Carulla empezó a vender una serie de grandes éxitos literarios. El Olvido Que Seremos, de Héctor Abad Faciolince, es uno de esos grandes éxitos literarios que yo había aplazado y que terminé en dos sesiones de lectura.
Hace muchos años, desde que leí Drácula de Bram Stoker en español y Satanás de Mario Mendoza, no terminaba un libro tan rápidamente. Y se debió primero a la narrativa simple y acogedora de Héctor Abad así como a la disponibilidad de tiempo que tuve para terminar el libro.
Supongo que varios de los lectores de este blog ya habrán leído El Olvido Que Seremos, pero no puedo dejar de reseñarlo. Este es un ejercicio conmovedor de la memoria de un hombre cuyo padre fue asesinado. El retrato de la familia Abad es algo que puede parecer cercano a cualquier colombiano de clase media y es por eso que el crimen es tan conmovedor, porque puede sucederle a cualquiera de nosotros, a cualquiera que se atreva a pensar distinto o a denunciar que las cosas andan mal en una sociedad enferma como la colombiana en la que pareciera que lo criminal - lo punible, lo condenable - es ser justo y ser feliz.
Dejo, como es costumbre en este blog, unos fragmentos:
"Repetía mucho la siguiente frase, quizá citando a alguien que no recuerdo: "Aquellos a quienes los güelfos acusan de gibelinos, y los gibelinos acusan de güelfos, esos tienen la razón"."
"Sin decirme una sola palabra, sin obligarme a leer y sin echarme el sermón de lo sana para el espíritu que podía ser la música clásica, yo entendí, solo mirándolo, viendo en él los efectos benéficos de la música y de la lectura, que en la vida todos podíamos recibir un regalo, no muy caro y más o menos al alcance de la mano: los libros y los discos. Ese señor oscuro y malhumorado que había llegado de la calle con la cabeza cargada de las malas influencias y las tragedias y las injusticias de la realidad, había recuperado su mejor semblante, y la alegría, de la mano de los buenos poetas, de los grandes pensadores y de los grandes músicos."
"Hay un momento en que la vida de los seres humanos se vuelve más valiosa, y ese momento, creo yo, coincide con esa plenitud que trae el final de la adolescencia. Los padres han estado muchos años cuidando y modelando la persona que los va a representar y a reemplazar; al fin esta persona empieza a volar sola, y como en este caso, vuela bien, mucho mejor que ellos y todos los demás. La muerte de un recién nacido o de un viejo duelen menos. Hay como una curva creciente en el valor de la vida humana, y la cima, creo yo, está entre los quince y los treinta años; después la curva empieza, lenta, otra vez, a descender, hasta que a los cien años coincide con el feto y nos importa un pito."
"Al mediodía de ese martes, cuanta mi mamá, volviendo juntos de la oficina, mi papá quiso oír las noticias sobre el crimen de Luis Felipe Vélez, pero en todas las emisoras de radio no hablaban más que de fútbol. Para mi papá, el exceso de noticias deportivas era el nuevo opio del pueblo, lo que lo mantenía adormecido, sin nociones de lo que de verdad ocurría en la realidad, y así lo había escrito varias veces. Estando con mi mamá le dio un puñetazo al volante y comentó con rabia: "La ciudad se desbarata pero aquí no se habla sino de fútbol"."
"Mi papá no ve morir a su querido discípulo; en realidad, ya no ve nada; sangra, y en muy pocos instantes su corazón se detiene y su mente se apaga.
Está muerto y yo no lo sé. Está muerto y mi mamá no lo sabe, ni mis hermanas lo saben, ni él mismo lo sabe."
Este libro me gusta mucho. Es famoso por ser el libro de la muerte del papá de Héctor Abad, o por lo menos así lo presentan, pero a mi la parte que más me conmovió fue la muerte de la hermana. Que cosa tan bien escrita y tan desgarradora.
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