Con cinco capítulos, cada uno precedido por un verso del Purgatorio de Dante, construye Tomás Eloy Martínez su última novela, un ejercicio narrativo en el que la protagonista principal, Emilia Dupuy, se desvanece en las manos de su autor-escritor.
La novela cuenta el drama de Emilia, cartógrafa, hija de un militar argentino en la época de la dictadura. Emilia se casa con un colega, Simón, quien desaparece en Tucumán. Aunque algunas personas le indican que lo torturaron y lo asesinaron el mismo día de su desaparición, ella se niega a creerlo. Viaja a Brasil, Caracas y México siguiendo su rastro, y luego se radica en New Jersey en donde desarrolla una vida "normal", entre el trabajo y la soledad de la casa, hasta que 30 años después encuentra a Simón en una cafetería. Ella luce de 60 y él de 30.
El narrador de la historia es un escritor que se parece bastante a Tomás Eloy. Algunos apartes se ubican en el presente en New Jersey y otros en los años de la dictadura, con el telón de fondo del Mundial de Fútbol, la Guerra de las Malvinas y los desaparecidos. Que los protagonistas sean cartógrafos es una bella metáfora sobre la posibilidad de perderse en los mapas, en la geografía, pero también en el tiempo: sobre los encuentros y desencuentros. Así mismo, el libro propone una mirada crítica sobre el duelo personal, la dificultad para sanar las heridas pese al transcurso de los años, y la violencia familiar y política, que arrasan vidas con fuerza de huracán.
Algunas frases
Los mapas son ficciones mal escritas. Demasiada información y ninguna historia.
La verdadera identidad de las personas son los recuerdos.
Le parecía que compartir el cine con alguien era casi como compartir la cama. En el cine la gente llora, suspira, revela la carne viva de los sentimientos.
Las parejas se dicen todo el tiempo frases hipócritas y gastadas por el uso.
Cualquier sentimiento la hubiera perdido y al final pensó que estaba a salvo porque no había tenido ninguno.
Un desaparecido es una incógnita, no tiene entidad, no está ni vivo ni muerto, no está. Es un desaparecido.
Nada de lo que se come acá tiene gusto. Lo que se vende en los mercados es una imaginación de la genética, el caldo de cultivo de todas las enfermedades futuras.
Me interesé en el mundo de los cartógrafos, que se parece tanto al de los novelistas en el afán de corregir la realidad.
Nada es tan terrible como desear lo que se tiene creyendo que nunca se lo podrá tener.
El purgatorio es una espera de la que no se conoce el fin.
Los muertos no tenemos recuerdos.
Lo que no existe siempre está buscando un padre (...) Las cosas que no existen son muchas más que las que llegan a existir (...) Las novelas se escriben para eso: para reparar en el mundo la ausencia perpetua de lo que nunca existió.
El matrimonio era tal como ella lo había imaginado: una ruina sin alivio y sin distracciones, que apagaba todas las llamas del amor antes de que nacieran.
Te das cuenta de que tu viaje fue de ida, sólo de ida. Del exilio nadie regresa. Lo que abandonás te abandona.
Purgatorio
Tomás Eloy Martínez
Editorial Alfaguara
2008
Buenos Aires
291 páginas
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