Libros Malpensante, sello editorial de la revista del mismo nombre,
lanzó en abril “Grandes Borrachos Colombianos”, cuyo primer volumen, dedicado a
los Borrachos Grecocaldenses fue escrito por Pablo Rolando Arango, un personaje exótico en la fauna manizaleña: ácido, lenguaraz, crítico, incorrecto. Oficia como profesor de
filosofía en la Universidad de Caldas aunque para efectos de esta obra su profesión más relevante es la de ex bebedor.
La indicación “volumen 1” que resalta en la portada hace prever que vendrán más libros. No hay
duda sobre la cantidad de material narrativo que arrojan las anécdotas criollas
de cantinas, copas y licor. Desconozco si los rusos ya escribieron su propia enciclopedia
de la borrachera, de la cual su expresidente Boris Yeltsin da para un tomo. Que
Colombia se lance entonces a esta aventura literaria de tener su propia serie
etílica merece un brindis. Con aguardiente doble.
Aguardiente porque en este país se bebe de todo, desde Old Parr de
contrabando en Cesar y La Guajira hasta chirrinche en las cárceles, pero el
primer volumen de esta colección está dedicado al guaro. Los cuatro relatos que
componen este librito, y que habían sido publicados con variaciones en Universo
Centro y El Malpensante, tienen como elemento común el aguardiente, el ambiente
de cantina, la música de carrilera, el guayabo y las ganas de volver a tomar.
Una cosa es una borrachera en un club, en una playa privada o en
compañía de la esposa, y otra muy distinta en una cantina de pueblo, con la
música de fondo del Caballero Gaucho y la incertidumbre sobre de dónde saldrá
la plata para pagar la cuenta. Ese paisaje cultural cafetero es el que pinta
con humor e ironía Pablo Rolando Arango: los abanderados del periodismo de
inmersión tienen acá un nuevo libro de cabecera.
“En cada pueblo de Caldas
hay poetas, academias de historia, jurisconsultos, pendejos que citamos a
Platón para pedir una media de aguardiente o hablar de borracheras”. Así
escribe Pablo Rolando: Mezclando Kierkegaard con botellas, Hobbes con riñas y el
ágora griega con la prosopopeya grecocaldense.
En un aparte del segundo relato el autor critica los textos académicos
que producen las universidades. Dice que han adoptado un estereotipo de “lenguaje
pomposo, ausencia absoluta de humor o gracia en sus escritos, producción
industrial de publicaciones, trabajo industrioso en horario de oficina”. La
prosa de Pablo Rolando, por fortuna, se cuida de ser todo lo contrario:
lenguaje sencillo, ameno, con gracia, humor y breve. Fruto de la vida de la
calle con la gente común y corriente, y no de la presuntuosa burbuja
academicista.
Escribí “librito” para describir este volumen, porque eso es: 86
páginas en un formato pequeño, en una edición sencilla y sin grandes
pretensiones. El primer relato es una narración en rotunda primera persona de
los inicios del autor en el ejercicio de empinar el codo, en Manzanares y
Pensilvania. Los otros tres textos son perfiles sobre el profesor Jorge Iván
Cruz, el ajedrecista Oscar Castro y el músico Luis Ángel Ramírez, conocido como
El Caballero Gaucho. Textos sobre borrachos escritos con la gracia lúcida del
que está achispado, y la claridad del sano juicio.
Grandes borrachos colombianos (Vol 1) Borrachos Grecocaldenses
Pablo Rolando Arango
Fundación MalpensanteBogotá, 2016
86 páginas
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