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sábado, 27 de abril de 2024

Contra la revolución, de Jorge Iván Cuervo y Diego Jaramillo Mutis (editores)

"Contra la revolución" es un libro académico que reúne 13 textos de distintos profesores colombianos que reflexionan alrededor del pensamiento reaccionario en Colombia, desde las guerras de independencia en el siglo XIX hasta el presente.

El libro tiene un ensayo introductorio, un ensayo intermedio, un posfacio y 10 capítulos que analizan en detalle igual número de momentos o personajes o enfoques para abordar la sensibilidad reaccionaria en Colombia. Así, hay dos capítulos dedicados a la Iglesia Católica, uno más centrado en el siglo XIX y otro en la República liberal; un capítulo sobre los hermanos Julio y Sergio Arboleda, otro sobre Miguel Antonio Caro; uno sobre los Leopardos, con Silvio Villegas y su heredero ideológico, Gilberto Alzate Avendaño; otro sobre las mujeres que, como Emilia Pardo Umaña, se oponían al sufragio femenino; uno sobre Laureano Gómez; otro sobre su hijo Álvaro y uno de cierre dedicado al escritor Nicolás Gómez Dávila.

Algunos ensayos tienen un tono más academicista que otros, pero en general son textos que se dejan leer por un público no iniciado en la historia de las ideas políticas. En cada ensayo los autores explican que no es posible confundir pensamiento reaccionario con ideas conservadoras, porque el reaccionario no desea conservar nada del presente: quiere girar hacia atrás la rueda de la historia, como diría Marx, y para hacerlo está dispuesto a usar o justificar la violencia y a actuar con vehemencia, una actitud distante de la prudencia conservadora. 

Así mismo, aunque el pensamiento reaccionario suele asimilarse con la derecha, el libro reitera que existen también reaccionarios de izquierda, que se asemejan a los reaccionarios de derecha en su intransigencia y en sus formas argumentativas. 

Resulta interesante el recuento histórico de las distintas olas del pensamiento reaccionario, que empezaron con el ánimo de volver a un estado de cosas anterior a la revolución francesa, y cómo hoy, en el Siglo XXI, ese pensamiento reaccionario se relaciona con personas antiderechos que desean desmontar lo conquistado por el feminismo y las minorías sexuales y étnicas. En Colombia ese pensamiento reaccionario se relaciona con quienes abogan por derogar la Constitución Política de 1991.

Este libro resulta valioso porque ofrece un viaje por la historia de Colombia y por la historia de las ideas políticas desde el ángulo de las ideas reaccionarias, que siguen muy vigentes en el debate político contemporáneo. En particular, considero valioso el análisis sobre el impacto de la Iglesia Católica en la persecusión a liberales en el siglo XIX y comunistas en el siglo XX, y quizás esa sea una veta para observar el giro a la derecha que en el siglo XXI se observa en comunidades con fuerte presencia de iglesias evangélicas.

Algunos subrayados

De "Estudio introductorio" de Jorge Iván Cuervo

No es lo mismo ser reaccionario que ser conservador, conservador radical, antimoderno o antiliberal (p. 14).

Ser reaccionario no necesariamente implica ubicarse en el espectro de la derecha política, porque es claro que también existe pensamiento reaccionario de izquierda, con unas características claras en cuanto al tipo de retórica y de valores que defiende (p. 14).

si no se es cuidadoso y no se especifican bien los rasgos del reaccionario, se puede incurrir en el error de incluir en esta categoría a todo autor que tenga una postura antiliberal o antidemocrática -dos rasgos esenciales de los reaccionarios- (p. 15).

En la historia y en la filosofía política hizo carrera que lo opuesto a la postura reaccionaria es la postura revolucionaria y lo opuesto a lo conservador es lo progresista (p. 17). 

El reaccionario auténtico, del que habla Gómez Dávila, se caracteriza por un modo de ser combativo, de una retórica incendiaria, de un discurso con matices, de una voluntad férrea para denostar la reforma y la revolución y volver al antiguo régimen (p. 19).

Para el marxismo la revolución proletaria es la única posibilidad de progreso para la humanidad y todo aquel que se opone a esto es un reaccionario (p. 23). 

muy pocas personas aceptan en el debate público ser reaccionarios, razón por la cual muy pocos salen a defender dichas ideas, lo que ha limitado su desarrollo y contradicción con otros discursos (p. 39).

una característica notable de los reaccionarios es que tienden a confundir liberalismo y socialismo (p. 43). 


De "El discurso reaccionario de la Iglesia católica frente a los "enemigos" del catolicismo" de José David Cortés y Helwar Figueroa 

(Hegemonía conservadora) En este período parece existir un consenso entre el clero colombiano para atacar por todos los medios al liberalismo, considerado como hereje y en estado de error (p. 79).

Las palabras dichas por los curas en sociedades de talante confesional pueden crear emociones traducidas en acciones de todo tipo, en este caso, violentas (p. 88).


De "¿Ecos de reacción en tiempos de revolución?" de Arnovy Fajardo Barragán
Se crearon tres argumentos: el primero consistió en la reconstrucción de la figura del rey como fuente de autoridad y de orden; el segundo fue el intento de deslegitimar la revolución misma y a sus líderes; el último fue la defensa de la religión católica y la condena a la Ilustración (p. 116). 

De "Ya están aquí los bárbaros" de Diego Jaramillo Mutis
La república era feliz en 1839 (Julio Arboleda, 1850). 

La nostalgia por el pasado es uno de los rasgos fundamentales de los reaccionarios (162).

El discurso conservador de estos años se enfocó en la defensa de la propiedad, en este sentido fue más antisocialista que antiliberal (p. 169).

De "A la derecha de la derecha" de Mauricio Uribe López
La retórica reaccionaria no se siente cómoda con el presente: mira hacia el pasado buscando restaruar un paraíso perdido (...) la retórica reaccionaria es incendiaria y no admite discrepancia (...) alienta la violencia y la justifica para precipitar el cambio (p. 205).

Lo que unía a los fascistas, a los reaccionarios tradicionales y a la Iglesia católica era su fervorosa animadversión hacia la Ilustración, la democracia, el liberalismo y el "comunismo ateo" (p. 209). 

La virulencia de los conservadores, desplegada en la pluma y la oratoria de Los Leopardos, Gilberto Alzate Avendaño y Laurean Gómez, atizó con vigor el fuego de una guerra que en algunos aspectos tenía ribetes religiosos (p. 226). 

(Monseñor Builes) "no es posible conservar la doble posición de católico y de liberal" (p. 231). 

Hay al menos dos principios conservadores que ellos (los Leopardos) ignoraron radicalmente: el de la prudencia y el freno a las pasiones (p. 237).

De "Reaccionarias bogotanas" de Natalia León Soler
Entre 1930 y 1943, con matices de manifestaciones a inicios del siglo XX, se registran los primeros grupos femeninos organizados con el fin de abrir espacios civiles a la mujer; para el período de 1944 a 1948 hay una ampliación del movimiento en el que el reconocimiento a sus derechos civiles fue más allá de la educación, la cultura, mejores condiciones laborales (en especial para las obreras) y la administración de sus bienes. Así, el derecho al voto se convierte en la bandera más importante de todo el movimiento: el derecho a elegir y a ser elegida. Ya para el período de 1949 a 1957 fue la puja por ese derecho y los avatares que pasaron para lograr su aprobación (p. 247). 

Las representaciones sobre la feminidad se basarán en fomentar los valores del matrimonio, la maternidad, los hijos, el hogar. Educar a la mujer para la vida útil de esposa y madre para convertirla o, mejor aún, representarla como el "ángel del hogar" en el que el espacio privado era su lugar legítimo (p. 251). 

la buena esposa es la reina del hogar, a diferencia del feminismo, que parte de su origen se asocia a la izquierda y a la subversión política, lo cual resulta peligroso para el orden establecido (p. 253). 

El hecho de que muchas niñas entre los 6 y 15 años estuvieran en clausura permitía que se acostumbraran a la mansedumbre. Entraban en este tipo de retiro educativo no solo para su formación en valores, en la fe católica y a la vez se preparaban para su trabajo en el manejo del hogar practicando las labores propias de ese ámbito. Una especie de iniciación al espacio doméstico, a ese bendecido espacio privado (p. 256).

Vale preguntarse si son las mujeres reaccionarias entre ellas. Al parecer sí y cada vez con más fuerza que los hombres hacia ellas. Para godos, algunos liberales, antifeministas y antisufragistas, algunas sí lo son (p. 296).

De "¿Progreso o retorno?" de José Daniel Parra
en contraste con el hombre reaccionario, el hombre progresista siente que se va liberando históricamente de sus cadenas. El hombre progresista no ve el pasado con nostalgia; por el contrario, siente orgullo ante la certeza positiva de sus conquistas históricas. No está, sin embargo, satisfecho con el presente, espera mayor progreso en el futuro (p. 307).

El "mecanismo emocional" clave en la Biblia no es el orgullo magnánimo y digno por el mérito propio, sino el reconocimiento interior de caída, arrepentimiento y necesidad de redención (p. 319). 

De "La cruzada por la destorcida" de Tania Luna Blanco
el discurso anticomunista se volvió vital para marcar el fin de los liberales en el máximo cargo del Estado y la Iglesia católica contribuyó con todo su andamiaje y poder, material y simbólico, a vehiculizarlo, siendo, además, el punto de encuentro de conservadurismos diversos (p. 350).

De "Cuatro posturas reaccionarias de Laureano Gómez" de Arnovy Fajardo Barragán
El capitalismo fue presentado como la culminación del proceso de destrucción de la libertad, la fraternidad y la igualdad por cuenta del liberalismo (411).

Hay absoluta incompatibilidad entre el concepto de la vida cristiana y la vida comunista (p. 413). 

Se trataba de crear una sociedad basada en la familia, no en el individuo, articulada en torno a la vida municipal, guiada bajo una moral católica y orientada por una idea de la política como realización del bien común (p. 418). 

De "Crítica de la proclividad revolucionaria" de Nicolás Figueroa García-Herreros
Como lo muestra Jorge Orlando Melo (1990), tras la independencia y durante todo el siglo XIX, las élites colombianas actuaron bajo un consenso amplio, inspirado en los ejemplos de Inglaterra y Estados Unidos, que apuntaba a adoptar en el país un sistema político liberal basado en el principio de la soberanía popular y un sistema económico capitalista (p. 450)

el conservatismo nos invita a concebir las tradiciones e instituciones existentes como repositorios de un conocimiento que se ha mostrado eficiente a lo largo del tiempo (p. 464) 

De "La figura del reaccionario y la noción de pensamiento reaccionario" de Juan Fernando Mejía Mosquera
el pensamiento reaccionario es el Texto Implícito que Gómez Dávila comentó durante toda su vida (p. 477).

Algún día será posible escribir con bastante exactitud la historia de los últimos ciento cincuenta años no porque se tengan estadísticas, periódicos, películas cinematográficas, múltiples documentos de índole diversa, sino, ante todo, quizás tan solo porque ha existido una abundante producción de novelas. La novela mediocre es un documento de gran valor histórico, porque en ella se reflejan las minucias de la vida cotidiana, tal como aparecen a los contemporáneos. Los diversos utensilios que estudia la arqueología requieren una interpretación, mientras que la novela nos transmite un significado (p. 498). 

(De Nicolás Gómez Dávila): "Derecho es la regla de conducta que nace del convenio. Justicia es la observancia de la regla del derecho. Estado es la regla del derecho que asegura la observancia" (p. 516).

(De Nicolás Gómez Dávila): "La prolijidad no es exceso de palabras, sino escasez de ideas" (p. 524). 

De "Camisas negras y de todos los grises" de Jorge Giraldo Ramírez
Las similitudes entre las formas argumentativas de los reaccionarios y las de los progresistas fueron las que sorprendieron a Hirschman" (543).


Contra la revolución
Jorge Iván Cuervo y Diego Jaramillo Mutis (editores)
Universidad Externado de Colombia - Editorial Planeta
Bogotá
Enero de 2024
564 páginas
 

viernes, 19 de abril de 2024

Alfonsina Storni en 50 poemas (selección y prólogo de Silvia Miguens)

"Alfonsina sí vuelve" dice en la última página, en una sutil nota al pie, esta edición cuidada de Tres Cantos que trae de vuelta los versos de Alfonsina Storni, la gran y libre poeta Argentina que nació en 1892 y se suicidó en 1938.

El título anuncia 50 poemas de Alfonsina Storni, pero el volumen incluye varias sorpresas. Para empezar, un prólogo lúcido, completo y ameno de la profesora y escritora argentina Silvia Miguens, quien ofrece detalles de la vida de Alfonsina que sirven para desentrañar claves de sus poemas. El prólogo cuenta que Alfonsina fue una mujer tremendamente libre en una época en la que esto no era común: fue madre soltera, trabajó en distintos oficios, escribió y vivió de su escritura y cultivó contactos con escritores como Borges y Quiroga.

El prólogo da cuenta de un viaje en 1938, poco antes de morir y cuando ya estaba enferma de cáncer, a Colonia del Sacramento, a un encuentro 
 junto con Juana de Ibarbourou y Gabriela Mistral. En el público está la muy joven Idea Vilariño. También cuenta el profundo impacto que le causó el suicidio de Horacio Quiroga, quien se quitó la vida anticipándose a lo que ya estaba haciendo el cáncer. El poema "Presentimiento" y el poema dedicado a Horacio Quiroga e incluido en este volumen permiten ver cómo la idea del suicidio fue largamente contemplada por Alfonsina y no fue un impulso súbito con desenlace fatal.
Además del prólogo, el libro trae dos textos en prosa escritos por Alfonsina Storni. Al comienzo aparece ¿Quién soy? un autorretrato escrito poco antes de su muerte, y al final está "Breve explicación", un texto en el que ofrece algunas claves sobre su proceso de escritura. En medio de estas dos esquiciteses están los 50 poemas seleccionados por la profesora Silvia Miguens, tomados de "El dulce daño" (1918), "Irremediablemente" (1919), "Languidez" (1920), "Ocre" (1925), "Mundo de siete pozos (1934), "Mascarilla y trébol" (1938). Además se incluyen varias poesías que no fueron incluidas en libros. 

Por tratarse de una antología que incluye poemas de distintos libros, escritos en un lapso de 20 años, 50 poemas de Alfonsina Storni ofrece una mirada panorámica sobre la obra de la argentina. Es una selección de lo mejor de su obra y, en consecuencia, este libro es una buena puerta de entrada para conocer a una de las más grandes poetas hispanoamericanas de la primera mitad del siglo XX. Su nombre suele aparecer al lado de Juana de Ibarborou y Gabriela Mistral, pero quizás Alfonsina fue la más libre y feminista de las tres.

Algunos subrayados

Del prólogo:
"Alfonsina utiliza las secciones femeninas de las revistas, que alentaban la mansedumbre y el amor romántico. Se burla, rompe con el estereotipo de la mujer y el de la novela sentimental de la época, cuya característica era el conformismo" (p. 21).

De ¿Quién soy?
me agrada que las telas no se arruguen para no tener que plancharlas continuamente (p. 31).

Duermo unas once horas diarias para desarrugar la piel de la cara y los nervios (p. 32). 

De "Capricho"
bien se ve que tenemos adentro un mar oculto (p. 42)

De "¡Oh, tú!"
Yo quiero, Dios de dioses, que me hagan nueva toda.
Que me tejan con lirios; me sometan a poda
Las manos del Misterio; que me resten maleza.
Tus labios no se hicieron para curar tristeza (p. 47).

De "Tú me quieres blanca"
Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue. 
Corola cerrada (p. 48).

De "Presentimiento"
Para acabarme quiero una tarde sin nubes,
Bajo el límpido sol,
Nazca de un gran jazmín una víbora blanca
Que dulce, dulcemente, me pique el corazón (p. 52).

De "Silencio"
Un día estaré muerta, blanca como la nieve,
Dulce como los sueños en la tarde que llueve (p. 58).

De "Bien pudiera ser..."
A veces en mi madre apuntaron antojos
De liberarse, pero, se le subió a los ojos
Una honda amargura, y en la sombra lloró.

Y todo eso mordiente, vencido, mutilado,
Todo eso que se hallaba en su alma encerrado,
Pienso que sin quererlo lo he libertado yo. (p. 66).

De "Cuando llegué a la vida"
-¡Vigiladme los ojos! Cuando cambian los vientos
El alma femenina se trastorna y varía...(p. 92)

De "Tú, que nunca serás"
Ah, me resisto, mas me tienes toda,
Tú, que nunca serás del todo mío (p. 93)

De "Pasión"
el hombre en cuya llama quisieras deshacerte
¡como al golpe de viento las columnas de humo! (p. 112)

De "A Horacio Quiroga"
No se vive en la selva impunemente (p. 120)

De "Breve explicación"
ya que escribí la mayoría en pocos minutos, a lápiz, en un lugar público, en un vehículo en movimiento o en mi lecho despertando a deshora; aunque cepillarlos me haya demandado meses (p. 126).

Alfonsina Storni en 50 poemas (selección y prólogo de Silvia Miguens)
Ediciones Tres Cantos
Pereira
Abril de 2024
128 páginas

martes, 16 de abril de 2024

El fulgor moribundo, de Jorge Urrutia

Al cumplirse los 100 años de la publicación de La vorágine hay un interés renovado por releer este clásico de la literatura colombiana, escrito por José Eustasio Rivera, y en el marco de esa relectura, hay un "boom" de ensayos, análisis y nuevas visiones sobre esta novela. La condición de los clásicos literarios es precisamente esa: su permanente revalorización a partir de las nuevas miradas que se hacen sobre un texto que, a pesar del paso del tiempo, le habla a nuevas generaciones.

El profesor español Jorge Urrutia acaba de publicar El fulgor moribundo, frase que corresponde a una línea de La vorágine y que le sirve para titular este ensayo, escrito con la erudición de un profesor emérito pero con la claridad suficiente para despojarlo del acartonado lenguaje académico y acercarlo a lectores desprevenidos que quieren comprender mejor esta novela magistral.

En 200 páginas bellamente editadas por Ediciones Tres Cantos, de Pereira, el profesor Urrutia desarrolla una hipótesis que parece obvia pero no lo es: La vorágine es una novela y hay que leerla como tal. Es decir, aunque tenga poesía, aunque tenga testimonios y aunque tenga denuncias, todo eso está englobado dentro de un marco literario que se llama novela, que tiene unas pretensiones estéticas. Esa es la brújula para leer el libro. 

Urrutia recuerda que José Eustasio Rivera adquirió en Belém (Brasil)
Infierno verde (1908), de Alberto Rangel, y A margen da historia (1905), de Euclydes da Cunha y encuentra resonancias de esos dos libros en La vorágine. Así mismo recuerda que Rivera oyó de su amigo Luis Franco Zapata la aventuraque este vivió en 1912 con su novia Alicia, y por lo tanto no hay posibilidad de leer La vorágine en clave autobiográfica.

El fulgor literario es un estudio literario sobre una novela y por ello su autor se ocupa poco de la vida de José Eustasio Rivera y, en cambio, se centra en el texto literario: en sus huellas modernistas, en su diálogo con las novelas de plantación y en los juegos literarios que propone. El fulgor literario es un libro interesante para lectores inquietos por la lectura de La vorágine, pero también para quienes tienen interés en la lectura crítica de textos literarios, porque muestra una metodología para acercarse a una obra  desde las claves que ofrece el texto. Es, por lo tanto, el libro de un escritor, pero sobre todo es el libro del lector atento e informado que muchos lectores aspiran ser.


Algunos subrayados

Un escritor debe aprender a mentir, y la primera mentira se corresponde con su primera invención: quién cuenta la historia (p. 20).

todo autor escribe desde dos tipos de experiencias: la vivida y la leída (p. 20).

Mentir puede hacerlo cualquiera, convencer de que una ficción escrita responde a la verdad sólo le es factible al escritor (p. 21).

esa construcción se eleva con una estructura argumental que responde a la tradición literaria, aquella e la novela de viajes y aventuras. Además, escribe con una prosa de origen modernista (p. 22).

Posiblemente La vorágine en el momento de su publicación primera, cumplía (por medio de un lirismo a veces feísta en su prosa) más una función política nacionalista que la función social de denuncia de las condiciones de los trabajadores que se le adjudicó posteriormente (p. 27).

Lo que resultaría abusivo es interpretar la novela como un libro de sociología o de antropología, cuando es una obra de ficción en cuya escritura se manejaron hechos más o menos comprobables (p. 27). 

Atala (1801), de Chateaubriand (...) descubre para la literatura moderna el paisaje americano (p. 37). 

Rivera se plantea una novela de amor y aventuras, dentro del modelo clásico interiorizado (p. 50).

Los primeros reseñistas y críticos no dejaron de resaltar el estilo fragmentario o a saltos que muestra muchas veces la obra (p. 57)

creo que su observación sobre la existencia en el Modernismo de un carácter romántico es acertada y que es perfectamente aplicable a José Eustasio Rivera (p. 67).

Surgen así tendencias sólo aparentemente contradictorias: la preocupación nacionalista (muy fuerte en Argentina) sin abandonar el contacto con las literaturas europeas, un nuevo discurso indianista, el interés por el lenguaje coloquial, una reevaluación del pasado colonial o, al mismo tiempo, el redescubrimiento de los valores de la hispanidad (p. 68).

Y, en 1850, Herman Melville escribió: "Ningún escritor americano debería escribir como un francés o un inglés" (p. 71)

Era tema normal entre los burgueses "la cotidianidad comartida entre su casa permanente y su estancia en la hacienda [...] y el desplazamiento por las regiones durante los viajes [...] los narradores señalaban los sufriemientos de los personajes y la dureza del entorno" (p. 76).

de todos los peligros que acechaban a Hispaonamérica, el mayor es la voracidad de los anglosajones. De ahí que se proponga un panhispanismo (p. 77).

la narración testimonial, que surge desde los frentes de batalla europeos, y las discusiones soviéticas sobre la literatura obrera y proletaria dejarán su huella en la narrativa hispanoamericana, aunque la separación de Europa hace que todo se oriente, como particularidad, hacia la lucha con la naturaleza, en el caso de Rivera, los llanos y la selva (p. 79). 

Europa estaba reflexionando sobre los modos de narrar, sobre el sujeto de la narración y sobre la penetración psicológica. Incluso experimentaba sobre la posibilidad de una novela que prescindiese de la ficción. En Latinoamérica, en cambio, se trataba de crear la propia novela, de conseguir con ella intrepretar las realidades nacionales. No importan, pues, la calidad ni la trascendencia, sino la función (p. 83).

desarrollándose la historia en dos territorios distintos, los llanos del Orinoco y la selva amazónica, por regla general la crítica y los distintos estudios sólo se refieren a la segunda, con olvido de los primeros, donde transcurre toda la primera parte, un tercio de la novela (p. 95).

Se trata, pues, de una novela plural. Estos relatos intercalados permiten conocer la vida de los caucheros en la selva, así como de una serie de aventureros que entran y salen de la novela (p. 97).

Es imposible hacer propia la vida ajena, sólo es posible transformarla en relato. Tejerla (p. 111).

La estructura narrativa se basa en dos procedimientos constructivos ampliamente utilizados en la historia de la literatura y aún vigentes en la literatura contemporánea. Uno es el relato amoroso de aventuras que conocemos como "novela bizantina"; el otro es la estrategia del relato marco, entrelazado con el procedimiento del manuscrito encontrado y transcrito (p. 114).

La mirada míticamente negativa de la naturaleza que ofrece la novela filtra la visión que llegamos a poseer del territorio. Una novela pretende (a través de un proceso de selección, invención y composición) la creación de un mundo, no aspira a ser una guía turística ni un manual escolar, ni menos aún un estudio antropológico, étnico o botánico. Además, conviene no leer la obra literaria a partir del contexto, sino, por el contrario, acudir a éste desde la obra literaria, porque el arte no se relaciona con la realidad elemento a elemento, sino desde la totalidad (p. 117).

Estamos, evidentemente, en un juego literario según el cual Rivera inventa y Rivera que corrige el escrito de Cova, para que luego el primer Rivera titule un escrito del segundo Rivera cuya existencia sólo pudieron conocer el ministro y, tal vez, alguien de su secretaria. Claro que el segundo Rivera, Arturo Cova y el ministro sólo son invenciones del primer Rivera. Todo este pequeño rompecabezas corresponde a la literatura, nunca a la vida (p. 135).

La vorágine es una construcción literaria, no una fotocopia -y menos aún una radiografía- de la vida en los llanos y en la selva (138.


El fulgor furibundo. Comprender La vorágine
Jorge Urrutia
Editorial Tres Cantos. Colección Finisterre
Pereira
Abril de 2024
200 páginas

domingo, 7 de abril de 2024

Dimensión de la angustia, de Fabiola Aguirre Suárez

En enero de 1952 Fabiola Aguirre Suárez (firmó en una época como "de Regueros" y luego "de Jaramillo) publicó en Bogotá "Dimensión de la angustia", una novela que desde la primera página se anuncia como "un ensayo sobre filosofía desde el punto de vista femenino".

Ara Elicechea Uribe es una niña huérfana de madre, hermana de Ruth y de Leandro. Su padre muere cuando ella aún es pequeña y por lo tanto los tres huérfanos quedan al cuidado de su abuela materna, Evelia de Uribe, quien aparece en la novela como una mujer dura y arribista.

La novela está escrita en clave autobiográfica y cuenta la vida de Ara desde su primera infancia en Manizales, su llegada a Bogotá, su paso por internados de monjas, su vida de infierno en casa de la abuela, su matrimonio temprano con Reynaldo Moore, el nacimiento de su hijo Lucio, el ingreso de Ara a la Universidad a estudiar sociología (Fabiola Aguirre estudió derecho) y lo difícil que resulta para una mujer casada acceder a la educación superior y ganarse el respeto de los compañeros. Luego Ara enviuda, se gradúa de la Universidad, trabaja en labores sociales y políticas, escribe poesía, asiste a mítines políticos y conoce a un segundo amor.

Esta segunda pareja es Juan Londoño, con quien dialoga a lo largo del libro. La estructura de la obra consiste en 25 capítulos precedidos de una introducción que es una carta de Fabiola Aguirre a Ara. El capítulo 1 muestra a Ara subiendo al Nevado del Ruiz, que es el recuerdo que ella tiene de su infancia en Manizales, porque el Nevado se veía desde su casa. Mientras asciende al Nevado conversa con Juan y le va contando su vida y así avanzan los capítulos. A veces narra a manera de monólogo (Juan interviene muy poco) y a veces son digresiones: flujos de consciencia sobre asuntos que Ara piensa o recuerda pero no le cuenta a su acompañante.

Esta novela, la segunda publicada por una mujer caldense en formato de libro después de "Una Mujer", de Natalia Ocampo de Sánchez, es un libro adelantado a su tiempo, que permite hacerse una idea fiel de la situación de las mujeres en Colombia en la primera mitad del siglo XX, y en donde la autora narra con gran nivel de detalle porque le interesa dejar constancia de las inequidades que denuncia. Si bien Simone de Beauvoir publicó en 1949 El segundo sexo, en Colombia la literatura aún no registraba reivindicaciones femeninas de una manera tan clara como lo hace Fabiola Aguirre en esta novela, en la que habla todo el tiempo de las brechas entre sexos, de la violencia en el matrimonio, la necesidad de educación para las mujeres, defiende el divorcio y reflexiona sobre el suicidio. El final de la obra resulta cinematográfico: se ubica en el Nevado del Ruiz, con Ara perdida y envuelta por la niebla. Un suicidio que no parece suicidio, tal y como ella, mujer libre, lo deseó.

La novela es narrativa, sobre todo en la parte de la infancia y juventud de la protagonista, pero a medida que crece el texto se convierte también en un espacio de reflexión intelectual, un "ensayo sobre filosofía desde el punto de vista de la mujer". La autora, por ejemplo, propone el concepto de "matria-potestad" (p. 341) para reclamar que la sociedad dé más relevancia a la relación madre-hijo como eje de la construcción social. 

Ara, la protagonista, lee autores como Lord Byron, Whitman, Ortega y Gasset, "Vida de Madame Curie", "La Mujer", de Severo Catalina, "El alma de la mujer", de Gina Lombroso, "La mujer nueva y la moral sexual", de Alejandra Kolontay, Marx, Husserl, Hartmann, Houston, Stewart, Chamberlain. Para su formación sobre teorías sobre el Estado menciona a  Jelinek, Duguit, Lasky, Larenz, Marx, Hegel y Maquiavelo. Este bagaje, extraño para una mujer de su época, corresponde al de Fabiola Aguirre, una de las primeras abogadas en graduarse de la Universidad Externado de Colombia, y militante en el movimiento de Jorge Eliécer Gaitán y luego junto a Esmeralda Arboleda, hasta que partió para Estados Unidos hacia 1954, durante la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla. Fabiola Aguirre murió en Estados Unidos en 1997.

Algunos subrayados
realmente imposible era el que en el actual desarrollo de nuestro medio alguien tomara en serio a "una mujer filósofa", así fuese original su pensamiento (p. 5).

¿Por qué quiero escribir un ensayo sobre filosofía desde el punto de vista femenino? (p. 5). 

la fuerza de tus experiencias interiores y el climax de tus intuiciones siempre fueron superiores al lenguaje en que yo pudiese describirlos (p. 7).

El instito le indicó que quien vive camina, porque el primer paso es el impulso fatal del segundo; que un paso engendra otro paso, y que para no andar es necesario no nacer (p. 9).

entre pensar y recordar hay una gran diferencia: el recuerdo es emocional y el pensamiento racional.

se recordó pequeña en su ciudad natal empinada en el filo de una cordillera colombiana; Manizales, la misma ciudad serena que hace poco tiempo tuviera que atravesar para poder venir en busca del Nevado del Ruiz (p. 11).

Los hechos de su primera infancia eran borrosos; solamente recordaba que desde su cuarto limpio y claro, situado en un segundo piso, casi todas las mañanas divisaba el Nevado (p. 11). 

a instancias de miles y miles de fantasías donde figuraban castillos y grutas; sílfides, brujas, ogros, gigantes, almas de muertos, enormes mariposas y los demás protagonistas de los cuentos que Yaya e contaba, este Nevado del Ruiz se me fue volviendo el lugar encantado en donde todos esos fantásticos seres se escondían de día y se agitan libres de noche (p. 13). 

Tengo presente el solar de mi casa con sus inmensos eucaliptus; la finca de "El Arenillo" con sus guamos y su bella avenida de naranjales; vagamente recuerdo una quebrada cristalina; todo lo demás, cosas y personas, se esfumaron de mi memoria (p. 14).

Las discusiones me llenaban de vergüenza, no tanto por lo que en ellas se decían sino porque con una inconsciente estética de clase aquello me parecía vulgar, plebeyo, en gentes de nuestra posición social (p. 24). 

De uno de ellos oí la descripción de sobre cómo se les enseñaba a ser "machos". El método variaba según las circunstancias, pero siempre conducía a que el muchacho debía portarse a la altura de los mayores más valentones y fornidos (p. 25). 

...por toda la raza antioqueña en general, pues en la mayoría de sus hogares siempre se registra la fuga de sus hombres aún adolescentes. El afán de independencia pronto se predica de esa rigidez, de ese concepto patriarcal, feudal, que en Caldas y en Antioquia se tiene del hogar (p. 27).  

En estos pueblos, el hijo más que hijo es un súbdito feudal al que de antemano se enseña a cultivar la parcela que le ha de corresponder, o a gerenciar la fábrica en caso de incapacidad paternal (p. 27) 

me dolía de que no hubiera tantas heroínas y mujeres grandes como hombres había en la historia (p. 31). 

Las monjas dicen que las cosas mundanas son malas y que en el mundo hay muchas que es nagural que los hombres hagan, pero que es mal visto que hagan las mujeres. ¿Será que es cosa mundana hacer versos y ésto es feo en las niñas? ¿Se burlaron de mí porque hice cosas de hombre, o únicamente porque no me quieren? ¡Qué triste entonces es ser mujer y vivir en este colegio! (p. 36). 

mi abuela dijo a tía Hortencia -un día que sirvió más postre a tío Clemente- que a los hombres había que preferirlos, porque eran superiores a las mujeres y trabajaban más (p. 36). 

Volví a hacer versos; algo superior a mis promesas me obligaba a escribirlos, así fuese llena de temor y con el espanto del ridículo acechándome siempre (p. 47). 

usted no sabe las horas tan amargas que se pasan en el colegio cuando un niño no tiene un cesto de frutas o dulces, y por eso los otros lo tratan de pobre (p. 59). 

Yo no sé, es algo vago. Es un malestar que no sé, a ciencia cierta, si es en el alma o en el cuerpo; es cansancio, es vergüenza, es miedo de ser mujer, es incertidumbre... No, no es esto, es aburrimiento de ser mujer. No, pero tampoco; es más bien como una angustia de mi cuerpo, es como una soledad, como un terror que me pesa (p. 61). 

Mi abuela sentía un enorme fastidio por mi manera de ser y me llamaba la escribana (p. 67).

vergüenza debía darte estar perdiendo el tiempo en librotes en vez de estar bordando o remendando la ropa (p. 67). 

fue leyendo estos libros cuando por primera vez supe que había mujeres que protestaban públicamente de su condición de inferioridad y que el feminismo tenía que agitarse como bandera de lucha (p. 66). 

El estudio superior no es cosa para mujeres (p. 69). 

-Oiga, niño, no me diga más "niña" (p. 70).

Aprende a ser mujer con el corazón como lo eres con la cabeza (p. 73).

Si con lo que sabe tiene de sobra. Ni más faltaba una bachillera en mi casa! (p. 74).

Entienda de una vez para siempre, carajo, que quien lleva revólver y pantalones no pertenece a un pueblo de maricos y que en mi casa hablo como me da la gana, carajo, porque aquí soy yo el macho! (p. 81).

La poesía no tenía para mí atracción alguna (p. 82) 

"Eh Ave María, querida; una mujer sin máquina de coser no es mujer. Decile a tu marido que te la compre (p. 83).

comprendía perfectamente el significado de esa unión para toda la vida; y porque era perpetua e irreparable tenía que forzarme a estar enamorada; esto es en últimas lo que llaman deber de esposa (p. 87).

En política y en derecho internacional, el que triunfa no es el que más piensa, sino el que más habla (p. 90). 

confundía mi temor con el respeto y no se daba cuenta que a quien se teme no se respeta ni menos se ama (p. 90). 

la sociedad no veía bien la separación conyugal en una mujer (p. 97). 

Entendía como ahora, que la mujer es más mística, más humanitaria y por ende, en este sentido, millones de veces más sincera que el hombre (p. 99). 

Yo estaba de acuerdo (¡y tenía por qué estarlo!) en que era aberrante e injusto el que un cónyuge desgraciado tuviera que soportar eternamente su tragedia sin que se le diera libertad para remediarlo (p. 100).

El comunismo que sacrificaba el individuo a la felicidad de la especie con sus propias doctrinas, acabaría por aniquilarla y dejarla seca como una retama (p. 101). 

Para que no me llamaran con nombres tan cursis como "poetisa" o "diva" hace mucho tiempo que renuncié a hacer versos o a cantar (p. 107). 

―Con tal que tu marido te tenga todo lo necesario aun cuando de puertas para afuera haga lo que se le de la gana.
Este consejo o precepto, en una u otra forma, ya antes lo había oído y lo sigo oyendo en labios de nuestras mujeres. Casi puede decirse que así piensan la generalidad de las casadas del país (p. 110). 

¿Cuál es el valor de la vida de una mujer? ¿A la mujer se le deja vivir o simplemente se le permite vegetar? (p. 114). 

Dar a luz no es lo que a la mujer engrandece (la perra, la foca o la hiena son también madres). (p. 116)

Por aquel tiempo causó sensación el decreto presidencial por el cual se le otorgaba a la mujer el derecho de entrar a la Universidad; derecho hasta entonces vedad para ella (p. 129).

-Es la primera mujer casada que llega a la Universidad (p. 136).

-En toda la Universidad sólo hay tres mujeres que van a romper estos prejuicios (p. 139).

se comentaba desfavorablemente mi entrada a la Universidad (...) la virtud de una mujer casada sólo se conservaba pura, resguardada por las paredes del hogar (p. 141). 

Se me fue definiendo una estructura mental para aprehender los fenómenos existenciales ya no con el criterio de simple mujer instruída sino con la entidad de la angustia, del por qué y el para qué de las cosas y valores (p. 142). 

Me parecía, como ahora me parece, atroz y bárbara esta fúnebre diversión de las visitas de pésame (p. 148). 

toda nuestra ética familiar, política y social gira alrededor del sexo... (p. 159). 

pero sé más cariñoso conmigo y más benevolente cuando en mí notas fatiga. No sólo quiero que ames a la mujer fuerte; necesito ante todo que comprendas y protejas a la mujer débil que hay en mí (p. 162). 

su realidad es muy distinta a lo que imaginamos antes de estar en contacto con ella. Uno supone que en la Universidad debe vivirse en función del espíritu científico, que allí vamos a estar muchísimo más cerca de las instituciones patrias, de su cultura y de sus problemas (p. 167). 

Como no llevaban la firma de un hombre muy pronto fueron olvidados y cosa curiosa: muchas, pero muchísimas veces más tarde aparecían esas mismas ideas suscritas por un señor y entonces hay que ver cómo se le comentaba y aplaudía. (p. 168). 

Todo en este país tiene el sello de la política; aún las mismas instituciones culturales o los mismos estímulos que crea para el objeto de demostrar a la opinión que se es más generoso que el adversario (p. 170).

La política de ocasión, la política de odio y de resentimientos personales, que es la nuestra, es como un vaho que ha entrado en todos los poros y los resquicios de nuestra vida (p. 170).

No tengo ningún dolor; simplemente estoy cansada de jugar, toda la vida, a ser una mujer fuerte (p. 181). 

El amor solo tiene significación cuando ha enriquecido nuestra vida o cuando ha embellecido su curso; lo demás son caricias, suspiros y palabras que no dejan huella, ni valen la pena recordarse (p. 188). 

el escritor que sacrifica los valores espirituales a las conveniencias del momento, monetarioas, electoreras o sociales, no es un intelectual; es un burgués o un proletario intelectualizado, según su clase (p. 196). 

estudia, sí, pero para pulir tu temperamento intiuitivo, no para ahogarlo (p. 203). 

no pienso entregarlos con mi nombre; yo sé que tengo el "Inri" de ser mujer, y que mientras sea yo la autora, la obra no valdrá nada; será deslustrada por el solo hecho de no suscribirla un hombre. (p. 204). 

mira, la poesía para mí es como una onda que capta, muy débilmente sin embargo, ciertas vivencias, ciertas intuiciones y estados de beatitud o de interior contemplación cósmica. El lenguaje simbólico de la poesía, a falta de palabras idiomáticas que expliquen muchos fenómenos interiores, es hasta el presente el más adecuado medio para expresar sentimientos y sensaciones metafísicas (p. 220).

yo no estudio para aprender sino para saber y no quiero saber para repetir sino para pensar (p. 221).

Todo "lagarto" es canalla cuando se le presenta la ocasión (p. 235).

es una cobardía estar sentado, como mero juez cerebral ante la angustia del mundo, ante el desmoronamiento de la patria, pudiendo unirnos a los que queren reformar este estado insoportable y doloroso (p. 251).

¿no ves que la única ventaja que tiene una mujer aquí, es precisamente que por no tener importancia puede hacer y deshacer sin que nadie se ocupe de si causa daño o no? El peligro no es que me lleven a la cárcel sino que me decreten manicomio (p. 252).

revela una capacidad vigorosa, un estilo ya formado y una resolución masculina de no ocultar, de no disfrazar siquiera, el propio pensamiento (p. 258). 

-Usted misma, Ara, no tardaría en sentirse fastidiada cuando sus alumnoz comenzaran a faltar a la disciplina y se manejaran más como hombres curiosos que como estudiantes (p. 262). 

-¿Con decir a los ricos que odiamos a los oligarcas estamos amando al pueblo más que ellos? ¿No sería mejor predicar menos el odio al poderoso y querer más eficazmente el bienestar colectivo? (p. 267).

-Todos los seres, absolutamente todos, tienen su aspecto comprable; lo que pasa es que hay que descubrirlo (p. 272)

pensaba para mis adentros: el que siempre obra con criterio de compra, con el mismo criterio se vende; dos aspectos de una misma moral (p. 272).

Nunca he podido soportar impasible ni alteraciones ni personas extrañas en mi vida ordinaria. Le tengo terror a cualquier modificación, por benéfica que sea (p. 273).

No hay nada tan grotesco en el mundo como la elegancia de un nuevo rico (p. 280).

yo no puedo graduar ni contener la vida, porque mi vida soy yo, porque mi vida, dondequiera va conmigo y tengo que vivirla, así como tengo que respirar el aire que me circunda por más fétido o envenenado que éste me parezca. Fatalmente tengo que vivir, así sea para angustiarme todos los días y para agonizar continuamente (p. 286).

Debo cargar con mi vida porque no tengo siquiera el derecho a la muerte!
Pero aunque no es mía la libertad de morir, porque mi vida es un apéndice de la de Lucio, no por esto deja de ser tan fácil la muerte; tan fácil! tan fácil! (p. 286).

aún insonscientemente llegué a buscar la muerte (p. 290).

Precipitar mi muerte no es pues, faltar al deber y en cierto modo, es así como lo cumplo mejor, ya que dejo de ejercer una influencia perniciosa en la vida de mi hijo (p. 291). 

Los días pasaban deliberando conmigo misma sobre la forma más conveniente de matarme sin dejar sospechas de suicidio (p. 291). 

no tengo siquiera la libertad de la locura; debo ser heróicamente cuerda!
Casi no pude contener la desesperación cuando acabé aceptando definitivamente, que de ninguna manera podía liberarme de la vida (p. 292).

Luchar es precisamente lo que he decidido no volver a hacer jamás, porque quien lucha, se cree con el derecho de exigir a la vida y precisamente en esto consiste la desilusión y el fracaso. En cambio, a quien no lucha ni ambiciona le queda por lo menos, el orgullo muy trivial pero muy consolador, de saber que los éxitos no le llegaron porque no los buscó, porque no los quiso. Por esto no volveré a ambicionar nada mejor que el presente (p. 293).

Toda persona que siente sinceramente la suerte humana y que se preocupa por su pueblo y de su patria jamás podrá deslindarse de la política (p. 321). 

-La libertad de pensamiento, de palabra, de acción y de vocación se te van a cercenar con el casamiento. ¿Has pensado en esto? (p. 333).

ningún prestigio es firme si no está respaldado con el dinero (p. 338). 

-Qué triste es ser mujer sin haber sido una niña! (p. 346).

La mujer lleva en su vientre el futuro del mundo, pero hasta ahora hemos sido apenas, las hacedoras, las paridoras de individuos, no las creadoras responsables de personas (p. 351).

más por desconcertante paradoja es precisamente el cristianismo la religión que tiene un más recio y afirmativo simbolismo materno; toda ella se alza sobre la veneración Madre-Hijo (p. 352).

-¿Por qué habría de nacer yo bajo el signo de este siglo? (p. 356).

-Yo soy angustia; por eso es que mi espíritu quiere a veces saltar como este corazón. Y con tanta frecuencia es tan hondo ese desear, este anhelar, este temblar por la verdad y la belleza que quisiera deflaglarme en mil átomos ideales, en mil cuantas esenciales y desparramarme por todo el universo y disgregarme en todos los ámbitos (p. 358). 


Dimensión de la angustia
Fabiola Aguirre Suárez 
Talleres Gráficos de Antares
Bogotá, enero de 1952
362 páginas