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miércoles, 28 de marzo de 2018

Un mundo huérfano, de Giuseppe Caputo


Un hijo sin nombre y un padre sin nombre viven al final de una calle oscura ubicada en una ciudad también sin nombre en un país que puede ser cualquiera. Están entre el cielo, el mar y la ciudad que los excluye. Entre ellos y su mundo precario, lleno de estrecheces económicas e incertidumbre, solo se nombra el amor: "te amo papi" y "para que recuerdes que hay luz, que hay cariño", son expresiones que se dicen estos dos seres que a partir de ilusiones, dibujos y afecto construyen una burbuja amorosa que los protege de la inmundicia exterior.

Un mundo huérfano, la primera novela de Giuseppe Caputo, ocurre de noche y ese juego entre la luz, la oscuridad y las sombras crea metáforas poéticas en un libro que, al igual que la noche, es más lo que insinúa que lo que deja ver.

El texto está compuesto por seis capítulos de extensión desigual que giran, cada uno, en torno a un asunto puntual: hay uno para el sexo virtual entre hombres, otro para la muerte, uno más para la casa, y así, hasta construir un mundo complejo y completo, que no se arma de manera lineal sino circular. El manejo del tiempo dentro del texto va hacia adelante y hacia atrás, de manera que el lector puede jugar con el autor a armar la constelación o el rompecabezas que significa este mundo huérfano.

Hay en esta novela una celebración de la mariposa, del hombre mariposa que usa lentejuelas, alas, que no se esconde y al contrario hace de su cuerpo y sus gestos una reivindicación. Hay también un trasfondo muy violento, de una sociedad que no acepta mariposas que vuelen libres: una represión que se expresa en la burla, en el señalamiento, pero también en la muerte.

En 1992 Fernando Molano escribió Un beso de Dick, una novela icónica sobre el amor homosexual adolescente, y en 2003 Alonso Sánchez Baute publicó La maldita primavera, que con humor y música popular narra la soledad y la incomprensión del mundo gay, al tiempo que presenta una cartografía definida de distintas zonas de Bogotá. La exploración de Un mundo huérfano es otra vuelta en la tuerca, con una narrativa más éterea: "vuela vuela mariposa" es una leitmotiv del texto y eso es lo que hace el autor: no se aferra a un espacio concreto o a un enamoramiento específico y al contrario, vuela, se eleva, para presentar una historia de amor entre un padre y un hijo. Un hijo gay, sí, aunque eso no sea tema de conversación con el padre. Lo que importa es el amor. 


Algunas frases:
Había en nuestra sala un ventanal: daba a la calle y jamás le pusimos cortinas; no había plata para eso. "¿Por qué habríamos de tapar la vista con telas", decía mi padre, "si ahí, de pared a pared, tenemos un cuadro?".

Pero no hay que respetar a todo el mundo. No todos merecen respeto.

La soledad no es un problema.

Cuando estoy en estado de odio, me extingo y me amplifico. 

Ante el recuerdo del hombre que estrellé contra el suelo—, pensé en lo fácil que es matar. 

A veces siento que mi vida ha sido eso: perderme y darme cuenta de que estoy perdida, una y otra vez, una y otra vez... El olvido de la casa que buscaba.

Me decían: "Crece, Marlene, ama a alguien. Tienes que crecer, amar a alguien". Y yo detesto que me prescriban. Yo no sé si quiero crecer. Yo no sé si quiero amar a alguien. Tampoco sé si quiero saber.


Un mundo huérfano
Giuseppe Caputo
Random House
Bogotá, 2016
216 páginas

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