Una casa gigante de tres pisos, con tantas habitaciones que parece un
hotel, ubicada en un pueblo en las afueras de Londres, es el lugar en el que
ocurre esta novela corta e inquietante, en la que se cuentan al menos 20 años
de la vida de Harriet y David, una pareja ideal, idílica, perfecta, que tiene
un hogar feliz con cuatro hijos hermosos, y que son el centro de atracción de
la gran familia de ambos, hasta que lo inexplicable ocurre.
Lo inexplicable es Ben, el quinto hijo, un bebé que no estaba planeado
y que desde el embarazo su madre Harriet presiente como extraño, aunque los
médicos insistan en que es un bebé, un recién nacido, un niño, un joven
saludable y vigoroso.
Ben es diferente en muchos aspectos y llega para quebrar la armonía del
hogar. La forma en la que cada miembro se relaciona con él o reacciona a su
presencia revela mucho sobre lo difícil que es aceptar que uno de los nuestros
no es como nosotros. Tan distinto que su prima Amy, con Síndrome de Down, es
amada y rodeada de mimos, mientras que Ben, con su enigmática naturaleza,
genera rechazo o temor.
El quinto hijo plantea un tema que recientemente también fue abordado
en el cine con la película “Tenemos que hablar de Kevin”. Si bien los
desenlaces de la trama son diferentes (¿o no tanto?) el dilema es cómo hace una
madre para amar a un hijo que al parecer la odia, o al menos no quiere que ella
lo quiera. O que pone en riesgo a lo que la madre más quiere, que son sus otros
hijos. El misterio, el suspenso, la inquietud que recorren estas páginas
revelan la maestría de la Premio Nobel 2007, que sin recurrir a escenas
truculentas, sin digresiones, con pura narración y apenas insinuando la
violencia, hace presentir lo peor.
Algunas frases:
No es nada anormal coger aversión a un hijo
Todos los niños suelen portarse mal durante un año o así después de
empezar a caminar. No tienen instinto de conservación, ni sensación de peligro;
se tiran de la cama y de las sillas, se lanzan al vacío, irrumpen en la calle,
hay que vigilarles siempre… Y también son, añadió, absolutamente encantadores y
deliciosos y tiernos y graciosos. Y luego, poco a poco, se vuelven sensatos y
la vida es más agradable.
Sus esfuerzos lo habían hecho triunfar en su empresa y posteriormente
le proporcionaron un trabajo mejor en otra empresa. Y en eso se centraba ahora
su vida; los acontecimientos tienen su propia lógica. David era ahora el tipo
de individuo que en otros tiempos había decidido que nunca sería.
Como es bien sabido, todos estos centros tienen una capa, como un
sedimento, de alumnos ineducables, inasimilables, los casos perdidos, que van
pasando de curso en curso, a la espera del día feliz en que puedan dejar el
colegio. Y es muy frecuente que no vayan a clase, para alivio de sus
profesores.
El quinto hijo
Doris Lessing
Random House Mondadori – De bolsillo
2008 (primera edición 1988)
Barcelona
154 páginas
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