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lunes, 3 de junio de 2024

Trilogía, de Jon Fosse

Como tantos, yo tampoco había oído hablar del noruego Jon Fosse hasta que en octubre de 2004 lo anunciaron como ganador del Premio Nobel de Literatura. Leí varias entrevistas, varios comentarios y supe que era un dramaturgo muy representado, que su obra está fuertemente impregnada por la religión y que la estructura de sus textos puede ser pesada por la falta de puntos.

Con esas coordenadas entré en "Trilogía", el primer libro que leo de Fosse, y quedé deslumbrada. Cuánto amor, cuánta tragedia y cuánta maestría encerrada en apenas 160 páginas. Una prosa poética que logra saltar del presente, al pasado y al futuro sin que el lector se pierda, y que logra construir unos personajes duros y complejos, en donde el mal se reviste de ternura y la justicia aparece vengativa. 

Trilogía está compuesta por tres capítulos que funcionan como relatos con cierta independencia: Vigilia, Los sueños de Olav y Desaliento. El primero evoca la escena de José y María buscando posada antes de la nochebuena. Acá se trata de Asle y Alida, dos adolescentes muy pobres y solitarios. Asle es huérfano mientras que a Alida su padre la abandonó a los 3 años y la relación con su mamá está rota. Alida está a punto de dar a luz y la pareja busca algún lugar en Borgen, hasta donde han navegado desde su pueblo natal. Llueve mucho, hace frío, está oscuro y no tienen a quién acudir. Solo se tienen el uno al otro.

Al comienzo de Los sueños de Olav el narrador advierte: 
"ahora es Olav, no Asle, y ahora Alida no es Alida, sino Ásta, ahora son Ásta y Olav Vik" (p. 59). El cambio de nombres obedece a la necesidad de Asle (Olav) de ocultarse y huir porque ha cometido crímenes que en el relato apenas se insinúan. El narrador se detiene en la pareja, en sus figuras y sus dramas, mientras los crímenes quedan fuera de foco y por ello, aunque el lector sabe o presiente lo que Asle hace, no es posible sentir por él rechazo o aprehensión. Si en el capítulo uno la evocación es hacia las horas previas al nacimiento de Jesús, en el capítulo dos hay apartes que hacen pensar en la crucifixión: un lugar alto, con público y sin juicio. 

Desaliento muestra a Ales, la segunda hija de Alida, quien ve a su madre en su casa. Su madre lleva años muerta. Se suicidó en el mar. En este último capítulo el lector se entera de lo que ocurrió con Alida después de la muerte de Asle y el final se parece al de Alfonsina Storni.

Hay mucha maestría en la forma de narrar de Fosse. Trilogía parece un cuento de hadas (y en eso me hizo recordar a En las montañas de Holanda, de Cees Nooteboom). Hay saltos en el tiempo y saltos de narrador que, sin embargo, suenan naturales; hay un narrador poco confiable que dosifica la información y a veces suelta puntos de vista contradictorios; hay referentes geográficos concretos, pero, en cambio, no es posible ubicar la época en la que ocurre la historia. Al final del libro, como si se tratara de Las Meninas de Velásquez, Fosse escribe que uno de los personajes tuvo un nieto que se llama Jon y ha publicado poemas. Un artefacto literario perfecto que permite adentrarse en una geografía lejana, con una historia cercana.


Algunos subrayados
Así son las cosas, los hay que son propietarios de algo y los hay que no lo son, dice
Y los propietarios mandan sobre los que no tenemos nada, dice (p. 16).

Aunque lo de ser músico quizá hubiera que verlo más bien como una desgracia, dijo padre Sigvald, pero cuando se era músico, se era músico y, una vez que lo eras, ya nada se podía hacer, seguramente, al menos eso pensaba él, dijo padre Sigvald y si alguien le preguntara a qué se debía, respondería que debía de tener que ver con el dolor, con el dolor por algo o solo con el dolor, y padre Sigvald dijo que al tocar, el dolor podía aliviarse y transformarse en vuelo, y que el vuelo podía transformarse en alegría y felicidad, y por eso había que tocar, por eso tenía que tocar él y algo de ese dolor debían de compartir también los demás y por eso había tanta gente a la que le gustaba escuchar música, así creía él que era, porque la música elevaba la existencia y le proporcionaba altura (p. 35). 

El destino del músico es una desgracia, dijo entonces padre Sigvald
Siempre fuera de casa, siempre marchándote, dijo
Sí, dijo Asle
Despedirte de la amada y despedirte de ti mismo, dijo padre Sigvald
Siempre entregándote a los demás, dijo (p. 37).

No debe perderse con los hombres por poco y nada, y sí, eso fue lo que hizo ella, y ya se ve lo que ha recibido a cambio, nada, nada ha recibido a cambio, salvo la vergüenza, porque quizá no esté tan mal mientras dura, pero es que no dura, porque en cuanto te acercas a la edad en la que puedes hacer lo que quieras, se acaba, sí, se acaba, se acaba porque ya nadie te ofrece nada, así es (p. 98).

la hija tuvo un hijo que por lo visto se llama Jon y que dicen que también es músico y ha publicado un libro de poemas, pues sí, qué cosas más raras hace la gente (p. 158).


Trilogía
Jon Fosse
Traducción del noruego por Cristina Gómez Baggethun y Kirsti Baggethun
Editorial Seix Barral
México
2023 (publicación original 2007)
162 páginas

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