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jueves, 2 de mayo de 2024

Los sexualizadores, de Carlos Mario Vallejo

"Los sexualizadores", la primera novela del manizaleño Carlos Mario Vallejo, es una obra que desde las primeras páginas plantea lo que va a ocurrir: un narrador en segunda persona (te) cuenta que todos los seres humanos nacen bisexuales y que la homosexualidad y la heterosexualidad son conductas aprendidas que se pueden desaprender. El héroe fracasado de esta novela se propone entonces una campaña cívica sexualizadora de desaprendizaje drástico: raptar a una rectora, un sacerdote y un profesor para obligarlos a aprenderse un decálago antietiquetas y a tener sexo con alguien opuesto al de su conducta aprendida para que aprendan que las homofobias y heterofobias hacen daño.

Esa es, en resumen, la historia que se anuncia desde el comienzo. La novedad está en cómo se desarrolla esta historia inverosímil y para ello el autor acude a varios recursos: narrar en segunda persona, que es una forma escasa dentro de la literatura no epistolar (el referente manido siempre es "Aura" de Carlos Fuentes); ubicar la trama en Manizales en distintas épocas, que abarcan desde los 90 hasta la segunda década del siglo XXI; incluir numerosas referencias de marcas, programas de televisión, videojuegos, canciones y otros sellos icónicos de la cultura popular, y estructurar la novela en 33 capítulos cortos, escritos cada uno con un título y una extensión como de crónica periodística. En estos capítulos-crónicas se notan las huellas del oficio periodístico del autor, quien trabajó en Q´Hubo y La Patria, y de hecho algunos estos textos podrían leerse de manera autónoma, con sentido completo.

El escritor pereirano Rigoberto Gil Montoya dice que Manizales es una ciudad muy narrada en la literatura y "Los sexualizadores" viene a sumarse a esa tradición: la historia se ubica en Villa Carmenza, un barrio de estrato tres, como lo remarca el narrador, pero aparecen también referentes inconfundibles de la ciudad: El Cable, la bolera del Multicentro Estrella, el Estadio Palogrande y el Once Caldas, La Galería, el Banco de la República, Palermo, ek Bosque Popular el Prado y el Parque de La Estrella, entre otros.

Esta obra, ganadora del Primer Concurso Nacional de Novela "Jaime Echeverri", también rinde entre líneas un homenaje a Orlando Sierra Hernández y a Bernardo Arias Trujillo, dos escritores que fallecieron muy tempranamente en Manizales, pero estos homenajes literarios están lejos del tono de la erudición. Al contrario: la novela está narrada en un lenguaje juvenil y popular, de jóvenes que consumen drogas de manera cotidiana y así, además de la campaña de sexualización, el texto parece proponer también una campaña de normalización del consumo recreativo.

Aunque le pregunté al autor si es lector de cómic o si el cómic influyó en su obra y me dijo que no, la novela sí me dejó una sensación de haber recorrido un cómic: es una historia oscura, aunque contada con liviandad, con personajes bidimensionales y planos y con escenas fragmentadas y breves en las que prima la acción. Ya que Carlos Mario no lee cómic sería interesante que algún ilustrador leyera "Los sexualizadores": acá puede haber una novela gráfica.


Algunos subrayados 

la consumación del proyecto: sexualizar a tres discrimina- dores que dejaron ruina moral a su paso, con o sin culpa, sutil o duramente (p. 11)

La tesis: el homosexualismo y el heterosexualismo no exis- ten, son ficciones de la cultura impuesta. No existe eso de la orientación sexual. Todo depende del encuentro con la persona indicada (p. 12).

A ti te parecía bonito Julián, pero te habían dicho que tal palabra no se podía decir de otro niño. Nunca congeniaste con esta ley pero la acataste para armoni- zar con la vida corriente. La verdad era que, de los tres, solo lo imaginabas a él bajo el chorro de la ducha (p. 17).

Tío Evaristo se había desempeñado allí como  indigente, luego pasó a comerciante de zapatos, con lo que juntó algunos billetes, y luego le salió la opción de venta de libros, hasta desembocar en el emprendimien- to narco. (p. 26)

Manizales era una ciudad intermedia que alguna vez estuvo entre las más prósperas del país a base de men- jurjes bursátiles (producción y tráfico de café), pero se había convertido en una urbe mediana y de un elitismo apacible que daba risa y rabia, dependiendo del clima (p. 28)

creías que te gustaría escribir, aunque lo que te llamaba la atención era ver tu nombre impreso bajo un título, o leer cosas ajenas y atribuirte la autoría (p. 31).

hoy discriminan palabras por rebuscadas, mañana van a seguir con las ideas y terminarán segregando personas (p. 39)

Opinabas que las personas mayores obraban mal por dos cosas: les pegaban a los hijos y rechazaban propuestas placenteras (p. 50)

Te gustaba la poética de Orlando Sierra, el pe- riodista asesinado, según la cual a Manizales le crece en las noches de invierno una luna lánguida, torpe y cabeceante como un celador viejo (p. 51)

el que es feo también es un suertudo porque ya sabe que si le agrada a alguien es por otra cosa, no solo lo físico (p. 66). 

a las historias de la gente de Manizales les faltaban cosas duras que les sobraban a las de Medellín.(P. 79 )

cultura impuesta, cuna de violencias y calabozos morales. No más instancias a salir del clóset, una de las nuevas violencias: no hay que salir de nada, hay que invitar a pasar. En los tiempos que corren debemos poder andar de tumbo en tumbo en tantos closets como nos sea posible, cuidándonos, eso sí, del atrincheramiento.(p. 84)

—Eso de la homosexualidad o la heterosexualidad no existe, padre. Usted mismo no puede decir que es ho- mosexual. Nadie puede decir que es nada. Todo depende de encontrar la persona indicada. No existe algo como la orientación sexual (p. 126)

El amor posesivo es lo único que sirve. Los celos tuestan, pero amor demuestran (p. 148)

Los sexualizadores
Carlos Mario Vallejo Trujillo
Editorial Escarabajo
Bogotá
abril de 2024
152 páginas

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