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lunes, 14 de enero de 2013

El lejano amor de los extraños, de Tomás González

Al menos para mí, siempre es un placer leer a Tomás González. Esa prosa sencilla, con las palabras que uno usa, describiendo sitios que uno puede imaginar y situaciones que a uno le podrían pasar. Una cotidianidad que no puede confundirse con simpleza y que al contrario es fruto de editar, borrar, eliminar todo aquello que le sobra a un texto para dejar solo lo esencial.

El lejano amor de los extraños es un libro bonito desde el título, que es el nombre de uno de los 20 cuentos que conforman este volumen. Pero es bonito también como objeto: pasta dura verde con letras doradas, papel suave, letra grande, espacios en blanco... el ojo lee y descansa mientras lee... no como algunas ediciones "tacañas" que apretujan letras y párrafos para no tener que gastar un pliego de más.

Pero lo importante acá son los cuentos y los hay variados: variados en longitud, en tema, en tono. Todos en torno al amor, o más bien al desamor, al amor frustrado, al desasosiego después del amor, a la soledad, a la vida sin-amor o a la búsqueda de amor. Y a través de esos amores y desamores, distintos escenarios (Colombia, Nueva York, República Checa, Chile, México) o distintas épocas... temas como el narcotráfico, el Palacio de Justicia o la "Violencia", entre otros, sirven de telón de fondo, más o menos lejano, para contar las historias.

Como en todos los libros de cuentos, hay unos que gustan más que otros. A mí me gustaron particularmente Luz de tus ojos, Largo es el arte del olvido, Carti Menguante y Las palmas del ghetto.

Algunas frases:
"cruzaba y descruzaba las piernas con frecuencia y dejaba ver sitios donde se mezclaban el rosado asfixiante y el poderoso negro".

"Vértigo, horror, vértigo, horror, y al final un silencio tan hondo y definitivo como el que existe en el interior de las piedras".

"Beatriz había conocido muchas veces al hombre más bello del mundo. Cada uno de sus maridos o compañeros, que a sus cincuenta años de edad eran ya muchos, en algún momento lo habían sido".

"No le imponía la soledad, pues no le prohibía verse con nadie: se la creaba".

"Regresó al cuarto y, así como había evitado antes los espejos, evitó mirarla a ella. Temía la enorme soledad que le esperaba".

"cualquier mujer es siempre más madura que cualquier hombre".

"Su inglés era muy fluido y muy fuerte; inglés de alguien de Medellín".


Tomás González
El lejano amor de los extraños
Editorial Alfaguara
Bogotá
2012
227 páginas

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