En la amplia lista de narradoras del Gran Caldas que no hacen parte del canon literario regional y cuyas obras no circulan en librerías ni bibliotecas está Fanny González Taborda, quien nació en 1932 en La Merced cuando este municipio hacía parte de la jurisdicción de Salamina.
Fanny González fue corregidora en La Merced y tuvo una destacada labor no solo política sino también cívica e intelectual. Escribió una historia de La Merced y la biblioteca pública de ese municipio lleva su nombre.
"Y parecen cuentos..." es un volumen valioso para la literatura regional, porque en una sociedad tan conservadora como la caldense, la autora publica en 1967, en plena época del Frente Nacional, luego de la violencia entre liberales y conservadores, conocida como La Violencia, o la violencia bandolera, una serie de relatos que tienen como eje narrativo las violencias patriarcales y políticas, pero las narra desde el punto de vista de los guerrilleros, los bandoleros, los campesinos, los desplazados, los despojados, los pobres y los marginales, en relatos que ocurren en barrios populares de Bogotá y en pueblos, en espacios que oscilan entre el bar, la iglesia, la estación de policía, la zapatería y el prostíbulo.
Su apuesta política es clara: ella está del lado de las víctimas, de los débiles, y sus textos son al mismo tiempo una denuncia social y un retrato de una época en la que el poder político y económico se alían para oprimir y silenciar los reclamos sociales del campesinado.
Entre los temas que aborda está la violencia política, la defensa del divorcio, que para la época de la publicación del libro estaba prohibido en Colombia, la violencia sexual, la prostitución (en un cuento un jorobado le propone a una joven ella le pague a él por sexo) y los abusos sexuales dentro de la iglesia católica.
Las voces de varios cuentos suenan iguales y hay un afán político que prima sobre la construcción de personajes o de escenas. Algunos textos se sienten panfletarios. No obstante, en un entorno literario en el que se ha dicho que el espacio narrativo de las mujeres ha sido tradicionalmente la casa, la familia, la maternidad y el hogar, este libro evidencia que ha habido otras voces y otros intereses divergentes.
El libro incluye 10 cuentos: Quenepo, El secreto del zapatero, Los desterrados, El accidente, El pueblo-albergue de los hombres-víctimas, La ceremonia, El jorobado de la carrera décima, Cordero, La mujer del comandante y El alucinado.
Algunos subrayados
De Quenepo
Los hombres grandes se preocupan por muchas cosas. Sienten tristezas y tienen alegrías. Las ratas hacen manjares de los cuerpecitos de los niños pobres. Y los gobiernos cantan como los gallos de media noche, al silencio y a las gallinas. Los obispos gritan en las iglesias desiertas y en los campos, las balas de los soldaditos juegan con los labriegos (p. 11).
que es de esos niños que no nacen. De esos niños que no tienen cabellos para que la brisa juegue (p. 14).
el niño de nombre Quenepo no nació. Cualquiera diría que es de esos niños que no nacen (p. 15).
El secreto del zapatero
Como el Padre capellán a la alumna de bachillerato:
-Venga mañana a la sacristía, despues de misa que le daré una estampita de San Luis Gonzaga y le diré algo muy importante pero en secreto. -Pero lo importante puede doler en el alma o en algún lugar del cuerpo (p. 17).
Este hombre debe tener cosas interesantes. Cada hombre tiene su secreto. El zapatero tiene su secreto (p. 18).
La verdad está a veces, entre un poco de tinta, y es difícil que se manifieste (p. 18).
Llevo treinta años en esta zapatería y he visto como la justicia huye de todas partes (p. 19).
-No es hablar por hablar. Hay que gritar la verdad. Gritarla para que no se ignore (p. 20).
La libertad es una muchacha decente que no se ha dejado poseer de nosotros. Pero ellos los principales la poseen a media noche y se desnudan sobre ella. Y sus espasmos son de hombres distintos para muchachas decentes. Eso creen..... Como si nada más ellos fueran hombres (p. 20).
Hay que dudar para llegar a la verdad (p. 20).
Los desterrados
-A mí este hombre no me parece malo. En tanto tiempo no le he visto nada malo. O será que yo congenio más con los malos (p. 23).
Un hombre que huye y se esconde. Guiñapo. Pedazo de bandolero que sube las montañas y las baja de noche y de día y que bebe agua y yerbas o frutas y que aguanta hambre (p. 24).
Cuando hiciero la invasión. Cuando se tomaron las tierras y levantaron las chozas, se les amenazó pero todos permanecieron como robles, pegados a las paredes de latas y cartones de los ranchos. Y no fue posible que los sacaran. Lo que siguió fue un tiempo tranquilo (p. 25).
Porque a los seis meses llegaron los hombres de fusil y de uniforme verde, con las primeras notificaciones (p. 26).
"Se fuega a todos los invasores de este barrio, subir de inmediato con todas sus pertenencias y sus hijos, a los camiones del ejército y de la policía (p. 27).
-Asesinos. Fuera de aquí. Ustedes también son pobres, ¿por qué abusan? Abajo la oligarquía. Abajo el Presidente. Que viva la invasión. Que viva el pueblo. (p. 28).
Escóndase porque lo van a fusilar y que después dicen que fue que corrió y que no se dejó coger (p. 29).
El accidente
Y al primer compatriota que pondría sus plantas de campesino subdesarrollado en la luna. Y la derrota de Estados Unidos en Viet-nam y la ley del divorcio en Colombia. Y el reparto de la tierra a los hombres que trabajan. Y el matrimonio de los curas. Y la expropiación de los bienes de los millonarios antioqueños. Y la disolución del Parlamento del País más resignado del mundo. Y la Copa Mundo para el Independiente Santa Fé. Y la libertad para los negros en el coloso del norte. Y el premio Nobel para cualquier compatriota (p. 31).
la muerte tiene sus cosas interesantes, por ejemplo la imposibilidad de preocuparse por las cosas materiales o espirituales. Imposibilidad para cancelar las deundas. Indiferencia completa ante los pésimos gobiernos que en vida nos toca sufrir. Imposibilidad para ser víctimas de las malas lenguas porque no hay muerto malo (p. 32).
El pueblo-albergue de los hombres-víctimas
-No tenemos dónde trabajar. Nos quitaron la tierrita y nos amenazaron con fusiles (p. 36).
-El fueño de la hacienda vecina llevó unos hombres con vestidos verdes, parecían soldados, llevaban fusiles...... Y no pudimos hacer nada....... nos echaron...... Nos robaron...... (p. 36).
El jorobado de la carréra décima
-Si me diera algún dinero yo podría hacerle el amor. La joven no lo miró ni tenía dinero, ni deseaba que el jorobado le hiciera el amor (p. 46).
Cordero
Matar, privar de la vida a alguien ha sido siempre cosa muy sencilla (p. 50).
El alucinado
Ah! Y no dé informes a los periodistas. Diga que todo anda muy bien (p. 61).
Y parecen cuentos...
Fanny González Taborda
Ediciones En Estelar
Bogotá, 70 páginas
1967