarios, El pelaíto que no duró nada, No nacimos pa semilla, y otras.
Sin embargo, más allá de una radiografía de la violencia urbana del norte de México, esta novela también tiene valor por su propuesta narrativa: diálogos de ritmo vertiginoso, sin guiones, con distintas voces separadas apenas por comas, al "estilo Saramago". Un lenguaje lleno de jerga local en el que un lector colombiano puede entender palabras como "órale" o " chingada" pero debe esforzarse para comprender otras 50 ó 100 que aparecen en el libro.

También hay historia de amor, sexo, balas. Podría perfectamente hacerse una película de esta novela muy urbana, muy contemporánea. Hay quienes dicen que un libro tiene la obligación de entretener, de no aburrir. Éste logra ese cometido.

Las frases:
El alcohol es el único consejero que todo lo resuelve con dados.

Tengo que llamar a Ortega para que me explique qué onda, ¿de qué habla un padre con su hijo, adónde lo invita, en qué lo orienta?

Espero que traigas los de corazoncitos, Brigitte, son los que mejor te quedan. Me puse los que me regalaste en mi cumple, Alaincito, o sea: nada.

Un hijo es un infierno, cabrón, te hace pagar todos tus pecados, los del pasado y los que vas a cometer dentro de cien años, pero sólo lo sabe el que lo tiene; y si son tres son tres infiernos, si no es que más.

Cuando las novedades son las mismas, no hay novedad; eso le pareció: doce cadáveres en diversos puntos del estado, el Ejército patrullando, la policía atemorizada, los políticos declarando que no se preocuparan, que sólo jugaban a los vaqueros y el país ardiendo. Se hará costumbre, y las costumbres no inducen a reflexionar.

En este tiempo todo es previsible, lo mismo la lluvia que una balacera o una boda.


¿Los que prohibieron furmar pensarían en esta situación? Deben haber sido personas muy seguras de sí mismas, expulsó una nube de su boca, ¿cómo vivirían esta circunstancia? A lo mejor es gente sola, o que se casó joven, o que sólo piensa en el cáncer y le importa un carajo momentos como este en que no sabes si la muerte de Supermán te ha afectado o es la ausencia del Llanero Solitario.

Un día quiero ser chef, otro modelo y al siguiente aeromoza, ¿y tú? Carpintero para tener un hijo Dios.

El jefe lleva cargas que sólo él sabe y hay días en que le cuesta soportarlas, pero para eso es el jefe, para ser duro, experto en sufrir en silencio y firme en sus decisiones.

Todo homicidio posee una historia que implica un misterio

Si un asesino habla demasiado quiere humillar, tiene miedo o es un cínico.

Toda venganza es absurda, pero la venganza por amor es una estupidez.


Elmer Mendoza
Nombre de perro
Tusquets Editores
2012
209 páginas

domingo, 18 de agosto de 2013

Los caballitos del diablo, de Tomás González

A Tomás González le gustan las historias íntimas de familias. Son historias familiares, más que de parejas, las de Abraham entre bandidos, La historia de Horacio, La luz difícil y también ésta que cuenta en Los caballitos del diablo.

Esta es la contra-cara de Primero estaba el mar, la primera novela de Tomás González que narra la historia de J. y su esposa Elena, que se van a vivir a Turbo, con un desenlace fatal. Los Caballitos del Diablo es la historia del hermano de J., del que no nos dicen su nombre, y su esposa Pilar.

La novela empieza cuando el hombre consigue cuatro cuadras de tierra y empieza a sembrar y a construir la casa. El hombre siembra, Pilar pinta, teje telares, decora, y así construyen su pequeño Paraíso, mientras abajo en la ciudad hay humo, ruido y muertos que aparecen botados en la carretera, cada vez más cerca de su finca.

La casa crece, las matas crecen, los árboles se tupen. Los silencios también crecen, las visitas disminuyen y el pequeño paraíso pasa a ser una especie de encierro en el que el protagonista se exilia, o se resguarda del mundo exterior.

Aunque por la historia, esta novela es la otra cara de Primero estaba el mar, por la narración y el tono podría decirse que es la antítesis de La historia de Horacio. Ambas son historias rurales, que ocurren en fincas cercanas a la ciudad, pero mientras en la historia de Horacio hay vitalidad y humor en cada página, en esta novela hay un tono grave, misterioso y sombrío, así como su protagonista.

Los caballitos del diablo son una especie de libélulas, que en alguna parte del libro se registran con su nombre científico y detalladamente descritas, como cada animal, árbol, flor, fruta que aparece en la finca. De los caballitos del diablo dice el narrador que "se mantiene en el aire como en equilibrio". Como en un difícil equilibrio se mantiene el protagonista, entre sus culpas y perturbaciones interiores, en contraste con la paz que ofrece su pequeño paraíso construido.

El libro es una historia íntima de familia, construida en buena medida a partir de lo que no se dice, de lo que se calla. Y tiene como telón de fondo la violencia que aparece al principio ligeramente insinuada y a medida que avanza la narración con una presencia más concreta y cercana. El escritor recurre a un párrafo que se repite como "leitmotiv" a lo largo del libro, y que con distintas variaciones describe la ciudad de "allá abajo" y la forma en la que la violencia se va apoderando de la atmósfera.

A continuación las frases habituales en este blog, en las que se evidencia otra vez, como es costumbre en González, la economía de lenguaje y la descripción precisa, con sustantivos.

"Muchos años como veterinario del matadero municipal, donde había oído mugir cientos de miles de reses bajo el martillazo eléctrico; donde había visto, palpado, olido correr ríos de sangre, lo habían acostumbrado a considerar la vida desde su orilla más intensa".

"Cuando en su presencia se criticaba a alguien, Hernán se abstenía de tocar el tema. Ni siquiera decía que él no era nadie para juzgar a nadie, sino que hablaba de los indios pantágoras o de lo que fuera, al parecer indiferente a lo que no tuviera que ver con biología, antropología, geología, anatomía, el mar, animales, fenómenos climáticos, selvas tropicales, la Gran Explosión, galaxias, planetas o cavernas con murciélagos".

"-Yo no creo que podás mirar lo de Emiliano como un robo (...) A estas vainas se les llama faltas de ética,  cierto? Falta de ética en los negocios es una cosa; robo, robo, es otra".

"Ahora había empezado a hablar como si fueran los hechos mismos los que hablaran, sin lágrimas, irrefutables como las piedras".

"Esa mujer es como un palo. Tiene más sentido del humor una galleta de soda".

"Se sabe que tiene talento (...) pero nadie sabe para qué".

"Era un noviazgo lento, casi inmóvil, en el que, como sucede con los pájaros y el sol, se repetían gestos y rutinas a cada atardecer".

"El menor seguía viviendo con un sistema como de guerra de guerrillas: aparecía un rato en un sitio y antes de que quienes lo acogieran pudieran siquiera sentir como un peso su presencia, ya había metido libros y medias al morral y se había ido a alojar donde otro amigo. Eso lo hacía parecer flotante, indefinible".

"Para qué saber tanta carajada. por el sonido (...) Por la belleza del sonido. Libros redactados por los notarios de Dios; y la suya es la redacción musical de los notarios de Dios".

"Los muertos que aparecían cada mañana en zanjas y pastizales, en lotes, en las mismas pistas del aeropuerto o debajo de los puentes, disminuían a veces, como las mareas, y la gente se hacía la ilusión de que por fin los tiempos sombríos tocaba a su fin. Pero entonces algo pasaba, los asesinatos volvían a empezar y la gente debía otra vez luchar por no dejarse llevar por la falta de esperanza y ser capaz de disfrutar del pedazo de piña en un parque en un día de sol, por ejemplo, o de las bocanadas de olor que salían por las puertas de las carpinterías".

"La vida era muy corta para despilfarrarla en abogados".


Tomás González
Los caballitos del diablo
2003
Punto de Lectura
160 páginas

lunes, 3 de junio de 2013

Dignidad campesina, de Alfredo Molano



Les comparto una escueta reseña que publiqué el domingo 2 de junio del 2013 sobre este libro de Alfredo Molano.
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El hervor del acuerdo agrario entre el Gobierno y las Farc parece una excusa para leer Dignidad campesina, el libro más reciente del sociólogo y periodista Alfredo Molano Bravo, quien, a propósito, intervino recientemente en un foro sobre el proceso de paz que organizó la Universidad de Caldas en Manizales. Se trata de un compendio de siete crónicas publicadas en El Espectador en las que prevalece la idea de que “el origen del problema -siempre tapado a bala- es la tierra”, como escribía en una columna de mayo del 2010.


Cada caso (el Macizo colombiano, Marmato, Caramanta, El Catatumbo, Simití, El Garzal y Rubiales) con sus particularidades, es la evidencia de un conjunto de situaciones: primero, de los conflictos que generan los macroproyectos que involucran el uso de recursos naturales y territorios tradicionalmente poblados por trabajadores de la tierra. Segundo, que el modelo de desarrollo que han adoptado invariablemente nuestros gobiernos, con lo que ello implica (leyes y formas de entender el territorio), es el terreno más cómodo para que se muevan las empresas que ejecutan dichos macroproyectos. Tercero, que tristemente, aunque no en todos los casos, las sangrientas incursiones de los grupos armados ilegales, particularmente de los paramilitares, han precedido la instalación expedita de aquellas empresas.


Molano logra esto al esculcar en la historia, recurso necesario sin el cual los campesinos que andan en plan de resistencia quedarían como meros facinerosos que se oponen al progreso, y no como los herederos de una tradición laboral y cultural que se exponen al desarraigo sin mayores garantías.


Como periodista, por otra parte, mantiene el método que privilegia la voz de aquellos con quienes se topa en sus caminatas, los mismos que sufren las arremetidas de los violentos, las arbitrariedades de las autoridades y los sinsentidos de la ley. Eso también lo lleva a abordar el paisaje –usando el término de una forma amplia– con una mirada particular que le da vida a su característico tono. Esto escribe sobre Marmato:

“Por el centro del pueblo corre un fluido de barro espeso y gris, producto de la cianuración del material aurífero que, envenenado, desemboca en el río Cauca. A la salida hacia Marmato está ubicada la sede de la compañía Medoro Resources: planta de beneficio, presa de colas, depósito de estériles, laguna de almacenamiento de aguas, depósito de suelos, talleres, piscinas deportivas, edificaciones administrativas, casinos, campamentos de obreros y residencias de técnicos. Un clásico enclave cercado, enmallado y protegido por guardias armados y perros embozalados”.


Dignidad campesina, volviendo al comienzo, es un libro interesante para entender por qué la relevancia de haber llegado a un acuerdo agrario, pero también es la muestra de que los cambios que se vienen, si son serios y se implementan con rigor, enfrentarán una fuerte resistencia, ya no de los campesinos, sino de quienes a punta de bala e injusticias se han abierto espacio en territorios que no les pertenecen.



Alfredo Molano Bravo
Dignidad campesina. Entre la realidad y la esperanza.
Editorial Ícono
104 páginas
2013

viernes, 10 de mayo de 2013

Las reputaciones, de Juan Gabriel Vásquez

Decía Laura Restrepo en una ocasión que su novela "Demasiados Héroes" era entrañaable para ella pero había pasado inadvertida para el público, luego del éxito que logró con Delirio, novela con la que ganó el Premio Alfaguara. Que su publicación le había generado una sensación parecida a la soledad, luego de la abrumadora acogida de la anterior.

Algo similar puede pasar con Las reputaciones, novela que publica Juan Gabriel Vásquez dos años después de El ruido de las cosas al caer, con la que ganó (también) el Premio Alfaguara.

Las reputaciones es una novela corta, sencilla, con una trama mucho menos compleja que la anterior. Parte de una anécdota y quizás habría podido ser un cuento. Creo que no tiene el universo o la complejidad de una novela. Pero es una novela y entonces hay que leerla como tal. 

Cuenta la historia de Javier Mallarino, un caricaturista con más de 40 años en el oficio. El caricaturista más influyente del país, premiado, reconocido y famoso, que de pronto duda sobre la veracidad (o la justicia) de la información contenida en una caricatura publicada 28 años atrás, que condujo a un desenlace fatal.

A mi modo de ver la novela busca reflexionar sobre dos asuntos: la memoria y el olvido, por un lado, y por otro el poder de los medios, el poder de la "opinión" en la opinión pública, de la prensa... pero creo que en ese trasfondo se queda corto, o que el escritor parte de una premisa que podría ser cuestionable: que el poder de los opinadores es inmenso, ilimitado, y que las páginas de opinión de los periódicos son como el diván de los colombianos. De hecho creo que las páginas de opinión están hechas para la inmensa minoría y que mientras el país "intelectual", debate unos temas o construye unas imágenes en las páginas de opinión, el país "común", va por otro lado. A manera de ejemplo estarían los debates que se dieron y se dan sobre el ex presidente Uribe o sobre el matrimonio igualitario en las páginas de opinión vs lo que dicen las encuestas sobre esos temas, o lo que sobre esos temas opinan amplios sectores de la sociedad.

Pero ese es otro debate. Volviendo a la novela, ésta tiene unos guiños literarios que evocan a Sin Remedio  (en alguna parte se menciona a Ignacio Escobar) y Mallarino puede ser un híbrido de varios caricaturistas que en todo caso se parece al menos en parte a Antonio Caballero. Es, en resumen, una novela entretenida, con imágenes bonitas del centro de Bogotá, la Séptima y otras zonas, con construcciones literarias que cualquier lector agradece y una estructura que viaja del pasado al presente y se devuelve sin demasiados artificios, pero considero que menor dentro de la obra de este excelente escritor.

Las frases:
"se había acostumbrado a mirar el mundo a través de las pantallas y las páginas, a dejar que la vida le llegara en lugar de perseguirla hasta sus escondites".


"había sido devorado, como tantas otras figuras, por el hambre sin fondo del olvido".

"centro justo de la primera página de opinión, ese lugar mítico adonde van los colombianos para odiar a sus hombres públicos o para saber por qué los aman, ese gran diván colectivo de un país largamente enfermo".

"Qué rara es la memoria: nos permite recordar lo que no hemos vivido".

"andaba por la vida como un capataz anda por su finca".

"este curioso país cainita donde se premiaba la mediocridad y se asesinaba la excelencia".

"hay por lo menos dos cosas que no han cambiado: primero, lo que nos preocupa; segundo, lo que nos hace reír".

"Lo importante en nuestra sociedad no es lo que pasa, sino quién cuenta lo que pasa".

"los desayunos tensos donde se oía demasiado el ruido de los cubiertos en los platos".

"¿no decía alguien que un hombre exitoso es simplemente alguien que ha encontrado la manera de disimular un complejo?.

"... del periódico -ese grosero adulador del momento presente-"

"En nuestra época no se puede tener dudas, Javier, el que duda se muere. Hay que verse fuerte, porque si no, lo matan a uno".

"El olvido era lo único democrático en Colombia: los cubría a todos, a los buenos y a los malos, a los asesinos y a los héroes, como la nieve en el cuento de Joyce, cayendo sobre todos por igual".

"el vino es luz aglutinada por la humedad".

"Sería un  buen regalo, enseñarle a mi hija a estar sola, a que le guste su soledad".

"La memoria tiene la capacidad maravillosa de acordarse del olvido, de su existencia y su acecho, y así nos permite mantenernos alerta cuando no queremos olvidar y olvidar cuando lo preferimos".


"desgastados también ellos por las diversas estrategias de que disponía la vida para desgastar a los amantes, por los demasiados viajes o la demasiada presencia, por el peso acumulado de las mentiras o las torpezas o las indelicadezas o los errores, las cosas dichas a destiempo y con palabras inmoderadas o inconvenientes o las que, quizás por no encontrar las palabras convenientes o moderadas, nunca se dijeron, o desgastados también por la mala memoria, sí, por la incapacidad para recordar lo esencial y vivir en ello (para recordar lo que una vez hizo feliz al otro: cuántos amantes ha sucumbido a ese olvido negligente), y por la incapacidad, también de adelantarse a todo aquello que tanto desgasta y deteriora, adelantarse a las mentiras, a las torpezas, a las indelicadezas, a los errores, a las cosas que no debían decirse y a los silencios que debían evitarse: ver todo aquello, verlo venir en la distancia, verlo venir y hacerse a un lado y sentir el soplo de su paso como un meteorito rozando el planeta".



Las reputaciones
Juan Gabriel Vásquez
139 páginas

Alfaguara

2013